Hola hermosas, muy buenas tardes, antes de iniciar a leer este capítulo les recuerdo que esta historia al igual que todas mis historias son para mayores de edad (21+) y para las personas que no se sienten incómodas con los temas de contenido adulto y con amplio criterio, esta escrita sin ánimo de ofender, es solo con fines de entretenimiento, así que recuerdo una vez más que es clasificación M, te pido de la manera más atenta y educada posible que si no tienes la edad suficiente para leer por favor retírate, de lo contrario eres bienvenida. Gracias por tu comprensión.

CARTAS Y MENTIRAS

TÍMIDA O ELEGANTE

CAPÍTULO 42

Una pareja de enamorados bailaban al centro de una pista de baile, mientras los ojos de los invitados los observaban curiosos por aquella demostración de amor que se dirigían con las miradas, los ojos azules de ella se entrelazaban con los miel de él, ambos perdidos en el brillo de sus ojos, ese brillo que los comunicaba de una manera que era inexplicable para quien nunca había estado enamorado.

-¿Eres feliz damita? – Preguntó el novio a su ahora esposa mientras la giraba alrededor del gran salón de la mansión de los Britter.

-Soy la más feliz de todas. – Respondió la dama completamente enamorada, mientras su sonrisa aparecía nuevamente en su rostro, una sonrisa que se había mantenido en ella gracias a aquella noche de teatro en la que su amado se había decidido a ir con todo por ella, una noche en la que se habían entregado de nuevo al amor y habían decidido iniciar una vida juntos, formar el futuro que siempre habían anhelado y que por una tontería del novio por poco no se hacía presente. Archie sonrió de la misma manera mientras seguía danzando con ella.

-Annie se ve muy feliz. – Dijo Candy ilusionada a su esposo, quien la sostenía por aquel lugar en donde antes se había concentrado una estrecha cintura y que ahora poco a poco comenzaba a perder su forma. Un leve abultamiento aparecía en su vientre al estar ya en su segundo trimestre. La figura esbelta de Candy había ocultado todos esos meses su estado y a pesar de estar ya en el quinto mes de embarazo apenas era perceptible a la vista de los demás, más sin embargo para su guapo esposo era bien visto ante sus ojos.

-Tienes razón mi vida, igual Archie. – Seguía Anthony al comentario de su esposa. – Me alegra que haya podido corresponder sinceramente a ese amor que ella siempre le ofreció. – Volvió a decir besando la coronilla a su esposa.

-Tienes razón, Annie siempre lo amó desde que era una niña. – Decía Candy recordando las veces en las que Annie le había suplicado que no le quitara a Archie, recordó la vez que se dio cuenta del amor que ella tenía por su primo y como Archie no correspondía en un principio a aquel amor.

-Creo que en el hogar de Ponny las niñas son muy precoces. – Dijo Anthony con una risita para molestar un poco a su esposa.

-¡Oye! – Dijo a modo de reclamo, sin embargo su risa alegre le indicaba que lo había tomado de buen humor. – Nosotras no tenemos la culpa que los Andrew sean tan galanes y guapos. – Dijo coqueta en respuesta, mordiendo su labio inferior para voltear a ver a su amado príncipe de las rosas mientras él observaba complacido aquel movimiento. – Sobre todo cierto rubio de bella sonrisa y hermosos ojos azules que me está mirando. – Completó aquel movimiento con esa frase que hizo que la mirada de Anthony se encendiera aún más.

-Si no fuera porque debemos estar presentes en la boda y porque no estamos en la mansión Andrew ya te hubiera llevado a la habitación. – Dijo en su oído con una voz sensual que hizo que Candy suspirara y su cuerpo se estremeciera. A pesar del tiempo transcurrido en su embarazo la pasión no había disminuido para nada, al contrario cada día buscaban nuevas maneras de entregarse a su amor para no lastimar según ellos a su pequeño que crecía poco a poco en aquel espacio.

-Pues creo que no me dará sueño temprano. – Dijo Candy en respuesta, mientras Anthony sonreía con deseo por aquella propuesta.

-Mucho menos a mí. – Respondió de la misma forma en la que le había estado hablando, cómplices de sus travesuras entre esposos. Cuando los aplausos se hicieron presentes en el salón fueron interrumpidos en su plática, sin embargo las miradas que se dirigían nadie podría interrumpirlas.

