Capítulo 56 – Interludio

Interludio 1 – La llegada

Con el característico sonido de los frenos, el último tren del día llegaba finalmente a la estación de Canterlot. A esa hora del día ya era de noche, algo que no era común para ese tren llegar a esa hora, pero aquel día era especial, pues se celebraba la fiesta más prestigiosa de Equestria, la Gran Gala del Galope, por lo que ese día el tránsito de trenes aumentaba debido a los invitados venidos de todas partes de Equestria.

Precisamente ese último tren había empezado su recorrido dos días antes, partiendo desde las lejanas regiones al Sur de Equestria. Siendo uno de los recorridos más largos en tren, normalmente los pasajeros que lo abordaban subían en alguna estación y bajaban en dos o tres estaciones posteriores, sin embargo esta vez, una pasajera se había mantenido en el tren desde la primera estación, desde aquellas lejanas tierras, hasta llegar a la última estación en Canterlot.

"Al fin… Cómo odio los viajes en tren…" Dijo de mal humor Sunset Shimmer, bajando lentamente del tren mientras levitaba una vieja y sucia alforja de viaje. Entonces alzó la vista y comprobó que ya era de noche, lo que la puso de más mal humor. "Si el tren no se hubiera detenido en ese pequeño pueblo, hubiéramos llegado mucho antes… ¡Los trenes no deberían detenerse en pueblos tan insignificantes como ese!" Gruñó la unicornio, molesta al recordar que el tren en el que viajaba se había detenido en un pequeño poblado llamado Ponyville a recoger una encomienda.

Decidiendo que no podía seguir de mal humor, ya que después de todo finalmente había vuelto a la capital del reino, Sunset Shimmer inhaló profundamente para impregnarse del aire nocturno de su ciudad natal, y con una pequeña sonrisa llena de confianza, comenzó a caminar para adentrarse en la ciudad, siempre teniendo en mente su objetivo, la verdadera razón de por qué ella había vuelto a la capital.

Mientras caminaba por las calles de Canterlot, Sunset miraba con atención todos los edificios del rededor con desagrado, notando lo poco que habían cambiado en diez años desde la última vez que los viera, y pensando que si ella estuviera en el trono, se aseguraría que Canterlot fuera la ciudad más moderna del reino.

Luego de doblar una esquina, Sunset sonrió al reconocer una de las calles principales, pues ella misma había usado muchas veces ese camino en su infancia para ir hacia el castillo. Ante aquel recuerdo, Sunset alzó la vista y vio que no muy lejos de allí se apreciaba la entrada al gran castillo. Y aunque su objetivo se encontraba precisamente en el castillo y ella quería llegar allí lo antes posible, un sentimiento de nostalgia la hizo voltearse a mirar hacia una calle lateral, pues ese camino era el que ella tomaba cuando volvía del castillo en su infancia.

Borrando su sonrisa y poniendo una mirada seria, Sunset lentamente cambió de dirección y caminó hacia aquella calle lateral. Ella caminó perdida en sus pensamientos, sin prestarle atención a ningún pony que se cruzaba por su lado, hasta que llegó a un enorme y oscuro edifico en cuyo cartel de entrada se leía 'Orfanato'. Allí, Sunset se detuvo unos segundos con una mirada inexpresiva, y sin cambiar esa expresión, volvió a dirigir su mirada al camino y siguió caminando.

Finalmente Sunset llegó a una enorme casa en forma de torre, con las puertas y ventanas tapiadas debido a que estaba abandonada desde hacía varios años, dándole un aspecto muy lúgubre a la torre. Sin inmutarse, Sunset activó su magia, y sin mayor esfuerzo mágico arrancó con fuerza la puerta para poder entrar. Una vez dentro, ella caminó lentamente por la casa, sin prestarle atención a ninguno de los objetos que había alrededor. Luego subió las escaleras hasta llegar a una pequeña y oscura habitación, muy poco decorada y con una cama muy maltrecha.

Una vez allí, Sunset volvió a activar su magia y rompió unas tablas en el suelo hasta a que encontró lo que buscaba, una pequeña caja oculta. Ella levitó la caja, la abrió, y sonrió al ver que su contenido estaba intacto. Luego Sunset guardó la caja en su alforja y volvió a bajar las escaleras de la torre, sin embargo, cuando estaba a punto de salir de la casa, Sunset se detuvo un instante y miró hacia alrededor mientras recordaba parte de su pasado, entonces ella levitó uno de los cuadros que allí colgaban, y vio la foto que allí había.

"Tantos recuerdos…" Dijo Sunset Shimmer con una sonrisa nostálgica.

Entonces ella soltó el cuadro, causando que el vidrio se rompiera al caer. Y sin darle importancia, uso su magia para prenderle fuego a todas las fotos que allí había. Y mientras el fuego comenzaba a consumir el salón principal, Sunset salió tranquilamente de la casa con una sonrisa satisfecha.

Todo aquel viaje nostálgico le había llevado más tiempo del que había pensado, pero finalmente Sunset llegó a donde quería, la entrada del gran castillo de Canterlot. Y aunque era bastante avanzada la noche, la Gran Gala aún no había terminado, por lo que aún podía encontrar al pony que tanto deseaba ver.

"Supongo que destacaré un poco por no llevar un vestido de gala." Pensó Sunset sonriendo mientras se acercaba a la entrada principal del castillo, recordando que en realidad ella nunca había tenido un vestido de gala en toda su vida.

"¿A dónde crees que vas?" Preguntó repentinamente el guardia de la entrada, adelantándose para impedir la entrada de la yegua, molesto al ver que esa desconocida yegua pensaba entrar como si nada al castillo. "Necesito ver tu invitación."

"No tengo invitación." Respondió Sunset sin inmutarse, solo viendo fijamente al guardia con una fría mirada.

"Sin invitación, no puedes entrar." Respondió el guardia, instintivamente poniéndose en guardia ante tal mirada agresiva.

Sunset entrecerró los ojos y se quedó en silencio un segundo. Luego iluminó ligeramente su cuerno, lo cual alertó inmediatamente al guardia, quien tomó una lanza que tenía a su lado y también iluminó su cuerno.

"¿¡Estás desafiándome!?" Preguntó el guardia irritado, mirando furioso a esa desconocida yegua por provocarlo.

"Por supuesto que no." Respondió Sunset desviando la mirada y suspirando, mientras su cuerno se iluminó con un gran flash.

En cuanto el cuerno de Sunset se iluminó, la magia defensiva del guardia se activó al instante, pero para total sorpresa del guardia, fue como si su magia nunca se hubiera activado… La diferencia de nivel mágico era demasiada, y el guardia cayó inconsciente al instante.

"Esto no es ningún desafío…" Agregó Sunset Shimmer, pasando al lado del guardia inconsciente y entrando tranquilamente al castillo.

Una vez dentro del castillo, la mirada de Sunset se dirigió inmediatamente a las escaleras principales del gran salón, en cuya cima se encontraba la princesa Celestia, saludando a varios ponies que seguían en fila esperando por su saludo. En cuanto Sunset vio a la princesa, entrecerró los ojos y lentamente avanzó hacia las escaleras para ir hacia donde estaba.

Mientras subía las escaleras, un gran alboroto se escuchó en uno de los salones cercanos, lo que hizo que todos los ponies formados en la fila miraran con curiosidad hacia donde provenía el sonido, incluyendo a Sunset Shimmer y Celestia. Con una mirada confundida, Celestia se disculpó con el pony que estaba a punto de saludar y se retiró para investigar qué causaba tanto alboroto. Y al ver retirarse a la princesa, Sunset puso una mirada pensativa un instante y decidió seguirla sigilosamente.

Una vez Celestia llegó al salón de baile, vio todo el caos que allí había, con ponies corriendo aterrorizados por todas partes mientras otros peleaban y discutían y los animales del jardín real invadían el salón. Y mientras Celestia observaba el extraño espectáculo, unos cuantos pasos atrás, Sunset Shimmer puso la misma mirada de asombro de la princesa al ver el desastre que era el gran salón de baile del castillo.

"Dusk siempre me dijo en sus cartas que las fiestas en Ponyville eran algo alocadas… Pero nunca pensé que fueran a este nivel." Dijo Celestia hablando consigo misma. Y en cuanto Sunset escuchó que la princesa hablaba de 'Dusk', ella inmediatamente usó un hechizo para amplificar el sonido frente a ella y no perderse nada de lo que hablara la princesa mientras se mantenía oculta. "Me pregunto qué habrá pasado…" Agregó Celestia pensativa.

"Creo que todo se debe… a una declaración de amor. En realidad, para ser más específica… fueron cinco declaraciones de amor." Dijo repentinamente Sweet Creme, la mayordomo personal de Celestia, a quién Sunset recordaba haber visto antes hace muchos años atrás.

Mientras la mayordomo le explicaba a la princesa Celestia lo ocurrido, los ojos de Sunset Shimmer se abrieron con terror y asombro ante lo que escuchaba. Aquello era algo que Sunset no esperaba en absoluto a su llegada a Canterlot, ella esperaba encontrarse con Dusk Shine, pero que justamente esa noche cinco yeguas se hubieran acercado a declarársele fue algo que salía de sus planes, y ella odiaba que algo saliera de sus planes…

Mientras Sunset aún procesaba toda esta nueva información en estado de shock, solo volvió a la realidad cuando sintió que la magia de la princesa Celestia se activaba. Entonces Sunset vio como la princesa se teletransportó junto a Dusk y algunas yeguas, que Sunset rápidamente adivinó debían ser las cinco yeguas que se le habían declarado.

Luego que la princesa Celestia desapareciera, Sweet Creme bajó su vista con arrepentimiento. Ella le había dicho a la princesa lo sucedido, pero aún así, ella no le había contado todo, y eso la hacía sentir muy culpable, pero, aunque quisiera decirle a su amada princesa toda la verdad, simplemente no podía.

"¿A dónde fue Celestia?" Preguntó repentinamente una voz, haciendo que la mayordomo saliera de sus tristes pensamientos de culpa.

Al escuchar que alguien era tan atrevido como para llamar a la princesa por su nombre, sin su título, Sweet Creme alzó furiosa la vista para enfrentarse a ese insolente pony.

"¿¡Quién se atreve a-!?" Dijo la mayordomo furiosa, pero esa furia se desvaneció al instante al ver la yegua que estaba ante ella. "T-Tú…" Agregó Sweet Creme levemente asustada.

"¿A dónde fue Celestia?" Volvió a preguntar Sunset Shimmer, esta vez acercándose más a la mayordomo para quedar cara a cara, mirando a la mayordomo con una fría y cruel mirada.

"N-No lo sé…" Respondió Sweet Creme, sacudiendo su cabeza para alejar ciertos recuerdos ingratos y mirando firmemente a Sunset, decidida a no dejarse intimidar por ella.

"Entonces eres una pésima mayordomo. Creí que en tu familia se enorgullecían mucho por ser tan buenos mayordomos reales…" Dijo Sunset con una sonrisa burlona, sin apartar ni un segundo su vista de los ojos de la mayordomo. "Sé que me estás ocultando algo, así que más vale que me digas la verdad."

La verdad era que Sweet Creme sí creía saber dónde podía estar la princesa. Con lo bien que la mayordomo conocía a su majestad, sabía que su princesa buscaría llevar a Dusk y sus amigas a algún lugar alejado del castillo, para que nadie los siguiera ni los interrumpiera. Y aunque la princesa del Sol creyera que nadie sabía su secreto, la fiel mayordomo de melena azul sabía que su princesa algunas veces se escapaba en las noches a la cafetería de Dona Joe a comer algunas donas antes de dormir. Sin embargo, aunque Sweet Creme intuyera aquel lugar, ella no lo revelaría. Ya suficientemente mal se sentía consigo misma por ocultarle información a su amada princesa, por lo que no importaba que Sunset la amenazara, ella no traicionaría a su princesa dos veces en una noche.

Mientras Sweet Creme vagaba en sus pensamientos, solo un vistazo a los ojos de la mayordomo fue lo que necesitó Sunset para descubrir que la mayordomo sí sabía dónde podía haber ido Celestia. Entonces Sunset sonrió y se acercó lentamente al oído de la mayordomo.

"Si no me dices donde fue Dusk Shine, le revelaré a la princesa tu pequeño secreto…" Susurró Sunset sonriendo cruelmente, lo que hizo que Sweet Creme se pusiera pálida y pusiera una mirada asustada.

Sintiendo su corazón apretado, con su mirada perdida y su labio tembloroso, Sweet Creme bajó lentamente su cabeza y apretó fuerte sus ojos.

"La… La cafetería de Dona Joe…" Dijo débilmente Sweet Creme con sus ojos cerrados, soltando una lágrima al sentir que nuevamente estaba traicionando a su amada princesa.

Al obtener finalmente la respuesta que quería, Sunset Shimmer sonrió arrogantemente, iluminó su cuerno, y desapareció de allí.


Interludio 2 – Desilusión de medianoche

Tan solo unos minutos antes, Dusk Shine había estado parado tras la puerta de la habitación de Luna, y luego de muchas dudas, finalmente la princesa de la noche había cedido y había aceptado verlo antes que la Gran Gala del Galope terminara.

"Solo será esta noche… ¡Solo esta noche!" Pensaba Luna nerviosa mientras comenzaba a emocionarse y se probaba nuevamente sus vestidos de gala. Pues, pese a que la alicornio azul se había prometido a sí misma no volver a ver al potro por quién latía su corazón, la emoción de escuchar su voz y escuchar su súplica por querer verla, hicieron que finalmente su emocionado corazón ganará la batalla contra su determinación por no volver a verlo.

"Dime Sweet Caramel, ¿De verdad estos son todos los vestidos de gala que tengo?" Preguntó Luna frunciendo el labio al ver todos los vestidos en el piso de la habitación, pensando que ya se había probado todos esos vestidos sin quedar satisfecha con ninguno.

Al no obtener respuesta, Luna se sorprendió un poco, ya que su mayordomo siempre le respondía todo inmediatamente. Al girarse, pudo ver que por alguna razón su fiel mayordomo parecía no haberla escuchado. Sweet Caramel seguía de pie al lado de la puerta, con una mirada nerviosa y perdida.

