¡Buenos días a todos, aquí viene la continuación! Hoy termino con las revelaciones del historial del mundo digital. Fueron capítulos bastante densos en cuanto a informaciones, así que quiero dejar descansar a los Niños Elegidos y a vuestros cerebros ^^
¡Buena lectura!
Edit: lo siento, cometí un error en la tradución de los emblemas mencionados al final del capítulo, el peninultimo no es "generosidad" sino "bondad", es el emblema de Ken. Gracias a bookandfilm2823 por señalármelo, está ya corregido.
Capítulo 47
Los Niños Elegidos, el Sr. Nishijima, el señor Tagaya y el señor Mochizuki apenas respiraban. En sus ojos subsistían, confundidos, el terror, la conmoción y el estupor que venían de sentir al contemplar el pavoroso combate. La voz de Gennai les sacó bruscamente de su estupor:
– Esta batalla selló el destino del mundo digital, de la Tierra y de Yggdrasil.
Los adolescentes y el Sr. Nishijima parpadearon: no podían de borrar de su mente el instante en el que los diez humanos y sus compañeros se habían desintegrado. Gennai continuó:
– Hayato y yo pensamos que todo se habría terminado, pero nos equivocamos.
– ¿Co…cómo? preguntó Ken, aun impresionado por lo que venía de ver.
– Yggdrasil había escapado a nuestro control, y para vencerlo creamos a Homeostasis, acordándole el alma a la cual Yggdrasil nunca tuvo derecho. Homeostasis consiguió encerrar Yggdrasil en el Mar Oscuro gracias al coraje de estos diez humanos y de sus digimons que habían dado su vida para que lo consiguiera. Estábamos convencidos de que Homeostasis restauraría el equilibrio en el mundo digital… y fue lo que hizo, pero no de la manera que lo imaginábamos.
El silencio respondió a sus palabras.
– ¿Qué quiere decir? preguntó finalmente Miyako con la respiración entrecortada.
– Con perspectiva, ignoro si dotar a Homeostasis de un alma fue una buena idea. Esto le dio un poder incontestable, pero también una autonomía que le llevó a tener opiniones diferentes a las nuestras.
– ¿Quiere decir….que se volvió contra vosotros? dijo Daisuke.
– De alguna forma. Homeostasis había visto cuán difícil había sido Yggdrasil de vencer y qué destrozos podía causar si algún día volviese a aparecer. Aunque fuese aprisionado en el Mar Oscuro, no había sido destruido y Homeostasis temía que un día pudiese liberarse. Además, Meicoomon había permitido propulsar a Yggdrasil al Mar Oscuro, pero Homeostasis no olvidaba que su creación había sido pervertida desde su concepción por los datos de Apocalymon y la idea de que Yggdrasil pudiese servirse de esta influencia le inquietaba. Por eso tomó dos decisiones radicales.
– ¿Cuáles? preguntó Iori.
– En primer lugar, decidió encerrar a Meicoomon en las profundidades del digimundo con el objetivo de que nunca fuese una amenaza para los otros digimons.
– ¿La encerró? se exclamó Mimi, chocada. ¿A su propia creación?
– En efecto, confirmó Gennai. Por otro lado, Homeostasis había sido creado para mantener el equilibrio entre nuestros dos mundos. Pero después de haber asistido a esta batalla, estaba convencido que los hombres habían creado un mundo digital que se les escapaba, un mundo demasiado poderoso. Fue así como decidió lanzar el primer reboot de la Tierra.
Los Niños Elegidos pensaban que nada más podía sorprenderles después de la batalla a la cual venían de asistir, que no podían experimentar un sentimiento más fuerte que el terror que habían sentido al presenciar el sacrificio de los diez humanos y de sus digimons. Pero se equivocaban. Cuando escucharon las últimas palabras de Gennai, tuvieron la sensación de que el suelo se hundía sobre sus pies: fue como un revés para cada uno de ellos. Parpadearon, aturdidos.
– ¿Cómo…? balbuceó finalmente Takeru.
– Quiere decir… comenzó el Sr. Nishijima sin poder terminar la frase.
–…que un reboot de la Tierra… continuó Mimi.
– ¿Ha….sido ya lanzado una vez? terminó Taichi con los ojos como platos.
