¡HOLAAAAA!
Sí, aquí estoy otra vez. No es una ilusión... ¡jajaja!
Me di cuenta de que pasábamos de los 500 reviews, y ya que tenía el capi listo, quise daros un agradecimiento. Además, en el capi anterior, hubo ¡17 comentarios! Y eso, me ha hecho muchísiiiiiiima ilusión, llenándome de inspiración.
Además, he visto comentarios de chicas que solo habían escrito una vez, y otras que han comenzado a ser "fieles comentaristas". A parte de comentarios super largos y reflexionados... Por todo esto, solo puedo deciros:
¡GRACIAS!
¡MUCHÍSIMAS GRACIAS!
Jade HSos - Nancygov - PaolaValencia - piligm - PanchiiM - Mapi (invitado) - DanitLuna - magic love ice123 - Maya Masen Cullen - pax399 - alicecarolina11 - Flor Mcarty - mrs puff - cavendano13 - Adriu - Wenday 14 - nydiac10 - sollpz.1305 - Andre22-twi - bbluelilas - Dulce Carolina - Chikkita - Shinigami Cullen Grey Darcy - ALBANIDIA - cary (invitado) - anlucullen - ori-cullen-swan - weirdandmore - saraipineda44 - AleCullenn - Annie Stewart - fernyyuki - Adriana Molina - alo-star - Dianita Robles (invitado) - Esal (invitado) - Mitzuki19 - Andreina (invitado) - Paula FP13 - Andrea Ojeda (invitado) - Mar91 (invitado)
Hoy, he querido hacer una mención a todas las que habéis comentado, aunque fuese una vez. Siento mucho, que algunas no comentarais más... Imagino que seguís leyendo, por las visitas que tiene el fic.
OS ANIMO A DEJAR ALGUNA PALABRA.
·
RESPECTO AL FIC...
Muchas tenéis una idea de cómo será el momento del parto. "De que Edward llegará cual caballero a salvarla..." Bueno, pues aquí os dejo el capítulo del parto, a ver qué os parece.
CAPÍTULO 42
10 semanas + 5 días
75 días
1800 horas
Seattle
- Hemos mirado las ciudades más grandes, cerca de Forks. Pero en ninguna hay ni el más mínimo rastro de Bella. ¿Dónde se habrá metido esa chiquilla? - Esme estaba desesperada.
Al igual que el resto, tenía la sensación de tener a Bella más cerca de lo que pensaban y eso la desesperaba más.
- Siete vampiros, y no somos capaces a encontrar ni el más mínimo rastro. - Jasper estaba totalmente frustrado, mirando el mapa ampliado del estado de Washington.
- ¿Y si se ha alejado un poco más? - Señaló Rosalie. - Estáis obcecados en que tiene que estar por aquí y realmente no tenéis nada consistente que sostenga la hipótesis de Edward. - Miró para su hermano, el cual fruncía la boca.
- Sí, tienes razón. Realmente, todo esto es una hipótesis.. Pero… Tengo la sensación de tener la solución enfrente de mi cara y no verla. - Edward se llevó ambas manos al pelo, desesperado.
Si fuera humano, su nivel de estrés de estas últimas semanas, lo hubiera fulminado de un infarto.
- Ampliemos un poco más el mapa. - Insistió Emmet. - Yo creo que tu idea, es más que una hipótesis. Bella es una superviviente. Tu mejor que nadie lo sabes, que has escuchado sus pensamientos. - Le recordó a Edward - Desde que pasó de su abuela, mandándola al carajo, ha tenido que valerse sola y sin medios.
- Yo opino como Emmet. - Apoyó Carlisle. - Ella ha tenido que sopesar que pueda pasarle algo, y nos tendrá localizados. Sabe como ponerse en contacto con nosotros. Tiene que estar cerca. Más de lo que pensamos. - Meditaba en voz alta, mostrando su apoyo a la teoría de Edward.
Carlisle, como médico, como vampiro más antiguo y el que había convertido a otros, sabía lo importante que era encontrar a Bella antes de que alumbrara. Aunque Bella no quisiera ser transformada, el que él estuviera con ella, en esos momentos, podía significar la diferencia entre que ella muriera o sobreviviera.
- Pero más lejos… ¿fuera del estado? No puede estar a más de dos horas… El bebé viviría mucho más de ese tiempo solo, pero eso ella no lo sabe. Supondrá que necesitará atenciones casi inmediatas. - Jasper gesticulaba, exasperado, en dirección a Rose.
- Estamos planteándonos esto desde una perspectiva equivocada. - soltó ella de forma tranquila. Todos los presentes se voltearon a atender a su explicación. - Edward… - ambos se miraron - Imagínate por un momento esto:
Bella te llama, o te envía un correo, un mensaje… lo que sea, diciéndote que acaba de dar a luz y que cree que va a morir. - Edward cerró los ojos con fuerza. - Bien, ya te lo estás imaginando - soltó Rose con su frialdad habitual - Y que está a… - pensó medio segundo - 4 horas de aquí. ¿Qué harías? - Rose le alzó las cejas, esperando que su hermano dejara a un lado sus sentimientos y se pusiera a pensar y organizar.
