Ya habían pasado un par de días para los visitantes. Días en los que disfrutaron de muchas curiosidades y eventos. Además de la exquisita comida de aquel extraño mundo. Los habitantes les recibieron con los brazos abiertos, al igual que los trabajadores de Palacio. Yuma y Astral les dejaron conocer todo lo que quisieran. Hablándoles de su historia, costumbres, política, entre muchas otras cosas. Temas variados y de interés se volvieron punto de debate y encuentro para los mayores.
Kaito, como científico. Exploró la tecnología de aquel mundo. Descubriendo tantos caminos que él anoto con entusiasmo en una libreta. Quedándose gran parte en la sala de control. Mientras III, observaba y preguntaba por todo lo que se le cruzara o se le hacía curioso. Llevándose realmente bien con algunas sirvientas, las cuales pasaron a ser sus guías de incognito. Llevándolo fuera del Palacio a la ciudad. Ambos hombres parecían niños en un parque. Divirtiéndose junto a sus padres.
Haruto por otro lado, no dejaba ni a sol ni a sombra a la pareja. Preguntas iban y venían de él, emocionándose por aquella bella pancita que comenzaba a crecer en el Reina. Procurando siempre acompañarlo a donde fuera que fuese.
Fue entonces que Astral y Yuma después de saciar la curiosidad de sus visitantes, retomaron sus deberes.
Astral paso la mayor parte de su tiempo en su propia oficina. Firmando y rechazando propuestas. Demandas. Y redactando uno que otro informe para las ciudades o pueblos, referente a distintos programas implementados. El menor por su parte, hizo de su trabajo algo dinámico para que Haruto pudiese acompañarlo. Ambos divirtiéndose en el proceso.
Un día tranquilo era lo que estaban pasando. Hasta que Astral recibió una llamada. Fuera de lo común. Fuera de sus estándares. Fuera de todo pensamiento. Ryo entro casi corriendo a su oficina. Sin anunciarse o reverenciar a su Señor. Su cara pálida y su notoria alteración, hizo que Astral le mirara levemente preocupado. ¿Qué era lo suficientemente poderoso para mover de esa manera a su asistente?
-Ryo... ¿Pasa algo?-Cuestiono levantándose de su escritorio, acercándose al nombrado. El cual, después de respirar fuertemente tratando de calmarse, hablo con claro nerviosismo.
-¡Mi-Mi Señor! ¡Es-Es inaudito! ¡Es... Ha pasado algo que esta por alterar nuestra historia! ¡Mi señor! ¡Ha llegado una carta del Mundo Vecino! ¡El Mundo Varian solicito un tratado de Paz!
-¿Qué?-Fue lo único que pudo articular.
¿Acaso escucho bien? ¿De verdad el Mundo Varian estaba pidiendo un tratado de paz? ¿Un paro total al fuego? ¿De verdad estaba sucediendo? ¿Por qué?... Tantas preguntas. Tan pocas respuestas. ¿El Mundo Varian acaso esta de acuerdo con aquello?
Astral estaba estupefacto. La tranquilidad que le caracterizaba desapareció de un momento a otro, dejando ver a un muy alterado Rey. Ryo noto este cambio. Y con rapidez extendió aquel pergamino distinto a los suyos.
El mayor miro aquel papel. Como si fuese un extraño animal. Como algo que jamás se había visto. Y no era para menos. Pues el sello Real del Mundo Varian estaba impreso en aquel pergamino bien envuelto. Un lazo dorado era lo que impedía ver el contenido. Ryo miraba expectante a su Rey. El cual había cerrado sus ojos momentáneamente para dar un par de respiraciones. Calmando sus nervios y mente. La cual apenas trataba de procesar aquello.
-¿Ya lo has leído?-Cuestiono el mayor. Abriendo sus ojos poco a poco. Suspirando una vez más. Encontrando aquella calma perdida hace unos minutos.
-No mi Señor. Un Escrivá del Mundo Varian es quien lo ha traído hasta acá...-Informo. Astral se mostro confundido por unos segundos. Hasta que tomo aquel pergamino de las manos de su asistente.
