Perdon si no respondo lo suficiente a sus comentarios, ando con influenza y me siento a muerte. El solo escribir este capitulo fue un gasto drastico de energia.
Nikolai: El drama es mi vida :v nah, simplemente es necesario a veces. Tratare de no ser tan asi la proxima vez
Cristina: Perdon por hacer sufrir, no queria que fuera un final tan sencillo. Muchas gracias por leer mi historia
Camilaski: Robando besos desde el 2020 hahahaha no, mentira. Gracias a ti por leerme :3 Fue un honor.
jacieli25: Muchas gracias por leerme :3 significa mucho para mi y ojala pudieras seguir mi proxima historia. Besos
Jack tamborileó los dedos con impaciencia viendo a Elsa irse con Astrid a buscar un bocadillo para comer antes de abordar su vuelo.
–Whoa, ¿estás bien?– le preguntó Hipo –Para ser alguien que se acaba de reconciliar con el amor de su vida y que se encuentra esperando su vuelo rumbo a Noruega te ves algo nervioso–
Bromeó el chico castaño sentado a su lado mientras escribía algo en su computadora portátil.
–Solo quisiera llegar pronto para poder hablar con ella a solas– Jack se frotó la cabeza con desesperación –Tenemos mucho de qué hablar–
Hipo se rascó la barbilla –Yo creo que deberías de tranquilizarte un poco, una batalla a la vez, Jack– le recordó –Por ahora tienes a la chica, alégrate por eso–
–Sigo sin poder creer que esto esté pasando–
Después de severos minutos de espera, los cuatro se encontraban abordando el avión.
Jack suspiro de alivio al encontrar su asiento –Este es el mío– se alegró de no estar encajonado entre otras personas y con facilidad de acceso al pasillo.
–Oh– Elsa se detuvo en el asiento a un lado de él –El mío es este– le sonrió con timidez.
Los ojos de él se iluminaron, esta podría ser la oportunidad perfecta para estar al menos un poco cerca de Elsa.
Jack metió sus cosas en el portaequipaje y se sentó en lo que otras personas llegaban a ocupar los asientos a su lado.
Una vez el vuelo despegó Jack le dirigió una media sonrisa a la chica al otro lado del estrecho pasillo y ella le correspondió el gesto. Él se inclinó a un lado haciéndole una seña para que se acercara.
–Hay mucho de lo que me gustaría hablarte– susurró.
Elsa asintió –Definitivamente tendremos que buscar el momento para hablar, pero por ahora solo esperemos– le pidió con amabilidad y Jack estuvo de acuerdo con ella.
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Llegar al hotel fue un poco más complicado de lo que habían previsto, pero después de muchas horas de vuelo, mala comida del avión y un bebé llorando todo el camino, pudieron deleitarse con aquel fabuloso destino rankeado con cinco estrellas según los turistas de la aplicación móvil de donde lo seleccionaron.
Se trataba de un hotel hecho de hielo, pero que además ofrecía cabañas para aquellos que desearan algo más cálido, tambien contaban con restaurante y actividades como el famoso paseo en trineo tirado por perros o la observación de la aurora boreal.
–Esto es bellísimo– le dijo Elsa pasando la mano por el detallado arco de hielo con patrones exquisitos labrados a mano –No puedo creer que esto sea hecho por alguien–
–Dormir aquí será toda una experiencia– Jack le sonrió.
–Una que solo durara una noche, afortunadamente– Hipo comentó –Mañana nos moveremos a las cabañas, ¿cierto?–
Astrid asintió –No te preocupes pequeño bebé llorón, solo nos quedaremos aquí esta noche– la rubia sonrió –Debes de admitir que esto es simplemente impresionante–
–Nunca dije que no lo fuera– les hizo ver el chico castaño mientras admiraba el lugar con sus manos a colocadas a los costados.
–Hey, Els– Astrid llamó la atención de Elsa conforme los cuatro se dirigían por el pasillo de nieve a sus suites –¿Qué te parece si dejamos a estos dos solos en una suite y nosotras nos quedamos con la otra?–
Ella se sintió agradecida por la propuesta, Astrid estaba tomando en consideración que tal vez ella todavía no se sentía muy cómoda con la presencia de algún chico y menos durmiendo en la misma cama que ella, aunque lo que la rubia no sabía es que, tratándose de Jack, nada le molestaba menos que compartir la cama con él.