- Mirar un avión.
- ¿Un… simple avión? - Ladeó la rubia la cara, mirándolo suspicaz.
- Lo alquilaría… Sería capaz de comprar uno… - Rose abrió los ojos, mientras sonreía y asentía.
- ¡Ahí lo tienes! - gesticuló entusiasmada. Conocía bien a su hermano, y sabía que necesitaba motivación para que su brillante mente se activara como era debido.
Todos pestañearon sorprendidos. Claro que harían lo que fuera. Comprar, alquilar, robar… incluso matar, si hiciera falta, con tal de tener una sola posibilidad de llegar a tiempo para salvar a Bella, y rescatar al bebé.
- Eso nos da mucho más margen, entonces. - Suspiró con cierto agotamiento Jasper. - Puede estar a 5, incluso 6 horas de avión.
- No. - Alice que no se había pronunciado hasta ese momento, se levantó acercándose a Edward. - Está más cerca - Edward asintió tímidamente - Aunque ella sabe que haríamos lo que fuera por darnos prisa, no está tan lejos. No se arriesgaría… No por ella, si no por el bebé. No he visto nada, - aclaró - Sigo completamente ciega, pero… lo siento aquí - se señaló el corazón. Edward le dedicó una mirada compasiva, mientras asentía.
A él le pasaba igual. No tenía pruebas, pero lo sentía dentro de su corazón.
Edward dejó vagar su mirada, a la nada.
En su paseo visual, enfocó el mapa que tenían aumentado y pegado en la pared del salón de la casa rentada en Seattle, y con su finísima vista, distinguió un nombre que quedaba justo en una esquina del mapa, pasando completamente desapercibido. Por un error en la ampliación del mapa y, suponía, de la impresión, el nombre, que debería ser más grande, había sido impreso en letra pequeña; como si fuera un pueblo, cuando era una ciudad. Una ciudad grande.
- ¡Portland! - Casi gritó, girándose hacía la familia.
Se volatilizó delante del mapa y Portland quedaba justo en la esquina del mapa que habían imprimido. Y por lo que debió ser un error de impresión, el nombre, quedó impreso más pequeño.
- Tiene que ser Portland. Es grande y tiene mucha zona a las afueras poco pobladas. Con muchas ganaderías que ocupan varios acres de terreno, separando unas casas de otras. - comentaba mientras señalaba con el dedo la ciudad. - Está justo en el borde del estado… - con su dedo, dibujó una línea entre Forks y Portland. - Alice… Busca por internet medios de transporte de Seattle a Portland. El más rápido. - Puntualizó.
- Ya lo estaba buscando - le alzó los ojos, mostrándole el móvil - En avioneta se puede hacer el viaje en unos 20 minutos. - Contestó intentando aguantar la risa de emoción. Sus ojos brillaban como dos luceros.
- ¡Ahí lo tienes! - Exclamó Rose. - En avioneta, estarías en unos 30 minutos a su lado. 45 de forma humana.
- Eso es lo que ella calculó. - Comentó Jasper más animado. - Está justo al borde del estado de Oregón, fuera del estado de Washington, donde supuso, nosotros miraríamos.
- ¿Quién supondría algo así? - Meditó Esme, perpleja.
Edward se giró para encarar a su hermana Rose, la cual se había acercado a él, y la abrazó. Esos gestos entre ellos, no se daban nunca. Esa debía ser la tercera vez que se abrazaban en los 90 años que llevaban juntos.
- Gracias por abrirme los ojos. - Le sonrió tierno.
- Cuando gustes. - Aunque el tono de Rose fue chistoso, no pudo evitar que alguna connotación más emotiva, saliera de sus labios.
- Tengo unas maletas listas, por si teníamos que salir de estampida. - anunció Esme también muy emocionada - Así que… ¿a qué esperamos? - Apremió. La luz habitual de su rostro, marchito en las últimas semanas, había vuelto de golpe a iluminarla.
- Déjame que reserve la avioneta. - Carlisle tomó su móvil y marcó el número que buscaba.
- Esta Bella es tremenda - Reía Emmet. Edward lo miró con el ceño fruncido, no muy de acuerdo por con la forma de alabarla de su hermano. - Puedes mirarme como quieras, pero has de reconocer que lo tenía todo muy bien pensado.
Alice y Jasper asintieron, estando muy de acuerdo con Emmet. Edward resopló pero no dio el dedo a torcer.
Aunque en el fondo, claro que le daba la razón a su hermano. Bella los había burlado durante semanas, y había realizado una planificación digna de una vampira experimentada.
- ¡Listo! Salimos en 20 minutos. - Anunció Carlisle, el cual estaba igual de emocionado que el resto. - Voy a recoger unas cosas médicas y nos reunimos en la puerta en 5 minutos.
Edward se acercó a él, de forma sigilosa.
- ¿Qué cosas? - Le preguntó preocupado. Carlisle suspiró.
- Quiero estar preparado para encontrarme lo que sea. - Miró fija e intensamente hacía su hijo. - Desde tener que curarla de forma humana, a convertirla de forma apresurada y la última opción, que ni yo quiero decir en voz alta, ni tu escuchar.