– Sí, asintió Gennai. En las horas que siguieron al encarcelamiento de Yggdrasil en el Mar Oscuro.
Sudores fríos recorrieron de nuevo a lo largo de la espalda de los Niños Elegidos. Permanecieron unos minutos petrificados, midiendo poco a poco lo que significaba esta revelación increíble. Al cabo de un momento, Sakae murmuró:
– Pero entonces…todos los miembros de la civilización Jomon, su memoria, fue…
– ¿Completamente borrada? soltó Koushiro.
– Sí.
Absortos, los Niños Elegidos sentían que sus corazones latían velozmente en su pecho.
– Cuando la cuenta atrás del primer reboot fue lanzada, continuó Gennai, nos a entró a Hayato y a mi mucho miedo. Habíamos dado demasiado poder a Homeostasis con el objetivo de que tuviese la fuerza de vencer a Yggdrasil, pero este poder se había vuelto contra nosotros.
– Homeostasis creía proteger los dos mundos… pero para ello, no dudó en sacrificar la memoria de los hombres, dijo Yamato con una voz sorda.
– Sí, asintió Gennai. Hayato y yo teníamos quince minutos para actuar antes de olvidar todo lo que concernía el mundo digital. Tomamos una decisión que, en ese instante, nos pareció la única posible para evitar que todo el saber del digimundo se perdiese para siempre: nos virtualizamos en el mundo digital con otros seis de nuestros colegas.
– ¿Abandonando a todo vuestro pueblo? murmuró Hikari
– Sabíamos que no podríamos salvarles del reboot la Tierra.
– Pero, ¿por qué no intentasteis suprimir Homeostasis? se exclamó Sora. ¡Es el responsable de todo! ¿Vosotros lo creasteis no?
– Ya…ya no podíamos hacerlo. Homeostasis se había vuelto demasiado poderoso y el hecho de que tuviese un alma le daba un libre arbitrio que lo volvía imprevisible. Además, no teníamos tiempo para hacerlo.
– Entonces ¿os escapasteis como cobardes? dijo con furia Taichi.
– Sé que nuestra decisión fue profundamente egoísta. Pero temíamos que un día el mundo digital interfería de nuevo con la Tierra y pensamos que si perdíamos toda la memoria de este mundo, no podríamos hacer frente a una amenaza futura. Aunque nuestra acción fuese condenable, el futuro nos ha demostrado que estábamos en lo cierto.
– ¡No es excusa para lo que habéis hecho! se exclamó Meiko.
– Lo sé.
– ¿Qué pasó con los Jomons? preguntó Sakae.
– El reboot tuvo consecuencias irreversibles par los nuestros. Se volvieron amnésicos y olvidaron no solamente la existencia del mundo digital, sino también todas los conocimientos que habían hechos de ellos la civilización más avanzada y brillante de la Tierra. No tenían ninguna idea del funcionamiento de nuestras maquinas, de la electricidad, de la informática, de nuestras ciencias, de nuestras construcciones… todo fue barrido por Homeostasis.
– Es horrible, murmuro Iori. Todo este saber que ha desaparecido…
– Nos dimos dolorosamente cuenta de ello, con mis colegas, admitió Gennai. Además, poco tiempo después del reboot, el nivel de los mares comenzó a subir como lo habían previsto nuestros geólogos. Muchas zonas terrestres quedaron sumergidas: las lenguas de tierra que unían Japón y el continente desaparecieron bajos las olas. Yonaguni, la capital, se convirtió en una isla, como numerosos lugares que forman hoy en día el archipiélago Ryukyu. La geografía actual del Japón se configuró en aquella época. La mayoría de las ciudades de nuestra civilización quedaron sumergidas y el océano terminó de borrar el recuerdo de la antigua civilización Jomon.
– Cuando pienso que creasteis el digimon para salvar vuestro pueblo de las inundaciones, murmuró sombríamente Joe.
– Nuestro proyecto no ha salvado a nadie, declaró con gravedad Gennai. Sino que además, hemos sido nosotros quienes hemos precipitado a los nuestros en la ignorancia y el desconcierto al crear a Homeostasis. Después del reboot, los Jomons regresaron a un estado de cazadores-recolectores. Hoy en día aun, vuestros científicos creen que no fueron más que grupos semi-sedentarios del mesolítico.