Los novios habían terminado su primer baile como marido y mujer y ahora caminaban hacía los invitados para que diera inicio el baile colectivo y así las parejas se fueran acercando a la gran pista y así iniciar la diversión para todos. Poco a poco el salón se fue llenando de todo tipo de parejas, tanto Candy como Anthony decidieron esperar un poco al ver que su primo se acercaba a ellos junto a su amada Annie, quien venía con la sonrisa plasmada en su rostro. Stear y Patty se acercaban de nuevo a ellos para volver a sus tiempos de antaño cuando en los bailes de la familia siempre se reunían a platicar, solo que ahora lo hacían con sus esposas.

La tía abuela platicaba amenamente con los padres de Archie, mientras los padres de Annie estaban al pendiente de que los empleados tuvieran todo en su lugar y que nada faltara a los invitados, la señora Britter se había desvivido por aquella boda y no permitiría que nada saliera mal, quisiera o no, no quería quedar mal con la matriarca de los Andrew quien aunque pareciera que no ponía atención estaba muy al pendiente de todo lo que sucedía a su alrededor, muy al contrario de la señora Cornwell quien con su gran sonrisa y elegancia había dado el visto bueno al buen gusto que habían tenido los Britter para preparar toda la organización de la fiesta.

-Vaya hermanito ya se te quitaron los nervios. – Dijo Stear al ver a su hermano más tranquilo que antes.

-Y que lo digas Stear, pero al ver a Annie caminar segura en la iglesia me quitó todo miedo que pudiera haber tenido. – Dijo el novio en respuesta, mientras Annie reía un poco a manera de burla de su esposo.

-Te vi en los ojos que estabas nervioso. – Confesó la chica, quien también había estado igual que él de nerviosa. – Yo también moría de nervios cuando salí de la mansión, y cuando llegamos a la iglesia cuando papá me llevaba sentía que las piernas no me responderían. – Decía con gracia, ya que ahora podía reírse de sí misma al ver que no había pasado nada de lo que ella temía. – Pero al ver los ojos de Archie temerosos, me di cuenta de que él estaba igual que yo y eso me dio la seguridad de saber que todo estaría bien. – Dijo sincera, mientras Archie la abrazaba hacía él una vez más.

-El verte ahí frente a la iglesia fue lo que me tranquilizó, no sé por qué tenía miedo que no llegaras. – Dijo el gatito revelando el miedo que había cruzado por su mente.

-Jamás me arrepentiría de haberte elegido Archie. – Dijo enamorada, mientras los demás los veían con una sonrisa, felices de igual manera por ellos.

-Nos alegra mucho que por fin hayan cumplido su sueño. – Dijo Anthony felicitando una vez más a los novios.

-Es verdad. – Dijo Candy apoyando las palabras de su esposo. – Me da mucho gusto ver la felicidad que tienen reflejada en su rostro. – Dijo de nuevo, ambos chicos le agradecieron con la mirada a ambos sus palabras. – Así que te digo de una vez Archivald Cornwell, si te portas mal con mi hermana te las verás conmigo. – Dijo de nueva cuenta a modo de amenaza a su primo, el cual cambió su expresión por una de nerviosismo al saber muy bien de lo que era capaz Candy de hacer si eso llegaba a ocurrir, aún le dolían los muchos pisotones y los zapes que se había ganado por parte de ella y eso que cuando sucedían ya lo había perdonado por sus malas acciones, no quería saber qué es lo que haría si no obtuviera su perdón.

-No te preocupes gatita, sería incapaz de hacer sufrir a mi amada esposa. – Dijo viendo a la pelinegra a los ojos.

-Eso decimos todos. – Dijo Stear quien se había mantenido muy entretenido con su esposa, hablando quien sabe que tantas cosas entre ellos mientras sonrisas pícaras adornaban sus rostros. Con este comentario captó la atención de todos. – Pero a la hora de la hora siempre las hacemos sufrir aunque sea inconscientemente, sino pregúntenle a Patty el día del nacimiento de nuestro hijo. – Dijo el inventor cediéndole la palabra a su dulce Patty.

