44.
Pansy:
Sin secretos frente al fuego.
—¿Guardamos las toallas? —murmuró Aurora—. ¡Agh! ¡¿Dónde está la varita?!
—¿No la habrás metido en el bolso con las demás cosas? —se le ocurrió Pansy, que estaba recostada en el sillón.
Aurora revolvió todos los objetos del bolso, sacando varias cosas que allí hasta encontrar su varita clavada entre las toallas (que habían sido lo primero que guardó).
—Tú podrías ayudar. ¿No?
—Te enojaste conmigo cuando lo intenté —masculló Pansy.
Su madre la ignoró, mientras volvía a ordenar todo dentro del bolso.
—Bien, vamos, o llegaremos tarde —ordenó Aurora.
Pansy se levantó del sillón, subiendo sus brazos sobre su cabeza para estirarse. Hoy irían al concierto de Isa. Fue un pequeño problema por el horario, ya que iniciaba a las once de la noche. Todos tenían dieciséis años, y hasta menos (al contar a Ginny y Luna), por lo que los padres no estaban de acuerdo en dejarlos ir solos, a una ciudad nueva y a un concierto donde iba también gente mayor de edad. La solución terminó siendo que algunos adultos los acompañarían. Ahora, Pansy tenía sus dudas sobre qué tan sensato era que los dos "adultos responsables" fueran Aurora Parkinson y Xenophilius Lovegood.
—La Madriguera —dijo Aurora, y tiró los polvos flu a la chimenea, antes de ingresar en ella. Pansy la siguió a los pocos segundos.
Al llegar, se encontró enseguida con un par de melenas pelirrojas. Pansy puso sus ojos en blanco, porque eran los gemelos, atentos a cuándo llegarían ella y su madre.
—Señorita Parkinson —saludaron ambos Weasley al mismo tiempo con sonrisas deslumbrantes.
—¿Necesita ayuda con el bolso? —agregó George, adelantándose un paso.
Aurora estaba bastante ajena a ellos, mirándose a sí misma en busca de polvo. La chimenea de La Madriguera cada tanto causaba pequeños accidentes por lo antigua que era, pero ambas tuvieron suerte, no parecían haberse manchado con cenizas esta vez. Al entrar a la cocina se alegró de ver que Hermione ya estaba allí, sentada en la mesa. También estaban los dos Lovegood, además de todos los pelirrojos Weasley y Sirius Black.
Espera. ¿Qué? ¿Era un error? ¿Sirius Black? Él no se veía como en las fotografías del periódico, donde lucía demacrado, con pómulos hundidos y cabello enmarañado, de aspecto sucio en general, además de un gesto de loco y salvaje mientras gritaba. El hombre frente a ella tenía el pelo más corto que en las fotos, sin barba, limpio y prolijo de pies a cabeza. No había rastros de fatiga, aunque su piel denotaba que había estado alejado del Sol por mucho tiempo, ya que rozaba lo enfermizo por su tono algo amarillento. Aun en el entorno amigable, vestido con ropas simples y su actitud despreocupada, con su sonrisa de dientes no del todo blancos y parejos, Pansy podía entrever algo de esa familia sangre pura multimillonaria a la que perteneció, y sin duda, podía ver en él rasgos físicos de Narcissa Malfoy, una de sus primas, con las que tantas veces se había cruzado en fiestas. No había dudas, era él. Estaba allí sentado Sirius Black.
Pansy empalideció, dando un paso hacia atrás.
—¡Hola! —dijo Black, levantándose del asiento con una sonrisa torcida—. Es un placer poder concerté al fin. Bueno, oficialmente, ya que yo sí te vi varias veces. Y tranquila, prometo no causarte mucho sufrimiento, tu muerte será... ¡Au! —se llevó las manos a la cabeza, intentando cubrirse de los golpes que Molly le daba con un trapo.
—¡Te dije que no bromearas! ¡No la asustes!
—¡No se preocupe señorita Parkinson! —exclamó George con tono caballeroso.
—La protegeremos de cualquier criminal —agregó Fred, guiñándole un ojo a Aurora.
Pansy apoyó su mano en el marco de la puerta de la cocina, sentía que podía morir en este preciso momento por tantos disgustos juntos. Aurora no parecía estar mucho mejor, solo que ella ni siquiera podía reaccionar.
—Sirius no es un criminal —dijo Hermione con voz calmada, levantándose de la mesa—. Es oficial, el Ministerio lo absolvió de todos sus cargos. Él no hizo nada, lo inculparon injustamente. En una semana o menos, todo esto saldrá en El Profeta.
Pansy y Aurora intercambiaron miradas, compartiendo la confusión.
—Soy el padrino de Harry. Por eso estoy aquí —explicó Black.
—¿Él no había matado a los Potter? —murmuró Aurora con temor, todavía sin mover ni un músculo.
