Hola chicos, ha pasado tiempo, ¿No? Me disculpo por este hiatus tan largo, pero a mi favor debo decir que la historia está terminada, y ha quedado mejor de lo que imaginé, así que, desde ahora en adelante habrá capitulo todas las semanas, así que no olviden pasar por aquí, estaré esperando sus comentarios, y que me cuenten de su vida en estos complicados meses.

Ahora los dejo para que disfruten esta extensa cita Diakko.


Capitulo 48 – Diana – Cita Perfecta.

La idea de Elsa en realidad había sido un éxito. Eran cerca de las cinco de la madrugada, pero ambas estaban despiertas. Pudo dormir un poco, y bastante mejor de lo que imaginó. Akko estaba pegada a la ventana, observando el camino que recorrían. Era otra ciudad, así que la castaña estaba atenta a todo, observando cada detalle.

Llegaron en cosa de tiempo al hotel. El chofer les abrió la puerta, y las ayudó con el equipaje, aunque no era realmente necesario. Él al parecer también estaría hospedando en un hotel cercano, para estar repuesto cuando tuviesen que volver.

El edificio era bastante bonito, tenía que admitirlo. Nuevamente creía que era demasiado ostentoso, aunque el precio seguía siendo accesible. Quería ir a un lugar donde la castaña estuviese tan impresionada que no pudiese olvidarse en lo absoluto, y al parecer lo había conseguido. Estaba tan ensimismada que caminaba con su rostro hacía cualquier lado, y se comenzó a preocupar de que esta cayese por estar distraida.

Se acercó a la recepción, y le dio su tarjeta a la mujer tras el mostrador.

Esta le sonrió y le pasó la llave magnética, con el número de habitación. Le agradeció a la mujer y le hizo una señal a la chica para que la siguiera y no se perdiera. Akko dio un salto y corrió tras de ella, ya que al parecer se había distraído mirando los detalles y las pinturas de la recepción. Todo era muy elegante, y realmente había atrapado la atención de la chica, lo que era un punto a su favor.

Se subieron a un ascensor y llegaron al piso de destino.

Las luces y el alfombrado le daban un toque clásico y elegante. No tan moderno como algunos en los que se había hospedado. Parecía que querían capturar ese estilo, ¿Cómo lo llamaría Elsa? ¿Barroco? No tenía el término muy claro en realidad, pero las texturas en las paredes y los detalles del techo le daban esa sensación.

La puerta se abrió con un clic al pasar la llave por un sensor.

Se vieron dentro de una habitación con aquel mismo estilo. Incluso un candelabro colgaba del techo, y había pinturas, imitaciones sin duda, pero muy bien logradas. La cama era muy esponjosa y elegante. Akko se sacó los zapatos y se lanzó a la cama sin vacilar. Incluso el detalle en las cortinas les daba un toque especial a las ventanas.

Debía darle un diez sobre diez a la habitación.

Inspeccionó el baño, limpio y espacioso, con varias toallas limpias.

Si, no tenía razón para quejarse.

Cuando desvió el rostro, buscando a la castaña, está ya estaba acomodada en la cama con sus ojos cerrados.

El viaje era cansador, pero esa ciudad era muy bonita y lamentablemente carecía de aeropuerto, así que no había más opción que hacer el viaje en automóvil.

Puso la alarma a las ocho de la mañana antes de acostarse al lado de la castaña, la cual ya respiraba tranquilamente, anunciando la profundidad de su descanso. A penas cerró los ojos se vio envuelta en la calidez y la comodidad y se durmió plácidamente.

Despertó diez minutos antes de que su alarma sonara. Se estiró, cuidando de no golpear a su acompañante que aun dormía. Se sentía descansada. La compañía de Akko siempre le hacía bien. Abrió su maleta y dejó un par de cosas en los muebles, para tenerlos más a su alcance. Le dio una última mirada a la chica que dormía en la cama antes de entrar a bañarse.

Iba a ser un día ocupado.

Se vistió con unos jeans, botas y un suéter azul. Cuando salió del baño, ya arreglada, se dio cuenta que la castaña estaba en la cama, restregándose los ojos con sus manos, soltando un gran bostezo. Cuando sus ojos se toparon, vio sorpresa en los carmines.

