45.

Hermione:

Te amo.

—¡No te comas todas las papas fritas Ron! —exclamó Ginny.

En respuesta, él agarró otro puñado de la bolsa y se lo llevó a la boca. Su hermana saltó sobre él, empujándolo mientras le quitaba la bolsa de papas fritas de las manos. Ignorando el alboroto, más a lo lejos Pansy hablaba con Luna; se habían acercado más al borde del acantilado para mirar mejor el océano.

"Es tan hermosa" pensó Hermione, que se había quedado en su lugar, sentada cerca del resto. Pansy se veía radiante hoy. No es que otros días no se viera así, pero hoy... su cabello y vestido se movían con el viento fundiéndose con el mar de fondo, por lo que ella parecía parte del paisaje, y a eso se le sumaba su aire relajado y su enorme sonrisa mientras conversaba con Luna.

—A veces sigue resultándome raro verte tan... atontada —dijo Harry, rompiendo su burbuja.

—Harry Potter —lo regañó Hermione, con una mezcla de vergüenza y enojo por haber sido atrapada así.

—¡Lo siento! Pero no puedo evitar pensarlo. Verte enamorada es raro.

—Raro —repitió, enarcando su ceja.

—No raro, el otro tipo de raro. Es decir... ¡No me mires así! Es solo que siempre fuiste más centrada que Ron y yo, entonces... ¿Me sigue sorprendiendo? Verte suspirar por otra persona, como... ¿La mayoría de las chicas enamoradas?

Hermione bajó la cabeza, ahogando una risa con su mano. Harry estaba rojo hasta las orejas. Siempre le divertía conseguir poner a Harry y Ron así de incómodos, como si hubieran metido la pata frente a sus madres y no su mejor amiga. A veces también era irritante, claro. Que ella fuera más madura en general no la hacía menos joven e idiota que ellos, en especial cuando se enojaba o se dejaba asustar por sus inseguridades; la única diferencia sustancial que poseía con sus amigos y la mayoría de adolescentes de su edad era que ella estudiaba mucho y aunque a veces rompía las reglas, las respetaba, se preocupaba y se asustaba mucho por las consecuencias de no cumplirlas.

—No creo que seas quién para señalarme nada —dijo Hermione, levantando la nariz con prepotencia, pero sonriendo de una forma amable que contradecía el gesto—. Tú escupiste tu jugo de calabaza por Cho Chang. No fue para nada tu movimiento más inteligente.

—¡Bien, bien! Me retracto, no era necesario sacar los trapos sucios para vengarte —respondió Harry riendo, todavía muy rojo.

—Bien, así me gusta.

—Pero también estuve pensando... que tienes un tipo.

—¿Disculpa?

—Vamos, Hermione —la molestó Ron, que había dejado de pelear con su hermana para sentarse cerca de Hermione y Harry—. Sabes que es cierto.

—Bueno, no sé de lo que están hablando —dijo rotundamente, centrándose en el fuego frente a ellos.

—Krum —aclararon ambos a la vez.

—Sea lo que sea lo que les haya dicho Ginny...

—Lo pensamos nosotros —masculló Ron—. Tus mejores amigos también hablan y piensan en ti de vez en cuando, por muy raro que te parezca...

—Cállate Ronald, sabes que no pienso eso.

Hermione giró la cabeza para evitar verlos, intentando parecer fastidiada, y fallando por culpa de la sonrisa que se le escapaba porque Ron empujaba su hombro con suavidad, para que ella volviera a prestarles atención.

—¿Quieres saber cómo es tu tipo? —preguntó Harry, con un brillo en los ojos que demostraba su picardía tras su tono amable.

—Sorpréndanme —cedió Hermione con escepticismo.

—Cabello negro —inició Harry, mientras iba marcando el número de las características con los dedos.

—Qué observadores, chicos.

—Cara de matones —agregó Ron, y Harry levantó un segundo dedo.

—Bueno, eso es discutible...

—Negro y más negro en la ropa. Estilo muy sobrio en general —dijo Harry, ignorando las quejas de Hermione.

—Gruñones —siguió Ron.

—Mirada distante.

—Cara de odio hacia el mundo.

—Directos. Demasiado directos.

—Que se sienten en la mesa de Slytherin...

—Esa característica es estúpida Ron. Ni siquiera es una, Viktor no era un Slytherin —lo corrigió Hermione.

—¡Se sentaba allí! —se defendió el aludido.

—Populares que descubres que les gusta estar en las bibliotecas —dijo Harry, ya con nueve dedos levantados.

Hermione boqueó, indignada. ¡Pansy y Viktor no se parecían!

—En conclusión, una mezcla de chico malo-misterioso que suele llamar la atención de la gente y que muy en el fondo es un nerd —explicó Ron, que pareció muy complacido cuando Hermione le dio un golpe con la mano abierta en el brazo.

—Son... insoportables.

—Nos amas —dijo Harry.

Hermione cruzó sus brazos, mientras murmuraba que sí, que sí los quería, aunque fueran unos chicos estúpidos. Ellos parecieron felices con su respuesta, pero ella no se sentía contenta. ¡Pansy y Viktor no...! No... no tanto. ¿Verdad? Sus amigos solo estaban buscando molestarla. Viktor y Pansy tenían muchas diferencias, como que él era bastante taciturno mientras que Pansy tendía a parecer más elegante aún para su corta edad.

