La pareja justo ahora se tomaba de la mano. Listos para saltar a través del portal. Emocionados y felices de ir de nuevo aquel maravilloso Mundo de color extravagantes y armoniosos. La familia Tsukumo les miraba atentos. Felices, despidiéndose de los jóvenes.

-¡Yuma! ¡Más te vale regresar a tiempo!-Grito Akari mientras agitaba su mano a manera de despedida.

-¡Suerte cariño!-Menciono aquella Bella Dama. Mientras su esposo no dudaba en gritar su icónica frase.

-¡Kattobingu! ¡Yuma!

Haru simplemente hizo un pequeño ademán en despedida, mientras feliz observaba como es que su nieto tenia en uno de sus brazos aquella manta que tan fervilmente hizo para aquel próximamente bello niño. La pareja entonces, volteando apenas un poco fue que se despidieron.

-¡Sí! ¡Nos veremos pronto!-Menciono Yuma, mientras Astral, al igual que Haru, hizo un pequeño ademan para despedirse. Y tomando al menor en sus brazos. Fue que ambos cruzaron aquel portal. El cual de inmediato se cerro a sus espaldas.

-.-.-.-

Una nueva gama de colores volvía a recibirlos. Una que ambos amaban. Estelas de luz iban de aquí ahí. En una perfecta danza del universo, mientras estrellas eran visibles a lo lejos, la energía les envolvía. Abrazándoles, dándoles la bienvenida. Yuma rio levemente mientras afirmaba su abrazo al cuello de su amado, feliz de sentirse menos agobiado. Astral por otro lado, dirigía aquel viaje que duraría poco más de algunos minutos. Sonriente y alegre por volver a sus propias raíces.

Ambos en este momento dejaban su mente vagar, mientras en silencio disfrutaban del universo mismo. Ese baile de constelaciones y galaxias, realmente era único. La pareja entonces disfruto de aquel espectáculo. A su forma y a su manera. Recordándose mutuamente lo que vendría una vez llegaran a su destino.

Astral estaba seguro de que Ena y Elifas le reclamarían por esa breve ausencia, y casi percibiéndolos fue que suspiro. Esperaba que al menos le dejaran estar en paz una vez que terminara con todo aquello que dejo pendiente. Mientras Yuma solo recordaba pocos de sus deberes. Pesándole un poco ya que tendría que mantenerse lejos de su amado, hasta que terminara con todo lo que dejo. Ambos entonces se miraron casi al mismo tiempo. Y como si fuese coincidencia. La pareja rio por aquello.

Era cierto. Aún había tantas cosas por hacer y manejar. Pero primero. Antes que nada. Debían revisar el estado del embarazo de Yuma. Su bebé debía estar en óptimas condiciones. Y con ese pensamiento en mente, fue que se dejaron llevar por aquel túnel que conectaba al Mundo Astral. Preparándose para saltar a través de la puerta, una vez alcanzada a percibir.

-¿Listo?-Cuestiono Astral a su amado. El cual asintió con alegría y determinación.

-¡Sí! ¡Hagamos esto Astral! ¡Kattobingu!

Astral sonrió. Y aceptando aquella determinación fue que salto por aquel portal. El Mundo Astral volvía a recibirlos una vez más.

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En la Tierra. Un pelinaranja yacía en su departamento. Acostado en el suelo de la sala y mirando a la nada. Cartas estaban tiradas a su alrededor. Así como diversas bolsas de frituras vacías. El tic tac del reloj se escuchaba a lo lejos. Y eso le molesto. Pues parecía que se burlaba de él.

¿Por qué un bello e inteligente joven estaba en su departamento un viernes por la tarde? Se preguntaran. Bueno. Eso era sencillo. Su trabajo actual había sido detenido. Y la tediosa escuela ya había terminado por ahora. Incluso había hecho sus estúpidas tareas para pasar el rato. Y aún así, parecía que nada le satisfacía. ¿Por qué? Hasta de hecho hizo todo un Buffet para él solo. Sin embargo una vez que se vio solo en aquella cocina. Una espantosa soledad le invadió. Así que tapando aquella comida fue que mejor saco frituras y sus cartas. De esa manera al menos podía no pensar en ello. Pero para su mala suerte el tiempo paso y nada de lo que llegaba a hacer parecía acabar con ese aburrimiento.

No quería admitirlo. Pero era demasiado aburrido no estar al pendiente de la pareja. Esos dos siempre le ponían su mundo de cabeza. Y eso... Le agradaba. Le agradaba sentirse necesitado, visto, y hasta retado. Estar con Yuma y Astral era como introducirse a un mundo nuevo. Uno ajeno al suyo. Monótono y aburrido. Incluso pudo conocer mejor a su compañero. Ese lindo chico de cabello rosa y mirada soñadora.

Michael era todo un enigma para él. Y sin duda era uno de sus favoritos. Podía tratar de descifrarlo y aún así no había suerte. Parecía más una caja de Pandora. Solo te mostrara sus secretos si te atreves a tocarla. Acercarte y aventurarte a un destino incierto.

Sonrió ladinamente ante la comparación. Si. La mejor comparación de todas. Procedió entonces a levantarse del suelo. Quitando una que otra borona de comida en su ropa y camino de nuevo a la cocina. Recordando. Hace apenas un par de días que él y Michael habían ido a cenar. Maravillosa noche vivieron ambos, aunque fue interrumpida por una familia bastante... Extraña. Pues aún recuerda como III le tomo de la mano para salir corriendo del lugar. Alcanzando a escuchar explosiones que parecían ir en su dirección.

Suspiró. Sin notarse la manera en que lo había hecho. Soñador. Esa fue una noche que no olvidaría con facilidad. Hubo de todo. Su pelirosa, comida, un buen ambiente, escapatorias, explosiones, y un montón de heridos. Sí. Sin duda una cita perfecta. Bueno cita no creía, pero algo parecido sí. Podría volver a repetirlo si se lo pidieran.

Pedir... Miro entonces la mesa llena de comida. Tapada debidamente para que no se enfriara. Y sacando su comunicador, marco al primer número en su lista. Un beep. Tras otro sonaron. Hasta que una bella voz contesto.

-Hola, habla Michael Arclight. ¿En que puedo ayudarle?-Vector se sintió en el cielo.

-Hola, Hola. ¿Hablo acaso con el mejor chico del Mundo?-Cuestiono, divertido.

-¿Vector?

-El mismo Cariño no lo olvides.

-¡Vector que alegría escucharte! ¿Cómo has estado? ¿Todo bien? ¿Necesitas algo?-Pregunto ligeramente sorprendido. A lo que el mencionado sonrió.

-Bueno...-Miro la mesa llena de comida. Y pasando saliva fue que se armo de valor- ¿Estas ocupado?

-...-III tardo un minuto en contestar, mientras ruidos extraños se escucharon a través del comunicador. Un martillo, tornillos cayendo, metal siendo golpeado. Un gato quejándose, y después un montón de autos, para dejar venir el silencio. Vector estaba a punto de preguntar si todo estaba bien, más fue detenido por la dulce voz del pelirosa- ¡No, para nada! ¿Por qué?

-...-Vector dudo. Más después de negar con su cabeza fue que hizo su propuesta- Bueno. Es que hice un montón de comida aquí... Así que me preguntaba sí...-

Estaba a punto de preguntar hasta que un ring proveniente de la puerta se escucho. Malhumorado con el comunicador en mano fue a abrir. Grande fue su sorpresa al ver a su visitante.

-¿Entonces dijiste que hiciste mucha comida?-Cuestiono un agitado pero feliz pelirosa en la puerta. Vector solo asintió. Y dándole el paso a su invitado fue que cerro de nuevo aquella puerta.

-¿Cómo...?-Estaba por cuestionar la menor, hasta que el otro haciendo un ademan para minimizar el asunto respondió.

-Estaba cerca. Así que decidí venir. Espero no te incomode...

-Para nada... Solo... Fue rápido. Muy rápido...

-¿De verdad? Jajaja supongo que me emocione... -Respondió el pelirosa con una sonrisa un poco apenada.

-Ajá... En fin. ¿Quieres probar las delicias que puedo hacer?-Cuestiono el pelinaranja, acercándose a él. III solo se sonrojo. Mala elección de palabras.

-¿Qué?

-La comida. La comida que prepare. Solo yo puedo hacer algo tan delicioso como eso. ¿Vamos?-Menciono, mostrándole ahora el camino a la cocina.

III solo asintió. Apenado. ¿Por qué fue que malpensó esas palabras? Ellos eran Amigos. A-M-I-G-O-S. Nada más. Y eso era todo. Agito su cabeza borrando esos pensamientos. Y comenzando a seguir al mayor, fue que comenzaron con aquella extraña cita. Bueno reunión de amigos.

Que su padre descubriera como reparar la ventana y puerta de su habitación. Porqué él, ya estaba fuera. Junto a su compañero y amigo. Vector.

-.-.-.-

Astral y Yuma veían ahora el Mundo Astral. El cual parecía recibirles con su gama de matices azules, blancos y morados. El menor entonces con una sonrisa pidió bajar de los brazos de su amado, el cual de inmediato aceptó.

Aquel prado azul. Ahora pasaba a ser de un verde brillante. Llegando quizá a imitar el color de la esmeralda. Yuma se emociono ante este hecho, mientras Astral sonreía tranquilo. Pues su mundo seguía en pie. Tal y como lo dejo. La pareja después de disfrutar aquella linda vista, fue que comenzaron a caminar en dirección a lo que se supone era el Palacio. Deteniéndose de vez en vez para que Yuma pudiese divertirse tocando todo lo que llamaba su atención. Volviéndolo de bellos colores ajenos al azul.

Un camino de colores fue lo que se comenzó a ver. Y eso fue señal suficiente para hacerle saber a Elifas y a Ena, que ya estaban ahí. Los cuales no tardaron en presentarse ante sus monarcas.

-Sus Majestades-Llamo con suavidad aquella linda Dama. De piel color azul y brillantes ojos blancos. Saliendo de un portal seguida de Elifas.

La pareja miro en su dirección y saludándole le hicieron saber su regreso.

-Hola Ena, Elifas. Es un gusto volver a verlos...-Saludo Astral de manera cortés. Apenas dando una leve reverencia. Los mencionados sonrieron al ver aquello.

-El placer es nuestro su Majestad. Veo que todo a salido muy bien en su viaje-Menciono Elifas acercándose junto a Ena a los jóvenes, los cuales les sonreían con una ligera incomodidad. Pues aún recordaban cierto episodio de sus vidas.

-Por supuesto. Fue una experiencia gratificante y enriquecedora-Dijo el menor tomando de la mano a su amado. El cual le miro de soslayo, feliz.

-Nos alegra que todo terminara bien para ustedes sus Majestades. Pero me temo que debemos apurar nuestro encuentro... Sucedieron bastantes cosas en su ausencia. Estaría bien si nos ponemos al día-Informo Ena mientras volvía a abrir un portal a sus espaldas. El cual mostraba la entrada del Palacio.

-Por supuesto-Respondió Astral. Mientras chasqueaba sus dedos. Volviendo a su verdadera apariencia y cuerpo. A la vez que el menor volvía a portar aquellas ropas a juego con su prometido. Junto a un par de pequeños tacones blancos.

Elifas y Ena al verlos, fue que sonrieron con felicidad. Pues ahora se sentía la verdadera llegada de sus monarcas a poner en orden el lugar. Y dando una reverencia fue que dejaron el paso libre a sus Majestades. Los cuales una vez que terminaron de verse y prepararse así mismos. Fue que tomándose de la mano, se acercaron al portal. Cruzándolo. Siendo seguidos de sus dos encargados.

-.-.-.-

Los Mundos varían de un tono a otro. Por ejemplo. El Mundo Astral es en su mayoría de tonos azules y blancos. Seguidamente de tonos lavandas. Estrellas adornan el mismo como si fuese un bello joyero. Mientras el planeta Tierra sus colores son infinitos y llenos de variedades de formas y figuras. Es en su mayoría habitado por muchas criaturas que viven en constante armonía y paz. Cada uno ayudando a su respectiva cadena y orden en su vida. Siendo la especie humana la más predominante. Y por último pero no menos importante, esta el Mundo Varian. Rodeado de gamas de colores cálidos y oscuros. Un Mundo acogedor desde la perspectiva de los más valientes y aventurados. Su sol siendo un verdadero gobernante en su gente, pues este calaba fuertemente en sus vidas y rutinas. Dotándolos de energía y esperanza.

En este último mundo es en donde nos ubicaremos. El Mundo Varian regido por la monarquía, y la palabra absolutista del Rey. El cual era amable y bondadoso. Mostrándose siempre con una sonrisa. Su pueblo siempre le recibía con los brazos abiertos, dispuestos a seguirlo hasta donde fuere. Y a donde quisiera ir.

Era un mundo pacífico y lleno de gente bondadosa. Su historia era solo la muestra de cuanto sufrieron para llegar a ello. Así que, ciudad tras ciudad. Pueblo tras pueblo. Siempre procuraban la paz. La tranquilidad. Y la armonía. Si alguna vez surgía algún conflicto, este era canalizado al Palacio. Donde el Rey mora. Aún si este es muy pequeño. Este era presentado y era resulto con ayuda del Rey.

Su calendario es ajustado. Pues este regía por el sol. Contrario al Mundo Astral, en donde se rigen por un calendario lunar. Las celebraciones se comenzaban a hacer notar. Y la felicidad de la gente iba en aumento. Lo cual lo volvía el momento perfecto para lo planeado.

Así que dentro de una bella oficina. Adornada con los más exquisitos materiales preciosos de metal rojo, azul y oscuro. En aquella pequeña recepción con un par de sofás de cuero y una mesa de centro hecha de cristal negro. Fue firmada el pergamino más importante en la historia del Mundo Varian. Una que lo llevaría a recorrer el camino más turbulento y hermoso de todos. Una que colocaba una bella sonrisa en el soberano absoluto del Mundo Varian. Ryoga.

Su hermana menor acompañándolo con una sonrisa, mientras aquel Escrivá guardaba con esmero y cuidado casi infinito aquel tratado.

-Eso sería lo que se necesita su Majestad. Me asegurare de ir yo mismo a entregar esta petición al Mundo Vecino-Aviso aquel Escrivá. Su piel color rojiza, como su cabello corto, y ropa de colores cálidos. A la vez que procedía a pararse de aquel cómodo sillón.

-Sí. Te lo encargo mucho Aziel. El Mundo Varian depende de ti y de ese tratado-Respondió con esperanza aquel joven Rey. A la vez que imitaba a su Escrivá.

-Entiendo. Yo Aziel. Iré hasta el Mundo Astral para asegurarme de que nuestro Mundo consiga la paz y la tranquilidad con su vecino después de millones de años...-Dio una reverencia antes de salir por aquella puerta-Me despido de su Majestad. Prometiendo regresar con una respuesta. Hasta entonces, Ryoga-sama...

Aquel Rey vio con satisfacción como aquel hombre salía del lugar. Dejándolo ahora solo junto a su bella hermana menor.

-¿Estas bien hermano? Te noto algo callado-Menciono aquella joven. Acercándose al mencionado.

Ryoga camino hasta uno de los ventanales de su oficina, y mirando al exterior, fue que contesto, tranquilo y feliz.

-Lo estoy... Es solo que... Me preocupa que no acepten nuestro tratado de paz. Astral a veces suele ser un hueso duro de roer...

Rio le observo con leve sorpresa. Más acercándose a su hermano fue que posando una de sus manos en el hombro ajeno, contesto de manera divertida.

-Ya veo. Así que te da miedo Astral... ¿Quién lo diría?- Ryoga la miro escéptico a la vez que sonreía de manera orgullosa. Contestándole en el mismo tono burlesco, hablo.

-¿No será acaso que eres tú quién les tiene miedo? ¿Recuerdas el duro golpe de parte de ellos en la batalla anterior? ¿Tanto de dolió?

La fémina atino a sonrojarse, y tratando de golpear a su hermano fue que reclamo.

-¡Mira quién lo dice! ¡Cállate de una vez Ryoga! Si no fuese por mí, no hubieses mandado aquella carta. No digas tonterías...

-Ajá... Claro. Y yo estoy saliendo con Vector...

Río se imagino aquella escena. Y negando con su cabeza horrorizada fue que comenzó a dirigirse a la puerta. Ofendida.

-Di lo que quieras tonto hermano. Sabes que tengo razón...-Y abriendo aquella puerta fue que dirigió su mirada una vez más a su hermano. Quien le veía altanero y burlesco- Les llamaré de una vez. No quiero otra estupidez de su parte...

-¿Estupidez? Que yo recuerde dijiste que irías conmigo hasta donde fuera... Y la batalla anterior no fue la excepción...

-¡Ryoga!

-¿Qué?

Aquella bella mujer entonces cerro la puerta dando un duro golpe a la madera. Dejando atrás a un divertido Rey. Quien se dirigía de nuevo a vencer a su peor enemigo. El papeleo.

-Mmm... Astral. Espero estés de acuerdo en esto. Amigo mío...-Susurro al ver aquella pila de papeles frente a él- Por ahora será mejor que avance... O Rio vendrá a matarme...

-.-.-.-

Sus presentimientos eran ciertos. Astral miraba de mala manera aquella pila de documentos, mientras Ema y Elifas le explicaban a detalle lo que sucedió hace tan solo esos tres días de retraso. Yuma estando a su lado fue que intento consolarle, mencionándole que iba a ayudarle lo más que pudiera. Él solo asentía con resignación.

Cuando llegaron al Palacio, fueron recibidos con alegría por sus sirvientes y súbditos. Mientras Ena y Elifas iban apenas dando las buenas nuevas que sucedieron en todo el mes que su presencia estuvo ausente. Más una vez que llegaron a su oficina, fue que el infierno comenzó. Pues ambos jóvenes observaron pilas y pilas de papeles por todos lados. Y aun asistente tratando de acomodar de mejor manera aquel desastre.

Yuma miraba de vez en vez a su amado y otra a su papeleo. Sacando un pequeño pañuelo se limpio una lágrima solitaria que rodo por su mejilla. Su pobre prometido no vería la luz del día hasta pasada bien una semana. Aquello era tan triste. Ena por otro lado comenzaba a relatar sus deberes pendientes.

-Mi Señor. Para comenzar con todo esto, recomiendo supervisar aquellas peticiones del rincón que fueron enviadas a lo largo de estos tres días. Recuerde firmar, sellar, aceptar o rechazar cada una con su motivo presente. Así también, sugiero que seguido de ello, tenga un par de reuniones con el secretario de economía, pues se debe revisar el presupuesto ya validado y el de los siguientes meses consecutivos a el. Los papeles de la izquierda y parte de su escritorio son informes de las ciudades y pueblos lejanos cercanos a la frontera acerca del nuevo programa implementado. Recuerde mandar una carta a cada uno de los encargados así como sus respectivos agradecimientos...- Astral solo asentía con cansancio. Y entonces fue turno de Elifas el hablar.

-Sus Majestades... Quiero recordarles que habrán un par de eventos públicos a los cuales deberán asistir. Dar un discurso de apertura y proceder con el protocolo necesario para que todo marche a la perfección. Así también, requiero que su Majestad, Astral comience a investigar las extrañas anomalías de energía que han aparecido más constantemente en el Mundo Astral...

-Entiendo... Lo haré-Menciono Astral agobiado. Mientras Yuma con una sonrisa trataba de darle ánimos-Gracias a Ambos por tan arduo esfuerzo. Se les asignaran días de descanso para que puedan aprovechar al máximo su tiempo...

-Gracias su Majestad. Sin embargo me complace ayudar en cuanto me sea posible. Y el que sea una orden directa de usted solo me hace más feliz el venir a cuidar el Mundo Astral en su ausencia-Dijo Ena dando una profunda reverencia al par de monarcas frente a ella.

-Gracias a ti Ena-san. Elifas-san. Les agradecemos de verdad todo lo que han hecho hasta ahora...-Hablo Yuma. Sonriéndoles con alegría.

Los mencionados solo dieron una nueva reverencia, antes de dejar solos con aquel asistente a sus Majestades. Los cuales suspiraron con alivio una vez aquellos Guardianes abandonaron el lugar.

-En resumen... Demasiado trabajo...-Menciono Astral con ligera burla. Mientras abrazaba a su amado por la cintura. En una pose un poco incomoda, pues él estaba sentado frente a su escritorio.

-Eso me temo cariño. Eso me temo-Correspondió Yuma, dando ligeras palmaditas en la espalda de su agobiado prometido.

-...Debo admitir que no quiero hacer nada el día de hoy...-Menciono el mayor claramente cansado.

-En ese caso...-Hablo un divertido Ryo, entre papeles y documentos. Atrayendo la atención de sus Señores- ¿Me permiten saber cuanto tiempo ya tiene su Majestad Yuma?

Y esa fue la pregunta más bella que ambos jóvenes llegarían a escuchar. Pues una radiante esperanza ahora se mostraba en sus ojos. Y el mayor tomando en brazos a su amado, dirigiéndose a grandes zancadas a la salida fue que miro por última vez a su asistente. El cual le sonreía con triunfo.

-Gracias Ryo. Te devolveré el favor...

-Para nada mi Señor. Solo bastará el que me asigne como tutor Real del heredero o la heredera...

-...Ya veremos. Ya veremos. Gracias de nuevo Ryo. Asegúrate de acomodar estos papeles. Regresare pronto...-Y con aquellas palabras salió del lugar. Dejando a un Ryo con lágrimas de frustración.

-Casi... ¿Cuándo cumpliré mi sueño de ser tutor? ¿Habré estudiado en vano mamá? Ay no lo sé...-Y resignado volvió a sumergirse entre pilas y pilas de papeles.

Yuma por otro lado. Solo sonreía ante la imagen que le ofrecía su prometido. Una de un padre preocupado y otra de un Rey irresponsable. Pocas veces lo veía. Y cada vez que pasaba. Lo adoraba. Así era su verdadero Astral. Un lindo joven como él.

De esta manera la pareja se dirigió a sus aposentos. Listos para llamar a Ana. Listos para saber más sobre su bebé. Ajenos a su próxima aventura tocando a su puerta.

Bueno. Aun hay muchos asuntos por resolver, ¿No?