—Fue inculpado injustamente —insistió Hermione, ya lo suficiente cerca de Pansy como para sujetar su hombro en un intento por calmarla—. Me hubiera gustado poder explicarte todo esto por una carta...
—¿Y por qué no lo hiciste? —masculló Pansy, irritada.
—Ayer fue el cumpleaños de Harry, vino de improvisto... ¡Me enteré hoy al llegar!
—Oye, soy un tipo bueno —siguió Sirius Black, que parecía divertirse mucho poniéndose a hablar para alterarlas—. Te ayudé con esa perra de Slytherin.
—¡Vocabulario! —lo regañó Molly.
Pansy frunció el ceño, sin entender nada. Miró a Hermione, la cual sonrió apenada y explicó:
—¿El perro en Hogsmeade?
La boca de Pansy se abrió, incrédula. Ahora que lo pensaba, Harry, Ron y Hermione habían actuado muy extraño con todo el asunto de los Black cuando sucedió aquella fuga de mortífagos a principios del año, poco antes de San Valentín...
—Oye Sirius —dijo Fred—, tu prima fue demasiado desafío para ti, ¿pero una adolescente sí fue una rival a tu altura?
Black apretó la mandíbula, mirándolo con odio.
—Bellatrix no me ganó.
—No entiendo —murmuró Aurora.
—¿Ah no? ¿No fracasaste en tu misión en Francia? —se burló George.
—¡Ella no estaba allí, no es mi culpa que haya conseguido evadirnos a todos! —gritó, irritado.
—Yo tampoco entiendo —murmuró Pansy a su madre, tensándose al escuchar el abrupto cambio de actitud de Black. ¡Ese hombre estaba loco!
Hermione, por lo bajo, insistió en que "ella podía explicarlo todo".
. . .
Recapitulando, Harry estaba ahora viviendo en un lugar llamado Grimmauld Place con el asesino de sus padres, que todo este tiempo no fue en realidad su asesino, sino su padrino. El verdadero asesino de los Potter había sido la mascota de Ron, una rata de la que Crookshanks siempre sospechó. Pansy seguía... confundida, la verdad. Aunque le causaba mucha gracia que un gato fuera mejor atrapando a criminales que toda una patrulla de aurores.
También, parecía ser que ya se había cruzado con Sirius Black durante una salida a Hogsmeade. Él usó su transformación animaga para ser ese perro negro y grande que los había ayudado con Daphne. De nuevo comenzaba a preocuparse por la habilidad de los aurores, ya que un supuesto criminal había paseado entre miles de estudiantes sin dificultad y con ayuda del director Dumbledore, para colmo. Pansy agregaba a sus pensamientos que el director estaba un poco chiflado. ¿Y si se equivocaba? ¿Y si en realidad Sirius Black sí era culpable? Después de todo la justicia no lo había exonerado en ese momento, y él no tenía pruebas de su inocencia hasta que Hermione, Harry y Ron descubrieron todo el misterio... si es que, ¡por Merlín! ¡Gracias Crookshanks! El verdadero guardián de Hogwarts.
De todas formas, lo importante parecía ser que Sirius Black no iba a matarlos a todos. Y Harry estaba feliz de verlo y vivir con él, así que ella... ¿También estaba bien con todo esto? Impactada, pero bien. Probablemente. ¡Cómo sea! Este era un problema de Harry. Mejor centrarse en la playa.
Habían llegado a Chalkwell Beach con un traslador ubicado a varias cuadras de La Madriguera. Allí se encontraron con Rachel y Sophie, que se habían sentido demasiado tímidas como para visitar la casa de los Weasley. También con Neville, que no pudo llegar antes porque su abuela necesitaba su ayuda. Les habría encantado poder encontrarse con Isa también aquí, pero tenía ensayos con la banda que no podía posponer. Aún así, prometió que intentaría visitarlos en la playa al atardecer.
—Nunca había ido a la playa —comentó Harry con una sonrisa ilusionada.
—No es de mis cosas favoritas. Y creo que entenderás la causa —dijo Sophie, golpeando un par de veces con el dedo el marco de sus lentes.
—¡No olviden ponerse un hechizo protector! —exclamó Luna.
Pansy casi ríe al recordar lo roja que había quedado Luna por las quemaduras que se hizo en sus vacaciones en unas ruinas antiguas. Hablaba desde la experiencia, mejor hacerle caso. Los dos adultos se encargaron de aplicar el hechizo a los jóvenes ante el recordatorio, al ser los únicos que podían hacer magia.
Todos estaban caminando calle abajo, hacia el océano. Por la hora bastante gente se dirigía hacia allí, algunos con sombrillas, otros con sombreros grandes que cubrían sus rostros del Sol. Pansy llevaba puestos unos lentes negros, ya que la luz fuerte solía irritar fácil sus ojos. También sostenía un pequeño bolso, todos llevaban algo encima, cosas que usarían para su día en la playa.