Pero... sí era cierto que ambos poseían ese aire de malos y misteriosos, que llamaban la atención de la gente, consiguiendo ser bastante populares y... que se había encontrado desarmada al verlos con un libro en la mano. Rayos, odiaba que Ron y Harry tuvieran razón.

Volvió a mirar a Pansy, que estaba señalando algo bastante seria, mientras Luna negaba con vehemencia con la cabeza, consiguiendo que Pansy cruzara sus brazos y levantara la vista al cielo, como si dijera "Oh por Dios". Hermione se encontró sonriendo de nuevo por la imagen.

—Parece que no tendremos que ir al mar —dijo Harry—, si Hermione sigue babeando así...

—¿Supongo que tengo que desistir a mis ilusiones de que Hermione descubra que Pansy es una idiota y la deje? —bromeó Ron.

—Pansy es maravillosa —dijo Hermione sin pensar.

—¿Debería inflar un salvavidas, por las dudas?

—Cállate Harry —las mejillas de Hermione enrojecieron. Sus amigos eran unos exagerados.

—¡Como sea! —espetó Ron, mientras rodeaba los hombros de Hermione con su brazo—. Se ven bien juntas, lo admito.

—No puedo creerlo —dijo Harry, levantando sus cejas—. ¿Lo dices en serio amigo?

—Se ponen a hablar de libros juntas... ¿Qué podría ser mejor para Hermione?

—Tienes un punto —asintió Harry.

—Y Pansy es linda en realidad, más que nada cuando no está siendo una idiota enojada —murmuró Ron, pensativo—. ¿Cómo conseguiste llamar la atención de alguien así?

—No puedo creer que tú hayas dicho eso —dijo Hermione, anonadada, sin poder enojarse por el final bastante insultante.

—Y es sexy —dijo Ginny, que apareció de golpe, sentándose frente a ella, cerca de sus pies. Cuando notó que los tres la miraban como si se le hubiera caído el cerebro de la cabeza, bufó—. ¿Qué? No es como si fuera a admitirlo frente a ella, ni bajo tortura, pero tengo ojos... y la maldita idiota está buena.

—Bien, no es así como esperaba que fuera esta conversación, sin duda —la paró Hermione.

—Es decir, ¿vieron su bikini?

Claro que Hermione había visto eso. Más de lo que estaba dispuesta a admitir públicamente, de hecho.

—Estuve nadando con ella. Sé de lo que hablo —siguió Ginny, moviendo sus cejas de arriba abajo.

—Bien, bien, Pansy, es atractiva, gran observación —tajó Hermione.

—¿Te has mosqueado? —preguntó Ginny, mientras una sonrisa se extendía por su rostro.

—¿Qué? No.

—¡Hermione Granger, te molesta que haya mirado así a tu novia!

—Claro que no. Sé que no la ves "así".

—No te creo, tu cara es muy obvia.

—No, no es...

—Sí es obvio —dijeron Harry y Ron, cortando sus palabras.

Hermione bajó la mirada al suelo, incómoda. Ella no se había puesto celosa, eso era estúpido. Además, ¡era Ginny de la que hablaban! Ella sabía de forma objetiva que eso era muy imposible.

—No te la robaré tranquila, tendría una cita con el calamar gigante de Hogwarts antes que con ella.

Puso sus ojos en blanco ante la burla, pero eso no pareció hacer que Ginny estuviera menos orgullosa de sí misma.

—¿De qué hablaban? —dijo una voz soñadora.

Hermione, que todavía intentaba asesinar a Ginny con su mirada (mientras esta, al contrario, se reía), se las arregló para contestar:

—Nada Luna, solo... —ante la mueca de burla de Ginny, soltó—: Que aunque Ginevra diga que un calamar es más sexy que Pansy, todos sabemos que no es así.

—Es bueno saberlo —dijo... Pansy.

Hermione se tensó, comenzando a ponerse roja mientras Ginny se tiraba al suelo para reírse a todo pulmón.

—Bueno, sí. Todos lo sabemos —concluyó Luna, despreocupada, mientras miraba con curiosidad a Ginny retorcerse como la víbora que siempre fue en el fondo.

—Gente —llamó Isa—. ¿Les parece si nos vamos ya? Podríamos ir a comer algo hasta que sea la hora.

—¡Al fin! —exclamó Rachel, parándose—. El día fue genial, pero soy una chica de conciertos más que de playa.

Los adolescentes se acomodaron, teniendo cuidado de apagar bien el fuego antes de marcharse. Se adentraron entre las plantas, pero antes de que comenzara a bajar por las dunas de arena, Hermione sintió un tirón en su ropa, por lo que detuvo el paso y volteó.

—Solo para aclarar... ¿Te resulto sexy?

—Claro que ibas a preguntar eso —masculló Hermione, Pansy no iba a olvidar ese detalle.

—Sabía que elegí bien, mi bikini me quedaba de muerte.

—Bueno, ahora sabemos que tú sí piensas que eres sexy.

—¿Solo yo? —preguntó con una sonrisa ladina, que se agrandó al ver que Hermione se encogía de hombros como respuesta—. Hermione...

—Eres sexy —susurró.

—¿Perdona, cómo has dicho?

—Escuchaste bien, idiota.

Pansy soltó una sonora carcajada. Sí, ella había escuchado bien.

. . .