"¡Hey! ¡No me despertaste!"

Soltó una risa ante el reproche de su novia, y tomó otra de las toallas limpias y se la tendió, sonriéndole.

"Te iba a despertar ahora, quería que descansaras un poco más."

La chica se vio asombrada, pero le sonrió de vuelta, notando en sus facciones como no podía seguir reprochándole con aquel argumento. Dio un salto, cayendo de pie en el suelo. La vio lanzarse hacía su maleta y buscar la ropa que usaría en el día.

Pudo ver de reojo como su ropa era abrigada, ya que le había mencionado que esa ciudad era más fría que de donde provenían, así que se alegraba que la chica le hubiese hecho caso al respecto.

Se puso a arreglar la cama y a alistar su bolso de mano mientras la castaña tomaba una ducha. La vio salir minutos después, con jeans, zapatillas y una sudadera. Se le veía cómoda. La chica parecía lista para salir, y ni siquiera parecía quejarse de hambre, en su caso, estaba muriendo.

"El hotel tiene un buffet en el último piso. No podemos salir con el estómago vacío."

Los ojos carmines brillaron.

"¿Es de esas cosas donde uno puede comer todo lo que quiera?"

Akko habló tan rápido y tan cerca de su rostro que la tomó por sorpresa, pero no pudo evitar sonreír al verla tan animada.

"Correcto."

La chica soltó un grito de emoción y corrió a sacar su chaqueta de la maleta y la dejó bajo su brazo. Luego empezó a hacerle una seña, apurándola. Soltó un suspiro antes de tomar su abrigo e iniciar camino hasta la salida del cuarto.

La comida era realmente agradable, mucha variedad, y el lugar era bastante amplio. Akko probó todo lo que pudo, ya que rara vez tenía la oportunidad de probar tal variedad de platillos, normalmente comía comida japonesa exclusivamente. Evitó que se intoxicara con comidas que no podía mezclar, o podría enfermarse, y aunque fue difícil, logró hacer que la chica le hiciera caso.

A las diez de la mañana ya estaban fuera del hotel.

No había palabras para describir lo exitosa de su salida. Era evidente que la castaña estaba disfrutando todo lo que estaba a su alrededor. La vio tomar fotografías con su celular moderno, dar vueltas y correr de un lado a otro.

Intentó mostrarle lugares tranquilos, donde no tuviesen que caminar mucho, para no terminar agotadas tan pronto.

A Akko se le antojaba para comer todo lo que veía en la calle, y era difícil llevarle el ritmo, pero nunca había disfrutado tanto estar en un lugar diferente a su hogar. Normalmente siempre tenía mucho peso en sus hombros cuando le tocaba viajar, pero ahora parecía realmente divertido. Esperaba poder volver a Japón, esta vez con Akko, y sin duda lo disfrutaría aún más.

Fueron a un restaurante bastante popular con muy buenas reseñas y ahí disfrutaron de su almuerzo antes de seguir recorriendo.

Parques. Edificios. Fachadas. Naturaleza. Tiendas. Incluso la vio sacándole fotos a iglesias. Había un museo cercano, pero prefería ir el domingo, ya que era demasiado extenso y ya habían recorrido suficiente.

La luz parecía ir disminuyendo, aunque no era de sorprenderse, en esa época del año eran menos las horas de sol.

Estaban sentadas en una banca, frente a una gran pileta con detalles en la piedra que la hacía lucir como una escultura. Miró de reojo a su acompañante, la cual se estaba comiendo su cuarta comida callejera.

Estaba realmente feliz de que pudiesen tener aquellos momentos a solas, en una ciudad donde nadie las conocía, donde podían reír en paz, donde podían caminar en paz. Era impresionante lo ajetreada que era su vida, y la ciudad en general, que era realmente relajante tener aquel cambio. Tener de destino una ciudad turística en invierno era bastante grato, no había prácticamente nadie en las calles.