—¿Qué piensas sobre agregar algo de dorado aquí? Con flecos —dijo Xenophilius.
—¿Hablas en serio? —preguntó Aurora, intentando controlar los gestos en su rostro, que por poco no gritaban "¡Qué mal gusto!".
—Por supuesto. Hice un curso sobre diseño de moda, después de realizar uno sobre diseño de interiores. Sé de lo que hablo —comentó él, orgulloso.
—Claro que sí —le concedió con un tono sarcástico.
—¡Incluso podrías modelar para El Quisquilloso! Puedo mostrarte algunas cosas que tengo planeadas, sería un honor para la revista tener a una modelo de tu calibre.
—Gracias, pero...
—¡Oh, ya sé! —la interrumpió—. ¡Te verías espléndida con un chaleco hecho con plumas de pavo real!
—¿Por qué presiento que tú te llevarías espléndidamente con Lucius Malfoy? —bromeó, sonando borde y seca.
—Vamos a la misma peluquería, de hecho, le hablé un par de veces —confesó Xenophilius.
Pansy se mordió el labio, estremeciéndose mientras intentaba tragarse su risa. ¡Habría hecho lo que sea para escuchar esa conversación! Que seguro fue un absoluto desastre. Aurora parecía estar en la misma situación, ya que había girado el rostro para no reírse en la cara del hombre.
Al llegar a la playa se detuvieron cerca de unas escaleras de madera pintadas de color blanco. Aurora no parecía muy emocionada a medida que pasaba más tiempo con el padre de Luna, pero no expresó su disgusto de forma abierta.
—Iré a beber en el bar de allí —señaló Aurora, para que los adolescentes supieran dónde encontrarla. Pansy entrecerró los ojos, por lo que su madre se cruzó de brazos, ofendida—. ¡Por Morgana! Solo tomaré un té helado o algo así, es medio día.
—¡Oh, suena espléndido! Podremos discutir sobre El Quisquilloso allí.
Aurora le dio una sonrisa incómoda a Xenophilius en respuesta, seguro ahora sí se arrepentía de solo poder tomar té u otra bebida sin alcohol. Pero quisiera o no, ya no podía beber. Pansy le había terminado rogando que iniciara a ir a reuniones de alcohólicos anónimos para superar su adicción, y ella terminó accediendo. Parecía estar esforzándose por cumplirlo y mejorar.
—¿Entonces ambos estarán en la calle de enfrente? —confirmó Luna, con esa voz suave y amable tan característica de ella.
—Sí, prefiero no entrar —dijo Aurora mirando al océano—. No me gusta la playa, quema mi piel de manera despareja. Ahora, si habláramos de una playa nudista...
—Mamá, por favor —la paró, muerta de vergüenza.
Hermione y los demás parecían bastante sorprendidos; Harry, Neville y Hermione en especial, que se mostraban incómodos mirando al suelo y fingiendo sordera. Todos menos Luna, claro, ella seguía con la misma expresión soñadora y calmada de siempre. Ginny parecía estar esforzándose por no reír, al mismo tiempo que se sentía asqueada, mientras Rachel le comentaba algo al oído. Aurora se encogió de hombros divertida, mientras murmuraba "niños".
—¿Fuiste a alguna, Auri? A mí me gustan, no veo una razón válida para avergonzarnos de nuestros cuerpos tal como son.
—Auri —repitió la aludida, enarcando una ceja.
—Sí, sí, y tú puedes llamarme Xeno. Ven, continuemos en el bar. Me pregunto si servirán leche chocolatada fría...
El padre de Luna se adelantó, y Aurora, soltando un suspiro pesado, lo siguió, caminando mucho más lento. Seguro no llegaba a escuchar a Xenophilius mientras hablaba, y aún más seguro era que a propósito se perdía lo que le decía.
—Ni una palabra —masculló Pansy a Ginny al cruzar a su lado, ya que notó de reojo su sonrisa burlona.
—Me agrada tu madre, creo que se hará gran amiga de mi papá —comentó Luna, mientras se adelantaba hacia las escaleras.
—Sin duda no tiene filtros... —dijo Hermione.
Ella todavía se estaba recuperando de sus últimos encuentros con Aurora; opinaba que, de hecho, Pansy y su madre tenían en común ese "aire que no prometía nada bueno", por lo que se terminaba poniendo nerviosa con facilidad.
Una vez bajaron todos, miraron a su alrededor. Debían tener especial cuidado en la playa, ya que no había un espacio designado solo para magos. Aunque según Hermione, era fácil darse cuenta quién era qué, ya que los magos son demasiado extravagantes y los muggles los terminaban tildando de raros y alejándose de ellos a propósito, como si fueran apestados. Los adolescentes eligieron un lugar cerca de unas pequeñas dunas de arena, bastante alejados del agua porque querían algo de sombra. Soltaron sin mucho cuidado todas las cosas que tenían entre manos al suelo.