Al darse cuenta que su princesa la observaba, Sweet Caramel rápidamente se volteó y miró a su princesa, lamentando haber estado distraída.

"No es justo para Sweet Caramel obligarla a estar aquí conmigo… Ella quiere ir a disfrutar de la Gala como todos los demás." Pensó Luna con una triste sonrisa, pensando que por esa razón su fiel mayordomo estaba distraída. Lo que hizo que Luna nuevamente se culpara a sí misma, por estar anteponiendo su propia felicidad antes que la de los demás.

"Querida Caramel, creo que es todo por hoy. Ya te puedes retirar." Dijo Luna sonriendo.

"¿¡Eh!? No, yo-" Dijo inmediatamente Sweet Caramel, queriendo disculparse nuevamente con su princesa por no estar atenta, y que así ella la dejara estar a su lado un poco más. Sin embargo, la mayordomo se mordió la lengua al recordar que aunque no lo quisiese, ella efectivamente debía retirarse, pues debía cumplir con otra misión en otro lado. "¿E-Está segura, princesa?" Preguntó Sweet Caramel lentamente, no pudiendo evitar preocuparse por su querida princesa.

"Descuida, solo debo elegir un vestido, no es algo complicado. Ve a la fiesta, te alcanzaré más tarde." Respondió Luna sonriendo amablemente.

Agradeciendo la enorme amabilidad de su princesa, Sweet Caramel se retiró rápidamente de la habitación, dejando a Luna sola nuevamente.

"Bien, hora de escoger un vestido adecuado para ver a Dusk. ¿Qué tan difícil puede ser?" Dijo Luna mirándose al espejo y levitando todos sus vestidos de gala.

Y así pasaron los segundos, minutos, una hora, y Luna seguía sin poder tomar una decisión. Luego de probarse todos sus vestidos de gala por segunda vez, finalmente Luna se volvió a probar por tercera vez el primer vestido que se había probado esa noche: un vestido largo de color azul oscuro, con pequeñas tonalidades de lavanda en él, adornado con varias estrellas brillantes en la falda. El instinto de Luna le había llevado a elegir precisamente ese vestido en primer lugar porque justamente combinaba con la melena de Dusk Shine, sin embargo, su inseguridad la había llevado a probarse cada vestido que tenía antes de elegir finalmente su primera elección.

"Okay… Este será. Si sigo sin elegir un vestido, la gala terminará antes que baje." Dijo Luna suspirando y poniendo una nerviosa sonrisa mientras miraba su propio reflejo en el espejo, poniendo mucho énfasis en su melena.

"Aún no recupero mis poderes… Todos podrán verme así… Todos se decepcionarán… ¡En especial Dusk!" Pensó Luna asustada, pues esta sería la primera vez que los ponies fuera del castillo la verían dede su regreso, algo que ella había querido evitar hasta que recuperara sus poderes. Sin embargo, Luna sacudió fuertemente su cabeza y recordó las palabras que le había dicho Dusk Shine antes de irse. "¡No! Dusk tiene razón. Sin importar como te veas, yo… ¡Yo sigo siendo yo!" Pensó Luna mirándose a sí misma con determinación.

Finalmente Luna salió de su habitación y caminó a paso irregular por las escaleras de la torre, pues cada cinco segundos, su inseguridad volvía a ella, y todas las dudas tomaban control de ella, lo que hacía que Luna desacelerara su paso. Sin embargo, cada vez que se detenía por completo, el deseo de su corazón la animaba a retomar su marcha.

"Todo estará bien, no estás abandonando tus deberes… Solo verás a Dusk esta noche, ¡Solo esta noche!" Luna se repetía en su mente, una y otra vez, cada vez que su lado racional le decía que no debía ver a Dusk, que debía encerrarse y cumplir con su castigo autoimpuesto. Todo para darse a sí misma la determinación y coraje para disfrutar de su vida aunque fuera solo por una noche.

Luego de llegar a los pasillos principales del castillo, Luna se sorprendió al ver la poca cantidad de ponies que allí había, algo muy raro para esa noche, ya que Luna sabía que habían sido invitados un cientos de ponies a la Gran Gala del Galope. Entonces Luna escuchó un gran alboroto provenir del gran salón de baile, por lo que se acercó lentamente a ver qué provocaba tal escándalo.

Al llegar al gran salón de baile, Luna se quedó impactada al ver que el salón estaba repleto a su máxima capacidad, casi como si todos los invitados hubieran llegado allí por alguna razón. Pero lo más impresionante era ver el gran caos que allí había, con ponies discutiendo y corriendo histéricamente por todos lados, animales corriendo de un lado a otro, y los guardias intentando en vano calmar a la multitud. Y antes que Luna pudiera notar mejor qué era lo que ocurría, un gran flash destelló en varias partes del salón, haciendo que el bullicio y la confusión solo aumentara entre los invitados.

Mientras los ponies comenzaban a murmurar entre ellos, todos intentando saber qué era lo que había sucedido, Luna miró hacia todos lados, intentando de igual forma buscar a alguien conocido que le explicara lo sucedido. Fue así que Luna pudo ver que no muy lejos de ella, cerca de un gran ventanal, estaba su mayordomo Sweet Caramel, quien a diferencia de los demás ponies en el salón, no parecía estar interesada en conversar con otros, solo mantenía su mirada fija en el suelo, con una triste mirada. Luna lentamente se abrió paso hasta la mayordomo de melena roja y tocó suavemente su costado para que notara su presencia.

"Sweet Caramel, ¿Qué sucedió aquí?" Preguntó Luna confundida, una vez que llegó junto a la mayordomo.

Al ver que quien le hablaba era 'su princesa', Sweet Caramel dio un salto por el susto y rápidamente se intentó tranquilizar.

"L-Lo lamento, mi princesa. No la vi acercarse." Dijo torpemente la mayordomo, haciendo una pequeña reverencia por inercia, algo que llamó la atención de algunos ponies alrededor.

"¿Qué sucedió aquí?" Volvió a preguntar Luna, esta vez levantando una ceja, ya que le pareció muy raro ver tan nerviosa a su mayordomo, quien normalmente era la más tranquila de las dos gemelas mayordomo.

En ese instante Sweet Caramel desvió la mirada levemente, insegura por alguna razón. Luego ella dio un suspiro y comenzó a contarle a la princesa de la noche lo sucedido con Dusk Shine esa noche, desde que él dejó la puerta de la habitación de Luna, pasando por las declaraciones de sus cinco amigas, hasta el desastre causado en el gran salón de baile. Sweet Caramel intentó contar todo lo posible a su querida princesa, pues así lo dictaba su lealtad hacia ella, sin embargo, al igual que su hermana con la princesa Celestia, Sweet Caramel también omitió su participación en toda esa situación, incluyendo la razón de por qué ambas hermanas habían hecho lo que hicieron.

Cuando Luna escuchó la historia de Sweet Caramel, no pudo evitar abrir con sorpresa sus ojos al enterarse que todas las amigas de Dusk Shine se le habían declarado la misma noche. Al escuchar aquella noticia, Luna quedó en shock, y por un segundo sintió como si se hubiera quedado sin aire, sintiendo como si un escalofrió recorriera su cuerpo y un vacío la jalara desde su propio estómago. Sin embargo, pese a sentir aquello, por fuera ella se mantuvo indemne, como una estatua, sin demostrar emociones.

"¡Princesa…! ¡Princesa!" Gritó repentinamente alguien, que hizo que Luna volviera a la realidad luego que su mente se hubiera apagado por un instante.

Al escuchar que la llamaban, Luna parpadeó varias veces, como si su mente se hubiera perdido en la niebla por unos segundos. Entonces, Luna pudo ver que frente a ella se encontraba el capitán de la guardia real, Shining Armor, haciendo una pequeña reverencia ante ella.

"¿S-Sí? ¿Qué sucede?" Preguntó Luna, manteniendo siempre la compostura, pero sintiendo su boca seca y que sus ojos comenzaban a picar.

"Su majestad, la princesa Celestia parece que no se encuentra por ninguna parte." Dijo Shining Armor respetuosamente, ya que aunque había visto antes a la princesa de la noche, era primera vez que hablaba directamente con ella. "Quería saber cuáles son sus órdenes para proceder luego de… este desastre."

Entonces Luna alzó la cabeza y miró a su alrededor, y solo entonces recordó todo el desastre que allí había, algo que casi olvida luego de enterarse de lo sucedido con Dusk Shine.

Mientras miraba a su alrededor, Luna también notó que ahora todos los ponies del salón la miraban fijamente y murmuraban entre ellos, sorprendidos y confundidos, ya que en cuanto Shining Armor dijo la palabra 'princesa', todos le pusieron atención a esa joven unicornio azul, y solo entonces se percataron que en realidad era una alicornio, lo que los dejó asombrados a todos.

¡Esa era la misteriosa princesa de la noche! La hermana perdida de la princesa Celestia que había vuelto hacía varias lunas, pero que no se había presentado en sociedad hasta esa misma noche. Y mientras los ojos de todos esos nobles ponies veían finalmente a aquella misteriosa princesa, la mayoría no pudo evitar inmediatamente hacer la comparación entre ella y su hermana mayor, la magnánima princesa del Sol, cuya figura era mucho más majestuosa e imponente que la de aquella bella, pero mucho más mundana, alicornio.

En cuanto los ojos de todos se posaron en Luna y comenzaron los murmullos, Sweet Caramel entendió inmediatamente lo que pasaba por las mentes de esos torpes ponies, y su rostro se llenó de ira, furiosa con esos ponies que no entendían la verdadera elegancia y realeza que se escondía en su amada princesa.

"Esta no era la forma en que mi princesa quería aparecer en sociedad… ¡No hasta que recuperara todos sus poderes!" Pensó Sweet Caramel frustrada, recordando cómo, como buen confidente, había hablado de aquello con su princesa varias veces.

"Mi princesa, creo que deberíamos…" Dijo Sweet Caramel girándose para ver a su princesa, lista para que ambas abandonaran aquella embarazosa situación, sin embargo ella dejó de hablar antes de terminar su discurso, ya que al girarse y ver a su princesa, vio que diferente a lo que se esperaba, la princesa Luna mantenía una mirada tranquila, con una mirada llena de autoridad y dignidad.

"Capitán, daremos por terminada la Gran Gala del Galope. Usted y sus guardias escolten a los invitados para garantizar su tranquilidad y seguridad." Dijo Luna elegantemente, entonces ella levantó en alto su cabeza e inhaló para hablar con la voz tradicional real, que correspondía cuando se debía hablar con los súbditos. Sin embargo, recordó que su hermana le había dicho que aquella costumbre ya no se usaba, y al último instante cambió su tono de voz, más alto de lo normal, pero sin llegar a ser un grito, lo que hizo a su voz más solemne e impactante. "Queridos invitados, lamento enormemente este desastre. Les aseguro que con mi hermana estamos sumamente apenadas por lo ocurrido. Por favor, acepten mis disculpas y la promesa de esta princesa de que velaré para que en el futuro podamos nuevamente tener una plácida y agradable velada, como ponies de su estatus se lo merecen." Dijo Luna educadamente, hablando con gracia y elegancia, inclinando levemente su cabeza en señal de respeto.

Ante tal muestra de clase y refinamiento, todos los pomposos invitados del gran salón aplaudieron el bello gesto de la princesa, lo que hizo que todos rápidamente cambiaran su primera impresión sobre aquella alicornio, al demostrar una dignidad innata digna de la realeza. Y así lenta y tranquilamente los invitados comenzaron a retirarse del castillo, aún confundidos por el extraño alboroto que había ocurrido, pero satisfechos al haber sido reconocidos por la mismísima hermana de la princesa Celestia como parte de la elite de Equestria.

Y de todos los ponies que habían quedado fascinados con la elegancia mostrada por la princesa de la noche, nadie estaba más encantada que Sweet Caramel, quien veía con ojos brillantes a su princesa, pues ahora todos sabían lo sublime que era su princesa, quien podía entregar porte, clase, gracia y elegancia, aunque estuviera en un desastre como ese.

La mayordomo se acercó para hablarle a su princesa, pero antes que lo hiciera, Luna se giró lentamente, abrió sus alas, y salió volando por la ventana que estaba tras ella, dejando confundida a la mayordomo de melena roja.

Con el viento de la noche agitando su melena, Luna voló hasta una de las torres del castillo, en donde habían unas grandes campanas que solían tocarse para anunciar algún evento importante que se celebrara en el castillo. Entonces Luna aterrizó al lado de estas, bajó su cabeza y respiró agitadamente.

"Una princesa debe ser fuerte… Una princesa debe ser elegante y atenta… una princesa debe ser perfecta…" Susurró Luna rápidamente mientras respiraba agitadamente para tranquilizarse. Sin embargo su templanza finalmente cayó y ella dio un fuerte golpe a una de las campanas para desquitar su frustración, haciendo que las demás campanas también se balancearan y comenzaran a sonar.

El retumbar de las campanas era ensordecedor al estar parada justo al lado de estas, pero a Luna no le importó, ella solo se agachó y cubrió su rostro, agradecida porque el sonido de las campanas ahogara su llanto. Luego de haber pensado que ella podría hacer un buen recuerdo esa noche, todo se había derrumbado. No solo había arruinado su presentación en sociedad y todos los ponies la habían visto débil y sin poder como estaba ahora, algo que ella había intentado ocultar por meses; además de eso, se había enterado que ella había llegado muy tarde y que las amigas de Dusk Shine ya se le habían adelantado, y ahora el corazón de Dusk pertenecía a alguna de ellas, y ella nada podía hacer al respecto.

"Qué hago ahora…" Lloró Luna con desolación en su corazón mientras una oscura voz de su pasado le susurraba al oído: 'Es lo que te mereces… Es tu castigo estar sola… Vuelve a las sombras…'


Interludio 3 – Potros

Las campanas del castillo sonaban en medio de la noche, avisando a todos los ponies del castillo que la Gran Gala del Galope de ese año había terminado, la que sería recordada como la más insólita y caótica gala de la historia de Canterlot.

