Capítulo anterior.

El viento helado a la afueras del hospital sorprendió a Hiccup, quien concluyó que nuevamente tendría un día muy frío que, en consecuencia, les traería molestias a sus cerradas heridas, tanto de la pierna como del abdomen y del brazo, por lo que se apresuró a ir al auto para volver a su hogar en lo que llegaba el momento de ir nuevamente a recoger a sus hijos.

Sin embargo, apenas entrando en el auto, el timbre del fastidioso celular lo sobresaltó.

—¿Alberick? —vio con el entrecejo fruncido que se trataba del maestro de su hija, y sintiendo una especie de alarma en su corazón rápidamente tomó la llamada. —Alberick… ¿Qué pasa?

Pero la voz que respondió no era de su amigo, era de otro conocido que se escuchaba muy alterada y que lo llamaba a gritos.

—¿Ruffnut? —reconoció la voz.

—Hiccup… ¡Tienes que ayudarnos! —gritó su amiga —¡MI NUFFNUT DESAPARECIÓ!

—¡También Akito, Hiccup! ¡mi hijo desapareció! —escuchó después la alterada voz del maestro. —No logramos encontrarlos, por favor ¡ayúdanos!

¿Niños desaparecidos?

La sensación incómoda que sintió Hiccup en el pecho se acrecentó aún más, y no supo por qué, pero presintió que algo muy malo estaba por pasar.

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Capítulo 53.

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El rostro detrás del titiritero.

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Parte 2

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—¡Tranquilícense ambos!¡voy para la escuela! —alertó Hiccup, encendiendo rápidamente el vehículo. —¿Ya llamaron a alguien?

—Apenas llegaron unos policías aquí, pero…

La angustiosa voz de Alberick se pausó, lo único que pudo percibir Hiccup enseguida fue unas respiraciones angustiantes.

—Tranquilo amigo, ya voy para allá… y… ¿los demás niños? —preguntó con cierto temor a pesar de saber que sus hijos estaban bajo la custodia de los guías.

—Ellos están bien. —respondió el maestro con la voz entrecortada. —No te preocupes Zephyr está bien y también Nuffink.

—Entiendo, calma, ya voy en camino.

Colgando el teléfono, Hiccup se ajustó el cinturón de seguridad y se preparaba para darle marcha al vehículo cuando nuevamente el teléfono sonó, ahora en la pantalla se mostraba el nombre de su amada.

—¿Astrid?

¡Hiccup! —respondió esta alterada.

—¿Qué? ¿Qué pasa?

Es que… ¡me llamaron de la escuela! —escuchó su voz angustiada. —Que algo pasó, pero no me dieron más información sólo que acudiera de inmediato y no sé… pensé que algo había pasado cuando los llevaste o algo por el estilo.

Hiccup se sacudió el cabello y resopló.

—No, no es eso, pero… al parecer unos niños desaparecieron.

¡¿Qué?! … ¡¿Zephyr y Nuffink?! ¡¿Dónde están?

—Calma, no se trata de ellos, pero sí de…

¿de quién? ¿Habla?!

—De Nuffnut y de Akito…

Ay, dioses…

—Es todo lo que sé, voy para la escuela, Alberick y Ruffnut me llamaron desesperados y sinceramente tengo un mal presentimiento con todo esto.

Yo también, entonces me adelanto. Nos vemos en la escuela.

—Sí. Ve con cuidado.

Terminando la llamada, Hiccup ahora sí arrancó a toda velocidad el auto rumbo a la escuela, sin saber que, desde una habitación del hospital, alguien lo miraba con atención al mismo tiempo de que sus manos jugaban con un delgado hilo.

おおおおおお

—Astrid ¿qué pasó? ¿Qué te dijo Hiccup? —preguntó la preocupada Alúmini, viendo como la novia de su amo adoptivo se preparaba apresuradamente para salir.

—Al parecer desaparecieron el hijo de Ruffnut y el del maestro Alberick.

Tanto la albina como Heather, que también estaba presente, dieron un grito ahogado.

—Ay, no. Pobre Ruffnut. —se lamentó la jardinera.

—¿Y Zephyr y Nuffink? —preguntó rápidamente la albina. —¿Toothless y Stormfly?

—Ellos al parecer están bien, tal vez la escuela sólo quiere que los padres pasemos a recogerlos, pero de todos modos esto me da mala espina, y también que, de no ser por Toothless y Stormfly, los desaparecidos serían mis hijos.

—En ese caso, Astrid, permíteme acompañarte.

—No Alúmini, no es necesario. Es mejor que te quedes en caso de que surja algo, yo vuelvo de inmediato. —ordenó Astrid, abandonando rápidamente la casa.

En menos de un minuto, las que se quedaron vieron como Astrid arrancó a toda prisa el vehículo familiar.

—dioses, espero que nada malo pase. —susurró la albina preocupada.

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Llegando a la zona escolar todo parecía un caos, Astrid muy apenas podía pasar entre la fila de autos que obstruía el camino hacia la escuela y tan poca fue su paciencia para esperar que optó por dejar el auto estacionado en una zona prohibida para terminar el recorrido a pie. Al llegar al lugar, vio con angustia que la policía que había acudido ya había cerrado un perímetro en la zona, mientras que del otro extremo había un gran acumulamiento de padres que preguntaban por sus hijos.

Era tal el desorden en el lugar que pensó en entrar por las malas para recoger a sus hijos; y se preparó para empujar a todo aquel que se interpusiera en su camino cuando…

—¡Astrid!

Se escuchó la voz de Stormfly.

Un tanto desconcertada, Astrid se volvió hacia el lado contrario, viendo después con gran alivio que su amiga y Toothless ya estaban en las afueras con sus hijos sanos y a salvo.

—Ay, dioses. Que bueno, que bueno. —acudió rápidamente con ellos y envolvió a Zephyr y a Nuffink en un apretado abrazo.

—Cuando vimos que esto se iba a poner feo, Toothless y yo decidimos transformarnos para poder sacarlos de inmediato, lo bueno es que los maestros ya nos conocen como sus "tíos" —explicó Stormfly.

—Se los agradezco. —dijo Astrid, rompiendo con el abrazo. —¿Y ustedes? ¿Están bien?

—Yo sí. —asintió Nuffink sin ninguna preocupación.

Y Zephyr asintió también, pero a diferencia de su hermanito su rostro mostraba mucha angustia.

—¿Qué pasó Zephyr? ¿Stormfly?

—No sabemos. —respondió la nadder con angustia. —Después del almuerzo, el hijo de Ruffnut pidió ir al baño y luego un minuto después también el hijo de Alberick. Es muy común que después del almuerzo quieran ir al baño y el maestro los dejó ir, pero los minutos pasaron…

—El maestro Alberick fue a buscarlos al baño que está más cerca del salón. —le siguió Zephyr con tristeza. —pero no los encontró, luego los buscó en otros baños, pero tampoco estaban.

—Vocearon a los niños, pensando que estaban haciendo de las suyas. —continuó Stormfly. —Pero al no recibir respuesta, encendieron la alarma y entre otros maestros los buscaron, pero nada, fue entonces que decidieron llamar a la policía y dar por terminadas las clases.