—¿Ya? —preguntó Ginny, ansiosa—. ¿Ya podemos ir al agua?
—Debemos colocar la carpa, las toallas y... —intentó explicar Hermione, pero la interrumpió su mejor amiga.
—¡Podemos hacerlo luego!
—Ginny —la regañó.
—Nosotros armemos la carpa, Harry —dijo Ron—. Sé hacerlo, mi papá me enseñó.
—¿Nosotras vamos sacando las cosas entonces? —preguntó Sophie, comenzando a abrir el bolso más cercano a ella.
—Pss —siseó Ginny—. Luna.
—¿Si? —dijo la aludida.
—¿Te unes? —preguntó Ginny, mientras comenzaba a quitarse la camiseta para quedarse solo en traje de baño.
—No lo sé... quiero hacer castillos de arena —respondió.
—Pues te ayudo a mojar la arena, ¡vamos! —sujetó a Luna de la mano, tirando de ella.
—¡Espera! Debo buscar mi pala y mi balde.
—¿Podemos armar el castillo juntos? —se ofreció Neville, que se alegró ante el asentimiento efusivo de Luna a su idea.
—¿Saben que las estamos escuchando, no? —les recordó Hermione, algo molesta.
—¿Y sabes, Rachel, que te estoy viendo intentar escapar? —inquirió Sophie—. Suelta esa pelota y ayúdame.
—¡Pero! —se quejó Rachel, encogiéndose de hombros y soltando un gemido de frustración mientras dejaba caer el juguete en la arena.
—Pansy, tú también ayuda —gruñó Hermione.
—Solo estaba esperando a que me asignen mi tarea, oficiales —bromeó con media sonrisa, acercándose a los bolsos para buscar las toallas.
Había mentido. En realidad estaba esperando que se olvidaran de ella para verlos hacer todo el trabajo sin mover ella ni un dedo... ¡Qué pereza! Seguro se habría salido con la suya de no ser por las tonterías de Ginny.
—¡Auch! —soltó Harry—. Ron, ten cuidado, me sacarás un ojo con ese palo.
—¡Lo siento! No logro encajarlo... ¿Dónde están las instrucciones? —preguntó para sí mismo, mientras buscaba entre las cajas de la carpa.
—¿No se supone que sabías armarlo? —se burló Ginny.
—¡Ginny, que ayudes! —exigió Hermione.
Al trabajar todo juntos, las tareas se realizaron rápido. Antes de que se dieran cuenta, Ginny salió disparada hacia el mar para tirarse de cabeza al agua, con Luna pisándole los talones con las manos llenas de baldes, palas y rastrillos de plástico, y Neville aún más atrás, siguiéndolas a un paso lento mientras miraba con atención el suelo (a veces se agachaba para recoger alguna piedra que le gustaba). Rachel se moría por jugar voleibol de playa desde que había comprado una pelota en un acto impulsivo durante el trayecto a aquí, por lo que corrió a una cancha cercana donde algunos extraños estaban jugando. Harry y Ron se habían ido con ella, felices de practicar algo de deporte.
Sophie, Hermione y Pansy prefirieron quedarse tomando un poco de Sol, así que estaban bajo una sombrilla, cerca de la carpa (Pansy se rió mucho viendo a Ron frustrarse con la carpa por no recordar cómo se armaba, por suerte Harry encontró las instrucciones y las leyó para saber qué hacer). Hermione siempre sería Hermione, por lo que estaba sentada en una silla de playa con un pequeño libro, leyéndolo. Vestía una camisa ligera, abotonada, que la cubría hasta la mitad del muslo; su tela delgada no la hacía sufrir calor. Sophie y Pansy optaron por extender toallas sobre la arena para recostarse en ellas.
—En el concierto, ¿creen que Isa tenga algo planeado? Que nos permita ir tras bastidores, tal vez —dijo Sophie.
—No tengo idea —respondió Pansy, mientras se quitaba su vestido. Era uno con botones por delante, que hacía todo más fácil y rápido. Cuando terminó se sentó en el suelo.
—Me encantaría ver cómo es todo tras el escenario.
—¿Si? Para mí suena aburrido.
—¿De verdad no te da curiosidad? —se sorprendió Sophie, que ya se había acostado.
Pansy abrazaba sus piernas, usando su rodilla para apoyar en ella su mejilla. Se tomó un momento para pensar su respuesta.
—Apostaría mi alma a que solo los meten en un armario de escobas para cambiarse de ropa o algo así —dijo—. Me importa más la pista de baile, o la barra... seguro es hasta más interesante ir al balcón donde se concentran los fumadores.
—Odio que rompas mis ilusiones —se quejó, cerrando sus ojos para disfrutar del calor—. Pero sí, tienes razón, seguro es como dices.