Akko revisó las fotografías que había tomado y se las fue mostrando, incluso se sorprendió de ver un par de fotografías con ella como plano central. Se avergonzó de este hecho, ni siquiera se dio cuenta de que la chica la había fotografiado. Levantó la cámara frente a ellas, e hizo una seña de paz, y tomó una fotografía de ambas. A penas logró mirar ya que fue todo muy rápido, pero la chica parecía contenta con el resultado, al parecer publicando dicha foto en alguna red social, cosa que no le molestó.

Ya no era ese tipo de persona.

Decidieron volver al hotel cuando las calles ya se habían oscurecido por completo.

No se dio cuenta, pero estuvo todo el camino de regreso tomada de la mano de su novia, y le resultó algo tan cómodo que apenas se percató cuando iban pasando por las puertas del hotel y les costó pasar manteniéndose unidas, así que tuvieron que soltarse.

Akko soltó una risa nerviosa mientras entraba al lugar.

Se veía mucho más cálido ahora que las luces amarillentas iluminaban todo el sitio. Lucía mucho más bonito de lo que ya era.

Abrieron la puerta de su cuarto, y la castaña fue la primera en entrar. La vio sacarse los zapatos y estirarse mientras caminaba hasta la cama. Seguía con energías, pero se le notaba cansada. Habían recorrido mucho, era de esperarse. Menos mal no fueron al museo, o no podrían siquiera caminar a la cama. Se sacó los zapatos también, y se sentía casi como si se estuviese acostumbrando a las tradiciones de la castaña. Era una persona muy tradicional, pero jamás hubiese creído que se interesaría tanto en las tradiciones ajenas, aunque si no fuesen de Akko, probablemente las ignoraría.

La razón era Akko.

La vio sentada en la orilla de la cama, deshaciéndose de su chaqueta y tirándola sobre la maleta que seguía acostada en el suelo.

"Realmente quiero comer helado."

Negó con su rostro mientras se acercaba a la chica, la cual tenía un rostro muy gracioso, entre frustrado y triste. Se quedó mirándola, con los brazos cruzados. Se le había antojado un helado, pero con ese clima, evidentemente le haría mal, así que no dejó que lo comprase.

"Sabes mi opinión al respecto."

La chica no pudo seguir sosteniendo su mueca, y terminó sonriéndole.

No supo cuando esta se levantó de la cama, y se acercó lo suficiente para besarla levemente en los labios. No se habían besado hace un buen rato, así que la sensación le dio más nervio de lo que imaginó. Akko le sonreía, con sus rostros separados por cosa de milímetros. Sus ojos tenían aquel brillo emocionado y alegre que tanto adoraba de ella.

"A pesar de la falta de helado, este fue un día perfecto, gracias, Diana."

En sus facciones y en su voz podía notar toda la sinceridad. Amaba esa honestidad.

Amaba tantas cosas de ella.

Solo pudo sonreír.

Las cosas salieron mejor de lo que tenía previsto, así que estaba agradecida con la vida de que fueran capaces de tener un momento así de hermoso, juntas.

¿Quizás era el momento?

Algo en su estómago le decía que sí, aunque sus nervios fuesen avanzando progresivamente.

Respiró profundamente y llevó sus manos a las mejillas de la chica, recibiendo asombro por parte de ella. Tal vez fue un movimiento brusco, o su respiración fue demasiado forzada, no lo sabía, pero Akko podía notar la tensión.

"¿Puedo hacer de este día algo aún más perfecto?"

Su propia voz salió como un suspiro.

Ya sentía el calor en sus palmas y en su rostro, y luego de decir aquella pregunta, notó como las mejillas ajenas también habían tomado color. La vio tragar pesado y desviar un poco la mirada, pero no lo tomó como una negativa en lo absoluto.

No esperó respuesta, y volvió a acercarse a los labios ajenos, disfrutando del sabor, del momento, de la oportunidad. No tenía idea porqué, pero se sentía diferente al resto de veces. Ese tipo de cosas aun eran un misterio, pero esperaba ir entendiendo las cosas que sentía, las cosas que iban ocurriendo, conforme pasara el tiempo. Ir entendiéndolas junto a Akko.