"Qué extraño… Normalmente las campanadas que anuncian el final de la gala se tocan después del show de cierre de los Wonderbolts." Dijo Fluffy Cake, una de las yeguas que trabajaban en la cocina del castillo. Quién, por alguna razón, no se encontraba en su lugar de trabajo habitual, sino en el sector de estacionamiento de carrozas del castillo.

"Tú tranquila, no debe ser nada. Apenas puedo escuchar el sonido de esas campanas, porque mi corazón late tan fuerte al verte, que es lo único que oye, además de tu melodiosa voz." Dijo Caramel coquetamente, haciendo que la yegua a su lado lo abrazara, cayendo rendida ante ese excesivamente dulce piropo.

Luego que los cuatro potros que habían tirado del carruaje de Dusk y sus amigas terminaran de comerse los dulces de manzana que Applejack les había regalado, los potros de Ponyville comenzaron a pasearse por el sector de carruajes para buscar algo que hacer, en específico, 'alguien' con quien conversar, ya que siendo cuatro potros jóvenes, estando justo al lado de una gran fiesta, solo tenían una meta en sus mentes: la de encontrar a alguna linda yegua para conversar y hacer la noche más agradable. Fue así que no les tomó mucho tiempo hasta que encontraron justamente a un grupo de cuatro yeguas que habían salido por la puerta trasera del castillo, y que, por sus uniformes, se notaba que trabajaban en la cocina del castillo.

Siguiendo la rutina que normalmente seguían en dichas situaciones, los potros dejaron que Thunderlane se acercara primero a las yeguas, ya que por lo general era quien tenía más de éxito al charlas con yeguas; seguido de cerca por Lucky Clover, quien avanzó con una gran sonrisa tranquila; luego venía Caramel, con una torpe sonrisa de galán, siendo el más ansioso por querer charlar con una bella yegua; y por último Bulk Biceps, quien a pesar de su intimidante apariencia, era el más tímido de los cuatro potros.

Al ver acercarse a los potros, la yegua líder de su grupo golpeó rápidamente con el codo a una de sus amigas, haciendo que las demás también pusieran atención. Entonces las cuatro yeguas rieron juguetonamente y esperaron con miradas coquetas a que los potros se acercaran, empezando así el juego de conquista.

La conversación fluyó rápidamente, con Caramel tomando la batuta de la conversación una vez se sintió más relajado. Mientras que por parte de las yeguas, Fluffy Cake, una yegua de pelaje blanco y melena rosa, animó a sus amigas para que también conversaran con los apuestos extraños. Así fue como los potros se enteraron que las yeguas estaban tomando un descanso de cocinar la infinidad de platos que habían hecho para la Gran Gala del Galope, y que luego tendrían que volver para ordenar antes que la Gala terminara. Y conforme la conversación avanzó, también lo hizo el juego de conquista, y lenta y naturalmente cada yegua empezó a centrar su conversación en un potro en específico, y las parejas comenzaron a formarse.

"Vaya… Nunca había visto a nadie tan musculoso… Debes hacer mucho ejercicio, tu novia debe ser muy afortunada." Dijo coquetamente Violet Glow, una yegua de pelaje lavanda y melena roja, que había fijado sus ojos en Bulk Biceps.

"Eh… ¡Sí! E-Es decir… no. Yo…" Tartamudeó Bulk Biceps nervioso, sonrojándose, sin ser capaz de ver a la yegua a los ojos. "Yo… yo no tengo novia… aún."

"¿Aún? ¿Es decir que ya tienes a una pony especial en tu corazón?" Preguntó nuevamente Violet Glow, divirtiéndose un poco con el potro musculoso.

Ante la pregunta de la yegua, Bulk Biceps se quedó en silencio y se sonrojó profundamente, causando que las demás yeguas y los potros se riera ante su tímida reacción. Todos excepto Caramel y Fluffy Cake, quienes justo en ese momento se abrazaban bajo el sonido de las campanadas del castillo.

"B.B. no tiene novia, pero hace un tiempo cayó enamorado de una misteriosa yegua que llegó a Ponyville." Agregó Lucky Clover luego de dejar de reírse.

"Oh… ¿Y es muy bonita? ¿Cómo se llama?" Preguntó nuevamente la yegua, emocionada al hablar sobre un 'amor secreto'.

"Su… su nombre era Twilight Sparkle…" Respondió Bulk Biceps tímidamente, sonrojándose nuevamente. "Era muy linda y… ¡Y si la vuelvo a ver, me le declararé!" Agregó Bulk Biceps armándose de valor y flexionando sus músculos para darse confianza, lo que hizo que las yeguas se rieran por el gracioso gesto.

"Pues si es linda, deberás darte prisa. Las yeguas lindas no duran solteras mucho tiempo." Dijo repentinamente una voz desconocida, lo que hizo que los cuatro potros y las cuatro yeguas miraran asustados hacia atrás para ver quién había hablado.

Tras ellos estaba un joven pegaso de pelaje naranja pálido y melena azul, vistiendo la característica armadura dorada de los guardias del castillo. En cuanto el pegaso vio que todos se giraron a verlo, él sonrió galantemente, haciendo que los potros lo miraran con disgusto y las yeguas quedaran encantadas.

"¡Flash Sentry!" Dijeron las cuatro yeguas al mismo tiempo, las cuatro sonrojándose, pues bien conocían a aquel apuesto joven guardia. Incluyendo a Fluffy Cake, quien inmediatamente dejó de abrazar a Caramel y se quedó viendo embobada al joven guardia, para sorpresa y pavor del pobre Caramel.

"Lamento molestarlas señoritas, pero vine a avisarles que la Gran Gala del Galope ya ha terminado. Creo que lo mejor será que vuelvan a la cocina antes que el gran chef se enoje con alguna de ustedes. Ya saben cómo es él." Dijo Flash Sentry sonriéndole de cerca a las yeguas, luego levantó la cabeza y miró a los cuatro potros. "Y ustedes deberían llevar de vuelta su carruaje a la entrada, ya que los invitados se están retirando en este momento." Agregó el guardia, mirando seriamente a los potros.

Entonces Flash Sentry se dio la vuelta y se retiró lentamente, seguido muy de cerca por las cuatro yeguas, que quedaron tan embobadas por ir acompañando al apuesto guardia, que se olvidaron por completo de los cuatro potros de Ponyville y se fueron sin siquiera despedirse. Dejando sorprendidos a los potros, en especial a Caramel, quien había creído por un momento que por fin había encontrado a su tan ansiada alma gemela.

"E-Espera…" Dijo Caramel estirando un casco al aire viendo como se alejaba su nueva enamorada. Entonces él bajó su cabeza tristemente con una mirada de completa resignación, sintiendo su corazón roto nuevamente. Pero afortunadamente, allí estaban sus amigos para confortarlo…

"¡Wahaha! ¡Nuevamente rechazado! ¡Jajaja!" Se burló Lucky Clover mientras Thunderlane aplaudía y Bulk Biceps lanzaba al aire un poco de confeti, ya que ese era el ritual que siempre hacían para burlarse de Caramel cada vez que una yegua lo rechazaba. "Fluffy Cake, Amethyst Star, Rarity, Cheerilee, Daisy… ¡Cielos! Definitivamente ha sido un mal año para ti, jaja." Agregó Lucky Clover, comenzando a enumerar las yeguas que recientemente habían rechazado a su amigo, solo unas pocas de una larga lista de fracasos amorosos que Caramel tenía.

"¡Agh! ¡Ya cállate! No es mi culpa. No puedo competir con ese niño bonito en armadura dorada." Dijo Caramel molesto, pero superando rápidamente su depresión amorosa, algo ya rutinario para él, ya que tenía el mal hábito de enamorarse muy fácilmente. "Quizás debería enlistarme para ser guardia del castillo, ¡A las yeguas les encantan los potros en armadura!"

"¡Nah! ¿Has visto a esos tipos? Se ven todos iguales." Agregó Lucky Clover golpeando suavemente el lomo de Caramel para darle ánimos.

"Descuida, ya encontrarás a la yegua adecuada." Agregó Thunderlane sonriendo, siendo el más maduro del grupo, pero no pudiendo evitar reírse de las desgracias de su amigo.

"¡SÍÍÍÍ!" Gritó Bulk Biceps animando a su amigo.

Entonces los cuatro amigos volvieron al carruaje, listos para buscar a Dusk y sus amigas y así finalmente volver a Ponyville. Pensando que a pesar del abrupto final, la noche en Canterlot había sido muy divertida para todos. Aunque claro, probablemente Dusk y sus amigas la habían pasado mucho mejor dentro de la Gran Gala… O eso es lo que pensaban.

Por su parte, Flash Sentry caminó satisfecho de vuelta al castillo, acompañado por las cuatro yeguas, que no le quitaban la vista de encima. Eso le daba mucha satisfacción, saber que era lo suficientemente apuesto como para ganarse el corazón de cualquier yegua sin siquiera proponérselo, lo que hacía que su ego y autoestima estuviera siempre por las nubes, aunque claro, a un nivel mucho más humilde que el ego de otros casanovas, como el príncipe Blueblood, pero aun así, Flash se sentía sumamente orgulloso por su record invicto de no haber sido jamás rechazado por una yegua.

"¡Flash! ¿Ya le avisaste a los ponies de los carruajes que volvieran a recoger a los invitados?" Dijo repentinamente a lo lejos otro guardia del castillo desde uno de los balcones, con idéntica armadura que la que vestía Flash Sentry, solo que con una pequeña estrella en su costado.

"¡Así es, sargento!" Respondió inmediatamente Flash Sentry, cuadrándose para saludar de forma militar a su superior.

"Bien. Luego que termines tu ronda, la princesa solicitó hablar contigo, así que date prisa." Agregó el sargento antes de retirarse del balcón.

"¡Sí señor!" Respondió Flash rápidamente. Entonces Flash recordó quien estaba a su lado y miró de reojo a las yeguas. "Pero antes, acompañaré a estas bellas señoritas para asegurarme que lleguen bien a su destino." Agregó Flash galantemente, haciendo que las cuatro yeguas se sonrojaran y rieran coquetamente por el halago.

Luego que Flash acompañara a las yeguas hasta la cocina del castillo, él se retiró para continuar sus labores, pero no sin antes prometerles a las cuatro yeguas que iría a visitarlas nuevamente. Y aunque Flash Sentry estaba encantado con la idea de compartir con cuatro yeguas, y de aceptar los dulces postres que le regalarían las reposteras, su mente estaba puesta en otro lugar en ese momento, en algo que le había llamado poderosamente la atención antes de separar a ese grupo de yeguas y potros en el estacionamiento.

"Así que una misteriosa belleza circula por las calles de Ponyville… Quizás podría pedir que me asignen alguna misión por allí para ver si de verdad existe una bella yegua que ha escapado de mi radar." Dijo Flash Sentry mientras caminaba por los pasillos del castillo, recordando su última visita al pueblo, cuando habían tenido que vigilar al alumno de la princesa Celestia cuando expulsó a un dragón de las montañas. "Sí… Hay muchas bellezas en ese pequeño pueblo..." Agregó Flash, recordando a las cinco bellas amigas de Dusk Shine.

Mientras caminaba, repentinamente Flash se detuvo con cara consternada al darse cuenta de algo muy importante.

"¡Rayos! No le pregunté al sargento cuál princesa solicitó mi presencia." Dijo Flash Sentry abriendo grande los ojos y golpeándose la cabeza por haber sido tan descuidado por no preguntar algo tan obvio.

Pensando en lo torpe que había sido, repentinamente algo más llamó la atención de Flash al ver por el rabillo del ojo que una de las puertas que llevaba a uno de los patios exteriores del castillo estaba abierta de par en par. Entonces Flash miró con extrañeza hacia el patio y caminó hacia allí.

Cuando avanzó por el patio, Flash puso una mirada enojada al confirmar lo que había temido.

"Qué horror… No solo hubo un desastre en el salón de baile. Parece que los vándalos también atacaron el patio." Dijo Flash Sentry parado frente a un pedestal de piedra, en el cual, hasta antes de la gala, había habido una estatua allí, pero ahora solo estaba el pedestal y unos trozos de piedra en el suelo.

Flash no apreciaba particularmente el arte, y en especial la estatua que allí había estado, ya que era una estatua bastante extraña, de una extraña criatura, y la verdad era que siempre le había causado una sensación incómoda al acercarse. Sin embargo, por mucho que a alguien le disgustara esa estatua, romperla era harina de otro costal. Quienquiera que hubiera sido, estaría en problemas por haber roto propiedad del palacio real.

"¿Hm? Qué extraño…" Agregó Flash repentinamente al mirar más de cerca y ver que habían muy pocos pedazos de roca en el suelo para ser los restos de aquella estatua tan grande. "¿Quizás alguien se la robó? ¿Pero quién robaría una estatua tan fea? Hmm… Quizás simplemente la estatua se despetrificó y se fue por sí misma, jaja."

Entonces Flash se giró y volvió a entrar al castillo, pensando que ahora a su reporte, tendría que agregar que una vieja estatua desapareció.

"Definitivamente la gala más caótica de la historia." Dijo Flash mientras caminaba y volvía a sus labores, sin darse cuenta que aquellas palabras eran solo el presagio del caos por caer en Equestria.


Interludio 4 – La mañana siguiente

Con un gran bostezo Celestia despertó para alzar el sol y así dar inicio a un nuevo día en su reino.

El cansancio de esa mañana era mayor al de una mañana normal. Después de lo vivido la noche anterior en la Gran Gala, y principalmente, con lo ocurrido después de lo sucedido en la Gala, Celestia se había pasado gran parte de la noche preguntándose en cómo todo había terminado de tal manera y qué sucedería ahora con este nuevo 'personaje' entrando al mundo de su fiel y amado estudiante.