"Muerta"
Carlisle no fue ni tan siquiera consciente de haberlo pensado, ya que intentó no hacerlo. Pero Edward estaba atento, y distinguió la palabra por encima de otras con las que su padre quería engañarlo.
Giró la cara, y apretó los ojos y la boca con fuerza. No quería ni pensar en que esa posibilidad pudiera darse.
- Edward. - Carlisle apoyó su mano en el hombro de su hijo, apretando - Estoy seguro de que no ha pasado nada, porque no hemos recibido ningún mensaje de Bella. Por las cuentas, aun le queda casi una semana para cumplir las 14 semanas de gestación. Aferrémonos a eso. - Edward asintió, apretando con su mano, la de su padre que seguía sobre su hombro.
- Si. Tienes razón. - Sonrió, algo forzado. Pero debía hacer el esfuerzo de sentir ánimos. De sentir esperanza.
Tal como su padre le recordó, nadie había recibido ningún mensaje de Bella.
Palpó su móvil, comprobando que lo tenía dentro de su chaqueta y lo tomó entre sus manos. Justo en ese momento, el sonido de una notificación de un correo electrónico entrante, sonó, dejando a toda la casa paralizada, mirando hacía el móvil de Edward con pavor.
Enviado por: Isabella Swan
Recibido por: Edward Cullen
"El bebé ha nacido"
10 semanas
70 días
1680 horas
"10 de Marzo de 2020"
Portland. 5 días antes.
Bella llevaba un par de días sintiéndose extraña. Sabía que el bebé… que Edythe (Aydith), no le estaba transmitiendo ningún deseo; era una sensación que le mandaba su cuerpo.
"Creo que el parto está cerca… Muy cerca" Pensó intentando no entrar en pánico.
Pero estaba asustada. Mucho.
Ya no por el hecho de morir, que también, si no por no estar con su niña. Por no verla crecer, por no poder amarla, por no compartir su vida con ella. Con su bebita, que era un auténtico milagro.
Buscó en internet y encontró la manera de programar un correo electrónico para que se enviara a un hora y día determinados.
Estuvo durante horas, incluso cuando ese sueño profundo e inevitable de las embarazadas comenzó a cerrarle los ojos, la mantuvo en vela más de lo habitual, pensando en qué poner en ese correo.
El sueño al final, la venció. Y cuando despertó a la mañana siguiente, con una inspiración que no supo definir de dónde había salido, supo exactamente qué hacer.
Escribiría dos correos. Con dos horas de margen entre uno y otro.
No estaba segura, por supuesto, pero algo le decía que los Cullen debían seguir en Seattle, ya que Jake le había vuelto a escribir hacía tan solo un par de días, diciéndole que no habían regresado a Forks.
Eso significaba que estaban a 20 minutos en avión de ella.
Por su curso de Matrona, sabía que un bebé podía estar hasta 6 horas sin comer, sin ocurrirle nada; eso en un bebé humano.
Ellos llegarían mucho antes de eso.
Ahora lo que debía hacer, es tener un plan de fuga preparado.
·
Tenía pensado quedarse ahí durante los primeros días tras el parto, siempre siendo positiva, en que el alumbramiento saliera bien; que eso, dicho de otra forma, era que ella sobreviviera.
Tenía ciertos sitios en mente, así que no tuvo que ponerse a pensar de cero, eso, en esos momentos hubiera sido agotador. Y energía era lo que no tenía desde hacía dos o tres días.
Reservó un pequeño apartamento, pagándolo por adelantado. Así tendría un sitio donde poder quedarse, si debía salir en estampida.
Cargó el coche con comida, ropa y algunas cosas del bebé.
Durante el resto de la mañana, las molestias que sentía en su vagina, las cuales ya había notado alguna vez durante los anteriores días, se potenciaron, convirtiéndose en dolor y su frecuencia también aumentó alarmantemente.
Intentó comer algo, pero no le entraba nada. No porque realmente estuviera revuelta, si no porque tenía tantos nervios, estaba tan asustada, que tenía el estómago cerrado.
- Edythe… - la llamó, y el bebé se movió, muy, muy suave - ¿Vas a nacer hoy? Necesito que me des una pista… - Gimoteó, con la voz entrecortada, y los ojos abarrotados de lágrimas.
Esa debía ser la décima vez que se lo preguntaba en cuestión de unas pocas horas, y Edythe, no "contestaba" nada.
Solo hacía leves movimientos, para darle a entender a su madre que estaba "bien". Pero desde la noche pasada, no le había transmitido ninguna sensación.
·
Con un brote de energía, debida a la tensión y los nervios, Bella comenzó a ordenar la pequeña casa, al igual que si se fuera a ir en ese mismo momento.
Todo lo que quería llevarse, ya estaba empacado en el coche, así que metió en un par de cajas lo que iba a dejar, por el hecho de que la casa quedara ordenada.
Un dolor fortísimo, le cruzó la columna vertebral dejándola sin aliento durante unos segundos, sintiendo a su vez, un dolor constante en su vagina, obligándola a inclinarse ya que no se tenía en pie.