Los Niños Elegidos parpadearon sorprendidos. Daisuke cerró los puños y dijo:
– Y usted, Gennai, ¿Qué fue de usted, de Hayato y de vuestro colegas?
– Cuando nos virtualizamos en el mundo digital, Hayato utilizó un procedimiento diferente al que había empleado para enviar a los humanos. Asimiló nuestras almas y nuestra estructura digital a la de los digimons. Esto nos permitió de disfrutar de las mismas características vitales que ellos y gracias a este proceso, nos convertimos en…inmortales.
– ¿Qué?
– Un programa tal… ¿es posible? balbuceó M. Tagaya asombrado.
– Sí.
– ¿Es por eso… que conseguisteis vivir tanto tiempo? comprendió Joe.
– Exacto. Si morimos, podemos reencarnamos como lo hacen los digimons gracias a los digihuevos. Nos convertimos en una especie de híbridos entre el hombre y el digimon.
– Pero entonces… ¿podría usted volver a la tierra no? exclamó Ken. ¿No ha sido desintegrado para siempre verdad?
– Desgraciadamente, desaparecí en el Mar Oscuro y como sucede para los digimons que mueren en el mundo real, morir en el Mar Oscuro no les permite reencarnarse. Desgraciadamente, mis datos se han perdido para siempre.
Un pesado silencio siguió sus palabras, durante el cual cada uno de los humanos reflexionó sobre todas las informaciones que Gennai acababa de revelarles. Finalmente, Mimi levantó la cabeza y dijo:
– Cuando le encontramos por vez primera, Gennai, usted estaba solo. ¿Qué les pasó a sus colegas?
– Durante mucho tiempo, permanecimos en el mundo digital vigilando que no surgiese ninguna amenaza. Homeostasis había visto nuestra actividad como una herejía, ya que él se consideraba desde entonces como el nuevo dios del mundo digital y había sido persuadido que los hombres no eran lo suficientemente poderosos para dirigirlo. Pero mis colegas y yo terminamos por convencerlo de que trabajamos en el mismo objetivo: proteger la Tierra y el mundo digital de la reaparición de malos digimons. Homeostasis fue poco a poco aceptando nuestra presencia y trabajamos juntos para preservar el equilibrio del mundo digital; sin embargo, Homeostasis fue quien guardó la última palabra en todas las decisiones. Fue a partir de ese momento que comenzamos a redactar el historial del mundo digital, con el fin de que los acontecimientos del pasado fuesen guardaros en algún sitio, aunque los hombres lo ignorasen. Vivimos virtualmente durante doce mil años, sabiendo que toda nuestra civilización había sido barrida, que nadie se acordaría jamás de nosotros y que éramos la causa de esta pérdida irremediable.
– Tiene que ser un peso inmenso, murmuró el Sr. Muchizuki.
– La culpabilidad de haberlos abandonados no ha dejado de perseguirme durante todos estos siglos, murmuró Gennai. Es un peso que resulta aún más insoportable cuando uno nunca muere. Permanecimos en el digimundo hasta que la civilización humana llegó a un nivel tal de desarrollo que le permitió llegar a crear de nuevo ordenadores. Tomó más tiempo del que creímos. Hace ya treinta años, pusisteis en marcha vuestra red informática en la cual desarrollasteis diferentes sitios web y mundos virtuales. En medio de esta inmensa red, el mundo digital resurgió y se reconectó de manera natural a internet gracias a la calcorita que lo había mantenido vivo durante miles de años…
– ¡Fue en ese momento que el señor Mochizuki, el padre de Koushiro y yo mismo lo detectamos! comprendió el señor Tagaya.
– Sí.
Koushiro pensó en su padre: finalmente nunca comprendió la amplitud de su descubrimiento cuando comenzó a estudiar el mundo digital. Solo había explorado una ínfima parte de la historia del mundo digital, sin saber que englobaba la historia de la humanidad.
– Fue en esos años que todo comenzó, continuó Gennai.
– ¿Qué? preguntó Mimi.