Intentó no hacer contacto visual con Aurora porque todavía la seguía inquietando un poco. Después de que se enteró de que Pansy y Hermione tuvieron sexo, se encontraron de nuevo otros días, ya que volvió a visitar el departamento de las Parkinson varias veces más en lo que llevaban de verano hasta ahora. Sorprendentemente, Aurora no actuó rara o haciéndola sentir como si hubiera hecho algo malo, más bien todo lo contrario: la había arrinconado un día para disculparse, diciéndole que solo quería poner incómoda a Pansy, pero que Hermione no debía preocuparse por nada siempre que fuera responsable con sus actos. Fue, de hecho, gracias a ella y su insistencia en "no hacer cosas idiotas" que Pansy tenía unas pociones para poder tener relaciones sexuales seguras guardadas en uno de sus cajones. Hermione se sorprendió al darse cuenta que, como menores, los hechizos que le enseñó Angelina tenían sus complicaciones fuera de Hogwarts. Es decir, ¡cómo iba a realizarlos si estaba prohibido que usaran magia! Se sintió estúpida por no habérselo cuestionado antes. Pero por ese detalle es que en San Mungo tenían "protecciones gratis para menores de edad". Se trataba de una poción que tardaba alrededor de diez minutos en hacer efecto, evitando así el contagio de enfermedades sin necesidad de usar magia.

Pero indiferentemente de la aprobación de la madre de Pansy (lo cual prefería no pensar demasiado para evitar morir de vergüenza), se sentía bastante apenada de solo pensar que Aurora sabía lo que hicieron, así que encontraba mejor seguir evadiendo su mirada. Aurora, de todas formas, no estaba muy centrada en Hermione hoy, Xenophilius tenía toda su atención, y la mujer parecía estar más que preparada para ser la nueva Sirius Black de Inglaterra. Tuvo que aguantar la risa ante lo surrealista de la situación, en especial cuando Pansy y Luna estaban de nuevo conversando tranquilas, de verdad cómodas la una con la otra.

Al final los adultos habían regresado a la playa, por insistencia de Aurora, para asegurarse de que todo estuviera bien. Parecía ser que la madre de Pansy se sentía comprometida de verdad con los padres que confiaron en ella para cuidarlos a todos. De hecho, a Hermione le resultaba curioso que fuera Aurora y no Molly Weasley la que estaba aquí hoy, y tenía una ligera sospecha de saber el porqué: Pansy. Quizá su novia no era para nada consciente de este detalle, pero para Hermione resultaba dolorosamente obvio que Aurora intentaba demostrar que mejoró, que estaba bien y que podía encargarse de todo, lo cual seguro, fue consecuencia de Pansy y su fe en que mejorarían y serían una familia feliz de nuevo. Hermione no tenía dudas de que así sería, lo notaba, en especial desde que Aurora dejó el alcohol; parecía mucho más centrada en la realidad, más preocupada por Pansy y en ser un buen ejemplo para ella.

Resultó también, que Aurora tenía también un talento para engatusar a integrantes de la familia Weasley, ya que Ginny ahora estaba a nada de arrodillarse ante sus pies. ¿Por qué? Bueno... Aurora era una maldita genio. Incluso Hermione estaba tentada a seguir el ejemplo de Ginny y venerarla; su habilidad con encantamientos por poco no le desencajó la mandíbula. Había tenido pocas complicaciones para hacer que todos estuvieran "presentables", usando un encantamiento para invisibilizar el espacio y poder evitar miradas indiscretas, y otros más para quitar la arena, arreglar sus cabellos y limpiar cualquier rastro de suciedad que pudiera haber existido (como si no le costara más que respirar, encima). Y luego, por supuesto, se lució todavía más, mostrando un extenso guardarropa que apareció de la nada. Hermione sospechaba que se trataba de un hechizo similar al de una bolsa extensible, ya que rompía la lógica del espacio; en esencia se veía como un ropero, pero cuando se abría parecía un cuarto enorme, con largos pasillos con ropa colgada. Era muy similar a un almacén o una gran tienda de ropa.

—¡Nunca me dejas siquiera verlo! —se indignó Pansy.

—No deberían verlo —dijo Aurora—. En realidad, me meteré en problemas si Fernández se entera de que todavía tengo acceso a esto.

—¿Estás robando? —preguntó entonces Pansy, con los ojos bien abiertos.

—Tomar prestado —corrigió—. Es de la indumentaria de mi primo segundo, no me va a denunciar con los aurores. Además de que es más complicado si él todavía sigue en Colombia, las leyes para temas internacionales son una porquería. ¿O está en México ahora? —meditó, perdiendo el punto de la conversación—. Desde que se divorció de Paula, nunca se queda demasiado tiempo en su país. Creo que le fue infiel, el muy estúpido. Tiene suerte de que no esté cerca, me habría puesto de parte de Paula sin duda, desde adolescente fue un desastre para mantener relaciones serias.

—¿Supongo que robarle a un estúpido infiel está bien? —dijo Rachel, intentando no reír.

—No está bien. Solo porque alguien es una mala persona no significa que podamos violar sus propiedades —dijo Sophie.

—¡Mira ese vestido! —chilló Ginny, saltando al guardarropa—. ¿Estoy muerta? Me siento muerta... ¡Pero de la envidia! Mira esto. ¡Y ese de allí! Por favor Hermione, dime que robar está bien.

—¿Por qué me preguntas? —dijo Hermione—. Y no, no lo está.

—Si tú pensaras que está bien, mi mamá seguro pensaría igual...—fantaseó Ginny.

—Weasley, no babees sobre la seda, por favor —la molestó Pansy.

—Tu madre no se enterará Ginny, tienes mi palabra. Elige lo que quieras. Todos ustedes, agarren lo que quieran. Tienen que aprovechar cuando una bruja metida en el mundo de la moda les abre un armario —dijo Aurora, que parecía muy orgullosa y divertida de su propia broma.