–Oh, es verdad, si te hace sentir más cómoda duerme con ella– Hipo abrazó a Jack contra su cuerpo –Jacky boy y yo podemos proporcionarnos calor mutuo–
Jack rio con sarcasmo –Si, estoy seguro de que eso te gustaría, ¿verdad?– le dio una rápida mirada inquisitiva a su amigo para después mirar a Elsa con seriedad –Pero tienen razón, si quieres podemos cambiar habitaciones–
Ella negó con la cabeza –Gracias, pero yo fui la que se unió a este viaje al final y no me gustaría interponerme entre ustedes dos, además, me siento cómoda con Jack– pasó un mechón de cabello tras su oreja.
–Bien, dicho y hecho, vamos a dormir– Hipo soltó a Jack –Recuerden abrigarse muy bien esta noche– les dijo antes de tomar la mano enguantada de Astrid y dirigirse a su suite.
–Bueno, esta es la nuestra– Jack con timidez le hizo una seña para que ella se deslizara primero por la pequeña puerta cubierta por un pedazo de piel.
Ambos tuvieron que hacer un esfuerzo para pasar por el estrecho pasillo del iglú, pero una vez estuvieron dentro de la habitación sus bocas cayeron. La sala estaba iluminada con luces purpura, una mesa tallada en hielo reposaba en el centro, había unos asientos de nieve y otro pasillo que conducía a la recamara donde se encontraba la majestuosa cama de hielo cuidadosamente labrado, varias columnas de hielo se levantaban alrededor de la cama y un montón de pieles los protegerían del frio de la noche junto con mantas gruesas proporcionadas por el hotel.
–¿No es esto lo más genial que has visto?– Jack dejó caer su equipaje y se lanzó a la cama a pesar de que sabía que esta era dura –No se tú, pero yo me siento como pez en el agua–
Ella soltó una risa dejando su equipaje junto al de él y acostándose a su lado –Me siento como la Reina de las Nieves–
–Cierto– ella se sorprendió al sentir la mano de Jack protegida con guantes tomar la suya –Me alegro de estar contigo aquí– ella sonrió al ver como sus guantes purpuras combinaban con los suyos negros con detalles azules.
–Yo también– involuntariamente bostezó –Oh, Jack, lo siento mucho, pero me siento algo...–
–Te comprendo, ¿dejamos la plática para mañana?– preguntó él sintiendo que sus ojos comenzaban a cerrarse.
–¿Podríamos dormir abrazados?– le preguntó ella.
El soló rio se puso de pie junto con ella y extendieron las bolsas de dormir una junto a la otra, se aseguraron de estar bien cubiertos antes de quedarse profundamente dormidos.
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–Salud– Hipo levantó su soda bebida no alcohólica para brindar con sus amigos luego de un largo y agotador día explorando la ciudad, ahora se relajaban en el jacuzzi al aire libre en medio de la nieve –Por qué el primer día de nuestra aventura fue un éxito-
–Y por qué mañana tengamos la oportunidad de ver una aurora boreal– Jack agregó con entusiasmo.
–Definitivamente brindo por eso– Astrid y Elsa levantaron sus copas chocándolas con las de los chicos.
La rubia y el castaño se entretuvieron hablando mientras el atardecer terminaba.
–Muero de hambre– les dijo Hipo.
–Acabamos de cenar– Astrid lo miró acusatoriamente.
–¡Lo siento!, sabes como soy– se frotó el estómago –Iré a buscar algo al restaurante– el chico se salió del jacuzzi envolviéndose en toallas.
–Iré contigo– la blonda lo siguió –De todas formas, ya me está dando algo de frio– titiritó.
–Oh, en ese caso los veremos mañana– Elsa se despidió apenada.
–Duerman bien– Jack dijo.
–Ustedes igual– la pareja se dirigió al interior despidiéndose.