—Ya veo. —musitó Astrid acariciando la mejilla de su pequeña. —Y… Stormfly, Toothless ¿no sintieron algo raro? ¿Alguna presencia?

Ambos guías negaron con su cabeza.

—¿Crees que sea obra del titiritero? —preguntó Toothless preocupado.

—No me extrañaría, es su modus operandi. Atacar a los que están relacionados con nosotros y atacar a inocentes.

—¿Y qué hacemos entonces, Astrid? —cuestionó ahora Stormfly.

—Ustedes vuelvan a casa. —se escuchó otra voz por detrás de ellos.

—¡Papi! —exclamaron los niños al ver de quien se trataba y rápidamente acudieron con él para abrazarlo.

—Que bueno que están bien, niños. —les acarició Hiccup su cabello.

—Papi, mis amigos… —musitó Zephyr con angustia.

—Lo sé, lo sé… no te preocupes, los vamos a encontrar. ¿Sí?

La niña asintió con melancolía.

—¿Ya averiguaste algo, Hiccup? —preguntó Astrid, yendo directamente al grano.

—No, recién llego, pero antes de hacer algo creo que lo mejor es que los niños vuelvan a casa, sólo así podré concentrarme mejor en lo que hago si sé que están a salvo dentro de la barrera.

—No te preocupes, amigo. Stormfly y yo nos encargaremos de eso de inmediato. ¡Nos iremos volando! —dijo Toothless entusiasmado.

—Gracias amigo, y Astrid…

—Te ayudaré, ya sabes.

Hiccup asintió sin objetar a su deseo, después de todo habían acordado que cualquier cosa que pasara en relación con su enemigo lo resolverían juntos. Así que, creando una ilusión a su alrededor, les permitieron a los dragones volver a su modo titan para que ambos escoltaran a sus hijos a la casa.

—¡Papi, mami! ¡Se los encargamos! —les gritó Zephyr desde el lomo de Stormfly, mientras esta alzaba el vuelo.

—¡Sí! ¡confía en nosotros, hija! —le gritó Hiccup, mientras se despedía.

—¡Manden un mensaje cuando lleguen a casa! —gritó Astrid, precavida como siempre.

Los dragones sólo asintieron a sus órdenes y en cuestión de segundos despegaron velozmente fuera de la zona escolar.

Quedándose solamente ellos dos, entre el caos que había en la escuela ambos hechiceros se miraron y asintieron, para después aventurarse a las instalaciones en donde comenzarían con las averiguaciones.

Acudiendo del lado contrario a donde estaba el tumulto de padres, Hiccup, mostrando previamente su placa, entró junto con Astrid a la zona restringida de la escuela. Entrando a las instalaciones, fueron directamente al salón de clases de su hija en donde sorpresivamente vieron que Dagur, junto con su practicante Gustav estaban interrogando al maestro, mientras que en las bancas que ocupaban los niños estaba la desahuciada Mako y Ruffnut, esta última acompañada de su entristecido hermano.

Astrid al ver a sus amigas se separó de su novio para ir con ellas y darles algo de consuelo, mientras que Hiccup acudió directamente en donde estaba el maestro.

—Alberick…

El maestro al escuchar al padre de su alumna levantó la cabeza, pero con tan sólo verlo volvió a bajar la mirada con melancolía.

—Necesito saber qué pasó exactamente. —solicitó Hiccup, siendo un tanto frio, pues sabía que no había tiempo para las lamentaciones.

—Ya se lo dije al detective Deranged. —respondió el cansado maestro. —Los niños me pidieron permiso para ir al baño y ya no volvieron, yo…

Era difícil hablar, el maestro volvió a lamentarse y las damas que estaban en los asientos no ayudaban pues también gritaban desesperadas que no tenían idea de qué pasaba o porque les había ocurrido eso a sus hijos.

—¿Hay grabaciones o algo por el estilo? ¿Qué dicen las cámaras?

—Hay un equipo revisando eso en este momento. —informó Dagur.

—Quiero ver lo que descubren. ¿Será que podemos ir?

Dagur inmediatamente hizo una llamada rápida y en cuanto lo confirmaron le dio el visto bueno a su camarada para ir a donde se encontraba las cámaras de vigilancia de la escuela. Hiccup no perdió el tiempo y se dirigió a dicho lugar, siendo seguido por Dagur, Alberick, Astrid, así como las madres de los niños.

Al llegar al cuarto de vigilancia había varias personas analizando cada uno de los videos captados con las cámaras.

—¿Han descubierto algo?

—Encontramos algo, detective, pero es muy extraño. —respondió el que, en ese momento, tenía el control de las grabaciones.

—¿Qué es? —preguntó Hiccup de inmediato.

—Vean esta cámara. —señaló el muchacho al monitor que estaba en la esquina.

—En esta se puede apreciar el momento en el que el menor Thorton salen del salón de clases.

Ruffnut sintió el corazón oprimido al ver a su pequeño mocoso en la cámara.

—Dos minutos después, sale el menor Kogeorns. —siguió explicando el policía, adelantándose un poco a dicho momento.

Los padres del menor también reprimieron un gemido doloroso al ver a su pequeño hijo caminando inocentemente al baño.

—Hasta ahí no hay ningún problema, pero cuando cambiamos a la cámara que da vista a donde se encuentra el sanitario de los niños. —señaló el policía otro de los monitores en donde se apreciaba el pasillo.

Ahí todos los presentes vieron en primer instancia que el menor Thorton había llegado al baño, aproximadamente un minuto y medio después salió y se encontró en el pasillo con su compañero, el cual al entrar en el baño le hizo una pequeña broma sosteniéndole la puerta para que no pudiera salir.

Las grabaciones no tenían audio, pero por la risa de Thorton parecía estar disfrutando de hacer la broma a su compañero de clases; sin embargo, de repente una repentina distorsión apareció en el video al mismo tiempo que Nuffnut Thorton (que daba a la espalda a la cámara) dejó de sostener la puerta para mirar fijamente algo aparentemente hacia lo alto. En ese momento, Akito Kogeorn sale del baño, molesto por supuesto, pero un segundo después también se queda mirando algo hacia lo alto, posteriormente el video se distorsiona.

—Pero ¡¿qué pasa?¡¿Por qué no se ve?! —exigió Dagur una explicación a su compañero.

—Detective, no sé… esto se ve por alrededor de unos segundos, si le adelanto los niños de repente desaparecen del foco de la cámara, miren… se los mostraré.

—¡No! —exclamó Hiccup de repente.

Los presentes se asustaron por tan repentino grito, y también al ver la cara de espanto de Haddock, que veía con horror hacia la distorsión del video.

—¿Qué pasa, Hiccup? —preguntó Astrid, presintiendo que su novio estaba viendo algo que no era visible para el resto.

Y así era, Hiccup sudó en frio al ver el video, para él no había dicha distorsión claramente podía ver que lo que veían los niños era a un hombre alto, pero no era cualquier hombre, él lo conocía muy bien, era el capitán de la policía: Lenny.

Lo que aconteció posteriormente fue que, con un movimiento increíblemente rápido, tomó a ambos niños entre brazos, estos extrañamente no opusieron resistencia, al momento en que los tomó ya se encontraban desmayados, pero lo que le hirvió la sangre fue que Lenny o más bien la criatura que tomaba aquella forma miró directamente hacia la cámara dejando un peculiar mensaje.