– Unos digimons malvados empezaron a reaparecer en el digimundo, a pesar que tras miles de años nada parecido hubiese sucedido. Yggdrasil, de manera indirecta, había conseguido captar los virus de vuestra red informática para corromper a los digimons que le ayudarían a recobrar sus fuerzas. Se trataba de…
– ¿…de los Amos Oscuros, verdad? terminó el Sr. Nishijima. ¿Fue entonces cuando que nos llamasteis, a mis amigos y a mí, para luchar contra ellos?
– Sí, eso es.
Taichi miró al profesor, arrugó las cejas y dudó por un instante. Al final, levantó la cabeza:
– Gennai, quiero que responda a una pregunta. Una pregunta que nos hacemos todos, desde hace demasiado tiempo.
– Te escucho.
– ¿Por qué nos elegisteis como Niños Elegidos?
Todos los adolescentes y el Sr. Nishijima levantaron la cabeza hacia el cielo blanco, con el corazón latiendo. Hacia tanto tiempo que querían saber por qué habían sido elegidos, por qué ellos y no otras personas. Gennai pareció dudar, pero finalmente, su voz resonó gravemente:
– No soy yo quien os eligió. Fue Homeostasis. Pero lo hizo en acuerdo con mis colegas y yo.
– ¿Y por qué nosotros? dijo Daisuke.
– ¿Sabéis por qué los diez primeros hombres y mujeres que se enfrentaron contra Yggdrasil pudieron vencerlo?
– ¿Fue gracias al vínculo que tenían con sus digimons? dijo Sora.
– Es verdad, sí. Pero sobre todo, fue gracias a su corazón. Cada uno albergaba en su corazón una virtud única que trascendía y demultiplicaba a toda la energía que dieron a sus digimons; esas virtudes son el valor, la amistad, el amor, el conocimiento, la responsabilidad, la sinceridad, la esperanza, la luz, la bondad y la creatividad.
– Pero… ¡esos son nuestros emblemas! exclamó Iori.
– Así es.
– ¿Porqué… por qué no está el de la justicia? preguntó Meiko con voz débil.
– Porque tú eres una Elegida singular… fuiste la compañera de Meicoomon. Sin embargo, Meicoomon no tenía que haber tenido una compañera humana originariamente.
Meiko arqueó los ojos.
– Para todos los demás, continuó Gennai, sois portadores de esas cualidades de una manera extremadamente similar a la de los diez primeros humanos que lucharon contra Yggdrasil.
– ¿Es posible que seamos acaso…una especie de reencarnación de ellos? preguntó Takeru.
– Diría más bien que compartís con ellos un vínculo de parentesco muy extraño, una especie de marcador ADN que hace de vosotros, en cierta manera, los descendientes de los primeros diez humanos. A veces, algunos de vosotros han combinado al mismo tiempo dos cualidades en sus genes: es el caso de del grupo de los cinco primeros Niños Elegidos, al cual perteneces, Daigo, pero también de Daisuke, Miyako y Iori. Esas cualidades fundamentales así que otros elementos hacen que seáis los seres los más parecidos a aquellos que salvaron los dos mundos hace doce mil años. Es por eso que fuisteis elegidos.
Los adolescentes y el Sr. Nishijima estaban estupefactos. Se habían preguntado tantas veces por qué habían sido elegidos y ahora que sabían la respuesta, median con gravedad, emoción y angustia la el alcance de la misión que reposaba sobre sus espaldas. Taichi preguntó:
– Cuando dice, Gennai, que compartimos otras características que nuestras principales virtudes, es que eso puede aplicarse…. ¿al grupo sanguíneo?
– Sí, pienso es posible.
Joe se volvió hacia Taichi: acababa de entenderlo.
– ¡Es por eso que pudiste salvar al señor Nishijima! ¡Tenéis el mismo grupo sanguíneo ya que habéis heredado características comunes de uno de los cinco primeros hombres!
– Claro, afirmó Taichi.
– Increíble, murmuró su profesor.
– Los acontecimientos que se sucedieron, los conocéis en parte, declaró Gennai. Los primeros Niños Elegidos solo pudieron encerrar a los Amos Oscuros en el Mar Oscuro gracias a la creación de las Bestias Sagradas por Homeostasis y al sacrificio del digimon de Maki Himekawa. Más tarde, Apocalymon consiguió crear una distorsión entre el mundo digital y el Mar Oscuro y Yggdrasil consiguió resucitarlo. Los primeros Elegidos fueron llamados al mundo digital y vencieron a Apocalymon, pero tres de entre ellos lo pagaron con su vida.
