Capítulo 42: Hogsmeade sitiado

Era una mañana hermosa en Hogsmeade. Las calles estaban ajetreadas con los alumnos que iban y venían, aprovechando el último fin de semana de visita para comprar provisiones y regalos, o bien para disfrutar de una deliciosa cerveza de manteca en las Tres Escobas.

Albus y Scorpius habían entrado al local de quidditch para chequear los nuevos artículos que había lanzado la compañía Nimbus como parte de la edición especial para promocionar su nueva escoba Relámpago. Lysander había aprovechado el momento para escabullirse hacia la Papelera para reponer su stock de papel de dibujo.

Hedda aguardaba afuera con Elektra y Rose, deleitándose en los rayos de sol que se filtraban por las nubes, señal de que la primavera había llegado para quedarse. El calor de la luz repiqueteaba sobre su pálida piel, alejando las sombras que turbaban su mente. Rose y Eli conversaban a su lado, pero Hedda era incapaz de prestarles atención. Se sentía inquieta, algo dentro de ella revolviéndose nerviosamente.

Una mano se cerró alrededor de su muñeca con firmeza, sobresaltándola. Instintivamente tironeó del agarre mientras su otra mano se deslizaba prontamente hacia su varita. Soltó el aliento aliviada al comprobar que se trataba simplemente de Lancelot. El alivio rápidamente dio paso a la sorpresa.

—Pensé que te quedarías en Hogwarts estudiando —confesó Hedda, una sonrisa débil curvándole los labios violáceos. Pero Lancelot estaba serio, los hombros rígidos y la mirada nerviosa.

—Dijiste que volverías temprano —le criticó Wence, siseando por lo bajo. Hedda frunció el entrecejo. Lancelot todavía la sostenía sujeta de la muñeca, y no daba señales de querer soltarla.

—Todavía es temprano —señaló ella, tajante. Lancelot respondió con un gruñido descontento, y lanzó una veloz mirada inquieta por sobre su hombro, asegurándose que nadie los estaba mirando.

—¿Todo en orden? —preguntó repentinamente Rose, con una expresión crítica hacia ellos. Sus ojos se desviaron momentáneamente hacia la muñeca donde los dedos de Lancelot seguían enrollados como cadenas, y luego hacia Hedda.

—¿Puedes venir conmigo? —le pidió él ignorando la pregunta de Rose. La rudeza de su voz daba a entender que no era verdaderamente una opción.

—¿Ahora? —preguntó Le Blanc, alzando las cejas negras. Wence se pasó la mano libre por la nuca, mientras volvía a lanzar una mirada por sobre su hombro hacia la calle principal de Hogsmeade.

—Por favor —susurró, volviendo su atención a ella. Lo dijo como una súplica, su voz desgarrada y apremiante.

—Enseguida vuelvo —comunicó Hedda a sus amigas, cediendo bajo el pedido de Lancelot y haciendo todo lo posible por ignorar las expresiones preocupadas en los rostros de Eli y Rose.

Lancelot no le dio tiempo a agregar nada más. Tiró de su brazo con más brusquedad de la necesaria, arrastrándola entre la gente, empujando a los estudiantes que se interponían a su paso, prácticamente corriendo con Hedda trastabillando detrás de él.

—Lance, espera… Despacio… —le pedía ella, pero su novio no parecía estar escuchándola. De golpe, fue más consciente que nunca de la fuerza de Wence. Los dedos que sujetaban su muñeca apretaban con mucha fuerza y comenzaba a dolerle—. Lancelot, detente. Me estás lastimando —exclamó ella, empezando a enfadarse y asustarse en partes igual.

Sacudió su brazo, intentado liberarse de la mano de Wence, pero éste se giró hacia ella y la sujetó con ambas manos de los brazos, conteniéndola.

—No hay tiempo para esto, Hedda —bramó, dándole una inesperada sacudida. Tenía el rostro desencajado y los ojos muy abiertos—. Tenemos que salir de aquí —le advirtió.

Hedda sintió que la sangre se le congelaba en las venas, y un presentimiento desagradable le atravesó los huesos. Todo el calor que había absorbido del sol minutos atrás se evaporó, dejándole una sensación extraña de vacío en el pecho. La criatura que habitaba dentro de ella se removió, su sexto sentido animal percibiendo que algo estaba mal.

Pero no tuvo tiempo para quejarse, ni para reclamar. Porque en ese preciso instante, todo el pueblo se sacudió como arremetido por un terremoto. Lancelot quedó paralizado frente a ella, el color desapareciendo de sus mejillas, sus ojos dilatándose, sus manos tomándola con más fuerza de los costados.

Hermanos y hermanas, ante la ausencia de respuesta por parte del gobierno a la solicitud de abolición del Estatuto de Secreto Mágico, nosotros, la Rebelión de los Magos, hemos decidido intervenir. La seguridad de nuestra comunidad es una de nuestras prioridades, por lo que esperamos colaboración por parte de todos ustedes durante este proceso de cambio. A todos los habitantes y visitantes del pueblo, se les ordena abandonar las calles y buscar refugio en el interior de los locales y viviendas. Los caminos de entrada y salida del pueblo quedarán momentáneamente bloqueados. Cualquiera que permanezca en la calle, será considerado un enemigo del cambio y su integridad física no podrá ser garantizada. Tienen cinco minutos —anunció una voz amplificada y protocolar, reverberando por todas las calles del pueblo, y haciendo eco contra los edificios.

—Lancelot… —susurró Hedda, buscando respuestas en los ojos verdes de su novio. Pero las facies del muchacho se endurecieron, y sin decir nada, volvió a tomarla de la muñeca y a tirar de ella.

La paz y la alegría que habían circulado segundos atrás por las calles habían sido reemplazadas por la histeria y el miedo. La gente se apresuraba a volver a sus casas y a refugiarse en los centros comerciales. Había muchos alumnos en el pueblo. Casi todos los estudiantes a partir de tercer año habían asistido ese día como era de esperar tratándose de la última visita programada del año escolar. Hedda los había visto abandonar el castillo temprano… Tan sólo un puñado se había quedado atrás…

Con un vuelco de su estómago, Hedda cayó en cuenta de quiénes eran los que se habían quedado en el castillo esa mañana. Recordaba a Taurus Zabini, Portus Cardigan y Dimitri Kurdan entre algunos de los que se habían quedado desayunando plácidamente en el Gran Salón mientras los alumnos bajan a Hosgmeade entre risas.

Hedda se sentía extrañamente disociada de sí misma mientras Lancelot la arrastraba irremediablemente por las calles. Tardó algunos minutos en comprender que su novio la estaba llevando hacia el camino que conducía de regreso a Hogwarts.

—Espera... Mis amigos… —susurró Hedda, sintiendo su lengua entumecida y su mente enlentecida. Tenía que volver por ellos. Quiso girar para retroceder sobre sus pasos, pero era imposible. Lancelot sólo le permitía avanzar en un sentido.

—Rápido, Hedda —la apremió Wence, haciendo oídos sordos a su pedido.

Pero era difícil avanzar con velocidad. Había demasiada gente en la calle, y las personas se atropellaban, tropezaban y caían, mientras intentaban resguardarse de un peligro inminente. Todo el pueblo volvió a vibrar, y Hedda estuvo convencida que el cielo sobre su cabeza tembló bajo el impacto de un ataque. La gente gritaba.

Por el rabillo del ojo, distinguió un par de figuras vestidas de Aurores que corrían por la calle principal de Hogsmeade con sus varitas en alto, lanzando complicados encantamientos hacia el cielo, intentando contener la vibración que sacudía el Velo.

Supo el momento exacto en que se cumplieron los cinco minutos de tregua que les había otorgado la Rebelión porque múltiples personas vestidas con túnicas escarlatas y capuchas de sombras surgieron en todas las direcciones, avanzando por todas las calles, apuntando con sus varitas a las personas que todavía permanecían en la calle.

Lancelot aceleró todavía más su paso. Quedaba poca gente ahora en la vía pública. La mayoría se había ocultado en el interior de los locales. El resto, empezaba a caer aturdido (o al menos eso esperaba Hedda) bajo el avance de la Rebelión. Pero Lancelot seguía avanzando hacia el camino que llevaba a Hogwarts, sin soltar a Hedda en ningún momento. Ahora que las calles estaban más despejadas, Hedda podía distinguir a las figuras encapuchadas de rojo que se encontraban apostadas en las entradas y salidas del pueblo, vigilando. Un sudor frío le recorrió la espalda, y su estómago volvió a retorcerse, haciendo que un sabor amargo trepara por su garganta.

—Tenemos que buscar refugio en algún lugar —dijo con voz agitada. Pero Wence meneó la cabeza vehementemente y se metió la mano que tenía libre en un bolsillo.

Hedda sintió que su corazón se salteaba un latido pensando que su novio estaba buscando su varita para enfrentarse a la Rebelión. Pero cuando Lancelot volvió a sacar la mano del bolsillo de su pantalón, no era la varita lo que sostenía, sino un anillo. Lo sostuvo dentro de su puño cerrado, y continuó corriendo sin pausa.

Espió por encima de su hombro hacia atrás. Los destellos luminosos de los hechizos cortaban el aire como estrellas fugaces. Los refuerzos de los Aurores comenzaban a llegar. Y con ellos, estallaba la batalla en las calles de Hogsmeade.

—¡Alto ahí! —gritó una voz femenina.

Lancelot obedeció inmediatamente mientras observaba a una mujer de la Rebelión avanzar hacia ellos acompañada por otras dos personas encapuchadas, bloqueándoles el camino hacia la libertad. Instintivamente, Hedda movió su mano hacia donde tenía sujeta la varita en la cadera, pero uno de los encapuchados le apuntó al pecho. La mujer chasqueó la lengua a modo de reproche.

—Ni se te ocurra, niña —le advirtió la mujer precavidamente.

Lancelot le lanzó una mirada de soslayo y movió su cabeza negativamente en un gesto tan sutil que casi pasó inadvertido por Hedda. Luego, le soltó lentamente la muñeca para levantar ambas manos en el aire, en un gesto de rendición. En su mano izquierda, sostenido entre el dedo índice y pulgar, resplandecía un anillo de oro macizo con una piedra roja incrustada en su centro.

Hubo un silencio interrumpido únicamente por el estruendo producido por los hechizos que explotaban a sus espaldas. El aire pesaba sobre ellos sofocándolos con la expectativa de lo que sucedería a continuación, mientras aguardaban frente a tres Rebeldes que los apuntaban con varitas. Y entonces, la mujer hizo una seña a sus compañeros, y estos bajaron las varitas.

Lancelot bajó los brazos, y su mano volvió a enroscarse con la de Hedda, esta vez entrelazando sus dedos en un agarre menos duro, pero igual seguro. Wence hizo una leve inclinación de cabeza hacia la mujer, y ésta se hizo a un lado, dejándolos pasar. Lancelot no perdió el tiempo, y tirando nuevamente de Hedda, rompió a correr hacia el castillo.

La cabeza de Hedda era un torbellino de confusión mientras intentaba darle sentido a lo que acababa de suceder. Se sentía aturdida, como si todo aquello se tratara de un sueño bizarro donde nada tenía lógica, o más bien, de una terrible pesadilla. Una parte de ella esperaba que los Rebeldes los atacaran por la espalda mientras avanzaban confiados hacia el castillo. Pero por algún motivo que no terminaba de dilucidar, no lo hicieron. Lejos de reconfortarla, esa noción la perturbó aún más, porque las posibles explicaciones de lo que estaba sucediendo se iban acotando cada vez más. No le gustaba hacia donde la estaba conduciendo su razonamiento. No podía ser.

Muy pocos alumnos habían logrado esquivar la vigilancia de los Rebeldes y escabullirse del pueblo de regreso hacia Hogwarts. Todos corrían hacia las inmensas puertas de hierro, lanzando miradas desesperadas por encima de sus hombros. Hedda los imitó. El aire parecía sacudirse alrededor de Hogsmeade, los maleficios elevándose por todos lados, las edificaciones derrumbándose, el humo inundando las calles. Hedda tropezó con sus propios pies al verlo. Era una imagen desoladora. No puede ser, se repetía en su mente.

Estaban a mitad del camino que ascendía hasta el castillo cuando se cruzaron con Minerva McGonagall, que se dirigía en sentido contrario, yendo directamente hacia la batalla. Se movía con una velocidad y una seguridad sorprendente para su edad. Junto a ella se encontraban los profesores Neville Longbottom y Spike Gray. La directora tenía la varita en alto, y mientras trotaba hacia el pueblo, lanzaba una serie de encantamientos no verbales, que sobrevolaban el aire y se entretejían en una red mágica sobre el camino a Hogwarts. Estaba reforzando las defensas del castillo, prologándolas hacia el camino. Estaban yendo a buscar a los alumnos. No puede ser, se decía una y otra vez, pero cada vez le resultaba más difícil negar lo evidente.

—¡Rápido! ¡Adentro todos! —gritaba la voz grave y resonante de Hagrid, de pie afuera de las puertas del de hierro que marcaba la entrada a los terrenos de Hogwarts, mientras asistía a los alumnos que corrían por el camino. El profesor Flitwick estaba a su lado, recitando magia antigua sobre las barreras protectoras, al igual que Minerva en el camino.

Lancelot no detuvo su trote hasta que cruzaron efectivamente la entrada a Hogwarts. La protección del colegio se desplegó sobre sus hombros como una manta cálida y reconfortante. Recién entonces soltó la mano de Hedda y se encorvó sobre sí mismo apoyando las manos sobre sus rodillas, jadeando para recuperar el aliento. En cuanto el calor de la mano de Wence la abandonó, Hedda sintió que la fría realidad la golpeaba con su puño de acero, cortándole la respiración. La bruma que le había nublado la mente mientras escapaban de Hogsmeade se disipó, y Hedda lo vio todo con absoluta y desconcertante claridad. Algo dentro de ella se partió.

El anillo rojo todavía brillaba en una de las manos de Lancelot, reflejando la luz del sol lanzando destellos escarlatas sobre el césped. Lancelot levantó la cabeza, todavía descansando el peso de sus manos sobre sus rodillas, y sus ojos verdes se encontraron con la mirada azul inclemente de Hedda.

—¿Qué has hecho? —lo acusó Le Blanc con un hilo de voz, su cuerpo temblando a causa de la conmoción y el dolor. Lancelot se enderezó, levantando la frente en un gesto altivo.

—Lo necesario para mantenerte a salvo —respondió sin señales de remordimiento.

Hedda retrocedió como si las palabras la hubiesen empujado. Lancelot no intentó detenerla. En cambio, dio media vuelta, y continuó su camino hacia el castillo.


Los primeros segundos que siguieron al mensaje de la Rebelión transcurrieron en el más absoluto de los silencios, mientras rostros aturdidos cruzaban miradas de desconcierto. Y entonces, como si todo el mundo dentro del local de artículos de Quidditch reaccionara al mismo tiempo, se desató el descontrol. La gente empezó a correr, golpeando contra las góndolas y los percheros, derribando guantes protectores, frascos de cera para escoba, tijeras para recortar cerdas, anteojos repelentes de agua y uniformes de los equipos de la Liga Nacional de Quidditch.

Albus y Scorpius cruzaron una mirada de entendimiento y ambos se lanzaron en simultáneo hacia la puerta, ignorando la advertencia que había dado el mensaje de que todos debían permanecer en el interior de los locales, y abriéndose camino hacia la calle donde los estaban aguardando las chicas.

—¡Ahí están! —las localizó primero Malfoy, apuntando con su mano hacia una melena pelirroja que resaltaba entre en enjambre de personas que se atolondraban por la avenida principal.

Albus soltó el aliento que había estado conteniendo al reconocer a Rose y Elektra entre la multitud. El alivio le duró poco al comprobar que Hedda no estaba con ellas.

