Disclaimer: The Owl House y sus personajes son propiedad de Disney y Dana Terrace, y al igual que los personajes que hacen cameos, ninguno me pertenece. El propósito de esta obra no es otro que el de entretener.


Bestias y Gloria (Parte 3)

—¡Gr! ¡Gr! ¡Roar!

—!Griargh!

—Ugh-¡Ah!

Los tremánidos rugían con furia y ferocidad en su sangriento asalto a la carne que estaba en el lugar donde fueron liberados.

Quizá fuera por morbo, o simplemente por ver a su hermano castigado por sus despreciables acciones, pero Emira y Amity estaban muy al pendiente de los luchadores en la arena, intentaban reconocer a su hermano y ya habían descartado a seis de los diez, resultando en cuatro posibles.

—¿En serio uno de ellos comparte nuestra sangre? —Odalia preguntó al ver cómo uno de los luchadores sujetó el torso de un tremánido con su mano izquierda y con la derecha tomó uno de sus dientes, y con un fuerte tirón le arrancó su esqueleto en un brutal baño de sangre y vísceras. El luchador tenía una armadura gris estándar, naturalmente de acero salvayi, con hombreras y yelmo angulados y con leves púas, una máscara gris con agujeros para ver y respirar y un casco que se diferenciaba del resto por su melena verde en un arco perpendicular a su cabeza (similar al casco de hércules en el god of war 3)—. Que horrible...

Aún siendo incapaces de vencer a los salvayi en la prueba de las garras, ningún tremánido se mostró asustado, y hasta el último de estos luchó con una hambrienta ferocidad para matar y devorar, pero eso no cambió su destino.

—Incluso siendo bestias, mueren como salvayi —Cerise apreció al ver que varias púas se elevaron en el suelo alrededor de la arena, habrían empalado a quien hubiera intentado huir.

—¡Jaja! ¡Cómo en los viejos tiempos!

—¡Ánimo chicos!

—¡Que las bestias sepan a quien servir!

El alzamiento de las estacas empala-cobardes marcó el final del primer acto y los gritos de la multitud no se hicieron esperar, despertando sensaciones muy confusas en los aspirantes de armaduras grises.

—¡Gloria a los salvayi! —Un insensato recién iniciado gritó con sus manos extendidas hacia la multitud, acto seguido se quitó el casco, enseñando su rostro de brujo común de orejas puntiagudas.

—... —El peliverde sólo miró a su alrededor en silencio, sabía que estaba emocionado, pero necesitaba mantenerse calmado y no perder la perspectiva, cosa difícil considerando las ovaciones del público.

—Ellas huelen igual que tú cuando llegaste —Una voz femenina suave habló junto al peliverde. La había escuchado varias veces durante su estadía en las celdas, se trataba de Ilrras, siempre en su armadura de cuerpo completo, muy callada—. ¿Las conoces?

Con los tres estandartes cerrados ninguna bestia llegaría a la arena, por lo que el ilusionista volteó para mirar hacia donde esa salvayi le apuntaba, y lo primero que hizo fue agradecer que su casco ocultara totalmente su rostro.

—No te quites el casco —Cerise advirtió sujetando la mano de su compañero, pero este usó su otra mano para quitarse un trozo de tremánido de la melena de su casco.

—Si... —El peliverde respondió esbozando una sonrisa de par en par que le hizo doler la cara. Por algún motivo su emoción dejó de agobiarlo y su mente se esclareció casi por completo—. ¿Me queda bien el rapado de costado?

—¿Qué?

Luciendo su característica cabellera verde peinada hacia la izquierda, sobre el costado rapado de su cabeza, y enseñando cinco franjas verticales tatuadas atravesando su boca, el aspirante sin nombre se despojó de su casco.

Sin poder creer que ese chico de cabello y rostro ensangrentados fuera su hijo, Odalia apreció horrorizada al peliverde que caminaba con un racimo de vísceras de tremánido en su mano.

—Le queda bien el peinado ¿Eh? —Una voz femenina celebró a la derecha de Alador, quien sólo se mantuvo sereno, pero también aferrado a su esperanza.