-¿En dónde esta ahora?
-Esta en la entrada del Palacio. Dice que esperara ahí hasta obtener respuesta...
-Ya veo...-Susurro aquel Rey. Mirando seriamente aquel objeto. El cual llevo hasta su escritorio.
Astral era curioso por naturaleza. Le gustaba saber acerca de todo lo que llamara su atención. Siempre fue así. Pero al ver ese pergamino. Solo hizo que ciertos recuerdos asaltaran su mente. Uno tras otro. Batallas vividas. Ganadas y perdidas. La lucha interminable por sus recuerdos. Eran demasiadas cosas en contra. Hasta que un Yuma sonriente apareció en su mente.
Yuma fue el motivo principal para acceder a muchas cosas. Demasiadas. Hubo cambios significativos. La mayoría de ellos tremendamente positivos. Pero. ¿Estaba bien acceder a esto? El menor volvió a parecer en su mente. Dándole la mano. Sonriéndole con cariño y paciencia infinita.
Astral dio un largo suspiro. Y moviendo su cabeza afirmativamente, fue entonces que sonrió. Sí. Yuma estaría feliz de escuchar esto. Después de todo. Las batallas pasadas. Solo son eso. Batallas pasadas. El Mundo Varian tenía ahora un nuevo Rey. El cual desde que subió al trono, jamás intento nada en contra de su pueblo. Al contrario. La devoción a él aumento. Como espuma en el mar. Rápida y voluminosa.
Suponía. Podía darle una oportunidad. Aunque esto debía debatirse.
Dejo por un momento aquel pergamino descansando en su escritorio, para acercarse a uno de sus cajones. Sacando una pequeña daga de color plata. Símbolos extraños era lo que la adornaban, así como diversas piedras preciosas. Y procediendo a romper aquel sello, acerco sin más aquella daga.
Un corte limpio fue lo que realizo. Viendo como aquel sello caía en la superficie de su escritorio. Dio un nuevo suspiro. Dejando la daga a un lado, fue que se dispuso a leer el contenido de aquel papel.
Ryo miraba expectante a su Rey. Alterado. Y también claramente emocionado. No todos los días llegaban propuestas de Paz. Mucho menos de un lugar que antes eran sus enemigos mortales. Pasado al pasado. Era lo que se mencionaba. Más aún había cierta incertidumbre en todo eso. ¿De verdad estaba sucediendo aquello?
Aquel asistente entonces observo como su Señor hacía diversas muecas. Desde la inconformidad, hasta la sorpresa. Culminando en una sonrisa.
-Ya entiendo... No podías esperar más tiempo ¿Verdad Shark?...-Susurro Astral, más para si mismo. Y dirigiendo su vista a su asistente. Fue que dio su siguiente orden- Adelanta el anuncio. El día de hoy será un hecho histórico...
-...- Aquel asistente miro a su Señor. Dudando un poco. Más viendo aquella mirada decidida. Fue entonces que callo. Si su Rey Astral se veía tan seguro de si mismo. ¿Quien era él para negar lo que estaba a punto de pasar? Sí. Él solo era un asistente. Uno que estaría en primera fila al ver ese tratado de Paz ser aceptado.
-¡Entendido! ¡Lo haré en seguida!-Menciono, dando una reverencia. Astral solo asintió.
-Te lo encargo... Oh. Y... Por favor. Reúne a nuestros invitados aquí... Yo mismo iré por Yuma...-Dijo alejándose de aquel escritorio. Caminando firmemente hacia la puerta.
-¡En seguida!
Y ambos hombres saliendo de aquella oficina, cada uno siguió su camino.
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Haruto miraba con infantil inocencia aquel enorme invernadero. Plantas conocidas le mostraban sus más bellos pétalos. Al igual que aquellas flores originarias de ese mundo. El azul siendo el color predominante en todas ellas. Brillando como lo haría una estrella. Y pasando su mirada al joven detrás de él, fue que se permitió sonreír. Yuma le miraba de lejos, a la vez que revisaba uno que otro documento que su amable Escrivá le acercaba.