Luego de levantar el sol y de mirarse en el espejo hasta asegurarse que su volátil melena se encontraba bien peinada, Celestia salió de su habitación lista para iniciar el día con el desayuno. Un evento diario que había aprendido a amar este último año, ya que era de los pocos momentos que podía disfrutar una comida junto a su hermana. Y en Luna era precisamente en quien Celestia pensaba mientras se acercaba al salón comedor, pues para bien o para mal, su hermana menor se había perdido de todo el caos ocurrido en la gala, y Celestia estaba segura que ella disfrutaría enterarse de como los animales del jardín habían entrado a causar todo ese alboroto a esos remilgados ponies nobles de la elite de Canterlot.

"Me pregunto si también debería contarle a Luna lo que sucedió con Dusk y sus amigas…" Murmuró Celestia pensativa, sin poder dejar de pensar en su querido alumno, ni en qué estaría haciendo él en ese preciso instante. Pues la verdad era que tras los sucesos de la noche anterior, ni siquiera Celestia estaba totalmente segura de a dónde estaría Dusk en ese momento, pero conociendo a su alumno y a la sorpresiva invitada que se había lanzado sobre él, Celestia podía hacerse una buena idea de dónde estaría Dusk esa mañana.

Al darse cuenta que estaba poniendo una mirada preocupada, Celestia se detuvo un instante y sacudió su cabeza.

"No puedo hacerlo… No puedo ir con él…" Pensó Celestia cerrando sus ojos frustrada y continuando su caminata. "Soy una princesa de Equestria, la gobernante de este reino. Ya intervine lo suficiente la noche anterior. No puedo interferir siempre con la vida de Dusk. Solo… puedo confiar en que él hará lo correcto." Pensó Celestia, decidida a dejar de pensar en Dusk al menos por el desayuno, sin embargo, ella no pudo apartar de su mente la mirada asustada de Dusk al ver a Sunset Shimmer la noche anterior, ni la mirada desafiante de Sunset antes de que ambos desaparecieran.

Finalmente Celestia llegó al salón comedor, en donde, como era costumbre, las dos mayordomos: Sweet Creme y Sweet Caramel, ya habían traído desde la cocina todos los platillos que comerían sus altezas reales esa mañana, y esperaban pacientemente por su llegada.

Al acercarse Celestia a su asiento, no pudo evitar levantar una ceja al notar que en vez de ser atendida por Sweet Creme, quien la atendió fue Sweet Caramel, que por lo general era quien atendía a Luna en su desayuno. Luego de sentarse, Celestia fingió no darle importancia al asunto y simplemente comenzó a beber de su taza de té mientras la mayordomo de melena roja acercaba los dulces pasteles a su plato.

"Sweet Creme, querida, ¿Sucede algo malo?" Preguntó finalmente Celestia, luego de beber un par de sorbos de su taza. Mirando a su fiel mayordomo, que permanecía estática al lado de la mesa.

Al escuchar su nombre, Sweet Creme apretó sus labios fuertemente y bajó levemente la cabeza, en tanto que su hermana gemela se puso nerviosa rápidamente.

"Y-Yo… lo siento princesa. Es… es solo que hoy quisimos cambiar lugares para no acostumbrarnos a…" Dijo Sweet Caramel rápidamente con una sonrisa. Sin embargo se detuvo al ver que Celestia la miraba fijamente, sin una pizca de enojo ni molestia, solo la miraba fijamente. Y entonces Sweet Caramel entendió que era inútil mentirle a la princesa, y bajó su cabeza apenada. "Lo siento princesa, no quise mentirle… Yo… Fui yo quien le sugirió a Sweet Creme intercambiar tareas este día."

"Oh, ya veo…" Dijo Celestia nuevamente cerrando sus ojos y fingiendo desinterés mientras sorbía de su taza de té. En tanto que Sweet Creme, sabiendo que su princesa hacía eso porque realmente sí estaba interesada en eso, se acercó rápidamente hasta donde estaba su hermana para que las preguntas no cayeran solo sobre su hermana. "¿Y hay algún razón por la que quisiste hacerlo? ¿Quizás Luna hizo algo que te molestara?"

"¡NO! ¡Absolutamente no!" Gritó inmediatamente Sweet Caramel, luego bajando su cabeza con vergüenza.

En ese instante Sweet Caramel recordó la noche anterior, cuando la princesa Luna salió volando por el ventanal luego de calmar a los invitados, y solo entonces la mayordomo se dio cuenta del verdadero estado de ánimo que debió tener su querida princesa para salir volando de esa forma. Lo cual hizo que Sweet Caramel se sintiera culpable consigo misma por no haber evitado que su querida princesa evitara a la multitud y se sintiera mal por ello.

Algo muy similar sintió Sweet Creme esa mañana, en que ella se sentía muy mal consigo misma por no haberle contado a su princesa toda la verdad de lo ocurrido con Dusk Shine la noche anterior. Por lo que aceptó inmediatamente cuando su hermana le propuso que cada una atendiera a la otra princesa. Así, al menos, Sweet Creme creía que podría evitar ver el rostro de su querida princesa y evitar sentirse culpable.

Nuevamente sorbiendo su té, Celestia cerró sus ojos y pensó un instante. Ella había dicho que intentaría no pensar en Dusk al menos durante el desayuno para intentar desligarse un poco de él, y así no mostrar que ella tenía un especial interés en su querido pupilo. Sin embargo, las mayordomos le habían hecho imposible que eso sucediera, pues con la actitud que mostraban esa mañana, todas las piezas comenzaban a encajar, y Celestia se daba cuenta que las teorías que había pensado la noche anterior, comenzaban a ganar fuerza. Ahora solo faltaba comprobarlas.

"Sweet Creme… ¿Cómo fue que Sunset Shimmer supo donde teletransporté a Dusk y sus amigas?" Preguntó Celestia, continuando tranquilamente con su desayuno. Tranquilidad radicalmente opuesta a la actitud de Sweet Creme, quien al instante se asustó y bajó temerosamente la cabeza.

"Yo… Yo fui quién le dijo dónde podría usted haberlos llevado…" Dijo Sweet Creme, sintiendo una punzada de culpa en su corazón.

"Ya veo…" Dijo Celestia, manteniendo sus ojos cerrados y volviendo a sorber de su té. "Sweet Caramel, ¿Sabes lo que le ocurrió a mi alumno Dusk Shine y a sus amigas la noche anterior?"

Esta vez fue el turno de la hermana de melena roja de temblar. Entonces ella miró de reojo a su hermana, suspiró y contó lo que le había sucedido a Dusk Shine la noche anterior, exactamente lo mismo que le había dicho a Luna la noche anterior, y exactamente la misma historia, palabra por palabra, que había contado Sweet Creme a Celestia la noche anterior.

"Exactamente la misma historia que me contó Sweet Creme. Y ustedes jamás me han mentido. Así que no hay razón alguna para dudar de lo que me cuentan." Dijo Celestia, terminando de tomar su té, dejando la taza lentamente sobre la mesa, abriendo sus ojos y mirando amablemente a ambas hermanas. "Saben, hay algo que he estado preguntándome. Las dos dijeron que las cinco amigas de Dusk se le declararon al mismo tiempo. Sin embargo, cuando los teletransporté al café de Dona Joe, ninguna de ellas se miraban entre sí, ninguna dijo nada, sus miradas solo se enfocaban en Dusk, como si simplemente esperaran por una respuesta suya. En ese momento lo entendí… Ninguna de ellas sabía que sus demás amigas también se le habían declarado a Dusk Shine esa misma noche."

Al escuchar eso, las hermanas no respondieron nada, simplemente bajaron sus cabezas avergonzadas, sin ser capaza de mirar a Celestia a los ojos.

"Fue entonces que pensé, ¿Cómo es posible que las cinco amigas de Dusk se le declararan al mismo tiempo? Conociendo a Dusk, si una de sus amigas se le hubiera declarado, por muy atemorizado, confundido, o nervioso que él estuviera, Dusk no hubiera salido huyendo, él es demasiado caballeroso para eso. Él habría estado inseguro, pero se hubiera quedado con esa yegua para darle una respuesta." Dijo Celestia, continuando con sus deducciones. "La única forma que Dusk haya podido escuchar otra declaración de amor, y otras tres más, es que alguien haya interrumpido deliberadamente cada una de las declaraciones amorosas de las amigas de Dusk antes que él siquiera hubiera respondido… Díganme, ¿Eso fue lo que realmente pasó?"

En ese instante, las hermanas miraron tímidamente hacia arriba, donde solo pudieron ver la amable mirada de la princesa del sol, lo que hizo que sus corazones temblaran y gritaran por querer confesar lo que realmente habían hecho. Sin embargo, pese a sus deseos, ambas hermanas permanecieron en silencio.

"Sweet Creme y Sweet Caramel, ¿Ustedes fueron quienes interrumpieron las declaraciones de las amigas de Dusk Shine?" Preguntó Celestia alzando una ceja confundida, ya que le extrañaba que a pesar de ser descubiertas, sus fieles mayordomos siguieran en silencio. "Por favor, quiero que me digan exactamente lo ocurrido anoche."

"Y-Yo… Lo siento princesa." Dijo tímidamente Sweet Creme, quién era la menos atemorizada de las dos hermanas, ya que conocía mejor a su amada princesa y sabía que jamás las lastimaría; en cambio su hermana, muy en el fondo de su corazón, todavía creía que la princesa Celestia era capaz de exiliarlas a la luna si la hacían enojar. "Lo siento pero… no podemos decirle."

Al escuchar aquello, Celestia abrió grande los ojos con sorpresa. Definitivamente esa era una respuesta que nunca pensó escuchar de su fiel mayordomo. Entonces Celestia sintió una extraña sensación de molestia. En parte ocasionada por la respuesta de Sweet Creme, pero principalmente por el hecho de que sentía que algo se escapaba de su comprensión y estaba yendo por un camino que no podía entender: la fiel Sweet Creme se rehusaba a responder sus preguntas, Sunset Shimmer había llegado de la nada y había interrumpido la declaración amorosa de Dusk, ¡Y el futuro que ella había previsto para su querido alumno ahora pendía de un hilo porque habían variantes que ella no alcanzaba a ver! Y por un segundo… Celestia se puso seria. No lo suficiente para estar enojada, pero sí lo suficiente como para usar los antiguos título y asustar un poco a las mayordomos para desvelar finalmente la verdad.

Entonces Celestia se puso de pie y se acercó a ambas yeguas.

"Yo soy Celestia, la que no arde. Princesa del Sol, el alba y el ocaso. Gobernante del gran reino de Equestria y sus reinos de ultramar. Protectora de la vida y la justicia, Guardiana de la armonía y de la magia antigua. ¡Y con mi autoridad les ordeno que me digan qué fue lo que sucedió anoche!" Dijo Celestia de pie frente a las dos mayordomos, sin pizca de enojo, pero mirando seriamente a ambas ponies, mostrando su jerarquía para que así entendieran que lo que solicitaba ya no era una petición, sino una orden.

Al tener de frente a la princesa, luego de haberla escuchado hablar así, Sweet Caramel se puso a temblar tanto que le fue imposible poder pronunciar palabra alguna, pensando que pronto sería exiliada a la luna o enviada a un calabozo. Por su parte, Sweet Creme también temblaba, pero menos que su hermana, algo raro ya que normalmente su hermana era la más valiente de las dos; sin embargo Sweet Creme temblaba por una razón diferente a la de su hermana.

"Lo… lo siento princesa. N-No podemos decírselo." Dijo Sweet Creme lentamente, sin ser capaz de ver a los ojos a su princesa, temblando de impotencia por no ser capaz de decirle a su querida princesa lo que solicitaba.

Entonces Celestia se acercó a Sweet Creme y levanto suavemente su rostro para que la mirara. Al levantar su vista, Sweet Creme se sorprendió al ver que su princesa la miraba con una dulce sonrisa.

"Lamento haberlas asustado. Es solo que necesitaba confirmar lo que sospechaba." Dijo Celestia acariciando también el rostro de Sweet Caramel para disculparse por asustarla, dejando sorprendida a la yegua de melena roja. "Pueden seguir en lo suyo." Agregó Celestia, dándose la vuelta y volviendo a sentarse en su silla, dejando a ambas hermanas mayordomos muy confundidas mirándose entre sí.

"Pero… No le dijimos nada. ¿Qué fue lo que confirmó?" Susurró Sweet Caramel confundida.

"No podemos decirle..." Repitió Sweet Creme con una mirada pensativa, hasta que se dio cuenta de algo, miró a la princesa y ella le devolvía la mirada con una sonrisa. Entonces Sweet Creme lo entendió. "¡No podemos decirle!" Gritó Sweet Creme emocionada, dándose cuenta que sin siquiera percatarse, esas palabras eran precisamente la mayor pista que podía darle a su querida princesa.

Al descubrir aquello, Sweet Creme finalmente recuperó todo su ánimo y continuó preparando la mesa del desayuno con una gran sonrisa. Feliz por quitarse ese peso de encima de creer que había traicionado a su princesa por no decirle la verdad, y asombrada de lo inteligente que podía ser su amada princesa. Todo esto dejando muy confundida a Sweet Caramel, quien no entendió el súbito cambio de actitud de su hermana.

Al ver a Sweet Creme sonreír, Celestia también sonrió al darse cuenta que ella lo había averiguado. Y mientras levitaba un pastelito para seguir con su desayuno, al mismo tiempo continuó con sus pensamientos sobre lo que acababa de descubrir.

"De todas las mayordomos que han estado en el palacio, creo que las gemelas Sweet son las más leales que jamás he conocido. Ninguna de ellas jamás me engañaría ni me mentiría, en especial Sweet Creme." Pensó Celestia con un casco sobre su boca, desentrañando el misterio. "Sin embargo, luego de darle una orden directa de una princesa, ella siguió diciendo que no podía decirme lo que le pedía. Ella no dijo 'no quiero' o 'no lo haré', ella dijo 'no puedo', lo que significa que alguien le ordenó no hablar de aquello, pero ¿Quién puede ordenarles a ellas que no revelen información si incluso UNA PRINCESA fue quien les ordenó que revelen esa información? No hay nadie en el reino que tenga mayor autoridad que una princesa, y eso significa… ¡Que solo hay una respuesta posible!"