–Bien– Jack se hundió en el agua haciendo que esta quedara a la altura de la mitad de su rostro, trataba de ocultar su nerviosismo y falta de palabras.
–Y...– ella continuó bebiendo de su copa mirando el fondo de esta –¿Crees que sea buen momento para charlar?– se atrevió finalmente a decir.
Jack nadó hacia ella enderezándose.
–¿Creciste?– preguntó ella apartando la vista de sus pectorales que rozaban casi con su cuerpo.
–Un par de centímetros, pero no fui el único– Jack notó su nerviosismo y acortó la distancia aún más –tú también estas más alta– levantó su mano al nivel de la coronilla de la cabeza de Elsa comparando su altura con la última que él recordaba.
–Ambos maduramos, ¿no?– ella dejó su copa a un lado junto con su timidez y rodeó su cuello con sus brazos.
–Mucho- dijo él antes de unir sus labios con los de ella brevemente –pero eso es bueno, ¿no?– volvió a besarla mientras ella suscitaba un "aja" en medio del beso.
Ambos se separaron cuando el aire comenzó a ser exigido por sus pulmones –Hay algo que debo contarte, bueno, en realidad son muchas cosas, pero lo más relevante fue que conocí a alguien durante el verano–
–¿Te refieres a Katherine?– preguntó ella todavía atontada por el beso.
–Aguarda, ¿Cómo sabes de ella?– Jack estaba confundido.
–Fui a buscarte antes del Día de Gracias, quería decirte que te extrañaba y que había arreglado todos mis asuntos pendientes, pero cuando llegué al café los encontré besándose–
Jack recordó aquella vez –Oh, no, no, no– intervino con rapidez –No es lo que tú crees, ella me beso, yo ya la había rechazado antes... quiero decir, nos besamos antes de eso, pero te juro que lo frené de inmediato al darme cuenta de que lo único que sentía por ella era atracción, no amor–
Ella sonrió –Gracias por tu honestidad– suspiró –Pero para ser justos, yo también conocí a alguien y ese alguien también me besó–
–Está bien, habíamos dicho que cosas así podrían pasar, ¿no?–
Ella asintió suavemente –Lo importante es que estamos aquí ahora y que estamos juntos–
–Cierto– besó su frente –Es a ti a quien amo y ya no hay nada que me impida hacer bien las cosas esta vez–
Ella lo miró con ternura –¿Lograste descifrar lo que quieres para tu futuro?–
El asintió –Todo el tiempo estuvo frente a mí– tomó sus manos –Seguiré con la editorial de mi padre.
Elsa se enorgulleció de él y lo abrazó –Estoy muy feliz por ti, lograste encontrar tu camino– tomó sus mejillas en sus manos ya un poco arrugadas por el agua.
–Me gustaría que fueras parte de el– la atrajo aún más a su cuerpo.
–Claro que si– sus narices se rozaron antes de unirse en otro apasionado beso a la luz de la luna en medio de todo ese humeante ambiente.
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–Bien, este es nuestro cuarto intento, son nuestros últimos días en Noruega y no hemos tenido suerte– Hipo se frotó las manos protegidas con guantes dejando escapar un suspiro perfectamente visible a causa del frio –¡Al trineo!– gritó con emoción corriendo hacia donde se encontraba el guía esperándolos con un par de trineos con los perros ya amarrados a la parte delantera de estos.
Astrid rodó los ojos –Ojalá podamos ver esas malditas luces de una vez, no soportaré otra noche de llanto por no haber logrado obtener una sesión de fotos con su costosa y nueva cámara– su novia rubia aceleró el paso siguiendo al chico.
La pareja restante caminaba sin mucha prisa tomados de la mano –Yo también espero ver esta noche la aurora, sería muy triste irnos sin verla–
Elsa se recargó en su hombro –Yo también lo deseo–
–Nosotros iremos adelante– Hipo se encontraba bien acomodado sosteniendo su gigantesca cámara mientras Astrid tenia las riendas sujetas con firmeza.
–Iremos justo delante de ustedes– Astrid dijo antes de tirar de las riendas con suavidad para que los perros empezaran a tirar.
