N/A: ¿Recuerdan cuándo éramos apenas unas cuántas y me desanimaba mucho seguir escribiendo y que unas pocas leyeran? GRACIAS por ser mi gran soporte y animarme a continuar.
Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.
Outtake
Pat
Cuando tenía siete años comprendí que no se podía estar solo para toda la vida, lo supe al ver a papá golpear con fuerza el saco de boxeo. Recuerdo que su frente se perlaba de sudor mientras entrenaba y a la vez conversaba conmigo sobre la felicidad que sentía de ser papá soltero, tal vez, él trataba de convencerse a sí mismo de lo que realmente no sentía.
Nunca se dio cuenta de las veces que lo descubrí vagando por el jardín en plena madrugada, con su rostro cabizbajo y muy pensativo por el abandono de Kate. Aunque nunca lo reconoció, papá estuvo muchos años mal debido a su repentina ruptura. Sin embargo, cuando Irina llegó a su vida tuvo una ligera ilusión, muy ligera, casi una pizca de felicidad al salir con ella, que inmediatamente después se transformó en una relación sin relevancia al poco tiempo, no sé si mucho antes de conocer a Bella.
Quizá no sea Bella la verdadera causa a su fallida relación con Irina, no, no creo, solo que Irina era apagada por así decirlo y, sin ser grosero, era bastante aburrida. Me alegré internamente cuando terminaron.
¿Qué puedo decir de Bella? Tal vez una palabra la define de mejor manera que yo, ella era espectacular. Tenía una chispa contagiosa, también era graciosa cuando parloteaba todo el tiempo, una chica de alma bondadosa y un corazón inmenso capaz de perdonar y pésima en la cocina, me alegro que eso último haya tenido una mejor versión en estos años.
Sin usar palabras tan rebuscadas acepté que lo mejor que nos pudo pasar a mi padre y a mí, fue tener a Bella en nuestras vidas.
Sobre todo, mi emoción se desbordó cuando nació Ellie. Para ese entonces estaba más emocionado por ser el perfecto hermano mayor y atender sus necesidades que por verla crecer y disfrutar su compañía; sin embargo, todo esto pasó a segundo término al ver aquella carita hinchada color rosado, tenerla en mis brazos fue sin duda el momento más espectacular que pude vivir a mis cortos quince años.
― ¿Quieres sostenerla?
Bella ofreció mostrándome el diminuto bulto en sus brazos. Por supuesto que seguía tumbada en la camilla después de haber sido trasladada a la habitación de recuperación; en su rostro aún se veía los signos de cansancio, pero era tan maravillosa porque nunca dejaba de sonreír.
Temeroso me acerqué y extendí mis brazos como si fuese a sostener una caja de pizza, mi padre rió y a Bella se le iluminaron los ojos de emoción. Fue tan extraño y a la vez indescifrable la sensación de tener un pequeño ser entre mis brazos; la vi: era la bebé más preciosa jamás vista en mi vida. Con una cara rosada y una mata de cabello castaño naciente en su pequeña cabeza, tenía sus párpados débilmente cerrados y su diminuta boca formaba una graciosa "o", era mi hermana y era perfecta.
― Oye ―susurré― bienvenida, princesa.
Ellie se removió en respuesta o, al menos, así imaginé porque en ese preciso momento intentó abrir sus ojitos solo poniéndolos en blanco logrando hacerme reír. Con mucho miedo acerqué su cuerpo a mi cara y besé su frente y su exquisito olor se guardó para siempre en mi nariz. Olía a ternura, fragilidad e inocencia.
Temiendo dañarla la volví a los brazos de su madre.
Bella la envolvió con suma delicadeza y protección, como una verdadera experta en recién nacidos.
Los observé: Bella una chica de veinte años de estatura baja, menudo cuerpo y melena abundante de un hermoso color castaño contemplaba con gran admiración a su hija recién nacida. Mi padre un hombre de treinta y dos años de estatura alta, atlético y de una melena cobriza atada siempre en una coleta y barba prominente, sin olvidar mencionar de un carácter de pocos amigos, también acariciaba la cabeza de su hija como si fuese un fino cristal.
Me sentí dichoso porque por primera vez tenía una familia y era gracias a Bella.
Después del nacimiento de Ellie llegó mi primera novia y seguida de ella llegaron varias más.
Luego de mi primera desilusión amorosa se nos unió Jeremy, mi nuevo hermano. Él era una mezcla perfecta de sus padres, para su nacimiento era todo un experto en bebés. Fue fácil la tarea de acoplarnos todos a su llegada.
― Oye, gordito ―deslice mi nariz por su regordeta mejilla. Olía delicioso―. Serás un buen tipo, tendrás a todas las chicas tras de ti.
Jeremy soltó un llanto fuerte mientras su rostro se enrojeció a nivel granate.