Satisfecha con finalmente haber resuelto un misterio, Celestia siguió comiendo con una mirada pensativa.

"¿Por qué ELLA habrá hecho eso?"

Entonces la puerta del salón se abrió, dejando paso para que Luna entrara, quien por alguna razón parecía algo deprimida esa mañana. Y mientras Luna se acercaba para sentarse, Celestia se mantuvo mirándola fijamente, comiendo su pastelito y pensando que quizás sería bueno conversar con Luna sobre ciertos temas.


Interludio 5 – La entrevista

La periodista estrella de 'El Sol de Canterlot', Nosey News, sonreía tranquilamente tras su escritorio, ya que finalmente había conseguido obtener la entrevista que tanto había deseado. Sentado frente a ella se encontraba Shining Armor, el capitán de la Guardia Real de Canterlot. Lo único que impedía que Nosey empezara de una vez con su tan ansiada entrevista, era el viejo barrendero de la oficina, que justamente había escogido ese momento para barrer el suelo de la oficina de Nosey News, levantando una gran cantidad de polvo con su vieja escoba.

"¡Coff! ¡Coff…! ¡Ya basta!" Dijo finalmente Nosey News de mala gana, viendo lo lento que barría el viejo potro. "¡Tengo una importante entrevista, así que por favor barre en otro momento!"

El viejo barrendero miró molesto a la joven periodista y salió refunfuñando de la oficina, finalmente dejando a ambos ponies listos para comenzar su entrevista, o mejor dicho, su duelo…

"No sabe cuánto me alegra que finalmente haya aceptado mi petición para esta entrevista, capitán." Dijo Nosey News sonriendo, mientras se ajustaba las gafas que normalmente usaba, las que la hacían verse aún más profesional.

"Sí, bueno, fue algo difícil de ignorar…" Respondió Shining Armor de mala gana. Ya que la verdad era que él no quería ser entrevistado en absoluto, pero Nosey News lo había estado hostigando por meses para entrevistarlo. Visitándolo en su casa, entrevistando a sus padres, interrumpiendo en su trabajo… por lo que a Shining Armor no le quedó más opción que aceptar ser entrevistado.

"Sí, supongo que luego del desastre ocurrido en la Gala de anoche, no le quedó otra opción." Sonrió Nosey News astutamente, sabiendo que el capitán de la guardia estaba obligado a dar una declaración en el periódico para explicar lo ocurrido la noche anterior. "Pero podemos hablar de lo ocurrido anoche más tarde. Después de todo, la mañana aún es joven, ¡Y hay muchas cosas interesantes de las que podríamos hablar antes de llegar a ese tema!"

Al ver las verdaderas intenciones de Nosey News, Shining Armor no pudo evitar gruñir levemente, pues precisamente esa era la razón por la que había estado evitando dar entrevistas hasta ese momento.

"Solo vengo a explicar lo que ocurrió anoche. No vengo a contar chismes acerca de mi vida personal." Respondió Shining Armor seriamente.

"Chismear es una palabra muy fea. Simplemente digo que a los ponies de Canterlot les gustaría saber un poco más sobre lo que se esconde tras la galante figura del capitán de la guardia real." Dijo Nosey News sonriendo amablemente. "Saber sobre lo que le gusta, lo que le desagrada… si alguna vez se ha enamorado…" Agregó Nosey News sonriendo pícaramente y mirando de reojo al unicornio blanco al decir aquello último.

"¡No finjas que estás interesada en mi vida! ¡Lo único que quieres es que te cuente sobre la princesa Cadance y sobre la foto que salió en los periódicos la semana pasada!" Respondió Shining Armor molesto, sin poder evitar enojarse un poco.

Hacía unos días atrás, en todos los tabloides de farándula de Canterlot, había aparecido en primera plana una foto borrosa de la princesa Mi Amore Cadenza, la tercera princesa del reino, besando a un potro de su guardia real en uno de los jardines del palacio. Pero dado lo borroso de la foto, además del hecho de que las armaduras de los guardias eran todas muy parecidas, y que habían muchos unicornios de pelaje blanco en la guardia; no se tenía certeza absoluta de quién era el potro a quién había besado la princesa.

Y ese era el gran misterio que había causado furor en los últimos días en los periódicos de Canterlot. Lo que por consiguiente causó que docenas de paparazis comenzaran a intentar fotografiar a la princesa y su pareja secreta en todo momento. Lo que hizo que Shining Armor estuviera furioso con los periodistas de Canterlot, y en especial con ESA periodista que estaba frente a él en ese momento.

"Tú fuiste quien sacó esa foto, ¿No es así?" Dijo Shining Armor, mirando molesto a Nosey News.

"Tú eres quién aparece en esa foto, ¿No es así?" Respondió Nosey News mirando fijamente a Shining Armor. Y ambos se quedaron en silencio, mirando fijamente. Ambos sabían que estaban en lo correcto, pero ninguno de los dos podía admitirlo.

Nosey News era una periodista profesional, y como tal, ella había sido la primera en escuchar sobre los rumores del amorío entre la princesa Mi Amore Cadenza con el capitán de la guardia Shining Armor. Y desde ese día había estado espiando a la princesa día y noche, hasta que finalmente logró obtener una fotografía de la princesa besando a Shining Armor, y justo cuando ella tomaba la fotografía, por un fugaz instante, las miradas de Shining Armor y Nosey News se cruzaron.

Para fortuna de Shining Armor, la fotografía de Nosey News había salido borrosa. Y la periodista, siendo tan profesional como era, aunque había sido ella misma quien vio a ambos ponies besándose, no podía publicar una noticia sin evidencia. Sin embargo, la astuta periodista vendió la fotografía a los tabloides de farándula, para que así Shining Armor se viera más presionado a sacar el secreto a la luz.

Así, aunque ambos ponies se habían reconocido fugazmente aquel día, ninguno podía admitirlo. Pues si Shining Armor decía que la había visto, significaría que él estaba admitiendo que ÉL era el 'potro misterioso'; y si Nosey News decía que ella los había visto aquel día, significaba que ella admitía que ELLA había sido quien había tomado aquella fotografía y la había vendido a los tabloides de farándula.

Y así ambos permanecieron en silencio, esperando que el otro admitiera la verdad.

"¡Basta de esto!" Dijo finalmente Shining molesto, poniéndose bruscamente de pie y mirando seriamente a Nosey News. "Vengo a hablar sobre lo ocurrido ayer en la Gran Gala del Galope. Ayer, cuando la Gala estaba en su apogeo, antes del show de clausura de los Wonderbolts, algunos invitados causaron desorden y disturbios en el salón de baile, causando que el gran telón del escenario cayera sobre varios invitados. En ese caos fue que por razones que se investigan, lo animales del jardín real entraron al salón y se abalanzaron sobre la comida del buffet… Como capitán de la Guardia Real, extiendo las disculpas correspondientes a todos quienes fueron afectados por dicho percance. Eso es todo." Terminó Shining Armor su discurso, mirando molesto a Nosey News una última vez, y dándose la vuelta para retirarse de aquella oficina.

"¡Espere capitán! ¡Aún no hemos terminado la entrevista!" Dijo Nosey News saltando de su asiento, asustada al ver que estaba perdiendo su gran oportunidad de tener una primicia.

"Solo vine a hablar de la Gala. No sobre mi vida personal ni la de nadie más." Dijo Shining Armor sin voltearse, llegando hasta la puerta de la oficina.

"¡Pues resulta que no puede hablar de una sin hablar de la otra!" Dijo rápidamente Nosey News. "¿Sabía usted que su hermano estuvo presente ayer en la Gran Gala del Galope?"

Al escuchar aquello, Shining Armor se detuvo al instante, como si alguien lo hubiera congelado.

"Sí, sabía que estaba entre de los invitados, pero no lo vi en toda la noche, ya que yo estaba de guardia." Respondió Shining Armor de forma seca, mirando de reojo fieramente a Nosey News.

Al ver que había captado nuevamente la atención de Shining Armor, Nosey News sonrió y volvió a sentarse tranquilamente.

"Su hermano se llama Dusk Shine, ¿No es así? Es el alumno personal de la princesa Celestia… Es una fortuna que usted y su hermano hayan logrado posiciones de tanto renombre a tan temprana edad… Más aún sabiendo que no provienen de una familia noble." Dijo Nosey News sonriendo, mientras disimuladamente levitaba una libreta y una pluma para ir escribiendo el desarrollo de esa entrevista, al ver cómo reaccionaba Shining Armor ante el discurso que le decía.

"Lo mío no es suerte. Todo lo que he conseguido ha sido producto del esfuerzo y el trabajo duro." Respondió Shining Armor mirando molesto una vez más a Nosey News, pues sabía que lo que la periodista decía, era algo que muchos ponies de alcurnia también pensaban de él.

"¿Solo usted? ¿Entonces su hermano sí ha tenido solo suerte para llegar a donde está?" Preguntó Nosey News insidiosamente.

Un largo silencio siguió tras la pregunta de Nosey, en que Shining Armor no respondió, solo se mantuvo viendo a Nosey con una mirada molesta.

"¿Sabía que su hermano fue quién salvó a la princesa Celestia la noche de la víspera del Sol de Verano? Y no solo eso, él también fue quien ayudo a traer de vuelta a la princesa Luna de su exilio." Dijo Nosey News, revisando algunas notas de su libreta mientras se arreglaba sus lentes. "También salvó a un pueblito llamado Ponyville del ataque de una Ursa, y ahuyentó a un dragón de las montañas que amenazaba con cubrir Canterlot y sus alrededores con el humo de sus ronquidos… ¿¡Pero sabe qué es lo más extraordinario!?" Agregó Nosey News, bajando su libreta y mirando fijamente a Shining Armor. "Lo más extraordinario, es que ninguna de estas hazañas ha salido hasta ahora en los periódicos…"

Ante la atenta mirada de Nosey News, Shining Armor se mostró imperturbable, como una estatua. Siguió manteniendo un absoluto silencio, solo se limitó a entrecerrar un poco sus ojos mientras veía a la periodista.

"Definitivamente son hazañas que deberían ser reconocidas por toda Equestria, pero cada vez que quiero publicar una noticia sobre Dusk Shine, mi jefe dice que tiene órdenes de no publicarlas." Dijo Nosey News suspirando, y nuevamente mirando fijamente a Shining Armor. "Sería un escándalo si se supiera que las princesas están censurando la libertad de prensa… O quizás no es una princesa quien ordena que no se publiquen esas noticias, sino alguien más cercano a Dusk Shine… Alguien que también tiene un alto cargo en el poder de Canterlot, y que podría estar celoso de los logros de su pequeño hermano… Logros que harían parecer el logro de ser capitán de la guardia real, como algo de poca importancia."

"¿Me está acusando de intervenir con el periódico?" Preguntó Shining Armor indiferente.

"No, por supuesto que no. No tengo pruebas, son solo simples suposiciones." Respondió Nosey News encogiéndose de hombros. "Mi jefe insiste en que no publique nada relacionado sobre Dusk Shine. Por eso fue que me encargó reportar la Gran Gala del Galope de este año."

Aquellas últimas palabras dichas por Nosey News parecían sin importancia, y así lo pensó Shining Armor por un instante. Pero entonces se dio cuenta de a dónde quería llegar la periodista, y por un segundo, sus ojos se abrieron levemente, pero rápidamente volvió a mantener la compostura. Algo que no pasó inadvertido para Nosey News, quien sonrió victoriosa.

"Así es, mi jefe me ordenó hacer un artículo de la Gran Gala de este año, y Dusk Shine fue uno de los invitados. Llegó junto a sus amigas y al parecer tuvo una noche muy ajetreada." Dijo Nosey News sonriendo astutamente. "Dígame capitán, ¿Sabe quién fue quien causó todo ese alboroto en la Gran Gala del Galope?"

"Ya tenemos a algunos testigos que nos han dado algunas pistas sobre cómo lucían los causantes del alboroto. Sin embargo, no hay nombres ni fotografías." Dijo Shining Armor seriamente.

"Sí, es una pena que nadie haya podido tomar una fotografía de los culpables… que nadie más que YO haya podido tomar las únicas fotos de los culpables." Dijo Nosey News sonriendo, más aún al ver que finalmente hacía que Shining Armor dejara de lado su mirada molesta y ahora tuviera una mirada de sorpresa, e incluso, algo temerosa. "Supongo que una vez se publique la fotografía del culpable, todo el mundo se interesará por saber quién es ese potro y de dónde viene… ¿Qué tan bueno sería eso para su carrera?"

En ese instante Nosey News se agachó un poco, sin dejar de mirar con una sonrisa a Shining Armor, mientras con su casco abría el cajón de su escritorio y buscaba las fotografías.

"Y cuando todo el mundo quiera saber sobre aquel potro que causó el caos en la Gala, ni siquiera la mismísima princesa podrá evitar que yo publique todo lo relacionado con…" Dijo Nosey News manteniendo su discurso mientras buscaba las fotografías con su casco, pero al percatarse que su casco no encontraba lo que buscaba, dejó de hablar súbitamente y se agachó para mirar en el cajón. Entonces Nosey comenzó a abrir todos los cajones de su escritorio mientras su sonrisa se esfumaba y comenzaba a entrar en pánico. "Las fotografías… ¿¡Dónde están las fotografías!?" Dijo Nosey News asustada.

Al ver la cara de sorpresa de Nosey News, Shining Armor no pudo evitar sonreír al ver que la molesta periodista parecía haber perdido su carta de triunfo.

"Bueno, si la entrevista terminó, me retiro." Dijo Shining Armor, volviendo a darse la vuelta, abriendo la puerta de la oficina, y saliendo lentamente de allí.

"¡E-Espera!" Gritó Nosey News asustada, saltando de su escritorio y corriendo hasta la puerta de la oficina para alcanzar a Shining Armor antes que se fuera. Sin embargo su carrera se vio abruptamente interrumpida al chocar de frente contra el viejo barrendero, que justo en ese instante había estado barriendo justo fuera de la oficina de Nosey News.

