EPÍLOGO:. ESTOY DISPUESTO A AMARTE HASTA EL FIN DEL MUNDO

Luego de la ceremonia civil, Ásmita y yo saludamos y despedimos a los escasos invitados, que nos dedicaban sus más cálidas felicitaciones y buenos deseos, tras lo cual regresamos al departamento junto con nuestro hijo, quien ya empezaba a mostrarse un poco incómodo ante esos extraños, y a reclamar su alimento.

Una vez en nuestro hogar, lo primero que hice fue quitarme los zapatos de tacón antes de que me sacaran ampollas, me estaban matando; la última vez que había usado un par de zapatos así había sido el día de mi graduación, y de eso hacía ya cinco años. Sentí alivio inmediato al descalzarme y volver a mis pantuflas que usaba para estar en la casa; luego me dirigí hacia mi habitación, entré y encendí la luz. Al voltear para dirigirme hacia el guardarropas a buscar algo más cómodo para alimentar a Alejandro, pude observar que sobre la cama había una caja blanca con un moño de seda del mismo color.

Me sorprendí de encontrar aquel objeto allí; tan abstraída me encontraba que no me dí cuenta de que Ásmita había entrado en la habitación y estaba detrás de mí, por lo que al percatarme de su presencia, dí un pequeño respingo, lo que hizo que él soltara una suave risa, música para mis oídos. Se acercó a mí lentamente, y colocó sus manos a ambos lados de mí, sobre mis brazos con delicadeza, como acariciándome; luego habló:

_ Es para ti, amor mío... Estoy seguro de que te verás más hermosa aún de lo que ya eres... No necesitas de ningún accesorio, porque tú brillas por tu alma..._ .

Al escuchar sus palabras y su cálido aliento tan cerca de mi oído, mi piel se erizó automáticamente, y mi corazón aceleró su ritmo; me giré para verlo a los ojos y darle las gracias por el misterioso regalo que se encontraba en aquella caja. Tuve que ponerme de puntillas para poder alcanzar su cuello y colgarme de él, ya que al estar en pantuflas era evidente que me sacaba casi veinte centímetros de altura. Ásmita me sonrió y me correspondió tomándome de la cintura y acercándome a su cuerpo, para luego besarme con lentitud y profundidad. Cuando el aire escaseó, nos separamos sin muchas ganas de hacerlo, y él se dirigió hacia la puerta para salir de la habitación.

_No he visto lo que contiene la caja, y no debo verlo todavía...Sé que la curiosidad debe estar matándote, pero debes prometerme que no vas a mirar su contenido por ahora...Todo tiene su explicación, y muy pronto lo comprenderás, Natalie... , mencionó Ásmita con tranquilidad y seguridad en su voz, y luego salió de la habitación con una sonrisa enigmática.

Realmente estaba sorprendida y a la vez intrigada sobre el significado de aquella caja, y sobre todo, de su contenido. ¿Qué será lo que tiene en su interior?¿Por qué no debo mirar lo que tiene dentro, y por qué Ásmita no puede verlo tampoco? eran las preguntas que resonaban en mi cabeza.

¡Demonios! él debe estar oyendo mis pensamientos otra vez, para variar, pensé. Para tratar de frenar mis impulsos de mirar dentro de la caja producto de mi curiosidad innata, tomé una ducha rápida y me vestí con mi pijama,tras lo cual fui a la habitación de mi bebé, para higienizarlo y alimentarlo, mientras Ásmita se encontraba en la cocina preparando algo ligero para comer, pues no habíamos almorzado todavía, y mi estómago comenzaba a rugir de hambre. Alejandro me miró divertido con sus grandes ojos azul turquesa, mientras sonreía y reía graciosamente, con su mejillas arreboladas y su cabello dorado parecía un ángel. Acaricié su cabecita y una sonrisa cargada de amor maternal se dibujó en mis labios. Amaba tanto a ese niño, que fue mi motor para seguir adelante en mis horas más oscuras, cuando creí que ya no me quedaba nada...era increíble que ese pequeño fuera parte de mí y de Ásmita; él me había concedido el deseo que yacía escondido en mi corazón aquella noche previa a los acontecimientos de Jamir para que no estuviera sola y no sintiera tanto su ausencia...Ése fue el regalo más grande y más importante que él me había hecho, y se lo agradecía infinitamente. Furtivamente, una lágrima comenzó a deslizarse lentamente por mi mejilla, mientras abrazaba a mi pequeño.