—¿Qué clase de madre eres? —preguntó Pansy, cruzada de brazos.

—¿Qué clase de adolescentes son ustedes, que se ponen moralistas en lugar de vestirse para una fiesta? —retrucó.

—¡Qué maravilla todo, Auri! —elogió Xenophilius, mientras husmeaba las prendas de ropa.

—Señora Parkinson —la llamó Luna—. No quisiera inmiscuirme demasiado, pero no lo entiendo: ¿Por qué no trabaja como modelo, si todavía tiene contactos?

—La inocencia —suspiró Aurora—. Porque estoy vieja, claramente.

Todos los adolescentes la miraron entonces, incluso el padre de Luna, que abrió mucho sus ojos, resultando más saltones de lo que ya eran normalmente. Pansy no parecía impactada, lo más probable es que ella ya hubiera tenido una conversación similar con su madre.

—Bien, sin duda no quiero sonar como Fred y George —comenzó Ginny, estupefacta—, pero usted sabe... usted es... —movió sus manos alterada, señalando todo el cuerpo de Aurora de forma exagerada.

Hermione casi se rió al ver cómo Pansy arrugaba la nariz, disgustada.

—Lo sé, lo sé, soy la mujer más bella de este condenado país —dijo, restando importancia con la mano—. Pero la mayoría de las modelos mujeres trabajamos hasta los veinticinco años, luego somos demasiado viejas para la industria. No estudié para ser diseñadora tampoco, solo sé lucirme en una pasarela.

—¡Inaudito! Como si la edad le quitara el encanto a alguien —se indignó Xenophilius—. Insisto, en El Quisquilloso estaríamos felices de tenerte.

—Sin olvidar lo sexista que es —agregó Hermione, sin poder contenerse—. Los hombres modelos suelen tener mayor rango de edad. Es una exigencia enfermiza, hacer que las mujeres parezcan de veinte años para siempre. Delgadas como un palo, altas... ¿Vieron que hasta suelen preferir que sean de piel blanca? Como si solo eso pudiera considerarse bello...

—Ya, ya —la detuvo Ron—. Ya nos dejaste claro en miles de ocasiones que toda la sociedad está mal.

—No lo dejé lo suficientemente claro si la mayoría de las personas en el mundo siguen siendo unos clasistas, xenófobos, homofóbicos, transfóbicos, machistas... ¡Y podría seguir!

—¿Toda una luchadora, eh? —señaló Aurora con una sonrisa mientras miraba a Pansy, la cual resopló, ignorando la pregunta.

—¿Podemos vestirnos ya? Tengo varias cosas que me gustaría probar —dijo Ginny, que parecía físicamente incapaz de alejarse del guardarropa.

Todos comenzaron a revisar los pasillos. Ginny iba y venía, siempre con varias perchas en la mano. Pansy miraba todo mucho más tranquila, pero igual de fascinada (después de todo, admitió que era algo que quería ver pero que nunca pudo). Hermione se sentía un poco abrumada, sin saber por dónde iniciar.

—No sé si hay algo que podría usar, yo no... —balbuceó Neville, avergonzado. Parecía que no era ella la única abrumada aquí.

—¿Por qué? —preguntó Harry, que estaba cerca de él.

—Solo mírame —susurró—. Yo no soy... es...

—Eres muy guapo, seguro encontrarás algo que te quede bien —dijo Luna, que asomó la cabeza de repente, saliendo de entre las prendas de ropa. Neville dio un respingo por el susto.

—Pero... los talles —agachó la cabeza el chico, que no quería desistir. Sus palabras sonaban tan agudas e inseguras que la mayoría ni siquiera las escuchó.

—Al frente están los más pequeños —dijo Aurora, que apareció de la nada, también asustando a Neville—. ¿Neville, verdad? —siguió, con una sonrisa comprensiva.

—Sí, señora Parkinson —murmuró. Parecía un animal asustado, encogido sobre sí mismo.

—El peso también me preocupaba mucho —contó—. Como bien dijo Hermione, la moda nos pone en la cabeza cosas muchas veces inhumanas —Aurora la miró de reojo al nombrarla, causando que Hermione sonriera tímidamente.

—Pero usted es... Usted se ve bien. Fue modelo —intentó Neville, incómodo.

—Sí, y aunque nunca en mi vida estuve subida de peso, en el trabajo me enloquecieron muchas veces. Amo la moda y modelar, en serio, pero sé lo duro que es que algo no te quede bien. Siempre nos daban ropas muy justas porque era de esperarse que una modelo pudiera caber en ellas. Pero hubo veces que no me quedaron y me sentí muy mal por eso. Sé que soy delgada y que no estoy ni cerca de entenderte Neville, pero sí sé lo que es la desesperación de no querer comer, desear ser más delgado. ¿Y sabes qué? Siempre te dirán que debes perder más peso, que cuando estabas un poquito más delgado te veías mejor... y son puras estupideces. Ignóralo, en serio. Tú no eres un objeto como para que puedan decir qué cosas pueden arreglar de ti, qué se podría cambiar o cómo podrías ser mejor... Tú estás bien y eres así. La ropa sí es un objeto, y sí se puede adaptar a ti. Nunca pienses que debe ser al revés.

Neville tenía los ojos bien abiertos, de verdad sorprendido, pero se notaba que en su silencio estaba procesando todo.