Luego del abrupto golpe, Nosey News miró furiosa al barrendero por haberse interpuesto, y rápidamente se puso de pie, solo para alcanzar a ver que a lo lejos Shining Armor salía del edificio.

"¡Estupendo! Perdí mi oportunidad para hacer la gran entrevista que quería…" Dijo Nosey News golpeándose el rostro frustrada, levantándose y entrando de mala gana de nuevo a su oficina. "Apuesto lo que sea a que él tomó las fotografías sin que me diera cuenta… ¡Rayos! Si no fuera porque el jefe tiene miedo a que las princesas tomen represalias, ¡Publicaría todo lo que sé aunque no tenga pruebas!" Gritó Nosey News frustrada, golpeando fuertemente la puerta tras de sí, dejando a todos los demás ponies presentes del periódico muy confundidos, sin saber lo que había ocurrido en la oficina de Nosey News.

Por su parte, el viejo barrendero con el que había chocado Nosey News, dejó de lado su escobar y caminó lentamente hasta salir del edificio del periódico. Una vez en la calle, el viejo barrendero metió un casco en uno de los bolsillos de su traje de limpieza, y sacó las fotografías que había tomado a escondidas del escritorio de Nosey News. Eran seis fotografías, en donde aparecían cinco yeguas y un potro color lavanda respectivamente. Y por lo que el barrendero había alcanzado a escuchar mientras espiaba tras la puerta la conversación de Nosey News y el capitán de la guardia Shining Armor, aquellos seis ponies eran los causantes del desastre de la Gran Gala, y además, estaban relacionados de algún modo con Shining Armor.

"Parece que hice bien en tomar estas fotografías… Podrían ser útiles para nuestros propósitos." Murmuró el viejo barrendero, volviendo a esconder las fotografías en su traje, luego mirando hacia atrás, al edificio del periódico del que acababa de salir. "Así que incluso los periodistas no publican todas las noticias por temor a lo que podrían decir las princesas…"

Entonces el barrendero comenzó a caminar y puso una perturbadora sonrisa.

"Bueno, yo no tengo ese problema. Porque yo no le sirvo a una princesa." Agregó el viejo barrendero, al que, por un segundo, sus ojos brillaron de un intenso y antinatural color verde. "¡Yo le sirvo a una reina!"


Interludio 6 – Los enamorados

Shining Armor caminaba intranquilo por los pasillos del castillo. Luego de haber tenido que asistir a esa molesta entrevista con la periodista de 'El Sol de Canterlot', Shining había vuelto inmediatamente al castillo a cumplir con su deber como capitán de la Guardia Real.

"Lo hemos ocultado por demasiado tiempo. Quizás… sea hora de hacer pública nuestra relación…" Pensó Shining nervioso, sin estar seguro sobre qué decisión tomar. Todo mientras decenas de dudas llenaban su cabeza.

Antes de la entrevista, Shining ya tenía muchas dudas sobre varios asuntos, y luego de la entrevista, todas esas dudas solo aumentaron. En su cabeza rondaba la inseguridad sobre si la princesa Celestia lo reprendería por no mantener el orden en la Gran Gala del Galope, pues pese a que la princesa aún no hubiera solicitado su presencia, ¡Su reputación e incluso su puesto de capitán podían estar en riesgo! Además… estaba el asunto de su relación secreta con Cadance; si no tenía más cuidado, los paparazis lograrían tomar alguna foto de ellos juntos y sería un escándalo en todo Canterlot… ¿Por cuánto tiempo más podrían guardarlo en secreto…? Y finalmente, a todas esas preocupaciones, ahora debía sumar la de preocuparse por su hermano menor Dusk Shine.

"Así que de verdad fue él a quién vi anoche." Murmuró Shining Armor molesto mientras caminaba, recordando que la noche de la Gala, él había alcanzado a ver a cinco yeguas cuando los invitados apuntaron a los culpables del desastre, y cuando iba a ver al sexto culpable, solo alcanzó a ver que era un potro lavanda, antes que este desapareciera. "¿¡Cómo no lo vi antes!? ¡La teletransportación es su mejor hechizo! El muy cobarde se escapó sin siquiera disculparse por todo el desastre que él y sus amigas causaron… Grrr… ¡No hace más que dar problemas!" Gruñó Shining Armor molesto.

Luego de atravesar los pasillos principales del castillo, Shining llegó hasta uno de los jardines exteriores, en donde todas sus dudas y enojo se esfumaron al ver la hermosa visión que siempre le hacía olvidar todos sus problemas.

Parada al lado de un gran rosal se encontraba la princesa Mi Amore Cadenza, o como sus más cercanos la llamaban, Cadance. Una alicornio color rosa, con una larga melena color lila, rosa y amarillo, y una cutie mark de un corazón de cristal, además vestía adornos dorados en sus cascos y pecho, que combinaban con la pequeña corona dorada sobre su cabeza; adornos mucho menos imponentes que los de las otras dos princesas reales, pero que le quedaban a la perfección, ya que justamente lo que más resaltaba en esta princesa no eran sus adornos ni su tamaño, sino lo impactante de su belleza.

En cuanto Shining Armor llegó al jardín, se detuvo un momento en la entrada y solo se quedó viendo a la princesa con una pequeña sonrisa, siempre repitiéndose en su mente lo afortunado que era al ser novio de una yegua tan maravillosa. Le tomó un momento a Shining darse cuenta que Cadance no estaba sola, sino que charlaba con Flash Sentry, un joven cadete de la guardia que Shining pensaba era muy prometedor, si no fuera por el gran ego que tenía el joven pegaso.

Al percatarse que Shining Armor había llegado, la princesa Cadance sonrió y le dijo unas últimas palabras a Flash Sentry, quien entonces la saludó con el típico saludo militar y se retiró de allí, saludando también respetuosamente a Shining Armor al salir por la puerta del jardín.

"¿De qué hablabas con Flash?" Preguntó Shining Armor, acercándose lentamente a la princesa una vez que Flash Sentry se retiró.

"No es nada, solo… le estaba asignando una pequeña misión." Dijo Cadance con su melodiosa voz, también acercándose a Shining. Entonces Cadance puso una mirada pensativa y luego miró a Shining con una traviesa sonrisa. "¿Acaso estás celoso?"

"Jamás lo estaría, princesa." Dijo Shining de forma indiferente, deteniéndose frente a Cadance mientras hacía una pequeña reverencia. Y mientras lo hacía, con su vista miró de reojo a los alrededores, tratando de buscar si había alguien más presente.

"Tranquilo, ya puse un escudo en el jardín. Nadie nos está viendo." Dijo Cadance con una sonrisa algo triste.

Apenas Shining escuchó eso, se levantó y besó apasionadamente a su novia, quien a su vez, también le devolvió el beso ansiosamente. Después de todo, pese a que se veían todos los días, no siempre tenían la posibilidad de estar solo los dos y poder compartir un momento íntimo como ese.

"Tengo que ir a inaugurar la nueva ala del hospital en unos minutos, pero nos queda tiempo suficiente para dar un pequeño paseo por el jardín." Dijo Cadance sonriendo luego de separarse del beso, pero sin dejar de abrazar a Shining.

"Sería estupendo." Respondió Shining también sonriendo. Entonces ambos ponies comenzaron a caminar muy juntos por el bello jardín del palacio. "Te has vuelto bastante buena con los hechizos de escudo."

"Bueno, tuve un buen maestro." Respondió Cadance mirando amorosamente a Shining, pues él mismo le había enseñado, dado que ese era su mejor hechizo. "Nunca se sabe cuándo podrás necesitar un buen escudo, creo que es un hechizo muy importante."

"Sí, quizás algún día nos sirva para detener a una gran amenaza y no solo para estar ocultándonos de los paparazis…" Agregó Shining Armor frunciendo el ceño.

"¿Y qué tal te fue en la entrevista?" Preguntó Cadance, a lo que Shining solo respondió poniendo una exagerada cara de disgusto. "¿Así de mal?" Agregó Cadance sorprendida.

"Bueno, al menos esa periodista aún no tiene pruebas de que soy yo quien aparece en esa foto besándote." Respondió Shining suspirando.

En ese momento la sonrisa de Cadance se esfumó lentamente y puso una mirada triste.

"Shining… ¿Por cuánto tiempo más quieres seguir ocultando nuestro amor?" Preguntó Cadance, deteniendo su caminar.

"Cadance, sabes que te amo, pero… no quiero que todo el mundo nos empiece a acosar, ¡Más de lo que ya lo hacen!" Respondió Shining tocando amorosamente el rostro de su amada. "Que lleguen cientos de periodistas a preguntarte por qué estás de novia con un potro común y corriente…" Agregó Shining, desviando la mirada con tristeza.

"¡Ay, Shining! Te preocupas demasiado. No eres un potro cualquiera, y no lo digo porque seas el capitán de la Guardia Real." Dijo Cadance volviendo a sonreír. "Eres valiente, inteligente, amoroso, y el segundo potro más lindo de toda Equestria… Fuiste capaz de ganarte mi corazón, ¡Y eso es todo lo que a mí me importa!" Agregó Cadance abrazando amorosamente a su novio.

Mientras la bella alicornio lo abrazaba, Shining se sintió reconfortado por las amorosas palabras de su novia. Pero luego de un rato, mientras seguían abrazados, Shining no pudo evitar recordar algo que siempre le decía su querida novia y que siempre lo irritaba un poco.

"¿En serio vas a seguir con eso de ser 'El segundo más lindo'?" Preguntó Shining levantando una ceja.

"Oh…. ¡Es que no puedes competir con esta lindura!" Dijo rápidamente Cadance, separándose del abrazo y haciendo aparecer con su magia un pequeño relicario dorado en forma de corazón que Shining bien conocía, ya que siempre lo llevaba a todas partes. Al abrir el relicario ella reveló una foto de un pequeño potrillo color lavanda sonriendo. "¡Mira esa carita! ¡Es taaaan tierno…! Tú puedes ser el más guapo, ¡Pero Dusk siempre será el más lindo!" Agregó Cadance hablándole a la foto de Dusk como si fuera un bebé, recordando siempre lo tierno que era el pequeño potrillo y su época de niñera, cuando ella lo cuidaba.

Al ver que Cadance estaba en 'modo niñera', Shining solo suspiró mientras su novia volvía a la normalidad. La verdad era que Shining sabía que Cadance solo veía a Dusk como un pequeño potrillo bebé y no como un potro adulto, pese a la edad que tenía. Sin embargo, esa rivalidad que tenían como hermanos hacía que a Shining siempre le hubiera molestado que Dusk tuviera un lugar tan grande en el corazón de su novia.

"Hablando de ese torpe… ¿Pudiste hablar con él ayer en la Gala?" Preguntó Shining, poniéndose un poco serio. Algo que tomó completamente por sorpresa a Cadance, quien al escuchar dicha pregunta, inmediatamente salió del 'modo niñera' y volvió a la normalidad.

"No pude hablar con él, ayer estuve… algo ocupada." Respondió Cadance desviando la mirada, recordando lo que había hecho la noche anterior.

Al ver que Cadance tenía una mirada preocupada, Shining se culpó a sí mismo, al pensar que quizás el hecho de estar ocultando su noviazgo la estaba afectando más de lo normal. Después de todo, Cadance tenía la virtud de ser una de las ponies más felices y sonrientes de Equestria, y si ella parecía estar distraída o preocupada, era porque algo realmente no estaba bien.

"Sabes… Lo he estado pensando un poco y creo… que quizás no sería tan malo anunciar nuestro compromiso." Dijo Shining con una nerviosa sonrisa, sin estar completamente seguro de lo que decía, pero lo valía si con eso lograba que Cadance dejara de tener esa mirada preocupada.

"¿¡De verdad!?" Preguntó Cadance casi saltando de la emoción, volviendo a sonreír con su bella sonrisa. "¿No decías que te preocupaba que nos acosaran los periodistas?"

"Sí, bueno, el asunto es que ya lo hacen, no es algo que pueda impedir." Respondió Shining rascándose la cabeza, sabiendo que lo que le proponía a Cadance cambiaría como el mundo los veía para siempre, pero en algún momento todos se enterarían de la verdad, ¡Y el gran momento ya estaba cerca! "Si esa periodista sigue investigando, tarde o temprano conseguirá pruebas. Así que quizás sería mejor que nosotros lo anunciáramos antes que saliera en alguna tonta revista de farándula." Agregó Shining suspirando resignado.

"¡Oh, Shiny!" Dijo Cadance sintiéndose inmensamente feliz, dándole otro apasionado beso a su bien amado novio.

Viendo a Cadance tan feliz, Shining disfrutó de besarla y compartir su amor, satisfecho de poder hacer tan feliz a su novia. Aunque claro, Cadance casi siempre estaba de ese humor, era muy pocas las veces que Cadance se sentía triste, y menos aún las que él la había visto enojada. Como buena princesa del amor, Cadance siempre iba con una sonrisa en su rostro, y Shining se aseguraría que ni siquiera él fuera la causa de borrarle esa hermosa sonrisa.

Justo cuando ambos ponies se besaban, ambos escucharon las puertas del jardín abriéndose, lo que hizo que al instante ambos se separaran y pusieran algo de distancia entre ellos, ya que no podían dejarse ser vistos juntos antes del gran anuncio.

Tras abrirse la puerta del jardín, entró un guardia, un unicornio de pelaje gris y melena negra, vistiendo su acostumbrada armadura dorada. Tras acercarse hasta Shining, ambos potros se saludaron con el típico saludo militar.

"Saludos sargento." Dijo Shining Armor.

"Saludos capitán." Dijo el unicornio gris, levitando con su magia unos cuantos papeles. "Traigo el reporte de la guardia de anoche."

"Yo lo tomaré." Dijo Cadance sonriendo, levitando el informe con su magia antes que Shining los tomara.

Aquello llamó la atención de Shining, pues Cadance normalmente no se interesaba en los reportes de los guardias. ¿Por qué ahora quería leerlos? ¿Acaso estaba buscando algo? Y en ese momento Shining recordó lo que le había dicho Cadance sobre 'haber estado ocupada la noche de la gala'… ¿Ocupada con qué?