_ Te amo tanto, hijo mío... Eres el tesoro más grande de nuestras vidas...Tu padre y yo te amamos con todo el corazón, y siempre estaremos contigo para guiarte y que así te conviertas en un hombre de bien,digno portador de la armadura de Virgo..._ .

Ásmita nos observaba desde la puerta de la habitación con ternura infinita en sus ojos, y luego se acercó a nosotros para envolvernos en un abrazo lleno de amor y calidez... Me sentía tan segura, tan protegida, tan amada en sus brazos... Quisiera que el tiempo se detuviera y no pasara nunca, y seguir así, entre sus brazos...

Luego de que los tres almorzamos algo ligero y tomamos una siesta, al levantarnos la luna comenzaba a alzarse en el cielo estrellado; Ásmita encendió el televisor y sintonizó un canal del servicio meteorológico, donde anunciaban que por la noche, tendría lugar un eclipse lunar. Después se dirigió a la habitación, y cuando regresó, tenía en sus manos aquel colgante con el símbolo del dios griego de la Medicina que yo había utilizado para viajar hasta este tiempo, y que había guardado en un rincón del guardarropas, pues me aterrorizaba la idea de que fuera a caer en las manos equivocadas.

Lo miré atónita, con los ojos abiertos como platos, mientras él tenía un brillo de picardía en su atrapante mirada y una sonrisa asomaba a sus perfectos labios.

_¿El traslador...? fueron todas las palabras que pude articular, ante lo cual él asintió, para luego acercarse a mí y tomarme de las manos .

_ Sé que en tus pensamientos se encontraba el deseo de tener junto a tí a las personas que más estimas para compartir con ellas estos momentos de gran alegría y felicidad para nosotros... Así que si tenía en mis manos la posibilidad de hacerlo realidad, ¿por qué no habría de tomarla? Haría lo que fuera por ti, amor mío..., dijo Ásmita y me tomó entre sus brazos para darme un abrazo de esos que me llenaban el alma.

Un rato después, los tres estábamos listos para emprender nuevamente el viaje a través del tiempo y que nos llevaría de vuelta al siglo XVIII; Ásmita vestía su traje negro que había usado en la ceremonia civil, llevaba la caja de Pandora con la armadura de Virgo en su espalda y a nuestro hijo vestido con su trajecito en brazos, mientras yo tenía en mis manos la caja misteriosa que me había dado mi adorado caballero y el traslador.

Al saber que íbamos a partir de improviso, rápidamente había arreglado un poco mi cabello, por suerte no me deshice el peinado; me maquillé lo más natural y delicadamente posible, siempre resaltando mis largas pestañas con rimmel.

Cuando la luz del satélite de la Tierra comenzó a apagarse, y el cono de sombra empezó a cubrirla por completo, acuné entre mis manos el traslador, y una potente luz se emanó de él, cuya intensidad aumentaba a medida que los minutos transcurrían, hasta que finalmente, se volvió cegadora, y al abrir ojos, ya no nos encontrábamos en mi departamento.

El traslador nos había transportado de regreso al siglo XVIII,y nos encontrábamos frente a la puerta que anunciaba la entrada al Santuario.

Allí se encontraban Shion de Aries y mi amigo Degel para darnos la bienvenida; mis ojos no podían dar crédito a lo que estaban viendo, realmente estaba de nuevo en aquel lugar donde había aprendido tantas cosas y conocido a personas tan gentiles y bondadosas.

_¡Buenas tardes, Natalie, bienvenida de regreso!, exclamó Degel con alegría en su voz, tras lo cual corrí a darle un abrazo.

_ ¡Oh Degel, amigo mío! ¡Te he echado tanto de menos! ¿Cómo has estado?, le interrogué con rapidez; luego me dirigí hacia Shion y lo estreché en un abrazo fraternal.

Después de los saludos de bienvenida,ambos caballeros dorados habían centrado su atención en el pequeño niño que se encontraba en brazos de Ásmita, y que los observaba atentamente con la curiosidad asomando a sus ojos.

Degel tomó la palabra,mientras daba un paso al frente, acercándose a él:

_ Así que este es Alejandro...¡por fin tengo el honor de conocerte, pequeño!_ , dijo Degel mientras tomaba la pequeña mano de mi hijo, a modo de saludo, y él le dedicaba la más tierna de sus sonrisitas.

_Vamos, sigánme; el Patriarca, la señorita Atena y los demás los están esperando, dijo el caballero de Aries, tras lo cual asentimos e ingresamos en el Santuario.