Aquella escena era tranquila. Bella en ciertos sentidos. Pues Haruto no pasaba por alto las leves caricias que Yuma daba de vez en vez a su vientre. Siempre portando una hermosa sonrisa. Digna de un padre orgulloso. Las Doncellas que se mantenían cerca solo susurraban entre ellas palabras y risas incomprensibles. Mientras trataban de servir al infante.
Todo aquel ambiente tranquilo. Siendo interrumpido de pronto por el mismísimo Rey de ese Mundo. El cual entro a paso presuroso directo a su amado. Yuma le saludó. Más no recibió respuesta. Haruto se acerco para saber que pasaba, más al ya no sentir el suelo con sus pies hizo que soltara un leve grito. Sorprendido de verse ahora flotando en el aire. Rodeado de una tenue energía azul celeste.
-¿Pero que...?-Fue lo único que alcanzo a decir el embarazado. Quien ahora era cargado con delicadeza por Astral. Quien de inmediato saco a ambos menores del lugar. Aquel Escrivá siguiéndolos, ligeramente extrañado por la acción de su Rey.
- Wow... Jajaja es extraño ir flotando-Menciono el infante tratando de acercarse a sus mayores. Atrayendo la mirada del ojirubí.
-Astral...-Llamo con suavidad- ¿Me puedes explicar por que estoy siendo llevado en contra de mi voluntad a un lugar incierto?... Haruto te recomiendo que no te muevas demasiado... Terminarás de cabeza...-Menciono observando como es que el mencionado movía sus brazos arriba y abajo. Imitando el volar de un ave.
El mayor miro a su amado y después a un costado de él, topándose con un niño de cabeza. Volviendo al final a mirar al frente. Y suspirando una vez más fue que tomo la palabra. Tratando de contestar a su prometido.
-Ha pasado... Algo que requiere de nuestra total atención... Es un hecho que sin duda volcará nuestras vidas de cabeza. Incluso al Reino y a nuestros súbditos. Es... Sin duda. Un paso importante al cual debemos analizar y atender de inmediato. Ya he adelantado el anuncio que daremos formalmente. Así que debemos apresurarnos a revisar los detalles y a convertir al Caballero...-Informo el mayor. Yuma le miro confuso y estando a punto de volver a interrogar a su amado. Fue que un par de voces se escucharon a lo lejos.
Mirando al frente fue que alcanzo a ver a sus amigos. Los cuales se veían claramente afectados. Pues sus rostros reflejaban preocupación y una ligera angustia.
-¡Yuma, Astral! Nos han dicho que es urgente que les viéramos. ¿Paso algo?-Cuestiono con rapidez III. Apenas comenzando a caminar con mas tranquilidad junto a la pareja.
-Recibimos un comunicado de un tal Ryo. Mencionándonos que debíamos ir a la oficina del Rey. Decía que era de suma importancia-Explico Kaito mientras veía como su hermano trataba de volver a estar en el suelo. Deprimiéndose cuando no lo logro.
-Kaito. III- Dijo el peliblanco al ver a sus amigos-Me alegra mucho que hayan acudido. Y sí, es algo que debemos tratar urgentemente una vez lleguemos a mi oficina. Debemos analizar esto con suma delicadeza... Aquello podría ser un paso o un rechazo al futuro. Así que andando...-Resumió. Misterioso. A lo que los nombrados solo se miraron antes de asentir con determinación. Sea lo que viniese. Y lo que fuere. Ellos protegerían a sus amigos.
Haruto por otro lado, sus ojos se mostraban ajenos a lo sucedido. Pues ahora su mundo daba vueltas sin parar. Debió haberle hecho caso a Yuma. Y siendo llevado de la misma manera, solo coloco una mano sobre su boca. Conteniendo las arcadas cada vez más fuertes.
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El silencio era lo que reinaba en aquella oficina. Aquel asistente y Escrivá se mantenían expectantes. Listos para actuar si así sus Señores se los mandaban.
