N/A: Este capítulo contiene escenas sexuales explícitas, leer bajo su responsabilidad.
Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.
Capítulo treinta y nueve
Cierro mis párpados respirando de forma irregular cuando su boca está repartiendo pequeños mordiscos en mi cuello. La música aún se escucha de fondo en nuestra habitación. Tampoco es que hayamos ido muy lejos, Edward rentó la habitación continúa donde nuestros invitados están disfrutando la pequeña recepción de nuestra boda.
― Edward… ―con mi voz entrecortada llevo mi palma a su pecho queriendo detenerlo― se darán cuenta que nos hemos ido.
― Mi amor ―susurra de forma agónica sin dejar de amasar mis nalgas― estaremos solo un momento… ¿si? No me has dejado tocarte desde hace mucho tiempo, te extraño.
Mi pecho sube y baja rápidamente cuando su boca cubre la mía con tanta pasión arrolladora que me pierdo en sensaciones de deseo. No es tan fácil darme cuenta que ha desatado mi vestido de la delgada tira que se ajusta en mi cuello dejando caer la tela alrededor de mis pies y liberando mis pechos a su merced.
― No sé si tu intención haya sido provocarme ―murmura sobre mis labios mientras sus manos se posan en mis senos empezando a amasarlos dejando que sus dedos burlen mis pezones― pero desde que te vi llegar supe que quería sacarlo de ti.
― Lo elegí especialmente para ti ―confieso mordiendo mi labio inferior.
― No seré tierno, Isabella ―advierte.
La pasión que hay en sus ojos es tan feroz que me hace humedecer y llenarme de necesidad por tenerlo dentro. Desesperada porque me posea comienzo a desvestirlo riéndonos en el proceso cuando nuestras manos se cruzan torpemente.
Edward es más ágil porque en cuestión de segundos ha desabotonado su camisa y quitado su pantalón junto a su boxer, sin perder tiempo nos tumbamos sobre el colchón sin dejar de besarnos con necesidad. Dándole su tiempo que él sea quien quite mis bragas de encaje.
En justo momento que lo hace apenas logra tantear mi entrada con sus dedos y comprobar que estoy lista para él.
― Te amo ―dice mirándome a los ojos al tiempo que se entierra en mí.
Jadeamos.
Mis uñas se clavan en su espalda instando que sea más fuerte, se arquea obedeciendo lo que quiero y sus embistes se vuelven implacables logrando que mis senos se bamboleen dejándolo hipnotizado al verlos.
― Mierda, me voy a venir ―avisa bajando su mano y acariciando mi clítoris mientras sigue empujando, haciéndome sentir el conocido espiral que se forma en mi vientre bajo, mis dedos se agarrotan al momento que mi clímax me aborda llevándome a esa sensación de relajación completa. Con dos acometidas más Edward se ha vaciado en mí.
― Mi amor ―mueve mi rostro cuando mis ojos se cierran― no te duermas, debemos ir a nuestra fiesta. Te ayudo a vestir.
Me remuevo dándole la espalda, en verdad mis párpados están pesados y me siento cansada.
Escucho que se levanta de la cama cuando llaman a la puerta, pero no abro mis ojos.
― Mierda… ―maldice por lo bajo― Isabella, vístete… Esme está allá afuera.
Doy media vuelta incorporándome sobre la cama sin importar estar desnuda. Veo que Edward ya está vestido de nuevo solo trae su camisa desabotonada sosteniendo mi ajuar de novia entre sus manos, me mira con gesto preocupado.
― ¿Qué ocurrió?
― Mamá está del otro lado de la puerta ―susurra cuando vuelven a llamar―. Debemos vestirnos y volver a la fiesta ―con sus dedos trata de ordenar mi cabello.
― Edward, sé que están ahí ―pronuncia mi suegra―. McCarty llegó a la recepción preguntando por ti, dijo que era importante. Quiso armar un escándalo.
Él sin pensar en mi desnudez abre la puerta. Esme se sonroja al verme en la cama solo cubierta por sábanas, me abochorno, mucho, que siento mis mejillas al punto más alto de calor.
― ¿Le han dejado entrar? ―gruñe Edward entre dientes abotonando su camisa.
― No. Jacob y Billy le han echado.
Edward viene conmigo y me deja un corto beso en mis labios volviendo a peinar mi cabello.