"Si los quieres, encuéntrame"

Leyó de aquellos perversos labios y lo que pasó después fue que huyó a una velocidad impresionante, en ese momento para los demás la distorsión terminó y en el video sólo se podía apreciar un pasillo vacío.

—Hiccup… —llamó Astrid nuevamente, colocando una mano sobre su hombro.

El hechicero reaccionó ante su tacto, pero aún conmocionado sólo pudo mencionar un "He visto suficiente" y sin decir más, abandonó el cuarto de cámaras.

Astrid enseguida lo siguió, así como Dagur, quien pidió a los demás presentes permanecer en su sitio.

Mientras tanto, Hiccup aún sin decir nada, abandonó las instalaciones, después de lo que había visto, sintió que necesitaba un poco de aire.

—Hiccup, ¡¿qué pasa?! ¿Qué viste? —preguntó Astrid, tratando de confortarlo.

—¡él los tiene Astrid! ¡él! —respondió este furioso.

—¿El titiritero?

—¡Sí! O más bien esa cosa que lo acompañaba, el que atacó a Alúmini aquel día en el hospital y todo parece indicar que me quiere o nos quiere llevar a una especie de trampa.

—Tranquilízate Hiccup, este es el momento en que debemos hacer nuestra jugada, no dejaremos que esa cosa o el infeliz que esté detrás de esto nos gane.

Hiccup asintió, teniendo como primer instinto ir a un lugar en especial.

—Oye Hiccup, ¿qué rayos te pasó? Asustaste a esos padres y a nuestros colegas. —llegó Dagur con ellos.

—Dagur, entretenlos como puedas, esto se acaba de convertir en un código egni y sólo Astrid y yo podemos resolverlo.

El pelirrojo dio un grito ahogado.

—Dagur, discúlpanos con Alberick y el resto, por favor. Astrid… andando, tenemos que ir a un lugar.

La hechicera rápidamente asintió y sin dar más explicaciones, ambos abandonaron la zona escolar, dejando atrás a un muy preocupado Dagur.

—¿A dónde vamos Hiccup? —preguntó Astrid, tomando el lugar del copiloto del auto de Hiccup y ajustándose rápidamente el cinturón.

—A la estación de policía. —respondió este, pisando a fondo el acelerador.

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Por otro lado, Toothless y Stormfly llegaron a la casa sin ninguna complicación y lo primero que hicieron fue mandar el mensaje que Astrid les pidió que enviaran a su llegada. Posteriormente el interrogatorio no se hizo esperar por lo que les dieron detalles a Alúmini y a Heather sobre lo sucedido y también las averiguaciones que harían sus amigos a raíz del problema de los niños desaparecidos.

—Que horror, ese tal titiritero no tiene límites. Me asusta de sólo pensar a los extremos a los que puede llegar. —comentó Heather sintiendo escalofríos.

—Sí, pero estoy seguro de que Hiccup y Astrid darán con él, pero rayos… quisiera ayudarlos. —opinó Toothless, sintiéndose un poco inútil.

—Nosotros tenemos un deber con sus hijos. —dijo Stormfly, viendo a los niños.

Nuffink se encontraba un tanto aburrido o eso parecía por como movía sus pies por encima del sofá, mientras escuchaba todos aquellos problemas, mientras que Zephyr seguía un poco desanimada por lo que había pasado con sus amigos.

—Eh… niños. ¿Quisieran comer algo? —preguntó Alúmini al verlos desanimados. —Aun no preparamos nada, pero podemos hacer lo que quieran.

—No tengo muchas ganas. —dijo Zephyr angustiada.

—Yo tampoco. —dijo Nuffink.

Era comprensible para los adultos que no estuvieran animados, después de todo los habían sacado a ambos antes de tiempo de la escuela y bajo circunstancias nada agradables.

—¿Puedo jugar afuera en el jardín? —pidió Nuffink.

—Ah, preferiría que te quedaras adentro, hace mucho frío. —respondió Stormfly.

—Ay, vamos Stormfly no pasa nada si va bien abrigado, además está dentro de la barrera, nada le ocurrirá en el jardín. —opinó Toothless, tratando de ser empático con el niño.

La nadder resopló.

—De acuerdo, pero sólo un rato en lo que terminamos de hacer la comida, y ponte el gorro y los guantes.

—¡Sí! Iré por mis juguetes. —exclamó el pequeño, levantándose de su asiento.

Enseguida, corrió a la parte de arriba para minutos después bajar con el auto monstruo que le había regalado Santa Norte en Navidad y finalmente salir al jardín exterior.

Verlo tan entusiasmado hizo a Zephyr sonreír levemente y a sentir una pequeña necesidad de también salir momentáneamente al jardín.

—Yo también saldré, iré al columpio. —avisó a sus mayores e inmediatamente siguió el mismo camino de su hermano.

—Yo creo que mientras le adelantaré un poco al trabajo. —dijo Heather una vez que los niños se fueron.

Mientras tanto los guías, confiando en la barrera que rodeaba la casa y el conjuro que le acompañaba, se dirigieron a la cocina para seguir con sus actividades.

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Los minutos pasaron en la casa Haddock - Hofferson, Nuffink no se cansaba de su juguete al cual lo había hecho estrellarse en varios puntos del jardín, pero cuando finalmente se aburrió de este, comenzó a recolectar escamas que tanto a Toothless como a Stormfly se les caían cada vez que se transformaban y alzaban el vuelo o descendían.

—¿Qué tanto haces Nuffink? —preguntó Zephyr, quien se balanceaba con pereza en el columpio.

—Recolecto. —respondió este, llevando consigo una de las canastas que usaba su mamá en el trabajo y en la cual ya tenía varias escamas negras y azules. —Papá me dijo que si juntaba muchas tal vez podría hacerme un escudo de guerrero o traje, así como de super héroe. —dijo emocionado.

—¿En serio? ¿Con las escamas de Toothless y Stormfly? —bajó Zephyr del columpio curiosa, para ver cuantas llevaba su hermano.

Este le mostró su colección a lo que Zephyr comenzó a revolver las escamas para apreciar lo diferente en tamaños que eran cada una de estas, hasta que su mano tocó algo que no era precisamente una escama.

—Ay, esto es una piedra.

—Debe ser de lo de las plantas de mamá o algo así. —dijo el pequeño tomando la piedra que su hermana había encontrado y arrojándola lejos, en dirección al exterior del jardín.

Claro esta que cuando la roca chocó con la barrera invisible, esta rebotó hacia adentro, creando sólo una onda sobre la superficie de la barrera.

—Wow…—admiraron ambos niños.

Ambos sabían de la barrera protectora que su padre había construido y habían salido y entrado varias veces de ella en compañía de sus mayores, pero hasta este momento no habían apreciado el cómo se veía cuando esta rechazaba algo.

—Arrojemos otra cosa. —pidió el divertido Nuffink, tomando otra roca del suelo, la cual tuvo el mismo destino de la anterior.

Zephyr, siendo tan curiosa como su hermano, igualmente lo imitó, pero tomando una pequeña pelota que rebotó graciosamente ante ellos.

—¿Qué pasa si lo tocamos? —preguntó Nuffink, curioso ahora por ser él quien tocara la barrera.