—Con mi disforia me pasa algo similar —confesó Isa, con su voz suave, mirando hacia cualquier lado menos a los ojos de alguien—. A veces es duro que me digan cosas como "oye, ¿eso no es muy femenino para ti?", porque según todos tengo cuerpo de hombre. O incluso cuando compro ropa y hay algo de la sección de mujeres que me gusta, pero que son talles demasiado pequeños para mí, en especial para los hombros... Te hacen sentir que deberías tener un cuerpo diferente, más "normal". Sé que no es sobre peso, pero... entiendo que te duela. A mí también me duele a veces.

—¿Por eso no buscas nada, Isa? —preguntó Aurora.

—Oh, no, en realidad me vestiré antes de entrar al escenario, tengo mis cosas preparadas allí, así que... supongo que no tiene sentido que busque algo aquí.

—¿No te vas a arrepentir? En la parte izquierda hay unos trajes que creo que te quedarían espectaculares. Aunque sea podrías probártelos mientras los demás eligen.

—No quisiera abusar...

—En la fila pegada a la pared de la izquierda, ¿en la sección diez, quizá la once? Busca, diviértete —interrumpió, y luego miró a Neville, apoyando su mano en su hombro—. Y tú, ven conmigo. Te haré sentir más guapo que cualquier modelo que hayas visto, créeme.

El chico se alejó con Aurora, balbuceando excusas, pero sin poder evitar ser arrastrado por ella.

—Tu madre es bastante genial —comentó Harry.

—Lo es —secundó Hermione.

—Como sea —murmuró Pansy, intentando no mostrar la sonrisa que tenía en el rostro—. Ya que mi mamá está vistiendo a Neville. ¿Qué te parece una ayuda, Hermione? Encontré varias cosas que me encantaría ver en ti.

—Buena suerte —se burló Harry, comenzando a alejarse con algo que había escogido para probarse.

—Pansy, yo...

—¿Tienes algo en mente?

—Sí. Sí tengo.

—Mentirosa —bufó—. Ven, vamos a los vestidores. Te conviene cooperar, sabes que no tendré vergüenza en meterme en tu vestidor y obligarte a ponerte la ropa que quiero.

—Puedo elegir por mi cuenta —se quejó.

—¡Lo sé! Irás al concierto con lo que tú quieras al final. Pero me pienso divertir con el proceso.

—Pero...

—Vamos, compláceme.

—¡Bien! —cedió, cruzando sus brazos—. Pero no me pondré ninguna falda muy corta, sin importar qué digas.

—¿Entonces los bikinis están fuera de discusión?

—¡No puedo usar eso para la fiesta!

—Lo sé, pero me quedé con las ganas luego de tu estafa en la playa...

—Eres de lo peor. Y no, no me pondré nada de eso. ¡Tu madre está aquí, por todos los cielos!

—Qué aburrida —se quejó, sacándole la lengua antes de pasear por los pasillos agarrando diferentes prendas de ropa. Cuando seleccionó una quinta percha, Hermione suspiró. Esto sería largo.

. . .

Al fin se hizo lo suficiente tarde como para que pudieran ir al concierto. Todos estaban muy emocionados, y los adultos habían aceptado que podían ir todos juntos hasta allí sin vigilancia, pero que de nuevo, ante cualquier problema, dieran aviso. En general no estaban muy preocupados, solo querían estar en la misma ciudad en caso de lo peor: que alguno fuera idiota y bebiera mucho más de lo necesario, que pierdan el dinero, que alguno se lastimara, o cosas similares. Era mejor que estuvieran a unas calles de distancia y no a varios kilómetros sin enterarse de nada.

Isa sonrió, por primera vez desde que lo conoció, con soberbia cuando se acercaron a uno de los guardias de la puerta y con un rápido saludo los dejó entrar a todos, sin tener que hacer fila (la cual era muy larga y bien podrían haber estado la mitad de la noche fuera esperando).

La forma en que lo mágico y lo muggle estaban mezclados en Chalkwell Beach tenían a Hermione fascinada. Aquí la mayoría de las cosas mágicas tenían hechizos de desilusión para que los muggles vieran siempre, en lugar de lo que realmente había allí, una tienda a la que nunca se les ocurriría querer entrar. Hermione consideraba que era una desviación brillante y no entendía por qué no era más usada, en lugar de hacer sectores enteros exclusivos para magos.

El lugar al que entraron tenía un estilo que le recordó un poco a la estética de las mazmorras de Hogwarts, ya que bajaron varias escaleras y las paredes se veían grises y rocosas, aun con la penumbra. Pero a diferencia del castillo, aquí había bastantes luces de neones de color violeta, rosa y amarillo, que estaban encantadas y se movían como si tuvieran vida propia por las paredes, formando en un lugar alguna palabra como "Bienvenidos" para luego serpentear y en la pared opuesta formar un dibujo estrambólico y caricaturizado de bandas conocidas o bebidas. También había varias velas colgadas por las paredes, dando una luz cálida que contrastaba muy bien con las zonas más oscuras.

Sintió una mano acariciar su espalda baja y miró de reojo, viendo que tal como imaginaba, era Pansy la que hacía eso. Disfrutó de la sensación, que se mezcló con la emoción e incertidumbre por este nuevo lugar, que ya estaba comenzando a llenarse. Ahora Hermione se preguntaba si Ginny no sería exagerada y quizá sí estaban frente a alguien que de verdad podría alcanzar la fama. Le resultaba bastante impresionante, teniendo en cuenta que Isa todavía no terminaba Hogwarts.