― Iré a ver qué sucede, amor. Te veo en la recepción, no tardes.
Aprieto la sábana a mi pecho.
― ¿Necesitas ayuda? ―ofrece Esme.
― No, gracias. Puedo hacerlo ―respondo sin mirarla. Es realmente vergonzoso estar así.
Exhalo cuando ella abandona la habitación.
No tardo ni veinte minutos en estar lista de nuevo y reunirme en la recepción, lo primero que hago es buscar a Edward. Él está en la segunda entrada que se conecta al estacionamiento, está conversando con Jake y el padre de éste.
― ¿Qué quería McCarty?
Edward rodea mi cintura y me deja un beso en mi sien.
― No sé, no pude hablar con él. Se había ido cuando llegué aquí.
― ¿Crees que tu…?
Niega, apegándome a su cuerpo.
― No te preocupes no dejaré que se acerque a ustedes.
― Edward, nosotros no estaremos un par de días, pero Esme y Pat. No quiero dejarlos.
― Te doy mi palabra que ellos estarán bien ―promete Billy. Él señor de aspecto cansado me sonríe.
― Oye ―dice Edward, su gran mano abarca mi cara, me hace mirarlo―. Kate no vino porque fue a denunciar a Carlisle. En estos momentos lo están buscando por todo el país, hay policías encubiertos cuidando este lugar, lo harán hasta que den con su paradero. No temas, cariño.
Me abrazo con fuerza a su cuerpo.
― Ven… bailemos ―me lleva de la mano a la pista donde nuestro pequeño grupo de invitados aplaude―. Es nuestra boda ―dice en mi oído― no dejemos que nada ni nadie opaque este día.
Nos balanceamos lento acorde a la melodía.
No me puedo relajar mi mente aunque deba confiar que todo está bien y que ese hombre no se acercará a nosotros. Tengo miedo.
― ¿Crees que sea buena idea irnos después de lanzar el ramo? ―pregunta Edward con ese tono de voz tan sensual.
― No. No lo haremos hasta que hayamos comido pastel.
Rio al verlo rodar los ojos.
En verdad sí quiero irme y olvidar que Carlisle anda suelto en cualquier lugar.
.
Rio al sentir la boca de Edward dejar besos húmedos en toda mi espalda, muy despacio uno de sus dedos perfila mi columna vertebral haciendo que mi piel se erice a su tacto.
Suspiro.
Estoy satisfecha y muy cansada después de hacer el amor la mayor parte de la noche.
― Ya despierta, mi amor.
Niego volviendo a enterrar mi rostro en la almohada.
Doy un respingo al sentir una débil palmada en mi trasero, levanto mi cabeza. La claridad del día me hace entrecerrar los ojos y frotar mi rostro.
― El desayuno está listo.
Edward pone sobre la cama una mesilla con cantidades generosas de fruta, huevos revueltos y panqueques.
― Gracias ―empiezo a degustar cada uno de los deliciosos alimentos sin importar atascar mi boca― mi apetito ha cambiado, estoy ingiriendo grandes cantidades de comida y no logro sentirme satisfecha.
Edward se aleja y por su rostro pálido me doy cuenta que tiene náuseas.
― No la estás pasando bien, ¿verdad?
Me regala una sonrisa antes de dirigirse al baño.
Sé lo que ocurrirá. De hecho cada mañana vuelca su estómago en el váter, las constantes náuseas y acidez lo mantienen alejado de la mayoría de la comida.
Preocupada me incorporo, pongo encima mi camisón y me encamino a la puerta del baño.
― ¿Edward…? ―con mis nudillos doy ligeros toques― ¿estás bien?
Al verlo salir me arrojo a sus brazos enterrando mi rostro en su pecho desnudo. Después de unos breves momentos lo ayudo a volver a la cama.
Cierra sus párpados sonriendo cuando trato de acunar su gran cuerpo en mis brazos.
― No te preocupes ―acaricia mi nariz con la punta de su índice― ya estoy bien. Después de vomitar me siento mejor. Además, es justo que yo sufra de algún síntoma mientras tú te encargas de gestar a nuestro hijo.
― ¿Cuándo esperabas por Pat también padeciste de síntomas?
― No. Fue Charlotte quien la pasó muy mal desde el principio ―se ovilla dejando su cabeza en mi regazo―. No quiero que estés estresada por mí, estamos aquí para disfrutar que nos hemos convertido en un matrimonio. Así que desayuna que iremos a recorrer la playa ―se pone de pie arrastrando de nuevo la mesilla a mí regazo.