—Pues creo que nada… mamá dijo que sólo a los malos los electrocuta y los hace desaparecer.

—Oh… yo quiero ver como desaparece algo. —comentó el menor, tomando una de las escamas de su canasta y arrojándola hacia la barrera.

Sin embargo, a diferencia de los demás objetos, la escama traspasó la barrera y cayó en la acera del exterior de la casa.

—¡Wow! —volvieron a exclamar los niños sorprendidos.

Nuffink, sintiendo más curiosidad, fue al limite de la barrera para recuperar la escama, pero en cuanto sus manitas trataron de traspasar aquel limite, la barrera se lo impidió, reaccionando como un cristal invisible.

—¡Ay, mi escama se quedó afuera!

—Pues creo que ahora le tendrás que decir a uno de los guías que vaya por ella. —consideró Zephyr sin ver otro modo de recuperarlo.

Nuffink hizo un berrinche, viendo su escama del otro lado, sin embargo, de repente algo más allá de donde se encontraba aquella escama llamó su atención. Del otro lado de la calle, justo frente a la casa de los Deranged, estaban los niños desaparecidos. Nuffnut y Akito.

—¡Mira Zephyr! —señaló el pequeño.

La niña dio un grito ahogado al ver lo que su hermanito señalaba.

—¡Son ellos! Le avisaré a Toothless y a Stormfly.

—Ya se van.

Inesperadamente, los niños desaparecidos dieron media vuelta y comenzaron a caminar entre las dos casas que había frente a ellos.

—¡No se vayan! —gritó Zephyr, temiendo que se perdieran otra vez.

—Ay, debemos alcanzarnos. —se apresuró Nuffink a ir hacia la salida del jardín.

—Pero ¡la barrera Nuffink! —advirtió Zephyr.

—Creo que ya sé. —dijo el pequeño, tomando una de las escamas de su canasta y anteponiéndola ante la barrera.

El efecto fue que esta reaccionó como si el dueño de aquella escama estuviera acompañando al pequeño por lo cual lo dejó salir. La sorprendida Zephyr, al ver lo que su hermano había hecho, la hizo reaccionar del mismo modo, tomando una escama de la canasta se aventuró a ir por él antes de que se metieran en problemas por salir sin permiso.

Pero apenas saliendo de la barrera y de tomar a su hermano de la mano antes de que este se atreviera a cruzar la calle solo, una persona cubierta por una capucha negra apareció frente a ellos.

—Vaya… pensé que me sería más difícil capturarlos.

Los niños sólo pudieron temblar del miedo, cuando aquel hombre los tomó con su magia.

—¡AUXILIOOOO! —

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—¿Qué fue eso?! —exclamó Stormfly con la piel erizada al escuchar a los niños.

—Zephyr, Nuffink. —gritó Toothless, dejando lo que estaba haciendo para salir por la puerta trasera

Las guías femeninas, así como Heather que también había escuchado los gritos, corrieron hacía la parte de frente de la casa, en donde con horror vieron que había un hombre con los niños enredados entre un egni de una coloración azul oscuro.

—Pero… ¿cómo? —balbuceó Alúmini, sin comprender como aquellos niños habían salido de la barrera.

—Parece que Hiccup Haddock omitió algunas cosas en su barrera. —se burló el hombre, arrojando una de las escamas culpables de lo sucedido.

A Toothless se le afilaron los ojos.

—Deja… a… esos… niños en paz…—amenazó cautelosamente, pero con una voz llena de rencor.

—Me temo que no me es posible, me los llevaré, y quiero que le digan esto a sus amos: Si quieren volver a ver a sus hijos y a los otros dos mocosos, que traten de encontrarme, en el bosque oscuro de Berk.

Al par de su amenaza y utilizando su magia, el titiritero lanzó a los niños hacia la misma dirección a donde se habían ido los niños desaparecidos. El eco que resonó de los cautivos niños alejándose de su hogar terminó por encender la ira de los guías.

Toothless y Stormfly, encolerizados, se transformaron rápidamente y en conjunto se lanzaron hacia el hechicero para atacarlo; sin embargo, este, anticipándose al ataque, manifestó su magia y, utilizando el conjuro de levitación, los esquivó antes de que estos lo alcanzaran, pero tanto el furia nocturna como el nadder mortífero eran dragones muy veloces, por lo que puso la segunda fase de su plan en marcha, algo que suponía no esperarían.

—Ay, dioses… Toothless, Stormfly. —susurró la preocupada Alúmini viendo todo desde la superficie, cuando repentinamente sintió que alguien la tomó por el hombro.

La única que estaba con ella era Heather y por inercia se volvió hacia ella para verla; sin embargo, lo que no esperó es que la mejor amiga de Astrid la recibiera con un puñetazo en la cara.

—¡Heather! —gritó, al momento en que esta se arrojó encima de ella para agarrarla a golpes.

Estaba siendo controlada.

Al grito de la luminosa, Toothless perdió la concentración y rápidamente miró hacia la superficie donde vio que un tumulto de personas salía de las casas vecinas para rodear la propiedad de los Haddock- Hofferson.

Tanto Toothless, como Stormfly, así como la atacada Alúmini dieron un grito ahogado al ver a todas aquellas personas, mientras que el titiritero aprovechando la confusión, hábilmente movió los hilos de todos sus títeres para hacerlos entrar a la propiedad.

Las personas controladas y totalmente desquiciadas entraron sin problemas al primer filtro de la barrera y enseguida a donde se dirigieron fue hacia el frondoso árbol hermanito, pero antes de que pudieran siquiera acercarse a este, el segundo filtro del escudo protector reaccionó y envolvió a todas aquellas personas en un escudo de luz.

Las personas controladas inmediatamente fueron liberadas de la magia, pero cayeron desmayadas en el jardín de la casa.

Había olvidado ese filtro. —pensó Toothless aliviado.

—Toothless, acabemos de una vez por todas con él. —escuchó decir a su compañera, la cual seguía acechando al incrédulo titiritero que al parecer también desconocía aquella habilidad de esa barrera.

Mientras que, por debajo, la atacada Alúmini al no poder quitarse la agresividad de la controlada Heather, se transformó en dragón para librarse de ella. La jardinera quedó tendida torpemente en el suelo; sin embargo, apenas levantándose, Alúmini, nuevamente en su forma humana, le dio un certero golpe en la mejilla y enseguida se aventó junto con ella hacia el interior de la casa en donde por estar controlada también quedó atrapada en un escudo de luz.

El titiritero al ver que le habían quitado a su último juguete y que nuevamente estaba a merced de dos enormes dragones, trató de huir impulsándose con el egni, pero Toothless y Stormfly le impidieron el paso.

Hasta aquí llegaste. —amenazó Toothless, iluminándose.

Entréganos a los niños. —ordenó Stormfly.

Sin embargo, el titiritero a pesar de las circunstancias y de tener todo en su contra sonrió de lado con otro plan en mente.

—Me puedo dar una idea de lo que me están diciendo, pero… ¡Se equivocan si creen que pueden ganarme! ¡YO SOY UN HECHICERO!