Mantuvo firme aquellas mejillas mientras profundizaba el beso. Podía sentir las manos de la chica en sus brazos, en sus caderas o sujetándose a su ropa, y podía notar como parecía no tener idea de qué hacer con sus manos, y la entendía, ella misma no sabría qué hacer si no la estuviese sujetando. Era complicado, incluso confuso, el tener aquel tipo de acercamiento.

Pero le gustaba.

Sentía aquel nerviosismo en su estómago, pero al mismo tiempo sentía esas ansias y ese disfrute tan extraño en su ser. Realmente era un mundo nuevo, tan diferente a todo lo que había imaginado, o lo que no había imaginado, porque ciertamente no tenía el tiempo ni la cabeza para pensar en cosas similares.

Ahora se arrepentía.

El beso titubeó un poco, y luego sintió sus manos siendo agarradas por las de la chica, retirándolas del lugar donde estaba. Se separó un poco, interrogando a la castaña con la mirada. Esta parecía concentrada, pero al notar su mirada, se relajó y sonrió. Sus manos fueron dejadas a los costados de su cuerpo, y un segundo después pudo notar como las manos de Akko se aferraban a su abrigo.

"Dejame ayudarte con esto."

Los ojos carmines brillaban con fuerza, y no supo si esa frase se refería a su abrigo en particular o a la situación en general.

Le sacó el abrigo con un cuidado que le causó sorpresa. Akko estaba siendo muy cuidadosa, muy consciente de sus movimientos, y realmente lo apreciaba. Conociéndola le quitaría el abrigo rápidamente y con fuerza, pero parecía retarse a sí misma, tal vez consumida por el nerviosismo y tal vez ambas tenían la sensación extraña de que cualquier error podría matar el momento.

Honestamente, no quería que aquello ocurriese.

Su abrigo cayó al suelo, y escuchó claramente a la chica soltar un suspiro muy poco agraciado, pero cuando quiso observar su rostro y notar la causa de ese sonido, notó que su rostro estaba gacho.

"¿Akko?"

"Estoy tan nerviosa que siento que haré algo estúpido."

Soltó una leve risa al ser capaz de ver el rostro afligido de su novia. Tomó las manos de la chica con las suyas, apretándolas levemente.

"¿Te digo una infidencia? Siento lo mismo."

Akko puso una mueca de sorpresa e incredulidad.

"¿Bromeas? ¿Diana Cavendish haciendo algo estúpido? ¡Eso no pasa!"

Volvió a reír. Realmente la chica la tenía en una especie de pedestal. Esperaba no desilusionarla ni matar sus esperanzas. Era humana, podía errar, y sin duda había errado miles de veces, así que hacer algo estúpido era una posibilidad. Aunque si se comparaba con la chica, podía notarse su incredulidad. Pensaba mucho las cosas, era metódica y cuidadosa en todos los aspectos, y Akko realmente era su contraparte.

Llevó una de las manos ajenas a sus labios, besando los nudillos de la castaña.

"Solo evitemos estar tan tensas."

Akko le sonrió de una manera tan agradable que sintió su corazón latir con fuerza en su pecho.

"Es un trato justo."

La escuchó soltar un largo suspiro para luego sonreírle nuevamente. Sintió las manos ajenas en su cuello y nuca, así como los labios volvieron a posarse en los suyos. Akko tomó la iniciativa y profundizó el beso que inició. Ahora era ella la que no sabía qué hacer con sus manos. Se aferró de la cintura de la castaña, y luego se vio sentada en la cama con la chica casi a horcajadas de su cuerpo, hasta que finalmente quedó acostada por completo.

Fue casi como si repitiesen la posición de aquel día, aunque ahora a la inversa.

Akko se apoyaba de sus antebrazos, y en realidad no podía sentir nada de su peso sobre ella, sin embargo, sentía que perdía el aire con aquel beso. Realmente esa posición no beneficiaba a su sistema respiratorio, y ahora comprendía porque la castaña luchaba desesperadamente por aire. Había una parte de ella que no quería, que no le importaba, que no estaba ni en lo más mínimo interesada por detener aquel beso.