Rió en respuesta, acostándose al fin ella también. Mantuvo las piernas flexionadas y cruzó una de ellas sobre la otra, así podía mover uno de sus pies en el aire. Apoyó sus manos sobre su estómago y miró de reojo a Hermione. Tenía el cabello atado en un rodete, pero algunos pelos sueltos se movían un poco con el viento. Sus pies estaban descalzos, los había hundido en la arena. Ella esperaba que Hermione le recitara algo de lo que leía si le resultaba interesante, le gustaba que lo hiciera, y odiaría que se corte solo porque Sophie estaba con ellas también. Para su sorpresa, Hermione abandonó las páginas del libro por un segundo, mirándola. Resistió el impulso de sonreírle, ya que como tenía los lentes negros puestos, no se daba cuenta que Pansy podía verla.
Ella estaba acostumbrada a atrapar miradas, y le gustaba. Aunque había algo especial en que fuera Hermione la que la veía y no cualquier otro, porque no podía evitar emocionarse, sentir una sensación agradable en la boca del estómago. Adoraba tener la atención de Hermione. Y aún más cuando sabía que estaba apreciando su belleza. Cerró los ojos, complacida, decidiendo ser amable y no burlarse de Hermione esta vez. Es decir, ¿podía culparla por distraerse de su lectura así? Su bikini le quedaba de muerte, y lo sabía.
Las horas pasaban. A veces abría los ojos y disfrutaba de ver leer a Hermione, otras, se regocijaba al ser comida viva por la mirada de su novia. Se preguntaba si Sophie se daría cuenta de eso, Pansy sabía que su amiga era bastante observadora, pero para suerte de Hermione, también resultó ser una buena persona. Si en su lugar hubiera estado Rachel, por ejemplo, habría disfrutado de usar esa información en su contra.
—Oigan. ¿Quieren algo de beber? —preguntó Sophie, sentándose—. Iré por una botella de agua.
—Me gustaría una también —dijo Hermione.
—Yo no —aclaró Pansy cuando la miraron.
—Bien, vuelvo enseguida.
—Gracias Sophie —dijo Hermione.
Pansy se sentó también, girando el rostro para poder ver a Hermione. Sophie se alejó, yendo hacia las escaleras por las que habían bajado a la playa.
—Entonces... —soltó Pansy, sonriendo.
—¿Entonces? —repitió Hermione, imitando también la sonrisa.
—¿Sabes que la gracia de la playa es usar menos ropa?
Hermione bufó mientras cerraba su libro, usando uno de sus dedos para marcar y no perder la página.
—Bueno, tus tobillos son sexys también, no te preocupes —bromeó Pansy.
—Idiota —masculló, riendo.
Movió su cabeza, pidiendo con el gesto que Hermione se sentara con ella. Dudó unos segundos, pero aceptó, dejando su libro sobre la silla. Se acercó y sentó en la arena, con las piernas cruzadas, sin importarle ensuciarse un poco.
—Entonces... —volvió a decir Pansy.
—No sé si me hará gracia seguirte el juego —respondió esta vez.
—Solo por las dudas... ¿Sabes que eres muy atractiva?
—Me imagino...
—Muy. Muy muy muy atractiva.
—Tus técnicas para intentar desnudarme son espléndidas.
—Lo sé, gracias. Años de experiencia.
Hermione puso sus ojos en blanco antes de responder:
—Sabes que no me resulta cómodo usar poca ropa. Además, odio nadar, no tiene sentido.
—Podrías conseguir un bronceado, como yo.
Su novia solo se encogió de hombros, tímida. Pansy suspiró, decidiendo no insistir más. Le daba pena no poder transmitirle su confianza o hacerla entender que de verdad era, como dijo, muy muy muy atractiva. O que incluso, aún si fuera fea como un troll (o Ginny Weasley, equiparable), no tenía que preocuparse por miradas ajenas. La playa era para divertirse y estar cómodos, no era un requisito verse bien, la gracia era disfrutar el tiempo sin preocuparse por los demás. Pero bueno, quizá Pansy no era la más objetiva en este asunto... Hermione le encantaba y se moría por verla.
—Ya que no me dejas otra opción, usaré mi imaginación para verte en bikini —resolvió Pansy, con una sonrisa ladina. Hermione no dijo nada, así que pisó más el límite—: O mejor sin nada...
—Pansy —masculló, con sus mejillas algo sonrojadas.
—Oye, tus padres trabajan los dos. Deberíamos ir a tu casa cuando ellos no estén.
—Deja de planear momentos para tener sexo —dijo, enojada y avergonzada.
—¿Qué? ¿No quieres? —Hermione se quedó en silencio, así que insistió—. ¿No quieres?
—Hmn —balbuceó, clavando su atención en la arena.
—¿No te gustó? —preguntó con seriedad, para asustar a Hermione.
—No... es decir, sí —farfulló, todavía sin querer verla—. Sí me gustó, pero ya déjalo, pesada.
—Ya lo imaginaba, todas quieren repetir conmigo.