Hacía tanto tiempo que no estaba aquí, que ya había olvidado lo largas que eran las escaleras que unían las Doce Casas, y que nos llevaban hasta el templo del Patriarca; Degel y Shion iban a la delantera y se habían ofrecido a ayudarnos con las cosas que traíamos.

Al pasar por cada uno de los templos, me di cuenta de que estaban vacíos, sus guardianes no se encontraban en la puerta como usualmente lo hacían, así que pasamos directamente sin solicitar permiso para dirigirnos hacia el templo del Patriarca.

Cuando llegamos a la puerta del mismo, los guardias que la custodiaban se hicieron a un lado para permitirnos el paso, y cuando entramos al salón del templo del Patriarca, Sage se encontraba sentado en su sillón al lado de la señorita Atena, y al verme, se levantó con rapidez y vino a mi encuentro con una sonrisa en su rostro y sus brazos abiertos.

_ ¡Natalie! ¡Bienvenida de nuevo, muchacha!¿Cómo has estado todo este tiempo? ¡Te hemos echado mucho de menos por aquí! _ , exclamó Sage alegremente mientras me estrechaba en uno de sus característicos abrazos paternales. Luego se separó un poco de mí y me dedicó una mirada desde la cabeza hasta los pies.

_¡Pero mira cómo has crecido en todo este tiempo!, te has convertido en una hermosa mujer... Y también en madre... Has logrado vencer tus inseguridades y temores con respecto a tu profesión y has continuado adelante...Sin duda Ásmita es muy afortunado de haberte encontrado en su vida... ¡Y ahora, quiero conocer a ese pequeño!_ , dijo el Patriarca con entusiasmo en su voz, tras lo cual Ásmita se acercó a él cargando a nuestro hijo.

_ ¡Mucho gusto en conocerte, Alejandro! ¡Por los dioses, eres el vivo retrato de tu padre!, exclamó Sage al mismo tiempo que cargaba en sus brazos al bebé, y éste correspondía encantado a las atenciones que recibía del anciano con risas infantiles y suaves gorjeos.

El Patriarca sonreía y observaba el bindi situado en la frente del niño al moverse los mechones de su flequillo dorado.

_Alejandro ya ha despertado su cosmos, Ásmita, dentro de poco tiempo tendrás que comenzar a entrenarlo para que pueda manejar un cosmos de tanta magnitud como el que yace todavía dormido en su interior..._ , dijo Sage con seriedad, mientras Ásmita asentía y reconocía que sentía en su hijo un cosmos superior al suyo.

Atena se acercó hacia donde nos encontrábamos para darnos la bienvenida, y también para conocer a Alejandro, que la observaba con seriedad y calma mientras la joven le sonreía y le dedicaba una mirada dulce y tierna con sus característicos ojos color esmeralda. El resto de los caballeros dorados imitó a su diosa, y uno a uno se acercaron a nosotros para darnos un cálido y amistoso abrazo; también tenían curiosidad de conocer al primer heredero de sangre de la armadura de Virgo.

Una vez que nos brindaron los saludos de bienvenida, detrás de los caballeros dorados pude observar a una jovencita de cabello castaño y ojos verdes que se acercaba lentamente hacia mí.

_¡Por los dioses, Natalie realmente eres tú!, exclamó mientras corrió los últimos metros que nos separaban para finalmente estrecharme en un fuerte abrazo.

_¡ Agasha! ¡No sabes cuánta falta me has hecho todo este tiempo! ¡Te eché mucho de menos!, le contesté a la joven emocionada, con lágrimas de emoción pugnando por salir al exterior.

_¡Yo también te he extrañado mucho amiga! ¡Tienes mucho que contarme, hay que ponernos al día!_ , dijo Agasha con diversión y la voz algo temblorosa por la emoción del reencuentro.

Mirándola de pies a cabeza, se la veía más madura, más mujer; su cabello castaño estaba mucho más largo, recogido en una cola de caballo, y llevaba un vestido color blanco con mangas cortas con vivos de color dorado muy elegante que hacía resaltar su figura; sin dudas había madurado mucho durante todo este tiempo que habíamos estado separadas, e intuía que el Santo de Oro de cabellera aguamarina tenía mucho que ver en eso. Las dos nos sonreíamos alegres, ansiosas por ponernos al corriente de todos los acontecimientos que habían tenido lugar en nuestras vidas, pero la señorita Atena nos tomó de las manos a ambas, al mismo tiempo que nos decía con amabilidad y simpatía:

_ Me temo que eso tendrá que esperar, ahora ¡acompañénme que tenemos mucho que hacer!_ , tras lo cual nos arrastró con ella hasta la habitación que Sage me había asignado en el último tiempo que había permanecido en el Santuario para que estuviera más segura ante las amenazas que se cernían sobre mi vida en aquel momento.