Pese al estado de alerta de Cerise, la prueba de las garras no ameritaba tal vigilia, pues pese a su brutalidad, sólo se usarían bestias que se valían de alas, dientes y garras para pelear, siendo el camuflaje el mayor peligro al que se enfrentarían, descartando ataques más complejos como el camuflaje, el ácido o la magia. Sin duda una condición que el peliverde usaría a su favor, y más ahora que el estandarte amarillo se izó en la torre.

Sabiendo lo que debían hacer, los aspirantes se separaron y varias cuencas se formaron en el suelo para separar la arena en cinco partes, dejando a los luchadores separados en parejas, que pronto se harían tríos pues una jaula emergió del suelo de cada plataforma.

El estandarte amarillo se liberaba en los actos con el propósito "no le teman a la muerte, témanle al salvayi", y lo que se debe hacer es claro.

—Ssss

Un inconfundible siseo proveniente de la jaula en la plataforma del peliverde hizo que un escalofrío recorriera su espina dorsal.

—¡En guardia! —Cerise gritó chocando sus guanteletes de acero salvayi, como toda buena salvayi se mostraría estoica y fuerte ante su adversario.

Se trataba de un vivoránido carmesí, una serpiente de tres cabezas y siete metros de largo (la circunferencia de su cuerpo es similar a la de Hooty). Pese a la sensibilidad que su piel totalmente pálida podría hacer intuir, nada en su cuerpo era suave, ni siquiera sus penetrantes ojos de pupila e iris carmesí cuya mirada empaló cual lanza en la mente del novato sin nombre, dejándolo paralizado.

—¡Reacciona! —La peliceleste gritó golpeando el rostro de su compañero, tenía que despertarlo pues no podía defenderse del ataque del vivoránido, tenía que esquivarlo, pero al ver que el peliverde ni se inmutó, supo lo que pasaba.

Al percibir el miedo paralizante en esa presa que parecía tener pasto en su extremidad superior, el vivoránido no perdió un segundo y abrió sus tres bocas para abalanzarse sobre su objetivo en una furiosa carga a la que el peliverde no pudo siquiera oponerse.

—¡Ah! —Sólo un grito pudo escapar del muchacho sin nombre antes de ser consumido por la nube de polvo que se formó por el ataque.

—¡Ajajaja!

—Vaya idiota ¡Jaja!

Como era de esperarse, las carcajadas se hicieron presentes entre los espectadores ante la brutal y retorcida escena en la que la pálida piel del vivoránido se manchó de rojo, una muestra de sadismo que no era una sorpresa considerando la brutalidad de los salvayi más aferrados a su cultura, pero eso no fue suficiente para volver a avivar la llama de aquella antigua cultura, pues la gran mayoría era gente que creció bajo los valores del imperio y sólo vio a un pobre muchacho morir horriblemente ¿Cómo podían reírse de él así? No era algo que pudieran entender o compartir, y mucho menos aceptar, y eso último se veía en el disgusto con el que los menos aferrados miraron a los más antiguos.

Alador sintió un escalofrío recorriendo su espina al sentir una mirada centrándose en él, pero también estaba preparado para eso. Le había prometido a Noro llenar el coliseo con una multitud celebrando la cultura salvayi y lo cumpliría, y para eso aprovecharía la mayor debilidad del colectivo psicológico del imperio.

—¿El pobre señorito de Alador murió tan penosamente? —Una imponente voz femenina destacó entre las demás, se trataba de la noble imperial Frodoile Du'Goble, cabeza de la familia Du'Goble y una notable rival comercial de Alador, conocida por no ocultar su odio y desprecio tanto por los salvayi como por sus contendientes comerciales, una dama de la más alta alcurnia del imperio quien predeciblemente aceptó la invitación de Alador para ver a su hijo humillado (o muerto), y claro, no ocultaría su felicidad por tener lo que quería. Naturalmente el séquito de lambiscones de la familia Du'Goble, al igual que la gente que creció viéndola como una figura de poder aceptaron y hasta cierto punto quisieron compartir la conducta de tan imponente y alabada figura—. ¡Será una gran celebración, jaja!