–¿Quieres guiar a los perros esta vez?– le preguntó Jack a Elsa ofreciéndole las riendas de su trineo.
Ella negó con suavidad –Soy terrible con eso– dijo con pena –Lo comprobamos en nuestro primer paseo–
Jack rio –Oh, vamos, no lo haces tan mal– tomó sus manos para entregarle las riendas –Confió en ti– echó los brazos tras su cabeza y se reclinó sintiéndose a gusto.
–Solo lo dices porque tienes flojera de hacer algo– ella lo acusó en forma de broma antes de tirar de las riendas y que los perros comenzaran a andar.
–Claro que no– cerró los ojos disfrutando del paseo.
Conforme progresaban en el camino trazado en medio del bosque Jack decidió abrir un ojo para echarle un vistazo a su amada, ella se veía nerviosa tratando de controlar el grupo de perros.
–Relájate, lo estás haciendo increíble– él besó su mejilla.
–No me distraigas– suplicó apartando la vista del camino.
–¡Elsa, cuidado!– el trineo se elevó unos centímetros sobre la nieve al pasar por una colina de nieve en medio del camino.
Ambos chicos, delgados como un par de palillos, terminaron volando fuera del trineo y rodando en la nieve.
–¡Elsa!– Jack se preocupó al ver el cuerpo inmóvil de ella tendido boca abajo en la nieve. Él estaba perfectamente bien.
Se arrastro en la nieve hasta llegar a ella y la giró dándose cuenta que ella comenzaba a reír sin parar.
–¿Estas bien?– se tranquilizó al verla reír.
–Sí, eso fue divertido– ambos comenzaron a carcajearse mientras se ayudaban mutuamente a limpiarse la nieve de la ropa.
–Me asustaste– le dijo él y ella le acomodó el gorro de lana.
–Jack– paró de reír de inmediato, pero sin borrar su gran sonrisa –Mira– lo hizo girarse para ver el cielo tras de él.
Él suspiró asombrado –Que extraordinario– dijo admirando el maravilloso fenómeno natural en su máximo esplendor sobre el cielo nocturno.
–Debo confesar que yo ya las había visto desde niña– ella tomó su mano –Pero creo que estas son las luces más hermosas que he visto en mi vida–
–Somos afortunados–
Ella asintió recargándose sobre él –Mucho–
Aquel bello paisaje se quedaría grabado en sus mentes para toda su vida como uno de los eventos más memorables en toda su existencia.
–Me alegro de que el hotel no está más que a media milla de aquí– dijo él.
Ella rio –Afortunadamente, ¿crees que los perros esten bien?–
–Por supuesto, de seguro ya están en casa disfrutando de sus premios–
–¿Quieres regresar ya?– preguntó Elsa.
–Solo un minuto más– él la miró con ternura.
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Esa misma noche, después de llegar a salvo al hotel y asegurarles a Hipo y Astrid que se encontraban bien, ambos volvieron a su acogedora cabaña.
Elsa tomó las manos enguantadas de Jack para despojarlos de estos, guio sus manos calientes hasta su frio rosto sintiendo el calor de estas aliviando el frio que sentía en ese momento. Con cuidado, lo llevó hacia la cercanía de la fogata donde un montón de pieles se encontraban regadas alrededor del fuego y lo hizo recostarse sobre ella.
–¿Estas segura de esto?– preguntó el al sentir las manos de ella bajando la cremallera de su abrigo para la nieve.
Ella asintió quitándole la siguiente capa de ropa debajo de ese inmenso abrigo –Muy segura, Jackson– le acarició la mejilla con ojos brillosos.
Jack estuvo a punto de preguntar si este era el sitio adecuado, pero al final se decidió por dejarse de preocupar por que fuera perfecto y besarla.
El beso al inicio fue tierno y penoso, como si ambos se estuvieran besando por primera vez, pero a medida que los minutos transcurrían ambos tomaron la confianza suficiente. Jack fue el primero en pedirle permiso de entrar a su boca mordiendo con gentileza su labio para después lamer el sitio; Elsa, embriagada por el creciente calor en el centro de su pecho separó sus labios para permitirle al chico deslizar su lengua con timidez, ambas se acariciaban con paciencia hasta convertirse en una lucha por ver quien dominaba a quien.