Las tres entramos allí , Agasha trajo una silla hacia mí y me obligó a sentarme frente al espejo de la habitación, mientras Sasha salía por un instante para regresar luego con la caja misteriosa que me había regalado Ásmita.

_¡Gracias a los dioses que no tenemos que peinarte de nuevo! Déjame arreglarte sólo un poco el cabello, tienes algunos mechones desordenados, exclamó Agasha; estaba tomándose muy en serio el papel de estilista al parecer.

Al principio, no entendía porqué estábamos allí, ni cuál era la razón para tanta prisa, hasta que pude observar a través del espejo, que Sasha abría la caja y sacaba de ella su contenido, desconocido para mí hasta ahora, y lo extendía ante mis ojos.

De inmediato comprendí de qué se trataba todo: Ásmita me había regalado un bellísimo vestido de novia, y me había traído hasta aquí para que celebráramos nuestra boda, rodeados de las personas que más estimábamos y que considerábamos nuestros amigos...él lo había sabido todo este tiempo, sabía que en el fondo de mi corazón guardaba el deseo de poder compartir este momento tan especial en nuestras vidas con estas personas tan nobles y maravillosas...

_¡Debemos darnos prisa, tenemos una ceremonia de boda a la que asistir, y la novia no puede llegar tarde! ¡O los invitados devorarán el banquete!_ exclamó risueña y divertida la joven de cabellos lilas, luego de lo cual mi amiga Agasha le dió los últimos toques a mi cabello y finalmente, entre las dos me ayudaron a colocarme el vestido.

Cuando la tarea de las jóvenes estuvo terminada, ambas contemplaron el resultado con sendas sonrisas en sus rostros; me giré para verme en el espejo y dejé escapar una pequeña exclamación de asombro al observar lo bello que era aquel vestido, y lo bien que me conocía Ásmita para haber encontrado esta prenda que se ajustaba perfectamente al estilo que me gustaba.

_¡Te ves preciosa, Natalie!_ , exclamaron al unísono Agasha y la señorita Atena; luego mi amiga se giró hacia uno de los rincones de la habitación donde estaba ubicado un gran jarrón de estilo griego con flores, y extrajo del mismo un ramo de rosas blancas, que me entregó sonriente:

_Y para completar tu atuendo, aquí tienes amiga, esto es de parte de Albafica y mía, me dijo Agasha, antes de que Sasha abriera la puerta de la habitación para invitarnos a seguirla en dirección al salón principal.

Al salir de la misma, había alguien esperando nuestra salida: era mi amigo Degel, quien se había ofrecido a llevarme hacia donde se encontraba el Patriarca y los demás.

Mi corazón se oprimió en ese instante, al saber lo difícil que debía de estar resultando esa situación para él; le agradecí su gentileza y le dediqué una sonrisa fraternal, pero él debía de haber notado en mis ojos que estaba un poco incómoda con la situación , no quería lastimarlo.

_No te preocupes por mí , Natalie, estoy bien, de verdad. He sido yo el que se ha ofrecido a ser quien te acompañe ante el Patriarca para que realice la ceremonia... Hace mucho tiempo he comprendido que tu corazón siempre le perteneció a Ásmita... Él es un hombre muy afortunado por tener el amor de una mujer como tú, que lo ha ayudado a abrirse al mundo y a descubrir nuevos sentimientos... Les deseo que sean inmensamente felices, ustedes se lo merecen_ , fueron las palabras de Degel, luego de lo cual depositó un casto beso sobre el dorso de mi mano y me ofreció su brazo para conducirme rumbo al salón principal; Agasha iba detrás de nosotros, cuidando que la cola del vestido o mi velo no se dañaran en el trayecto, mientras lanzaba pétalos de rosas durante el camino.

_Muchas gracias, Degel, le dije a mi amigo cuando nos disponíamos a entrar finalmente al recinto principal del templo Patriarcal, el cual había sido arreglado para la ocasión con alfombras rojas bordadas de oro, cintas de seda blancas a modo de guirnaldas, y flores del mismo tono, entre las que predominaban las rosas. Iniciamos el camino por el largo pasillo en dirección hacia el sillón donde se encontraba Sage, y a su lado, la señorita Atena que sostenía su báculo en su mano, bajo la mirada atenta de los caballeros dorados, que lucían sus brillantes armaduras. Entonces lo ví: Ásmita me esperaba cerca del Patriarca, con una sonrisa en sus labios y sus ojos azul turquesa reflejando lo feliz que se sentía; estaba maravillosamente apuesto con su traje negro y su camisa blanca.