—Esto es tan genial —dijo Rachel, mirando a todos lados.

—Me gustan las luces —acotó Luna, que caminaba mirando hacia arriba y de milagro no había tropezado todavía.

—Iré a la parte de atrás del escenario —dijo Isa—. Si quieren pueden acompañarme, allí está el resto de la banda. Pero... luego de tocar bajaremos, así que pueden verlos luego si prefieren explorar por aquí.

—¡Los bastidores! —decidió Sophie.

—Son aburridos... —acotó Pansy.

—Sophie y yo iremos —dijo Rachel—. ¿Alguien más?

—Me encantaría ver a Zuri, así que me uno —respondió Ginny.

—A mí me encantaría ver si hay algún tipo de concentración de criaturas mágicas en particular tras un escenario. No lo veo imposible, hay mucha energía y tensiones allí —se sumó Luna.

Se fueron entonces, dejando a Neville, Harry, Ron, Hermione y Pansy, no sin antes decir que el punto de encuentro para todos sería cerca de las escaleras, en el sector con mesas. Los muchachos no tardaron en querer ir a la barra para ver si parecían lo suficientemente mayores para pedir alcohol. Hermione no intentó romperles la ilusión, así que no les dijo que seguro detectaban la edad a través de las varitas y que deberían de esperar a que Isa o alguno de sus amigos les dieran una mano.

—Nunca escuché tocar a la banda de Isa. Ni siquiera sé el nombre, ahora que lo pienso —dijo Hermione. Pansy se rió entre dientes por su observación—. ¿Tú los escuchaste?

—Un par de veces, sí, en ensayos. Draco los ayuda, es amigo de Chris, así que suele juntarse con la banda.

—Pero... Isa y sus amigos no me parecen...

—¿Unos idiotas supremacistas? —terminó por ella—. No lo son. ¿Creo que es como cuando se habla de las políticas del Ministerio? A veces por amigos, o con conocidos no muy cercanos, finges no saber algunas cosas o evitas algunos temas. Y de todas formas, ninguno en la banda es nacido de muggles... Draco no se puede poner muy exigente, quiera o no.

—¿Y son buenos?

—Tocan bien, sí. La voz de Isa es muy particular.

—¿Perdona? ¿Isa es vocalista? Pensé que tocaba la guitarra —Hermione no pudo ocultar su sorpresa. Isa era de las personas más inseguras y tímidas que conocía, ¿pero en el escenario cantaba sin miedo?

—Ambos.

Buscó la mano de Pansy, jugando con sus dedos, mientras pensaba.

—¿Y qué haremos hasta que toquen ellos? —terminó preguntando Hermione.

—Bailar, por supuesto.

—¿Oh, bailas? —fingió sorpresa.

—Sí, graciosita. Y tú también bailas. A no ser que hayas enviado una copia falsa de ti misma al baile del año pasado para hacer pareja con Krum, no te me podrás escapar.

—¿Qué te hace pensar que no quiero? —preguntó, sonriendo con confianza. Eso pareció descolocar a Pansy, ya que hizo un mohín incómodo.

—Eres un ratón de biblioteca. Ya sabes: esconderte por los rincones, socializar poco.

—Tú sí sabes qué quiere escuchar una chica...

—Los ratones son... ¿lindos?

—No aclares, que oscurece... —bromeó, mientras tiraba de la mano de Pansy para adentrarse entre las personas que estaban bailando cerca del escenario.

Como Pansy era más alta, fue natural que sus manos se terminaran enredando en su cuello. A Hermione le gustaba poder sentir el cabello de Pansy en sus dedos, siempre era muy suave y se volvía adictivo acariciarlo. No estaba segura de qué canción estaba sonando por los parlantes, porque cuando se salía de la música muggle se perdía bastante. Pero le gustaba la canción, y todavía más su compañía. Pansy había rodeado su cintura, acercándola. Hermione notó que el perfume que estaba usando hoy Pansy era diferente al usual, y no tenía idea de dónde lo había sacado, pero le encantaba.

Se movían tranquilas, siguiendo el ritmo, ya que cada una parecía enfrascada en sus propios pensamientos. No tuvieron que esperar mucho antes de que unos reflectores llamaran la atención de todos dentro de la espaciada habitación. En el escenario, Isa se paró al frente y en el centro. Chris estaba a su derecha, en el bajo, y Zuri al fondo, sentándose en la batería. Había un chico que Hermione, cuando lo conoció, se sorprendió al descubrir que era de Gryffindor, y se encargaba del teclado. Un segundo guitarrista estaba en el lado libre de Isa, a su derecha, pero a ese no lo conocía más que de nombre, y sabía que era otro Slytherin.

—¡Hola a todos, somos Troubled Waters! Estamos felices de poder tocar aquí, e imagino que todos la están pasando genial también. ¿No?

Se escucharon unos golpes de vasos provenientes de las mesas, y también varios chiflidos y gritos de cosas que no se llegaban a entender. Hermione no podría haber dicho nada aunque quisiera. Isa se veía... como otra persona. Sospechaba que esa ropa no era la que tenía pensada originalmente, y que de hecho, Aurora se había salido con la suya. Vestía una mezcla entre prendas femeninas y masculinas, y le quedaban hermosas: una camisa brillante, de seda quizá, junto a un saco que encuadraba sus hombros y al mismo tiempo hacía lucir su cintura, y para finalizar, sus zapatos que rompían con todo, muy de estilo militar. También llevaba un poco de maquillaje alrededor de sus ojos y en sus labios. Isa se veía acorde al lugar, que era tan excéntrico, tan novedoso...