Jack estiró su mano hacia el tirador del cierre de su abrigo para la nieve y despacio tiró de este esperando por que Elsa lo detuviera en caso de arrepentirse, pero esto no sucedió, en cambio la chica le ayudó a quitarle el resto de las capas de ropa hasta quedar en sujetador, el cual no tardó en desabrochar. Jack sintió que no estaban al mismo nivel de desnudez puesto que él seguía teniendo ese suéter térmico, así que se deshizo de este arrojándolo lejos y volvió su mirada al monumento que tenía frente a él; ella estaba ahí tendida sobre esas pieles con la respiración agitada, el cabello desparramado y las mejillas rojas como dos manzanas mientras apretaba sus manos contra su pecho, como si tuviera algo de que avergonzarse, ella era simplemente perfecta para él.
–Eres muy hermosa– tomó una de sus manos para besarla y entrelazar sus dedos con los de él a un costado de sus cuerpos. Sus besos se depositaron primero en su cuello, para bajar por su clavícula hasta llegar a sus pechos donde se tomó su tiempo para estimularlos causando pequeños gemidos y retorcijones en el cuerpo de la rubia; él restregaba su pelvis contra la de ella, quería hacerle saber lo que le provocaba.
–Jack– escucharla gemir su nombre con esa voz cargada de erotismo fue la gota que derramó el vaso para él. Quería más, quería probarla por completo y así lo hizo, luego de deshacerse de las botas de nieve de ella y sus pantalones se dispuso a hacer desaparecer la última barrera de encaje y enterrar la cabeza entre sus muslos interiores.
Ella gritó preguntándose cómo se había privado tanto tiempo de sentir aquello, era tocar el tercer cielo y más allá. Si de algo estaba segura es que no se volvería a separar de Jack, él se había llevado su corazón junto con todo lo demás de ella y eso le hacía temblar las piernas.
Lo apartó con suavidad, para hacerle saber que quería más, quería más que solo sentirlo con esos pantalones puestos, así que ahora ella le ayudó a él a terminar de desvestirse.
–No quiero lastimarte de ninguna manera, jamás– le dijo el depositando pequeños besos en su rostro.
–No lo haces– lo miró a sus ojos –Nunca podrías hacer nada para lastimarme– lo acarició pasando sus dedos por su cuero cabelludo con una de sus manos mientras que con la otra lo tomaba para guiarlo a ella.
Y así como se encontró en el cielo, cayó al infierno en un segundo al sentir aquel dolor, uno de los más grandes de su vida, podría decir, aunque se mantuvo reacia a mostrárselo a él.
–¿Estas bien?– preguntó el con voz ronca al ver sus cejas arrugarse un poco.
–Sí, lo estoy, estoy contigo– lo abrazó con fuerza sin querer soltarlo y el escondió la cabeza en el hueco de su cuello suspirando y tomando la sabia decisión de dejarla adaptarse a él.
Él se movió con cuidado besando sus labios con ternura mientras ella, después de varios minutos, comenzó a dejar el dolor atrás y a disfrutar de sí.
–Elsa– le gimió al sentir como ella comenzaba a mover sus caderas buscando acoplarse a su ritmo lo cual no fue difícil, ambos estaban sintonizados en la misma frecuencia, al igual que sus corazones latiendo el uno por el otro.
El frio había quedado atrás para ambos y las pequeñas gotitas de sudor comenzaban a formarse en la pálida piel de ambos, como pequeños cristales que se resbalaban con cada acoplamiento. El área era un desastre, al igual que esos dos quienes no podían parar de gimotear y gemir por el otro.
Él se separó un poco del torso de ella para tomar su muslo entre una de sus manos y aumentar la intensidad, mientras que la otra la empleó para estimular su zona sensible que estaba mojada e hinchada. Esta acción no pasó desapercibida por Elsa, no hizo más que incrementar sus gemidos y esa extraña sensación naciendo en el seno de su ser.