Junto mis cejas.
― ¿Recorrer la playa? Ese plan no suena a ti.
Edward suelta una carcajada agradable que me hace sonreír.
― No más aventuras por el momento, no voy a exponerte estando embarazada. ¿De acuerdo?
Frunzo los labios ganándome un tierno beso.
― Te amo, y no soy un irresponsable para jugar con tu vida y la de mi hijo ―sujeta mi rostro entre sus manos― estos meses voy a cuidar de ustedes con toda mi alma ¿estamos?
Llevo mis brazos a su cuello apegandome a él.
Caminar a la orilla de la playa no es tan malo después de todo, la arena es blanca y ligera que no logra pegarse en la piel, es un buen punto para admirar el atardecer de Miami. Es mucho mejor que recorrer museos de arte contemporáneo.
― ¿Quieres volver?
Sacudo mi cabeza, negando.
― No. Estoy encantada de caminar por cinco horas bajo el sol.
Edward me detiene, acuna mi rostro removiendo mis gafas de sol y quitando también mi sombrero.
― ¿Qué ocurre? ¿estás enfadada?
― No quiero esto, Edward. Que empieces a tratarme como si fuese a romperme, no eres así. Necesito que vuelvas a ser tú, quiero al hombre tosco y sin delicadeza del que me enamoré.
Ríe.
― Estoy haciendo mi mejor esfuerzo por cuidarte.
― Yo me sé cuidar sola ―quizá mi voz suene a berrinche, pero es lo que quiero―. No es necesario dejar de divertirnos por estar embarazada, podemos subir a las motos de agua ―levanto mi palma para que me deje continuar― tu conduces y yo puedo ir contigo. También podemos hacer parapente ―encojo mis hombros― puedes esquiar en el agua mientras yo te echo porras, por favor, Edward. Te prometo que no me pasará nada.
― ¿Estás segura?
― Absolutamente.
Su dedo molesta mi nariz. Edward sabe que estoy enojada.
― Vamos ―entrelaza nuestros dedos llevándome con él, incluso su andar felino y rostro molesto a vuelto y yo puedo sonreír en paz porque sigue siendo mi Edward.
.
― Esa manía tuya de abrir la boca cuando estás emocionada, me excita.
Cierro mi boca de inmediato al escuchar lo descarado que es sin importar que haya más personas a nuestro alrededor. El hombre le da instrucciones y sin ocultar su sonrisa nos guía a pasar por el puente de madera hasta el yate.
― ¿Sabes pilotar barcos? ―quiero saber al pisar la lujosa embarcación, me asusto un poco cuando lo veo encoger sus hombros― ¿estás haciéndolo de forma ilegal?
Veo que el hombre nos despide y mi garganta se seca. ¿Iremos solos?
― ¿Por-por qué el hombre no viene? Es el capitán ¿no?
Voltea a mirarme, elevando una ceja.
― Dijiste que querías que fuera yo. Este soy yo.
― Edward… ―camino detrás de él― te puedes meter en problemas, es ilegal conducir sin un permiso de navegación.
Sonríe ampliamente, se está burlando de mí.
― ¿Tienes miedo?
― Te pueden llevar a la cárcel.
― Sé los límites del mar, no me alejaré ―con su brazo rodea mi cintura acercándome a él― pasaremos la tarde juntos ―susurra sobre mis labios― te haré el amor al aire libre. Te gustará, solo relájate porque nos espera una buena tarde.
Con temor veo que nos alejamos de las demás embarcaciones.
Aún con mis palpitaciones aceleradas me siento en el sofá de cuero blanco que está a un lado de Edward.
― Ven conmigo, cariño ―extiende su mano a mí, la tomo y me hace poner delante de él llevando mis manos al gran timón―. No tengas miedo ―muerde mi lóbulo haciéndome estremecer― no nos pasará nada ―sus manos van a mis caderas y yo tiemblo, ¡estoy pilotando esta cosa!―. Lo haces bien, nena.
Angustiada veo de reojo que se aleja asomándose desde la baranda de acero; está mirando el mar muy pensativo mientras yo me aferro con fuerza al timón con mi vista fija en la apacible oleada. Se vuelve a mí y suelta una gran carcajada que me hace fruncir las cejas.