—¡Pansy, tú también eras virgen! —exclamó, exasperada.
Se carcajeó a todo pulmón, y lo hizo todavía más fuerte cuando Hermione le dio un golpe en el brazo con el codo.
—¿No piensas ir a nadar entonces? —preguntó—. ¿Totalmente segura?
—Sí. ¿Por qué?
—Quiero ir al agua. ¿Está bien si te dejo con Sophie?
—Claro. Seguiré leyendo, y estoy esperando la bebida de todas formas...
—Genial —dijo, mientras quitaba de su mano el único anillo que llevaba puesto—. Toma.
Hermione miró el objeto con confusión cuando lo extendió hacia ella, y luego buscó sus ojos, queriendo una explicación.
—No quiero perderlo, prefiero no llevarlo al océano y que se me salga por accidente, ni dejarlo en un bolso, quizá se cae...
—Oh —comprendió—. Lo cuidaré por ti, no te preocupes.
—Póntelo si quieres —dijo—. Será más cómodo.
Hermione asintió con la cabeza, mientras hacía lo que pidió. Le quedaba un poco más flojo que a Pansy, pero de todas formas se sujetaba al dedo.
—Gracias —dijo, inclinándose para darle un rápido beso en los labios—. Te mataré si le sucede algo a mi anillo.
—Qué romántica —se quejó.
Por su gesto gruñón, no se resistió a darle otro beso en los labios. Y otro en su mejilla antes de levantarse. Hermione mantenía el ceño fruncido, pero la sonrisa le bailaba, formándose, aunque intentaba mantenerse seria. Se quitó los lentes también, poniéndoselos a Hermione sobre su cabeza. Le guiñó un ojo antes de irse.
Al llegar al agua y tocarla con sus pies se estremeció, estaba fría. Aún así, siguió caminando hasta meterse lo suficientemente profundo como para poder flotar. Tomó aire y luego metió la cabeza bajo el agua. Aguantó la respiración allí durante varios segundos, luego salió para buscar aire. Se quitó los rastros de agua de sus ojos y tiró su cabello hacia atrás, quitándolo de su rostro para mirar a su alrededor.
—¡Oye, Ginny! —llamó, porque estaba segura de haberla visto rondando cerca.
—¡Pansy! —chilló Rachel.
—¿No estabas jugando voleibol? —preguntó, sorprendida de encontrarla aquí.
—No me gustó mucho, es difícil, así que decidí nadar —suspiró desanimada.
—Te dije que no compraras la pelota —dijo, riendo.
—¡Oigan, ustedes dos! —exclamó Ginny, que había escuchado el llamado—. ¿Una carrera hasta el muelle?
—¿Preparada para perder Weasley? —preguntó con altivez Pansy.
—¿Los gatitos saben nadar, siquiera? ¿No les asusta el agua? —agregó Rachel.
—Ja, ja, ja —rió falsamente Ginny.
Rachel y Pansy se acercaron a ella, para partir desde el mismo lugar para la carrera.
—¿Listas para perder? —devolvió Ginny una vez todas estuvieron hombro a hombro.
—Arrancamos cuando nos digas —dijo Rachel.
Ginny amplió su sonrisa y en un parpadeo comenzó a nadar. Gritó a varios metros "¡Ya!", la muy descarada. Pansy frunció el ceño. "Maldita tramposa" pensó, lanzándose hacia adelante para intentar alcanzarla, decidida a ganarle.
—¡Eh! —se quejó Rachel comenzando a nadar, persiguiendo a las otras dos.
. . .
Se sentó sobre su toalla mientras buscaba en un bolso algo para secarse. A su lado estaba Sophie, acostada, parecía haberse quedado dormida. Hermione levantó la vista de su libro, sonriéndole.
—Justo acabo de leer una parte que me gustó —comentó.
—Dime.
Sacó una toalla, comenzando a secarse las piernas. Se sentía helada y algo cansada, había estado nadando más de una hora seguida. Le sorprendía que Ginny y Rachel todavía tuvieran energía.
—La vida huye: no te muestres tan difícil a la felicidad que se presenta* —recitó.
Elevó una de las esquinas de sus labios, mientras se secaba ahora los brazos, lo último que le faltaba.
—¡Los franceses siempre tan profundos! —dijo Pansy con humor.
—No me digas que no te gusta.
—No, no. No digo eso. Es buena —levantó la vista, mirando a Hermione—. Me gusta que me leas.
Hermione bajó la vista al libro, mientras sus mejillas enrojecían un poco. Pansy aprovechó para buscar algo de ropa para cubrirse, tenía la piel de gallina.
Los demás no tardaron en aparecer. Ginny, Luna y Rachel se sentaron en la entrada de la carpa mientras se turnaban para dibujar con un palo en la arena. Harry y Ron estaban cerca de Hermione, bromeando sobre que ella "nunca dejaba de estudiar, ni en vacaciones". Neville estaba sentado en la arena cerca de Sophie, revisando todas las cosas que había recolectado.
