¡HOLAAAAAAAAAA MIS BELLAS!

Al final, no he podido subirlo antes. Mi hijo mayor necesitó el ordenador para estudiar, y he retocado el capítulo como uno veces.

Pero aquí está y espero, que cumpla vuestras expectativas.


GRACIAS Isis Janet, por estar poniéndote al día e ir dejándome tus comentarios.

Cary: De nada, de nada, de nada, de nada... ¡jajajaja!

Nancygov: Su mayor enemigo, es su propio corazón. Efectivamente. Sigue enamorada de Edward, pero se siente traicionada, humillada, asustada... Y su naturaleza sigue agobiándola. aunque Edythe es mitad vampiro, ella todavía conserva parte de humana, y es a lo que Bella se aferra, pq la niña no es completamente vampira.

Jade HSos: Mil gracias por ese "te luciste"... ¡qué ilusión me hizo leerlo! Me alzáis el ego, jajaja. Edward entendió muchas cosas, y esperamos que actúe en consecuencia, pero...

alicecarolina11: "Rosalie... cómprate un perro"... ¡Brutal... jajajajajajaja! Si... ¡Go, Emmet! Aun tendremos algún momento más de "Go Emmet" ;-)

Andre22-twi: "¿De dónde sale el dinero de Bella?" …. En el capítulo en que Charlie está agonizando, el 34, cuando hablan a solas, él le entrega 25.000$ en efectivo. De ese dinero está viviendo... Apreciaciones como la tuya, me dan a entender que "leéis" el capítulo. Que os fijáis en los detalles, y me alegra muchísimo. Gracias.

Iba a hacer mención del tema del dinero en el capítulo anterior, pero como ninguna había dicho nada, preferí omitirlo, para no alargarlo.

Flor Mcarty: Cambiaras de idea sobre que estén juntos... solo espera unos capis más... Ahí lo dejo... ;-)

PanchiiM: Eso era una de las principales causas de que Bella no quisiera contactar con ellos... Que sabe que perderá su poder de decisión. Muy buena observación.

TODAS ESTÁIS COMO LOCAS POR EL CAPI DEL REENCUENTRO. ESPERO QUE OS GUSTE Y YA ME DIRÉIS VUESTRAS IMPRESIONES, DUDAS Y DEMÁS...

¡MIL GRACIASSSSSS A TODAS!

No pongo más comentarios porque si añado muchas palabras luego da problemas para subir el capi.


CAPÍTULO 46


Los Cullen llegaron a San Francisco en un tiempo récord; hubieran llegado antes corriendo, pero siete personas al galope, atravesando la costa oeste del país, no era fácil de camuflar.

Así que tuvieron que hacer el viaje en avión y coche como los simples mortales.

Durante el viaje en avión, el cual hicieron en primera clase, tuvieron tiempo de hablar y preparar su presentación. Por supuesto, cada uno daba su opinión y la defendía, iniciando varias discusiones; hasta que Edward tomó la palabra.

- ¡Basta! - Alzó al voz, haciendo callar a todos. - He estado pensando cómo hacer, y se hará según mi criterio. Se que esto nos incumbe a todos, pero creo tener el derecho a decir yo. - Habló de forma suave, pero contundente, no dando lugar a ninguna réplica.

- Tienes razón, hijo - Apoyó Carlisle - creo que tú, debes ser el que decidas. Todos acataremos lo que dictamines. - El patriarca lanzó una mirada a todos sus hijos, deteniéndose un segundo de más en Emmet, el cual bufó, girando la cabeza molesto.

- Emmet - lo llamó Edward - No voy a hacerle nada - Su voz estaba llena de congoja. - Y el quitarle a la niña, va dentro de ese "nada". - Aclaró, dejando salir un suspiro cansado. - Jamás, por mucho que me incitara Rose - le lanzó una mirada de lado a su hermana, la cual se hizo la desentendida - se me pasó por la cabeza el hacer algo así. - Emmet asintió a su hermano.

- Siento haber echo eso - Declaró Emmet. - Y créeme que se que estás sufriendo, pero… nadie estaba de su lado. Bella no tenía apoyo de nadie, y… me parecía injusto. - la cara del grandote Cullen, era la pena y dulzura hecha hombre.

- Lo sé. Y aunque no apoyo lo que hiciste, - le alzó una ceja - Tengo que admitir que estuvo bien que tuviera tu ayuda.

- Eso no cambiará - Emmet usó un tono suave, pero muy rotundo. - Ella tendrá mi apoyo siempre. Porque se que os volveréis locos queriendo ayudarla, y lo único que haréis será agobiarla - Lanzó una rápida mirada hacía toda la familia, la cual bajó la cabeza. Excepto Rose, que estaba enfurruñada.

- Eso espero - Respondió Edward muy solemne. Emmet pestañeó sorprendido - Que me mantengas con los pies en la tierra, no dejándome llevar por mis arrebatos y… mis anhelos. - Rodó los ojos, y Emmet sonrió pícaro.

De está forma, los hermanos firmaron una tregua de paz.

Esme y Carlisle sonrieron complacidos por el buen entendimiento de sus hijos y se sintieron orgullosos por la parte que les correspondía, al haber formado una familia tan unida y leal.