El cuarteto de amigos sentados de frente en aquellos sofás. Mirándose el uno al otro. Kaito era quién mas dudas tenía al respecto. Pues aun podía verse la desconfianza en su mirada. Siempre precavida y calculadora.
III por otro lado. Miraba a los actuales monarcas en busca de una explicación. No era que aquello fuese malo a sus ojos. Solo que. Bueno. Con ello había demasiado en juego. Unir a dos Mundos que antes estaban en constante lucha era un reto supremamente grande. Por no decir casi imposible. Él podía opinar al respecto, sacando a relucir muchas cosas que se verían afectadas. Desde la cultura hasta la economía. Pero eso ya no le incumbía a él.
Yuma miraba a su amado. Mientras el mayor le regresaba la mirada con la misma intensidad. Aquello era uno de los grandes retos al hacerse monarcas. Pues ahora ellos tendrían que decidir sobre el futuro de su Reino. De sus ciudadanos. Aquello era claramente un arma de doble filo. Una muy filosa y traicionera. Todo podía ir fácilmente en picada y al abismo. Sin embargo. Había un algo que apenas contemplaban. Un gran y poderoso. "Pero"
El nombre de su amigo Shark estaba en el papel. Y eso era más que suficiente para hacerlos dudar.
-Creo... Que esto es una oportunidad para avanzar a la paz que tanto deseamos todos. La tranquilidad que peleamos en anteriores conflictos esta siendo reflejada por este pergamino...-Menciono el peliblanco. Tomando con un poco de fuerza aquel papel. Mientras leía una y otra vez. Debían admitirlo. La situación parecía demasiado fantasiosa.
-Yo...-Menciono con voz baja el ojirubí. Tomando de las manos al mayor. Calmándolo al instante. Ambos ahora sosteniendo aquel pergamino que vino a sacudir su mundo en el momento menos planeado- Pienso lo mismo que tú Astral... Aunque debo admitir que hay cosas de las cuales aun estoy preocupado. ¿Será esto una buena decisión? ¿Nuestros súbditos, nuestra gente aceptara esto? ¿Será que el futuro será brillante si lo aceptamos? ¿Esto es una prueba? ¿Esto será siempre así?... Hay demasiadas preguntas y pocas respuestas... Pero. También siento que esto ya se lo había planteado Shark... Pedir la paz no es sencillo. Mucho menos traerla. Hay claros vestigios de errores en nuestra historia... Sin embargo... Quiero creer y pensar que esto vale la pena...
Astral entonces miro con ligera sorpresa a su amado. Antes de mirarlo con orgullo. El que Yuma se denomine parte de la historia del Mundo Astral. Eso era algo que él de inmediato amo. Pues eso significaba una cosa. Su mundo. Ese mundo de colores azules, blancos y lilas. Ahora se había convertido sin querer en el hogar del menor. Y aquella brecha que en algún momento apareció. Ahora desaparecía sin dejar rastro.
Sí. Era verdad. Tomar la propuesta del Mundo Varian era difícil. Mucho. Y había tantas cosas en contra. Pero... ¿No acaso si tienes miedo es por qué vas por el camino correcto? Aunque. ¿Lo correcto siempre es lo mejor?... No lo sabía. Y sinceramente poco quería descubrir de ello. Sin embargo al ver el miedo y la esperanza en una combinación bella en los ojos de su amado. Le hizo fortalecer aquella decisión que ya había tomado. ¿No acaso querían entregar un futuro dorado y bello a su hijo? La respuesta es sí. Ellos lo querían. Lo deseaban. Y lo anhelaban.