-Eso es verdad. – Dijo Patty con una sonrisa. Hacía mes y medio que Patty había dado a luz, habían tenido un hermoso niño que era el vivo retrato de su padre, desde sus cabellos, hasta sus ojos, todo el pequeño era un mini Stear vuelto a nacer solo le faltaba ese gran par de anteojos que adornaban los bellos ojos de su padre y eso lo habían confirmado los abuelos Cornwell quienes al ver a su pequeño nieto habían quedado enamorados de vuelta de ese pequeño al recordar cuando tuvieron por primera vez en sus brazos a su primogénito. – Cuando estaba teniendo a Adán con los dolores que me dieron puedo decirles que Stear estaba pidiéndome perdón por haberme causado ese sufrimiento. – Dijo Patty sin querer ahondar mucho más cuando vio la mirada de preocupación de Candy, pues a ella le faltaba menos de la mitad para también dar a luz a su pequeño o pequeña.

-Entonces prometo no hacer sufrir a Annie conscientemente. – Dijo Archie provocando la risa de los demás, todos menos de Anthony quien se había quedado un tanto preocupado por imaginarse a su esposa sufriendo en el parto de su hijo. Candy notó su preocupación.

-No te preocupes amor. – Le dijo con ternura. – Todo habrá valido la pena cuando tengamos a nuestro hijo en brazos. – Dijo la rubia, quien sabía que eso era siempre lo que decían las madres cuando las había visto sufrir en su labor de parto y después al tener a sus hijos en brazos y seguir mostrando una sonrisa de felicidad como si nada hubiera pasado. – Y más si es tan hermoso como tú. – Dijo para tranquilizarlo. Anthony le sonrió agradecido a sabiendas de lo que la rubia planeaba hacer.

-O tan hermosa como tú. – Le dijo abrazándola a su cuerpo.

-Eso es verdad. – Dijo de nuevo Patty. – Cuando uno tiene en sus brazos a su hijo, todo el dolor pasa a segundo plano y puedes decir que ha valido la pena cuando sus pequeños ojos se fijan en los tuyos y puedes ver esa mirada tan tierna e inocente que te reconoce aún sin haberte visto antes. – Dijo Patty con los ojos acuosos al recordar a su pequeño Adán

-Tienes razón querida. – Dijo Stear. – A pesar de los remordimientos que pasan por tu cabeza ya que por tu culpa nuestras damas pasan por ese proceso, cuando tienes a tu hijo en brazos no puedes más que agradecerle a Dios y a ella ese milagro tan maravilloso que te ha dado. – Dijo con los ojos cargados de ilusión, también recordando al pequeño que todos le decían era su vivo retrato, todos menos Archie quien siempre le decía que su sobrino si estaba bonito, a pesar de que su madre lo reprendiera por ese comentario.

-A todo esto. – Dijo Archie quien ya no aguantaba más la curiosidad por saber por qué su hermano y su cuñada lucían tan felices desde aquella mañana. – Ustedes han estado muy sonrientes desde que amaneció y no creo que sea por nuestra boda. – Dijo el elegante chico buscando una respuesta en los ojos de ambos, quienes se voltearon a ver cómplices con aquel comentario hecho por el joven Cornwell.

-Lo que sucede es que hoy Adán cumple 42 días. – Dijo Stear con un rostro lleno de felicidad, mientras que Patty se sonrojaba bastante y le daba un no muy disimulado codazo en las costillas que no pasó desapercibido para nadie. Los demás los miraron sin comprender qué era lo que el inventor quería decir. – No te preocupes querida, pronto lo descubrirán. – Dijo sin borrar su sonrisa y Patty sin disminuir su vergüenza, sin embargo los demás no siguieron preguntando a qué se refería aquella referencia, sin embargo Stear seguía con sus ojos cargados de alegría ya que ese día terminaba la dieta a la que había estado sometido, desde hacía más de tres meses al haber sido prohibido mantener relaciones con su esposa, ese día por fin había llegado y por eso estaba tan feliz, había sido una coincidencia que el día en el que se terminaba la abstinencia para él, también terminaría para su hermano menor.

De pronto Stear y Patty quedaron en silencio, lo mismo que Anthony y Candy, quienes miraron a espaldas de los nuevos esposos que una pareja de chicos se acercaban a ellos, cosa que no pudieron disimular en sus rostros al ver los novios el reflejo de incomodidad que los cuatro aparentaban.

-Buenas noches. – Se escuchó aquella voz tan conocida por Annie y que tenía muchos meses de no haber vuelto a escuchar.

-Buenas noches. – Se escuchó casi al mismo tiempo la voz de la chica que había sido la encargada de besar por primera vez a Archie, sin que ninguno pudiera evitar saludar, ambos chicos Archie y Annie se voltearon con una sonrisa amable a los que se habían acercado a saludar. Obviamente ambos podían decir que habían sido invitados por la señora Britter quien no podía evitar tener de amistades a la familia de Daysi y a la familia de Wilberth.

