Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.
Capítulo final
2 años después.
Veo con suma nostalgia el letrero de venta en el patio de nuestra casa mientras la lluvia de hojas continua cayendo sobre el césped llenándolo de colores ocres.
― ¡Papi!
Volteo y mi sonrisa se extiende al ver a mi pequeña en brazos de Bree. La niña de diez años es toda una experta en cargar a mi hija de casi dos, la afianza bien en su cadera acercándose a mí.
― Edward ―me nombra Bree― tu bebé está llorando por ti.
Tomo en mis brazos a Ellie quitando con mi pulgar sus gruesas lágrimas, sus grandes ojos marrones me miran fijo para después esbozar una sonrisa con esos hermosos cuatro dientes que tiene. Mi pequeña apoya su cabeza en mi hombro aferrándose a mí.
― ¿Qué pasa contigo, preciosa?
Su pequeña mano frota mi barba en signo idéntico al que hace su madre.
― Bebé ―balbucea claramente apuntando con su dedito adentro de la casa.
Hace una semana que había nacido mi pequeño Jeremy y Ellie estaba demandando más atención de nosotros.
― Creo que Ellie quiere estar con su hermano ―opina Bree sosteniendo la manito de mi hija―. Es tan hermosa tu bebé ―dice― la echaré de menos, ella es como una sobrina para mí.
Me quedo mirando sus intensos ojos color miel. Nunca he sido muy creyente en el poder de sangre, sin embargo me he dado cuenta que Bree es muy cercana a mí. De algún modo siempre busca entablar conversación conmigo, incluso bromea y busca llamar mi atención y ahora con mi hija es una especie de tía protectora. Por supuesto sin ella saber el lazo sanguíneo que existe entre nosotros.
― Le enviaré fotos a tu mami sobre Ellie, así ella te las mostrará ―despeino su largo cabello―. ¿De acuerdo?
Bree mueve su cabeza en un asentimiento.
― También de Jeremy, eh.
― Tenemos que irnos ―anuncia Kate al llegar junto a nosotros con la pequeña Hanna de su mano―. Buen viaje, Edward ―me abraza dejando un beso en las mejillas regordetas de Ellie, ella empieza a peinar los rulos castaños de mi niña.
― ¿Qué tal tomaste la sentencia? Se qué no era lo que querías.
Se encoge de hombros.
― Si se determinó que no está bien de sus facultades y que pasar el resto de sus días en un hospital psiquiátrico es lo indicado, estoy de acuerdo. Lo único que no quiero es que vuelva a dañar a nadie más ―aprieta sus labios― al menos ese desgraciado de Aro se quedará en una maldita cárcel por treinta años. Es mejor cambiar de tema porque no quiero empezar con dolor de estómago.
Me regala una sonrisa y sus iris celestes parecen brillar con anticipación.
― Al fin le caigo bien a tu esposa, después de dos años ya comprendió que no eres mi tipo.
Guardo mi risa recordando todas las escenas de celos que tuvimos Isabella y yo a causa de mi amistad con Kate. Todas las veces que le hice entender que mis sentimientos no iban más allá de nada romántico. Debo aclarar que hoy me da risa pero en su momento nos sacaron varias discusiones.
― Bueno, Edward, buen viaje. Espero pronto visitarlos.
― Saludos a Zafrina.
Ella solo rueda los ojos y sonríe cómplice siguiendo su camino al lado de sus niñas. Le había costado muchos meses poder sincerarse con su familia, pero desde que lo hizo se ve más feliz al lado de su chica.
Volteo a mirar que los hermanos de Isabella comienzan a salir uno tras otro de casa, se despiden de Ellie y de mí yéndose al coche en espera de Phil que viene tras ellos. Me da un fuerte abrazo para reunirse con sus hijos en la minivan. Reconozco que en estos dos años Phil ha sido el suegro que nunca creí tener; su loco sentido del humor es la dosis necesaria para alegrar la vida de cualquiera. Estoy tranquilo al saberlo al pendiente de mi esposa y nuestros niños, quizá en el fondo él se convirtió en ese padre presente que nunca pudo tener.