El valor que el imperio mágico da a sus nobles y poderosos como figuras que ejemplifican los valores e ideales de toda la nación convirtió a una gran parte de la gente que creció en sus estándares educativos en adoradores de los ricos, y aunque es una práctica que Noro desprecia a más no poder, debió valerse de ella para que su cultura volviera a ser aceptada, y con la escena de Alfred repitiéndose con todos los nobles que asistieron al evento las carcajadas no tardaron en apoderarse de las gradas del coliseo, opacando cualquier grito o impulso de desafiar tan imponente apoyo por esa brutalidad. Pero sin importar el apoyo y las ovaciones, también hay quienes no podrían dejarse influenciar, pues tenían algo más fuerte: un miedo y dolor atroz.

—¡Ed!

No había forma en que una madre o dos hermanas se quedaran inmutables al ver a ese cariñoso y alegre muchacho que vieron crecer siendo descuartizado con una brutalidad apabullante en un revoltijo de fauces y polvo alrededor de aquella peligrosa y retorcida bestia depredadora. Tal era el dolor de Odalia, que incluso se levantó de su asiento y extendió su mano para formar un círculo mágico con el que levantaría su abominación esmeralda, no importaba qué, tenía que rescatar a su hijo.

—¡Za-og! — Un susurro se escuchó en el oído de Odalia, acto seguido su propio reflejo en la hoja de un sable blanco frente a su cuello conquistó su mente y el miedo por su vida reemplazó el terror por su hijo.

—Eh...

—Mamá...

Ni Amity ni Emira lograron reunir el coraje suficiente, ese extraño susurro las dejó paralizadas, y por el mero hecho de ver de ver de quién se trataba sintieron que sus mentes colapsaban.

—No mereces morir en la arena como una salvayi, da otro paso y te mataré como a una basura —Detrás de Odalia, Noro sentenció guardando su sable, no sin antes dejarle una leve herida en el cuello de la señora Blight, pero esta no se echaría para atrás y caminaría hacia la señora de los salvayi, quien regresó a su asiento a la derecha de Alador.

—¿¡Tú dejarías a tu hija morir!? —Odalia exigió saber sujetando el yelmo de la armadura de la voivoda, despertando una mirada de sorpresa en sus hijas, y de miedo en su esposo. De por sí había sido una gran sorpresa enterarse de que la voivoda estaba sentada a su lado, pero como en el coliseo salvaje no se hacen distinciones, era evidente que ella lo planeó, pero eso no le importaba a la dolida madre que sacudió la armadura de la voivoda volviendo a exigir su respuesta.

—Bajo mi mando, mi hija no llegaría a eso —La respuesta de la voivoda fue dada con sus ojos clavados en los de Odalia, transmitiéndole una furia asesina tan apabullante que aplacó hasta la última pizca de rebelión de la peliverde—. Una madre tan mediocre está condenada a ver a sus hijos fallar, disfruta tu vista.

—... —En silencio, destrozada y encadenada por el miedo, Odalia soltó el yelmo de Noro y regresó a su asiento a la izquierda de su marido—. Ed... —La peliverde susurró con sus ojos inundándose en lágrimas.

—¿Así es como una madre de la nobleza del imperio cría a sus descendientes? Vergonzoso —Noro añadió volviendo a centrarse en la prueba. Aunque de una madre a otra, Noro podría entender la tristeza de Odalia por ver así a su hijo, al tratarse de una noble del imperio no podría importarle menos.

—¿Qué tan horrible soy? —Odalia preguntó en un susurro que no fue escuchado. Su hijo estaba muerto y en sus últimos momentos debió estar furioso con ella. Un dolor que se clavaría en su pecho—. Ni siquiera pude disculparme...

—Hm —Noro sólo bufó de reojo al ver la patética escena de Odalia, sólo desearía ver a esa basura del imperio siendo consolada por su impotente esposo, pero este se notaba estoico, se estaría aferrando al acuerdo que tenían.

"Si las circunstancias fueran otras... quizá" Fue el pensamiento que se albergó en la mente de la voivoda, es cierto que ella odiaba mentir, pero despreciaba lo suficiente a los nobles del imperio como para no considerarlos seres dignos de la honestidad mínima, pero el peliverde sin nombre, como salvayi que es, merecía una prueba justa.