Se vio tentada a avanzar más, conforme pasaban los segundos. No quería quedarse en lo mismo, ni perder la oportunidad, o se arrepentiría.

Llevó sus manos dentro de la ropa superior de la castaña.

Pudo sentirla temblar ante su tacto, tal vez por el frio en sus manos o por lo espontaneo del momento.

Le sorprendió el notar cuan delgada era Akko. Era más baja, lo sabía, pero era realmente pequeña, aunque en comparación con sus amigas se viese grande. No pudo evitar sonreír al pensar aquello. Siempre andaba corriendo de un lado a otro, gastando energía, así que entendía que se mantuviese en forma.

Envidiaba un poco aquello. Era difícil mantenerse en forma cuando fue criada de una forma más…recatada. Y pasar la mayor parte del tiempo estudiando no hacía la tarea de bajar de peso más fácil.

Dio un salto cuando el beso se dio por finalizado, pero se estremeció al sentir los labios húmedos en su cuello, danzando, recorriendo.

Soltó un suspiro, y sus manos de manera instintiva se fueron al pecho de la castaña, en autodefensa y en curiosidad. Nunca había hecho algo así, ni siquiera se le pudo haber pasado por la mente que haría algo así. Sentía su rostro hervir por el simple hecho de lo que su tacto estaba presenciando. Sus manos se volvieron algo torpes e indiscretas. El cuerpo ajeno estaba cada vez más apegado al suyo, y era como que el aire se volvía más denso, así como subía el calor en la habitación.

Sus dedos se embarcaron dentro de aquella prenda, y el leve gemido que escuchó cerca de su oído hizo que todo su cuerpo temblara con anticipación. Dejó que sus pulgares investigaran la zona, memorizando en su cabeza cada espacio de piel.

Estaba realmente emocionada con todo aquello, al menos eso le hacía saber su propio cuerpo, que parecía comportarse de forma tan extraña e inusual. Nunca se había sentido tan cálida, y el cuerpo de la castaña solo aumentaba aquel calor.

"Diana."

Sintió que todo su cerebro se llenaba de niebla apenas escuchó la voz de Akko. Era como si su cabeza perdiera cualquier tipo de control sobre su cuerpo, y eso era algo realmente preocupante. ¿Era normal siquiera? Los dientes de la chica pasaron por su oreja, tirando de su lóbulo y no pudo contener el gemido que se escapó de sus labios.

Se sentía muy extraña en su propio cuerpo, ajena incluso.

"No sé que estoy haciendo…"

Se lo dijo más para sí misma, pero la frase se escapó de sus labios. Realmente no era su cuerpo, en lo absoluto. Se sentía tan torpe, tan inexperta, tan impredecible. Le molestaba un poco aquella sensación.

Se relajó un poco cuando escuchó a Akko reír levemente.

"Yo tampoco."

La escuchó decir, y unos segundos después sintió la rodilla de Akko en su entrepierna, haciéndola dar un salto.

Mordió su labio para prevenir que algún sonido saliese, ya que aquel movimiento realmente la había tomado por sorpresa, y sentía sus piernas temblar con la presión en aquel sitio. Empezaba a sentirse avergonzada, y empeoró cuando otro movimiento en su parte inferior la hizo saltar, soltando un fuerte gemido que no pudo contener en lo absoluto.

La castaña estaba inerte, sus ojos entre cerrados, rostro rojo y una expresión tan nueva y diferente que le provoco escalofríos en todo su cuerpo. No sabía si debía hacer algo, o decir algo.

Akko pestañeó luego de unos segundos, saliendo del trance, sus ojos muy abiertos parecían lucir enfadados. Sabía que la chica era cambiante, pero en ese momento le parecía algo sumamente extraño y curioso.

"¿Q-que pasa?"

Esperaba que el sonido que se le escapó no hubiese causado incomodidad en su compañera.

"Ya no lo soporto."

Antes de preguntar por la razón de sus palabras, las cuales sonaron muy severas, sintió un frio en su estómago. La castaña soltó un gruñido quejumbroso antes de tomar sus ropas y levantarlas, sacándoselas sin dudar ni un solo segundo. Le iba a decir que se detuviese, pero era tarde. Tenía el torso desnudo, solamente con su ropa interior. Las manos de Akko permanecían en sus brazos, apretándolos con cuidado, pero con ese ímpetu tan característico.