Cuando la música inició, Hermione tuvo su segunda sorpresa. Primero porque Isa ya no se encogía de hombros, ni escapaba de las miradas ajenas. Era como si en el escenario se disfrazara de un personaje que parecía adorar. Pero también cantaba muy bien, demasiado bien en realidad, y los instrumentos no se quedaban atrás. ¿De verdad se trataba solo de adolescentes? Eran... de verdad talentosos. Y ahora resultaba obvio que no por nada estaban visitando varias ciudades del país. Se giró para observar a Pansy, queriendo expresar con la mirada lo impresionada y feliz que estaba, y entonces sintió su estómago retorcerse y el aire atorársele en la garganta.

Pansy tenía una sonrisa que iba a ser su ruina. Bueno, muchas cosas en ella eran ya su ruina. No podía negar lo mucho que le gustaba su sonrisa ladeada, o esa mirada distante, que se amplificaba cuando estaba perdida en sus pensamientos. ¿Pero esta? Desde su posición podía ver su rostro perfectamente, el cual estaba centrado en el escenario frente a ella. Sus ojos verdes mezclándose con el violeta de las luces, tan vivos, y como siempre, un poco perdidos, lejanos a todo. Su sonrisa, una calmada pero feliz, terminaba de rematar el conjunto. Pansy era una discordancia entre la gran euforia, los movimientos rápidos y fuertes del fondo, la música energética, las luces efímeras que cambiaban y se movían. Hermione nunca había llegado a emborracharse, pero... se sentía bastante mareada en estos momentos, porque Pansy se veía hermosa y ni siquiera tuvo que mirar el resto de ella para saberlo con certeza. Su cuerpo, por supuesto, fue una gran distracción cuando bajaron las escaleras para ingresar al bar, ya que ella se había decantado por unos pantalones de cuero negro, tacones a juego que la hacían todavía más alta, y una camisa negra que transparentaba y dejaba ver un top que... Bien, ahora los ojos de Hermione habían bajado. Maldita sea, Pansy era hermosa. Y aún así quería volver a su rostro, a sus ojos, su boca... no se podía imaginar aburriéndose de eso.

La música sonaba, y en realidad, no importaba. Daba igual qué decía la letra o cuál era el ritmo. La banda parecía casi lejana. Estiró su brazo, buscando la mejilla de Pansy, conectando miradas. Se paró de puntas de pie y acercó su nariz a la suya, sin dejar de verla. Pansy entonces bajó la cabeza, mientras Hermione cerraba el espacio. En realidad, ya ni siquiera estaba segura de escuchar sonido alguno.

A veces, estar tan cerca de su novia se sentía como correr sin parar, porque los pulmones escocían de igual manera. Aún si no jadeaba buscando aire, aunque respirara normal, se sentía como si le faltara. Casi dolía, pero en realidad, no lo hacía en lo absoluto, se sentía realmente muy bien. Ni siquiera necesitó profundizar, solo besarla así, lento, hambriento, presionando con fuerza sus labios, gastando la superficie... Hermione se sentía ebria, sin duda.

Luego, mucho más tarde en la noche, se sintió un poco borracha también por alcohol. Pero no tanto, tampoco, ella nunca podría ser del todo irresponsable. Se divertía con sus amigos, todos se veían espléndidos gracias a Aurora, que se divirtió usándolos como sus mini-modelos personales. Ron, por ejemplo, no daba abasto, feliz de que tres chicas le hablaron. Harry se veía más azorado porque un par también le ofrecieron bailar, pero no se animó. Ginny fue el alma de la fiesta, bailó con todos, menos con Ron ya que ella lo consideraba "incestuoso" y asqueroso solo por el simple hecho de verle la cara. ¿Pero quitándolo a él? Luna, Isa, Neville, Zuri, un Harry muerto de vergüenza que se tropezaba con sus propios pies... y hasta Pansy (quién sabe cómo, terminaron compitiendo entre ellas por ver quién bailaba mejor).

Al final, en un momento, Pansy le dijo a Hermione de salir en lugar de sentarse en alguna mesa, ya que quería algo de aire fresco. Aseguró que no se irían más allá de la calle de enfrente y que volverían a entrar, así que accedió a su pedido.

No se había dado cuenta, hasta que salió, del calor que había sentido dentro del edificio. Entre el alcohol, bailar y que era un lugar cerrado, aún al tener varias ventanas abiertas y un hechizo de ventilación que lo mantenía bastante fresco, era cierto que por momentos se volvía abrumador. Afuera no había casi nadie, los guardias las miraron cuando pasaron cerca de ellos, pero no dijeron nada mientras fumaban y conversaban entre ellos. Pansy la guiaba, tirando de su mano. Cruzaron la calle, que tampoco estaba transitada por ni un mísero auto, hasta llegar a una barandilla del extremo opuesto. Ambas se apoyaron ahí, mientras veían el mar oscuro y la luna en lo alto, blanca y resplandeciente. El local estaba muy bien ubicado, consiguiendo una vista muy bonita por estar frente a la playa.

—¿Bailé mejor que Ginny, verdad?

—No me gusta mentirte...

—¡Y eso es, de hecho, una mentira! —se carcajeó Pansy—. Siempre me mientes, mentirosa.

—Y tú siempre molestas, pesada —se quejó, golpeándola con el codo, tan suave, que bien pudo no hacerlo.