—Tu incompetencia empezaba a ser una carga, supongo que era inevitable —Cerise desafió volviendo a chocar sus guanteletes para enfrentar al vivoránido que se mantenía el alerta—. Espera... ¿Cuál era tu nombre?

—¿Cómo te llamabas? —Noro preguntó al aire.

—Al menos déjame recordarte, pelo-pasto —Likarra comentó desde una de las rejas de la entrada a la arena.

—¡Roar! —Un claro e imponente rugido se escuchó fuerte y claro en la arena, aún con otras cuatro bestias furiosas luchando entre rugidos, este tenía un origen fácilmente identificable: el vivoránido carmesí que en un segundo pasó de estar en una elegante vigilia pasó a estar destripado a los pies de un salvayi de cabello verde que elevaba sus manos—. ¡Griten mi nombre! ¡Gríten Edric!

—Ah, jajaja.

—¡Te espera lo grande!

—¡Hu-ju!

—¡Vaya chico más vistoso!

Las risas de burla no tardaron en convertirse en risas de ovación a tan vistoso novato envuelto en sangre, una imagen que sólo una cultura tan violenta y torcida como la salvayi podría apreciar, y así es como sucedía, aunque fuera usando una práctica mágica del imperio, la ilusión de la muerte y el violento regreso triunfal del recién nombrado Edric emocionó al coliseo completo.

—¡Vaya, Alador! Tu hijo nació para esto ¡Jaja! —Noro celebró entusiasta entre carcajadas que se confundirían con los rugidos de un dracónido. Naturalmente la dicha de la voivoda no podía ser por un motivo más despreciable para el noble Blight, pero este se mantuvo estoico ante la celebración.

—¡Esa estuvo buena, Edric! —Entre carcajadas, Likarra se burló bastante divertida, llamando la atención de Alador y haciéndolo mostrar una maliciosa sonrisa.

Aunque la mayoría de las reacciones fueron de emoción por el acto del peliverde, hubo tres cuya dicha no podía ser descrita en palabras.

Amity y Emira no estaban tan emocionadas, pero sin duda aliviadas de que su hermano estuviera bien, distinto era el caso de su madre.

—Edric... —Con ojos inundados en lágrimas de felicidad, Odalia apreció que su hijo siguiera vivo y ante tal alivio el que estuviera manchado de sangre o que acabara de encarnizarse con una bestia no podía ser menos importante.

—... —Jamás lo demostraría o reconocería, pero Noro ciertamente se sintió feliz por Odalia, pues como madre podía entender la dicha de saber que tu hijo estaba bien.

—¡Ostentoso!

—¡Ostentoso!

—¡Ostentoso!

El resto de la prueba de las garras en la que los novatos se encarnizaron brutalmente concluyó rápidamente dejando a diez iniciados triunfantes. Aunque todos se encarnizaron con igual brutalidad y todos eran iguales ante el coliseo salvaje, Cerise y los demás se sintieron más como actores secundarios en el espectáculo de Edric, quien con sus ilusiones llevó el morbo de la prueba al extremo y acaparó toda la atención del público, sin dejar que pausaran sus ovaciones por él, pero por respeto se detuvieron cuando diez podios se elevaron frente a una salida, marcando que la prueba y la carnicería había terminado.

—Llévala con su hijo —Noro ordenó cuando Likarra se le acercó en las gradas—. Merece verlo.

—Ven —La domadora le ordenó a la señora Blight quien, sin saber con qué fuerza de voluntad ocultó su emoción por su hijo y, con elegancia se levantó para seguir a tan desagradable domadora (naturalmente no bajaría su guardia y serían escoltada por dos abominaciones esmeralda) y entrar a los pasadizos inferiores.

Entre gritos, risas y ovaciones, los diez vencedores de la prueba de las garras se formaron y ordenadamente se encaminaron a la entrada donde tomarían su emblema para luego salir del coliseo. Sería un final ceremonial de protocolo que, al terminar, les daría la oportunidad de marcharse del coliseo (pero siempre que quisieran podrían volver) o de quedarse a trabajar para la administración salvayi.

—Cumplí mi parte, Alador —Noro sentenció con una sonrisa, sin Odalia para molestar y con Fragu usando unos hongos para nublar el oído de las dos hijas del noble, podría hablar sin reservas—. Pero corregí su incapacidad para controlar plagas.