"Me gustas, pero esta es demasiada presión para…"

Los ojos carmín, grandes e intensos, la miraron fijamente a los suyos y cuando habló, los orbes cambiaron de dirección, bajando, observando con descaro su pecho descubierto. La chica perdió toda concentración en lo que estaba a punto de decir, su mirada teñida de incredulidad y asombro. Parecía que la intención de la chica no era el desnudarla, pero en un arranque terminó haciéndolo de todas formas, o tal vez si quería y lo hizo de manera inconsciente. Akko es un misterio, se dijo a si misma.

La chica volvió a convertirse en piedra, y decidió llamar su atención, tomándola de la barbilla y forzando a que sus miradas se encontrasen nuevamente.

La sensación extraña e intrigante en su estómago, aquella sensación que burbujeaba en ciertos momentos, volvió a atacarla. Era como una explosión de valentía o tal vez de confianza. Consultaría al respecto en la brevedad.

"Solo besame, Akko."

Le dijo, y la castaña pestañeo un par de veces, asintiendo levemente, como un robot, con su mirada aun ausente, pero a la vez atenta a cualquier cosa. Debía ser la conmoción o algo así.

Estaba helado, y su torso descubierto debía de sentir el frio, pero, sin embargo, el cuerpo cálido de Akko tan cerca del propio parecía ser una barrera que la protegía contra el clima. Los labios ajenos en los suyos solo reiteraban esa opción. Estaba llena de calidez. Estaban cerca de nuevo, sus cuerpos compartiendo el mismo espacio, y quería que estuviesen aún más cerca.

Debía dejar que las cosas se diesen de manera natural fue uno de los consejos dados, sin embargo, dejarle el trabajo al azar era demasiado complicado, tal vez ella era muy lógica para eso.

Soltó un suspiro de anticipación al sentir las manos cálidas en su cadera, investigando el borde de su pantalón. Sus manos como siempre torpes, pero con iniciativa. Al parecer le habían dado mejores consejos que a ella, al menos consejos más prácticos.

Se alejaron un poco, su novia observando su pantalón con cautela. Al parecer frustrada de que sus manos no hicieran bien el trabajo y tuvo que obligarse a mirar para supervisarlas. La escuchó soltar un suspiro.

"¿Está haciendo calor aquí o soy solo yo?"

Soltó una leve risa ante sus palabras. No tenía calor, pero por lo rojo que tenía el rostro la castaña, era de esperarse que tuviese tanto calor. Se acercó a ella, mientras esta desabrochaba su pantalón, y tomó la sudadera burdeo de la chica entre sus manos.

"Dejame ayudarte con el calor."

Notó una sonrisa pícara en los labios de la castaña, pero esta no dijo nada para molestarla. Ambas ya estaban demasiado avergonzadas para añadir más cosas a la lista. La vio levantar los brazos, animada, y sacó la ropa de su torso, quedando ambas con la misma cantidad de prendas. La escucho soltar un suspiro.

"Mucho mejor."

Sonrió al verla llenarse de energías nuevamente. Las manos bajando su pantalón, parecía demasiado consiente de sus actos. La sintió acercarse de nuevo, sus cuerpos nuevamente a solo unos centímetros, ardiendo, su rostro cerca del suyo, y el calor aumentó una vez más, volviendo el aire más denso.

La mano de Akko, presionando su pelvis. Dubitativamente.

"Anna me dijo que debía asegurarme de que realmente querías esto…"

Los ojos carmines se veían honestos y no pudo evitar sentirse feliz y excitada con sus palabras. Akko era realmente la persona indicada para ella y no tenía duda alguna. Luego de compartir tantos momentos juntas, era imposible que así no fuese.

La amaba.

La amaba demasiado.

La rodeó por el cuello con sus brazos, dejando un rápido beso en sus labios. Sentía sus latidos en su garganta, incluso los escuchaba, o tal vez eran los latidos de Akko, sincronizados con los suyos.

