Capitulo 52 – Elsa – Libertad Concebida.

"Espera, ¿Qué?"

Escuchó a Weiss soltar un suspiro pesado al otro lado de la línea, e incluso se podía imaginar su cara de exasperación.

"En serio andar con esa idiota te ha fundido un par de neuronas."

Se quedó silente, sin poder debatir las palabras de la mujer. Aún seguía consternada por su petición. Su cabeza estaba pensando en todo. En cuales podían ser las razones de tomar aquella decisión, o en porque finalmente accedería.

"Ya me escuchaste, necesito a algunos de tus hombres."

Realmente sentía que las palabras no hacían cohesión en su cabeza.

Hace un tiempo, le ofreció algunos de sus hombres, luego de todo el tema del atentado, pero esta se rehusó, diciendo que no era una mujer débil, que podía cuidarse sola, que no necesitaba respaldo alguno. ¿Qué había cambiado? Weiss no hablaría de aquello, pero tal vez tenía que ver con su padre, como dijo que este parecía empujarla al borde del abismo.

¿Y si él tenía que ver, de una manera más palpable, en la amenaza de su propia seguridad?

No quiso pensar en eso.

"La oferta siempre estuvo hecha, Weiss, los que necesites serán tuyos."

Le dijo, manteniendo su voz seria. No quería hacer que la chica dudase de su decisión, y tenía claro que lo que hubiese decidido fue cuidadosamente diseñado.

"Gracias, Elsa."

La escuchó guardar silencio unos momentos, pero parecía querer seguir hablando.

"Por cierto, ¿Ya tienes claro que harás?"

Tal vez no habría entendido a que se refería, si no fuese porque Anna se lo repetía a cada momento.

Iba a ser su cumpleaños.

Tal vez eso mismo fue lo que motivó a Weiss a considerar tener más gente de seguridad a su favor, para evitar cualquier tipo de problema interviniendo. Ya entendería sus razones de su actuar, pero era mejor guardar la calma y no hacer ningún tipo de comentario innecesario.

"Creo que una fiesta intima estaría bien. Yo creo que Anna se dedicará a buscar gente de confianza, ya que no tengo tantas conexiones."

Weiss soltó una risa.

"Deberíamos aprovechar de hacerlo, juntas, ya sabes, como una sorpresa para estas idiotas."

Se sorprendió ante el ofrecimiento, y se vio cautivada.

Era una buena idea.

No encontraba otra circunstancia mejor para hacer aquello.

"Sería un honor."

Le dijo, sin exagerar, siendo completamente honesta. Le agradaba bastante la idea, y de solo imaginarse las caras de Anna y Ruby, era suficiente para hacer que su pecho burbujease de emoción.

"El honor es mío."

Weiss le respondió, un tono similar al suyo en su voz.

Conversaron un poco más, hablando de todo y nada. Pensando en que sería bueno para la fiesta que se avecinaba, y la peliblanca sonaba cada vez más relajada, distrayéndose, diferente a hace unos momentos cuando le pidió aquel favor, donde estaba tensa, y claramente guardándose más de alguna cosa para sí misma.

Cuando decidieron dar la llamada por finalizada, escuchó a la menor carraspear.

Sintió su cuerpo tensarse.

"No dejaré que nada malo ocurra por mi culpa."

Se quedó de piedra, inerte, sin comprender del todo el tono lastimoso y determinado de la chica. Intenso, grueso y con un dejo de arrepentimiento.

No pudo responder, ni decir nada, solo escuchó el tono de la llamada al ser finalizada.

Se quedó ahí, aun pasmada, hasta que fue su propia hermana la que la hizo volver a la realidad, meneando una de sus manos frente a su rostro.

"¿Elsa?"

Pestañeó un par de veces, mirando su teléfono.

Algo tenía que haber ocurrido, eso era evidente, así como también era claro el hecho de que la heredera Schnee intentaba hacer todo lo posible para dejarlas al margen de sus problemas y no involucrarlas en lo absoluto.

"Elsa, si no estás bien, podemos posponerlo."

Negó con el rostro, evitando pensar de más en el tema de la peliblanca. Tenía que enfocarse en su presente, y sabía lo mucho que Anna se había esforzado para liberar el resto de su tarde, y que no tuviesen problema alguno para hacer aquella salida que había pospuesto por tanto tiempo.

Era el aniversario de la muerte de sus padres.

"No es eso, Anna, la llamada de Weiss me quedó dando vueltas en la cabeza."