—Se fue con Lancelot —respondió Eli, en cuanto estuvieron juntos. La gente los empujaba y pisoteaba en sus desesperación por escapar, y Cameron se tuvo que aferrar con fuerza al brazo de Albus para evitar ser arrastrada por la marea humana. Albus la rodeó con uno de sus brazos, manteniéndola firmemente contra él, mientras su otra mano sacaba la varita.

—¿A dónde? ¿Por qué? —se quejó Scorpius, imitando a Albus y sacando también su varita.

—¡No lo sé! —dijo Rose, su voz inusualmente aguda.

—Tenemos que encontrar a Lysander —dictaminó Albus—. Saquen sus varitas —agregó, mientras empezaba a abrirse paso hacia la Papelera Papiros del Faraón.

—¿Y después? —preguntó Eli a su lado. Estaba asustada, lo podía percibir en el temblor de su voz y en la ferocidad con que se aferraba a su brazo.

Como respuesta, Albus simplemente apretó cuidadosamente la mano que rodeaba su cintura, intentando trasmitirle seguridad. No quiso confesarle lo que verdaderamente deseaba su corazón.

Dentro de él, ardía un fuego salvaje y ansioso. El mensaje de la Rebelión se había metido debajo su piel, quemándole. Después de meses de entrenar, de aguardar detrás de la seguridad de las paredes del castillo, de leer las noticias de los progresos de la Rebelión en los periódicos sin poder hacer nada al respecto, Albus finalmente sentía que podía actuar. Y deseaba hacerlo. Su sangre burbujeaba con la magia contenida y el deseo de pelear. Los arduos entrenamientos con Scarlet en la Mansión Malfoy, las interminables horas de lectura y estudio en la Biblioteca, las prácticas intensivas con la Hermandad… Todo parecía haberlo conducido a ese momento. Y el lo deseaba con cada fibra de su cuerpo, con cada latido de su corazón. Quería demostrar lo que era capaz de hacer.

—¡Lo veo! —gritó Rose, separándose de ellos y metiéndose entre la gente.

Durante unos segundos, la perdieron de vista. Scorpius observaba con ojos entornados y los hombros enjuntos el sitio donde su novia se había perdido entre la multitud, la preocupación escalando gradualmente por su rostro. Prácticamente soltó una risita cuando la vio reaparecer momentos más tarde, arrastrando con ella a un desencajado Lysander.

—Tenemos que volver a Hogwarts —dictaminó Rose una vez que estuvieron todos reunidos.

Sus ojos buscaron a Albus. La expresión feroz de su rostro le dijo que Rose conocía las intenciones ocultas que albergaba el corazón de su primo. Ella sabía de sus ansias por actuar, por pelear, por dar uso a todo eso que había aprendido, por liberar el poder que sentía crepitando dentro de él, rogando por ser salir. Albus no deseaba volver a Hogwarts, a pesar de que su mente le decía que eso era lo más sensato. Quería quedarse allí y enfrentarse a la Rebelión. Pero pudo leer la advertencia en la mirada de Rose, el miedo en los rasgos dorados de Elektra, la confusión en el rostro de Lysander, y la actitud protectora de Scorpius, y finalmente asintió.

Apenas habían recorrido unas pocas cuadras cuando el pueblo entero se sacudió alrededor de ellos, desde el suelo hasta el cielo. La gente gritó y comenzó a introducirse a través de cualquier puerta que encontraba abierta. Algunos de los habitantes del pueblo dejaban entrar a los estudiantes dentro de sus casas en busca de refugio. Los turistas se escondían dentro de los locales comerciales. Las puertas y ventanas de todas las edificaciones empezaban a cerrarse. Pero aún así todavía quedaba mucha gente en las calles. Muchos intentaban salir del pueblo para poder Aparecerse lejos de allí. Los alumnos trataban de volver a la seguridad de Hogwarts, pero Albus dudaba que muchos de ellos lo hubieran logrado con éxito.

—Por aquí —advirtió Albus, girando por una calle oculta y silenciosa, alejándose del bullicio y del peligro de la avenida principal, intentando encontrar un camino lateral hacia el castillo. —Quietos —exclamó repentinamente, cuando llegaron al final de la calle.

Todos se estrujaron contra la pared, intentando mimetizarse con la piedra y pasar desapercibidos. Albus podía escuchar la respiración agitada de Elektra junto a él, un vapor tibio que le rozaba la nuca. Estaba pegada a su espalda. Una sensación placentera se instaló en su pecho ante la idea de que Elektra se estaba refugiando en él, buscando su protección. Confiaba en que Albus podía mantenerla a salvo, y eso sólo servía de combustible para alimentar su arrogancia.

Unas figuras pasaron corriendo por la calle frente a ellos. Vestían túnicas rojas y botas negras, y sus rostros eran indistinguibles debajo de la sombra tenebrosa de sus capuchas. Albus estaba familiarizado con la vestimenta. Los recuerdos de los eventos acontecidos tres años atrás volvieron a su mente con abrumadora rapidez. Icarus Primus secuestrándolos de Hogwarts. El viento salado golpeando contra su rostro en las costas griegas de Tanaerum. El Templo de Hades abriéndose frente a ellos. Y finalmente, Primus siendo absorbido por la magia del Templo mientras Albus lo observaba morir sin hacer nada para prevenirlo.

Albus se asomó cuidadosamente por la esquina, espiando hacia ambos lados de la calle. Estaba desierta, aunque el sonido producido por el enfrentamiento de la calle principal llegaba hasta ellos sin dificultad. ¿Cuántos Aurores habría en Hogsmeade en ese momento? ¿Serían suficientes para hacer frente al ataque de la Rebelión? ¿Habrían llamado a su padre solicitándole refuerzos? ¿Llegarían a tiempo para evitar la caída del Velo?

Prácticamente podía sentir la magia dentro de él tirando de su cuerpo en dirección hacia donde se escuchaban los ruidos de la batalla. Pero también podía sentir la mano tibia de Elektra aferrada a él. Tenía que sacar a sus amigos de ahí. Llevarlos a donde pudieran estar a salvo.

Albus tomó la calle en dirección contraria a la zona de conflicto, y continuó alejándose por las estrechas calles de Hogsmeade en busca de un camino alternativo y seguro, acompañado de cerca por sus amigos.

Tres figuras rojas los interceptaron. Albus giró inmediatamente sobre sus talones, empujando a Elektra en sentido contrario, en un intento por escapar hacia el otro lado. Pero otros tres Rebeldes sellaban el otro extremo de calle. Estaban atrapados.

—Bueno, bueno… ¿qué tenemos aquí? —rió sarcásticamente la voz de una mujer debajo de la túnica—. ¿Es que no escucharon nuestro mensaje, niños? —agregó, en un tono peyorativo.

—No deberían estar en la calle… Es peligroso —advirtió la voz de otro Rebelde. Luego, pareció percatarse de sus varitas, porque dijo—. A menos que estuvieran planeando hacer algo estúpido con esas varitas —sonaba como una provocación, y los dedos de Albus se tensaron alrededor de la madera.

Sopesó sus opciones. Eran seis Rebeldes, y ellos eran cinco estudiantes de quince años. Pero si actuaban rápido, podían abrirse paso por un lado de la calle, y con un poco de suerte, escaparse. Aunque Albus no sabía cómo trasmitirle el plan a sus amigos sin delatarlo ante los Rebeldes.

—Son simplemente estudiantes de Hogwarts —dijo otra mujer. Sonaba preocupada, la idea de estar hostigando a menores de edad claramente perturbándola—. No son una amenaza real.

—Oh, me temo que estos no son simplemente estudiantes —dijo una nueva voz.

Albus sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Conocía esa voz. La había escuchado antes, aunque no recordaba cuándo ni dónde. Pero de algo estaba seguro: no era una voz amiga.

Uno de los Rebeldes dio un paso hacia el frente, acercándose a Albus. Instintivamente, él empujó a Elektra detrás de él y levantó la varita. El hombre soltó una risa deferente y fría.

—Éste mocoso de aquí es uno de los hijos de Harry Potter —anunció en voz alta el Rebelde, siseando venenosamente el nombre del padre de Albus.

Un murmullo recorrió las figuras de rojo, e inmediatamente, cinco varitas más se levantaron apuntándole a Albus directamente al pecho. Como respuesta, todos su amigos levantaron las suyas. El Rebelde que lo había reconocido soltó una nueva risa burlona, disfrutando de la situación.

Inesperadamente, el hombre giró su atención hacia Scorpius, de pie junto a Albus. Inclinó suavemente la cabeza hacia un costado, contemplándolo críticamente.

—Y éste de aquí, es el hijo de Draco Malfoy —dijo con serenidad la voz grave del Rebelde—. Llevo mucho tiempo intentando reencontrarme con tu padre... Él y yo tenemos algunas cuentas pendientes que saldar —comentó con aire causal—. Pero resulta ser que Draco es una serpiente muy escurridiza... Supongo que tendré que conformarme contigo, Scorpius.

El rostro de Malfoy reflejó con abrumadora trasparencia la sorpresa al escuchar su nombre de pila de labios de un enemigo, pronunciado como si fuesen viejos conocidos. Con un retorcijón de sus entrañas, Albus cayó finalmente en cuenta de quién era la persona escondida debajo de la capucha.

—Zabini —susurró Albus.

Otra carcajada escapó de los labios del Rebelde. Con un movimiento grácil y elegante, levantó ambas manos hasta colocarlas a los costados de la capucha, y la bajó con un solo y fluido movimiento, rompiendo el hechizo que lo mantenía oculto y revelando su rostro moreno y atractivo. Una sonrisa depredadora se dibujó en sus labios.

Albus sintió el peligro inminente rodeándolo, y el instinto corriendo por todo su cuerpo, acelerándose el pulso y agudizándole los sentidos.

—¡Ataquen! —ordenó a sus amigos sin pensarlo dos veces, y disparó contra Zabini.

Escuchó las voces de Rose, Elektra, Lysande y Scorpius pronunciando distintos ataques a su alrededor, y reflejos de luces rojas, blancas y azules recorrieron el aire en dirección a los Rebeldes.

Zabini logró desviar el hechizo punzante que le había lanzado Albus, pero se vio forzado a retroceder cuando un hechizo aturdidor de Elektra avanzó hacia él. El maleficio de Scorpius impactó contra la mujer que se encontraba junto a él, lanzándola contra la pared. La mujer se levantó con dificultad, tambaleándose sobre sus pies. Los demás Rebeldes habían logrado repeler los ataques de los chicos y ahora aguardaban con las varitas en alto. No se habían esperado resistencia por parte de un grupo de adolescentes, y no parecían convencidos sobre cómo proceder a continuación. Blaise Zabini se enderezó frente a ellos, sus ojos verdes duros y cargados de resentimiento.

—Atrapen a Potter —ordenó Blaise Zabini—. Maten al resto, pero déjenme al muchacho rubio a mi —agregó amenazadoramente.

Albus sintió que el pecho se le comprimía al escucharlo. Quiso interponerse entre Scorpius y Blaise, pero dos de los Rebeldes se habían lanzado hacia él, listos para obedecer la orden que había dado Zabini. Se preparó para el ataque más consciente que nunca de su propio corazón latiendo en su pecho, sus pulmones respirando aceleradamente, el zumbido que producía la sangre en sus oídos, el sudor que humedecía sus manos. No se parecía en nada a los entrenamientos.

Albus se protegió sin problemas del primer ataque, y logró repeler el segundo enviándolo de regreso hacia el Rebelde que lo había convocado. Se percató rápidamente que sus contrincantes se estaban conteniendo, posiblemente temerosos de lastimarlo. Lo necesitaban con vida. Zabini había dicho que lo atraparan, no que lo mataran. Apresar a uno de los hijos de Harry Potter podía suponer una enorme ventaja para la Rebelión si es que querían negociar con el Ministerio en el futuro. PEro para eso, lo necesitaban vivo. Comprendió que esa era su ventaja, y decidió aprovecharla.

Si ellos no iban a atacar, entonces él si lo haría.

Los entrenamientos con Scarlet acudieron a él desde cada rincón de su mente. Los Rebeldes se transformaron frente a él en muñecos de práctica, maniquíes danzantes a los que debía derribar. Los hechizos salían de la punta de su varita con precisión y determinación, y a pesar de que no podía verles los rostros a sus contrincantes, podía sentir su vacilación y su creciente temor. Albus era un contrincante más difícil de derribar de lo que se habían imaginado. No le des tiempo a tu contrincante a planificar. Un enemigo acorralado es más propenso a cometer errores, le había enseñado Scarlet Raven durante el verano.

A su espalda, podía escuchar a Rose, Lysander y Elektra peleando con los otros Rebeldes, pero no podía verlos. Una parte de él deseaba girar la cabeza y espiar, asegurarse de que se encontraban todos bien. Después de todo, Zabini había autorizado a que los mataran. Pero Albus era consciente de que no podía permitirse ningún tipo de distracción, pues estaba peleando con dos brujos adultos al mismo tiempo. Los ojos siempre fijos en tu enemigo. Un segundo de distracción es todo lo que se necesita para morir, casi podía escuchar su voz severa en su cabeza.

Sacudió su varita con firmeza, y unas sogas, como serpientes, brotaron de su varita deslizándose por la calle para enroscarse en los pies de uno de sus enemigos, haciéndolo caer. Lanzó un maleficio paralizante, y el hombre quedó petrificado en el suelo. Ahora, eran uno contra uno. Albus podía sentir la adrenalina como una droga corriendo por su cuerpo, provocándole un subidón. Poder usar finalmente su poder era una sensación adictiva y excitante. Una sonrisa satisfecha se escapó en sus labios.

Lo vio suceder por el rabillo del ojo. Scorpius levantó su varita demasiado tarde y el maleficio aturdidor de Zabini lo golpeó de lleno en el pecho, vaciando sus pulmones de aire y haciéndolo caer al suelo. Scorpius giró sobre su espalda con dificultad, intentando incorporarse, pero Zabini volvió a golpearlo con otro hechizo, haciendo que su cuerpo levitara unos centímetros del suelo para luego lanzarlo con un movimiento desdeñoso de su muñeca contra una de las paredes. Se escuchó un crujido seco cuando Malfoy golpeó contra la pared, y un gruñido escapó de sus labios mientras se deslizaba por la piedra hasta quedar tendido en el suelo.

Zabini avanzó hacia él con parsimonia como una pantera que tiene a su presa acorralada, saboreando cada paso que daba. Sus rasgos delicados estaban curvados en una mueca desagradable, llena de desprecio y odio. Era un hombre apuesto, pero en ese momento, resultaba monstruoso. Scorpius había logrado sentarse apoyando su espalda contra la pared, pero respiraba con dificultad posiblemente a causa de alguna costilla rota.

—Estoy seguro que tu padre sabrá apreciar la dulce ironía detrás de lo que estoy a punto de hacer, Scorpius —afirmó Blaise con una voz imperturbable, sus ojos como piedras insensibles brillando en sus cuencas, mientras levantaba la varita para dar el golpe final—. Sectumsempra —pronunció Zabini, blandiendo la varita como una espada.

Cuando el maleficio lo golpeó, Scorpius soltó una exclamación de sorpresa y sus ojos grises se abrieron enormes. Por una fracción de segundo, Albus pensó que tal vez la maldición había fallado, porque nada sucedió. Pero entonces, lentamente, la piel del rostro de Scorpius empezó a abrirse, como si una filosa navaja lo hubiese cortado limpiamente desde la frente, cruzando la ceja del lado izquierdo, y descendiendo por su mejilla. Scorpius se llevó ambas manos al pecho, donde la sangre empezaba a empapar la tela de su camisa, brotando descontroladamente del corte que la maldición había producido. Scorpius bajó la cabeza para mirar sus propias manos repletas de sangre rutilante, y luego levantó los ojos hasta encontrarse con la mirada de Albus.

Albus pudo ver la sorpresa y el miedo en los ojos grises de su mejor amigo.