Tras un minuto, se sintió algo mejor, entonces, un sentimiento la invadió por dentro. Era algo extraño, difícil de explicar. Como si de pronto supiera lo que tenía que hacer.
Se armó de valor, sacándolo de no sabía donde, se puso derecha, inspiró hondo, cuadro los hombros, y se infundió ánimos a sí misma.
"Preparémonos"
Comprobó que los utensilios médicos estuvieran bien ordenados en la mesita y, se la llevó al salón.
Encendió la chimenea, se aseguró que las ventanas y contraventanas estuvieran bien cerradas. Cubrió la alfombra con un plástico y este a su vez, con otra manta y varias toallas.
Tomó un par de biberones y los preparó. Los calentó más de lo debido, para que conservaran algo de calor. Si algo le pasaba, por lo menos que el bebé tuviera los biberones al alcance. Era absurdo pensar que un recién nacido, podría tomar solo un biberón, pero su hija era de todo, menos normal.
Programó los correos electrónicos y se tumbó, rodeada de cojines, en el suelo.
·
Los dolores de las contracciones fueron a más; tanto en intensidad como en frecuencia. Hasta que al cabo de una hora, el dolor se volvió constante. No había contracciones, sino que era un dolor fijo, como si algo estuviera rompiéndola; rompiéndola por dentro.
Se desnudó y se colocó más inclinada.
- ¿Necesitas que te ayude? - Jadeó - Házmelo saber de alguna manera… ¡Ayúdame a ayudarte! - Gritó desesperada.
Tenía la cara empapada en sudor. Su respiración era jadeante. Sus pulsaciones estaban disparadas y… estaba muerta de miedo.
Pero lo tenía controlado. No había entrado en pánico, como había supuesto. Estaba rota de dolor, pero se sentía consciente y concentrada.
Entonces, al fin, Edythe se comunicó con ella, haciéndola sentir una intensa necesidad de empujar. Y así hizo. Se puso de rodillas, a cuatro patas, y empujó.
Empujó con todas sus fuerzas, aun sin saber de dónde las sacaba, ya que el dolor había alcanzado un punto inhumano.
Tenía todo su cuerpo bañado en sudor, y escupía oleadas de saliva cada vez que respiraba. Ya que cada vez que empujaba, sentía como si un cuchillo estuviera cortándola por dentro.
Por un momento dejó de empujar, agachando la cabeza, respirando.
Le daba pánico volver a empujar ya que sabía el dolor agónico que vendría, pero si no lo hacía, ayudando así a su bebé a salir, ella lo haría sola y algo le decía que sería peor.
Se armó de todo su valor, tomó una gran inspiración y volvió a pulsar con fuerza. El dolor está vez fue tan terrible que deseó la muerte.
- ¡Ahhhhhhhhh! - Gritó no pudiendo evitarlo.
Las piernas le fallaron, cayendo de lado. Miró hacía abajo, y entre las lágrimas que arrollaban sus mejillas, pudo ver como las toallas bajo ella, estaban empapadas en sangre.
De entre sus muslos salía, en un hilo constante, su líquido rojo de vida.
- Por favor… Por favor… Dios - suplicó - Déjame al menos verle la carita. - Gimió, llorando.
Sintió como su cuerpo le pedía volver a empujar, y con gran dolor en el corazón, casi más que el físico, volvió a hacerlo.
Sus caderas se abrieron, lo supo porque escuchó perfectamente a sus huesos romperse, y como su vagina se abría, desgarrándose.
- ¡AHHHHH! - Gritó, perdiendo la voz y dejándose caer, apoyando sus brazos y cabeza en el suelo. - No... puedo...
Bajó la cabeza y vio como el hilo de sangre de hacía un par de minutos, ahora era un arroyo que bajaba con rapidez.
- Dios mío… Dios mío… No… - Gimió.
Su cuerpo volvió a decidir por ella, y con un brote de adrenalina, volvió a empujar con fuerza. Sintiendo como se le iba la vida. Estaba desgarrándose por dentro. Todos los músculos y huesos de su pelvis, se desgarraban y rompían en cada empujón. Y ahora, con esa pérdida de sangre tan constante, sabía que le quedaban minutos de vida. Pronto, demasiado, su corazón fallaría.
Pero de igual manera, entre el inhumano dolor, pudo sentir una leve sensación de bienestar, de liberación, y como algo caía entre sus piernas.
El bebé había salido. Edythe estaba fuera.
- ¡Oh, mi niña! - gimoteó, mientras le arrollaban lágrimas de emoción.
La tomó en brazos y cortó el cordón, haciéndole un nudo tal como había aprendido.
Atrapó un paño y le limpió la carita, que estaba cubierta de sangre. Todo esto lo más rápido que pudo, ya que no quería morir sin verle la cara a su niña.
Una vez limpia, de la boca de Bella, salió un jadeo involuntario.
La niña, era clavada a Edward. Un calco. Incluso acabada de nacer, hinchada y con los ojos achinados, y cerrados, era igual que su padre.
De ella, se parecía en la nariz, alargada y un poco regordeta en la punta.