A su grito una red de hilos comenzó a rodear todo el campo de los dragones, tan rápidamente, que estos tuvieron que separarse para evadirla; sin embargo, dirección a donde volaban era un trazo de hilo que iba apareciendo y los frenaba y así, poco a poco, se les fue cerrando el camino. Tanto Stormfly como Toothless lanzaron sus técnicas, pero la magia de aquel hechicero se estaba manifestando de una manera tan poderosa que sus ataques comenzaron a rebotar por encima de los hilos.

Toothless, nos va a controlar —advirtió Stormfly temerosa, quedando cada vez con poco espacio para volar.

—¡No, no, no…! —gruñía este, disparando todo su potencial contra los hilos, pero finalmente estos los fueron envolviendo cada vez más. —¡Vuelve a tu forma original!

No teniendo otra alternativa, ambos se iluminaron para escapar en sus formas más pequeñas, pero antes de que pudieran hacerlo, el titiritero con un cerrar de su mano, hizo que los hilos los envolvieran a ambos como dos bolas de estambre, Stormfly y Toothless quedaron atrapados y sin la posibilidad de poder deshacerse del hilo.

—Que tengan buen viaje.

Fue lo único que les deseó el sonriente titiritero al momento de que golpeó aquellas dos bolas de hilo como si de dos pelotas de golf se trataran.

En el jardín, la boquiabierta Alúmini aún no podía creer lo que veía y más se espantó cuando las bolas de hilo en donde estaban su pareja y amiga chocaron violentamente contra la barrera que, detectando el hilo como un objeto enemigo, lo electrificó, pero también a aquellos que estaban dentro de la bola.

—¡TOOTHLESS, STORMFLY! —gritó horrorizada, viendo como los cuerpos de los dragones caían desmayados sobre la acera de la calle, y el hilo que los envolvía poco a poco desaparecía.

En las alturas ya no había rastro del titiritero.

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—Hiccup, ¿qué hacemos aquí? —preguntó Astrid, cuando finalmente ambos llegaron a la estación.

Pero Haddock no le respondió y sólo le pidió que lo siguiera, y enseguida bajó del auto apresurado. Astrid lo siguió sin más y sólo observó como su novio rápidamente preguntaba a la gente de recepción si habían visto al capitán Lenny.

—Está en su oficina, no ha salido de ahí. —respondió la recepcionista un tanto desconcertada por la actitud de su compañero de trabajo.

—Sí, claro… —golpeó Hiccup el mostrador para luego dirigirse rápidamente hacia donde estaba el área de investigación.

Astrid continuó siguiéndolo a pesar de las miradas de los demás policías y otros presentes que comenzaron a murmurar sobre su presencia y la actitud de su compañero. En tanto Hiccup, él ignoró todos aquellos cuchicheos y siguió caminando hasta que finalmente llegó a la oficina del capitán donde entró de golpe.

—Astrid, asegura la puerta, haz que nadie pueda entrar o salir de aquí —ordenó rápidamente.

La hechicera rápidamente obedeció y conjuro un hechizo, al mismo tiempo que veía como Hiccup sin tantos tapujos iba hacia donde estaba el capitán.

—¡HADDOCK, ¡QUÉ ESTÁ PASANDO! ¿Cómo se atreve?! —Gritó Lenny con desafío al ver su oficina invadida.

—¡CIERRA LA BOCA! — lo empujó Hiccup contra la pared. —¡¿DÓNDE ESTÁN LOS NIÑOS?! —Exigió, mientras le apretaba el cuello.

—¡ni-ños! ¿De q-ué me ha-blas? —respondió este sofocado.

—Te vi, en el video, me dijiste "Si los quieres, encuéntrame" … pues ya lo hice, ahora dime donde están.

—No sé… de qué… me hablas.

—¡Ya basta de farsas! ¡Dime realmente quién eres! ¡¿Eres tú el titiritero?!

—Haddock… te va a pesar…. No sabes… con quién… te metes… —gruñó este furioso.

—¡No me hagas perder la paciencia!

Furioso, Hiccup arrojó a Lenny con magia hacia el otro extremo de la oficina.

—Hiccup… ¿cómo sabes que es él? —preguntó Astrid, dudosa de qué el fuera a quien estaban buscando y temiendo que su novio cometiera una locura.

Pero Hiccup no respondió y evocó a inferno, para seguir amenazando al que estaba en el suelo, sobando su cabeza. Lenny al ver la espada en llamas, rápidamente retrocedió en el suelo y comenzó a suplicar

—Por favor, yo no he hecho nada. Astrid, ayúdame, ayúdame por favor, tu marido está loco.

Tal era el ruego que Astrid vio que tendría que interferir si Hiccup no se calmaba un poco y analizaba todo con mejor detenimiento.

—¡NO HABLES A MENOS DE QUE ME DIGAS EN DÓNDE ESTÁN LOS NIÑOS! —amenazó Hiccup, levantando a inferno para comenzar con la tortura.

—Hiccup, ¡basta!

Pero inesperadamente, el hacha Sky se interpuso a Inferno y al desconcertado Hiccup. Mientras que, en el suelo, el temeroso Lenny se cubría la cabeza.

—¡Astrid, no te dejes engañar!

—pero… ¿qué tal si estás equivocado? ¿Quemarás su alma?

—Si no me queda de otra lo haré…

—Hiccup… —susurró Astrid asustada. —Piénsalo bien…

Pero este seguía negando, no estaba dispuesto a detenerse cuando tenía la certeza de que el enemigo era a quien tenían enfrente, pero mientras lo discutían, Lenny, aún en el suelo, hacía su propio movimiento.

—¿Entonces qué propones?

—Llevémoslo a casa, si la barrera lo rechaza, entonces es el enemigo.

Hiccup, lo pensó, era algo factible lo que su novia decía, pero no quería arriesgarse a andar con un loco en su auto y menos llevarlo a su casa, pero si se equivocaba tendría otra alma cargando sobre su espalda, por lo que, viendo a Astrid a los ojos, le dio la razón y asintió.

—Está bien.

Astrid sonrió, aliviada de haberlo hecho reaccionar; sin embargo…

—De aquí no se mueve nadie…

Amenazó el tercero en discordia.

Hiccup y Astrid fijaron su mirada hacia el capitán, el cual a tientas se puso de pie amenazándolos con un arma de fuego.

—No saben en lo que se han metido, Haddock… haré que pagues muchos años por esto.

Hiccup resopló.

—Lenny, no tengo tiempo para esto. —y se preparó para contratacar con Inferno, así como Astrid.

—¿Por qué no duermes un momento? —sugirió Astrid, anteponiendo a Sky.

Y con sólo ver aquellas dos armas, el que tenía la pistola lo pensó mejor y optó por correr, pero el modo en que lo hizo disipó las dudas de los hechiceros, pues este se movió velozmente ante la mirada de Hiccup y Astrid.

—¡Sí es él! —gritó la hechicera, sintiéndose una tonta.

Mientras que Hiccup, gruñó furioso.

El falso Lenny corrió a la puerta, pero está había quedado cerrada con la magia de Hofferson por lo que de igual manera se encontraba atrapado.

—¡Quédate quieto! ¡Infeliz! —arrojó Hiccup una bola de fuego que el falso Lenny esquivó rápidamente.

—Maldito, me engañaste. —gruñó Astrid furiosa y avergonzada. Arrojando su magia en un cumulo de descargas eléctricas.