Confractus corpus —gritó Albus, enfurecido, apuntando hacia su contrincante. El maleficio atravesó el escudo del Rebelde con sorprendente facilidad, propulsado por la desesperación de Potter. Golpeó contra el brazo extendido del hombre, y este rugió de dolor cuando los huesos se partieron en cientos de astillas, la varita deslizándose de sus dedos inútiles.

Albus corrió inmediatamente hacia Scorpius para arrodillarse junto a él, sus manos yendo directamente hacia la herida de su pecho, intentando inútilmente detener el sangrado. La sangre goteaba de las profundas heridas y se escurría por entre los dedos de Albus, deslizándose por sus antebrazos, formando en un charco de sangre a su alrededor.

—Albus… ayúdame—susurró Scorpius, su voz quebrada a causa de la desesperación y el dolor.

Pero Albus no sabía qué hacer. No podía pensar. No podía recordar ninguno de los hechizos que habían practicado con la Hermandad para primeros auxilios y sanación. Solo podía contemplar el contraste grotesco del vibrante rojo contra la palidez de la piel de Scorpius.

Sintió que alguien se acercaba a ellos en un revoltijo de movimiento y ropa, y levantó la mirada para encontrarse con su prima Rose, agachada también junto a Scorpius, las pupilas dilatadas a causa del horror.

—Rose, haz algo —suplicó Albus. Rose tragó saliva pesadamente, y empezó a susurrar encantamientos sobre las heridas abiertas de Scorpius. Le temblaban las manos. La hemorragia se detenía unos segundos con cada hechizo que Rose intentaba, ilusionándolos, pero luego volver a reiniciarse como si nada.

—Ríndete, Potter. Y tal vez le perdone la vida al resto de tus amigos —dijo la voz de Blaise despectivamente.

El resto de los Rebeldes habían detenido sus ataques, aunque continuaban rodeándolos. Quedaban solamente dos de ellos en pie además de Zabini. Por lo visto, Rose había derribado a su contrincante antes de correr a auxiliar a su novio. Lysander y Elektra permanecían de pie cerca de donde Scorpius había sido derribado. Tenían algunas heridas superficiales, pero al igual que Rose, estaban enteros.

Algo brutal despertó dentro de Albus mientras observaba sus propias manos y su ropa empapadas en la sangre de Scorpius. Una furia descontrolada se alzó dentro de él, encegueciéndolo y nublándole la razón. Una fuerza imposible de contener que reclamaba venganza. Con el cuerpo sacudiéndose y la magia crepitando dentro de él, Albus se alzó para enfrentarse a Zabini.

La sonrisa tembló brevemente en los labios delgados de Zabini, su fría seguridad resquebrajándose mientras Albus levantaba la varita hacia él.

Carnificare —bramó Potter, sus ojos relampagueando con ira indomable.

Zabini desvió el ataque, aunque con cierta dificultad. La maldición de Albus rebotó contra el escudo del Rebelde, desviándose e impactando contra uno de los árboles que flanqueaban la calle. La madera crujió bajo el filo de la maldición, y tronco del árbol se quebró y cayó hacia un lado. Zabini lo miraba con nuevos ojos, como si estuviese viendo algo en Albus que no había visto antes. Si entrenas para matar, terminarás matando cuando la situación se te presente. Las palabras de Raven parecían ahora una premonición.

Albus podía sentir cada músculo de su cuerpo tensándose mientras juntaba la magia para volver a atacar. Una vez más, lanzó la maldición que había practicado meses atrás en la Mansión Malfoy, deseando con cada célula de su cuerpo despedazar a Zabini como había hecho con los muñecos de entrenamiento. Pero Zabini tenía experiencia y era un mago hábil, y esta vez se esperaba el ataque. Logró detener el golpe con mayor gracilidad, y la sonrisa suficiente volvió a su boca, provocando una nueva oleada de odio visceral en Albus.

Quería dañarlo. Quería verlo sangrar, igual que estaba sangrando Scorpius. Era apenas consciente de la lucha que se había reiniciado a su alrededor. En ese momento, solo podía pensar en una cosa: venganza.

El contra ataque de Zabini obligó a Albus a retroceder y protegerse. Aún así, el maleficio le rozó la pantorrilla desgarrándole el pantalón. El dolor que recorrió su cuerpo sólo sirvió para alimentar más el odio brutal que se había anidado dentro de él, carcomiéndolo por dentro.

Crucio —los labios de Albus pronunciaron la maldición antes de que éste fuera consciente de lo que estaba diciendo, pero propulsado por una fuerza violenta incontenible.

La maldición impactó contra Zabini haciéndolo caer al suelo. El grito que brotó de su boca fue ronco y desgarrador, casi inhumano. Pero mientras Blaise se retorcía en el suelo, jadeando por aire, lejos de arrepentirse, Albus se encontró disfrutando del dolor que estaba infringiendo. Quería que sufriera. Quería verlo gritar y retorcerse hasta perder la conciencia. Hasta que la vida se le escurriera del cuerpo como la sangre se estaba escurriendo de Scorpius.

Zabini volvió a gritar cuando la intensidad de la maldición aumentó, curvándose hacia atrás en un ángulo anormal y prácticamente imposible. Albus no podía apartar la mirada mientras sentía la magia canalizándose por su cuerpo e impactando contra su enemigo. Había usado aquella maldición antes para torturar a Cardigan, pero esta vez era distinto. En ese entonces, lo había propulsado el odio y el dolor por el accidente de James. Ahora, lo propulsaba un verdadero deseo de destrucción y sufrimiento. Su cuerpo clamaba muerte. ¿Podía alguien morir así? Estaba a punto de descubrirlo.

—¡No puedo…! ¡No puedo detenerlo! ¡Ayúdame, Albus! ¡Por favor! —el grito de Rose le pareció lejano, amortiguado. Pero bastó para hacerlo reaccionar, como una cachetada de realidad.

Ya había escuchado eso antes.

Ya había visto esto antes.

Era la visión de Lily. La visión en la que él se convertía en asesino.

Con un respigo, Albus bajó su varita, sintiéndose mareado y desorientado. Sentía que el mundo giraba alrededor de él. Estaba embriagado de poder. La magia todavía cosquilleaba en sus dedos y el deseo de venganza todavía ardía en su pecho.

Frente a él, Zabini permanecía tirado en el suelo, dando bocanadas desesperadas de aire. Detrás de él, Elektra y Lysander todavía peleaban con dos Rebeldes. A un costado, Scorpius seguía sangrando. Tenía los ojos cerrados, y su piel estaba tan drenada de todo color que parecía mármol blanco y frío. Rose había abandonado cualquier intento de detener la hemorragia con magia, y en cambio había arrancado retazos de su túnica y las estaba anudando alrededor de los cortes para disminuir la velocidad del sangrado.

Zabini soltó un gemido, y Albus volvió su atención hacia él. Se estaba removiendo, arrastrándose por el suelo como una animal herido. Albus sintió una nueva oleada de odio invadiendo su cuerpo.

Podía hacerlo… Si lo deseaba, podía hacerlo. Podía convertirse en lo que había visto en la Bola de Cristal. Podía hacer realidad la visión de su hermana, y volverse un asesino. Nunca antes había usado la Maldición Asesina, pero la conocía. Sólo tenía que decir las palabras, y Zabini ya no volvería a lastimar a nadie. Una Maldición y habría justicia para Scorpius… Sangre por sangre. Albus levantó la mano apuntando hacia la figura patética que se arrastraba en el suelo.

Si entrenas para matar, terminarás matando cuando la situación se te presente.

Esto era lo que debía pasar. Albus tenía el poder para llevar adelante lo que hasta entonces había sido solo una imagen flotando en el interior de una esfera de cristal proyectada por una niña vidente. En cierta forma, se sentía como si fuese su destino... fatal e ineludible.

No se trata de la magia que yo pueda enseñarte. Sino de lo que estás dispuesto a hacer con ella.

—¡Se va a morir, Albus! —volvió a gritar Rose entre sollozos desesperados.

Albus vaciló, su mano temblando casi imperceptiblemente mientras las palabras de Rose penetraban en su cabeza y su mente intentaba encontrarle un sentido. Scorpius iba a morir si no conseguían ayuda. Rose no podía salvarlo. Él no podía salvarlo. Y no había venganza, por satisfactoria que pudiera parecer, capaz de revertirlo.

Zabini o Scorpius. Albus tenía que elegir.

Le dio la espalda al cuerpo herido de Zabini y volvió junto a su mejor amigo. Estaba inconsciente, así que Potter tomó uno de sus brazos y se lo pasó por encima de los hombros para levantar su cuerpo del suelo. Rose se apresuró a colocarse del otro lado, tomando el otro brazo.

—Saquémoslo de aquí —susurró Albus hacia su prima. La expresión de agradecimiento en el rostro de su prima fue como un bálsamo para el alma atormentada de Albus. Volvía a pensar con claridad, sus prioridades volvían a alinearse.

Haciendo un esfuerzo por no colapsar bajo el peso de Scorpius, Albus apuntó su varita hacia donde se encontraban los dos Rebeldes que todavía peleaban con Lysander y Eli.

No se trata de la magia que yo pueda enseñarte. Sino de lo que estás dispuesto a hacer con ella.

—¡Lysan! —gritó a modo de advertencia. Su amigo de Gryffindor giró la cabeza hacia él. Tenía un feo golpe en la frente, y su ojo derecho empezaba a adquirir un desagradable color violáceo, pero pudo ver con claridad las intenciones de Albus, y asintiendo con la cabeza, se lanzó hacia donde estaba Elektra, empujándola a un lado—. Bombarda máxima —gritó Potter.

La calle explotó frente a ellos. Pedazos de piedra y tierra salieron despedidos en todas las direcciones, y Albus se vio forzado a llevarse el brazo libre hacia la cara para cubrirse.

—¡Rápido! —dijo la voz urgente de Rose a su lado, recordándole que no tenían tiempo que perder.

Con Lysander y Elektra cubriéndolos, Albus y Rose comenzaron a arrastrar el cuerpo mutilado de Scorpius a lo largo de las calles de Hogsmeade. A medida que se movían, se hizo evidente que ellos no eran los únicos que habían estado peleando. Había señales de lucha por todas partes, aunque nadie cerca para ayudarlos.

Un bramido estridente atravesó el aire haciendo temblar las paredes de las casas que flanqueaban la calle. La sombra de una criatura bestial recorrió el cielo, proyectando su sombra sobre ellos.

—¿Eso es un…? —masculló Lysander, deteniéndose abruptamente para mirar hacia arriba, mientras las alas del animal se desplegaban ominosamente contra el sol.

—Un dragón —confirmó Albus—. Tenemos que llegar a Hogwarts —dijo más convencido que nunca, mientras seguía avanzando. Scorpius era peso muerto sobre sus hombros, y Albus no se atrevía a mirarlo directamente por miedo a lo que podría encontrarse. "Por favor, no estés muerto" rezó internamente.

Rose soltó un chillido asustado cuando un maleficio le rozó la cabeza. Golpeó en cambio contra la pared que había a su costado, desprendiendo pedazos de piedra y dejando un agujero negro.

—¡Nos persiguen! —anunció Elektra, mientras lanzaba su propia respuesta hacia los Rebeldes, sin dar en el blanco. Albus lanzó también un hechizo por encima de su hombro sin siquiera detenerse a mirar si había dado a alguien. Tan solo esperaba poder enlentecerlos lo suficiente.

Giraron en la siguiente esquina, intentando encontrar alguna calle que los acercara a Hogwarts. Albus sintió que el alma se la caía al suelo cuando se encontró con un callejón sin salida.

—Tendrías que haberme matado cuando tuviste la oportunidad —susurró la voz desagradable de Zabini, entrando en el callejón y acorralándolos. El Rebelde que Albus había paralizado se había recuperado, sumándose a los otros dos que todavía seguían ilesos.

Albus apoyó a Scorpius en un rincón del callejón. Era imposible verle el rostro con claridad, pues el corte de la maldición le desfiguraba la mejilla izquierda y le teñía de rojo el cabello rubio. Pero creyó ver que su pecho seguía moviéndose, respirando de forma superficial y dificultosa, y eso le dio esperanzas.

—Todavía estoy a tiempo —respondió Albus, preparándose para pelear una vez más. Lysander y Elektra se posicionaron a ambos lados de él mientras Rose hacía lo posible por mantener a Scorpius con vida.

Zabini hizo una mueca de desprecio, mostrando los dientes. Había recuperado la varita y lucía furioso. Atacó sin piedad, y los otros tres Rebeldes lo siguieron.

A su derecha, Lysander logró desviar el primer golpe, pero el segundo le rozó una pierna, haciéndolo trastabillar y caer sobre una rodilla. Su escudo se fragmentó con facilidad cuando el siguiente maleficio lo golpeó. El joven gryffindor intentó responder con un ataque, pero su contrincante lo desvió con facilidad. Una mano invisible se cerró alrededor del cuello de Scamander, comprimiéndole la tráquea e impidiéndole respirar.

A su izquierda, Elektra soltó un gemido de dolor cuando un látigo de fuego la golpeó, cortándola y quemándola al mismo tiempo. Intentó cubrirse con los brazos, pero el Rebelde que la atacaba sacudió sádicamente su varita, y el látigo volvió a golpear, lacerando la carne tierna y arrancándole una nueva exclamación de dolor mientras se enroscaba en su antebrazo, atenazándola.

—Ríndete, o todos mueren —le ordenó Zabini, triunfante.

Albus contempló a su alrededor, y sintiéndose impotente bajó la varita.


Le dio la impresión que apenas se había recostado a dormir cuando la puerta de su habitación se abrió de sopetón y Molly Weasley irrumpió hecha un vendaval.

—¡Jasper! ¡Levántate! ¡Nos llaman en Camelot! —gritó Molly sacudiéndolo innecesariamente pues ya había abierto los ojos.

Lucía inusualmente agitada, con el cabello corto revuelto y la chaqueta de Auror colocada sobre su torso pero sin cerrar al frente, como si hubiese estado vistiéndose mientras corría hacia su habitación. Jasper bajó la mirada hacia sus pies percatándose de que tenía los cordones de las botas de cuero de dragón desatadas. Efectivamente, se estaba vistiendo sobre la marcha.

Molly no se detuvo a esperar la respuesta sino que salió de la habitación con la misma velocidad con la que había entrado. Jasper la escuchó gritar el nombre de Hamilton por el pasillo, diciéndole que se apresurara.

Jasper saltó de la cama. Estaba a medio vestir. Habían estado entrenando hasta tarde el día anterior en Camelot, y al regresar a la casa de Londres se había desplomado sobre la cama, demasiado agotado como para sacarse todo el uniforme. Manoteó la chaqueta de la silla sobre la cual la había colgado la noche anterior, la varita de la mesa de luz, se calzó las botas, y en menos de veinte segundos, estaba corriendo escaleras abajo.

—¡Es sábado, por todos los magos! —gritó Hammer, frotándose pesadamente los ojos con las manos. Ya se encontraba al pie de las escaleras. Los botones de su chaqueta estaban mal abotonados—. ¿Qué diablos quieren de nosotros?

—Agamenon Axton envió un mensaje exigiendo que nos presentarnos urgentemente en el castillo —informó Molly, mientras abría la puerta para salir al exterior.

—¿A nosotros? —se sorprendió Jasper, torciendo una sonrisa descreída. Molly le lanzó una mirada de reojo. Estaba preocupada.

—Vamos —los apuró.

Se escabulleron hacia el callejón lateral más cercano, y desde allí, los tres se Aparecieron dentro de Camelot.

La primera señal de que algo andaba mal fue que las puertas de la zona de Aparición dentro del castillo los aguardaban abiertas. La segunda mala señal fue que habían convocado a todos los novatos. La tercera señal sombría fueron los rostros con los que los recibieron los Instructores cuando los reunieron en el campo de duelo.