El señor Nishijima bajó la cabeza con la mirada sombría.
– El peligro fue descartado momentáneamente, continuó Gennai, pero Homeostasis sabía que una amenaza podía renacer. Nuevos sacrificios habían sido necesarios; mis colegas y yo quisimos evitar a toda costa que eso se reprodujese. Nos percatamos de una cosa: cuanto más rápido los Niños Elegidos desarrollasen la virtud que les era propia, más rápido su digimon conseguiría evolucionar. Fue en ese momento que tuvimos la idea de crear emblemas para una nueva generación de Niños Elegidos; para nosotros, esos colgantes debían ser aceleradores de la digievolución.
– Aceleradores de la digievolución, repitió Koushiro, fascinado.
– El emblema, en tanto que representa vuestra cualidad más grande, os ha ayudado a tomar consciencia de vuestra fuerza más rápidamente, detalló Gennai. Mientras mis colegas y yo los fabricábamos, fuimos atacados por Piedmon quien capturó a todos ms amigos y los llevo al Mar Oscuro. Allí, fueron todos desintegrados y desde entonces, soy el último Jomón aún con vida.
– Es terrible, dijo Ken.
– Sí, pero conseguí salvar todos los emblemas y los digi-huevos de los futuros elegidos. Gracias a esto, ocho nuevos Niños Elegidos pudieron vencer a los malos digimons: Devimon, Myotismon, los Amos Oscuros y hasta Apocalymon. Sin embargo, durante el verano que siguió nuestras aventuras, algo se produjo, algo grave…
– ¿Qué? preguntó Hikari.
– Como vencisteis a todos los enemigos que Yggdrasil interpuso en vuestro camino, quiso tomarse la revancha sobre los seres humanos y decidió recurrir a la última arma que podría hacer bascular la victoria en su favor.
Meiko se sobresaltó.
– ¿Es Meicoomon, verdad?
– En efecto. Sirviéndose de digimons subalternos que se encontraban en el digimundo, Yggdrasil consiguió hacer salir a Meicoomon de las profundidades del mundo digital donde Homeostasis la había sellado. Ambicionaba servirse de ella para vengarse, pero Homeostasis adivinó rápidamente su plan e hizo todo lo que estaba en su poder para sustraer a Meicoomon de su influencia. Fue así que la envió al único lugar al cual Yggdrasil no tenía acceso.
– Al mundo real, adivinó Takeru.
– Exactamente.
– Fue ese verano en el que encontré a mi pequeñita Mei-chan, se acordó Meiko.
– Efectivamente. Enviándola a la Tierra, Homeostasis no había previsto que Meicoomon se juntase con una compañera humana. Sin embargo, se dio cuenta de que con tu presencia los datos maliciosos que formaban parte de su ADN ya no tenían influencia sobre ella. Ese día, Meiko, te convertiste en la compañera de uno de los digimons más poderosos que ha sido creado y la has protegido del mal durante seis años. Gracias a ti, la amenaza de Yggdrasil fue frenada hasta ahora.
Meiko apretó sus manos contra su pecho: había protegido a Meicoomon y al mundo digital. No había sido una compañera inútil. Alrededor de ella, los Niños Elegidos guardaron silencio, aun atónitos por todas las revelaciones que acababan de escuchar. Solo el susurro acuático de los cubos datos que caían del cielo blanco turbaba sus pensamientos. Hikari levantó la cabeza y observó de nuevo el mundo resplandeciente de luz y de blancura.
– Ha dicho, Gennai, que el lugar donde estamos conserva todos los recuerdos de los hombres y de los digimons que entraron en el mundo digital, ¿verdad?
– Sí. Este mundo henchido de claridad es un espacio intermediario que forma una pasarela entre el digimundo y el Mar Oscuro. Cuando un digimon muere, antes de que Anubimon juzgue si ha sido un bueno o malo, todos los recuerdos de este digimon son recopilados aquí: este espacio resplandeciente es la memoria del digimundo.