—Bueno, ustedes nunca hacen más que pensar en deportes —dijo Hermione, defendiéndose.
—Pero lo que hacemos es un juego, Hermione, no tarea —se excusó Ron.
—Las novelas, los libros de ficción, no son tarea.
—Pansy lee mucho también, nunca lo hubiera imaginado de ella —dijo Sophie.
—Cierto, antes de conocerla pensaba que solo se metía maquillaje hasta por la nariz —agregó Rachel.
—Incluso ahora en la playa, se ponen a hablar de frases de libros y sus opiniones... —contestó Sophie.
—Se supone que estabas dormida —dijo Pansy, molesta.
—Dormitando, más bien —confesó, sonriendo con sorna.
—¡Parece que se divirtieron! —exclamó una nueva voz, era Xenophilius, que estaba dando los últimos pasos para alcanzarlos. Aurora se encontraba unos pasos detrás de él, parecía sufrir jaquecas y estar de muy mal humor.
—Lo hicimos, señor Lovegood —dijo Harry.
Comenzaba a atardecer, por lo que Pansy se distrajo con la vista. Todo estaba mucho más anaranjado ahora y ver al Sol hundirse en el océano le resultó demasiado bonito. Volvió a mirar hacia los adultos, entonces se percató de que alguien se acercaba a ellos: Isa.
—Me alegra encontrarlos, estuve caminando por los alrededores como por... ¿veinte minutos? —saludó Isa, aunque al notar a los dos adultos desconocidos, encogió sus hombros y les dio una sonrisa amable y tensa—. Hola.
—Es Isa —dijo Luna.
—¡Nuestra estrella de rock! —agregó Ginny.
—Yo no... —se asustó Isa, moviendo sus manos para negar.
—¿Quieren seguir en la playa? —preguntó Aurora, ignorando a Isa—. Estoy aburrida. Creo que hay tiendas interesantes en la peatonal, está como... tres calles más arriba.
—¡Oh, eso suena tan divertido Auri!
—¿Verdad que sí? —le dio la razón con una amabilidad tensa, su madre parecía a nada de asesinar a Xenophilius.
—En realidad... —dijo Isa con un tono de voz bajo y tímido, mirando a sus amigos—. Hay un lugar que me gustaría mostrarles. Deberíamos atravesar aquella parte, donde crecen las plantas.
—No me voy a poner a pasear entre los árboles —advirtió Aurora.
—Yo... eh... soy mayor de edad ya. Puedo usar magia. No sucederá nada, fui muchas veces. Me encargaré de todo. Incluso podemos ir todos juntos al bar donde será el concierto cuando terminemos...
—Oh, me das tanta confianza —dijo con ironía Aurora por la vacilación de Isa.
—Suena bien —opinó Xenophilius—. Están todos juntos e Isa puede aparecerse para buscarnos si algo sale mal. ¡No debemos meternos y arruinar la diversión de los jóvenes! Estaremos en la peatonal si nos necesitan por alguna emergencia. No es muy grande, nos encontrarían fácil —él se volteó, comenzando a caminar para irse de la playa mientras agregaba—: Auri, deberíamos ir a Kukulúpudus.
—¿Qué? —preguntó Aurora, que tenía el ceño fruncido y los brazos cruzados—. ¿Qué clase de negocio es ese?
—¡Lo amarás!
—Yo no... ¡Oye! —gruñó, cuando Xenophilius la sujetó de la mano para tirar de ella, obligándola a caminar también.
—¿Tu madre estará bien, verdad...? —preguntó Hermione algo preocupada. Pansy solo suspiró y se encogió de hombros.
—¿Los ayudo a guardar todo? —dijo Isa—. Mi mochila tiene un hechizo extensible, pueden guardar todo ahí, será más cómodo.
—¿Por qué no usamos uno antes? —se quejó Ron.
—Mi madre dijo que no haría ese hechizo porque le hacía gracia hacerme cargar las cosas a mano —contestó Pansy, poniendo sus ojos en blanco—. Supuestamente no la ayudé en casa. ¡Pero ella no quería mi ayuda, se los juro!
—¿Todos fuimos castigados por la pereza de Pansy? —se lamentó Ginny.
Guardaron entre todos las cosas en la mochila de Isa, entre conversaciones y bromas, y luego caminaron juntos hacia la parte con vegetación. Los pies se hundían bastante más de lo normal en la arena al subir las dunas, pero no era difícil. Luna parecía feliz por ese detalle, pateando un poco la arena cada tanto para que caiga, deslizándose por la colina como si de agua se tratase.
—Cuidado con las ramas, por favor —dijo Isa, liderando el camino entre algunos arbustos y árboles.