Pollux Keene se encontraba inclinado sobre el director Agamenon, susurrándole palabras enérgicas al oído. Tenía el rostro fruncido y lucía descontento, y por un instante, Jasper tuvo la sensación de que estaban discutiendo. Pero en cuanto Agamenon vio entrar a los estudiantes levantó una mano firme en dirección a Pollux exigiéndole silencio. Pollux obedeció, callándose, aunque era evidente en su rostro que ese silencio le dejaba un sabor amargo en la boca. Zaira Levington y Dorian Fungbury también estaba allí. El veterano y jubilado auror Fungbury tenía una mirada desencajada, humedeciéndose nerviosamente los labios y jugando con dedos temblorosos con el reborde de su túnica. A su lado, Zaira tenía una expresión inescrutable. Solamente un brillo dorado en sus ojos delataba las feroces emociones que se revolvían dentro de su cuerpo.

—Novatos —los llamó al silencio Agamenon Axton, dando un paso hacia ellos. Inmediatamente, toda la Camada 2021 guardó silencio, y se formaron en filas rígidas y perfectas. Jasper tenía a Molly de pie a su derecha, y a Hammer a su espalda. —Voy a ser breve, porque no podemos darnos el lujo de perder más tiempo. Estamos bajo ataque —anunció sin preámbulos. El efecto fue inmediato. Un murmullo se espació entre los novatos como una ola que se estrella contra las rocas de un acantilado.

—¿Dónde? —preguntó Wyde Goldstein, su voz alzándose por encima del murmullo.

—Callejón Diagon… —respondió Agamenon, y por un instante, pareció vacilar—. Y Hogsmeade —otra nueva oleada de murmullos, todavía más fuertes que la primera, rompió entre las filas. Agamenon levantó las manos llamándolos al silencio—. El Auror Potter ha solicitado refuerzos a Camelot —soltó finalmente Axton, confirmando las sospechas que Jasper había empezado a anidar en su mente. El silencio que siguió a esa declaración fue sepulcral, como si alguien hubiese lanzado un hechizo silenciador sobre la sala. Agamenon continuó hablando con su voz grave y autoritaria, ignorando la palidez que se había asentado en los rostros de algunos de los novatos—. Nos dividiremos en dos grupos. Uno vendrá conmigo a Callejón Diagon, y el otro acudirá a Hogsmeade con la aurora Levington. Los Aurores Keene y Fungbury se quedarán custodiando Camelot —anunció en un tono oficial, carente de cualquier tipo de emoción.

Era evidente que Pollux Keene no estaba contento con aquella decisión. Se podía leer en cada uno de sus músculos contraídos que deseaba pelear. Inmediatamente, Zaira dio un paso al frente y empezó a dividir a los grupos. Respetaban los equipos de trabajo con los que habían estado entrenando durante todo el año, así que Jasper se encontró en el mismo grupo de refuerzo junto a Hamilton y Molly. Wyde Goldstein y Priya Goyette también estaban con ellos. Ninguno se atrevió a hablar, una mezcla de miedo y nerviosismo incapacitándoles las lenguas.

Agamenon inspiró profundamente, y su expresión se suavizó levemente mientras sus ojos recorrían a los novatos. Había aprehensión en su rostro.

—Han estado entrenando durante prácticamente un año para este momento… Ha llegado la hora de poner a prueba si nuestros esfuerzos han rendido frutos. Nuestro país depende de ello —dijo el director Axton con solemnidad—. Buena suerte… Aurores —era la primera vez que los llamaba de esa forma. No novatos, ni principiantes, ni aprendices. Aurores. Jasper tuvo la horrible sensación de que era una despedida.

—Ustedes conmigo —ordenó Zaira expeditivamente, dirigiéndose al grupo donde se encontraba Jasper con sus amigos.

El movimiento a su alrededor era abrumador. Sintió el calor reconfortante de Molly a su lado cuando ella entrelazó su mano con la de él. Una sonrisa tímida temblaba en los labios de ella. Del otro lado, la mano pesada de Hamilton Knight le palmeó el hombro con cariñosa brutalidad. Tenía la piel de color enfermizo, como si estuviera a punto de vomitar. Jasper estaba seguro de que él debía de tener el mismo aspecto. Con ellos a su lado, sentía que caminar hacia el peligro no se le hacía tan difícil.

Zaira se detuvo frente a la zona de Aparición y giró a mirarlos. No había señales de la sonrisa amigable que solía lucir. Había sido reemplazada por una máscara de piedra.

—Escúchenme bien —les exigió Levington, su voz baja y severa—. Nos Apareceremos directamente en el interior del pueblo. Aquellos que nunca han estado ahí, les sugiero la Aparición Conjunta con uno de sus compañeros. Un grupo de Rebeldes está intentando derribar el Velo que protege Hogsmeade. Nuestro trabajo es evacuar a los civiles del pueblo y evitar víctimas innecesarias —les informó velozmente Zaira, mientras se ataba el cabello rubio y rizado en una coleta para despejarse el rostro.

—¿Y qué debemos hacer con los Rebeldes? —preguntó uno de los amigos de Goldstein, levantando el mentón en un gesto desafiante. Zaira le lanzó una mirada intimidante.

— Esto no es un Simulacro, señor Dallas. Esto es el mundo real, y es peligroso. Aurores más capacitados que ustedes están ahora mismo intentando detener a los Rebeldes. Ustedes aténganse a cumplir con las órdenes que les estoy dando, y luego abandonen el pueblo. No quiero héroes, ¿entendido? —espetó Zaira, mas mordaz de lo que estaban acostumbrados a escucharla.

—Pero si nos encontramos con alguno de ellos… —quiso insistir en el tema otra muchacha.

—Eviten el enfrentamiento armado a toda costa —la interrumpió Zaira, cierta impaciencia en su voz. ¿O era acaso temor? ¿Estaba la entrenadora Levington preocupada por ellos?

—No cree que podamos derrotarlos —susurró Jasper por lo bajo, para que sólo Hammer y Molly pudiesen oírlo.

—Claro que podemos. No nos llamarían si no lo creyeran —lo contradijo Hamilton. Jasper soltó una risa amarga entre dientes apretados.

—Tú siempre tan ingenuo, Knight. Nos llaman porque somos su último recurso… Han agotado todas las opciones, y ahora sólo quedamos nosotros —dijo Jasper crípticamente.

—Estaremos bien —afirmó Molly, aunque el temblor en su voz decía otra cosa.

A Jasper le costaba creerlo. No habían completado aún su año en Camelot. No tenían asignados ni siquiera Mentores. Y los estaban mandando a una misión de combate, sin previo aviso ni tiempo para prepararse. Jasper pensó que debían de estar verdaderamente desesperados para recurrir a ellos. Pero no lo dijo en voz alta.

—Saquen sus varitas —ordenó Zaira—. Recuerden mantenerse siempre junto a sus compañeros de entrenamiento. Trabajen en grupo.

—Ningún auror sobrevive solo —susurró Molly a su lado, apretándole más fuerte a la mano antes de soltarla.

—A la cuenta de tres… Uno… Dos… TRES —ordenó Zaira.

Jasper se concentró en la zona habilitada para Aparición de Hogsmeade. Sintió la resistencia de las barreras contra su cuerpo, colapsándolo momentáneamente antes de finalmente concederle permiso. La Aparición había quedado bloqueada en el pueblo meses atrás. Solo aquellos que ocupaban altos rangos dentro del Ministerio podían aparecerse en su interior… y los Aurores. Jasper sintió una oleada de orgullo inflarle el pecho al comprender que él era ahora un Auror, seguida de una ansiosa intranquilidad.

No estaba preparado para la imagen que se encontró frente a él. El sonido producido por estallidos y chasquidos aturdió sus oídos, y el brillo multicolor de hechizos y maleficios iluminaba el cielo entre los tejados de las construcciones y en los callejones circundantes. Estaban en todos lados a donde mirara. El suelo bajo sus pies vibró y el eco de la sacudida se propagó hacia arriba, hacia el cielo, haciendo temblar el Velo.

Reconoció varias figuras vestidas de Aurores corriendo por las calles, atacando y defendiéndose en partes iguales. También distinguió otras personas vestidas de rojo, las caras ocultas en las sombras de sus capuchas, avanzando peligrosamente por el pueblo. Había civiles en la calle. Algunos escapaban, buscaban refugio en los locales. Otros peleaban, ayudando como podían a defender el pueblo. En medio de aquel caos, Jasper distinguió las túnicas negras de Hogwarts. Eran un puñado de chicos que no podían tener más de catorce años. Dos Aurores custodiaban al grupo mientras éste avanzaban por la calle. Jasper distinguió al profesor Spike Gray esperándolos al final de la calle, rodeado por más estudiantes de aspecto aterrado. Estaban evacuándolos como podían.

Con una punzada de realidad e indignación, comprendió que habían atacado Hogsmeade durante una visita de Hogwarts. Lejos de elegir la protección de la noche y el anonimato de las calles vacías, la Rebelión golpeaba el pueblo en plena luz del día, cuando sus calles estaban abarrotadas de gente. Gente inocente. Gente cuya seguridad los Aurores priorizarían antes que la protección del Velo.

—Weasley, Knight, Yaxley —los llamó Zaira—. Ustedes encárguense de la zona sur. Todo civil que se encuentre en la calle debe recluirse inmediatamente en sus viviendas. Los profesores ya se han encargado de rescatar a la mayoría de los estudiantes, pero es posible que algunos hayan quedado atrapados en distintas zonas del pueblo. Si se encuentran con alumnos, escóltenlos de regreso al castillo. Nuestra prioridad es proteger a los civiles, ¿entendido? —les recordó ella expeditivamente, confirmando la teoría de Yaxley.

—Sí, aurora Levington —dijeron los tres a coro. Zaira les dedicó una última mirada intensa, e hizo un gesto con la cabeza apuntando hacia una de las calles.

Mientras se introducían en la calle que llevaba a la zona perimetral del lado sur de Hogsmeade, Jasper lanzó una mirada por encima del hombro hacia atrás. Todos los demás novatos se habían dispersado. Jasper se había percatado de que Zaira los había enviado a todos hacia las zonas menos álgidas del pueblo, manteniéndolos por fuera de la zona central donde parecía estar teniendo lugar la parte más encarnizada del enfrentamiento. Comprendió que estaba intentando mantenerlos lo más a salvo que podía. En total, habían llegado diez de ellos. Novatos convertidos en Aurores de la noche a la mañana. Algunos de ellos, como Molly o Priya, apenas adultos. Un pensamiento sombrío invadió la mente de Jasper sin que éste pudiera evitarlo. ¿Cuántos de los diez seguirán en pie al final de esto?

—¡Yaxley! —lo llamó Hammer, obligándolo a sacudirse el tétrico pensamiento que había invadido su cabeza—. Estás eligiendo un muy mal momento para estar distraído, ¿sabes? —le criticó el ex gryffindor.

—Yo en mis peores días soy diez veces mejor que tú en tu mejor momento, Knight —le respondió Jasper, recuperando su sonrisa arrogante.

—Necesitamos un plan —intervino Molly, metódica.

—Activemos las Lombrices —sugirió Jasper, apuntando con su varita hacia su oído. Los otros dos lo imitaron. Sintió el cosquilleo incómodo del hechizo deslizándose dentro de su conducto auditivo, conectándolo con su equipo para comunicarse mejor. —Empezaremos rastrillando desde la zona más alejada y avanzaremos hacia el centro. Weasley, tú encárgate de levantar escudos protectores en caso de necesitarlo. Yo iré al frente. Knight, tú intenta evitar que nos maten por la espalda. Con un poco de suerte, sobreviviremos esta locura —dijo con una sonrisa sardónica.

—Tendrá suerte si yo mismo no lo mato antes de que termine el día —gruñó Hamilton por lo bajo, pero a sabiendas de que Jasper podía oírlo a través de la Lombriz.

Las zonas más alejadas del extremo sur de Hogmseade estaban prácticamente desiertas. La gente se había encerrado allí en el interior de sus casas. Todas las puertas estaban cerradas, los postigos colocados sobre las ventanas, y las protecciones mágicas activadas alrededor de las viviendas. El sonido de la batalla llegaba como un ruido amortiguado y distante, y las vibraciones del Velo apenas sacudían el suelo.

—Alto —dijo Molly, mientras recorrían el límite del pueblo y se preparaban para avanzar de regreso hacia el centro.

Jasper la observó avanzar con precaución manteniendo la varita en alto. Molly se detuvo imprevistamente como si se hubiese encontrado con una pared invisible y extendió los dedos de la mano acariciando el aire frente a ella. Ha encontrado la Barrera Protectora, comprendió Yaxley. Molly tenía un talento para detectar escudos, barreras y hechizo protectores. Y a pesar de que Jasper apreciaba el don de su compañera, ese no era el momento para ponerse a admirar el Velo de Hogmseade.

—Weasley… no hay tiempo para esto —apremió Jasper, apretándose el puente de la nariz con dos dedos.

Molly lo ignoró, sacudiendo su varita sobre la barrera invisible frente a ella. El aire tembló, y la imagen se distorsionó cuando el Velo tembló suavemente y resplandeció unos segundos antes de apagarse.

—No tiene sentido… —susurró Molly con evidente desconcierto. Se acercó todavía más al Velo, y empezó a caminarlo lentamente, deslizando su mano sobre éste y sacudiendo la varita frente a ella. Repentinamente se detuvo y ahogó un gemido, mezcla de sorpresa y horror. Giró a mirarlos, sus ojos enormes y su rostro confundido—. Han abierto el Velo —dijo con voz ronca.

—¿Te refieres a que lo han roto? —dijo Hammer preocupado. Molly negó.

—No… me refiero a una verdadera apertura. Como una puerta —lo corrigió Weasley—. Es un trabajo increíble. Conseguir algo así, en una barrera tan poderosa como la de Hogsmeade… No cualquier mago puede hacer una cosa así.

—¿Pero por qué habrían de hacer eso? —insistió Hammer, frunciendo el ceño. Jasper coincidía con él. No tenía sentido. ¿Por qué abrir una puerta en el el Velo cuando planeas derribarlo por completo? A menos que…

—Para entrar sin ser detectados —respondió Jasper. Molly tragó saliva pesadamente antes de asentir.

—Pero no necesitan estar adentro para derribar el Velo —comprendió también Knight.

—No, no lo necesitan —coincidió Molly en un tono sombrío—. A menos que derribar el Velo no sea verdaderamente su objetivo.

Un rugido bestial retumbó a su alrededor, haciendo vibrar el suelo bajo sus pies, interrumpiéndolos. Una sombra inmensa surcó el cielo, ocultando momentáneamente el sol. Con un desagradable presentimiento, Jasper levantó la cabeza y se colocó una mano sobre los ojos a modo de visera. Lo que vio le cortó momentáneamente la respiración.

Era un dragón.

Uno de carne y hueso, que bramaba y escupía fuego mientras surcaba el aire, sobrevolando el pueblo de forma amenazante. Sobre su lomo podía distinguirse una figura humana, montándolo. El inmenso animal batió las alas provocando una enorme ráfaga de viento que azotó el pueblo, y dando un giro en el aire, continuó su ominoso vuelo hacia Hogwarts.

—Tenemos que encontrar a Levington e informarle de esto —dictaminó Jasper, sintiendo el cuerpo todavía entumecido a causa del estupor que le había provocado la llegada de un dragón.

Pero lo que acababa de descubrir Molly era importante. Habían acudido a Hogsmeade en respuesta de un supuesto ataque contra el Velo. Pero, ¿y si ese no era el verdadero objetivo? ¿Y si la Rebelión tenía otros planes entre manos?