En el orden en que fueron llamados a la prueba, todos tomaron sus emblemas y se retiraron, pero cuando Edric estaba a punto de tomar su emblema y ganar la apuesta con su padre, una nube roja lo envolvió.

—¡Ugh! —El vistoso peliverde no pudo evitar jadear cuando sintió el abrumador poder mágico que lo rodeaba.

—¿Quién dijo que tu espectáculo terminó? —Noro preguntó con una voz tan cruda y fuerte que hizo a todos en el coliseo callarse, nadie la interrumpiría.

Después de unos instantes la voivoda liberó la energía de su agarre aplastante sobre el peliverde, quien miró las seis jaulas que emergían del suelo en la arena a sus espaldas.

—Tienes tu nombre y la bendición, ahora úsalos, Edric el ostentoso —Noro añadió y de inmediato las jaulas se abrieron, rebelando a los daur que Edric recogió, adoptó y cuidó desde hace tanto tiempo.

—... —En silencio el vistoso muchacho miró a lo alto, el estandarte rojo estaba hondeando al viento, y al ver detenidamente a sus mascotas, el peliverde notó que habían mutilado sus alas, jamás volverían a volar.

—¡Chi! —Uno de los daur chilló cuando enormes flamas emergieron de los cráneos alrededor de la arena.

Como era de esperarse: Edric reconocía ese chillido, el primero de los daur que recogió: Dakrun.

Naturalmente, el daur intuyó que las llamas lo consumirían. Asustado corrió hacia la fuente de ese olor tan familiar y que antaño le trajo protección, calidez, cariño y comida, necesitaba a su amo... pero al acercársele sólo percibió un crujido.

—¿Quieres que te proteja? —El peliverde preguntó y, sin inmutarse sujetó dos de los cuernos de Dakrun y en un veloz giro que terminó en un crujido le arrebató la vida al fiel artrópodo blindado. Acto seguido le dio un fuerte puñetazo para arrojar su cuerpo al fuego—. Conozcan el lugar de las bestias que no nos sirven —Edric sentenció con un saludo a brazos abiertos hacia la voivoda, acto seguido las extremidades del dios salvayi emergieron del fuego y arrastraron a los demás daur a las llamas.

Entre agudos y dolorosos chillidos, y ante los ojos de un amo que los había ejecutado, los cinco daur restantes fueron arrastrados a las voraces flamas, pero en sus mentes había un pensamiento cuya fuerza superaba incluso a la del dolor: "¡No, amo... por favor, no!". Un pensamiento fuera de lugar para un salvayi, pues sin mayores miramientos Edric volvió a encaminarse a la salida. Ante su paso las flamas retrocedieron y le permitieron tomar su emblema de las garras y salir de la arena del coliseo entre gritos de alabanza y siendo el objeto de la horrorizada mirada de sus hermanas.

—¡Edric! —Con un fuerte abrazo que acabó en un tosco giro, Cerise recibió a su compañero (ahora con nombre)—. Creí que te iban a ejecutar por usar magia del imperio, jaja ¡Ugh!

—Je —El peliverde se burló de la sorpresa de Cerise cuando la tomó desprevenida al corresponder a su abrazo de celebración—. Te seré franco, casi me da un infarto, jaja.

—Igual me alegra que estés bien, no me llevo bien con los demás, jaja —La peliceleste añadió separándose para luego golpear la hombrera de su ostentoso compañero—. ¡Ja! Igual que cuando sobrevivimos a la iniciación.

—¿Diría que con menos deseos de matarnos entre nosotros?

—Habla por ti —Cerise se burló y juntos siguieron el sendero de acero blanco en una cálida conversación hasta que llegaron a una entrada exterior del coliseo—. Entonces... ¿Qué elegirás?

—... —Edric dudó. Ahora que había recibido la bendición de la cadena del odio incluso agradecía su tiempo en el coliseo, sin duda quería quedarse—. ¿Hay algo esperándote afuera?

—Noup, entré al coliseo para evitar ser ejecutada como una criminal —La peliceleste habló con naturalidad mientras se daba la vuelta—. Cuando vuelva a salir, será como una conquistadora ¿Qué quieres tú?