Edythe abrió los ojos, y miró fija y directamente a su madre, dejándola pasmada.
- ¿Verdes? Tienes los ojos verdes… - murmuró fascinada. - Eres tan preciosísima… Te quiero mi vida… Te he querido desde que supe que estabas dentro de mí. - Jadeaba, sin aire; pero necesitaba decírselo. Que su hija lo escuchara.
Edythe, como si la hubiese entendido, que así fue, sonrió.
Bella, aun estando alucinada, le devolvió la sonrisa.
La tapó con una mantita rosa y se dejó caer entre los cojines con su bebé en los brazos. Tomó uno de los bibis, y se lo puso en la boquita a Edythe. Acurrucándola, transmitiéndole su calor, su amor y su olor maternal. Pero no se aguantaba más erguida. Sentía como las fuerzas se le iban, y como su vista le hacía "zoom", oscureciéndose cada vez más.
- Lo siento… Siento no tener más fuerzas. Te querré siempre…
Y la oscuridad se la llevó.
10 semanas + 5 días
75 días
1800 horas
Seattle
Tras medio segundo de asimilación, la casa Cullen se convirtió en un gallinero. Todos gritaban, todos se movían formando borrones, hasta que Carlisle tomó el control de la situación:
- ¡Parar! - Alzó el tono, haciendo al resto quedarse quietos, mirándolos. - Estar tranquilos. - Los miró fijamente a todos, para acabar posando su mirada en Edward. - Si ha enviado este mensaje, es que todo ha salido bien. - Movió las cejas, ayudándolos a ver lo obvio; sobre todo Edward, que estaba desencajado - Que ha dado a luz de forma normal, y está bien.
Todos respiraron profundo, dejando a su mente vampírica reflexionar sobre lo que Carlisle decía.
- Tienes razón - Asintió Jasper. - Si algo, grave, hubiese pasado habría mandado otro mensaje. Daría señales claras de dónde está.
- Rosalie - El tono de Edward le heló la ponzoña a la nombrada - Rastrea ese email. ¡Ahora! - Gruñó con la voz helada. Tétrica. Rose asintió, encogiéndose de hombros.
Ninguno necesitaba tener el don de Jasper para saber cómo se sentía Edward.
Él estaba dolido, estaba hundido… Pero en esos momentos estaba encolerizado.
Su mirada estaba tan llena de odio, que aterraba mirarlo a los ojos.
- Hijo… tranquilo - lo calmó Carlisle, situándose a su lado.
- ¿Tranquilo? - Escupió como si fuese un insulto. - ¿En serio me dices que esté tranquilo? - Miró hacía su padre con los ojos inyectados en veneno. - Ha dado a luz, a "mi" - Recalcó - hijo. Y me envía ese correo. Sin ningún dato más, sin explicar nada… Ni tan siquiera sé si es un niño o una niña… ¡Nada! - Gritó, haciendo estremecer a toda la familia.
- Se que no ha estado bien. - Carlisle suspiró. Su hijo tenía razón, pero entendía el punto de Bella. Pero también sabía que ese, no era el momento adecuado para recordarle a Edward porque ella se fue.
- Edward, la encontraremos. - Sentenció Rosalie. En esos momentos era su mayor defensora. - Y recuperaremos al bebé. - Su voz era igual de fría que la de su hermano. Él asintió con un movimiento enérgico de su cabeza.
- Edward. - lo llamó Emmet. - Lo prometiste. - lo miró fijamente - Dijiste que no le quitarías al bebé. - Sus ojos mostraban un gran disgusto, pero también mucha determinación.
- ¡Es mi hijo! - Respondió con un bramido.
- También el de ella… Es su madre. - Sentenció. Sus palabras fueron breves, pero claras. Edward gesticuló con la cabeza, mostrando su enfado y su confusión, respecto a su hermano. - No dejaré, por nada, que le quites el bebé. - Emmet lo miró fijamente, dejándole claro que no permitiría algo así.
Esme se llevó las manos a la boca, ahogando un gemido, observando tal situación. Carlisle dejó salir un pequeño bufido.
- Mantengamos la calma - Se interpuso entre Edward y Emmet, que se habían acercado mientras discutían. - Nadie, - miró directo a Edward - le va a quitar el bebé a Bella. - Edward giró la cara, bufando - Lo que menos necesitamos ahora, es pelear entre nosotros. - Los miró a ambos, esperando un asentimiento. - Ahora, vamos. El piloto nos espera.
10 semanas + 1 día
71 días
1704 horas
Portland 10 de Marzo de 2020
Bella abrió los ojos, de forma cansada. Se notaba adormilada, agotada, pero algo la hacía tener la necesidad de espabilar.
Ese algo, o más bien, alguien, era su hija. Edythe estaba a su lado, acurrucada, mirándola fijamente.
- ¡Edythe! - Exclamó en un susurro, girándose con cuidado, ya que sentía su cuerpo molido, igual que si la hubieran vareado con un palo. - ¡Mi niña…! - Su pecho subió y bajó profundo, repleto de emoción. - Pero… Estás, destapada… ¿Te has movido?