Yo avanzaba lentamente ataviada en mi vestido de novia blanco inmaculado; tenía los hombros al descubierto por un escote bote realizado en encaje, que también revestía el resto de la prenda, que era un modelo obviamente nunca antes visto en el siglo XVIII, ya que se ceñía a mi cuerpo resaltando mi cintura y mis curvas, para luego ensancharse a nivel de los muslos en una falda más amplia, estilo sirena, y dar origen a una cola más bien redondeada y realizada en encaje, al igual que el velo que cubría mi rostro y que se extendía un poco más allá de la terminación de la cola.

Por suerte, el vestido venía con unas sandalias plateadas muy cómodas, así que no tenía que preocuparme por el dolor de mis pies.

Mi pequeño Alejandro con su trajecito se veía tan apuesto como su padre, se encontraba en brazos de Shion, contemplando con curiosidad todo a su alrededor.

Finalmente, llegamos a las cercanías del Patriarca, y Degel le entregó mi mano a Ásmita, que se había acercado a nosotros; ambos se saludaron respetuosamente con una inclinación de cabeza. Mi adorado caballero y yo nos miramos y avanzamos unos pasos hacia donde nos esperaban Sage y la señorita Atena; el Patriarca presidió la ceremonia, en la que ambos nos dedicaron palabras y deseos de felicidad.

A continuación, Sage nos indicó que podíamos decir nuestros votos; palidecí por una fracción de segundo, ya que no había preparado nada y debido a mi timidez no estaba acostumbrada a hablar delante de tantas personas. Ásmita se giró hacia mí y me tomó de las manos, mientras me miraba divertido, y luego comenzó a hablar:

_Natalie, tú me has demostrado que el mundo no sólo es un lugar que posee dolor y sufrimiento, has abierto mi corazón y me has enseñado el significado de amar y ser amado... Tú fuiste nuevo sol que iluminó la oscuridad en la que vivía, fuiste como agua en mi desierto... Gracias a ti, no soy aquella persona solitaria que se aislaba del mundo que solía ser, cualquiera puede ver que tú eres quien ha hecho la diferencia en mi...Yo volví a nacer cuando te sentí en mis brazos. Cuando estás cerca de mí, todo lo que sé es que no quiero dejarte ir... tu amor fue el mejor regalo que la vida me dió. No sé qué hice para merecer tu amor, pero voy a esforzarme cada día del resto de mi vida para cuidarte y protegerte, eres lo más preciado para mí en este mundo... Estoy dispuesto a amarte hasta el fin de mis días, a entregarte mi vida, a ser tuyo por siempre...Tuyos son mis sueños y mi corazón, amor mío..._ .

Las palabras de Ásmita habían tocado las fibras más sensibles de mi ser, al punto que otra vez podía sentir las lágrimas acumularse en mis ojos por la emoción; mi corazón desbordaba de amor por el hombre que tenía frente a mí.

_Ásmita, tú me has ayudado a reconstruir mi alma y mi autoestima que creía hechas pedazos tiempo atrás; cuando estaba a un paso de darme por vencida me tendiste tu mano fuerte y valiente...Tengo la suerte de tenerte a mi lado como un ángel guardián, y doy gracias a Dios cada día por eso. Con tu paciencia me has hecho entender que cada mañana es el símbolo del renacimiento de nuestra vida, que los malos momentos del pasado deben ser olvidados para hacer del hoy el más hermoso presente... Tienes mi corazón desde el momento en que te conocí..._ .

Luego de escuchar nuestros votos, el Patriarca nos declaró unidos en matrimonio y la señorita Atena nos dió su bendición y el permiso a Ásmita para besarme, lo cual hizo al instante de escuchar esas palabras de su diosa.

_¡Y ahora, daremos inicio al banquete con el primer baile, que le corresponde a la feliz pareja!, exclamó Sasha, y todos nos dirigirimos hacia uno de los tantos salones del templo Papal, donde habían sido dispuestas las mesas con la comida y la bebida y se había improvisado una pequeña pista de baile para que Ásmita y yo bailáramos. Ninguno de los dos tenía experiencia en bailar, pero hicimos lo mejor que pudimos para que no se notara, entre risas y miradas cómplices; luego Sage encabezó el brindis y dió inicio oficialmente al banquete nupcial, donde abundaban los más variados manjares culinarios griegos y los mejores vinos.