Corrieron por las calles de Hogmseade olvidados de la misión que se les había sido asignada, con un nuevo objetivo en mente. Tenían que llegar hasta la zona nuclear de conflicto, donde seguramente se encontraban los Aurores de mayor rango. Tenían que hablar con alguien que pudiera encontrarle un sentido a esa puerta en el Velo. Alguien que entendiera mejor que ellos a la Rebelión y su maquiavélico plan. ¿Qué podía ser tan importante como para desatar semejante despliegue y exponerse tan abiertamente?

Pero conforme emprendían el regreso hacia el centro de Hogsmeade, Jasper empezó a comprender que no sería tan simple llegar hasta Zaira Levington y los demás Aurores. El tiempo que habían desperdiciado en la frontera del pueblo había sido suficiente como para que la batalla se expandiera desproporcionadamente. El enfrentamiento se había expandido hacia la periferia. Se escuchaban los gritos de aquellos atrapados en la batalla, se vislumbraban destellos de luces y maleficios golpeando contra paredes y ventanas, el calor y el humo caldeaban el aire allí donde se habían iniciado algunos incendios.

Jasper giró en la siguiente esquina, intentando tomar un atajo hacia el centro del pueblo a través de una callejuela lateral.

—¡Cuidado! —gritó Molly en su oído, a través de la Lombriz. Jasper se detuvo justo a tiempo. Frente a él, había una nube oscura e impenetrable de oscuridad, flotando como un agujero negro en medio de calle, oscureciendo completamente la visibilidad del otro lado.

Jasper se acercó para inspeccionarlo cuidadosamente. Una sonrisa torcida se dibujó en sus labios.

Homenum Revelio —exclamó Yaxley suavemente. El hechizo atravesó la sombra negra, y regresó hacia ellos como una serie de marcas blancas que flotaban acompasadamente en el aire—. Tenemos compañía del otro lado —anunció Jasper con una sonrisa de zorro.

—¿Y qué se supone que es esto? ¿Una especie de escudo protector para ocultarse? —preguntó Molly, su voz un susurro, entornando los ojos y sacudiendo precavidamente la varita para inspeccionar la bruma oscura. Hamilton soltó una risa divertida.

—Eso no es ningún escudo protector, Molly —se burló Knight—. Es polvo peruano de oscuridad instantánea.

—¿Qué? —repitió aturdida. Jasper también rió.

—Cielos, Weasley. ¿Es que no tuviste infancia? ¡Es un maldito chasco! —se mofó de ella Yaxley, meneando la cabeza. Molly se sonrojó, y desvió nuevamente su atención hacia el pasadizo.

—¿Cómo lo dispersamos? —inquirió expeditivamente. Hammer chasqueó la lengua y una expresión irreverente y osada cruzó su rostro.

—No lo dispersamos. Lo cruzamos —le dijo, guiñándole un ojo.

—Están locos —masculló Molly por lo bajo, pero a pesar de ello, hizo aparecer una de sus hermosas burbujas protectoras para que los rodeara. Jasper hizo un gesto con la mano hacia delante, y avanzaron.

Se introdujeron en el polvo peruano e inmediatamente la oscuridad se volvió absoluta. Incluso los sonidos parecían haberse apagado. Jasper podía escuchar la respiración de sus compañeros a su lado, podía sentir sus presencias, el calor que emanaba de sus cuerpos, la magia que vibraba en el aire, pero no podía verlos.

El primer hechizo golpeó contra el escudo de Molly produciendo un ruido metálico. La burbuja vibró pero se mantuvo intacta. El sonido del aire agitándose alrededor de ellos les anunció que estaban lanzándoles más ataques a ciegas. Desde el otro lado de la oscuridad, alguien disparaba hechizos en un intento de dar en el blanco y derribarlos antes de que pudieran atravesar la oscuridad.

Alguien no nos quiere del otro lado, ¿eh? —rió Hammer, mientras ayudaba a Molly desviando los ataques. Jasper no podía verlo, para la emoción en su voz lo delataba. Hammer disfrutaba de la descarga de adrenalina que producían ese tipo de situaciones. Era de rápidos reflejos y puntería precisa. Y fuerte. Era muy fuerte. Si no lograba derribarte con magia, Jasper estaba convencido que Hamilton podía derribar a su enemigo con la fuerza bruta.

—Tú siempre tan observador, Knight —respondió Jasper sarcásticamente. Escuchó a Knight resoplar a su derecha.

Son hechizos de desarme —señaló Molly, sosteniendo la burbuja sobre ellos mientras avanzaban—. Quien sea que esté del otro lado, no quiere matarnos.

—Vaya consuelo —refunfuñó Jasper, poniendo los ojos en blanco a pesar de que sus compañeros no podían verlo—. Estén listos para contraatacar en cuanto salgamos de la oscuridad —les advirtió. No debían confiarse. No tenían idea de lo que les esperaba del otro lado.

Era imposible definir dónde terminaba la oscuridad, pero de un segundo al otro, dieron un paso hacia el frente, y se encontraron de regreso en la claridad del callejón de Hogsmeade, con el sol de abril resplandeciendo sobre sus cabezas, y la batalla rugiendo en sus oídos.

Jasper sentía el cosquilleo de la magia en los pulpejos de sus dedos, pugnando por ser liberada. Tenía un maleficio en la punta de la lengua, listo para pronunciarlo tan pronto fuese capaz de enfocar la mirada en alguno de sus atacantes. Pero cuando finalmente logró divisarlos, las palabras se le atragantaron en la boca.

No eran Rebeldes. Eran un grupo de cuatro estudiantes. Dos de ellos eran más grandes, posiblemente estudiantes de sexto o séptimo año a juzgar por su altura. Llevaban puestas ropas muggles, y sobre las mismas se habían colocado las túnicas reglamentarias de Hogwarts, donde Jasper pudo distinguir el escudo de Gryffindor. Por supuesto que son Gryffindor. Solo unos estúpidos leones se quedarían a pelear, pensó Jasper con desdén.

Pero entonces se percató de las otras dos figuras más pequeñas junto a ellos. Eran dos niñas que apenas debían de tener la edad exigida para visitar Hogsmeade. Una de ellas tenía el cabello de un color rojo oscuro, atado en una trenza que había empezado a deshilacharse y desarmarse, señal de que había estado corriendo, posiblemente escapando. Estaba encogida detrás de los dos estudiantes mayores con una expresión de absoluto terror en el rostro y abundantes lágrimas goteaban de sus ojos azules y recorrían sus mejillas sucias con tierra y transpiración. A su derecha había otra niña, pero su aspecto era mucho más feroz y desafiante. Sus ojos castaños estaban fijos en ellos, y al igual que los dos chicos mayores, sostenía su varita firmemente en alto, lista para atacar. Jasper se percató de que llevaba la túnica de Slytherin, y esta vez, sintió cierto calor brotar en su pecho, una conexión inexplicable con la pequeña niña.

—¿Molly? —exclamó uno de los muchachos más grandes, sus ojos castaños chispeantes dilatándose con la sorpresa, su mano hábil vacilando unos instantes y bajando apenas unos centímetros.

¿James? —respondió Molly, igual de sorprendida, su voz inusitadamente aguda y tensa. Sus ojos se fijaron luego en el muchacho pelirrojo de al lado. —¿Louis? —exclamó al reconocerlo.

—¿Qué haces aquí? —preguntó el muchacho llamado James, bajando completamente la varita y dando un paso hacia ella, con una sonrisa vacilante en sus labios. Había algo en los gestos y en la forma de moverse del chico que llamó la atención de Jasper. Se movía con confianza y seguridad, a pesar de la situación comprometida en que se encontraban. Había cierta arrogancia provocadora en la forma en que se curvaban sus labios y brillaban sus ojos. Molly se enderezó inmediatamente al escuchar la pregunta, adoptando una actitud reticente y rígida.

—¿Qué hago yo aquí? ¿Qué hacen ustedes aquí? —exclamó Molly, enfurecida. Jasper nunca la había visto tan desencajada.

—¿Qué? ¿Esto no es un show de fuegos artificiales para festejar la última visita a Hogsmeade? —se atrevió a burlarse James, haciendo un gesto de exagerada sorpresa mientras miraba hacia el cielo con falsa ingenuidad. Jasper tuvo que hacer un esfuerzo por ahogar la risa, tapándose la boca con la mano para disimular la sonrisa. La expresión de James era completamente irreverente, y frente a él, Molly parecía a punto de perder los estribos y maldecirlo ella misma.

—Debo asumir que se conocen, entonces —intervino Jasper antes de que su compañera efectivamente maldijera a un grupo de estudiantes. Molly respiraba ruidosamente por la nariz, sus ojos fulminando a James. Éste le devolvía una sonrisa petulante desafiándola a que respondiera algo.

—Son mis primos. Un par de idiotas peligrosos —respondió Weasley entre dientes apretados.

—Preferimos el término de genios incomprendidos —propuso el chico llamado Louis, desde detrás de James, levantando una mano como si estuviese pidiendo permiso para hablar.

—¿Dónde están los otros dos? —preguntó Molly, ignorando el comentario de Louis y lanzando una mirada hacia el resto del callejón, como si esperara que más personas aparecieran de la nada. —¿Por qué no están de regreso a Hogwarts?

—Si me dejas hablar te aseguro que existe una buena y completamente razonable explicación… —empezó a quejarse James. Molly se llevó una mano a la frente, frotándose la sien.

—¿Por qué nunca puedes respetar una orden, James? —masculló por lo bajo. James frunció el ceño.

—¡Quisieron llevársela, Molly! —estalló James, señalando con un dedo hacia la chica pelirroja acobardada detrás de ellos, gimoteando desesperada. Molly miró alternativamente a la niña y a James—. ¿Qué se suponía que debíamos hacer? ¿Dejar que la Rebelión la secuestrara?

El exabrupto de James dejó a Molly momentáneamente sin habla y con las defensas bajas. La tensión que había enmarcado sus hombros se relajó, y su rostro se suavizó recobrando la expresión que Jasper estaba acostumbrado a ver en ella. James aprovechó el momento de inesperado mutismo de su prima para continuar hablando.

—Intentamos volver a Hogwarts, pero en el camino nos topamos con unos Rebeldes que intentaban separar a René del resto de sus amigas —explicó apuntando nuevamente a la chiquilla llorosa llamada René—. No podíamos seguir de largo, Molly… Teníamos que intervenir —su tono rozaba la desesperación.

—Nos vimos forzados a separarnos en dos mientras escapábamos —intervino Louis, todo rastro del humor que había bailado en su apuesto rostro se había esfumado—. Lorcan y Alex se fueron por un lado con otras tres chicas… No sabemos dónde están ahora —una sombra surcó sus ojos castaños y elegantes.

—¿Por qué querían secuestrarte? ¿Quién eres? —preguntó Molly, dirigiéndose a la pequeña René. Esta volvió a lloriquear, y se sobó las lágrimas con el borde de la manga de su túnica. Jasper llegó a distinguir el escudo bordado en la pechera del mismo: Ravenclaw.

—No lo sé… No soy nadie —sollozó René, desesperada.

—Hay que sacarlos de aquí, Molly —dijo Hamilton, cuando una nueva vibración sacudió el suelo.

—Los escoltaremos como nos ordenó Zaira por el camino de evacuación—coincidió Molly. James chasqueó la lengua y meneó la cabeza perezosamente.

—Lamento decepcionarte, primita. Pero ese camino ya no es una opción —informó James—. Ya lo intentamos nosotros y está infestado de Rebeldes. No pensabas que nos estábamos escondiendo en este callejón por pura diversión, ¿verdad?

—James, te juro que si no te callas… —empezó a amenazarlo Molly.

—Adoro a este muchacho —comentó Jasper a Hamilton, con una sonrisa burlona. Era impresionante la facilidad con que James lograba meterse bajo la piel de Molly. Hamilton rió entre dientes.

—Sí, James suele tener ese efecto en la gente —coincidió Knight. Jasper arqueó las cejas.

—¿Lo conoces? —le preguntó sin poder esconder su intriga.

—Por supuesto que lo conozco. James y su familia es lo más cercano a la realeza que tenemos en Gryffindor —le dijo Hamilton como si no pudiera creer que le estaba haciendo esa pregunta en serio.

Jasper volvió a mirar al joven James con más atención, y una desagradable sensación se le asentó en el estomago mientras empezaba a reconocer el cabello negro inusualmente desprolijo, y una sonrisa extrañamente familiar.

—Oh, por las pelotas de Salazar, dime que ese chico no es quien creo que es —exclamó Jasper, ocultando la cara detrás de su mano.

—De acuerdo, no te lo diré entonces —saboreó el momento Hamilton.

—Excelente… Esto es lo justo que necesitábamos. Toparnos con uno de los hijos del jefe —masculló Jasper con irritación—. Más nos vale sacarlo de aquí sano y salvo, o de lo contrario, aunque sobrevivamos hoy, Potter nos matará —se quejó Yaxley.

—Tu amigo es un poco pesimista, Molusco —comentó James, dedicándole un gesto fanfarrón a su prima. El rostro de Molly se puso rojo al escuchar el apodo malicioso y un gruñido enfadado brotó de su garganta.

—Podemos tomar por la periferia —sugirió Hamilton, lanzando miradas preocupadas a sus compañeros.

—Es muy largo… demasiado expuesto —se negó Molly.

—Entonces tendremos que arriesgarnos por el camino principal —dictaminó Hamilton, encogiéndose de hombros. Jasper rió sarcásticamente.

—Brillante idea. Llevemos al hijo del jefe a través de un campo minado de enemigos peligrosos —satirizó Jasper con acidez.

—¿Tienes una mejor idea? —espetó Hamilton, perdiendo la paciencia.

—Nosotros tenemos una mejor idea —propuso Louis—. Hay otro camino más directo para llegar a Hogwarts, pero tendríamos que desviarnos un poco hacia las afueras.

—Muchacho, no te ofendas, pero no existe ningún otro camino a Hogwarts que la entrada principal —siseó Jasper, y a pesar de lo cortés de sus palabras, su tono era brusco. Pero los ojos de Louis brillaron repletos de travesura, como si supiera algo que el resto desconocía.

—Hay un camino. Uno que pocos conocen. Pero tendrán que confiar en nosotros —confirmó James, la picardía evidente en su rostro.

—¿Dónde? —preguntó Hamilton, ansioso. James y Louis cruzaron una mirada cómplice.

—La casa de los Gritos —dijeron al unísono.

—¿La casa embrujada? Esto tiene que ser una puta broma —bramó Jasper. James rió plácidamente.

—No está embrujada. Sólo… finge estarlo —aclaró el hijo de Potter.

—James, si esto es otra de tus ridículas ideas sobre lo que es "divertido"… —empezó a advertirle Molly, dando un paso amenazante en su dirección. La sonrisa tembló en los labios de James para ser reemplazada por una expresión más seria, más acorde con la tensión del momento.

—No es una broma, Molly —dijo mirándola intensamente desde aquellos ojos avellana chispeantes, mientras se pasaba una mano nerviosa por la nuca—. Por favor, confía en mí.

Molly lo examinó cuidadosamente, como intentando leer lo que se escondía detrás de su primo, evaluando si podía verdaderamente confiar en él. Luego levantó la cabeza, observando recelosamente el espacio que se abría por encima de los tejados del pueblo. Incluso a la prudente distancia de varias cuadras, podían distinguirse los estallidos, las luces y el humo provenientes de la zona donde estaba teniendo lugar la lucha más encarnizada. Finalmente, suspiró con un gesto de aceptación.

—Bien. Probemos con la Casa de los Gritos, entonces —dictaminó Weasley. Jasper resopló.

—Por supuesto, pongamos nuestro destino en manos de un puñado de adolescentes inexpertos —masculló Yaxley, pero aún así se colocó al frente del grupo—. ¿Qué podría salir mal? —exclamó con sorna.

—No me digas que estás preocupado, Yaxley —le respondió la voz socarrona de Hamilton. Jasper torció una sonrisa de lado, desafiante.