Bella alzó la cabeza, y comprobó que, efectivamente, Edythe se había movido en el tiempo en que ella estuvo durmiendo.
Pero… ¿Cuánto había estado inconsciente? Y lo más importante: ¿Cómo es que seguía viva?
En su mirada rápida, observó que su móvil estaba a su lado, tal y como ella lo había dejado justo cuando comenzó el parto.
Lo tomó y se percató de que había estado "dormida" durante 3 horas.
Se movió, con cuidado, y pudo sentir cierto dolor en la zona de la pelvis, pero nada en comparación a lo que debería sufrir, y lo más extraño de todo, es que ya no sangraba; su hemorragia se había detenido.
Pero, ¿Cómo?
"¡Mierda! El correo!"
Abrió la aplicación del correo, y llegó justo a 6 minutos de que se cumpliera la hora programada. Desactivó los dos envíos. Y frunció el ceño.
"¡Qué justo! Me he despertado a tiempo para detener el envió…"
Miró hacía Edythe, que la observaba detenidamente.
- ¿Tu has tenido algo que ver en todo esto? - Le preguntó como si hablara con un niño de 4 años. Por un segundo, se sintió estúpida.
Era un bebé de 3 horas… Por muy inteligente que fuese…
Pero Edythe hizo algo que cortó la verborrea mental de su madre:
Asintió.
De forma clara.
- ¡Joder! - Exclamó Bella. Su respiración se agito - Y… ¿Tu has echo algo para que este… bien? - Preguntó expectante.
Y Edythe, volvió a asentir.
- Pero… ¿Cómo? - Su nivel de alucinar, estaba tan alto, que llegaría a la Luna.
Edythe sonrió, de forma traviesa. Gesticulando como si fuese una niña de eso, de 4 años. Entonces, de forma deliberada, su sonrisa cambió, ampliándose y así, enseñándole una perfectísima dentadura.
A Bella se le descolgó la boca, formando una "O".
Se acercó más a su hija, y pudo comprobar que en las comisuras de su boca, había un ligero rastro de sangre.
¡Su sangre!
- ¿Me has mordido? - Le preguntó pestañeando asombrada. Edythe, asintió, mostrando una carita culpable. Bella inspiró profundo, intentando calmarse. - ¿Voy a convertirme en vampira? - Edythe negó. - Entonces… ¿Por qué sigo viva? ¿Por qué me encuentro… bien? - pronunció mientras meneaba la cabeza, dudosa por la palabra elegida. - ¿Me has curado? - La bebé asintió, manteniendo el rostro culpable. - ¡Nena! - Exclamó Bella sonriendo - ¡Me has salvado la vida! ¡Oh, cariño mío… Eres… ¡Increíble! - Y Rió. Su maltrecho cuerpo comenzó a saltar, debido a las carcajadas.
Se inclinó a su bebita, y la abrazó. La estrujó contra su pecho, acariciándole la cabecita con gran cariño.
Estaba tan repleta de amor por su hija… Y entonces, pudo sentir como esa sensación se ampliaba. Como su corazón brincaba repleto de felicidad.
- ¿Eres tu? ¿Puedes seguir mandándome esos sentimientos? - La bebé asintió, tocando a su madre con la manita en la cara.
Con cuidado, Bella las tapó a ambas y se acurrucaron. Estaba agotada y necesitaba descansar un poco más.
- Necesito dormir otro ratito… ¿Te parece? - Edythe le dejó claro que si, con un bostezo de su linda boquita.
Edythe fue cerrando los ojitos, arrimando su cabecita al pecho de Bella, sintiendo su calor, su olor de madre.
Y así, ambas, se durmieron.
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10 semanas + 1 día
71 días
1704 horas
11 de Marzo de 2020
Cuando Bella abrió los ojos, otra vez, no necesitó tanto margen para espabilar. Podía sentirse mucho mejor. Más fuerte. Más recuperada. Como si no hubiese pasado un infierno unas horas antes.
Tomó su móvil y comprobó que había dormido 5 horas. Un pequeño rastro de luz, se colaba por las ranuras de las contraventanas, confirmándole así, que había comenzado un nuevo día.
Su bebé estaba a su lado, pero tuvo que contener un jadeo de autentica sorpresa al ver a Edythe sosteniendo su biberón, mientras se lo tomaba.
- ¡Joder! ¿Estás sujetando tu sola el bibi? - La niña giró levemente la cara, alzándole una ceja. Mostrando un rostro qué decía: "Obviamente, ¿no lo estás viendo?" Bella sacudió la cabeza, despejando su mente. - Está bien… Ese biberón debe estar helado. ¿Quieres que te prepare uno calentito? - Los ojos de Edythe se iluminaron.
Se levantó despacio, tentando sus posibilidades. Pero igual a la sensación que percibió al despertar, físicamente era igual. Parecía que no hubiera pasado nada. Que su cuerpo no se hubiera abierto, desgarrándose, hacía menos de nueve horas.
Se puso en pie con una ligereza y estabilidad que no recordaba tener, ni antes de estar embarazada.
Eso, la hizo sospechar algo, así que se fue al baño.