― Isabella, ya puedes soltarlo. Lo puse en piloto automático, así que no es necesario que vayas soldada del timón como si tu vida dependiera de él.
― Eres un… ―me voy sobre él siendo detenida con facilidad por sus manos que envuelven mi cuerpo, besa mi sien y me señala el horizonte al posarse detrás mío.
El sol brilla como una gran explosión anaranjada extendiéndose sobre el agua.
― Te amo tanto ―dice volviendo a besar mi sien― estoy tan desesperado por ver tu estómago hincharse a causa de nuestro hijo. Me haces inmensamente feliz, Isabella ―sus manos están en mi vientre―. Quiero hablar de nuestro futuro.
Me hace volver a él; su rostro está ligeramente enrojecido a causa del sol, su barba y cabello también han tenido un ligero cambio de color opaco por la misma razón.
― Dejaré el consorcio.
― ¿Qué?
― No ahora, porque sería complicado. Pero lo haré en unos dos años, quizá.
― No entiendo, ¿por qué?
― Quiero que nuestra familia crezca lejos de la ruidosa ciudad, mi amor ―mira nuestras manos unidas y sonríe de esa forma hermosa que me contagia sonreír con él―. Les quiero enseñar a nuestros hijos a amar la naturaleza, y para ello estoy pensando comprar un rancho en Montana. ¿Te gustaría?
Mi boca se abre. Tomo una bocanada de aire y luego otra, estoy conmocionada con tanta información. ¿Hijos? ¿rancho?
― Si no te parece está bien. Tal vez podamos buscar juntos otro lugar, ¿dónde prefieres tú?
― Edward, tranquilo, me gusta Montana. Para mí es perfecto, solo que estoy asustada cuando dices nuestros hijos. Sé que quieres tres hijos, pero qué tan pronto estamos hablando. ¿Los quieres seguido?
― Sí. Tal vez algunos dos años de diferencia entre ellos. ¿Te gustaría más cercanos?
― ¿Dos años? No sé, quizá no podremos cuidar de uno y ya estamos pensando en sus hermanos ―me pongo de puntillas y acuno su rostro― porque mejor no dejamos que la vida siga su curso y cuando llegue el momento volvemos hablar del tema.
― ¿Te asusta hablar de Hijos?
― Sí. Tengo miedo de no poder cuidar de este bebé.
Edward sonríe a la vez que pone sus manos de nuevo en mi vientre.
― No estás sola, nena, confía en mí. Lo haremos juntos.
― Confío en ti.
Esta vez me abraza fuertemente.
― Edward, me prometiste que haríamos el amor en el yate, ¿cuánto falta para que eso ocurra?
Escucho sus hermosas carcajadas haciéndome reír.
Realmente confío en él.
¡Hola! Y bueno Bella prefiere que Edward sea como es. Espero que este capítulo sea de su agrado, les aviso que si logro subir tres capítulos la semana que viene, quiere decir que el próximo viernes es el final de esta historia. Pero no se preocupen porque nos quedarán un epílogo y un outtake pendientes después del final.
Me dejan sus opiniones, me gustaría leerles.
Les cuento que estoy preparando dos nuevas historias que vendrán inmediatamente después de esta: "Papá quiere huir" es genero family. "Peligrosamente, tú" es genero Drama. Detalles en mi grupo: Historias por Lau
*Nos leemos el lunes.
Disculpen que no pueda escribirle a cada una, estoy con muy poco tiempo para hacerlo.
A quienes comentaron todo mi agradecimiento especial: Patty, PaolaValencia, Adriu, ALBANIDIA, Jade HSos, Torrespera172, Flor Mcarty, Lily, Diannita Robles, Lore562, Dulce Carolina, Iza, solecitonublado, Adriana Molina, Jessy Amador, ClaryFlynn98, GLORIACULLEN, Antonella Masen, Ximena, Andrea, Pameva, Lizdayanna, EmilyChase, Vivi19, Gabs Frape, Lidia, cocoa blizzard, Lili Cullen-Swan, Yaly Quintero, Bell Cullen Hall, Vero Morales, mrs puff, Pancardo, Moni, Cinthyavillalobo, stefacullen, Pepita GY, Isis Janet, Ana, jenni317, rociolujan y comentarios Guest.
¡Gracias totales por leer!