Los ojos de Wilberth viajaron por el hermoso rostro de Annie, buscando sus ojos azules que irradiaban una felicidad que nunca habían iluminado con él. Daysi miraba a Archie con un poco de timidez al recordar los besos que le había robado antes de que este anunciara su compromiso con Annie.

-Buenas noches. – Respondieron casi al mismo tiempo Annie y Archie, observando con tranquilidad a aquel par de chicos que iban tomados de la mano a felicitarlos.

-Venimos a felicitarlos sinceramente. – Wilberth fue el encargado de hablar primero, él era sincero en sus palabras a pesar de que aún sentía amor por la pelinegra y más al verla lo hermosa que se veía vestida de novia no pudiendo evitar pensar que fuera él el afortunado novio que la llevara del brazo, sin embargo era Daysi la que estaba de nuevo con él y era Archie el que estaba de nuevo al lado de Annie.

-Muchas gracias. – Respondió Archie de buena manera, no tenía nada que reprocharle a aquel chico, ya que al haber visto la primera vez cómo la besó eso lo había hecho recapacitar a sus sentimientos, y con esa sacudida había decidido ir por todo con Annie y por fin había funcionado y ahora su damita le pertenecía a él y solo más que a él.

-Esperamos que sean muy felices. – Dijo Daysi con una sonrisa sincera, observando lo guapo que se veía Archie, a pesar de que ella se estaba enamorando nuevamente de Wilberth no podía evitar suspirar aún por el guapísimo hijo menor de los Cornwell quien a pesar de que nunca le había correspondido ella supo aprovechar bien aquella boca y quisiera o no siempre había soñado con pertenecer a la familia Andrew, pero con ninguno de los herederos había funcionado, con el que lo intentó más tiempo fue con Neal ya que había creído que con él sí tendría éxito, sin embargo el moreno no era un chico para nada amable y mucho menos caballeroso así que cuando vio que Archie había terminado su relación con Annie y al haber esta iniciado una con Wilberth creyó tener las de ganar con aquel chico quien le había demostrado en muy poco tiempo que el realmente si era un caballero.

-Muchas gracias. – Dijo Annie sincera a las felicitaciones de ambos chicos, ellos los miraban con alegría al ver que ambos estaban tomados de la mano, deseando que Daysi fuera aquella compañera que se mereciera el amor de Wilberth, al ser un chico bueno y noble que ella creía se merecía ser muy feliz.

-Lo estamos intentando de nuevo. – Dijo Wilberth levantado la mano que mostraba llevaba la mano de Daysi, al ver que la pelinegra se daba cuenta de aquella acción.

-Eso veo. – Dijo Annie con una sonrisa. – También nosotros les deseamos que sean muy felices. – Dijo sincera.

-Gracias. - Respondió Daysi ilusionada, ella era la que pretendía que fuera todo bien entre ellos y poder así encontrar por fin a su príncipe azul.

La pareja se alejó del lugar de la misma manera en la que se habían acercado, mientras los demás Andrew los observaban tranquilamente, deseando también que aquella pareja que recién se formaba fuera la que ambos necesitaban para ser felices.

-Ojalá sean el uno para el otro. – Dijo Candy con sinceridad a su familia, quienes recibieron aquel comentario de la misma manera que ella deseaba fuera así.

-Esperemos que sí. – Dijo Archie quien había notado que Daysi era una buena chica lo mismo que Wilberth y a pesar de haberles robado ambos el primer beso con su damita, les habían dado la oportunidad de ser los últimos en hacerlo.

La boda continuó entre bailes y risas, y poco a poco las horas se fueron consumiendo, mientras los invitados bailaban la nueva pareja de los Cornwell se preparaban para salir rumbo a su luna de miel, aventando Annie el ramo a las chicas solteras que asistían con o sin pareja, quienes se arremolinaban debajo de las escaleras mientras Annie en lo alto se dedicaba a darle vueltas al ramo para ver quién era la afortunada de atraparlo. Para sorpresa de todos Daysi fue la acreedora de aquel hermoso ramo hecho con puras rosas rosas, la cual cuando lo atrapó no pudo evitar voltear a ver ilusionada a Wilberth, quien se sonrojó tímido por aquella mirada que era dirigida a él, simplemente le sonrió e hizo una reverencia a aquella dama, quien después se acercó a él para abrazarlo ilusionada.