—A esta altura, debemos asumir que hay Rebeldes custodiando todas las calles, y que considerarán como enemigo a cualquiera que se crucen —advirtió Jasper en un tono protocolar, casi oficial—. Weasley, tú eres nuestra mejor duelista y la más competente con los escudos, así que irás al frente. Knight y yo cubriéremos la retaguardia y los laterales… Pero aún así, habrá un lado que quedará descubierto inevitablemente —puntualizó Jasper, los engranajes de su mente astuta corriendo a toda velocidad mientras intentaba ver una forma de salir de allí con el mejor desenlace posible.

—Nosotros podemos ayudar —dijo Louis. Jasper chasqueó la lengua desdeñosamente.

—Ustedes tienen que correr —les dijo Yaxley.

—Sabemos pelear —aseguró la chica de Slytherin, cruzándose de brazos en un gesto altanero. Jasper la contempló con curiosidad, una de sus cejas alzándose inquisitivamente.

—Lo que sea que crees que puedes hacer, no será suficiente contra ellos, muñeca —le advirtió Jasper. La niña frunció el entrecejo y dio un paso hacia él, alzando la frente orgullosa.

—Mi nombre es Allegra, y no soy ninguna muñeca —espetó ella, con ojos relampagueantes.

Jasper sintió un renovado respeto por la chica llamada Allegra. Mientras su compañera de Ravenclaw continuaba gimoteando y encogiéndose asustada entre los pliegues de la túnica de James y Louis, ella se alzaba orgullosa y dispuesta a prestar pelea. Era un coraje inusual para alguien de Slytherin, y eso le daba esperanzas. No todas las serpientes se esconden en sus cuevas cuando las cosas se complican, se dijo a sí mismo Yaxley, complacido.

—Manténganse entre nosotros y tengan sus varitas listas, pero no intenten entablar pelea con los Rebeldes —les advirtió Hamilton, que parecía mucho más acostumbrado a manejar esas muestras de coraje irreverente—. Tenemos que avanzar lo más rápido posible.

Todos asintieron. Molly se colocó a la cabeza, con Louis y James inmediatamente por detrás de ella, y las dos niñas más pequeñas a continuación. Jasper cerraba la comitiva, mientras Hamilton se ubicó en el centro donde, con un poco de suerte, podría cubrir ambos laterales. El polvo peruano había comenzado a evaporarse, la oscuridad del callejón cediendo gradualmente. Pronto, quedarían nuevamente expuestos al caos que sobrecargaba el otro lado. Jasper sujetó su varita con dedos firmes, notando una vez más ese cosquilleo de magia debajo de su piel aguardando la acción.

Andando—ordenó a través de la Lombriz.

Molly rompió a trotar, con el grupo siguiéndola. No habían terminado de doblar en la primera esquina cuando un haz de luz azul avanzó hacia ella. La muchacha lo desvió con un movimiento ágil de muñeca, y respondió con velocidad enceguecedora, lanzando un contra ataque.

Jasper todavía recordaba la primera vez que había visto a Molly pelear en el campo de Duelo de Camelot. Era la primera semana en el castillo, y todos los reclutas estaban ansiosos por empezar el entrenamiento para convertirse en Aurores.

Zaira Levington los había separado en duplas para que practicaran hechizos de desarme y protección. Jasper había espiado por el rabillo del ojo a Weasley durante todo el entrenamiento. Sabía que la chica había ganado el título de Heredera de Merlín, pero aún así, tuvo que reconocerse a sí mismo que la chica excedía las expectativas. Era más joven que Jasper, tenía menos experiencia pues estaba recién salida de Hogwarts, y a simple vista no parecía una verdadera amenaza. Y sin embargo, Yaxley no tardó en darse cuenta que esa muchacha de aspecto intelectual y retraído era capaz de patearle el trasero a todos los demás novatos, y posiblemente también a algunos Aurores experimentados.

Ahora, meses más tarde, Molly había perfeccionado todavía más su talento natural. Derribó a los dos Rebeldes antes de que Hamilton o Jasper tuvieran que intervenir, dejando a un James Potter con la boca abierta.

—Vamos, muévanse —los apresuró Hammer, empujando a James para que avanzara por la calle.

El sonido del duelo entre Molly y los Rebeldes pronto atrajo nuevos atacantes. Molly, Hamilton y Jasper se movían es buena coordinación alrededor de los estudiantes mientras que corrían por la calle que descendía hacia la Casa de los Gritos. Reflectaban ataques, convocaban escudos y lanzaban fuertes respuestas mientras que intentaban mantener a raya al grupo que los perseguía. Pero no avanzaban tan rápido como Jasper hubiera deseado, y los Rebeldes comenzaban a rodearlos. Era imposible saber con seguridad cuántos de ellos estaban persiguiéndolos porque no tenía tiempo para detenerse a contar, pero Yaxley estimaba que debían de ser al menos seis o siete.

Inevitablemente, los estudiantes se habían visto envueltos en la pelea. René, la chiquilla de Ravenclaw, todavía estaba demasiado conmocionada como para ser de verdadera ayuda, y cada hechizo que surcaba el aire cerca de ella hacía que se encogiera y gritara aterrada.

Pero James Potter y Louis Weasley se movían con sorprendente destreza. Eran rápidos con sus varitas, y contaban con un arsenal impresionante de encantamientos de ataque, así como también una buena técnica defensiva. Han recibido entrenamiento, comprendió Jasper al instante.

Fiel a su palabra, Allegra demostró ser también un valioso activo para el grupo. No contaba con un repertorio de hechizos tan amplio como Louis y James, pero eso no le impidió detener un hechizo aturdidor que iba dirigido hacia Jasper y que éste no había visto venir hasta que había sido demasiado tarde. Si Allegra no hubiese actuado a tiempo, Jasper habría sufrido un fuerte golpe por la espalda.

—Nada mal para una muñeca, ¿eh? —dijo Allegra descaradamente, una expresión satisfecha en el rostro tras haber prevenido que Jasper terminara inconsciente en el suelo.

Pero a pesar de la ayuda de los estudiantes, cada vez avanzaban con más lentitud, con los Rebeldes pisándoles los talones.

—¡ENTREGUEN A LA NIÑA! —gritó la voz de uno de ellos, debajo de la capucha encantada de su túnica escarlata. René chilló como un cerdo acorralado, y se aferró con fuerza a la cintura de Louis, quien la rodeó protectoramente con uno de sus brazos mientras con el otro esgrimía su varita.

Son demasiados. No vamos a lograrlo —sentenció Molly a través de la Lombriz, mientras hacía volar por el aire un banco de madera colocado en el jardín de una de las casas y lo lanzaba contra uno de los Rebeldes.

—Knight, ¿crees que puedes hacer algo para distraerlos? —sugirió Jasper.

¿Algo como qué? —preguntó Hamilton, jadeante a causa del esfuerzo que estaba haciendo intentando contener un desagradable maleficio lacerante que avanzaba hacia él.

—¡No lo sé! Una explosión, algo que nos consiga al menos unos segundos de ventaja para alcanzar la Casa de los Gritos —dijo Jasper exasperado. Un maleficio lo había golpeado en flanco izquierdo, abriendo un corte que supuraba una sustancia desagradable y que ardía horrores.

Una explosión. Entendido —repitió Hammer, y se escabulló por una estrecha callejuela que se abría entre dos construcciones, desapareciendo de la vista de ellos.

Doblaron en la siguiente esquina, ingresando a una calle flanqueada por edificaciones viejas y desgastadas, la mayoría de ellas abandonadas. Estaban cerca de la Casa de los Gritos y la mayoría de los habitantes del pueblo eran demasiado supersticiosos como para vivir por períodos prolongados en esa zona. Nadie quería dormir cerca de una casa atosigada por fantasmas enfurecidos. Había un respeto siniestro y ancestral hacia los muertos entre los magos. Y también, por qué no confesarlo, temor.

Sin Hamilton, recorrer el camino se volvía más dificultoso y la colaboración de los estudiantes más necesaria. Fue entonces cuando las falencias en la defensa empezaron a volverse evidentes. Louis tenía a René todavía encastrada en su costado, aferrada con firmeza a su túnica, dificultándole la movilidad. Allegra hacía lo que podía, pero su inexperiencia y su juventud eran notorios ante los despiadados ataques de los Rebeldes.

En cuanto al hijo de Harry Potter, Jasper se percató que la batalla empezaba a hacer mella en él. Conforme pasaba el tiempo, los hechizos de James iban perdiendo potencia, sus escudos se volvían más frágiles, y el color de su piel iba drenándose lentamente, como si la energía vital se le estuviera escurriendo con cada sacudida de su varita. Tenía el rostro sudoroso, los ojos apagados, y los músculos de su cara contorsionados en un gesto de evidente esfuerzo. El aire entraba jadeante y rasposo por entre sus labios, y sus pisadas se volvían más inestables y torpes.

Jasper comprendió que algo andaba mal con James Potter, y estuvo a punto de formular la pregunta cuando sintió que el piso bajo sus pies volvía a sacudirse.

Pero era una sacudida distinta a las anteriores. No provenía de los golpes contra el Velo, ni de las maldiciones lejanas, ni del bramido de un dragón. Era una vibración cercana, que brotaba del mismo suelo, como un martillo gigante e invisible golpeando en centro de la tierra.

—¡Cuidado! —llegó a gritar Jasper.

Tomó fuertemente a Allegra del hombro, empujando de ella hacia delante y avanzando por la calle, olvidado momentáneamente de los maleficios de los Rebeldes, demasiado ocupado intentando evitar quedar enterrado bajo los escombros que se desmoronaban a ambos lados de la calle.

Levantó la varita por encima de su cabeza y una sombrilla apareció sobre él y Allegra, protegiéndolos de los pedazos de piedra, vidrio y madera que salían despedidos en todas las direcciones mientras que dos de las casas abandonadas se caían abajo, producto de una abrasadora explosión.

Tosiendo y con los ojos lagrimeando a causa del polvo que se había levantado alrededor de ellos, Jasper intentó localizar al resto del grupo.

—¿Weasley? —llamó, concentrándose en enviar el mensaje a través de la Lombriz.

Cof-cof. Estamos bien —le respondió la voz áspera de Molly, pero la nube de polvo era tan densa que no llegaba a distinguirla. Luego de unos segundos, los contornos de los cuerpos de cuatro personas empezaron a distinguirse a pocos metros de donde él y Allegra se encontraban.

—¡Knight! —gritó Jasper, y cuando los segundos se prolongaron agónicamente en silencio, una puntada angustiante empezó a atravesarle el pecho. —¡Mierda, Knight, responde! —exigió, cierta desesperación filtrándose en él.

—Tranquilo, Yaxley. Acá estoy—confirmó finalmente Hamilton, apareciendo entre el polvo. Jasper soltó una exhalación de alivio, y luego, se enfureció.

—¿Quieres explicarme que mierda pasó ahí? —le espetó Jasper, enfurecido, señalando hacia los escombros que ahora ocupaban la calle, aislándolos momentáneamente de los Rebeldes que segundos atrás habían estado persiguiéndolos. Hammer se encogió de hombros.

—Me pediste una explosión —respondió sencillamente. Jasper lo miró durante unos segundos completamente atónito, la boca levemente entreabierta, sin poder creer la respuesta que acababa de recibir, y controlado el terrible impulso de golpearlo en la cara.

—¡Te pedí una distracción, pedazo de imbécil! —le dijo Yaxley, avanzando hacia él con la varita en alto—. ¡No que nos hicieras volar en mil pedazos!

—Te ves bastante entero desde aquí —le retrucó Hammer.

Por un instante, Jasper se sintió tentado de atacar a su compañero. Pero los escombros sobre la calle comenzaron a moverse, y los gritos de los Rebeldes se elevaron del otro lado. Por lo visto, sus enemigos habían logrado recuperarse del estupor inicial que había provocado la explosión de Hamilton, y ahora estaban intentando encontrar la forma de rodear los restos de la construcción derribada.

—No los detendrá por mucho tiempo —intervino Molly, avanzando hacia los escombros y posicionándose frente a éstos, lista para detener al primer rebelde que se atreviera a cruzar. Torció la cabeza hacia la colina que se alzaba a su espalda, sobre la cual se vislumbraba una construcción deshabitada y desvencijada. La Casa de los Gritos estaba a sólo unos metros de ellos—. Vayan —les ordenó.

—¿Qué hay de ti? —preguntó James, mirándola de forma apremiante, casi protectora.

—Nosotros los mantendremos entretenidos hasta que ustedes lleguen —le anunció ella.

—No —dijo James testarudamente—. No voy a dejarte.

Jasper encontró muy valorable el gesto, sobre todo teniendo que en cuenta que hasta entonces la interacción entre ellos había consistido en comentarios filosos y palabras irritadas. Pero debajo de ese antagonismo se vislumbraba el cariño producto de un vínculo afectivo y de sangre. Era aún más admirable teniendo en cuenta que James a duras penas parecía poder sostenerse sobre sus pies. Lucía agotado, la energía y la magia drenados peligrosamente.

—Tienes que hacerlo —le ordenó Molly, aunque había cierta dulzura en su voz que no había estado antes cuando se dirigía a su primo.

—Podemos quedarnos y ayudar a pelear —insistió también Louis, aunque Jasper se percató de que el muchacho lanzaba una mirada rápida y dubitativa hacia James. Molly negó con la cabeza.

—Ya han ayudado lo suficiente —le aseguró ella, y por primera vez en el día, le sonrió—. Ahora lleven a René y a Allegra de regreso a Hogwarts —les pidió.

James y Molly se miraron fijamente durante varios segundos, y Jasper estuvo convencido de que el hijo de Harry Potter se negaría. Pero entonces, asintió con la cabeza, y colocó una mano sobre el hombro de Allegra, guiándola hacia el camino que conducía a la Casa de los Gritos. Louis lo seguía de cerca con René todavía agarrada de él.

—Sabes, peleas demasiado bien para ser una rata de biblioteca —soltó James a modo de despedida, y ese brillo travieso volvió a bailar en su rostro mientras le guiñaba un ojo a su prima.

Molly simplemente resopló y meneó la cabeza con un gesto resignado mientras los estudiantes de Hogwarts se apresuraban para introducirse en la edificación abandonada que era la Casa de los Gritos. Cuando Weasley volvió a enfocar su atención hacia el derrumbe, Jasper notó que sonreía.


Escribir el enfrentamiento que está teniendo lugar en Hogsmeade me está tomando más trabajo y tiempo del habitual porque estoy probando una forma "diferente" de ilustrar esta escena. Intentaré reflejar el conflicto desde múltiples puntos de vista. Hay mucha gente involucrada en esta batalla, así que es un trabajo complejo y además, un poco más extenso de lo que originalmente había pensado. Como se habrán dado cuenta, aún queda mucho por decir!

Este capítulo responde MUCHAS preguntas que venían repitiéndose últimamente. La primera: Lancelot. Un personaje que durante todo el libro lo hemos visto circular rodeado de una nube de misterio, y aunque todo apuntaba a que su lugar iba a terminar siendo entre las filas de la Rebelión, todavía teníamos la duda. Al igual que Hedda, queríamos creer que Lancelot tomaría el camino de la luz. En defensa de él, sólo puedo decir que tiene sus razones para lo que ha hecho.

Para los que se preguntaban si alguna de las visiones de Lily se haría realidad antes de terminar el libro... La respuesta es sí. Para aquellos que especularon (muy acertadamente) que la sangre sobre Albus era de Scorpius... Felicitaciones. ¿Es que me estoy volviendo predecible? Jaja. Una vez más vemos cómo la visión de Lily se hace realidad, y es una escena que tiene varios detalles escondidos relacionados al poder de Lily. Cuando digo que no todo es lo que parece, y que predecir el futuro no es algo exacto, y que las visiones de Lily no siempre son algo literal y lineal... Bueno, vemos un poco de eso aquí, en ese momento en que Albus tiene que tomar una decisión: si convertirse en lo que cree que vio en la Bola de Cristal (un asesino), o salvar a su amigo.