Se instaló un silencio agradable mientras escuchaban cómo rompían las olas contra algunas rocas. Había algo en la frescura del mar que se podía sentir en el aire, y la obligaba a relajarse, disfrutar del frío agradable del verano. Hermione bajó la vista, a donde su mano estaba entrelazada con la de Pansy, y se congeló al notar que todavía tenía el anillo de su novia puesto. ¡Lo había olvidado! Y parecía ser... ¿Que Pansy también?

—Tu anillo —destacó.

—¿Hm?

—No me lo pediste.

—Bueno, está aquí, no me preocupa —contestó, levantando su mano, y en consecuencia también la de Hermione, para lucir el anillo en cuestión.

—Pero...

—No había prisa —dijo, dándole una sonrisa tranquilizadora—. Si eres tú quien lo usa, no me preocupa. Me lo devolverías tarde o temprano.

Hermione se sonrojó por su fe ciega, y soltó su mano, haciendo que Pansy enarque una ceja. Se quitó el anillo, ignorando la confusión de la otra, y buscó la mano de su novia de nuevo. Acomodó su dedo corazón, extendiéndolo para que pudiera deslizar fácil el anillo por él. Una vez lo colocó en su lugar, le dio una sonrisa alegre a Pansy mientras se inclinaba para besar su mejilla. Hermione se sentía halagada, pero el anillo se veía mil veces mejor en Pansy.

—Me gusta que lo lleves siempre, por algo es la flor de tu nombre.

—¿Qué? —se desconcertó.

—No me digas que no sabías qué es el grabado del anillo...

—¡Lo sé! Claro que lo sé. Pero no se supone que tú lo sepas.

—Soy un ratón de biblioteca. ¿Crees que no hice mi investigación?

—¿Estás diciendo que investigaste cuál flor era la del grabado de mi anillo? Eso es... algo acosador. Y lindo. Muy tú, eso seguro. Claro que Hermione Granger buscaría respuestas hasta de las cosas más simples.

—Eres tan insoportable.

—Y maravillosa —destacó.

—Y maravillosa —murmuró, con una mueca de fastidio—. Pansies, pensamiento salvaje... —dijo después de un rato de silencio, mirando al mar—. No creo que un nombre realmente defina a alguien, ya que se eligen antes de que nazcas y no es posible predecir cómo serás. Pero tu nombre... ¿No piensas que es acertado? Hay muchos significados de esa flor, incluso en la mitología, dicen que Zeus convirtió a una mujer en esa flor, o Hera lo hizo, depende la versión.

» Insisto en que no creo que un nombre defina nada. Una flor no es más que una flor, y sus significados son solo lo que nosotros les damos, así que en realidad no significan nada. Pero... ignorando eso, si fingimos que es cierto, dicen que esa flor significa nostalgia. Creo que es algo que te queda bien, siempre tienes esa mirada, incluso desde que eras niña, como si... estuvieras muy lejos, muy en el fondo. ¡Como el mar, ahora que lo pienso! Y si le damos más vueltas a "pensamiento salvaje", suena como un sinónimo. El mar es impredecible y feroz, además de calmo y reflexivo —una sonrisa se extendió por su rostro, disfrutando todavía más del ruido de las olas—. Es una flor algo triste en realidad, bastante relacionada con la reflexión, la muerte, la pérdida... el fin del invierno que da paso a la primavera, la que resiste el frío hasta que llega el calor.

—Me gusta su explicación más simple, en realidad —dijo Pansy. Aun solo con la luz de la Luna, el rosado en sus mejillas fue notorio.

Hermione la miró con mucha curiosidad. Algo en su corazón se alborotó, por la tontería de pensar en Pansy investigando sobre significados de flores. Y por decir de forma indirecta que sabía del tema: sabía, leyó sobre todo esto, e igual no la interrumpió.

—La flor tiene diferentes colores... violeta, blanca, naranja... —explicó Pansy—. El violeta significa modestia, el color blanco lo puro, el naranja... algo así como los primeros encuentros amorosos, y tres colores juntos llaman al recuerdo. Bueno, hay más colores en realidad. Pero está muy relacionada a pensamientos nostálgicos de amor, aún si es uno no compartido.

—Como si lo hiciera más profundo. ¿No? ¿Amar observando, pensando en...?

—También habla de amor eterno hacia el ser que originó la vida.

—Si tu madre te escuchara... —bromeó, ganándose una mirada un poquito amenazante.

—O más simple: amor duradero —susurró, y Hermione casi temió perder lo que ella le decía en el agua, arrastrado por las olas—. Con lo bueno y lo malo.

—Un nombre hermoso, en conclusión.

—Quizá debería investigar tu nombre. Solo sé sobre el mío porque los Parkinson tenemos una curiosa relación con las flores.

"Narcisso" recordó Hermione, pero no lo dijo. En cambio, se acercó más a Pansy, acurrucándose en su hombro.

—Entonces otro día puedes hablarme sobre tu familia. Y otro día podemos investigar sobre mi nombre, fingiré no saber nada para que tengas que pensar —Hermione sintió cómo Pansy se estremeció, riendo.

—¿Y luego?

—No lo sé. ¿Investigar sobre la Pajarraca? Todavía no sé qué especie es. Me gustaría saber más sobre universidades muggles, también.

—Suena a que tendremos muchas cosas para hacer juntas.

Hermione asintió, distraída por la forma en que Pansy acariciaba su muñeca y antebrazo, tan suave que casi le hacía cosquillas.

—Te amo —susurró Pansy, pero esta vez Hermione ya no tuvo miedo de que las olas robaran sus palabras.