Kaito supo entonces reconocer la determinación en los ojos del peliblanco. Mirando después la mirada esperanzada del menor. Ambos habían decidido. Después de una larga charla sobre el tema en cuestión. Él aun tenía sus dudas. Unas bastante complejas. Pero... ¿No el lucho para que esto se diera? ¿Para que ambos mundos por fin encontrarán la paz? La tranquilidad. Sí. Él fue un factor importante en ello. Así que dando unos leves suspiros. Fue que miro a su lado. Su pobre hermano recostado en un costado de aquel sillón. Sus ojos mostrándose como dos pequeñas espirales. Kaito entonces sonrió. Él también lucho. Perdió y gano muchas cosas. Pero fue gracias a la pareja que pudo redimirse. Volver su vista al frente con orgullo y valor. Sabiéndose perdonado. ¿No es acaso lo mismo con aquel Mundo? Uno que realmente no fue su culpa entrar en Guerra. ¿No es acaso la hora de una segunda oportunidad?
III al notar la mirada decidida de la pareja. Sonrió. Feliz y complacido. Aquello era una nueva oportunidad para aquel mundo que, al igual que él. Cometió errores. Errores grandes y pecados imperdonables. Personas salieron lastimadas por la falta de visión de ambos. Cada uno siendo manipulado a su manera. Él por su propio padre. El Mundo Varian por un falso Dios. Pero aquí estaban. Ambos pidiendo perdón a su manera. Pudiendo la paz que anhelaban desde hacía tiempo. ¿No era Vector un gran ejemplo de eso? Un sutil sonrojo le adorno con suavidad sus mejillas. Sí. Definitivamente aquello tenía cosas buenas. Cosas maravillosas. Aunque pareciera que todo iba en contra. Eso no era más que los miedos y el prejuicio de años de batalla.
-Creo que es momento de dar vuelta a la página. ¿No les parece? Yuma. Astral...-Menciono con suavidad el pelirosa. Mirándolos emocionado.
La pareja dejo de mirarse para después ver a su amigo. Aquel amigo que jamás les dejo solos. Al igual que el cazador. Quienes aun a pesar de todo. Seguían protegiéndolos. Arriesgando sus vidas. Pagando por sus errores. Si ellos habían cambiado por amor y voluntad. ¿Por qué no intentarlo?
-Tienen razón- Dijo el peliblanco mirando a su amigo pelirosa y a su amado- Creo. Que es hora de avanzar...
Los demás presentes sonrieron al escuchar al soberano decir aquello. Aquel Escrivá acercándose al igual que el asistente. Fue que felicitaron por aquella decisión. Mientras Yuma otorgaba un beso en la mejilla a su prometido. Sonriendo radiantemente. Kaito no pudo evitar aplaudir por aquello, el cual fue imitado por un alegre III.
-Entonces... Ryo-Llamo aquel Rey a su asistente- Es hora de dar una respuesta, ¿No es así?-El nombrado asintió.
-Por supuesto mi Señor... De inmediato traeré lo necesario...-Menciono dirigiéndose a la puerta. Siendo detenido momentáneamente por el Reina.
-Ryo-san... ¿Podrás llamar al Escrivá del Mundo Varian? Supongo que querrá ver esto...-Dijo con una sonrisa y voz cantarina. El asistente dio una reverencia profunda antes de salir a realizar lo pedido. Dejando a un grupo de amigos bastante satisfechos.
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Aziel siempre fue un hombre de temple fuerte y decidió. Una ves que se proponía una meta, estaba obstinado a cumplirla a como de lugar. Orgulloso de ser un Varian y un Escrivá. Siempre atento a las necesidades de su gente. De sus iguales. Por ello fue que se destaco para esta importante misión.
Su Rey, Ryoga, fue lo suficientemente perspicaz para notarlo. Y otorgándole aquel pergamino que cambiaría todo. Fue que partió de su tierra. De su hogar. Para adentrarse en un Mundo realmente desconocido (pues entre batallas jamás se dieron el lujo de conocer a ciencia cierta los paisajes y demás cosas de la tierra de su enemigo). Y con el corazón en la mano. Fue que se despidió de su amada esposa, y de su pequeña hija. Prometiendo regresar a salvo y en poco tiempo.