Anna ladeó el rostro, sin entender del todo sus palabras.

Comenzó a guardar sus cosas en su bolso, su teléfono y un par de papeles. Ya no tendría que volver, y esperaba que en la mañana se sintiese más liviana. Soltó un suspiro, dándole una última mirada a aquella oficina, que antes era de su padre.

Se quedó mirando el escritorio, pensando en él.

"¿Crees que lo aceptarían?"

Se preguntó más para sí misma que a la pelirroja, pero pudo sentir las manos ajenas en sus hombros en respuesta, acariciando desde sus hombros hasta sus antebrazos, dándole calor.

"Eso no me importa, Elsa, y creo que tampoco debería importarte. Solo quiero que te sientas en paz con ellos, con su muerte, con su culpa."

Se dejó caer ante el tacto de la menor, tirándose hacía atrás, sabiendo que la chica la sujetaría e impediría su caída. Estaba acostumbrada a tener esos ejercicios de confianza con ella. Sintió la mejilla pecosa en la suya, y los brazos fuertes sujetándola de la cintura, abrazándola con fervor. Ahí, en esa posición, dejó salir un largo suspiro.

La opinión de Anna sobre su persona era la única opinión que le importaba. Si alguien la aceptaba como era o no, no le importaba en lo absoluto. No iba a cambiar. Iba a ser ella misma con sus problemas y con sus imperfecciones. Si alguien pensaba que era un monstruo por hacerle eso a su familia, ya no le importaba, no más.

El viaje la hizo aumentar su ansiedad. Salieron del auto, en aquel lugar que estaba ahí, desde siempre, pero al que no habían vuelto desde esa época. Caminaron por los pasillos de piedra, envueltas en la hierba y el paisajismo. Una al lado de la otra, serias, siendo conscientes de la intensidad del momento. Notaba el rostro maduro y rígido de Anna, como parecía preocupada de sus reacciones.

Pero no se sentía mal. Ya no más.

Si bien sentía un peso en su cuerpo, cada vez más intenso, también se sentía liviana. Sentía que había llegado tan lejos, que había recorrido un camino tan largo y ahora estaba tan cerca de la paz.

No supo cuando, pero sus manos estaban unidas, sujetándose la una a la otra.

Anna estaría siempre con ella, sin importar la situación en la que se encontrasen o los desafíos que tuviesen. Nunca nadie las separaría. Nadie lograría semejante acto.

Sus botas resonaban en la piedra, y poco a poco se detuvieron, quedando frente a frente con aquella lapida. Ese símbolo de la partida de sus padres, de su desaparición. Ahí no había cuerpos, pero no era necesario tenerlos, sabían lo que había ocurrido, sabía lo que había sucedido, la partida de ellos era inminente.

Ellos estaban muertos.

Habían muerto años atrás.

Apretó la mano de Anna de manera inconsciente, y los turquesas la miraron, sus cejas frunciéndose, seria, consternada. Solo asintió, haciendo que esta se relajase un poco. Estaba bien. Nada malo había ocurrido, no se sentía como siempre, no se sentía como tantas veces, con tanto dolor, con tanto sufrimiento, con tanta desesperación.

Tal vez, al fin, había sanado.

Acercó su mano a la lápida, sintiendo la piedra pulida tan fría en sus yemas. Rozó las inscripciones, guiándose por las palabras, por los nombres, por los apellidos.

Su apellido.

"Siento haber demorado tanto en visitarlos."

Habló, sintiendo su voz extraña en sus oídos. No había nadie cerca, completamente desolado, de hecho, por eso mismo habían decidido ir a esa hora y un día de semana. Era tranquilizante. Ya no llovía, pero si estaba cubierto de nubes y bruma, humedad en el ambiente. Ese frio le recordaba ese departamento donde vivió toda su adolescencia. Cerró sus ojos, recordándolo. Vislumbrando esa habitación fría, donde permanecía encerrada, su padre, severo, llegando tarde por la noche, abrumándola con responsabilidades desde que era una niña, revisando sus notas, sus trabajos, todo.

Transformándola. Convirtiéndola de una niña normal, a una mujer con sus sentimientos bien ocultos en su interior, al igual que él mismo, el cual sufría en silencio. Todo aquello la frustró, siempre. Sus ataques eran cada vez más frecuentes en esa edad, cuando se quedó sola, empeoraron, y cuando se dio cuenta de sus sentimientos enfermos, llegó a un punto de no retorno.