Tomó un espejito de mano y sentándose en el váter, abrió las piernas y se enfocó en sus partes íntimas.
Un jadeo de asombro, salió involuntario de su boca.
Todo… ¡absolutamente todo! estaba en su sitio. Incluso más sonrosado y los labios algo más gorditos que habitualmente.
Como poseída, se miró al espejo del baño. Entonces fue consciente de que aún seguía desnuda.
"¿Y no tengo apenas frío?"
Se miró detenidamente, observando sus caderas, las cuales deberían estar deformadas y llenas de hematomas; pero no. Sus caderas estaban perfectas… Incluso mejor que antes, ya que era consciente de que habían "menguado". Su trasero y su cintura también estaban más finas. Más… modeladas.
"¡Joder… Increíble!"
Se fue hacía la habitación y se vistió con un pijama, más por cubrirse que por frío.
Le preparó el biberón a Edythe y, tomando a la niña en brazos, la depositó en el sofá, cubriéndola con cojines para que no cayera.
Aunque no estaba demasiado segura de que su hija, necesitara esas consideraciones. Pensamiento que la perturbó, pero que eliminó de su mente tan rápido como había llegado.
Soltando un audible suspiro, se puso a recoger todo el estropicio del suelo: Las toallas completamente empapadas en su sangre y el plástico.
Lo introdujo todo en una bolsa de basura y lo dejó fuera, al lado de la puerta. Al día siguiente lo llevaría al contenedor de basura. Pero aunque se sentía bien, sin dolor y su cuerpo recuperado, no podía evitar sentir molestias al hacer ciertos esfuerzos.
- ¿Te apetece que te de un baño? Tienes mi sangre aun pegada a tu cuerpo. - le sugirió a su bebita. La cual asintió enérgica.
La tomó en brazos y se fue al baño, donde había dispuesto su bañerita. La llenó con agua caliente y con cuidado la introdujo despacio.
Edythe dejó salir de su boquita unos ruiditos de placer.
Bella la lavó con la esponja que había comprado especial para recién nacidos y el jabón correspondiente. La secó con mimo y le puso uno de los conjuntos de recién, en rosa, que había comprado.
No podía evitar "babear" al ver a su niña. Y como cualquier madre, tomó el móvil y comenzó a hacerle fotos.
- Estás bellísima, nena - Le susurró, atrayéndola otra vez a sus brazos. Edythe volvió a ronronear de placer.
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10 semanas + 2 días
72 días
1728 horas
12 de Marzo de 2020
Al día siguiente, al despertar ya en su cama, se sintió mejor que el día anterior. Cuando se movió para tomar a Edythe, la cual había dormido en la cama con ella, fue consciente de que apenas sentía molestias en la pelvis.
"De alguna manera, ella ha echo esto. Dijo que no me transformaría, pero algo tiene que tener en su saliva, para que la recuperación sea tan espectacular… Bueno, ya es espectacular que no esté muerta. Puede que al ser tan pequeña, no tenga fuerza para transformarme del todo..."
El gorgoteo de su bebé la hizo salir de sus pensamientos, los cuales comenzaban a entrar en un rumbo un tanto agobiante.
Preparó el biberón para Edythe y el desayuno para ella, y llevó a la niña hacía la hamaca para bebés.
Mientras desayunaba, observaba detenidamente a su hija, y no pudo evitar darse cuenta de algunos pequeños cambios.
Estaba completamente formada, sin rastro alguno del típico hinchazón de los bebés; tenía el pelo diferente, con más volumen y un poquito más claro y sostenía el biberón con mucha más fuerza que unas horas antes…
Pasaron el día acurrucadas en el sofá, mirándose y… hablando.
Bella le contaba cosas, y Edythe, muy atenta, asentía o negaba, sonreía, o incluso fruncía el ceño.
Así, en el trascurso del día, Bella fue tomando más consciencia de la inteligencia y capacidades de su hija.
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A la hora de la cena, a Bella le entró una duda. Una importante:
La alimentación de Edythe.
- Nena, - la bebita alzó la cabeza, sentada en la hamaca de bebés. - ¿te gusta tomar a todas horas está leche? Es lo adecuado para un bebé recién nacido, pero… - Bella hacía muecas con la boca, no muy convencida.
Edythe inclinó los hombros.
- ¿Necesitas otra cosa? - La bebé volvió a hacer el mismo gesto. - Quieres… ¿sangre? - preguntó en un murmullo. Edythe abrió los ojos, dejando clara su alegría ante esa idea. - ¿Es realmente necesario para ti? - preguntó preocupada. La niña, asintió despacio, pero segura. - Pues tendré que volver a darle vueltas a lo del banco de sangre… aunque, que tomes sangre humana… - Volvió a fruncir la boca, ahora mostrando un claro gesto de desagrado. - Tu… - Tragó saliva - papá, abuelos y tíos, no toman sangre humana. Son… vegetarianos. - Inclinó la cabeza a un lado, perpleja de estar hablando de eso - Pero… la verdad es que no se de donde podría sacar sangre de animal para ti.