Y por último, nuestros queridos novatos de Camelot en un encuentro de lo más inesperado con dos de nuestros Caballeros de la Mesa Redonda, relatado desde la perspectiva de un ácido y pesimista Jasper. La inteligencia de Molly, la astucia de Jasper para dirigir y la osadía de Hamilton se encuentran con un grupo inusual de estudiantes, y nos dejan al final del capítulo con la duda: ¿Qué es lo que está buscando verdaderamente la Rebelión en Hogsmeade?

Malagoniano: ¿No te esperabas este golpe? Bueno, pero seguro que te esperaba algo GRANDE. Es decir, el Mago lleva trazando un plan muy cuidadoso y lento a lo largo de todo el capítulo, y una expectativa va creciendo conforme avanzamos en la historia que nos anuncia que algo importante sucederá antes de que termine el libro. Y sí, por supuesto que el Camaleón a tenido un papel fundamental en este golpe, aunque todavía no lo hemos visto aparecer. Una batalla así no podia transcurrir sin pérdidas, y Drake fue una forma de representar eso también. Es uno de los varios muertos que dejará atrás esta guerra. Incluso los fuertes y experimentados pueden caer, y cuando eso suceda, los jóvenes e inexpertos como Quentin tendrán que alzarse y estar a la altura de la ocasión, o perecer también. ¿Será el próximo episodio en el que veremos de forma segura de que parte en encuentra Lancelot? ¡Me has leído la mente! Sí, sí, sí. Ya no hay lugar para tibiezas. Lancelot se ha visto forzado a salir de su lugar neutral... Por Hedda. ¿Albus matará? Parecía algo ineludible, ¿no? Él incluso lo llega a ver como su "destino". Después de todo, la visión así parecía mostrarlo. Pero no hay camino ineludibles, ni destinos marcados, al menos no en mi historia. Albus puede elegir, y esta vez, eligió no matar. Aunque tenemos un vistazo sobre el duelo interno que tiene en ese momento, sobre un despertar de una ambición peligrosa, sobre el poder adictivo. ¿Cuántos capítulos creo que faltan? Mmm, siempre me es difícil responder estas preguntas, porque si bien tengo un esquema armado, muchas veces cuando me pongo a escribir algunas escenas me terminan ocupando más capítulos de los que había pensado originalmente. Por ejemplo, para este enfrentamiento en Hogsmeade yo había estimado que necesitaría dos capítulos, pero es posible que me tome tres. E incluso cuando termine, todavía quedan algunas cosas más por decir antes de cerrar el libro. Así que serán unos 6 capítulos, mas o menos. Ya también era mucho más chica cuando empecé a escribir estas historias, y aunque este último tramo se está pasando muy rápido, ha sido un camino largo para mí, que por momentos pensé que quedaría inconcluso. Así que este es un final al cual tengo muchas ganas de llegar!

Yanelyn: ¡Podemos deducir que Lancelot ya tomó su decisión! Sí, ahora sí. Pero creo que no en la forma en que tú esperabas. Y es lógico que Lancelot y Circe sean los dos personajes que más te intrigan, porque son los dos que parecen estar oponiéndose al mandato familiar... O eso parecía hasta ahora. El ataque a Hogsmeade... Lo pedís, lo tenés. Acá les dejo un par de fragmentos de lo que está sucediendo en el pueblo, aunque todavía nos queda ver la verdadera batalla, ¿no? Hemos visto un poco lo que ha estado sucediendo en la perifería. ¿Habrá caras conocidas entre los Rebeldes? Muchas. ¿Puede ser que Wence le pidiera a Hedda que se quedase en el castillo porque sospechaba que algo sucedería? ¡Sí, claro que sí! "Ningún Auror sobrevive solo", jeje. Parece que se ha vuelto como un lema para nuestros novatos, ¿eh? Y es que creo que expresa muchas cosas, sobre todo si tenemos en cuenta que lo escuchamos por primera vez de labios de Harry. Él nunca podría haber vencido a Voldemort por su cuenta. ¡Has citado a muchos de mis personajes en este review! "Hay un momento para ser valiente, y un momento para ser inteligente", una frase dicha por un Ravenclaw pero que tranquilamente podría haber salido de los labios de un Slytherin, ¿eh? Y es que creo que se necesita cierta inteligencia fría para enfrentarse a estas situaciones... Sobrevivir para pelear otro día, esa sería la idea. Sobre tus preguntas: ¿Hedda y Lancelot tuvieron relaciones? Sí. No es algo que vemos, pero es algo que se da a entender muy sutilmente a partir de esos comentarios. ¿Drake ya era auror en la Segunda Guerra? Sí.

Sandradelaoliva: ¿Así que crees que todo esto es una distracción para atacar Camelot? Bueno, podría serlo. Es decir, han sacado a todos los novatos. Pero Agamenon nunca dejaría Camelot desprotegido. Además de Pollux y Dorian, hay más aurores ahí. Y es un castillo poderoso, protegido por magia ancestral y por el poder de Escalibur. No es tan simple entrar a la fortaleza, y el Mago tiene ahora a prácticamente todas sus fuerzas desperdigadas por el Callejón Diagon y Hogsmeade... Pero sí puedo confirmar que no todo es lo que parece, y que existen intenciones ocultas detrás de estos ataques. ¡Las visiones de Lily! Vemos aquí desarrollarse una de las visiones de Lily, de una forma violenta y... decisiva para el personaje de Albus.

ejuarez. gt: hacía mucho tiempo que no recibía un reivew tuyo. Me alegra saber que, aunque no estés de acuerdo con muchas de mis decisiones en esta historia, sigues leyéndola. Soy consciente de que no puedo dejar a todos conformes con lo que escribo, y que muchos encontraran algunas partes innecesarias o no del todo agradables, o simplemente las odiarán, jaja. Pero bueno, mantengo la esperanza de que a pesar de ello se animen a acompañarme hasta el final de esta saga, con sus cosas buenas y malas. Por favor, no dudes en decirme las cosas que no te gustan, porque creo que uno puede aprender mucho de las críticas negativas cuando son expuestas de forma productiva. No trabajo con beta readers, lo cual significa que muchas veces se me traspapelan errores ortográficos o sintácticos. En los primeros libros tenía un par de betas muy buenos que me ayudaban, no solo desde las correcciones de escritura, sino también desde lo argumental, dandome sugerencias o consejos, o bien señalándome cuando algo no encajaba en la historia o en el personaje. Pero con el paso de los años ninguno ha podido mantenerse en el puesto, lo cual es lógico porque es una historia que ha tomado mucho tiempo y un trabajo así requiere de mucho compromiso que no puedo exigirle a nadie jaja. Es por eso que valoro mucho todo el feedback que ustedes, como críticos lectores, me puedan ofrecer (bueno y malo). Respondiendo a los puntos q enumeraste: 1. Intento actualizar lo más rápido que me es posible, pero he llegado a un punto en la historia donde tengo que ser muy cuidadosa porque todo es muy importante, y no quiero equivocarme. Y además, me suele tomar bastante tiempo responder a todos los reviews personalmente je. 2. ¿Qué nos traerán los próximos libros si la batalla ya empezó? Bueno, por eso no he revelado todavía los nombres de los próximos libros (sí, ya tengo los nombres para los dos!). 3. ¿Crees que la sangre clama por sangre? Bueno, Albus piensa un poco así, ¿no? Ve como un acto de justicia responder a la violencia con violencia, a la muerte con muerte. ¿Pagarán los lideres de la Rebelión por los crímenes que están cometiendo antes de que termine la saga? Ya lo veremos. 4. Contrarrestar el hechizo de las sombras y a los dragones nunca se había vuelto tan urgente, ¿eh? 5. ¿Es Mago es alguien totalmente nuevo o es un personaje que ya estuvo presente en la historia? Oh, vamos, no esperas que te responda esto de verdad, jaja. Lo siento, tendrás que esperar para saberlo. 6. ¡Harry ha evolucionado en su nivel de magia! Lo hemos visto en el libro pasado, cuando ha peleado contra Gemma Woodgate, y el hecho de que sea el jefe de los Aurores nos lo confirma. Cada vez que algún auror habla de Harry lo hace con cierta reverencia y un profundo respeto. E incluso el Mago de Oz lo considera su igual, su digno adversario. Pero veremos un poco más de Harry en acción, sobre todo en el próximo libro, si es eso a lo que apuntas. Aunque debo advertir que no soy fanática de hacer a Harry excepcionalmente poderoso. Creo que es un mago poderoso, sí. Pero no es Dumbledore, y su área de excelencia es la Defensa contra las Artes Oscuras. 7. Oh, una victoria para la Orden... Sí, yo también deseo darles una, jajaja. 8. ¿Que descubran a Cavenger? Ese tipo es escurridizo, y ha sabido posicionarse con mucha más cautela en el Ministerio que gente como Bradshaw. 9. ¿Que no muera Astoria? Bueno, no se si eso está verdaderamente en mi poder. Pero veremos qué sucede... 10. Que Lancelot tome el camino correcto es algo relativo. ¿Qué es lo correcto? A sus ojos, él está tomando el camino adecuado... O eso espera.

Wander Clearwater: Oh, ese pedido de Lancelot para que Hedda no fuera a Hogsmeade... Un pequeño anticipo de lo que sucedería aquí. Creo que todos notaron que algo no estaba bien ahí... La insistencia por parte de Lancelot era llamativa. Sabía algo, sí. ¿Por qué lo sabía? Bueno, este capítulo da un pista al respecto, pero profundizaré en ello más adelante. Naomi es mi personaje favorito de la Guardia de Oz, supongo que porque es la única mujer, y yo tengo una tendencia a empatizar con los personajes femeninos de las historias, incluso cuando son malas. Así que puedes imaginarte que llevo mucho tiempo esperando para poder mostrarla en todo su esplendor. Tiene un aire a Bellatrix porque ambas son personajes despiadados. Pero como bien señalaste, son diferentes a la hora de pelear. Bellatrix estaba desquiciada, enceguecida por el fanatismo loco, una explosión descontrolada de maldad. Naomi sabe perfectamente lo que hace, todos sus movimientos son calculados y precisos, y no la propulsa un fanatismo por la causa de la Rebelión ni un sentimiento de fidelidad o cariño hacia el Mago. A ella la motiva a avaricia y el odio (y eso lo iremos descubriendo con el correr de la historia). ¿Te gustó la katana de Naomi? Bueno, siempre pensé que debían de existir otras formas de canalizar la magia además de las varitas, y me pareció algo emblemático de la cultura japonesa. ¿Y si existieran magos y brujas samurais? ¿Guerreros entrenados en el arte de la batalla y la magia? Y así surgieron las katanas mágicas, fabricadas artesanalmente y con mucho esfuerzo, personalizadas para cada guerrero. ¿Por qué se presentaron meros civiles al ataque de Diagon? Jeje... Había algunos magos más competentes, pero sí, en su mayoría era gente poco entrenada en el duelo y la batalla. ¿Por qué? Porque la gente más entrenada fue enviada a Hogsmeade ;) La imagen pública de la Rebelión se verá un poco perjudicada por estos ataques, ya que civiles inocentes han quedado atrapados en medio del fuego cruzado... Pero ya conocemos la lengua astuta de Zafira Avery, quien seguramente encontrará la forma de tergiversar la historia a su favor. ¿Así que presentías que alguna de las visiones se haría realidad? Pues sí, diste en el clavo. A ver qué les ha parecido el resultado final jaja.

lulu0611: ¿quién dirige el partido político? Bueno, hasta ahora hemos visto como para visible a Zafira Avery. Al Mago le conviene operar desde las sombras. No puedes dirigir un partido político y pretender que la gente te siga si eres una figura oculta que nadie conoce verdaderamente. Pero al mantenerse al margen puede llevar a cabo acciones como estos ataques sin incriminar directamente al Partido político. Le permite operar en la clandestinidad y en la ilegalidad. El partido político puede decir que "avala" las ideas del Mago, pero no necesariamente tiene que estar colaborando en sus actos violentos. ¿Se entiende? Ha sido un lindo contraste el capítulo pasado ver las diferencias entre lo que sucedía en Hogwarts, donde todo parecía inocente y adolescente, y lo que está pasando en el mundo exterior, donde la muerte empieza a golpear. ¿Es Wence un adolescente con hormonas alborotadas que simplemente quiere pasar tiempo con su novia a solas? Bueno, sí. Pero claramente en este caso era simplemente una excusa. No podía decirle la verdad, ¿no? Imagina lo que Hedda habría hecho si lo hubiera sabido con anticipación... ¿Wence forma parte de la Rebelión? Creo que este capítulo deja una pista muyyyy importante que termina de responder esa duda. La muerte de Mufson desde los ojos de Quentin ha dolido... Creo que duele principalmente porque existe un vínculo paternal entre ellos, y durante todo el capítulo se hace evidente que Mufson quiere mantener a su Discípulo a salvo. ¡A mí también me gusta Naomi! Y no sé lo que eso dice de mi cEsomo persona pero no puedo evitarlo, jaja. Me gustan los personajes de mujeres fuertes y avasallantes, incluso si son malas. ¿Un duelo con Scarlet sería interesante? Yo creo que sería apocalíptico jaja. Un duelo con Zaira... Eso sería más balanceado, luz y oscuridad verdaderamente contrapuestas. ¿El Mapa de Londres? Fue idea de Harry! O más bien, fue algo inspirado en la creación de los Merodeadores. El mundo mágico parece haber quedado un poco desactualizado cuando lo comparas con el avance del muggle, y quise crearle una versión de un sistema de vigilancia similar a lo que encontraríamos en nuestro mundo con camaras, gps y celulares, pero si faltar al estilo de JKR. ¿Qué podría salir mal en el siguiente capítulo? Jajaja, pareces Jasper, porque sí, TODO. Veo que todos coincidían en que era el momento perfecto para que las visiones de Lily se hicieran realidad... Y tenían razón. Al menos una de ellas se ha "cumplido", en cierta forma. Veremos cómo sigue todo en el próximo cap!

BSCE: imaginé que disfrutarías de un poco más de acción. Las cosas venían demasiado tranquilas, ¿no? ¿Cómo reaccionará Albus ante esto? Bueno, hemos visto un poco de su reacción aquí. Claramente, su primer impulso era pelear, y posiblemente lo habría hecho de no ser porque le preocupaban sus amigos. Y cuando la situación se le presentó, lo vemos disfrutar de usar su poder, de poner en práctica todo ese entrenamiento... Y también lo vemos un poco despiadado, cediendo bajo sentimientos como odio y venganza. ¿Habrá alguna pista sobre el nombre del sexto libro? Pronto la revelaré... Pero creo que para cuando finalmente lo dé a conocer, no resultará ninguna sorpresa jeje.