Annie y Archie desaparecieron entre la algarabía que había ocasionado aquel acto del ramo y se fueron entre ruidosas latas que había Stear amarrado al automóvil que los llevaría a destino.

Los novios emprendieron el camino rumbo a Lakewood ya que al igual que Anthony y Candy habían decidido no ir a Europa, los viajes en los barcos de pasajeros habían sido suspendidos al haber estos sido apoderados por los gobiernos y utilizados como barcos mercantes o bodegas en el mar que les proporcionarían lo adecuado para continuar con la lucha, ese había sido el motivo por el cual Albert no había podido asistir a la boda y solo habían recibido una llamada de felicitaciones junto con el regalo que se había encargado George de hacérselos llegar.

Llegaron ya entrada la madrugada a su destino, donde únicamente el mayordomo los esperaba para abrir las puertas de aquella mansión. Archie como todo buen caballero siguió la tradición que mantenía su familia y llevó a Annie hasta su habitación cargada en brazos, haciendo gala de su fuerza al subir con ella las escaleras, mientras el mayordomo se había retirado discretamente del lugar.

Annie se adentraba al cuarto de baño que había en la habitación de Archie y con los nervios a flor de piel se dedicaba a prepararse para su primera noche de amor al lado de su ahora esposo. Ambos chicos habían tenido que esperar a su primera noche ya que la señora Britter siempre estuvo al pendiente de ellos y como Archie quería ganarse la confianza de su suegra fueron muchas noches de dolores inguinales que tuvo que aguantarse para lograr ese cometido, lo único bueno de todo era que ahora la señora Britter lo quería más de lo que había querido a Wilberth.

Annie salió nerviosa del baño, mientras Archie la esperaba ansioso ya enfundado en su pijama de seda, este había sido más raudo y veloz que la chica y se había desecho del elegante traje que había usado para la boda. Cuando Annie apareció ante él su cuerpo se tensó de inmediato, sintiendo como la respiración se le iba de su pecho y como sus ojos comenzaban a brillar de una manera apasionada. La mirada de Annie estaba acuosa, los nervios la hacían casi llorar al ser la primera vez que se exponía con tan poca ropa ante los ojos de un hombre, Archie era el primero que podía admirar su blanca piel por debajo de aquella bata que cubría su corsé y el bombacho que cubría su intimidad.

-¡Eres hermosa damita! – Dijo con el brillo de deseo salir por sus pupilas. Annie sonrió con dificultad, los nervios se apoderaban de ella y le impedían acercarse a él. Archie pudo darse cuenta del miedo que ella reflejaba en sus facciones y se decidió a acercarse a ella con lentitud para no asustarla. – No temas, no voy a dañarte. – Le dijo con falsa seguridad ya que él también a pesar de estar ansioso por descubrir qué más había debajo de aquellas telas, los nervios de no saber qué hacer lo estaban consumiendo en el fondo. ¿Quién demonios había dicho que el hombre sabía lo que hacía en la cama? Si los nervios del pobre chico lo estaban a punto de dominar. – Si quieres podemos hacer esto después. – Dijo Archie con un poco de decepción, decepción que fue captada por Annie, pero lo decía de una manera sincera al sentir que no estaba preparado para iniciar.

-No. – Dijo en un susurro, no quería decepcionar a aquel que tanto ella había perseguido, quería ser su mujer, ella se había preparado todo ese tiempo para serlo, había estudiado de cocina, de música, sabía tejer, bordar y coser, todo lo que una buena esposa debía aprender para atender a su marido, sin embargo nadie le había hablado de lo que tenía que hacer en la intimidad de la alcoba, nadie le había dicho qué era correcto y que no, siempre le habían dicho que tenía que comportarse, que contenerse, pero cuando estaba a solas con Archie le era muy difícil hacerlo, sabía de sus caricias, sabía de sus besos sobre la ropa y de lo excitada que se sentía cuando él la palpaba con verdadera pasión, sin embargo hasta ahí llegaban sus conocimientos, no sabía qué más seguía, ni porque tenía que usar esa ropa que evidenciaba más de lo que ella se había atrevido a ver en la soledad de su cuarto. – Enséñame. – Le dijo nerviosa a su esposo quien la veía aún nervioso y con los ojos envueltos en fuego.