"¿Algo que reportar?" Preguntó Shining levantando una ceja luego de ver de reojo a su novia leyendo con interés los reportes.

"Además del desastre causado al final de la Gala, nada muy relevante que no hayamos reportado en la reunión nocturna." Respondió el unicornio gris, hasta que recordó algo importante. "Aunque hoy en la mañana nos enteramos de un extraño reporte… El guardia encargado de vigilar la puerta principal, Silver Spear, fue reportado por incumplimiento de deberes al quedarse dormido ayer en la noche. Pero hoy en la mañana habló conmigo, y él insiste en que no fue así, que al parecer alguien lo dejó inconsciente, una yegua."

"¿Dice que una yegua común y corriente lo dejó inconsciente?" Dijo Shining Armor incrédulo. "Quizás solo es una excusa para-" En ese instante Shining dejó de hablar al ver de reojo a Cadance y notar que ella se había quedado congelada, como si hubiera visto un fantasma.

"Una poderosa yegua unicornio, de pelaje amarillo, y melena color rojo y dorado…" Dijo Cadance lentamente, al leer el reporte de aquel guardia y leer la descripción de esa supuesta yegua. Entonces ella levantó su vista y miró fijamente al sargento con una mezcla de asombro y enojo.

"Eh… sí, a-así es, princesa." Dijo el sargento sorprendido. Misma cara de asombro que puso Shining, ya que nunca había visto a la siempre sonriente princesa del amor poner una cara tan temible.

"E-Eso es todo sargento. Puede retirarse." Dijo rápidamente Shining, para que el guardia los dejara solos.

Una vez el sargento se retiró, Shining miró preocupado a su novia, quien ahora desviaba la mirada con una cara pensativa y preocupada.

"¿Qué fue eso Cadance? Nunca te había visto así de molesta." Dijo Shining tocando gentilmente a su novia con una mirada de preocupación.

Luego de respirar un poco para tranquilizarse, Cadance lentamente miró a Shining de vuelta, pero sin poder sonreír aún.

"No es nada, querido. Es solo… un mal recuerdo." Respondió Cadance intentando sonreír, pero sin lograrlo. "Un mal recuerdo que me aseguraré que no vuelva a atormentar a los ponies que amo." Agregó Cadance volviendo a poner una mirada de enojo mientras pensaba que aunque ella fuera la princesa del amor, había una yegua a la que no podía perdonar.


Interludio 7 – El primer encuentro

Era de noche en el bosque Everfree, por lo que con la oscuridad reinante, sumado a lo lúgubre y terrorífico de los árboles y a las bestias salvajes rondando los alrededores, se podía asegurar con certeza que una noche en el bosque Everfree era el equivalente a estar en el lugar más terrorífico de Equestria. Sin embargo, esa noche en particular, parecía que había algo más en el aire, como si un extraño velo de frio y miedo recorriera todo el bosque, anunciando que un extraño ser lo había invadido.

Serpenteando por el suelo del oscuro bosque, moviéndose entre las sombras de los grandes árboles, una extraña sombra reptaba velozmente, avanzando hacia uno de los puntos más reconocibles del bosque: las ruinas del antiguo castillo de las dos hermanas.

"Vaya, el tiempo no pasa en vano…" Susurró repentinamente la sombra al ver las ruinas del viejo castillo, deteniéndose un momento frente al antiguo castillo antes de seguir avanzando.

La extraña sombra se adentró velozmente en las ruinas del castillo, siempre pegada al suelo, como una sombra común y corriente, con la diferencia que una sombra normal era el reflejo oscuro de algo que se interponía a la luz, sin embargo, esta sombra no era el reflejo de nada, aquel 'algo' que debía de producir aquella sombra no se veía por ninguna parte. Esta era una sombra que se movía libremente, y tenía un objetivo en mente.

La sombra reptó velozmente hasta llegar a la antigua sala del trono, un enorme salón con el techo destruido, en donde la luz de la luna lograba iluminar más que en el resto del antiguo castillo. Entonces la sombra llegó hasta una pared y esta vez se reflejó sobre esta en vez del suelo, como si su figura en dos dimensiones se hubiera puesto de pie. Al hacerlo, la luz de la luna pudo reflejar más claramente la sombra viviente que allí había: una extraña figura que se asemejaba a una enorme serpiente, con unos largos cuernos disímiles, al igual que sus cuatro patas, que aunque solo se pudiera ver su silueta, claramente parecían distintas unas de las otras, como si fueran partes de animales de distintas especies.

Siempre pegada a los muros del antiguo palacio, la sombra avanzó por el salón del trono hasta que se detuvo al ver un altar en el centro. Una estructura que bien conocía, pues la había visto mil años antes.

"Como lo suponía… Los elementos no están aquí…" Dijo la sombra mientras afirmaba su cabeza en una de sus garras de forma pensativa. "Pero es extraño… tampoco sentí que estuvieran en Canterlot."

Repentinamente la sombra dejó de reflexionar al escuchar algo cayendo hacia él. Entonces un pequeño frasco golpeó sobre la pared en la que se reflejaba, y al hacerlo, un gran destello iluminó todo el salón por unos segundos, causando que la sombra se desapareciese.

Una vez la sombra se esfumó, una figura encapuchada avanzó desde el otro extremo del salón, quien al sentir la luz de la luna cayendo sobre ella, se quitó la capucha de su cabeza, dejando así ver su piel rayada y su peculiar melena estilo mohicano.

"¿Una cebra? ¡Qué divertido! Hace años que no veía una… Aunque para ser justos, hace más de mil años que no veía a ninguna criatura." Dijo repentinamente la voz de la sombra resonando en todo el salón, quien luego que pasara el efecto del brillo provocado por aquel frasco de luz, comenzó a formarse nuevamente donde mismo había desaparecido.

El rostro de Zecora se mantuvo impasible luego que la sombra volviera a recuperar su forma. Ella sabía que una poción con un efecto tan simple no acabaría con esa criatura, menos aún si 'esa criatura' era quien ella pensaba que podía ser. Pero pese a que ella había pasado años preparándose con su madre para enfrentarse a esta criatura, la verdad era que no sabía qué podía afectarla realmente, por lo que tendría que probar de todo antes de entender cómo derrotarla.

"¿Tú eres el draconequus?" Preguntó Zecora manteniendo su distancia. Ella no podía estar completamente segura de si esa criatura era el draconequus, pero la magia oscura que rodeaba a esa sombra era razón suficiente para no acercársele.

"Soy 'UN' draconequus. No es como si fuera el único." Respondió tranquilamente la sombra encogiéndose de hombros. "Ahora… ¿Me podrías decir si sabes dónde se encuentran las piedrecitas que estaban dentro de ese altar?" Agregó la sombra con una malvada sonrisa mientras apuntaba al altar en medio del salón.

"No hay duda. Este es el ser de caos contra el que lucharon las hermanas alicornio." Pensó Zecora preocupada, confirmando sus temores al escuchar que esa criatura preguntaba por los elementos de la armonía. Sin lugar a dudas esta era la criatura que ella y su madre habían estado esperando, y ahora debía detenerla lo más que pudiera.

"Eres distinto a como te imaginé… Más que una criatura, pareces una sombra viviente." Dijo Zecora lentamente.

"¡Gana tiempo! Analiza sus movimientos, sus gestos, ¡Todo! Si las historias son ciertas, no tengo ninguna posibilidad de ganar sola contra él en un enfrentamiento directo." Pensó Zecora mientras hablaba.

"Bueno, es que no he recuperado todos mis poderes aún." Dijo la sombra del draconequus, flexionando sus patas delanteras para fingir que salían músculos, pero estos cayeron desinflados como en un dibujo cómico. "Me tomará algo de tiempo recuperarme por completo, así que mientras tanto, solo soy una sombra de mi verdadero ser." Agregó la sombra despreocupadamente, algo que sorprendió a Zecora, ya que definitivamente esa era una información muy importante.

Entonces la sombra del draconequus se deslizó por el suelo hasta acercarse a otro muro más cercano a Zecora, en donde volvió a ascender y reflejarse sobre el muro vertical. Al ver a la sombra acercársele, Zecora instintivamente saltó hacia atrás para seguir manteniendo la distancia. No solo por el hecho de ser precavida, sino porque instintivamente su cuerpo reaccionó al sentir la enorme cantidad de magia caótica que emanaba de ese aterrador ser.

"Y ahora que he sido completamente honesto contigo… ¿Qué tal si en retribución me dices dónde están los elementos de la armonía?" Preguntó la sombra con una enorme sonrisa, mirando fijamente a Zecora, quien hizo lo posible para mantenerse inexpresiva. "Es segunda vez que te lo pregunto. Definitivamente sabes dónde están. No trates de engañarme, después de todo, soy el rey del engaño." Agregó la sombra moviendo sus garras como si imitara a un fantasma.

Tal parecía que aquel ser se tomaba todo como si fuera una broma. Y eso precisamente era lo comenzaba a aterrar a Zecora.

"Si me dices cuál es tu plan, quizás te diga dónde están." Dijo Zecora lentamente, siempre manteniéndose a la defensiva, sin quitar su mirada del extraño ser de sombra.

"¡Pfft! ¿Plan? ¡No hay ningún plan! ¡Soy el amo del caos! No es como si hubiera pasado mil años planeado una brillante estrategia." Se rio la sombra, burlándose de la pregunta de Zecora. Entonces la sombra dejó de reírse y puso una mirada pensativa mientras miraba hacia el cielo. "Aunque parece que hay otros individuos que sí tienen grandes planes malvados para Equestria…" Inmediatamente después de agregar eso, la sombra miró de reojo a Zecora, y sonrió malvadamente al descubrir que la cebra parecía verdaderamente intrigada con lo que acababa de decir.

"¡Juju! ¡Parece que tenemos un ganador! Te diré lo que sé y tú me dirás lo que yo necesito saber." Agregó la sombra con una alegre sonrisa, nuevamente deslizándose por el piso hasta reflejarse en una vieja y rota columna del castillo, aún más cerca de Zecora. "Llevo solo unas cuantas horas libre desde mi regreso, pero puedo verlo… como el flujo de magia va cambiando." Agregó la sombra señalando sus ojos oscuros, que por un instante parecieron brillar de forma multicolor fugazmente. "Ningún ser mágico ve la magia como yo la veo. Y es por eso que puedo manejarla como nadie más puede. Y puedo ver cosas que nadie más puede…"

"Dime lo que sabes." Dijo Zecora con una seria mirada, lo que hizo sonreír malévolamente al ser de sombra.

Entonces la sombra comenzó a hablar sobre lo que había descubierto. Aunque más que tener evidencia sobre un plan secreto, lo que la sombra había descubierto eran pequeñas migajas en el flujo de la magia. Una pequeña pista por aquí, otra por allá, que, sumado a su vasta experiencia en crear caos y a conocer todo tipo de criaturas mágicas, fue lo que necesitó el señor del caos para adivinar lo que alguien muy ingenioso podría estar creando. Y sin darse cuenta, aquel ser de caos había descubierto la verdad, un ingenioso y aterrador plan de alguien manejando secretamente los hilos en la oscuridad, una aterradora verdad que se escondía a plena vista de todos.

Cuando la sombra terminó de contar lo que había descubierto, el rostro de Zecora estaba pálido. No solo por la magnitud de desastre que implicaba lo que acababan de contarle, sino también por la mente maestra que estaba planeando todo aquello.

"No puede ser… Si lo que dice esta criatura es cierto… No solo los ponies están en peligro, ¡Cada criatura de este mundo lo está! Y sin darnos cuenta… ¡Nosotros mismos estamos ayudando a que llegue esa catástrofe!" Pensó Zecora aterrada, sintiendo que nunca antes en su vida había sentido tanto miedo.

"Oye, no te aflijas, ¡Disfruta la vida! Será un grandioso viaje hasta que llegue ese gran final." Dijo la sombra riéndose y haciendo como si festejara al lado de Zecora, pues sin que la cebra se diera cuenta, la sombra se había ido acercando cada vez más a ella. "Y ahora… es tu turno querida. ¿Podrías decirme dónde se encuentran ocultos los elementos de la armonía?" Agregó la sombra, cambiando radicalmente su actitud, sonriendo con una perversa sonrisa mientras se reflejaba en la propia sombra de Zecora.

Al escuchar esa pregunta, solo entonces Zecora salió de sus perturbados pensamientos, recordando que antes de preocuparse de otros peligros futuros, tenía otro peligro más inmediato justo frente a sus narices.

"No puedo decirle donde están los elementos de la armonía. Esto… Esto es peor de lo que pude imaginar… ¡Debo advertirle a todos sobre esto!" Pensó Zecora aterrada.

Cambiando su asustada mirada a una llena de determinación, Zecora arrojó nuevamente una poción de luz sobre la bestia sombría, haciendo que esta nuevamente desapareciera por un instante. Y veloz como el rayo, Zecora se volteó y comenzó a correr.

Horas antes, cuando Zecora sintió una extraña perturbación en la magia caótica que rodeaba al bosque Everfree, ella entendió que debía de prepararse para su gran batalla final. Por lo que bajo su capucha ya no llevaba sus acostumbrados frascos con ingredientes, esta vez llevaba pociones con grandes y poderosos efectos para todo lo que se le pudiera presentar en la batalla, además de tener varios 'hechizos enfrascados', una ingeniosa y difícil forma de guardar magia unicornio que el mismo Dusk Shine le había ayudado a preparar como experimento. Todo esto debía de darle una pequeña oportunidad contra el poderoso señor del caos, o eso es lo que había pensado antes de enfrentarlo, pues ahora, al sentir de frente la gran diferencia de poder, y con la nueva información obtenida acerca de esa catástrofe por venir, el nuevo plan de Zecora era escapar lo antes posible de allí.

'¡Snap!'

"Aún no terminamos de hablar." Resonó la voz de la sombra en el castillo al mismo tiempo que se escuchó un chasquido de dedos. Y en ese instante un muro de piedra se elevó desde el piso del castillo, bloqueando la salida del gran salón.