"Te amo, Akko, te quiero a ti. No dudes de eso."

No creía que el rostro de la castaña podía ponerse más rojo, pero lo hizo de todas formas. Recibió una gran sonrisa y un asentimiento, para luego tener los labios ajenos en los suyos, besándola, esta vez con más fervor, con más hambre.

Su cuerpo tembló cuando Akko exploró en su zona privada.

"Avisame si hago algo mal."

Se aferró con fuerza a la chica, la cual dejó de besarla solamente para apoyar su mentón en el agujero entre su cuello y su hombro, acomodándose. Podía oír claramente su respiración en su oído, así como sentía los pequeños besos que dejaba en su cuello cada tanto tiempo.

De acuerdo, mentiría si dijese que Akko nunca hacía nada mal, porque llevaba regañándola desde que la conoció, diciéndole sus defectos y sus errores, señalándola y aconsejándola. Pero esta vez, parecía que la chica tenía todo bajo control.

No tuvo que decir nada, incluso cuando parecía que esta se desviaba del camino, lo corregía de inmediato.

Nunca se había sentido así. Nunca había imaginado que hacerlo se sentía así.

Las sensaciones en su cuerpo, los temblores en sus piernas, las cosquillas en su abdomen eran cosas que no imaginó posibles. El cuerpo humano era interesante y ahora entendería muchas cosas que leía y no podía siquiera vislumbrar.

Intentó detener sus gemidos, pero no fue tarea fácil. Luego dejó de contenerlos en lo absoluto, incapaz de ser racional. Se dejó llevar, eso era lo único que podía hacer, ya que empezaba a tener la cabeza en blanco conforme pasaban los segundos. Los únicos momentos donde su boca se acallaba era porque los labios de Akko la atrapaban, silenciandola de la mejor manera posible.

Se aferró con fuerza al cuerpo que la sostenía, gimiendo, incluso gritando, sin poder controlar ni mantener su cuerpo en calma. No podía. No era ella en ese momento. Era todo tan nuevo, tan extraño, su humanidad reaccionando de maneras incógnitas. Akko la abrazó de vuelta con su brazo libre. Se sentía agotada, pero quería seguir, quería seguir sintiéndola dentro de ella. No podía reconocerse, no podía entender la lógica tras los espasmos que su cuerpo estaba experimentando. Incluso olvido como se respiraba correctamente.

No lo resistió más.

Su cuerpo tembló, una, dos, tres veces, tal vez más. No supo siquiera si pudo vocalizar algo o sus labios solo dejaron salir nada más que silencio. Sus manos se agarraron de la castaña con intensidad, y dios, esperaba no haberla lastimado.

Estaba agotada.

Intentó recuperar el aliento cuando los espasmos desaparecieron. Sentía su cuerpo adormecido, sus piernas agarrotadas, su abdomen dolorido, pero ninguna sensación era molesta. Su corazón golpeaba con fuerza las paredes de su pecho. Buscó a Akko con la mirada y la encontró con sus ojos cerrados, su respiración agitada. Agotada ante su labor. Su cuerpo estaba hirviendo, y podía sentir el sudor de ambas mezclándose.

Luego de unos momentos, y un largo respiro, Akko finalmente abrió los ojos, los carmines brillando.

"¿Estás bien?"

La voz de esta salió rasposa, pero cálida. Asintió en respuesta, aun sin tener las energías para hablar.

Akko se acercó, aún más, y dejó un par de besos en su mejilla. Podía sentirla esbozando una sonrisa.

"Te amo, Diana."

Sonrió, sintiendo como las lágrimas caían por sus mejillas, lagrimas que no sabía que estaba conteniendo en lo absoluto. Estaba feliz. Estaba en calma. Estaba con la chica que amaba.

Mañana también será un día perfecto, pensó.


Capitulo siguiente: Elsa – Asuntos pendientes.

¿Que les ha parecido? eso de hacer primeras veces es un tanto complicado, pero me esforcé para asimilar el nerviosismo y la inexperiencia, así que me merezco un pat pat. Espero verlos aquí la próxima semana, tal vez el próximo viernes a esta misma hora.

Nos leemos pronto.