—... Volver a ver a mi novia —Fue lo primero que el peliverde respondió con una sonrisa cruenta—. Pero... Dudo gustarle ahora.

—Siempre puedes volver al coliseo —Cerise finalizó perdiéndose en la oscuridad del pasillo, dejando a su compañero sólo, pensativo y en silencio.

Es verdad que podría regresar al coliseo cuando quisiera, y ya no tendría que dar otra prueba para ganarse su derecho a salir, también seguía con la sangre de brea negra en sus venas (por lo que podía seguir disfrutando de la fiesta eterna sin necesidad de estar en el coliseo). No había motivo para quedarse, pero por algún motivo simplemente no quería irse, y no podía reunir la fuerza suficiente para cruzar el arco por el que antaño Likarra lo arrastró.

—¿La extraño lo suficiente? —Edric susurró al recordar a Willow, es cierto que quería ver de nuevo a su novia, pero aún con ella en su mente le era difícil dar el paso para cruzar esa puerta.

Volver a Hexside a fingir ser un estudiante perfecto, volver a la mansión Blight a ser el hijo perfecto, era una idea que le repugnaba al punto de causarle nauseas. Ahora lo veía claro, el único salvayi sin nombre: una simple marioneta.

—Rompí mis hilos en el coliseo —El peliverde habló para sus adentros quitándose su casco para mirarlo de frente mientras lo sujetaba con ambas manos—. Si. Me gusta como suena: Edric el ostentoso.

Con una voz teñida de malicia, Edric habló para sí mismo y no tardó en desviar su mirada de la entrada, pero antes de encaminarse de regreso al coliseo se detuvo, el inconfundible ritmo de las pisadas de su madre a sus espaldas había acaparado su total concentración.

Odalia miraba con tristeza a su hijo, desde cerca notaba que sus músculos se habían tonificado mucho, además de que parecía más alto y fornido. Sabía que no tenía su casco, pero no quería recibir el odio de Edric que sabía que merecía. Después de que lo dejó irse de la mansión estudió las prácticas salvayi, y jamás dejó de lamentarse.

De sólo imaginarlo durmiendo con frío en las celdas mohosas y llenas de hueso del coliseo salvayi, siendo azotado durante las prácticas en las que su inocencia y bondad cada segundo iba desapareciendo, aquel niño tan tierno y lindo estaba muriendo y ella no podía hacer nada... Cada noche habría dado todo por arropar a su hijo en sus cómodas sábanas, leerle un cuento antes de dormir, darle un beso en la frente prometiéndole que el titán lo protegería de los demonios que quisieran hacerle daño, pero ahora sólo se preguntaba si quedaba algo de su hijo en ese tosco salvayi. Lo próximo que escuchó fue el sonido de una pieza de metal golpeándose en el suelo y luego su hijo se desvaneció.

—¡Hm! —Odalia no pudo evitar sobresaltarse cuando vio todo girar, y una esponjosa superficie rosaba por debajo de su barbilla. Jamás se equivocaría con el cabello de su hijo.

—¡Mamá! —Tan tosco como dicta la naturaleza salvayi, Edric rodeó la cintura de su madre en un fuerte abrazo.

Los ojos de Odalia no tardaron en volver a inundarse en lágrimas, en especial al sentir que su pecho se humedecía por las lágrimas de su hijo cuya cabeza no dudó en acariciar, pero no era suficiente, no para su amado hijo.

Adoptando esa extraña muestra de afecto que usaban los salvayi, la peliverde extendió más sus brazos y rodeó a su hijo en uno de esos extraños "abrazos", uno que se sintió tan reconfortante.

—Te extrañé tanto, mi cielo —Odalia le susurró a su hijo al oído, y juntos se quedaron así hasta que escucharon una puerta interior abrirse. Las pruebas habían terminado y los salvayi que regresarían a sus casas no tardarían en inundarlos y arruinar el cálido momento—. Parece que... tendremos que caminar.

—Supongo que sí... ¿Quieres ir a la tumba del dios del horizonte? —El peliverde preguntó sacando una bolsa de snails—. Yo invito.