Zecora se detuvo al instante y se volteó nuevamente a ver a su oponente, una sombra que volvió a tomar forma rápidamente, solo que esta vez mucho más grande e imponente. Lista para luchar, Zecora volvió a subirse su capucha para ocultar su rostro y tomó dos frascos bajo su capa. Ambos estaban listo, y la lucha comenzó.

'¡Snap!' Con un chasquido de dedos, la enorme bestia de sombra lanzó un rayo eléctrico con su otra garra, uno que Zecora pudo evadir saltando justo en el último segundo. Entonces Zecora arrojó los dos frascos que sostenía al piso, causando que todo el salón se llenara en un instante de una espesa niebla que hacía imposible ver nada.

"Bien, bien... Sería aburrido si lo hicieras muy simple." Dijo la sombra sonriendo perversamente.

Con otro '¡Snap!' provocado por el chasquido de sus dedos, la niebla comenzó a disiparse rápidamente, con lo que la sombra pudo ver que la cebra intentaba huir por una de las escaleras que llevaban a una destruida azotea. Con otro simple chasquido, los escalones de la escalera de piedra desaparecieron, causando que Zecora resbalara y se deslizara nuevamente hasta el salón principal.

La sombra se acercó velozmente para atrapar a su presa apenas cayera en el salón, pero Zecora se anticipó a su movimiento y lanzó otro frasco sobre la sombra mientras reptaba por el piso, causando que unas ramas de árbol creciera velozmente por todo el piso, rompiendo las losas del castillo y haciendo difícil moverse por allí a la sombra, ya que no podía avanzar directamente.

Desde fuera del castillo, se podían ver los fugaces flashes de luz y el retumbar de las paredes por la batalla librada, una y otra vez se escuchaba y repetía el sonido de un frasco de cristal rompiéndose, siempre seguido inmediatamente por el característico '¡Snap!' del chasquido de dedos de la sombra. Por cada poción y hechizo enfrascado que Zecora usaba, la sombra fácilmente deshacía cualquier efecto con un simple chasquido. Pociones de crecimiento, desvanecimiento, fuego, luz, cualquier ataque de Zecora solo le daba un par de segundos de ventaja para huir, pero al instante la sombra usaba su magia y acortaba nuevamente la distancia, haciendo que toda la batalla quedara en un punto muerto. Pero aquel punto muerto estaba a punto de terminar, pues la magia de la sombra parecía inagotable, y los frascos con pociones y hechizos de Zecora ya casi se habían terminado.

Tras lanzar un frasco que encapsulaba un hechizo de teletransportación que el mismo Dusk Shine había guardado para Zecora en uno de sus frascos, la sombra se sorprendió al ver que al recibir el golpe de aquel frasco él había intercambiado de lugares con la cebra.

"Interesante. No sabía que podías guardar ese tipo de hechizos en frascos." Dijo la sombra girándose para ver a la cebra encapuchada a la que había perdido de vista un segundo, pero que por lógica estaba ahora donde él había estado hacía un segundo atrás. "Pero no importa cuántas pociones y hechizos uses. ¡Ninguna magia unicornio, ni siquiera la alicornio, ha podido jamás contra mí!"

Y con ese último grito la sombra se abalanzó contra la cebra encapuchada, logrando finalmente llegar hasta ella y poner sus oscuras garras sombrías sobre su cuerpo. Mas la victoriosa sonrisa de la sombra solo duró un instante, al sentir que en cuanto sus garras atraparon a la cebra, esta se deshizo, cayendo un charco de agua en cuanto la tocó, solo quedando así en sus garras la capucha de la cebra.

Ese segundo de absoluta sorpresa ante lo que había pasado, fue lo que Zecora necesitó para tomar finalmente la ventaja.

La misma agua que había caído del falso cuerpo que había atrapado la sombra, se volvió a juntar velozmente, transformándose en una alta y delgada placa de hielo, como un enorme espejo de hielo, en el que ahora se reflejaba la sombra.

"¿Qué magia es esta?" Preguntó la sombra sorprendida, tocando los bordes del espejo de hielo en la que ahora se encontraba, dándose cuenta que parecía estar atrapado en ella.

"Dijiste que conocías toda la magia que los ponies ocupaban, así que tuve que ocupar magia que no fuera de ponies." Dijo Zecora tranquilamente, saliendo desde detrás de una columna de piedra, en donde se había escondido, ya sin llevar su capa, ya que la había usado para el señuelo del falso cuerpo de agua. "Es una imitación bastante decente de la magia que ocupan los kelpies en mi tierra natal." Agregó Zecora, recordando parte de su pasado, en donde había compartido su infancia con algunos kelpies, equinos acuáticos que manipulaban el agua de su cuerpo a voluntad.

Sin perder más tiempo, Zecora tomó el último frasco que tenía y lo lanzó sobre las garras de la sombra, quien se sorprendió al ver que el frasco contenía una pegajosa melaza que se pegó a sus dedos, inmovilizándolos.

"Ahora estás atrapado en ese espejo de hielo y no puedes usar tu magia." Dijo Zecora con una pequeña sonrisa, finalmente suspirando de alivio luego de aquella feroz batalla. "Cada vez que usabas tu magia, tronabas tus dedos. Ahora no podrás hacerlo."

Mientras Zecora hablaba, parecía que la sombra no le prestaba atención, la bestia solo se mantuvo viendo sus propias garras, intentando chasquear sus dedos pero sin lograrlo. Sin embargo, pese a todo, en vez de poner una mirada preocupada, la sombra solo puso una traviesa sonrisa, como si estuviera disfrutando aquello.

"Pensé que las cebras mantenían su palabra… Yo te dije una verdad muy importante, ahora tú tienes que decirme dónde están los elementos de la armonía." Dijo la sombra tranquilamente, algo que le dio escalofríos a Zecora.

"Nunca hicimos un trato, solo dije que quizás te lo diría." Respondió Zecora volviendo a ponerse intranquila, pues a pesar de haber vencido en la lucha y de tener cautiva a la bestia de sombra, el ambiente a su alrededor seguía siendo sombrío y aterrador, más aún con esa perversa sonrisa que mantenía la sombra. "No puedo revelarte dónde están los elementos de la armonía, eres demasiado peligroso. Solo me enfrenté a ti porque necesitaba información. Averiguar tus secretos y debilidades."

Tras las palabras de Zecora, en vez de enojarse, la sombra comenzó a reírse a carcajadas fuertemente, algo que sonó terriblemente aterrador en aquel solitario y lúgubre castillo.

"¡Jajaja! Pues sí, creo que hiciste un buen trabajo." Respondió la sombra riéndose, mientras intentaba nuevamente chaquear sus dedos sin éxito, ya que la melaza pegada a ellos se lo impedía. Entonces la cara de la sombra cambió radicalmente, mirando fijamente a Zecora con una malvada sonrisa. "Solo se te olvidó un pequeñísimo detalle… ¿Recuerdas que te dije que era el rey del engaño?"

En cuanto la sombra dijo aquello, en el piso del castillo se comenzó a ver una larga y ancha línea oscura que se extendía desde debajo del espejo de hielo en donde se encontraba atrapada la sombra. La larga línea oscura no era más que la extensión natural de la misma sombra, una sombra que nunca fue libre, una sombra que nunca fue mágica por sí misma. Aquella sombra era solo la extensión natural de su verdadero dueño, quien solo había escondido la proyección de esta para que pareciera que la sombra era la que vivía por sí sola.

Dándose cuenta de la verdad, Zecora se giró velozmente para ver al verdadero enemigo, al cual solo vio por un instante. Tras el brillo de la luna Zecora pudo ver de frente a la extraña criatura, una gran bestia que parecía tener todo en su cuerpo armado por partes, pero lo que más impactó a Zecora fue ver finalmente los verdaderos ojos de la bestia, unos temibles ojos amarillos con pupilas rojas y brillantes, que fue lo último que alcanzó a ver Zecora antes de perder sus sentidos cuando la garra del draconequus tocó su cabeza y la puso en trance.

"¡Juju! Fue una batalla muy divertida, ¡No me divertía así en siglos! Supongo que no fue justo mentir sobre que aún no tenía todo mi poder, pero siempre hay que tener un as escondido bajo la manga" Dijo el draconequus sonriendo mientras se arremanga unas mangas imaginarias, arrugando así sus propios brazos y dejando sus garras flotando por sí solas en el aire. En tanto, Zecora se mantuvo inmóvil, con su mirada perdida, en donde sus pupilas habían sido reemplazadas por un remolino multicolor que significaba que ahora estaba hipnotizada, a completa merced del señor del caos. "Bien, hora de ver que tienes escondido en esa cabecita."

'¡Snap!' Con un chasquido de dedos, la parte superior de la cabeza de Zecora se abrió como si fuera un frasco de conservas, y decenas de imagines salieron de esta, llenando el salón en donde estaban. Recuerdos sobre la infancia de Zecora, su llegada a Equestria, y todo lo vivido hasta ese preciso instante, como videos flotando en el aire, repitiéndose a sí mismos una y otra vez. Entonces el draconequus comenzó a caminar tranquilamente por el salón mientras observaba los recuerdos de la cebra y buscaba el que necesitaba.

"¡Ups! ¡Spoiler!" Dijo el draconequus al ver el recuerdo de su sombra mientras le contaba el plan secreto que había descubierto a Zecora. Entonces el draconequus chasqueó sus dedos y el recuerdo desapareció. "Sería aburrido que contaras lo que va a suceder. Todo será mucho más divertido cuando sea una sorpresa para todos. Y por supuesto, cuando ese momento llegue, yo ya no estaré aquí." Agregó el draconequus con un pequeño escalofrío, pensando en que ni siquiera él se atrevía a interponerse en el plan de 'ese individuo', no porque no tuviera el poder de detener ese plan, sino porque simplemente prefería no acercarse a ese ser.

Luego el draconequus siguió caminando hasta que vio un recuerdo que brillaba levemente más que los demás. Al acercarse, el draconequus sonrió perversamente al ver a seis ponies conversando entre ellos, seis ponies que emanaban cierta magia especial en ellos.

"Así que Luna y Celestia ya no son las encargadas de portar los elementos, ¿Eh?" Dijo el draconequus sonriendo. "Esto será muy divertido."

Una vez cumplida su misión, el señor del caos chasqueó sus dedos y los recuerdos volvieron a la cabeza de Zecora y su cabeza volvió a la normalidad. Sin embargo, sus ojos seguían perdidos en el trance del draconequus.

"Bien. Ahora, ¿Qué haré contigo?" Dijo el draconequus poniendo una mirada pensativa mientras miraba a Zecora. "Podría alterar tu mente para que te vuelvas la enemiga de tus amigos… ¡No! ¡Ya sé! ¡Te convertiré en una aburrida oficinista que odie la naturaleza y los bosques!" Dijo el draconequus riéndose como un potrillo jugando con un juguete nuevo, indeciso sobre qué sería lo más divertido de hacerle a su nueva víctima.

Por su parte, en cuanto Zecora cayó en el trance, perdió todos sus sentidos. En su mente, ella estaba en un enorme lago, hundiéndose más y más, perdiendo de vista la luz de la superficie mientras el abismo del fondo del lago la engullía. Zecora no tenía cómo saber lo que el señor del caos estaba haciendo con su mente, pero aunque no supiera que el diabólico draconequus estaba a punto de alterar su personalidad en lo más profundo de su ser, Zecora podía sentir que algo terrible se acercaba y que su mente, e incluso su propia alma, estaban en peligro.

En el momento que Zecora estaba por tocar el fondo del abismo, y en que sus ojos estaban por cerrarse por completo, señal de que se rendía totalmente, una pequeña pero intensa luz apareció en la superficie del lago mental en el que caía, y como un imán empezó a atraerla y sacarla del abismo, llenándola de un acogedor calor. Esa luz y calor se fue haciendo más y más grande hasta que fue suficiente para que Zecora despertara finalmente de su trance.

"Eso fue demasiado temerario, hechicera. Jamás debiste enfrentarte a ese monstruo por tu cuenta." Dijo una voz masculina que Zecora no supo reconocer.

Luego de salir del trance tan abruptamente, tanto la mente como el cuerpo de Zecora se sentían agotados en extremo, por lo que a su mente le costó mucho recordar lo que había pasado y lo que estaba sucediendo en ese instante. Poco a poco los sentidos de Zecora volvieron en sí y la cebra pudo sentir el viento en su cara y el cálido pelaje del lomo en el que ahora estaba.

Alguien la había rescatado, y ahora ese alguien la llevaba en su lomo y galopaba velozmente para huir del antiguo castillo.

"Este… No es el galope de un pony." Fue lo último que pudo pensar Zecora antes de caer desmayada.

Por su parte, en el antiguo castillo, el señor del caos se había quedado inmóvil, viendo como a lo lejos el inesperado intruso huía con su nuevo juguete. Todo había pasado muy rápido, el intruso había interrumpido su diversión justo antes de alterar la personalidad de aquella cebra y luego de detener al draconequus por unos pocos segundos, había huido velozmente.

Pese a que el intruso y la cebra ya se habían alejado bastante, el draconequus sabía que solo era cosa de chasquear sus dedos y en un instante podría aparecer frente a ellos para detenerlos. Sin embargo, cuando se disponía a hacer eso y levantaba su garra para chasquear sus dedos, el draconequus se detuvo y puso una traviesa sonrisa.

"No, eso fue muy inesperado… ¡Y yo amo las cosas inesperadas!" Dijo el draconequus sonriendo con satisfacción. Entonces levantó ambas garras y movió sus dedos siniestramente. "Más juguetes… más cosas inesperadas… ¡Más caos! ¡Jajaja!" Agregó riéndose malvadamente.

Luego el señor del caos estiró todo su cuerpo como si estuviera a punto de hacer ejercicio, levantando juntas sus garras y moviendo su cuello de un lado a otro.

"Bien, basta de este interludio sin sentido." Dijo el draconequus sonriendo perversamente mientras levantaba una de sus garras y juntaba dos de sus dedos, listo para chasquearlos. "Hora de que el show principal comience."

'¡Snap!'

~ FIN DEL INTERLUDIO ~