Abrió los ojos, y miró su mano en la piedra.

Ya no se sentía así, ya había retorno, ya se sentía curada.

Miró a Anna, esta seguía alerta, pero tenía una leve sonrisa en sus labios, tal vez notando su propia tranquilidad. Sus manos volvieron a intensificar el agarre.

"Tu empresa está bien, padre. Hemos logrado muchos objetivos que tu tenías, que tú y nuestra madre tenían. Arendelle Corporation no deja de crecer."

"Elsa ha hecho un estupendo trabajo, todos la admiran. Es la mejor jefa de la historia."

Anna añadió, su mirada en la piedra. Ambas se quedaron ahí, observando dicha inscripción, en total silencio. No había mucho que añadir. Eso era lo que al menos a su padre le importaba, su vida era Arendelle Corporation. Su gente, sus empleados, su trabajo.

A veces se preguntaba si su madre hubiese intervenido en la crianza que su padre tenía para ella si estos siguiesen juntos. Como hubiese sido su infancia y su adolescencia con un apoyo sentimental un poco más grande, o la simple imagen maternal en su existencia.

Soltó un suspiro.

Eso no importaba, se dijo.

Suponer ya no era necesario, pensar en el pasado ya no era necesario.

Anna sacó el ramo de flores que tenía oculto tras su espalda, dejándolo sobre la lápida. Un ramo de flores de azafrán, el logo de la empresa.

"Vendremos a visitarlos más seguido."

Dijo, mirando las flores violetas que parecían brillar en contraste con lo oscuro de la piedra.

Se sentía extraño, el dolor en su pecho, siempre presente, parecía desvanecerse.

Se sentía…diferente.

Caminaron hacía la entrada del cementerio, en silencio, cada una metida en sus propios pensamientos.

Si, se sentía bien, como nunca.

¿Tanto le había afectado el no venir a visitar a su padre a su tumba? ¿Tanto le dolía el alejarse de sus raíces? ¿De su familia? ¿Estuvo sufriendo tanto en vano?

Soltó una risa.

Una sensación burbujeando en su pecho, diferente, única, algo tenía ahí dentro que la hacía sentir tan llena de tranquilidad, liviana, libre.

¿Ese era el último eslabón para ser realmente libre?

Se afirmó el abdomen, no estando acostumbrada a reír tanto, pero aquel dolor muscular no era desagradable en lo absoluto. Notó de reojo como Anna la miraba, preocupación en su ceño fruncido, pero luego de un rato, parecía volver a ser la Anna sonriente y amable.

Podía leerla, y sabía que su risa no provenía desde su pánico, desde sus ataques, solo era una risa normal…

Una risa despreocupada.

Libre.

Era libre, al fin.

Se paró erguida, limpiándose unas lágrimas que lograron caer por su rostro, estas provenientes de la risa, de la paz, no como otros incontables llantos que tuvo a lo largo de toda su vida.

Anna tomó su mano, y sintió el tacto curiosamente frio en su piel.

A veces parecía que Anna cargaba con su peso, con su miedo, con sus problemas. A veces sentía que Anna se sacrificaba y se encargaba de contenerla, de aplacar sus problemas, haciéndolos propios.

A veces era Anna quien era fría, haciéndola sentir cálida.

Se ponía en su lugar, haciéndola sentir mejor, haciéndola sentir liviana, y en ese instante, se sintió tan liviana que le daba la sensación de que no era su cuerpo, que no era ella, que no era la misma Elsa Arendelle. Que no era el cuerpo de Elsa Arendelle.

Tal vez ya no lo era.

Anna la miró con seriedad, una leve sonrisa en su rostro y entonces asintió, como si le leyese el pensamiento.

El destino las unió, estaban conectadas, pero ellas mismas decidieron mantenerse juntas, decidieron hacer su propio destino una al lado de la otra.

Y así lo haría.

Viviría, desde ahora en adelante, a su lado como una nueva Elsa.

Una Elsa completamente libre.


Capitulo siguiente: Weiss – Seguridad.


Lo sientooooo. De acuerdo, tengo serios problemas de memoria y mi sentido de la responsabilidad está muy por el suelo alsjdad, en mi defensa, estuve toda la semana moviendo cajas y maletas y moviendo muebles, así que el cansancio es el culpable. Ahora que me senté me di cuenta de que era lunes. Como sea, aquí está es capitulo y espero lo hayan disfrutado.

Nos leemos pronto.