La niña estiró la mano, dándole a entender a Bella que se la tomara. Una vez sus manos unidas, Edythe le giró la mano a su madre, rozándole las venas con sus deditos.
Cuando la comprensión llegó a la mente de Bella, no pudo evitar abrir los ojos con asombro, e incluso un tanto de miedo.
- ¿Qué? ¿Beber de mi? - Preguntó casi jadeando. Edythe asintió. - ¿Ya lo hiciste, verdad? - Algo en su cara, le hizo pensarlo; acertando de pleno. - ¿Me pasará algo? - Edythe pestañeó sorprendida, y frunciendo el ceño mostrando un rostro muy serio, negó, rotunda.
Bella soltó la mano de su hija, dándose la vuelta y pensó, detenidamente si aceptar eso o no.
- Está bien. Pero, esto, solo a mí. ¿Entiendes lo que digo? - Se acercó a la niña, mirándola muy seria - Jamás, a nadie, le harás algo así. - Edythe pestañeó sorprendida, para acabar asintiendo, de forma muy solemne.
Bella, tras resoplar varias veces, estiró su muñeca, y a paso tentativo, la acercó a la boca de Edythe. La niña la miró con disculpa y, en cuanto tocó la piel de su madre, esta comenzó a sentir la culpabilidad de su hija.
Primero lamió la zona, dejando una sensación pegajosa, para, de una estocada, clavarle sus diminutos dientes a su madre en la muñeca. Bella apretó los ojos, más por la impresión que por otra cosa; ya que solo había sentido un ligero pinchazo.
La niña absorbió durante unos segundos, y despegó su boca de la muñeca de Bella, pasando la lengua por ella.
Bella que no perdía detalle, fue testigo de como la pequeña mordida prácticamente desaparecía de su vista, convirtiéndose en una marca blanquecina, la cual podría pasar por una cicatriz antigua; una herida de niña que estaba más que curada y de la cual solo quedaba una pequeña cicatriz.
- ¡Guau! - el término correcto para lo que sintió Bella, era "flipar". - Tu saliva… ¿cura? - Edythe, que aun estaba relamiéndose, asintió. - Y tu… ¿sabías eso? - Preguntaba Bella no saliendo de su asomo. Edythe meneó la cabeza a ambos lados, expresando que no estaba muy segura.
Lo que si hizo, fue indicarle la comida a su madre. Bella no entendió bien lo que intentaba decirle, ya que creyó que era ella la que quería comer. Hasta que Edythe le tomó la mano otra vez, y le transmitió el sentimiento de hambre a Bella.
- Que coma, ¿yo? - Edythe asintió. - Para… ¿Qué me recupere? - La niña volvió a asentir. - Vaya, vaya… qué lista eres. - Bella se llevó un dedo a la barbilla, pensando. - Por eso, cuando estabas dentro de mí, me entraban esos ataques de hambre, porque así, recuperaba energía y no notaba que bebías mi sangre. - Edythe sonrió triunfal. - Pues si va a ser así… creo que no tendré problemas porque una vez al día, me des un traguito - le guiñó un ojo a su hija de forma cómplice.
Eso, solucionaba el tema de la sangre de forma tremendamente sencilla. No tendría que robar, arriesgándose a ser atrapada por un lado, y el que la niña se acostumbrara a la sangre humana.
Ella solo bebería su sangre, a la que ya estaba hecha. No dejaría que probara ninguna más. Y en cuanto pudiera, de alguna manera, la haría comenzar a beber sangre de animal.
No sabía mucho de la alimentación de los Cullen, pero estaba segura de que lo hacían porque esa, era una manera de relacionarse entre humanos de forma más sencilla y con menor riesgo.
Mientras pensaba todo eso, se hizo la cena para ella, y tras tomarla, y darle a Edythe un poquito de bibi para dormir, llegó la hora de acostarse.
Aunque tenía la cuna montada, siguió metiendo a Edythe con ella en la cama. Ambas lo disfrutaban, ya que los sentimientos amorosos que le transmitía su hija, cantaban alto y claro.
Además, no sabía cuánto tiempo le quedaba para disfrutarla así, como una bebé; pero estaba segura de que no sería mucho.
Y así, pasó el segundo día.
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Pues al final Bella, ha conseguido sobrevivir. Gracias a su hija.
No la ha convertido porque al ser tan pequeña, su cantidad de veneno, es mínima.
Pero lo que si consiguió, fue "curarla".
Edythe, lo que hizo, fue morder, dejando que su saliva entrara en el torrente de su madre, varias veces, hasta que la hemorragia ceso. Y a parte de eso, ayudó a que los huesos y músculos rotos por el parto, se repararan. Incluso quedaron mejor de lo que estaban, ya que Bella se notó más "modelada"... Bueno, ella se quejaba siempre de que tenía una cadera demasiado grande, ahora la tiene más bonita ;-)
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Edward está que "muerde", por el mensaje tan simple y vacío de información que le ha mandado Bella.
Se que casi todas, lanzaréis dagas envenenadas contra Bella por esto... (muñequito sacando la lengua... ¡jajaja!)
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Nos leemos el finde.
¡BESOSSSSSSSSSSS!