Soar97: sí, Sophie ha aceptado con mucha más naturalidad el mundo mágico que Elektra. Es decir, a Eli todavía le "pesa" esta nueva realidad. Una parte de ella sigue sintiéndose como una extranjera, una intrusa en el mundo mágico. Y una parte de ella sigue extrañando y amando el mundo muggle. La transción no ha sido fácil para Elektra, y aunque le fascina y le atrae todo lo que representa el mundo de los magos, también le da miedo. Ella percibe el peligro que se esconde detrás de un poder así, y siente cierto temeroso respeto. ¿Drake era de tus aurores favoritos? Había algo en él que exudaba confianza y tranquilidad. Era experimentado, y su ausencia se hará notar en el Cuartel, sobre todo para Harry, quien recurría a él frecuentemente en busca de consejo. Sobre tus dudas respecto al trabajo de los aurores: al terminar la Tutoría, pueden convertirse inmediatamente en Mentores? Sí, podrían, aunque no es lo usual, ya que no suelen contar con demasiada experiencia como para poder trasmitirla a los novatos. En general, terminada la mentoría, los Aurores pasan un par de años ganando experiencia, y recién entonces empiezan a aceptar Discípulos. Y ser Mentor es algo opcional. Los aurores se ofrecen a actuar como Mentores de los nuevos reclutas. Y son los Mentores quienes eligen a quién quieren como Discípulo. Megara nunca ha sido mentora. No tiene la paciencia para enseñar, y la exaspera un poco tener que lidiar con rookies, jajaja. ¿El Jefe de Aurores asigna los compañeros cuando acaban la tutoría? Bueno, es relativo. Al principio, cuando recién comienzan, es el Jefe quien asigna los equipos, teniendo en cuenta compatibilidades y necesidades dentro del Cuartel. Pero los Aurores pueden pedir cambios, o solicitar un nuevo compañero, y muchas veces se realizan trasferencias a distintos sectores... Algunos aurores piden cambio a la división de Sabuesos (como Samantha), otros a la visión Homicidios (como Athos Goodwich). A veces los aurores mueren, entonces es necesario buscar nuevos compañeros. En el caso de Drake, él se ganó el derecho de elegir a su compañera después de la Segunda Guerra Mágica. ¿Naomi sólo puede ser derrotada por alguien con el mismo método de pelea con katana mágica? ¿O un auror o mago con talento podría derrotarla en un duelo? Oh, dios, has hecho una excelente pregunta que pensé que nadie haría, y que será importante en el futuro de la historia. Sí, un mago entrenado y habilidoso (como Harry o Scarlet) podría derrotarla... Pero es dificil, y tendrían mejores chances si tuvieran una katana. No sé si es la respuesta que esperabas, pero es todo lo que puedo decir por ahora jaja. Y si Naomi está en Diagon, ¿quién fue asignado a Hogsmeade? Jejeje... Ya lo verás! ¿Realmente crees que llegaremos a los 700 reviews? Supongo que eso depende más de ustedes que de mi, jaja.

Severus 8: ¿crees que son pocos reviews? Oh, yo siento que son más de lo que hubiera imaginado recibir cuando empecé esta historia, jaja. Respondiendo un poco a tu comentario: Lo de Astoria puede recordar a una enfermedad como ELA? Sí... O a una leucemia grave y progresiva. Una enfermedad crónica e impredecible, pero que progresa inevitablemente hacia la muerte. Aunque bueno, ya sabes lo que dicen: Todos estamos muriendo, la diferencia es que algunos no somos conscientes de ello (tétrico, no?). Querías respuestas sobre Lancelot... Te las he traído, jeje. Me debes una chocolatina. La tranquilidad de Lancelot frente a sus EXTASIS se puede interpretar de muchas formas ahora que hemos leído este capítulo... Tal vez él no estaba tan preocupado por sus exámenes porque tenía otras cosas ocupándole la mente. O tal vez porque sabe que su futuro no dependerá de los exámenes. ¿Así que ya predices una charla entre Lancelot y Hedda cuando toda esta lucha termine? Mmm... será interesante, cuanto menos. Lo del Mapa de Londres... No estoy segura de si es algo cannon o no, pero me pareció que la "tecnología" mágica se había quedado un poco desactualizada para el 2021, teniendo en cuenta que los muggles cuentan con gps, camaras satelitales, internet, telefonía móvil, y cientos de otras tecnologías avanzadas. Así que decidí darle un toque y traer una versión "mágica" de un sistema de vigilancia más moderno, con mapas y formas de rastreaar lo que sucede, y también algún método de telefonía móvil para comunicarse de forma más veloz... Su versión de los teléfonos, pero en lugar de usar señal satelital, usan polvos flú. Sin duda es una idea que podría desarrollarse en mucha mayor profundidad y de mejor forma, pero bueno... Mi creatividad tiene un límite. ¿Te gusté el vacile que el hizo Harry a Naomi con lo de la mensajera anterior? Bueno, Harry siempre tuvo ese caracter picante y medio descarado, y me gusta traerlo a colación cada tanto. ¿Tú también quieres ver a Naomi y a Scarlet enfrentadas? Uf... Estan todos locos por pedir algo así jaja. Hablando en serio, gracias por lo que escribiste sobre las escenas de acción del capítulo pasado. Es verdaderamente complejo lograr plasmar en palabras las imágenes que tenemos en nuestra mente, y los capítulos que incluyen mucha acción son los que más me cuesta escribir, justamente porque muchas veces no me siento del todo conforme con los resultados, y vuelvo a re escribir la escena una y otra vez. ¿Asi que crees que la visión de Felicity sucederá si o sí? jeje, ya veremos. Por el momento, hemos visto a Albus con su instinto asesino a flor de piel. ¿Crees que el Mago atacará personalmente el Minsiterio de Magia? ¿Y prevees que no habrá un sexto curso en Hogwarts? Oh, bueno, estás más apocalíptico que nunca. Tu idea de que el final de la guerra sea en América es tentadora. Es decir, yo soy latina (y a mucha honra) así que puedes imaginarte que la idea me resulta terriblemente tentadora. Lo que sí puedo confirmar es que volveremos a escuchar hablar de América, y también volveremos a ver un poco del mundo mágico de ahí.

Breleth: Oh, en esta historia no puedes distraerte porque cualquier cosa puede suceder en el transcurso de un par de capítulos jaja. En el callejón, Mufson muere, pero Quentin y Megara no salen ilesos. Ambos terminan gravemente heridos y en San Mungo. Ha sido un golpe fuerte para ese equipo. Y sí, esa escena viene a reflejar un poco que el riesgo de muerte es REAL, incluso entre los magos experimentados. No hay piedad, ni segundas oportunidades. Cada pelea puede ser la última, y para muchos, lo será. ¿Las muertes van a tener un significado? Bueno, en mi historia, sí. No quiere decir que literal todas las muertes esconderán un mensaje profundo, pero sí creo que cuando uno mata personajes tiene que hacerlo con un objetivo, no simplemente el deseo de generar caos en la historia y "preocupar" al lector. A veces, el motivo detrás de una muerte es simplemente mostrar la crueldad de la guerra... Gente inocente que muere durante una batalla, por ejemplo. Pero creo que puedo asegurar con un 99% de seguridad que las muertes de mis personajes no serán "porque me dio la gana matar a alguien". En el cannon de JKR los hermanos Scamander son gemelo: sí, lo sé, jeje. Es uno de los detalles en que mi historia discierne del cannon de JKR, pero no fue algo intencional. Cuando empecé a escribir Los Guardianes Negros, no sabía que Lysander y Lorcan eran hermanos gemelos. Me enteré más adelante, y para entonces, ya había dado forma a los personajes y sus amistades, y no quise cambiarlo. Me gusta la idea de que Lorcan sea amigo de James y Lysander de Albus.

229: ¡Harry sacrificando Camelot! Eres una de las pocas personas que lo ha expresado así! Porque es un sacrificio. Harry ha tomado una decisión radical, ha llamado a pelear a novatos que todavía no han completado siquiera un año de entrenamiento. Es una jugada desesperada que se ve forzado a hacer porque el Mago de Oz lo ha acorralado atacando en dos lugares al mismo tiempo. ¿Qué van a hacer Harry y Ron? Bueno, ya lo descubriremos en el proximo capítulo, con un poco de suerte. ¡Todos reclamaban que alguna de las visiones de Lily se hiciera realidad! Y sí, de alguna forma, el ataque era predecible... Quieren levantar el Estatuto, revelar el mundo mágico... ¿o no? ¿O buscan algo más? La muerte de Drake es un golpe duro, no solo para Quentin y Megara, sino que lo será también para todo el Cuartel. Él era uno de los más veteranos, una leyenda que había peleado en la Segunda Guerra y ayudado a capturar a muchos mortífagos en los años subsiguientes. Su ausencia se sentirá en el Cuartel. ¿Hay alguien más de la Guardia de Oz en Hogsmeade? Sí, hay alguien más. Ya lo verás. ¿Cuál es la barrera más importante a derribar para el Mago? Mmm, en el fondo, da lo mismo. Basta con derribar una sola para exponer el mundo mágico ante los ojos de los muggles y desatar un desastre. ¿Esta batalla es el cierre del libro? Algo así... Todavía me quedan un par de aces bajo la manga antes de dar esta historia por terminada, pero ya no queda mucho... ¿Me costó mucho escribir el capítulo 42? No te das una idea. Lo edité y releí incontables veces, y finalmente, tuve que decidir fraccionar la batalla de Hogsmeade en más de un capítulo para sentirme satisfecha con lo que estaba entregándoles. Espero que les guste.

MA154: que bueno tenerte de vuelta, y justo para el final! :) Efectivamente, no siempre todo le sale bien a las personas buenas, por más que nosotros deseemos que sí. Y así es un poco en el mundo real. A veces la gente mala se sale con la suya... Y es más difícil siempre pelear desde el lado de la "luz" porque uno está mas limitado por lo que es correcto e incorrecto. Mufson era el único viejo auror de la antigua generación en el Cuartel? No, todavía quedan un par más... Pero la mayoría se han retirado, y unos pocos han vuelto como Dorian Fungbury para ayudar en esta época de crisis. Pero Drake era uno de los más comprometidos con la fuerza de Aurores, y uno en los que Harry más confiaba. Ser Mentor es un trabajo difícil, y existe una razón por la cual Harry no acostumbra a tomar Discípulos: él ya carga con la culpa de muchas muertes en su espalda, y cuando uno acepta ser mentor de un novato, es responsabilidad del Mentor cuidar de que nada malo le pase a su discípulo. Los vínculos entre Mentor/discípulo suelen ser muy estrechos, y sí, se sufre mucho cuando uno muere. Harry no habla mucho de su discípulo muerto, y desde entonces no ha vuelto a tomar a nadie bajo su tutela. ¿Quien fue el mentor de Harry y Ron? El de Harry fue Ambrose Gray, un Auror que peleó durante la Segunda Guerra y dirigió el Equipo que se encargó de perseguir a los últimos mortífagos que quedaron prófugos luego de la muerte de Voldemort. Falleció en combate también (una historia para otro momento). Y el Mentor de Ron... Fue Drake Mufson, de ahí que Harry y Ron confiaran tanto en él. Así que será un golpe fuerte también para Ron. ¿Cuántos de los personajes que queremos saldrán heridos en esta batalla? Bueno, eso depende de cuántos personajes quieras! jaja. Pero diría que... varios. ¿Llegarán a presentarse a los TIMOS? creo que en este momento tienen la mente ocupada con cosas más graves jaja. Cuando dije que el Mago no recluta "estudiantes", en realidad, me refería a que no recluta "menores de edad" (recuerda que la mayoría de edad se alcanza a los 17). Pero aún así, sí, claro que los hijos de la Rebelión pueden enterarse de algunas cosas, así como también pueden trasmitir información desde el interior de Hogwarts a sus padres, sin necesidad de que eso implica que son miembros de la Rebelión oficiales. Y el Mago también cuenta con que, eventualmente, esos jóvenes se unan a sus líneas.

Reinier: ¡qué velocidad! Ya me has alcanzado, felicitaciones. Lo que ha sucedido con Lily es MUY GRAVE. Es evidente que ni ella ni Albus son del todo conscientes de las consecuencias que esto puede acarrear y el riesgo verdadero que implica para ambos. Pero bueno, es algo típico de la adolescencia, creer que uno "sabe mejor" que los adultos. ¿Fanático de Rose y Scor? Entonces creo que la habrás pasado muy mal con este capítulo, ¿no? Espero que sepas disculparme por lo que está sucediendo y lo que sucederá en el futuro. Y ya que tú has compartido un poco de tu vida personal, yo también compartiré algo contigo. Sufro de una marcada hipermetropía y astigmatismo desde muy pequeña, y como consecuencia de un retraso de la detección de la misma, he quedado con una visión bastante disminuida de uno de mis ojos que no se puede corregir ni quirúrgicamente ni con anteojos. Y si bien soy consciente que eso no se acerca ni remotamente a lo que es la ceguera, al menos me ha permitido empatizar con aquellos que tienen problemas visuales u otro tipo de discapacidades. Thomas viene un poco a romper los esquemas y a mostrarlos que hay gente diferente a nosotros, y que en esas diferencias es donde está la verdadera belleza de la vida. Gracias por compartir tu historia conmigo, y sólo espero que mi personaje de Thomas sea digno de merecer un lector como tú.

N. T. R : Jajaja, te he asustado con mi mensaje final de que no me odien? Bueno, espero que no lo hagan, sinceramente. Por varios motivos, pero principalmente porque este será otro capítulo en el que quedamos con la intriga de cómo se resolverá el conflicto en Hogsmeade. ¿Verdad que fue un contraste fuerte el de los chicos estudiando pacíficamente y luego el caos y la muerte en Diagon Alley? Gracias por apreciarlo.

anilem12: casi que te quedas sin que te responda el review! Estaba a punto de actualizar cuando me llegó tu comentario y el de otra lectora, sobre la hora jaja. Pero aquí estamos. Tu teoría con Malagoniano... muy acertada finalmente. Lancelot sabía lo que iba a pasar... ¿por sus contactos? Bueno, parece ser mucho más que simplemente un "mensaje" que recibió de sus padres o de sus amigos... Ya lo veremos. Pero la conducta distante y abstraida que venía teniendo Lancelot, su intervención durante la pelea de Albus y Portus, su insistencia en que Hedda no fuera al pueblo... Todo parece empezar a cobrar sentido. Todavía quedan un par de cosas por decir de Lance, así que aguanta ahí que pronto terminarás de entenderlo (o no). En cuanto vimos la escena relatada por Quentin se podían barajar dos opciones: o moría Quentin, o su mentor. Bueno, podrían haber sobrevivido ambos, claro. Pero se podía palar en la narración que ALGUIEN iba a morir, no? La idea del Velo... No no es mía. Creo que es Cannon, aunque nose si JKR lo menciona bajo ese término. Y si no es cannon oficial, es un headcannon compartido por muchos jaja. Es decir, todos sabemos que hay muchas barreras protegiendo lugares como Hogwarts o Hogsmeade que previenen a los muggles verlos o acercarse, y que repelen todo tipo de magia peligrosa. El Mapa de Londres sí, está inspirado en el Mapa de los Merodeadores... Es una idea que no está demasiado bien desarrollada en el capítulo, pero se me ocurrió que era algo que una persona como Harry habría intentado implementar en el Ministerio de Magia para poder vigilar mejor a la comunidad mágica, y detectar con mayor facilidad el uso de magia oscura, etc etc. Y por primera vez en toda la saga, veremos a prácticamente todos los "subgrupos" de la historia interconectándose en Hogmseade: los estudiantes, los aurores, la orden del fénix, la Rebelión, Camelot... Y es por eso que elegí contar estas escenas desde múltiples puntos de vista al mismo tiempo (y también es la razón por la cual me estoy demorando bastante en publicar jaja).

karybust1126: perdón! Me he demorado un poco más con las últimas actualizaciones de lo que los tenía acostumbrados, pero es que son capítulos más complejos y soy muy exigente conmigo misma cuando se trata de escribir escenas de acción, jaja. Sin dudas, era sospechoso que Lancelot insistiera tanto en que Hedda no fuera al pueblo... Y viniendo de un personaje que nos ha tenido en vilo durante toda la saga, no podíamos más que sospechar que algo malo iba a pasar. ¡Y con justa razón! Es verdad, Albus no estuvo en el núcleo de la acción en libro pasado, y eso lo ha dejado un poco "sediento" de batalla, cosa que vemos con claridad en este capítulo y en sus deseos de pelear. ¿Te preocupa ver a Albus en acción? Si algo hemos aprendido en los últimos libros es que, cuando se trata de Albus y la magia, se vuelve impredecible y peligroso. ¡Gracias por los halagos y las felicitaciones! Y ojalá disfrutes de este nuevo capítulo tanto como yo disfruté escribirlo (porque sí, soy así de masoquista).

Aguardo ansiosa sus comentarios!

Saludos,

G.