- Ahora que habéis echo las paces, lo que debemos de tratar es el no quitarle autoridad a Bella respecto a Edythe. Hay que explicarle claramente lo que significa criar a una niña como ella, pero sin que pierda voto - Comentó Alice muy seria, ganándose asentimientos por parte de toda la familia.

- Debemos ser cuidadosos a la hora de exponerle las cosas. Que ella tenga decisión, siempre. - Sentenció Carlisle.

- Os será difícil, por no decir que imposible. - Emmet sacudió la cabeza, mientras rodaba los ojos.

Edward hizo un gesto de silencio, ya que la auxiliar de vuelo, estaba entrando en su zona.

- Señores pasajeros, deben abrocharse los cinturones de seguridad. Vamos a comenzar el aterrizaje - Informó. - En unos minutos, estaremos en San Francisco. Esperamos que el vuelo haya sido de su total agrado. Gracias por elegir nuestra compañía.

·

Tuvieron la gran suerte de que en San Francisco hacía un día completamente nublado, por lo que pudieron moverse con total libertad, ya que llegaron por la tarde, y siendo ya junio, los días eran mucho más largos, y por lo habitual muy soleados.

En poco más de una hora, estaban delante del apartamento de Bella.

Todos pudieron captar perfectamente su olor y distinguieron con facilidad la fragancia de Edythe. Era muy parecida a la de Edward, pero tenía unos matices diferentes.

Edward alzó la mirada, sintiéndose nervioso como no recordaba haberse sentido nunca. Iba a conocer a su hija. "Su hija", el milagro nacido del amor entre él y su madre… Su madre, Bella. Estaba completamente perdido respecto a como ella lo recibiría.

No contaba con que abriera sus brazos para él, pero esperaba que no le lanzara algo a la cabeza. Y lo que más temía, era verle la cara, cuando sus ojos se encontraran, y comprobar que sentimientos mantenía por él.

- Quiero… - Edward apretó los ojos - Necesito - rectificó - Que os marchéis. Esto tengo que hacerlo solo. - Alice iba a protestar y Jasper intervenir, pero los calló con un gesto de la mano - Si entramos todos, ella se asustará y se cerrará en banda. El primero que debe dar la cara, soy yo.

- Estoy de acuerdo - Apoyó Carlisle. - Tu eres el padre de la niña, y el que debe ir. Ya tendremos tiempo de reunirnos con ellas. Rose - el patriarca ni tan siquiera se giró hacía su hija - Siento que no estés de acuerdo, pero es su hija… Siento recordártelo. - Su rostro se afligió ante eso, al igual que el de Rose. - Y tu hermano es el que debe ir.

·

·

Ese día Bella se había levantado con algo de mejor humor. Su tristeza seguía ahí, pero parecía estar algo más calmada. Por lo que sus ganas de hacer cosas, también habían vuelto. Eso conllevó a tener una tarde de juegos, como hacía ya días no tenían.

Edythe estaba feliz al observar y sentir a su madre más alegre, pero sabía que era algo pasajero.

"La tía Alice… ¿conseguiría ver algo? ¿Anularía bien nuestro escudo? No puedo evitar sentirme nerviosa… Si ha podido ver, se supone que no tardarán en venir, ¿no? Espero que mamá no se enfade, fue por su bien"

- Cariño, ¿Te apetece que haga ese plato de pasta que tanto te gusta? - le preguntó desde la habitación donde se estaba vistiendo tras ducharse. - Hace mucho que no lo preparo.

Bella estaba atusándose el pelo delante del espejo, ya que aun estaba sorprendida de sus cambios físicos; solo hacía una semana desde "su cambio" y se sentía fascinada. Asustada también entraba en la lista de principales sentimientos, por supuesto, pero no podía evitar que su vena vanidosa saliera a relucir.

- Y de postre, podía hacer esa torta con chocolate… - Bella frunció el ceño, al darse cuenta de que Edythe no le estaba respondiendo.

Un golpe salvaje y violento le sacudió el pecho y el aire se le atoró en los pulmones, ante el presentimiento de que sucedía algo malo. De que algo le pudiera haber sucedido a su hija.

- ¿Edythe? - Salió disparada hacía el salón, sintiendo como su corazón bombeaba frenético.

Entró en el salón enloquecida, pero en cuanto sus ojos procesaron la escena que tenía delante, frenó, dando un paso atrás en el mismo movimiento.

Soltó un jadeo aterrorizado, llevándose ambas manos a la boca y sus ojos estaban tan abiertos, que habían duplicado su tamaño.

- Hola Bella.

La dulce voz de Edward llenó el ambiente, haciendo a su corazón bombear frenético y sus pulmones se habían quedado atorados.

Su boca no era capaz de soltar ningún sonido. Sus terminaciones nerviosas se habían desconectado unas de otras, dejándola totalmente anulada.

No podía creer que, él, estuviera ahí, delante de ella. Un cúmulo de sentimientos bailaban dentro de su alma, obligándola de algún modo a no apartar la vista de él. De su tan hermoso y añorado rostro.

·

Edward ya tenía previsto mantener una distancia, pero al contemplar a Bella, se quedó paralizado.

Estaba más hermosa. Mucho más. Algo en su rostro estaba distinto, otorgándole unos rasgos más femeninos y sensuales.

- Mamá - Edythe se acercó a su madre. - ¿Mamá? - La volvió a llamar con cierta preocupación. - Tranquila.