Un portal azul fue lo que lo llevo hasta ese mundo. Donde todos le miraban. Ligeramente desconfiados. Pues todo en el era diferente. Distinto. Su piel roja y sus vestimentas extrañas hizo que un par de guardias se acercarán a él. Preguntando de donde venía y cuales eran sus intenciones. Él. Con pergamino en mano. Se los dejo en claro. Con voz suave pero decidida. Mientras por dentro se moría de nervios.
Aquellos guardias le miraron. Más contrario a lo que llego a imaginar el Escrivá, fue que con amabilidad le escoltaron al Palacio. Dispuestos a saber que opinarían sus Monarcas.
Hicieron un montón de preguntas. Unas de ellas fue: ¿Por qué nadie más te acompaña? El Escrivá con orgullo respondió con habilidad que era por su propia voluntad. Pues él llevando la bandera blanca en alto. Llevar una escolta era casi un insulto a su tratado y a los buenos deseos de su Rey. Los Guardias le miraron. Y escoltándolo hasta el Palacio fue que tendieron una de sus manos. Saludando con compañerismo a ese hombre. Valiente y fuerte de corazón.
Los susurros no esperaron a su alrededor. Los cuales apenas y alcanzaba a escuchar. Más importándole poco por ahora, fue que un hombre. Un ser Astral. Se acerco a él. Casi haciendo las mismas preguntas que los guardias. Se presentó a sí mismo como Ryo. El asistente Real de su Majestad. El Rey Astral. Y entonces. Con ligera emoción, supo que su misión estaba en su punto culmine.
Extendió aquel pergamino casi con devoción. Y haciéndole saber el por qué de su visita. Fue que aquel asistente se sorprendió. Y hablándole casi en tartamudeo fue que le invito a pasar. Él se negó. Pues dijo antes que él no se movería de ahí hasta obtener una respuesta. Aquel asistente insistió. Pero él negó. Resultando en que terminara solo. Ahora sentado en aquellos escalones brillantes. Mirando a quienes pasaban. Saludándoles cortésmente. Siendo saludado por los infantes. Quienes con permiso de sus padres, regalaban rosas o flores. Dándole una bella sonrisa. Sonrisa que le recordaba a su hija. Sus prejuicios siendo destrozados ante un mundo bello. Justo como el suyo.
Pasaron un par de horas. Hasta que escuchó aquella voz de nuevo. Volteando fue que se encontró con aquel asistente. Un poco muy feliz.
-¿Señor Aziel? Por favor pase al Palacio. Su respuesta será escrita dentro de poco...-El nombrado sintió un hueco en el estómago. Era hora de la verdad.
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Aquellos monarcas tomaron sus posiciones. Al igual que sus amigos. Dejando la bella silla del escritorio al embarazado. Quien tomo al único infante en sus brazos. Sentándolo en su regazo. Esperando hasta que la puerta fue abierta.
Aziel al abrirse las grandes puertas, noto a dos seres. Los cuales portaban coronas, y ropas de belleza inigualable. Siendo custodiados por dos humanos. Y otro ser Astral. En ese momento supo entonces que estaba frente a las mayores autoridades de aquel Mundo. El Rey Astral mirándole con orgullo. Mientras a su lado. Un hermoso humano le tomaba ligeramente de su mano. Un niño yacía en sus piernas. ¿Quién era él? Sus ojos rubí mirándole con calidez. Sonriéndole de manera única.
-Bienvenido al Mundo Astral...-Menciono el peliblanco. Acercándose al recién llegado- Me presento. Soy el Rey de este Mundo. Astral... Y él-Señalo con elegancia y a su amado. Haciendo que Aziel mirara en aquella dirección- Es mi esposo. Y la madre de mi hijo no nato. El Reina Yuma...
Aquel Escrivá parpadeo confundido. Al igual que los humanos a los lados de aquel ser señalado. Mientras un Yuma se sonrojaba rápidamente.
-Oh vaya... Parece que tengo que actualizar los datos de nuestro Mundo-Menciono Aziel. Dando una profunda reverencia a un Astral bastante feliz. El cual reía como niño haciendo una travesura.
¿Quien dice que el inicio de un tratado no puede venir con esas noticias?