A pesar del ruido propio de la celebración, Agasha y yo platicamos rápidamente de lo más relevante que había ocurrido en nuestras vidas todo este tiempo, aunque no como nos hubiera gustado; me contó que por fin ella y Albafica estaban juntos, lo que había sido posible gracias a la señorita Atena,quien al devolverle la vida le había otorgado además la capacidad de controlar la toxicidad de su sangre.

_¡Estoy muy feliz por ti, Agasha! Eres mi mejor amiga y una persona maravillosa, te mereces toda la felicidad del mundo _ , le dije a la joven florista mientras estrechaba sus manos con cariño.

_Con tu permiso Agasha, pero debo robarte a mi esposa_ , fueron las palabras que Ásmita le dirigió a mi amiga, mientras me tomaba del brazo y me guiñaba un ojo con picardía, al mismo tiempo que furtivamente salíamos del salón.

Mi adorado caballero me llevaba de la mano descendiendo las escaleras del templo del Patriarca, en dirección a las Doce Casas; fuimos atravesando cada uno de los templos hasta llegar a la Sexta Casa Zodiacal.

Antes de entrar, Ásmita me tomó entre sus brazos, y luego me llevó por el interior de su templo hasta la habitación principal, la cual había sido arreglada especialmente para la ocasión: había velas iluminando el ambiente, flores blancas y una enorme cama con sábanas de un blanco impoluto, sobre las que estaban depositados pétalos de rosas blancas y rosadas, los cuales constituían un camino hasta la habitación. Jamás había estado antes en ese lugar, ni siquiera la noche previa a Jamir.

Una vez dentro de la misma, Ásmita me depositó de pie junto a la cama, mientras me contemplaba con su mirada azul turquesa ensombrecida por el deseo que se había encendido en él. Verlo de esa manera, provocaba en mi cuerpo un mar de emociones, que me llevaban automáticamente a corresponderle, no podía negarme a él.

_Muchas gracias, Ásmita por haberme traído aquí para que pudiera compartir ese momento tan importante para nosotros con las personas que más estimamos, por regalarme esta hermosa boda y... gracias por este magnífico vestido...Te amo muchísimo..._ .

_Amor mío, haría lo que fuera por complacerte y verte sonreír...eres maravillosa, te mereces todo aquello que te haga feliz y mucho más... Te amo, Natalie _ .

Luego de aquellas palabras, Ásmita colocó una de sus manos sobre mi mejilla, la cual cubrí con la mía, me atrajo hacia él y sus labios se apoderaron de los míos con un beso suave y lento, que poco a poco fue profundizándose; al mismo tiempo, mis manos comenzaron a deslizarse por sus hombros mientras le quitaba el saco de su traje, que cayó al suelo. Cuando el aire se agotó y nos separamos para respirar nuevamente, le quité la corbata y desabroché los botones de su camisa ante su mirada, que se notaba nublada por el deseo. Ásmita comenzó a quitarme lentamente el vestido, mientras iba dejando un camino de besos en mis hombros que iba ascendiendo por mis clavículas, seguía por mi cuello y terminaba finalmente en mi boca nuevamente, siendo devorada por la suya.

Una vez que el vestido ya no se interponía entre nosotros, sus manos se posaron en mi cintura, acariciando mis curvas y mi espalda, estremeciendo mi piel con su cálido tacto y llevándome al borde del éxtasis; Ásmita me contemplaba extasiado, y continuaba con sus caricias, que ahora se extendían por mis caderas, delineando sus curvas, para luego ascender por mi abdomen y seguir camino hacia mis senos. Cómo había extrañado sentir su piel sobre la mía, el calor de su cuerpo, su aroma varonil a lavanda y sándalo...

Él había insistido en que no me tocaría nuevamente sino hasta después del matrimonio. Mis labios se entreabrieron dejando salir un profundo suspiro, y apenas pude balbucear su nombre; me estaba llevando al límite, y él lo sabía, puesto que me tomó en brazos y me depositó en la cama con delicadeza, tras lo cual se deshizo del resto de su ropa. Sus hábiles manos subieron deslizándose por mis piernas hasta mis caderas, donde encontraron mi ropa interior y la deslizaron en dirección contraria; entonces él se colocó sobre mí apoyándose en sus brazos, mientras sus ojos hipnóticos se fijaban en los míos.

_No sabes cuánto había ansiado este momento... cuánto había anhelado tu piel y el sabor de tu boca... Te amo, amor mío_ .

_Mi piel arde por la tuya, Ásmita... Te pertenezco desde el instante en que apareciste en mi vida; te amo... _ .