Lenny nuevamente se movió, para escapar del ataque en aquella pequeña oficina, pero una parte de él si fue alcanzado por los rayos.

—¡Que te quedes quieto! —se arrojó Hiccup sobre él.

Pero cuando lo hizo, sólo quedó encima de la ropa que Lenny llevaba.

—¿Qué?

—¿A dónde se fue?! —se preguntó Astrid, viendo por toda la oficina.

Hasta que de repente, sintió un cosquilleo en la entrepierna, cuando bajó la mirada, horrorizada vio que se trataba de una pequeña lagartija o más bien un pequeño dragón que se movía rápidamente por encima de ella.

—Ay, maldito. —gruñó Hiccup enrojecido aún en el suelo, de sólo pensar que esa lagartija era una pervertida.

Pero la que terminó con la paciencia colmada fue Astrid, que envolviéndose entre choques eléctricos detuvo el andar del pequeño dragón.

Este cayó electrificado, pero antes de que cayera al suelo, Astrid lo tomó entre su puño y lo apretó.

—Ahora sí, maldita lagartija. ¡Habla de una vez por todas! —lo zarandeó para que despertara.

Pero el dragón al despertar y ver en la posición en la que estaba rápidamente mordió la mano de la hechicera, sumiendo la totalidad de sus dientes. Esto hizo que Astrid lo soltara rápidamente; mientras que Hiccup trató de atraparlo, pero al estirar la mano, el pequeño dragón se envolvió en luz, y lo sorprendió con un coletazo, para después correr nuevamente hacia la puerta la cual con un empujón logró romperla para escapar.

Inesperado para Hiccup, quien pensaba que Astrid la tenía sostenida con su magia, pero al verla para pedirle explicaciones, sólo vio como esta se dejaba caer sobre sus rodillas mientras se sostenía con dolor la mano que le había sido mordida.

—Astrid, ¿que tienes? —acudió rápidamente con ella.

—Siento que no puedo mover la mano. —respondió quejumbrosa.

Hiccup la observó y vio como el área que le había mordido se tornó rápidamente en un color morado.

—Es veneno, creo que del mismo que utilizó contra Alúmini.

Rápidamente, Hiccup apretó su muñeca para impedir que el veneno se extendiera al resto del brazo y con cuidado la sacó de la oficina del capitán para llevarla a un baño. Claro esta que cuando salieron, muchos policías y detectives los veían con unas enormes incógnitas sobres sus cabezas, porque para empezar todos habían presenciado como la puerta había salido volando de la nada y quedó destrozada, y en segundo porque uno de sus compañeros ahora llevaba una mujer herida hacia el baño y del capitán no se veía nada.

Pero a Hiccup poco le importó lo que pensaran todos en ese momento, lo único que le importaba era Astrid, a quien sin más la metió en el baño de varones, en donde se encerraron, para enseguida lavar su mano.

—Ay, así se siente mejor. —dijo Astrid ya más aliviada cuando sintió el agua.

—Lo bueno es que Alúmini y Toothless nos dijeron que se quitan esos efectos con sólo lavar bien con agua la zona afectada, ese dragón tiene un veneno muy fuerte, pero que afortunadamente se disipa con agua.

—Sí, Hiccup… perdóname. Ese dragón se escapó por mi culpa. —susurró Astrid con angustia. —Debí confiar en ti, no volverá a pasar.

—No, tú tenías razón. Me dejé llevar por la ira y ni siquiera me detuve a pensar si era el verdadero Lenny o no, tal vez de haber actuado bien desde un principio pudimos haberlo llevado a la barrera y desde casa confirmar mis sospechas, pero… como Lenny no es un sujeto de mi santa devoción, no sé… creo que me dejé llevar…

Astrid sonrió levemente, mientras que su mano seguía siendo atendida delicadamente por la mano de Hiccup.

—Confío en ti Astrid, así que nunca dudes en decirme lo que piensas. ¿Hecho?

—Hecho. —aceptó ella ya más alivianada.

—Y no te preocupes por ese dragón. —continuó Hiccup, mientras tomaba algo de papel secante para terminar con la curación. —Lo atraparemos, ya lo verás.

—Eso espero… porque…

—¿Qué? ¿Qué pasa?

—No sé tú, pero… siento que ya no rendimos como antes, es decir, fuimos derrotados por un dragón guía.

—Oh… bueno, tal vez nos estamos volviendo viejos, es decir, ya casi tenemos 32 años, ya no rendimos como antes, nos estamos "oxidando"

—¿Es enserio? ¿Te sientes viejo? —preguntó Astrid con una risita.

—Sí, sí… lo sé, suena tonto, porque se supone que los treintas son los nuevos veintes ¿no? —bromeó.

Astrid volvió a reír.

—No, yo lo que pienso es que nos hace falta entrenamiento, estamos tan sumidos en nuestras actividades que…

—Ay, Astrid… pero ¿en qué momento? En lo personal yo preferiría pasar mi tiempo con mi familia, ver por mi familia que estar incrementando mis poderes, ¡Ush! No sé si me explico.

—Sí, y créeme que yo también, pero… debemos ser realistas Hiccup, alguien nos trajo a este mundo ¿con qué propósito? No lo sabemos, lo único que sabemos es que nos están atacando y no sólo a nosotros sino a los que queremos también, decidimos pelear, pero sinceramente ya no sé si estamos a la altura de nuestro enemigo.

—Lo sé, y lo comprendo… pero, no sé, yo sólo espero poder acabar pronto con esto, para así finalmente vivir tranquilamente y sin preocupaciones.

Astrid sólo emitió un suspiro y no dijo más.

—¡OYE HADDOCK! ¡Estás ahí! —se escuchó de repente fuera del baño.

—Creo que habrá algunos que querrán explicaciones. —presintió Astrid con una sonrisita.

—No te preocupes, yo me encargo. Después volveremos a casa, porque creo que necesitaremos refuerzos.

—Está bien. —

Astrid sonrió, viendo como Hiccup se apresuraba a la puerta para dar "explicaciones"; cuando de repente, sintió una punzada en el pecho que le dolió profundamente, instintivamente se miró la mano pensando que era el veneno, pero vio que en su mano sólo habían quedado los huequitos de los dientes del dragón.

"No, es algo más" pensó comenzando a asustarse, pues aquella sensación la comparó con aquel presentimiento que tuvo cuando Hiccup fue herido.

.

.

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Mientras tanto, lejos de la estación de policía y de la casa Haddock- Hofferson en la profundidad de un bosque un cansado hechicero llevaba a rastras a cuatro niños en una jaula, dos de ellos no emitían sonido alguno, mientras que los otros dos iban aferrados el uno al otro.

Zephyr, como hermana mayor, abrazaba fuertemente a su hermano y le susurraba que no dijera nada ni que llorara, pues temía hacer enojar a la persona que los había capturado.

—Malditos niños, pesan demasiado. —se quejaba el hechicero.

Estaba agotado, pese haber ganado la batalla contra los dragones había usado más magia de la que pensaba usar, y para colmo también había tenido que utilizar más para poder escapar sin que nadie lo viera.

Después de derrotar a los dragones, acudió a donde había dejado un auto en donde encerró a todos los niños y después condujo a toda prisa hasta el límite del bosque, desde ahí, comenzó una larga caminata hacia su guarida en donde por un par de horas tuvo que andar arrastrando al montón de chiquillos en una jaula.