Papá rió a carcajadas lo contrario de su mujer quien vino en mi auxilio. Al principio no comprendí hasta que sentí un líquido caliente y acuoso en mi mano. Jeremy se había hecho en mi mano, ¿en serio? Sí, lo había hecho.
Vi mi mano con una sustancia color mostaza en mi piel.
Su primer semana de vida y mi hermano ya estaba haciendo todo mal.
Sonreí al recordar que también existió un lapso rebelde. Fue cuando papá anunció que vendríamos a Montana.
― No lo voy a repetir, Pat. Te he dicho que hagas tus maletas.
Azoté la puerta de mi habitación con mayor fuerza, sin preocuparme que papá estuviera ahí detenido bajo el umbral. Me dejé caer a la cama y resopló molesto.
― ¡No vuelvas a cerrar la puerta cuando estoy hablando contigo, Patrick! ―Papá entró furioso y reclamando.
No volteé a verlo. Estaba tan enojado que solo llevé mi brazo a la cara.
― Pat, hablemos ―pidió, sentándose en la cama― no entiendo qué sucede contigo, de un tiempo hacia acá estás molesto todo el tiempo, ¿quieres hablar? Sabes bien que aquí estoy para apoyarte.
― No me quiero ir ―solté sin rodeos―. Aquí están mis amigos y no quiero iniciar mi último año de secundaria con gente desconocida, no es justo.
Lo escuché suspirar profundamente. Aún no quería descubrir mi cara, así que solo estoy imaginando sus gestos tratando de tener paciencia conmigo.
― Lo habíamos hablado , Pat. Sabías que la casa estaba a la venta, siempre hemos hablado de todo y desde un principio supiste que nos mudaríamos de Estado. Inclusive ya te inscribí en la secundaria local del pueblo, es pequeña sí, a comparación de tu colegio. Vendrán cosas buenas para ti, nuevos amigos y…
― No me interesa tener nuevos amigos, tampoco me interesa ir a una escuela de ningún pueblo, me quiero quedar aquí.
Tocó mi rodilla y dio un ligero apretón.
― Lo siento, hijo, tenemos que irnos. El camión de mudanza llegó hace una hora.
No estaba acostumbrado a vivir en pueblos y que la mayoría de los habitantes se conocieran entre sí, lo peor sucedió mi primer día de clases cuando el chico nuevo llama la atención del alumnado. No tenía la culpa que ellos no viajaran en coche para llegar a la escuela y yo sí.
Tuve que soportar los cuchicheos por algunos días hasta que mi persona dejó de ser de interés, entonces sucedió algo relevante, porque derramaron sobre mí el café a primera hora de la mañana y justo antes de un examen tuvo su momento de epicidad.
― Lo siento, lo siento ―repetía la chica tratando de limpiar mi camisa con una servilleta de papel―. Es que no te vi, de verdad no te vi.
Le arrebate de sus manos la servilleta y empecé a limpiar el desastre que tenía mi camisa blanca.
― Soy Madeleine, pero todos aquí me conocen como Maddie.
Levanté mis ojos a la chica frente a mí, tenía su mano extendida. Ese no era el punto interesante, sino su hermoso rostro. Fue como quedarme hipnotizado por esas iris verdes.
La chica al ver que no correspondía el saludo, nerviosa tocó su largo cabello color miel, intentando jugar con un mechón entre su dedo. Desvió su vista hasta sus tenis, era bastante baja y delgada. Bueno, no tanto porque ya mis ojos la habían repasado varias veces y tenía curvas donde correspondía.
― Pat ―me presenté tirando de su mano con mayor fuerza de la que creí porque su cuerpo chocó contra el mío, ambos nos reímos avergonzados―. Creo haber tirado tu café en mi camisa amerita una salida, ¿no crees?
Ese día reprobé el examen por no presentarlo, aunque valió la pena porque gané una mejor amiga, quien meses después se convirtió en mi novia. Desde ese entonces nos hicimos inseparables, Maddie estuvo conmigo en cada momento pasando también por el nacimiento de Abby.
― Es tan hermosa.
Maddie no paraba de pronunciar lo bella que era mi hermana recién nacida. Y tenía razón, Abby era una gorda preciosa y muy despierta para los días de vida.
― Eres dichoso por tener hermanos, Pat. ―Comentó Maddie una tarde que tenía en brazos a Abby. La arrullaba con cariño caminando de un lado a otro―. Al ser hija única no podré vivir momentos como los tuyos, creo que te envidio un poco ―sonríe.
Estaba pensando seriamente que ya no venía a verme a mí, sino a mis hermanos.
Cubrí con la sábana a Jeremy. Se había quedado dormido en mi cama, cada que venía Maddie a casa, mi hermano buscaba llamar su atención y siempre lo lograba que mi novia terminaba narrando cuentos solo para él.