Luego de oír mis palabras, mi caballero dorado invadió mi boca con un beso voraz cargado de pasión, mientras sus manos tomaban mi cintura y me atraían hacia su cuerpo, dejándome sentir su masculinidad reaccionando a mi cercanía. Nuestras respiraciones agitadas, al igual que suspiros y suaves jadeos llenaron la habitación, mientras nos íbamos acercando al éxtasis; mis manos se aferraron con fuerza a su espalda al sentirlo llenando mi interior y estimulando cada una de mis terminaciones nerviosas, para llevarme finalmente al clímax en más de una oportunidad en aquella noche. No hace falta decir que no dormimos mucho; preferíamos pasar el tiempo uno en brazos del otro, amándonos o simplemente contemplándonos a los ojos, grabando cada gesto y cada sonrisa.

Jamás voy a olvidar esta maravillosa noche que él me ha regalado, yque ha sido, sin duda, el broche de oro de un día inolvidable lleno de emociones y afectos.

Cuando nos despertamos, ya el sol estaba en lo alto del cielo, y sus rayos ingresaban por la ventana de la habitación principal del templo de Virgo, iluminando todo a su paso. Estaba tan cómoda oyendo el corazón de Ásmita latir al tener mi cabeza apoyada en su pecho, que no quería levantarme nunca.

Sentía los dedos de mi adorado caballero acariciando con suavidad mi espalda; aquella sensación era única, y estaba encendiendo mis sentidos nuevamente.

_Buenos días, amor mío... Lamento despertarte, pero debemos prepararnos... el Patriarca y la señorita Atena quieren vernos antes de regresar..._ , me dijo Ásmita suavemente.

Luego de un rato, nos encontrábamos rumbo al templo Papal, donde Sage y Sasha nos aguardaban.

_Espero que hayan pasado una buena velada y que les hayan gustado los arreglos hechos al templo de Virgo en virtud de la ocasión. Los cité aquí porque quería decirles que... he decidido dispensar a Ásmita en sus funciones de protección de la Sexta Casa Zodiacal en este tiempo, y autorizarlo a regresar con su familia al siglo XXI y llevar consigo la armadura de Virgo, en vistas de que en poco tiempo deberá comenzar a entrenar al pequeño Alejandro. Ese niño es muy especial, Natalie, lleva consigo el destino de la humanidad... Por favor, cuídenlo mucho y procuren que crezca con valores que lo lleven a ser un hombre justo y de bien..._ , fueron las palabras de la señorita Atena, tras lo cual ella y el Patriarca nos dieron un fuerte abrazo junto con sus mejores deseos y se despedían de nosotros con un hasta luego.

Al salir del templo Papal, emprendimos el camino de vuelta hacia la Casa de Virgo; pasamos el resto del día con nuestros amigos, a los que, al terminar la tarde, despedimos prometiendo regresar, ya que contábamos con el objeto que nos permitiría hacerlo.

Esa noche, de nuevo la luna volvió a ser envuelta por la oscuridad, y la conocida luz cegadora se irradió desde el traslador que sostenía entre mis manos, envolviéndonos a los tres y llevándonos hacia nuestra nueva vida.

DOS AÑOS DESPUÉS...

Caía la tarde y me encontraba regresando a casa junto con mi pequeño Alejandro luego de otro día de trabajo en el hospital; abrí la puerta del departamento y entré.

Allí se encontraba Ásmita sentado a la mesa del comedor, concentrado leyendo atentamente varios libros, con una jarra de café a su lado.

Los últimos días había estado estudiando mucho, ya que se acercaban sus exámenes: había ingresado en la universidad, y se encontraba en el segundo año de la carrera de Derecho; además continuaba con su trabajo como maestro en la escuela de niños invidentes.

Había decidido estudiar Derecho, porque quería ayudar a combatir las injusticias que había en el mundo, y sentía que las leyes eran el instrumento que le permitían hacerlo, al mismo tiempo que ayudaría a las personas que lo necesitaran. Era un estudiante ejemplar y tenía excelentes notas, siempre se había preocupado por aprender cosas nuevas cada día y fortalecer su intelecto;admiraba su fuerza de voluntad y su capacidad de superación.

Al vernos llegar, Ásmita acudió a nuestro encuentro, nos saludó con un beso a ambos, y enseguida tomó en brazos a nuestro hijo para llevarlo a tomar su baño.

Mientras aseaba a Alejandro, yo lo observaba atentamente con ternura; era un padre maravilloso, que velaba por la salud y la seguridad de nuestro pequeño, lo educaba con amor y esmero.