Edythe le tomó la mano a su madre, la cual temblaba; nada más que sus sentimientos entraron en ella, no pudo evitar jadear.

Bella estaba completamente aterrada, era un miedo que no sabía explicar con palabras y Edythe jamás había captado un miedo tan intenso y perturbador emanar de su madre.

Se giró, enfrentando a su padre, con la espalda pegada a las piernas de Bella y en un acto reflejo, le gruñó, sacándole los dientes.

Edward se quedó asombrado, pestañeando varias veces. Pero una tierna sonrisa asomó de sus labios.

Estaba maravillado y muy complacido de ver como su hija, protegía a Bella. Una sensación desconocida hasta ahora por él, lo invadió por completo: El orgullo paterno.

Edythe frunció el ceño al ver a "su padre" sonreír.

- Estoy encantado de ver como defiendes a tu madre. - Le dijo; su voz repleta de ese nuevo sentimiento descubierto.

- La defenderé de quien sea. - Edythe lo miró fijamente, clavándole sus ojazos verdes. Serios, potentes y peligrosos.

- Me parece muy bien - Edward sonrió más ampliamente - Yo haría exactamente lo mismo. Siempre defiendo a muerte lo que amo. - No pudo evitar girar sus ojos hacía Bella, la cual pareció despertar del embrujo en ese momento, tras él decir eso, apartando la mirada. - Pero, no voy a haceros nada… - Su rostro se llenó de aflicción. - ¡Jamás!

·

Edward dio un paso tentativo en su dirección, y Bella, que parecía un estatua, actuó en sincronía, dando un paso atrás. Fue un movimiento demasiado rápido y estudiado para un simple humano, y Edward frunció el ceño un micro segundo, confuso.

- No te acerques - Soltó Bella, intentando controlar su voz, acompasándola a su respiración sofocada. Rodeó a Edythe con sus brazos, de forma protectora. - No dejaré que me quites a mi hija. - Jadeó, mirando hacía Edward desafiante; en ese momento no le importó ni lo más mínimo mirarlo directamente.

- ¿Quitarte a tu hija? - Repitió como pregunta Edward, atónito. - ¿De eso tienes miedo? ¿Por eso huías? - No salía de su asombro. Bella no respondió nada, solo lo miraba amenazante.

Había barajado esa opción, pero él nunca había creído que solo fuese por eso. Pero la reacción de Bella, le dejaba más que claro, que ella temía que él viniera para "robarle" a Edythe. Aunque había más… mucho más.

·

- Jamás te separaría de Edythe. - Le confesó solemne. - Pero lo que tampoco quiero, es seguir distanciado de ella. También es mi hija. - Le recordó, mientras le alzaba una ceja, y dejaba salir una traviesa sonrisa.

Bella apretó los ojos, mortificada por esa idea. Sintiendo como los ojos se le anegaron en lágrimas.

"No quiero seguir distanciado de mi hija"

Esa era la frase que la había estado torturando desde que Edythe nació. El que él llegara reclamando sus derechos paternos.

Edward se agachó, para quedar a la misma altura que su hija, la cual estaba pegada a su madre, a unos cuatro pasos de distancia, y le sonrió. Debía intentar mantener un ambiente tranquilo, y que "sus" chicas fueran calmándose, y así estuvieran receptivas para hablar.

- Tenía muchas ganas de conocerte. - Su sonrisa era dulce, agradable y muy tierna. - Te pareces mucho a mí. - Esperó a que Edythe contestará, pero ella no hizo ni dijo nada. - Tu… ¿tenías ganas de conocerme? - Sus ojos brillaron de emoción.

- Mamá me habló de ti. No creas que no sabía que tenía un padre. - Le respondió un poco ofendida. - También me habló de mis tíos y abuelos. - Eso sorprendió a Edward, que reflejó ese sentimiento en su rostro. - Se perfectamente que sois vampiros y que yo soy mitad humana, mitad vampira. - Edward tuvo que aguantar una carcajada.

- Es igual de respondona que tu - aguantando una carcajada, se dirigió directamente a Bella, la cual, sin darse cuenta, rodó los ojos mientras asentía.

Ese, fue el primer gesto "paterno" entre ellos. Y ambos se percataron de ello. Se miraron fijamente, a los ojos, y de pronto no hubo nada más que ellos. Los sentimientos comenzaron a llenar, de una forma mágica, el ambiente; hasta que Bella apartó la mirada.

Los sentimientos que transmitía Bella, era sobre cogedores. Edythe pestañeó sorprendida, ya que tampoco había captado nunca algo así.

Amor. Amor puro.

·

- Mamá… - Gimió, mirándola alucinada. Pero sus ojos brillaban emocionados.

Bella bajó la vista hacía su hija, y le hizo un gesto de que guardara silencio. Edythe sonrió de lado… una sonrisa torcida (muy de su padre), y le dedicó un alzamiento de cejas, de forma muy cómplice entre ellas.

Edward se sentía abrumado por los sentimientos de felicidad, de asombro, de fascinación, al ver a su hija. Era un calco exacto de él, incluso sus mismos gestos.

- ¿Qué ha sido eso? - Preguntó curioso. Por supuesto, no le había pasado desapercibido esa comunicación "muda" entre ellas.

- ¿Qué quieres, Edward? - omitió descaradamente la pregunta, no tenía intención de revelarle nada… aún, claro. El decir su nombre en voz alta, le costó horrores, pero tenerlo ahí, delante de ella… Era abrumador.

- ¿Cómo que, qué quiero? - Le preguntó confundido, sin quitarle los ojos de encima. - A vosotras. - Le extrañó y, casi ofendió tanto esa pregunta, que soltó ese "vosotras" sin pensarlo mucho. Solo fue consciente de cómo sonó, cuando oyó su propia voz.

Bella contuvo el aliento en sus pulmones, y volvió a abrir los ojos. No hacía falta tener el don de Edythe, para darse cuenta de que estaba asustada.

Y Edward, por supuesto, se percató más que de sobra de los sentimientos que emanaba Bella.

"¿Sigues teniéndome miedo? No encuentro palabras para describir lo mucho que me duele que me temas" Pensó él, achinando los ojos una centésima de segundo.

·

- ¿Cómo… Cómo nos has encontrado? - Preguntó soltando el aire de un golpe, evadiendo hacer mención de ese "vosotras".

Esa, era la pregunta del millón.

Realmente cómo las había encontrado ya no importaba mucho, porque sabía que ahora, sería imposible escapar de ellos. Y más al haber visto Edward a Edythe.

- Es… una larga historia - Sus ojos volaron a Edythe, lanzándose una mirada de entendimiento entre padre e hija. La niña se mordió un labio y bajó la vista.

Ese gesto de culpabilidad, le dio a Edward la pista de que Bella no sabía que Edythe había sido quien los contacto. Era momento de ser cuidadoso, ya que eso, podría ponerla incluso más a la defensiva.

- Te lo explicaré, por supuesto - Sonrió intentando mantener un ambiente relajado - Pero lo único que quiero es conocer a mi hija, y…

- ¿Y? - Preguntó Bella a la defensiva.

- Y… saber que estáis bien. - La mirada de Edward era almíbar puro, al igual que su voz. Por muy buen actor que él pudiera ser, una mirada así, no se podía fingir.

Eso hizo a Bella bajar la guardia; por muy aterrada, abrumada o superada que estuviera por la presencia de Edward, no podía evitar que los sentimientos estuvieran ahí: Latentes, expectantes.

Dejó salir entre sus labios un suspiro, lleno de derrota, y otro sentimiento que partió el alma de Edward: Sufrimiento.

·

- ¿Por qué no nos sentamos? Estaremos más cómodos y será más, cordial - Sugirió Edward, señalando el sofá. - Creo ser lo suficiente bienvenido para ello. - Sonrió torcido; pero con un gesto divertido.

- Supones demasiado - Respondió Bella, de forma automática; con una ceja alzada y una mirada felina.

"Sus ojos… Están diferentes. ¿Tanto poder de transformación tuvo la mordida de la bebé? Contando que eso fuese lo que sucedió"

Edward frunció los labios, mostrando un gesto astuto, con un punto guasón. Pero la forma que tuvo de mirar a Bella, no poseía ninguno de esos adjetivos, ya que aunque su boca decía una cosa, sus ojos transmitían un fondo de sensualidad que dejó a Bella enmudecida.

Que Bella estuviera a la defensiva con él, de esa forma, lo tenía activo, completamente atento a todo lo que pasaba en la conversación. Pero, sin acabar de entenderlo, el que ella hubiese contestado de esa forma, tan altanera, tan… ella, lo había excitado, y no pudo evitar que sus ojos dejaran entre ver parte de esa "excitación".

Bella reaccionó de una forma "poco humana´, ya que hizo un ligero movimiento con sus párpados ante su mirada y, su pupila se dilató levemente; incluso un ligerísimo sonrojo coloreó sus mejillas, pero nada en comparación a antes.

En cuestión de segundo y medio, ella recobró la soberbia que adornaba su cara, como si nada hubiera pasado.

·

- Sigues bloqueándome muy bien. - Le dijo, mirándola fijamente. Sus ojos eran igual a los de una pantera, analizando a su presa; con ese punto de peligrosos, brillantes y atrayentes. Estaba completamente fascinado con ella.

- No te haces ni una ligera idea, de lo mucho que me alegro de ello. - Le respondió altiva y dejando asomar una sonrisa socarrona,, pero apartando la vista de sus ojos. No podía mantener su fachada, si seguía contemplando esa mirada tan arrebatadora.

Bella hizo un gesto con su cara, indicándole que tomara asiento, manteniendo en su rostro una máscara bastante perfecta de soberbia. La mirada que acababa de lanzarle Edward, aun seguía recorriendo sus entrañas y no sabía como había sido capaz de mantener esa máscara de indiferencia.

Tenerlo allí, delante de ella, glorioso, magnífico y tan atractivo, la estaba enajenando; la hacía perder el rumbo de sus pensamientos más de lo que podía controlar, y no quería que él observara ni el más mínimo flaqueo.

Edward, siendo prudente y no queriendo tensar la situación, tomó asiento en el butacón de la sala, dejando el sofá grande para ellas.

Sabía que él era el extraño, la amenaza, y lo que pretendía era que ellas tomaran confianza en él.

- Cuéntame algo sobre ti, Edythe - le sugirió a su hija. La cual se sentó en el sofá grande, tal como supuso Edward.

Bella se acercó pero no se sentó. Se sentía intranquila, por mucho que intentara decirse a sí misma que no pasaba nada, pero tener ahí a Edward significaban muchas cosas; cosas que se embarullaban en su mente.

Edythe miró hacía su madre, la cual le dedicó una sonrisa y un asentimiento. La niña palmeó el sofá pidiéndole a su madre que tomara asiento junto a ella. Y Bella, sin perder la compostura, se sentó.

La niña comenzó, de forma algo tímida, a contarle sus aprendizajes, sus crecimientos, sus cambios, y Edward escuchaba atento sin perderse ni una sola entonación que saliera de los labios de su hija. Estaba completamente fascinado con ella.

Edythe estaba en medio de los dos, mirando hacía Edward; y sus padres, aunque atentos a su hija, no dejaban de lanzarse miradas robadas entre ellos.

Tras un rato de cháchara y observando que Edythe estaba cómoda con Edward, Bella se levantó suavemente para irse a la cocina. Aunque era la misma estancia, necesitaba tomar un poco de distancia con Edward.

No tenía los mismos sentidos que tendría él, pero ahora, estaban mucho más desarrollados que antes, y podía ver, como él la miraba a hurtadillas, y acompañado a los gestos de Edward, la hacían sentirse como una bomba a punto de estallar.

·

- ¿Quieres un poco de zumo? - Le ofreció Bella a su hija, la cual asintió complacida. - Haré algo de cenar, ¿tienes hambre? - Edythe se llevó la mano a la cabeza, sorprendida por olvidar la cena.

- ¡Se me había olvidado! - Bella sonrió divertida.

- Por mi no os preocupéis. - Edward se sintió de pronto mal por la intromisión. Ellas tendrían sus rutinas, y él había llegado irrumpiendo sin consideración.

Pero las ansias de conocer a Edythe, y… de ver a Bella, lo hizo no tomar en cuenta las horas.

- ¿Es verdad que solo bebés sangre? - Preguntó con curiosidad infantil Edythe. Esa debió ser la pregunta más espontánea de la niña en la casi hora que llevaba Edward en su casa.

- Si. Así es. Pero, mi familia y yo, solo tomamos sangre de… - Edythe no lo dejó terminar.

- De animales. - Edward asintió. - Mamá me lo dijo. - Edward miró directo hacía Bella, pillándola de pleno mirándolo. Pero apartó los ojos tan pronto ella observó que él se giraba.

- Veo que tu madre te ha hablado mucho de mi y… nuestra familia. - Edythe asintió. - Y tu… ¿Comes comida humana? - La niña volvió a asentir. - ¿Y te gusta? - La curiosidad ahora de Edward, fue la que rozó lo infantil.

Pero él pretendía sacar más en cada pregunta. Sobre todo en la de la alimentación de Edythe.

- Si. Mucho. Menos el pescado. Me horroriza - Hizo un gesto de asco de lo más divertido.

Edward frunció el ceño, recordando los últimos días con Bella. Y recordó la forma tan estrepitosa de vomitar cuando Sue había echo aquel estofado de pescado.

Giró su cabeza hacía Bella, la cual estaba sonriendo de forma divertida.

- Efectivamente. - Le respondió a su pregunta muda. - Por eso vomité aquel día, con el estofado de Sue. - Entre ellos se lanzaron una mirada divertida ante el recuerdo. Aunque no fueron días agradables, realmente, y ambos también recordaron eso, mostrando gestos tristes y un tanto amargados.

Edythe dio por concluida la respuesta de su alimentación con ese punto divertido entre sus padres, pero Edward poseía unos sentidos mucho más agudizados que su hija, por lo que se percató de que Edythe había omitido algo.

- ¿Duermes, verdad? - Le preguntó dirigiéndose a Edythe. Prefirió cambiar de tema, ya que las cosas estaban bastante pacíficas.

- Sí. Unas ocho horas. - Respondió.

- Lo pregunto porque veo que hay mucho de lo que hablar, pero haces rutinas humanas, no quiero alterar tus costumbres. Tenemos mucho tiempo por delante para ponernos al día. - Edythe ladeó la cabeza, en un gesto afirmativo, aunque algo dudoso. - Hemos alquilado una casa en la zona norte… No sé si… - Edward se pasó la mano por la parte trasera de su cabeza, dudoso de como hacer la invitación.

Sabía que Bella, aunque mostraba unas formas bastante tranquilas, estaba a la defensiva, y no quería alterarla. Ella estaba sobreactuando. Suponía que por el bien de su hija.

- Mañana puedes volver. - Lo cortó Bella, suponiendo lo que Edward quería decir. - Si no te importa, avisa las visitas. - Lo miró con desafío, alzando la cabeza con dignidad. Ahora era el momento de poner sus reglas.

Sabía que si le daba un mínimo de confianza ahora, él se tomaría todas las libertades. Debía marcar la distancia y los límites desde ya.

- Claro. Por supuesto. - Respondió él muy formal. Pero Bella sabía que no le había agradado demasiado "el corte".

- ¿Dónde están el resto? - Preguntó Bella, cuando vio que Edward se levantaba con intención, supuso, de irse. Él sonrió travieso ante la pregunta.

- Están esperando. - Alzó las cejas, divertido.

- ¿Tanto miedo tenían a que te echara a patadas? - Soltó sin pensar, también en un plano divertido.

- Supongo - Rió. - He de reconocer que me has recibido bastante mejor de lo que esperaba. - Edward le lanzó una mirada… "Esa mirada". La que antiguamente hacía a Bella pensar en recoger su bragas del suelo.

"¡Dios… Esa mirada! Mantente entera… Seguro que solo es un truco para liarme"

- Por ella. Por Edythe. - Respondió sin titubear, mirándolo como si nada. Edward entrecerró los ojos una fracción de segundo.

- Por supuesto. - Su tono ahora, se tornó más serio. Ese último comentario de Bella, lo había herido, por mucho que le ofendiera en su orgullo de hombre reconocerlo.

- Pero igualmente, quiero agradecerte el recibimiento. - Bella llenó sus pulmones de oxígeno para no soltar la lengua. Efectivamente, había sido más civilizada de lo que nunca hubiera llegado a creer. - No sabía muy bien como presentarme… - Edward respiró, en un claro acto de cierto nerviosismo. - Solo quiero llegar a un entendimiento entre nosotros. Esto… Es del todo desconocido para mí.

- ¿El qué es desconocido? - Preguntó Bella. Por sus ojos pasó un destello de ira - ¿Aceptar que otra persona pueda decidir sobre su propia vida? - Edward suspiró, bajando un segundo la mirada, buscando calma.

- Hay decisiones que no solo afectan a uno solo. - Le respondió; sus ojos brillaban repletos de la misma ira que los de Bella.

Edythe se posicionó entre sus padres, ya que observó que ambos estaban "molestos".

- Bueno… - Suspiró teatralmente - Creo que debo comenzar a ejercitar mi temperamento desde ya. - Edward y Bella la miraron frunciendo el ceño, extrañados. - Viéndoos a vosotros… - los miró inclinando la cabeza, y alzando una ceja. - Puedo darme por enterada de que tendré un genio endemoniado. - Sonrió divertida.

Aunque Edythe fuese la viva imagen de Edward, tenía muchos gestos de Bella. Y ese, concretamente, la hacía parecerse muchísimo a su madre.

Edward comenzó a reír, a carcajadas, Bella frunció los labios aguantando la risa.

·

- Vais a intentar llevaros bien, ¿verdad? - Preguntó, poniéndose seria. Sus padres, suspiraron al unísono. - No quiero forzar nada, pero ahora… - Edythe miró hacía su madre con preocupación.

- Nena, no voy a quitarte de estar junto a tu padre. - Rodó los ojos, al darse cuenta de que había sonado un tanto hipócrita. - Sabes que te prometí…

- Lo sé mamá. - Edythe la cortó para evitarle un mal momento delante de Edward.

Edythe se acercó a Edward, y le tomó de la mano. Bella contuvo el aliento al comprobar lo que su hija iba a hacer.

"¿Edythe diría algo sobre los sentimientos que lea de su padre? ¡Ahhh! Tiene que darme igual. No me importa lo que él sienta" Gruñó para si misma.

Edward la miró con una sonrisa tierna, al ver el tremendo gesto de parte de la niña, hasta que se percató de que algo se le escapaba. Ella estaba muy tranquila, pero parecía analizar algo… o en este caso, a alguien: A él.

La miró frunciendo el ceño, y ella alzó la cabeza mirándolo fijamente.

- Tienes unos sentimientos muy parecidos a los de mamá - Bella abrió los ojos con horror. Y ese gesto no pasó desapercibido para Edward. - Realmente no sé porque reñís… Será porque aun soy muy pequeña - meditaba en voz alta - y me falta entender bien todos los sentimientos.

·

Bella miró hacía su hija, gesticulando con sus ojos de que le contara a su padre sobre su don, y de paso, cortaba la verborrea de la niña; aunque estaba muerta por saber los sentimientos reales de Edward, por otro lado la aterraba enormemente.

- Tengo un don. Capto y entiendo los sentimientos… Los "leo" - Explicó muy solemne. - También consigo modificarlos, pero muy poco… Supongo que aun tengo poca fuerza, pero espero poder controlar eso. Es la parte más ofensiva de mi don. - La explicación dejó a Edward atónito. - Mamá me explicó que es algo parecido a lo que hace el tío Jasper, pero creemos que mi don es un poco diferente. - Expuso Edythe muy "profesional".

- Vaya… pues él estará encantado de ayudarte con tu don. - Respondió Edward, hinchando su pecho. Esa sensación de orgullo, era sobrecogedora.

- Y… - tanto Edward como Bella la miraron extrañados - Tengo otro don. Potencio el escudo de mamá - Bella abrió los ojos como platos. Edward pudo darse perfecta cuenta de que Bella no sabía nada ese otro don - No se si vale con alguien más - Edythe inclinó los hombros. - Pero por eso el escudo de mamá estaba siempre "activado" - recalcó esa palabra. Bella respiró hondo, entendiendo ahora porque ellos no las habían encontrado antes. - Por eso la tía Alice no podía vernos. La tenía cegada. - Edythe frunció la boca un segundo, pensando - Tendré que disculparme por eso… - Fue una afirmación, pero había un tono de duda en ella.

- No cariño - Respondió rápidamente Bella, con una ceja alzada - No tienes porque disculparte de nada. - Ese "nada", fue dicho con más intensidad, dejando claro que no había un tratado de paz entre ella y los Cullen.

- Por supuesto que no - Reafirmó Edward. - Ella lo entenderá. Conociéndola, seguro que estará fascinada. - Edward dejó salir una traviesa sonrisa - Cuando le entró tu visión, se quedó maravillada.

Edward lanzó esa bomba, encubierta en la frase, para ver la reacción de Bella. Ya que, si ella no sabía nada del segundo don de Edythe, tampoco tendría ni idea del "mensaje" de la niña a su tía.

No se confundió, ya que Bella abrió los ojos de forma exagerada, y su cara era de pasmo total.

- ¿Qué… Qué tu hiciste qué? - Preguntó aturdida. Edythe bajó la cabeza, y puso una cara de culpabilidad.

- Lo siento mamá… Intenté desconectar mi don, para que Alice nos viera y nos encontraran. Necesitabas ayuda. - Edward frunció el ceño ante eso; su cara voló, literalmente, hacía Bella, mirándola fija e intensamente.

Bella no sabía qué decir. Miró hacía Edward de reojo y tal como supuso, él estaba clavándole sus ojos sin compasión, a la espera de una aclaración.

- No te preocupes Edythe… - Bella le quitó la mirada a Edward, para prestarle toda su atención a la niña. Pero sabía que él no dejaría pasar ese "necesitabas ayuda".

- ¿Estás enfadada? - Preguntó la niña con voz lastimera.

- ¡No! Para nada. - Inhaló una gran cantidad de oxígeno. - Siéndote sincera, ya había pensado en contactar con tu familia. - Apretó los ojos dos segundos - Esta situación, estaba volviéndose absurda. - Gruñó.

- Ya estamos de acuerdo en algo. - Añadió Edward simpático. Bella le lanzó una mirada endemoniada.

- No te equivoques. - Lo miró fijamente - Tu tenías derecho a saber de tu hija y Edythe, quería conocerte. Pero nada más. - Su voz y su lenguaje corporal, dejaban más que claro que Bella lo hacía exclusivamente por su hija.

- ¿No hubieras vuelto… nunca? - Esa era la pregunta que llevaba atormentando a Edward desde que había entrando en el apartamento. Siendo sincero con él mismo, esa tortura llevaba con él, desde el mismo instante que fue consciente de que Bella había huido.

Bella apretó los labios, y achinó los ojos. Sentía unas inmensas ganas de llorar, de gritar… De gritarle a él. Porque ni ella misma sabía la respuesta a esa pregunta... O más bien, no quería saberla.

Respiró profundo y lento, y cerró los ojos. Se sentía agotada. Débil.

·

Sintió cerca de ella algo moverse, y abrió los ojos de golpe, encontrándose con el rostro de Edward a tan solo unos centímetros.
Su olor, su esencia, activó su sentido olfativo, el cual estaba más desarrollado debido a la "medicina" que le aplicó Edythe, y su corazón comenzó a bombear y su estómago se contrajo.

Se movió, para marcar distancia con Edward, pero él no se lo permitió: la tomó por la muñeca para evitar que se distanciara.

En su agarre, notó el reloj… "su reloj". El que le había regalado en navidades.

"Ella sigue usando el reloj… Mi regalo…"

En una acción demasiado rápida para Bella, Edward tocó con su otra mano el susodicho, moviéndolo en su muñeca.

Bella intentó zafarse del agarre, sobre todo al ver que Edward tocaba el reloj, y lo que menos quería, o necesitaba en esos momentos, es que él viese lo que su regalo, tapaba.

Pero fue tarde. Su intento de escape fue demasiado lento para los reflejos del vampiro.

Edward la sujetó con más fuerza, bloqueando cualquier movimiento por parte de Bella, y apartó el reloj, subiéndolo un poco por el antebrazo.

Lo que Edward observó, al quedar la muñeca al descubierto, lo dejó atónito; y una sensación de miedo lo envolvió. Necesitó de inhalar aire dos… tres veces, para serenarse.

- ¿Qué, es, eso? - Preguntó separando cada sílaba. Bella respiraba igual que un caballo al galope.

- ¡Suéltame! - Alzó la voz, intentando moverse. Meneaba todo el cuerpo, menos ese brazo. - Vas a partirme el brazo… - Gruñó encolerizada.

- No. No creo que con la fuerza que estoy ejerciendo, pueda partir "ese" - puntualizó - brazo. - Bella lo miró con horror. - Voy a volver a repetir la pregunta...

- ¡He sido yo! - Contestó atropellada Edythe, cortando a su padre. - Mamá se enfermó, algo pulmonar, creo. Y no sabía qué hacer. Ella… tenía una fiebre muy alta, y deliraba, y… perdió la consciencia. - Edward estaba pasmado. No había otra palabra que describiera su estado, mejor que esa. - Y entonces… la mordí.

- Pero… - Edward miraba de hito en hito entre Bella y Edythe, sin entender.

- No soy del todo venenosa. - Explicó Edythe, observando la confusión de su padre. - La mordí tres veces, hasta que ella reaccionó.

Edward volvió a mirar la marca de media luna de la muñeca de Bella, y la soltó. Fijó sus ojos en los de Bella, observándola con detenimiento.

Nada más ver a Bella, se percató de que estaba distinta, pero la familia habían hablado de que la niña tuvo que haberla mordido para salvarla, ya que tal como dictaminó Carlisle, Bella debió sufrir una hemorragia mortal cuando dio a luz a la niña, por lo que contaba que algún cambio habría sufrido. Aunque lo que lo despistó fue el shock de tenerla frente a él, tras más de tres meses, y el conocer por fin a Edythe.

Pero ahora, observándola tan de cerca y tan detenidamente, los cambios eran mucho más notorios:

Sus ojos estaban distintos, más claros, con matices color miel; su pelo estaba un poco más largo, brillante y con unas ondas que cualquier peluquera mataría por realizar; y se la veía más delgada y tonificada.

Y su rostro estaba más hermoso, más… sensual, si eso era posible.

Él que se había convencido de marcar las distancias, tanto por ella como por él mismo, porque estaba dolido y se sentía traicionado por como había actuado Bella, y aunque seguía amándola, nada quedaba entre ellos, pero… Parecía que el universo se había confabulado en su contra, mostrándole una Bella más hermosa, más sensual y atractiva.

Podría controlar el amor, pero el deseo… Eso, era otro tema.

- Eres una híbrida. - Dictaminó tras unos segundos de estudio. - Hasta que no se convierta en una vampira total, su ponzoña es débil, por eso no te convertiste. - Explicó mirando a Bella. - Ahora eres una mezcla entre humana y vampira.

No había risa en su gesto, ni broma, pero si un pequeño deje de superioridad, con una sonrisa arrogante.

"Tanto rechazar mi naturaleza, y has tenido una hija semi vampira, y ahora tu, tienes la ponzoña de nuestra hija en tus venas".

La situación era como una Ley de Murphy, pero para vampiros.

- ¿Te hace gracia? - Le preguntó Bella, mostrando un claro enfado.

- No exactamente. Pero… ¿te das cuenta de lo surrealista de la situación? - La miró con un claro deje de soberbia. - Repudiabas mi naturaleza, y ahora… - la señaló a ella y a Edythe.

- La vida no siempre sale como un quiere - le contestó ladeando la cabeza y gesticulando con los ojos, mostrando un dolor palpable. Ella estaba asustada por su nueva condición. Edward negó, dándole la razón.

·

- Puedes irte tranquilo - Le soltó Bella, dejando salir un suspiro cansado y cortando así la conversación sobre ella. - No voy a huir - meneó la cabeza, poniendo los ojos en blanco.

Edward se acercó a ella, un poco más rápido de lo que pretendía, sobresaltándola.

- Aunque te escondieras en los confines de la tierra, ten por seguro, que daría contigo. - No fue una amenaza, y su voz, su tono y su expresión facial, lo dejaban claro. Más bien parecía una declaración de amor. Sus ojos dorados brillaban, casi cegadores.

Bella se quedó muda. Su respiración se agitó y su corazón bombeó deprisa. Tanto la había impresionado esa "declaración", que su fachada tan bien armada, se desplomó de golpe:

Sus ojos se abrieron, sus pupilas se dilataron y sus labios rellenos, se entreabrieron, dejando salir un suspiro; incluso un ligero rubor adornó sus mejillas.

Los ojos de ambos, estaban fijos en los del otro. Observándose; retándose… Y… sin ser para nada conscientes, seduciéndose.

·

- Así que… ¿esto es el amor entre una pareja? - Soltó Edythe contemplando a sus padres con cara de chiste.

- No. Esto no es amor, cariño. - Bella le contestó a su hija, sin apartar los ojos de los de Edward. - Esto es lo que ocurre cuando el amor se traiciona y se vuelve enfermizo. - Soltó como veneno. Edward entrecerró los ojos, molesto. Mucho.

Edward se dio perfecta cuenta de que Bella estaba llena de un rencor profundo que había anidado en su corazón, enraizándose como una planta venenosa.

Y eso solo significaba que lo había amado mucho, que sus sentimientos fueron sinceros y puros por él, pero su traición fue demasiado para ella, y no había sido perdonada.

·

·

EN FIN...

NO SÉ NI QUÉ DECIR YO MISMA... ¡JAJAJAJA!

YA ME DIRÉIS QUE OS PARECIÓ. HE INTENTANDO QUE OS ALZARA LA ADRENALINA MIENTRAS LEÍAIS... ESPERO HABERLO CONSEGUIDO.

A mi entender, faltó profundizar en cosas, entre ellos... y detallar sus gestos y sentimientos. Pero el capítulo se hacía larguísimo (22 hojas de Word) y quería que fuese un solo capi.

Aunque tampoco quería ser... "excesiva". Porque os gustan los detalles, pero... hay que tener cuidado en no pasarse ;-)

Las cosas se irán aclarando entre ellos, en los capis sucesivos.

QUEDA CLARO QUE AMBOS SIGUEN AMÁNDOSE, Y QUE EL DESEO MUTUO ESTÁ AHÍ, FUERTE Y SÓLIDO. PERO... ELLA SIENTE UN GRAN RENCOR Y ÉL TRAICIÓN.

EN UNOS DÍAS, MÁS... ¡BESOSSSSSSSSSSSSS!