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De el regreso al Santuario

Shion regresó con Saori y las Saintias y se teletransportó al Santuario con ellas. La llevó directo a sus habitaciones en donde las Saintias y algunas doncellas la pusieron cómoda en su cama a que descansara. Había despertado unos momentos y pudieron confirmarle que todo salió de acuerdo a lo planeado y que ya iban a llevar a todos de regreso, podía dejar de preocuparse. De cualquier manera Shion no dejó su lado, sino que desde ahí se puso a dirigir al resto.

Mu llevó de inmediato a Alessandro y Otis a los calabozos y dejó que Orfeo y Mayura se ocuparan de vigilarlos junto con varios soldados. Algunos Santos de Bronce irían también a ayudar dado que iban a ingresar a una gran cantidad de personas.

En las cuevas Alfa por fin pudo sostenerse por sí sola y fue con Jivika quien todavía era custodiada por Kanon. Se arrodilló junto a ella y le puso una mano en el hombro. Jivika apenas si levantó la mirada ante el contacto, pero siguió llorando sin decir nada. Alfa le sonrió, luego se puso en pie y salió con Saga. Buscó con la mirada a Vivien, quien estaba de pie ayudada por Shoko, que era la única de las Saintias que se quedó atrás a ayudar en lo posible. Había visto el estado en que se encontraba la alemana y pensó que sería mejor si le hacia un poco de compañía.

Vivien miraba en dirección a la salida cuando vio a Alfa y le sonrió. Alfa apuró el paso, casi corrió hasta la rubia, y cuando estuvieron cerca se abrazaron. Ambas intentaron con todas sus fuerzas contener sus sentimientos, pero no tardaron en comenzar a reír y llorar al mismo tiempo. Shoko se mantuvo un paso atrás y Saga las dejó ser. Terminó de caminar hasta sus compañeros quienes todavía mantenían el cerco. Les avisó que abrirían portales y que iban a tener que rolarse para entrar y salir por ellos para transportar a los renegados mientras que algunos se quedaban a mantener el cerco.

Finalmente Alfa y Vivien recobraron la compostura y fueron a ayudar. Mu entonces se teletransportó de regreso para avisar que todo estaba listo. Kanon y Milo salieron con Roberto y Jivika. A la adolescente la dejaron al cuidado de Shoko. Kanon y Saga abrieron portales y el resto comenzó a pasar por ellos, llevando cada uno a dos renegados consigo. Vivien, Jabú y Alfa continuaron manteniendo el cerco. Les tomó varios viajes llevar a todo mundo al Santuario. Poco tiempo después de que empezaran, Dohko se reunió con ellos. Devolvió el helicóptero y les dio instrucciones a los barcos de que podían retirarse a sus puertos.

La prisión del Santuario estaba absolutamente repleta y muchas personas iban a tener que quedarse a hacer guardia 24/7. Todos estaban cansados así que nada más hicieron un registro rápido de los prisioneros y durante los siguientes días decidirían qué hacer con todos ellos. Bien sabían que muchos tenían registros criminales, así que muy probablemente serían deportados a sus países de origen para que cumplieran sentencias civiles, o al menos eso harían con aquellos que tuvieran bajos o nulos conocimientos sobre el cosmo. Para otros decidirían sus castigos dependiendo de qué tan pronto se habían rendido, cuánto pelearon y qué tan peligrosos les parecían. Tenían la impresión de que muchos estaban ahí porque no tenían mejores planes para sus vidas, o porque en verdad creían que lo que hizo Alessandro era lo mejor para todos. Algunos cuantos seguro podrían ser rehabilitados y quizá terminaran ocupando puestos en el Santuario, como de soldados o cualquier otra cosa en lo que fueran buenos.

La tarea les llevó un par de horas, y finalmente los únicos que quedaron en Svalbard fueron Kanon, Saga, Mu, Vivien, Jabú, Milo, Dohko, Shoko, