Ava siempre pasaba las vacaciones de verano en la casa que su familia tenía en la playa.

Por un lado era lindo. A ella le gustaba la playa y el cambio de aire le servía para despejarse y relajarse. Pero, por otro lado, extrañaba a sus amigos.

A las dos semanas de estar en la playa sucedió todo lo relacionado a George Floyd y el movimiento BML. A ella le habría gustado estar en Starling con sus amigos, pero no pudo estar. Así que se tuvo que conformar con mandarles mensajes y seguir las noticias por las redes sociales.

Se sintió orgullosa de sus amigos por luchar por lo que creían y expresarse libremente. Sintió empatía y dolor por toda la discrimación con la que siempre tenían que lidiar algunas de sus amigas y amigos por ser personas de color. Y dolor por todas las personas negras y de color en general, porque nadie se merecía ser tratado como menos por su color de piel. Le dolían las injusticias.

Y por Sara… Ava sintió admiración al ver el vídeo que se había vuelto viral de ella. Le gustaría que más personas fueran como ella; porque si así lo fuera, el mundo sería un lugar más justo.

Por eso, se preparó para el día del Orgullo. Este era el primer año que Ava iba a vivir ese día habiendo dado a conocer su sexualidad a su familia y amigos. Por lo tanto quería estar presente ese día, quería poder vivirlo en libertad.

— Ash, ¿vas a ir a Starling para el día del orgullo? — Pidió ella saber a su hermana.

— Si, por supuesto. — Afirmó ella.

— ¿Puedo ir con vos? — Preguntó ella.

— Claro que puedes venir, no necesitas ni preguntarlo. — Respondió Ashley.

— Pero, ¿y papá? ¿nos va a dejar ir? — Cuestionó ella, sintiéndose dudosa al respecto.

— No importa si nos deja o no ir, ya somos grandes como para decidirlo por nosotras mismas. — Dijo Ahsely con convicción.

Así que el día del Orgullo se subió con Ashley a la camioneta y fueron a Starling a pasar el día. En la marcha Ava se separó de su hermana, para que cada una pudiera disfrutar ese momento con sus amigos. Ava se encontró con Gary, Mona y Nora. Astra, Konane, Kuasa y Lily estaban fuera de la ciudad, de vacaciones.

Ava se sacó una foto con sus amigos y un arcoiris inflable gigante de fondo, y la subió a su instagram.

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Al rato de estar en la marcha se encontró con Sara. Ella estaba marchando con Charlie, Jennifer, Nico y Zari. Estaban encolumnadas con un grupo de mujeres trans negras.

— ¡Ava! — La llamó Charlie al reconocerla.

Ava fue hacia ellas y saludó a todas con un beso. Hablaron un rato y luego continuaron marchando juntas.

— ¿Cómo van tus vacaciones? — Le preguntó Sara.

— Bien, un poco cansada ya de la playa, pero bien. — Respondió ella con sinceridad.

— Aprovecha, que después seguro extrañas la playa cuando estás acá. — Dijo Sara, algo divertida.

— Puede ser. — Aceptó ella, con una pequeña sonrisa. — ¿Tus vacaciones qué tal? — Preguntó.

— Nada muy interesante, trabajando. — Contestó Sara.

— ¿Y la idea de ir a Nueva York? — Preguntó ella, con curiosidad.

— No sentía que valía la pena ir cuando mis amigos están fuera de la ciudad por las vacaciones. — Respondió Sara. — Es lindo que hayas venido a la marcha. — Apreció, cambiando el tema de conversación.

— Si, es la primera vez que lo hago. — Le dejó saber ella. — Y la verdad se siente bien. — Admitió.

Ambas compartieron una sonrisa. De pronto, Sara se acercó a ella, como si quisiera decirle algo importante, algo para que solo ella pudiera escuchar. Pero, el momento fue interrumpido…

— ¡Sara! — Gritó una chica, haciéndose paso hacia ellas.

— Hola Alex. — La saludó Sara.

Ava miró a las dos chicas saludarse con un abrazo y eso le generó cierta incomodidad, porque el abrazo pareció ser muy íntimo para su gusto. Se sintió rara ante sus emociones, así que prefirió ignorarlas por el momento.

— Ava, ella es Alex, es una de mis compañeras de trabajo. — La presentó Sara, señalando a la chica. — Y ella es Ava, una amiga del colegio. — La presentó a ella.

— Un gusto. — Dijo Alex, ofreciendo su mano a modo de saludo.

— Igualmente. — Dijo ella, estrechando su mano.

— ¿Cómo están las cosas con Maggie? — Preguntó Sara a Alex.

— Mal, cortamos. — Respondió Alex.

— Lo siento, sé que eso no es lo que querías. — Dijo Sara.

— Si, pero no puedo estar con alguien que no quiere lo mismo que yo. — Argumentó Alex tristemente. — ¿Te veo mañana? ¿Vamos a cenar con las chicas? — Pidió saber, dejando a un lado lo que la tenía triste.

— Si, claro. — Afirmó Sara.

— Bien, te dejo entonces, que si no las chicas de mi grupo me dejan atrás. — Dijo Alex, señalando hacia donde estaban las chicas con las que había estado marchando originalmente.

— Chau. — Se despidió Sara.

Ava sintió que estaba de más presenciando esa conversación, por eso intentó hacerse la que no prestaba atención a lo que estaban diciendo. Por suerte Alex no se quedó mucho, sino que volvió con las chicas que originalmente estaba marchando. Aunque el hecho de que al otro día iba a cenar con Sara le dio algo de… ¿celos? No sabía si definirlo de esa manera, pero todo lo que pudo pensar fue que le gustaría ser ella quien iba a ir a cenar con Sara.

La marcha continuó, y por momentos se sintió como una fiesta. El baile, los cantos, los reclamos, el arte. Ava nunca se sintió tan libre y cómoda en su vida como en ese día, en esa marcha… rodeada de personas que la hacían válida y a salvo.

Al otro día, Ava se encontró pensando en Sara y revisando su instagram. A la noche miró las historias que la otra subió. Sara había ido a cenar con Alex y otras chicas que podía reconocerlas como otras camareras de Danver's Dinner. En su historia subió un par de fotos y luego unos videos de ellas jugando hockey sobre patines.

Eso en cierta forma la hizo activar, ella también quería compartir momentos divertidos con Sara en sus vacaciones.

— Mamá, ¿puedo invitar a algunas amigas a que vengan a pasar un par de días? — Pidió saber ella a su madre.

— Claro que podés, mientras no coincida con las invitaciones de tus hermanas para que no sea una multitud. — Respondió Pam.

— Gracias. — Agradeció ella alegremente.

Ava invitó a Charlie, Mona, Sara y Zari a pasar el fin de semana a su casa de playa. Invitó a ellas porque eran las que todavía seguían en Starling, las demás estaban fuera de la ciudad.

Llegaron el viernes a la noche y fueron a bailar. El sábado se despertaron para almorzar y luego fueron a pasar toda la tarde a la playa. Lo primero que hicieron fue acomodar los pareos para poder tomar sol tranquilas.

La única que no se quedó en bikini fue Sara y eso le hizo recordar el tema de sus cicatrices. ¿Se sentiría incómoda o insegura por ellas? A Ava le gustaría poder hablarle del tema, pero no sabía si Sara iba a querer hacerlo. Además ese momento tal vez no era el más apropiado. Algo para apreciar de su grupo de amigas era que todas respetaban la elección de Sara de quedarse con su ropa puesta.

De pronto, Amy apareció con su tabla de surf y les hizo sombra para llamar su atención.

— Amy nos estás tapando el sol. — Se quejó ella. — ¿Qué quieres? —Le preguntó.

— ¿Me enseñas a surfear por favor? — Pidió Amy a Sara, ignorando a su hermana.

— Claro, siempre y cuando estés lista para el desafío. — Respondió Sara.

— Estoy lista. — Afirmó Amy.

Sara se levantó, dispuesta a ir al mar con Amy para enseñarle a surfear. Pero Amy se quedó congelada en su lugar, llamando sin querer la atención de todas.

— ¿No quieres que vayamos? — Preguntó Sara confundida.

— Si, pero no creo que sea cómodo que vengas con ropa. — Contestó Amy, observando a la otra con curiosidad.

— Sara, no es necesario que… — Comenzó a decir ella, al notar la incomodidad de la otra.

— Amy tiene razón. — La interrumpió Sara.

Sara se quitó su short y su remera, quedando así en su biquini color rojo. Ava intentó no prestarle atención para no darle una idea errónea, para que no pensara que lo que le llamaba la atención eran sus cicatrices, pero no pudo evitarlo. Sara era hermosa. A Ava le encantaban sus músculos marcados y sus pecas.

Amy y Sara se fueron al mar. Ava se quedó con Charlie, Mona y Zari escuchando música y tomando sol. Después de un rato ellas también fueron al mar a nadar un poco y refrescarse. Luego, regresaron al sol para secarse.

Sara recién regresó al atardecer. Estaba de muy buen humor, como si se hubiera divertido mucho.

— ¿Y Amy? — Preguntó ella con curiosidad, queriendo saber dónde estaba su hermana.

— Se fue a cambiar, quería acompañar a tu mamá al supermercado. — Respondió Sara.

Charlie, Mona y Zari se pusieron a jugar al tejo. Ava se quedó haciendo compañía a Sara, para que la otra terminara de secarse.

En un momento, sin darse cuenta, se encontró examinando sus cicatrices. Eran muchas, de diferentes tamaños y daban la sensación de que habían sido dolorosas. Ava se sintió orgullosa de la otra chica en ese momento. Sintió alegría de que haya sobrevivido y sintió admiración de que a pesar de sus inseguridades se haya animado a quedarse en bikini y se haya dado la oportunidad de divertirse.

— Son horribles, lo sé. — Comentó Sara, interrumpiendo sus pensamientos.

Ava miró a la otra chica darse vuelta para quedar boca abajo y se sintió mal por haberla hecho creer eso. Ella no había estado mirando sus cicatrices para hacerla sentir mal. Las había estado mirando porque la quería y quería que estuviera bien.

— Yo creo que son hermosas. — Dijo ella con sinceridad. — Tal vez para vos sean tristes y dolorosas por los recuerdos que te traen, pero para mí son una prueba de lo fuerte que eres y lo mucho que sobreviviste. — Expresó su opinión.

— ¿En verdad crees eso? — Preguntó Sara, mirándola con una intensidad especial.

— Si. — Afirmó ella.

Se quedaron un rato en silencio, mirando el mar. De pronto, se le ocurrió una idea. Sara era una artista y veía el mundo de esa manera. Tal vez simplemente tenía que recordarle que cada herida y corazón roto se podía convertir en arte.

— ¿Tenés un marcador? — Le preguntó ella a Sara, aunque estaba segura que sí porque la otra siempre tenía algo con qué dibujar con ella.

— ¿Para qué? — Pidió saber Sara, con curiosidad.

— Para una idea que tengo. — Respondió ella.

Sara agarró su mochila y de ella sacó un marcador negro. Ava agarró el marcador, se sentó al lado de Sara y comenzó a dibujarle la espalda.

— ¿Qué estás haciendo? — Preguntó Sara sorprendida.

— Arte. — Contestó ella deteniéndose. — ¿Confías en mí? — Agregó, para dejarla elegir.

— Si. — Asintió Sara.

Sara se relajó y Ava comenzó a dibujarle la espalda. Lo único que Ava sentía que dibujaba bien eran estrellas, así que le dibujó estrellas. En cada cicatriz de la espalda de Sara dibujó estrellas. Disfrutó de que la otra chica confiara en ella e intentó hacer lo mejor que pudo. Quería darle un poco de paz, y esperaba poder hacerlo con ese pequeño gesto.

— Listo. — Dijo ella, una vez que se sintió satisfecha con su trabajo.

— Quiero ver. — Dijo Sara, intentando ver su espalda pero sin poder lograrlo.

— Tengo una idea. — Le dejo saber Ava. — Sentate derecha. — Indicó.

Ava agarró el celular de Sara. Ava abrió la cámara y le sacó una foto, donde se veía la cabeza y la espalda de Sara con el mar de fondo. Luego le pasó el celular para que pudiera ver la foto.

— Sé que no soy buena dibujando, no como vos… — Comenzó a decir ella. Sara se había quedado callada y eso la ponía nerviosa. Tenía miedo de haberse equivocado y haberla hecho sentir más incómoda con su idea.

— Es perfecto. — La interrumpió Sara. — Hace tiempo que no sentía que podía ser linda, gracias. — Agradeció con sinceridad, sintiéndose algo emocionada.

Se miraron y compartieron una sonrisa sincera. Ava sintió algo inesperado en ese momento, sintió ganas de besarla.