― Bebé ―balbucea de nuevo mi niña señalando la puerta, beso una de sus mejillas y mi pequeña ríe acurrucándose en mi hombro.
Ellie no tiene un gran vocabulario para sus casi dos años, sin embargo su pediatra nos había tranquilizado diciendo que las más de diez palabras que pronunciaba eran perfectas para su edad.
Sigo mi camino por la estancia y escucho a Carmen regañar a Pat por estar metiendo los dedos en las cacerolas de comida. Sacudo mi cabeza y rio, no importa la edad que tenga Pat, él no dejará de molestar en la cocina.
Estoy por entrar en nuestra habitación y el susurro de Esme me detiene.
― Solo es una cena, chicas, no hay nada de romance en ello. Hace mucho que dejé de tener edad para eso.
― ¿Por qué? ―Jess interrumpe― Jenks y tú hacen bonita pareja, ¿qué tiene de malo darte una oportunidad con él?
Isabella ríe a la vez que hace un sonido de estar arrullando a Jeremy mientras de fondo se sigue escuchando el parloteo de Jessica. Están en una videollamada, hace un mes de la graduación y Jess y Mike estaban de vacaciones en Londres y posiblemente se queden a vivir ahí.
Abro la puerta y las mejillas de Esme se colorean de carmesí al verme, nerviosa baja de la cama le hace una seña a mi mujer y luego sacude la mano frente a la pantalla despidiéndose de Jessica.
Me quedo mirando que sale a paso presuroso de la habitación, volteo a ver a Isabella; ella está amamantando al pequeño Jeremy de una semana de nacido, me acerco y dejo sobre la cama a Ellie; mi niña va en busca de su mamá para refugiarse por un lado de ella y frotar con su diminuta mano la cabeza calva de su hermano.
― Te dejo, Jess ―se despide Isabella― no olvides que te quiero. Espero que pronto puedas venir a conocer a tu nuevo sobrino.
Ellie sacude la manito frente a la pantalla de la portátil mandando también un beso antes de que mi esposa apague la laptop.
― Hola ―me sonríe― parece que todos se han puesto de acuerdo para conocer a nuestro bebé.
Inspiro mirando la hermosa escena en la cama; Isabella vestida en un tierno vestido de algodón celeste sosteniendo en brazos nuestro pequeño hombrecito envuelto en un frazada color blanco mientras éste se alimenta de su seno con ruidos guturales de atragantamiento, en todo momento mi mujer está observando a Ellie dejando besos en su corto cabello rizado.
Jeremy llegó mucho antes de lo esperado, tal vez lo hizo para ponernos en vilo a su madre y a mí. Quiso ponernos a prueba y hasta el momento lo hemos hecho bien, resultamos ser un buen equipo.
Me uno a su lado poniendo en mi regazo a Ellie y abrazando sus delgados hombros contra mi torso.
― ¿Estás triste?
Isabella niega.
― Voy a extrañar esta casa, aquí hemos pasado momentos muy felices, eso es todo.
Dejo un beso ruidoso en su sien haciendo que Ellie ría y el pequeño glotón intente abrir sus ojos para dejarlo en solo un intento.
― Crearemos nuevos momentos. Estoy seguro.
― Lo sé ―sonríe soñadora poniendo su vista en mí―. ¿Cómo están Jake y Billy?
― Ese viejo es un roble, ha resurgido de las cenizas poniéndonos la muestra de que los años son solo un número. Ahora que vendí mis acciones, el viejo está volcado en apoyar a Jacob y al nuevo socio. Se le ve de mejor semblante y todo gracias a que pudiste regresar la parte del desfalco que fue heredada a ti.
― No podía quedarme con lo que no es mío. Sé que Billy le dará un buen uso, me dijo que han vuelto las becas y que personalmente se está encargando de que lleguen a quienes correspondan.
― ¿Quieres hablar sobre Charlie? ―indago de forma simple. Charlie se había presentado en la mañana cuando yo no estaba, lo supe por Phil quien llamó para ponerme al tanto mas no me dijo que fue lo que sucedió.
― Venía a recuperar a su hija ―sonríe pero su felicidad no llega a sus bellos ojos―. Tardó más de dos años en buscarme y hoy lo hizo porque Sue lo dejó, le pidió el divorcio y prácticamente lo echaron de su casa. Entonces recordó que yo existo.
Exhalo ruidosamente.
― ¿Qué harás con él?
Isabella empieza a acariciar el diminuto y rosado rostro de Jeremy.
― Lo mandé a casa de Renee, ella tiene demasiada casa deberían de aprovechar y hacerse compañía.
La miro con incredulidad y a la vez ocultando mi risa. Sin embargo cuando voltea a mirarme mi carcajada sale espontánea y tan fuerte que me dejo caer de espaldas al colchón con Ellie en mis brazos.
Mi hija se remueve sobre mi cuerpo riéndose sin saber el porqué de mi risa. Aquí es donde pienso que Charlie es muy irrelevante para seguir hablando de él.
― Papi…
Acuno su pequeño rostro. Ellie es tan perfecta como imaginé; con sus mejillas regordetas teñidas de un profundo rosa eran la combinación perfecta a sus pequeños labios rellenos y diminuta nariz.
― ¿Quieres ir a jugar?
Ellie frunce su entrecejo observándome con sus grandes y preciosos ojos marrones. Es idéntica a Isabella.
― No ―sacude su cabeza de un lado a otro con sus manos tocando mi rostro― Pat, quielo a Pat.
Ellie quiere estar todo el tiempo con Pat porque le ha enseñado a estar en la cocina y robar toda la comida de las ollas mientras Carmen cocina.
― Vamos con tu hermano.
La subo sobre mis hombros al ponerme de pie y ella se agarra fuertemente de mi cabello.
― Cuando regrese me debes una explicación del porqué Esme tiene una cita con Jenks.
― ¿Estuviste escuchando? ―cuestiona supuestamente ofendida y sin ocultar su sonrisa― no te diré nada, eres un celoso.
― Es mi mamá. No me sienta bien que ella tenga citas.
Finjo estar molesto cuando en realidad lo único que quiero es que Esme sea feliz, que rehaga su vida al lado de un hombre que traiga felicidad a su vida y no veo mal que Jenks lo esté intentando. Que sea él.
Un mes después y aún no logro acostumbrarme a vivir entre tantos árboles y rodeados de nada que no fuese vegetación, creo que extraño el ruido de la ciudad. Aunque debo aceptar que el silencio me trae suficiente paz mientras los amaneceres desde el balcón de nuestra habitación son un regalo simplemente espectacular.
Me gusta salir y sentir el frío rozar mi piel mientras contemplo las montañas pintadas ligeramente de blanco.
― ¡Mami!
Apenas puedo girarme y mi pequeña se echa a mis piernas.
― Pat ―Ellie tira de mi mano llevándome con ella― vamos.
Bajamos las escaleras con la misma rapidez que Ellie lo hace para sus escasos dos años. Edward está con Jeremy en brazos y su semblante es de absoluto orgullo, sé que habla con Pat porque ambos están sonriendo.
― ¿Todo bien?
Pat se aproxima y me envuelve en sus brazos para elevarme y girarse conmigo. Está sumamente feliz y creo saber de qué se trata. Lleva días en espera para saber si fue aprobado en alguna universidad.
― ¡Me quedo con ustedes! ―menciona emocionado al ponerme de nuevo sobre mis pies―. Fui aceptado en la Universidad del Estado ―me abraza― no será necesario vivir en el campus porque bien puedo ir y venir a mis clases. ¡Lo logré!
― Oh, Pat, te quiero mucho ―soy yo quien lo abraza con tanto cariño― ¡felicitaciones! Estoy muy orgullosa de ti.
Cierro brevemente mis párpados cuando deja un tímido beso en mi frente.
― No se van a deshacer de mí, eh ―bromea echándose a su hermana sobre su hombro, se van rumbo a la cocina en busca de molestar la comida de Carmen―. Busquemos qué comer, enana.
Los observo. Pat es tan alto ahora; es un buen chico, estudioso, amante de los deportes y muy amoroso con sus hermanos. Estoy contenta porque al menos Charlotte ha intentado acercarse a él en todo este tiempo, espero y entienda que debe dejar sanar el corazón de su hijo a tanto desprecio que le hizo. Y cuando él esté listo y sienta que sus heridas han sanado quizá sea el momento para tener un a acercamiento madre e hijo.
― ¿Quieres caminar conmigo?
Parpadeo. Edward ha dejado en brazos de Carmen a mi bebé haciéndome reír cuando se vuelve a la cocina para regañar a Pat y Ellie que están picoteando el almuerzo.
Entrelaza nuestros dedos animándome a salir al patio y caminar hasta la parte trasera donde está el garaje.
Me cubre los ojos con sus manos ayudándome a caminar más despacio.
― ¿Qué ocurre, Edward? Me estás asustando.
― Es una sorpresa ―susurra en mi oído― vienen tres pequeños escalones, ¿está bien?
Asiento, tratando de tocar lo que sea con mis manos mientras sigo caminando.
― Esto es para ti…
Abro mis ojos. Mi boca se abre por igual y mi corazón se encoge al tener frente a mí un hermoso taller de orfebrería equipado con lo necesario desde mesas grandes, una silla ergonómica y distintos materiales sobre los cuales trabajar. Mi vista se pierde en los grandes ventanales que me permiten admirar el bello paisaje que predomina en las montañas.
Me vuelvo a él, mis ojos pican porque es la primera vez que tengo un espacio solo para mi trabajo.
― Pensé que ibas a acondicionar este lugar para un gym, lo habías mencionado. Dijiste que te gustaba para…
Besa mis labios sin dejarme continuar.
― Cambie de idea, pensé que mi esposa se merece su propio espacio para sus creaciones.
Camino tocando con la punta de mis dedos la hermosa mesa.
Recargo mi cabeza en su pecho cuando me abraza por la espalda. No quiero llorar pero esto es más de lo que puedo imaginar.
― Estoy muy orgulloso de ti, amor. Has encontrado tu propio camino y lo estás haciendo bien.
Me vuelvo a él; sus hermosos ojos salvajes hoy tienen paz, acuno su rostro acariciando su barba. Me está viendo fijo y con tanto amor, lo dice su sonrisa ladeada.
― Ve por más, Isabella, que yo estaré a tu lado.
Sé lo que sus palabras significan porque siempre me ha incitado a seguir adelante y sé que me está pidiendo que venza mis miedos y vaya por mis sueños.
Y así lo haré. Por mí, por él y mi familia.
― Te amo tanto ―susurro.
Sonríe y sacude su cabeza sin soltar sus brazos alrededor de mí.
― Yo te amo más... quizá desde que te vi por primera vez entrando aún cuarto de hotel.
Entierro mi rostro en su pecho ocultando mi sonrisa.
El destino y sus misterios nos tenían hoy aquí con una hermosa familia. No tenemos idea de lo que nos presente el futuro, sin embargo vamos por más.
Juntos.
Así es como llegamos al final. Edward y Bella formando una familia y él siempre apoyándola para que ella no se detenga. Y pues Charlie llegó demasiado tarde, él ya no cabía en la vida de su hija. Espero leer sus impresiones acerca del capítulo.
*Nos leemos el lunes con el epílogo.
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