También debía mencionar a mi otra hermana menor. La hija de Charlotte y Alec. Aunque debo admitir que ella y yo nunca logramos conectar como madre e hijo, no le odiaba, ni siquiera estaba enojado. Comprendí que no puedes forzar un sentimiento que es solo un lazo sanguíneo, ella es mi madre biológicamente, mas no lo era de corazón. Fui feliz y me alegré sinceramente cuando emocionada me comunicó que sería madre de una niña. A Lily la conocí cuando cumplió su primer año de vida y Charlotte le organizó una gran fiesta de cumpleaños, fue la primera vez que vi la felicidad en sus ojos. En verdad, ese día descubrí que Charlotte al fin había encontrado su propia paz emocional.
Nunca hubo palabras, ni explicaciones entre los dos. Fuimos un tema que quizá quedó pendiente o tal vez, es porque no había nada qué hablar entre nosotros.
Era todo lo contrario a Bella.
Ella era en quien confiaba y podía conversar sobre cualquier tema o pedir de su ayuda sin importar el momento.
― ¿Qué haces?
Probé un poco de comida del sartén: fettuccini con camarones, delicioso.
Bella me dio una mala mirada, pero no dijo nada solo siguió cocinando.
Maddie se acercó también y estuvo mirando la sartén por largos minutos, indecisa de meter sus dedos sobre la deliciosa pasta. Al fin lo hizo y gimió bajo ante el sabor.
― ¿Chicos, ya están listos para las vacaciones de verano? ―inquirió Bella volviéndose a nosotros.
― Queremos hablar contigo ―murmuró Maddie.
El rostro de Bella pasó de la tranquilidad a la angustia en cuestión de segundos.
― ¡Oh, por Dios! ―exclamó, sosteniéndose de la encimera― no estás embarazada, ¿verdad?
Los ojos de Maddie se abrieron de inmediato casi ofendida o mejor dicho, abochornada.
― No. Nosotros nos estamos protegiendo ―confesó Maddie.
Sin pensar di un corto paso abrazando su cintura, fue momento para que Maddie se relajara.
― Lo que pasa es que Maddie y yo ―tomé la palabra― nos iremos a vivir juntos.
Las cejas de Bella se arquearon y su boca se abrió, boqueó dos o tres veces y no dijo nada.
Su impresión era graciosa.
― Queremos tu opinión ―dijo Maddie―. Eres la primera persona que le contamos nuestros planes ―suspiró― Pat y yo estamos listos para compartir una vida juntos.
― Chicos... ―empezó Bella pasando una mano por su cabeza― ¿qué ocurrirá con las maestrías? ¿con sus planes de visitar a tus abuelos, Pat? ¿qué dicen tus padres, Maddie?
― Todo estará bien, Maddie y yo seguiremos estudiando, aunque por lo pronto nuestro viaje se postergó hasta otro momento, no hay problema. Lo único que necesitábamos era hablarlo contigo antes de ir con los padres de Maddie.
Bella extiende sus manos a nosotros. Nos da un ligero apretón a cada uno manteniendo su sonrisa.
― Los quiero y saben que solo me resta apoyarlos ―nos dijo― si necesitan mi ayuda, aquí estaré. ―Mordió su labio quedándose pensativa―. ¿Cuándo lo hablarás con tu papá?
Maddie me dio un ligero codazo en mis costillas al ver que no respondía.
― Hablaré con él cuando nos hayamos ido de vacaciones. No hay mejor lugar de mantenerlo tranquilo que estando en el mar ―solté una risita nerviosa.
Estaba aterrado no por el hecho de hablar con mi padre, no, sino por la nueva ilusión que se estaba formando en mi interior.
Veía a Maddie como la madre de mis hijos y aunque aceptaba que nos quedaba mucho camino por recorrer, la posibilidad de ser padre en unos años más era emocionalmente tentadora.
Las risotadas de mis hermanos nos distrajeron siendo Maddie quien se ofreció a verlos, dejándonos a Bella y a mí solos.
― Conozco esa mirada, Pat.
― ¡¿Qué mirada?!
― Esa, que me dice que esto va más en serio de lo que creía.
Reí pasando mi brazo por sus hombros. Dejé un beso en su sien.
― Me conoces muy bien, mamá.
― ¡Pat! ―dijo sorprendida y con su voz entrecortada― ¿me llamaste mamá?
Esa fue la primera vez que empecé a llamarla así.
Como lo que era, una gran mujer, amiga, cómplice, consejera y muchas veces mi soporte y mi mejor crítica.
Mi mamá.
Ahora si aquí nos despedimos. Espero que haya sido de su agrado este capítulo especial desde la perspectiva de Pat.
No olviden que pueden buscarme en mi grupo en Facebook: historias por Lau
*Nos leemos muy pronto*
¡Gracias totales por leer!