Pero su esfuerzo se vio compensado cuando finalmente llegó a su cueva sin tener algún percance.

Una vez dentro de su guarida, arrojó la jaula con todo y niños al primer rincón que vio. El movimiento hizo que Nuffink chillara asustado, a lo que su hermana le tapó la boca para que no llorara. Nuffnut y Akito aún no reaccionaban.

—Ah… lo siento. —dijo el desganado hechicero, acomodando la jaula cuando vio lo mal que había quedado.

Al mover aquella pequeña prisión, vio fijamente a los hijos de sus enemigos los cuales lucían sumamente asustados.

—No pongan esa cara mocosos, aún no pienso hacerles daño, no al menos como cuando controlé a esa maestra. —recordó mientras se quitaba la capucha.

Al hacerlo, Zephyr ahogó un grito, pues lo conocía.

—Usted… —susurró espantada.

—Ay, vaya… veo que me reconociste… ¿te lo esperabas, niña? —dijo burlonamente.

—Pero sí usted es… —balbuceó la impactada Zephyr.

—No importa nada de eso mocosa… ya no importa, y como decía no les haré nada, a menos de que sus papitos no cumplan con mis exigencias y me den lo que quiero. —continuó burlonamente.

—¿Piensa matar a mis papás? —preguntó preocupada.

—Si me obligan así lo haré, realmente no me importa si viven o mueren, pero todo dependerá de ellos. —dijo no muy convencido.

—¡NOOO! —chilló Nuffink cubriendo sus oídos. —¡No los vas a matar! ¡No los vas a matar!

—¡Ya cállate, mocoso! —pateó el titiritero la jaula. —Más vale que no me hagan enojar o tendré que deshacerme antes de ustedes. Le llevaré tu cabeza tu mamita ¿es lo que quieres?

—¡NOOOOO! —gritó Nuffink más fuerte.

—¡Ya basta! ¡Lo está asustando! —pidió Zephyr también llorando.

—¡Que se callen!

El titiritero estaba perdiendo la paciencia y con otra patada volvió a mover de posición la jaula, haciendo que los niños cayeran bruscamente de cabeza y que ocasionara más lloriqueos por parte de Nuffink.

—¡No lo diré una vez más…

—Nuffink… Nuffink… por favor. —rogó Zephyr tomando a su hermano de los hombros en medio de aquel pequeño caos

Pero este seguía con sus ojos cerrados y con sus oídos cubiertos por sus manos.

—¡Perdón, perdón…Zephyr, fue mi culpa, yo me salí de la barrera! ¡No debí salir de la barrera! ¡NO DEBI SACARTE DE LA BARRERA!

—¡Ya basta! —amenazó el titiritero moviendo nuevamente la jaula y manifestando el egni en su mano.

Al verlo amenazante frente a ellos, Zephyr gritó:

—NOOOOOO.

Instintivamente y como modo de protección levantó su mano y cerró los ojos, deseando poder detenerlo de algún modo. Cuando de repente, todo se silenció a su alrededor, no hubo ningún ataque ni más amenazas, sólo pudo escuchar levemente los chillidos de su hermano.

Al abrir los ojos, sintió una punzada en su pecho al ver al enemigo de sus padres inmóvil con todo y su magia. Nuffnut y Akito tampoco parecían siquiera que respiraban, el único que parecía estar vivo ahí con ella era su hermano, el cual seguía cubriéndose asustado.

—¿Nuffink?

A su llamado, el pequeño levantó su mirada los cuales no tenían su usual brillo, era como si estuviera ido.

—Nuffink… ¿Qué tienes?

No debí sacarte de la barrera… —susurró el pequeño.

Y antes de que Zephyr pudiera siquiera tocarlo, de repente se vio expulsada fuera de la jaula, así como de la cueva como si fuera en retroceso, a su vista podía ver el camino que había recorrido el titiritero como si lo estuviera viviendo por segunda vez.

Y así continuó, recorriendo insólitamente kilómetros de camino hacia un rumbo desconocido.

.

.

En seguida que Astrid sintió el mal presentimiento, apuró a Hiccup para que hiciera olvidar al resto de sus compañeros y a todas aquellas personas que trabajaban en la estación. Una vez que el hechicero lo hizo, lo apuró para que volvieran rápidamente a su casa.

—Astrid, por favor ¡cálmate!

—¡ES QUE NO PUEDO! ¿Tú no lo sientes? ¿No lo sientes? —decía esta angustiada.

—Te puedo sentir a ti, y eso me basta para pensar que algo anda mal, pero por favor, tratemos de pensar que nada malo pasó.

—No, no, no… es que… se sintió horrible.

Hiccup más se angustió y comenzó a pensar lo peor, pero se aferró a querer mostrarse positivo; pero aquel positivismo se disipó cuando al entrar en la comunidad vio que sus dragones estaban por fuera de la barrera.

—Ay, no… no… no

Estacionando el auto rápidamente, bajó de este junto con Astrid, viendo el caos que había fuera de su casa tanto en la calle como en el jardín, donde la única que parecía estar bien era Alúmini que, de rodillas junto a Toothless trataba de ayudarlo a ponerse en pie.

—¡¿Qué pasó?! —gritó Hiccup, yendo con su amigo, mientras que Astrid acudió con la adolorida Stormfly.

Los guías titanes al ver a sus amos, desviaron sus miradas avergonzados.

—Toothless, amigo… ¿Qué sucedió? —cuestionó nuevamente Hiccup, temeroso de aquella actitud.

—Stormfly, por favor.

—Astrid… perdónanos. —fue lo único que manifestó la agobiada nadder.

—¿Perdón? Stormfly…—repitió Astrid, tratando de tranquilizarse.

Mientras que Toothless, ni siquiera pudo emitir ningún brillo.

—Se llevaron a los niños. —confesó finalmente la llorosa Alúmini.

—¿Qué? —gruñó Hiccup, sintiendo un doloroso nudo en la garganta.

—¡Los niños se salieron, no sabemos cómo! ¡Apareció ese sujeto… y… NOS ATACÓ! —siguió contando la albina con más desesperación, señalando su alrededor, en donde los vecinos, incluida Heather, seguían desmayados y encerrados entre los escudos de luz. —Por favor, perdónanos, Hiccup.

Pero el hechicero prácticamente había dejado de escuchar desde el momento que escuchó "Se llevaron a los niños". Con ansiedad, comenzó a pasar sus manos por su cabello y manos, tratando de mantener la cordura para no caer en la locura.

—Dijo el hechicero… que, si los querían ver de nuevo, fueran al bosque oscuro de Berk.

Y de repente, la susurrante voz de Toothless lo despertó de su desesperación, cuando fue capaz de reaccionar vio que su amigo a duras penas se ponía en sus cuatro patas para dejarle el mensaje, trató de no juzgar y más bien de escuchar y así lo haría, una vez que tuviera a sus hijos con él.

—Astrid…

La hechicera rápidamente asintió, y dejando a Stormfly cuidadosamente descansando se apresuró para abordar nuevamente el auto.

—¡Cuídalos, Alúmini! ¡Trata de que entren a la barrera! —pidió Hiccup subiéndose presurosamente al auto.