No había muchas ramas, pero era cierto que si te distraías podías arañarte la piel con ellas o lastimarte un ojo. Pansy miró hacia atrás para buscar a Hermione. Ella todavía tenía sus lentes puestos en la cabeza. Debería pedírselos de vuelta, proteger sus preciados ojos... ¡Pero Hermione se veía tan linda con eso puesto sobre el cabello! Así que, parece que estaba dispuesta a perder un ojo de forma estúpida por las vistas.
Por otro lado, se sentía un poco frustrada de que Hermione se las haya arreglado para no lucir más piel. Pansy por poco no babeó cuando la vio desnuda por primera vez, entre tanta novedad. Cuando lo hicieron por segunda vez disfrutó mucho más y aprovechó para mirar mejor. Los huesos de la cadera de Hermione eran anchos, más que el suyo, generando una curva, en su opinión, muy sensual ¿Y su espalda? Nunca pensó que podría decir eso de una espalda, pero le resultó tan... Por Circe, habría hecho lo que sea por poder ver a Hermione en traje de baño. ¿Y por meterse al mar? Verla nadar, con su cabello mojado y el agua deslizándose por su piel... Sacrificaría a todos los Weasley necesarios con tal de poder ver algo así algún día.
Cuando salieron de entre las plantas, Rachel fue la primera en jadear y chillar "es hermoso". Estaban a una altura considerable, en un acantilado. El océano azul estaba enmarcado por los árboles y césped, que tenían un color verde intenso que demostraba que no les faltó agua. El suelo era de piedra, pero tenía rastros de arena. La luz cálida y el ruido de las olas causaba una sensación agradable. Era cierto, el lugar resultaba hermoso.
—Aquí hace más frío —dijo Sophie.
Otra gran verdad. Con el atardecer, la playa se volvía mucho más fría, el viento salado y frío la hacía temblar un poco, aún con la ropa extra encima del bikini. Su cabello algo mojado por nadar no ayudaba demasiado.
Isa se movió entre las plantas, agarrando varias ramitas caídas. Las tiró en el centro, bien alejadas de la vegetación y sacó su varita. Murmuró un hechizo, que hizo que el fuego se encendiera, creando una pequeña fogata.
—Tradición de la banda —explicó Isa—. Buscar un lugar genial en los lugares que visitamos, sentarnos junto al fuego y... —abrió su mochila, metiendo el brazo por completo (por las proporciones debería ser imposible, pero gracias al hechizo de extensión seguro podría meterse de cuerpo completo allí sin problemas)—. Una bebida y algún snack.
—¡Qué genial! —exclamó Ron, acercándose a la fogata improvisada. Isa sonrió, lanzándole una lata de cerveza que el pelirrojo consiguió atrapar.
—Cinco puntos para Gryffindor —bromeó Sophie—. Supongo que no eres tan mal guardián.
—¿Qué? ¿Supones? ¡Soy un buen guardián!
Todos los adolescentes se sentaron en el suelo, rodeando el fuego y mirando hacia el mar abierto.
—Nada mal —comentó Harry con media sonrisa, mientras Ron le extendía su lata para que bebiera.
Pansy se movió un poco a la derecha, para acercarse más a Hermione. Buscó su mano, entrelazando sus dedos. Hermione miró hacia abajo, y tiró de su mano, haciendo que quedara apoyada sobre su pierna.
—Está helada —dijo, mientras usaba su otra mano libre para rodear la de Pansy por completo.
Se inclinó más, apoyando su hombro contra el de Hermione. Cerró sus ojos un momento, disfrutando la sensación. Se sentía en un déjà vu. ¿Cuántas veces había estado en esta posición? Hacía frío, así que su mente se puso en blanco. Frío, blanca nieve. El aire helado calaba en sus pulmones y enfriaba la punta de su nariz. Olía a sal, por el mar. Y también a lavanda, la camisa de Hermione estaba empapada en ese olor todavía. Este era su lugar seguro. Pero también se agregaba el fuego, el que siempre hacía sombra de sus miedos. Quizá, si no fuera por el fuerte y cariñoso agarre en sus manos, por la presencia de sus amigos, de Hermione... quizá, si no fuera por el amor que la rodeaba, estaría preocupada porque el fuego derretía lentamente la nieve. El fin del invierno era inminente, y eso estaba bien.
Sintió un beso sobre su cabello y sonrió, abriendo sus ojos. Pudo ver que Rachel estaba hablando con Isa varios metros al frente, con una sonrisa enorme mientras picaban unas papas fritas. Sophie estaba conversando también, pero con Neville, Harry y Ron. Ginny estaba riendo mientras veía a Luna arrugar su nariz por probar un poco de cerveza. Hermione estaba a su lado, acariciando su mano. Sentía un metal rascar, clavarse en su piel, pero no dañar. Miró al fuego de frente, no huiría. Él no la consumiría. Ella también lo miraría con cariño, se centraría en su luz y no sus sombras.
* "La vida huye: no te muestres tan difícil a la felicidad que se presenta". Frase de Stendhal.