Con una sonrisa Odalia aceptó, y mandó un mensaje a su esposo desde su lujosa garuda-real (la versión lujosa de los cuervo-fonos). "Querido, Ed y yo iremos a merendar a una cafetería ¿Te parece si nos reunimos en la mansión?"

La respuesta de Alador no se hizo esperar "Los iré a recoger cuando terminen, aún queda un asunto pendiente."

La noble Blight no negaría su intriga por el asunto, pero no le importaba, quería pasar más tiempo con su hijo, el miedo de perderlo o de que la odiara no es algo que estuviera dispuesta a repetir. Ya no se sentía preocupada por estar entre los salvayi y menos junto a su famoso hijo (aunque no bajaría su guardia, por lo que sus abominaciones esmeralda emergieron desde las baldosas listas para escoltarlos).


Finalmente otro capítulo listo, la prueba de las garras de Edric ha terminado y el muchacho salió como un vencedor y una estrella, jaja, además de que se hizo de varios amigos en el coliseo, pero las consecuencias de su victoria serán muy grandes.

¿Qué pensará Willow de su novio? Evidentemente ella vio todo por la esfera de visiones.

¿Les sorprendió esa crueldad exclusiva de la prueba para Edric? Se me ocurrió hace mucho que debiera ejecutar a sus mascotas, después de todo concuerda con la crueldad que tanto han ostentado los salvayi. Y hablando de eso, Amity y Emira no quedaron impunes después de ver lo que su hermano es capaz de hacer.

Desde el principio narré a Odalia como una madre extremadamente estricta (por ejemplo: el castigo de Emira y Amity al hacerlas trabajar en la cosecha de gritos), pero también era una madre que no dudó en levantarse y proteger a sus hijos durante el despertar del corazón del tormento onírico en el baile del Grom, y aunque fuera muy manipuladora, seguía siendo una madre que llegó a sufrir como nunca por creer que su hijo había muerto y a maldecirse a sí misma por no tener el valor de desafiar a Noro ¿Qué les pareció su reencuentro con su hijo? ¿Esperaban que Edric reaccionara así?

Las cosas en la familia Blight van a estar que arden (puede que incluso sea literal). D:

En el próximo episodio se verá el asunto de Alador y cómo fue el regreso de los palismanes a la casa búho y el día de los cuatro hasta tener que asistir a la reunión con Noro, finalmente la trama principal volverá a avanzar. :D
Ahora responderé a los reviews:

Socram1: Sobre qué es el director Bump y los forjadores de dioses, no puedo responder, pero se explicará en el próximo arco. :) En cuanto a qué son los dioses, también se dará a conocer pronto. A Edric le fue mejor que bien. xD En cuanto a Willow, sí que se vienen pesadas las cosas entre la pareja de la que tan orgulloso me siento, y en cuanto a sus hermanas, después de lo que lo vieron hacer sí que las cosas se pondrán difíciles. En cuanto a ayudarte a construir tu mundo, sería un placer. C: (si aún está en pie la oferta, claro).

J0nas Nagera: A ver si volví a sorprenderte. xD Me alegra que mi historia no esté siendo predecible. xD Hace muchos episodios mencioné que Willow tenía familia en ambas naciones, pero en su mayoría eran del reino de los demonios (antes de que se me ocurriera el nombre de los salvayi. xD Creo que releeré la historia y actualizaré los documentos para mencionarlos como era debido). Y no, el padre de Willow que es un salvayi de nacimiento (pero no un iniciado, pues jamás antes había pisado el coliseo) es el barbudo semi calvo, no el asiático. xD Y Edric se salvó de besar a Cerise, aunque aún no se ve lo último de esta peliceleste. xD Ciertamente Edric quiere a Willow y todo, pero también ignora la magnitud de aquello en lo que se metió al iniciarse como un salvayi. También me gustó narrar a Odalia y a Alador como seres normales, y creoq ue en este episodio Odalia fue quien más destacó al amar así a su hijo. Sí que fue una sorpresa verlo pelear y matar, pero confío en haberte sorprendido con aquellos a quienes debió matar (y cómo los mató). Sí que hay mucho que escribir sobre las consecuencias sentimentales. :0

Sin más que escribir, nos leemos en el próximo episodio, chicos. :D