Los avergonzados guías sólo pudieron asentir a las ordenes de su amo, sintiéndose terriblemente culpables por lo sucedido, pero no por ello derrotados.

.

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Mientras tanto, Hiccup y Astrid se movieron lo más rápido que pudieron, recorriendo el posible camino que daba a la guarida del titiritero, el mismo que recorrió Hiccup cuando le asignaron las averiguaciones en el bosque que para nada creía fueran coincidencias.

Una hora y minutos más tarde, finalmente llegaron al limite y entrada de aquel bosque.

—¿Estás lista, Astrid? —preguntó Hiccup ya preparado con inferno.

—Lista. —aseguró esta, con Sky firmemente en sus manos.

Ambos dieron un paso al frente para entrar en aquel bosque, pero apenas haciéndolo, inesperadamente sus cuerpos fueron en retroceso. Viéndose el uno al otro, repentinamente fueron jalados en reversa, devuelta al auto y enseguida de vuelta por el mismo camino que habían recorrido.

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En la guarida dentro del bosque, repentinamente el titiritero recuperó la movilidad, al hacerlo se sintió un tanto extraño, pero lo que lo desconcertó por completo es que en la jaula en donde había puesto a los cuatro niños, sólo había tres.

Nuffnut Thorton, Akito Kogeorn y finalmente y ya en silencio, puesto que estaba desmayado, Nuffink Haddock.

—Pero… ¿cómo? ¿dónde? —miró a su alrededor y viendo también con desconcierto que la jaula estaba intacta. —¿Dónde está esa maldita niña?

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Por otro lado, después de vivir aquel "retroceso" Zephyr terminó cayendo sobre el césped del jardín de una casa extraña.

No sabía lo que había pasado, ni lo que había experimentado, sólo sentí algo de vértigo y confusión por su alrededor.

—¿Dónde estoy?

Se reincorporó del césped confundida.

—¿Dónde estoy? —se repitió nuevamente y con lágrimas en los ojos que aumentaron al ver que su hermano no estaba con ella. —Nuffink…

A tientas se puso de pie, pero las piernas le temblaban no sólo por el frío sino por la debilidad que sentía, pero, aun así, trató de mantenerse firme para buscar la manera de volver a casa.

Fue cuando la fachada de una casa que tenía un buzón en forma de casita con un pajarito llamó su atención, era muy parecido al de una casa vecina que quedaba en la calle detrás de su casa. Y dándose así una idea, caminó hacia la dirección que pensó era correcta.

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Dijo el hechicero… que, si los querían ver de nuevo, fueran al bosque oscuro de Berk.

Hiccup despertó en un sobresalto al escuchar aquello de su amigo, cuando finalmente reaccionó vio que nuevamente estaba frente a su casa. ¿Acaso había soñado que había ido al bosque?

Se sacudió pensando que era un extraño deja vu, y se volvió hacia donde estaba Astrid, al verla, vio que esta se mostraba igualmente confundida tanto como él lo estaba.

—Hiccup, perdónanos. —pidió nuevamente Toothless.

—¿Qué? —volvió a sacudirse.

—Por nuestra culpa, se llevaron a los niños.

Pero Hiccup no podía procesar bien, sentía algo de vértigo en su cabeza aunado a la preocupación por sus hijos.

—Debemos irnos, Hiccup.

Escuchó decir a Astrid, que igualmente se sacudía como si tratara de despejarse.

—Pero nosotros…. Ya habíamos…

—¿Qué les pasa? —se preguntó Alúmini preocupada.

—Es que nosotros… nos habíamos ido. —trató de explicar Astrid.

—Si lo hicimos ¿verdad?

Hiccup seguía sin poder comprender, y las únicas teorías que tenía era de que, de alguna manera, Astrid y él se habían sumergido en el mismo sueño o en otro caso que no sabía si era posible es que: ambos habían retrocedido en el tiempo.

Pero, eso es imposible… —pensó para si mismo y más por el hecho de que tenían recuerdos de un suceso que según él si habían sucedido.

—Hiccup, no debemos perder el tiempo.

—¿Tiempo?

—¡Hiccup!

Con el grito de Astrid, el hechicero reaccionó y viendo nuevamente su alrededor se dio cuenta de que no estaba como para perder el tiempo en teorías, sus hijos seguían en peligro, por lo que sólo asintiendo se apresuró a ir, otra vez al auto, cuando…

—¡Papi! ¡Mami!

Esa voz.

Ambos padres se sobresaltaron y buscaron hacia donde habían percibido la infantil voz, viendo que por entre la casa de Heather y el vecino, su pequeña caminaba a tientas.

—¡ZEPHYR! —exclamó Astrid, yendo rápidamente hacia donde estaba su pequeña, siendo seguida por Hiccup.

Mientras que los dragones, no se explicaban como la pequeña se había zafado de su captor.

Zephyr al ver a sus padres cerca, ya no pudo con el cansancio y comenzó a desvanecerse, afortunadamente, Hiccup llegó a tiempo antes de que su cuerpo alcanzara el suelo.

—Ay, no, no… ¿qué te pasó? —chilló Astrid. —Zephyr, cariño, por favor.

Hiccup sólo veía como su hija tenía algunas marcas de golpes en su carita, así como de lágrimas, pero fuera de eso parecía estar intacta; sin embargo, la sentía sumamente débil.

—Astrid, debemos llevarla a la casa.

—sí, sí…

Hiccup se preparó para cargarla de modo que no la lastimara, pero cuando lo hizo, Zephyr abrió nuevamente sus ojos, parecía espantada.

—Shu…Calma pequeña, ya estás a salvo. —le susurró Hiccup.

—Pero tiene a Nuffink, papá… no pudo salir.

Escuchar aquella voz con tanto dolor, hizo rabiar a Astrid quien se estaba conteniendo con todas sus fuerzas.

—él lo tiene, papi… él….

—Lo sé, sé que el titiritero se lo llevó, pero…

—Papá, mamá…—llamó Zephyr asustada al escuchar la palabra titiritero.

—Ya, hija… no te angusties, trata de descansar. —pidió Astrid.

—¡No! —se removió esta asustada. —El titiritero… el titiritero es…

Ambos padres vieron como su hija trataba de hablar en medio de su desesperación y por como se expresaba presintieron que esa persona que tanto los estaba molestando era alguien conocido.

—¿Quién es?, Zephyr, ¿quién es? —le suplicó Astrid, para que su hija pudiera por fin desahogarse.

La niña lloró, emitiendo un sollozo doloroso.

—Es… tu ayudante… papi.

—¿Qué? —musitó Hiccup con angustia.

—El muchacho que te ayuda…

—¿Skipy? —nombró desconcertado.

Pero Zephyr ya no pudo confirmarlo, pues cayó desmayada en brazos de su padre, pero la información que le dio a los hechiceros causó un gran impacto en ellos, en especial a Hiccup.

Continuará.

Notas de autora: perdón por la tardanza, pero ya empezó la parte revuelta XD, así que no se desesperen.

Agradecimientos especiales a: Diego Nicolas Duran, Maylu Liya y Daglass99, por sus comentarios. Nos seguimos leyendo. Saludos

A los seguidores, favoritos y anónimos, nos seguimos leyendo como siempre. Saludos.

21 de febrero de 2021