–Por favor, bésame– rogó ella atrayéndolo con su mano tras de su cuello.
Jack obedeció sintiendo como ella llegaba a su orgasmo, él se separó del beso solo para tener el placer de aquella bella vista. No tardó mucho en llegar a su propio orgasmo liberándose dentro de ella con una última estocada y un gruñido.
Se dejó caer sobre el pecho de ella jadeando desesperadamente en busca de aire, ella abrazó su cabeza acariciándola como si se tratara de lo más preciado del mundo para ella.
Todo aquello había durado alrededor de 30-40 minutos, pero para ambos había sido solo unos pocos minutos. Definitivamente podrían hacerse adictos a esto.
Jack suspiró apartándose de ella para recostarse boca arriba en las pieles a su lado, ambos se miraron todavía cansados y sorprendidos por lo que acababa de suceder. Ella fue la primera en ponerse de pie, necesitaba ir al baño, estaba hecha un desastre, al regresar se encontró con él esperándola en la cama, corrió desnuda abrazándose a mí misma por mas frio que pudor y se metió a su lado entre las mantas, él rodeó su cintura atrayéndola hacia él quedando casi fusionados mirándose a los ojos sin decir una sola palabra, ya lo habían dicho todo entregándose mutuamente, hasta que se quedaron profundamente dormidos en los brazos del otro, sintiendo que el equilibrio del universo dependía de aquello.
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El teléfono sonó y Jack estiró una mano para alcanzar la toalla y secarse un poco para poder ser capaz de contestar la llamada –¿Qué sucede?– preguntó fingiendo no sentirse malhumorado por la interrupción de su tan preciada actividad.
–Oh, solo para avisarte, Astrid y yo daremos una vuelta por ahí, ¿nos vemos en la cena?– la voz del castaño resonó en el eco del baño.
–Sí, está bien– Jack se apresuró a contestar –Te veremos en la cena, diviértanse, bye– apretó el botón rojo y volvió a dirigir su atención al cabello de Elsa.
Ambos se encontraban metidos en la tina, la cual tenía el espacio más que suficiente para que cupieran ambos. Jack hundió sus dedos en el cuero cabelludo de ella aplicando un suave masaje que generaba espuma en el cabello de ella; ella permanecía abrazando sus rodillas con la cabeza bien en alto sintiéndose extremadamente mimada mientras Jack enjuagaba su cabello removiendo el resto del shampoo.
–Hipo sonaba algo preocupado- comentó ella cerrando los ojos al sentir la placentera sensación de los dedos de Jack recorrer su cabello.
–¿Por qué habría de estarlo?– preguntó él con voz distante, estaba muy concentrado en su tarea.
Elsa arqueó una ceja –No nos ha visto desde ayer, de seguro cree que algo malo sucede– el tono de preocupación crecía en su voz –Tal vez sea mejor bajar y buscarlos– dijo ella incorporándose para poner un pie fuera de la tina, pero antes de que pudiera salir sintió las manos de Jack rodear su cintura y traerla de vuelta al agua hasta sentarla en su regazo donde podía sentir su al creciendo contra su espalda.
–Vamos, es Hipo, seguro sabe muy bien lo que estamos haciendo– la tranquilizó dándole besitos en los hombros.
Elsa rodó los ojos y se mordió el labio inferior sintiendo un ardor creciente en ella.
Cualquiera que no los conociera bien diría que estos eran los primeros síntomas de un comportamiento para nada sano, pero eran Jack y Elsa, solo estaban de novedosos, además, habían terminado todo su itinerario y todavía les quedaban un par de días en Noruega para relajarse y sabían que una vez volvieran a la realidad no tendrían la oportunidad de disfrutar de esto... básicamente estaban en su etapa de luna de miel.
–Bien, pero es mi turno– ella se giró quedando cara a cara con Jack.
–¿Puedo usar tu shapoo?–
Ella rio –¿No es muy femenino?–
Él se encogió de hombros –La frambuesa puede ser bastante masculina– dijo atrayéndola a sus labios.
Si, solo tendrían sexo una vez más y después bajarían a buscar algo para cenar.