– ¿Y no podemos hacer nada con los datos que están aquí? ¿Estos datos no podrían permitir traer de vuelta a todos aquellos que nos han quitado en el mundo real, como Wizardmon, Leomon o… Meicoomon?
Koushiro volvió la cabeza hacia Hikari con el ceño fruncido. Gennai respondió con tristeza:
– Ningún programa ha sido creado jamás con este objetivo, sino figuraría en el historial del mundo digital.
– ¿Cómo? preguntó el señor Mochizuki,
– Todos los acontecimientos del pasado que habéis visto solo constituyen la primera parte del historial. La segunda parte, más consecuente, encierra todos los programas que rigen el digimundo.
– ¿Todos los programas? repitió el señor Tagaya.
– Sí. Cada vez que un nuevo programa es creado, se añade automáticamente al historial. Si lo consultáis, observaréis que ninguno habla de la restauración de datos que permanecen en este mundo.
Meiko e Hikari intercambiaron una mirada, decepcionadas. Taichi observó a su hermana, después a Meiko, apenado. Iori levantó una cabeza hacia Gennai.
– Gennai, tengo una última pregunta.
– Te escucho.
– Si he entendido bien, el mundo digital ha sobrevivido durante todos estos miles de años gracias a la calcorita ¿verdad? ¿Es este metal el que sostiene físicamente todos los programas del mundo digital?
– Lo has entendido bien. Hayato y yo utilizamos un bloque extremadamente denso de calcorita que sirviese de hardware al digimundo.
– En ese caso, ¿existe todavía el alguna parte en la Tierra?
– Sí, y tiene su equivalente en el mundo digital. Son estos dos bloques, uno real y otro virtual, los que han permitido persistir al mundo digital desde hace doce mil años.
Yamato, con los brazos cruzados y el entrecejo fruncido, se dirigió hacia Ken:
– Antes de que Himekawa te diese el historial, Yggdrasil lo tuvo en su poder, ¿verdad?
– Sí.
– En ese caso, debe saber él también la verdad ¿no?
– Sí, aprobó Gennai. Saber que es una creación humana habrá sin duda desatado su furia.
– El que se imagina ser un dios… debe ser duro de asimilar probablemente, reconoció Joe.
– La pregunta es saber que va hacer ahora, subrayó Sakae.
Ken se mordió los labios:
– Habiendo sido Emperador de digimons, me acuerdo que cuando el poder omnipotente que creía poseer fue puesto en cuestión, sentí un miedo que multiplicó mi rabia y mi deseo de eliminar a mis enemigos. Apostaría lo que sea a que Yggdrasil siente la misma cosa actualmente. Considera sin duda que ha sido humillado por los humanos que lo han utilizado escondiéndole que no era más que una creación informática. Nos debe odiar.
– Entonces, ¿va buscar vengarse atacando la Tierra? preguntó Daisuke.
– Eso es lo que haría en su lugar, dijo Ken sombríamente.
– Quizás no sea su único proyecto, les advirtió Gennai.
Los Niños Elegidos, sorprendidos, levantaron de nuevo la cabeza.
– ¿Qué más podría a hacer, en su opinión? preguntó Iori.
– Podría atacar los dos bloques de calcorita que sostienen la existencia del mundo digital y tratar de destruirlos.
– ¿Destruirlos? exclamó Miyako. ¿Pero por qué? ¡Eso destruiría el mundo digital que ha creado!
– Tratará de suprimir solo uno de los dos bloques. Si consigue hacerlo, cortará el vínculo que une el mundo digital y la Tierra, impidiendo así y para siempre entrar a los hombres, incluidos vosotros, Niños Elegidos. No podréis ya combatirle directamente, pero Yggdrasil sí podrá continuar de abrir distorsiones hacia vuestro mundo y actuar en la red informática mundial…. sembrando el caos en el mundo real y dejándoos impotentes al no poder alcanzarlo.
Los Niños Elegidos se miraron asustados.
– Entonces… ¿solo nos queda impedírselo? comprendió Sora.
– Es decisión vuestra saber lo que haréis, declaró Gennai. A partir de ahora, conocéis la verdad: sabéis como el mundo ha sido creado y porque habéis sido elegidos. Actuad según el dictado de vuestra conciencia.