Archie la tomó por la cintura con delicadeza y la acercó a sus labios dispuesto a besarla tiernamente y así comenzar a despertar la pasión en el cuerpo de su esposa, enséñame, le había dicho ella ¿Enseñar qué? Si él tampoco sabía qué era lo que tenía que hacer primero y que no, nadie, ni siquiera su hermano o su primo le habían dado una plática de cómo hacer el amor. Relájate, déjate llevar, eran las palabras que se atrevieron a decir, las más osadas fueron las de Anthony, quien le había dicho que se tomar el tiempo de besar a su novia alrededor de su cuerpo para que la preparara.

-¿Prepararla? Ni que fuera comida. - Pensaba Archie, pero le daba pena preguntar a qué se refería con ello, cuando llegue el momento tú sabrás, fue la respuesta del rubio ante los ojos de duda de su primo.

-Bésala primero, y poco a poco tu cuerpo te dirá qué es lo que tienes que hacer. – Volvieron a llegar las palabras del rubio. – Dedícate a besarla y explorar su cuerpo, ella reaccionará. – Repetía en su cabeza mientras seguía besando a su esposa, para irla recostando en la cama no sin antes despojarla de aquel pedazo de encaje que le cubría su blanco y hermoso cuerpo. Annie no se atrevía a moverse y seguía con su cuerpo tieso y duro. – Relájala con tus besos. – Escuchó de nuevo las recomendaciones que Anthony le había dado. – Relájate damita, te amo y no quiero hacer algo que tú no quieras. – Le dijo para calmarla. - ¿Quieres estar conmigo? – Preguntó dudoso al ver que ella no cooperaba mucho.

-Quiero aprender, quiero que me enseñes Archie… Si quiero… quiero estar contigo… – Dijo Annie mirándolo a los ojos. Ya nadie habló Archie se dedicó a besar con delicadeza el cuerpo de su amada, sus labios y poco a poco comenzaba a bajar sobre su cuello para seguir animándola como cuando se quedaban a solas en el salón de la mansión de su familia.

Archie se deshizo de todas las prendas que cubrían el cuerpo de Annie quedando maravillado por lo que ella tenía que ofrecerle y que él era el único merecedor de tan alto honor, en ese momento Archie comprendió por completo que aquel primer beso no significaba nada si él era el primero y el único en observar el cuerpo de su amada. Sonrió con satisfacción al ver que ella comenzaba a reaccionar a sus caricias cada vez con más deseo, lo notó en su respiración, lo notó en los movimientos que su cuerpo hacía cuando él tocaba cada vez algo más íntimo en ella.

Se apropió de su cuerpo lentamente y conforme sentía que su cuerpo llegaría hasta el final se obligaba a contenerse por las palabras de su primo, "relájala" era lo que lo animaba a detener su propia pasión, cada vez estaba más excitado y sentía desfallecer pero el recorrer el cuerpo de Annie lo tenía cautivado. Cuando su esposa comenzó a gemir con mayor confianza, supo reconocer que estaba haciendo bien su trabajo y eso fue el aliciente que necesitaba para saber que ya estaba lista para recibirlo y así lo hizo, entrando en ella pausadamente mientras Annie continuaba con los ojos cerrados por la pena de ver a su marido como Dios lo trajo al mundo, sin embargo sus manos no se habían privado de tocarlo y acariciarlo para sentir en las palmas de sus manos los músculos que lo definían. Cuando por fin estuvo dentro de ella totalmente Annie volvió a tensarse por aquel agudo dolor que le habían dicho se haría presente en algún momento, sin embargo supo soportar aquel intenso dolor que se iba disipando con los movimientos que iba comenzando su amado.

El ir y venir del cuerpo de Archie la hizo que dejara de pensar y se abandonara de nuevo a lo que sentía, la besó, la acarició, se deleitó con sus formas, estimulándola una y otra vez hasta que de pronto sintió como su esposa comenzaba a moverse de una manera extraña aunque se sentía delicioso la manera en la que ella lo sujetaba para no dejarlo escapar, haciendo sus movimientos un poco más forzados. Annie se convulsionó de pronto al dejarse llevar por lo que él le proporcionaba. Archie continuo sintiéndose cobijado por el cálido lugar que tanto había anhelado conocer y el cual lo había aceptado amoldándose a su forma, al poco tiempo se dejó llevar por fin al no poder contener más aquello que sentía quería ser expulsado de su cuerpo, llenando por completo a Annie de todo su amor y deseo.

Annie abrió los ojos por fin para encontrarse con los ojos ilusionados de su amado Archie, quien se mantenía encima de ella buscando la mirada azul de su esposa para corroborar si había tenido o no un buen desempeño. Annie sonrió tímida, mientras el sonrojo de su rostro se mantenía fijo en ella, era la pena, la vergüenza y el deseo desatado en su cuerpo, se sentía apenada porque tenía qué reconocer que había disfrutado aquel dulce encuentro con su amado, supo reconocer el esfuerzo que él había hecho por complacerla y sobre todo por no lastimarla.

-¿Estás bien? – Preguntó Archie a su esposa al ver que ella seguía con la mirada confundida. - ¿No te gustó? – Preguntó con miedo ya que a él era lo mejor que le había pasado en la vida, mejor que aquel primer beso que había probado de sus labios y mejor que las caricias que lo dejaban con aquel dolor punzante en su zona, ahora había experimentado aquel nacimiento de sus deseos y había llegado a la culminación, era lo mejor que le había ocurrido en la vida.

-Ese es el problema… – Dijo Annie tímida, no atreviéndose a hablar de ello con su esposo. Archie se colocó a un lado de ella para escuchar atentamente lo que ella había sentido. – Que sí me… me gustó... – Dijo tímida tapándose el rostro con la sábana, su madre le había dicho que la mujer no debía disfrutar en la cama que no era digno de una señora decente y que eso era únicamente para las mujeres de la vida alegre, eso era lo que la animaba a no hablar abiertamente con su esposo.

-¿Y ese es un problema? – Preguntó Archie sin comprender aquello, pero sintiéndose todo un semental por haber convertido en mujer a su bella esposa. – Yo no lo veo como tal. – Le dijo coqueto acercándose a ella para besar su rostro, aprovechando para quitar las sábanas que tenían un extraño agujero decorado en el centro, el cual no había entendido para qué era. Annie si lo sabía, pero de los nervios ni se acordó de ello.

-Mi madre dice… - Comenzó nerviosa sin saber si hablar algo así tan íntimo con él.

-¿Sí? – Dijo Archie al ver que su esposa no se atrevía a hablar. – Annie… quiero que de ahora en adelante no tengas temor de hablar conmigo de cualquier tema... – Le dijo tomando su rostro con una mano, tiernamente. – Te amo y quiero saber todo de ti y que tú sepas todo de mí. – Dijo sincero, quería que ella expresara el temor o los temores que tenía dentro de ella, después de todo ahora ya eran una familia.

-Mi madre dice que una dama no debe… - Decía nerviosa sin verlo a los ojos.

-¿No debe qué Annie…? – Preguntaba curioso.

-No debe disfrutar en la cama… - Dijo terminando aquella frase con dificultad. Archie por un momento quedó en silencio, no sabía que argumentar ante aquel comentario que su suegra había dado a su esposa, no era que estaba de acuerdo, pero cómo decirle que para él lo que aquella dama creía fielmente era más que una tontería. Annie lo veía con temor al ver que su rostro mostraba algo de molestia. - ¿Estás enojado? – Preguntó con miedo al ver que su esposo no hablaba. Archie sonrió comprensivo a su esposa, sabía que las enseñanzas de una dama como ella eran diferentes a las de los hombres.

-Annie, no soy quien para desmentir lo que tu madre piensa de una relación entre un hombre y una mujer. – Dijo intentando no ofender la inteligencia de su suegra. – O de cómo lleva el matrimonio con tu padre, sin embargo sí puedo decirte que tú y yo somos diferente a ellos, tú eres diferente a tu madre y no porque seas adoptada. – Dijo para dejar en claro que no era a eso a lo que se refería. – Sino porque eres mi esposa, y creo que lo que ha sucedido entre los dos ha sido lo más maravilloso que me ha pasado en la vida, y nada me gustaría más que saber que tú has disfrutado tanto como yo nuestro encuentro, es nuestra primera noche juntos Annie y si tú no lo disfrutaste como yo, ¿Qué sentido tiene compartir nuestra vida juntos? ¿Qué sentido tiene que yo te desee y tú no desees mi cuerpo? ¿Qué sentido tiene que yo sea feliz de amarte y que para ti sea un martirio? – Decía Archie cada vez más emocionado con sus palabras. – Por eso me gustaría que realmente tú hayas disfrutado tanto como yo nuestra intimidad, porque es nuestra y nadie tiene que saber lo que sucede dentro de nuestra habitación. – Dijo Archie para animarla a hablar con sinceridad.