Cuando terminó de bañar a Alejandro, lo vistió y lo sentó en su sillita que estaba situada en el comedor; pude notar que incluso se había ocupado de preparar la cena y de que estuviera lista antes de que llegáramos. Mi corazón desbordaba de amor por él cada vez que tenía gestos como aquel, desinteresados y siempre pensando en el otro, así era él...

_Natalie, ¿cómo ha estado tu día? ¿Has tenido muchos pacientes hoy?_ , me preguntó Ásmita alegremente.

Yo me encontraba en el tercer año de la residencia de Tocoginecología, y gracias a Dios, todo iba muy bien; ya me ocupaba de cirugías de mayor complejidad, bajo la supervisión de los médicos internos, y también tenía a mi cargo a los residentes de años inferiores, siendo la responsable de transmitirles los conocimientos que había adquirido y de guiarlos.

Luego de responderle afirmativamente, se acercó a mí, me tomó de la cintura y me miró directo a los ojos.

_Por favor, dime que te has alimentado bien, pues... no quiero que ni tu salud ni la de nuestro hijo se debiliten, amor mío_ , dijo Ásmita mientras colocaba una de sus manos sobre mi vientre plano, y un suave resplandor dorado se irradiaba desde ese lugar.

_¿Que-é??_ , atiné a balbucear, con los ojos abiertos como platos; ¿cómo podía ser posible que él supiera que estaba esperando un hijo suyo otra vez antes de que mi cuerpo diera síntomas?

Sabía que estaba un poco retrasada, pero lo atribuí al estrés laboral, aunque sí me había sentido muy cansada y con mucho sueño, tal como me había ocurrido con Alejandro, pero no pensé que se tratara de un embarazo, por lo que él no pudo leerlo en mi pensamiento, pero aún así tenía la certeza de saberlo.

Ásmita me sonrió con dulzura y con la ternura reflejándose en sus ojos, observando mi sorpresa al enterarme de su boca que estaba embarazada. _¡Así es, amor mío, seremos padres nuevamente! Me haces el hombre más feliz de la Tierra... Esta vez podré acompañarte y ver cómo día a día crece nuestro hijo dentro de ti... Me llena de paz estar a tu lado...Quiero ver contigo cada amanecer, dibujar estrellas en tu piel, quedarme por siempre en ti...Eres mi principio y mi final... Lo único que quiero eres tú...Eres el amor de mi vida, Natalie..._ , me dijo Ásmita con dulzura mientras miraba mis ojos fijamente con devoción, para luego darme un abrazo que me envolvió por completo.

Ohhh... De nuevo estoy donde quiero estar... Mis ojos se humedecen producto de la emoción, pero no, no voy a llorar.

_ Ásmita, mi adorado caballero dorado... Eres el refugio que me brinda protección cuando mi alma está cansada, todos mis miedos desaparecen cuando estás conmigo...Gracias a ti me atrevo a soñar... Agradezco a los dioses que me hayan concedido el milagro de ponerteen mi camino... Si existe suerte, la mía es amarte y tener tu amor... Quisiera quedarme así contigo para siempre... Sólo entre tus brazos...No hay otro lugar donde yo quiera estar..._ .

Hola felicidad, ¿dónde habías estado?

FIN

Hola a todos!!! Ha llegado a su fin esta historia que surgió a principios del año pasado como algo que había escrito sólo para mí y que jamás hubiera pensado en publicar, pensando en que nadie lo leería. Había comenzado a escribirla como una historia corta,pero luego se fue haciendo un poco más larga;quería profundizar más que nada en los sentimientos de los protagonistas y en cómo el amor cambió sus vidas para mejor y los ayudó a superar las adversidades.Realmente disfruté mucho narrar la historia de Natalie y de Ásmita; hacía mucho tiempo que no escribía y debo decir que me ha ayudado mucho en estos tiempos difíciles. Espero que les haya gustado la historia,es la primera que escribo!Quiero agradecer a todos aquellos que la han leído y que me han acompañado a lo largo de todo este tiempo hasta el final de esta historia, pero sobre todo ami amiga Beatriz, que me animó a seguir adelante y a atreverme a publicar esta historia.Agradezco también a Natalita07 por sus comentarios, me alegra mucho saber que alguien lee mi historia aquí en Fanfiction (originalmente la publiqué primero en Wattpad, que fue la primera plataforma para publicar historias que descubrí) .Ojalá que me acompañen en las próximas historias, y que les gusten tanto como yo he disfrutado escribirlas!Muchas gracias por leer!