-Si me gustó. – Dijo Annie tímida otra vez. – Mucho... – Volvió a decir esta vez mirando a los ojos a Archie quien encontró en los ojos azules un brillo diferente en ellos, su mirada se había dilatado y sus labios se ofrecían de nuevo a él.

-¿Quieres volver a ser mía? – Preguntó inocente, deseoso de que ella aceptara un nuevo encuentro, su cuerpo ya estaba listo para aquel combate.

-¿Se puede? – Preguntó Annie sorprendida por la reacción que había tenido su cuerpo ante aquellas palabras, sintiendo que este le exigía nuevamente otro encuentro con él.

-No lo sé, pero te puedo asegurar que yo estoy más que listo. – Le dijo con picardía, acercándose a ella una vez más para que sintiera en su cuerpo la rigidez que tenía él al estar ya preparado para volver a abordarla. Annie se puso roja como un tomate, sin embargo separó las piernas para darle acceso a su cuerpo, ello provocó una sonrisa traviesa en el rostro de Archie quien se volvió a acomodar sobre ella para volver a alcanzar la cima del cielo entre los brazos de su amada.

Annie se dejó amar una vez más, olvidándose por completo de las palabras tan estrictas que su madre le había enseñado a lo largo de su tiempo vivido con ella, poco a poco al lado de Archie había descubierto lo hermoso que era sentirse amada y deseada, a pesar de que el castaño no le había enseñado a besar, si había sido él el que le había demostrado la pasión que podía sentirse con solo un beso, era él el que le había enseñado como encenderse con una caricia, como palpitaba su centro con solo sentir sobre su cuerpo sus manos por encima de la ropa y como un sofoco ahogado le indicaba que necesitaba más en aquel encuentro, por fin aquella noche él le enseñaba cómo dejarse llevar por aquellas caricias que lejos de incomodarla la estaban llevando al clímax una vez más. Pronto se deshizo de todas las reglas que había aprendido con la señora Britter y se abandonó al sentimiento que la llevaba Archie, concentrándose de lleno en las caricias que él le daba, sobre todo cuando el castaño llegó a su parte baja y comenzó a reconocerla con su boca.

El cuerpo de Annie comenzó a vibrar de una manera incontrolable, los sonidos de su boca se escapaban sin contemplaciones, sin pudor, se había abandonado a las caricias que Archie le daba mientras se aferraba con sus manos a las sábanas que cubrían su lecho, aquellas reacciones animaban a Archie a continuar por el simple placer de escuchar los sonidos que salían de su boca y que llegaban hasta sus oídos causándole un inexplicable placer a su cuerpo. Annie volvió a llegar hasta la cúspide del placer mientras él observaba maravillado la reacción de su cuerpo, se veía hermosa convulsionándose y apretando sus ojos abandonándose por completo al placer que sentía su cuerpo, animado de nuevo a volver a refugiarse dentro de ella y repetir nuevamente aquella sensación que ya había experimentado y que su cuerpo ya le exigía a gritos, antes de que su entrepierna comenzara a doler la tomó de nuevo hasta que terminó una vez más dentro de ella.

-Eres hermosa Annie. – Dijo Archie en cuanto pudo hablar, observando su rostro bañado en sudor y su cuerpo respirando descontrolado.

-Gracias Archie. – Dijo la tímida chica, agradecida por lo que le había hecho sentir, reconociendo que si la primera vez le había gustado, esta vez había sido mucho mejor.

-Gracias a ti por regalarme tu pureza mí amor. – Le dijo el chico besando sus labios para salir de ella y acomodarse a su lado para dejarla descansar y descansar también él de aquella sesión íntima que habían iniciado. Ambos estaban agotados, satisfechos, se sentían plenos y felices, confiados que en su futuro todo sería dicha y felicidad.

Continuará…

Bueno hermosas aquí está la boda y noche de bodas de los Cornwell, espero que les haya gustado y sobre todo que se hayan entretenido en la lectura, muchas gracias por estar al pendiente de ella. Gracias a Julie-Andley-00, Denisse Treviño, Miyoya, Carolina Benitez, Mayely León, María José M., Aminaabud, TeamColombia, que siempre dejan un comentario en cada capítulo. Saludos y bendiciones a todas y cada una de las personas que leen.

GeoMtzR.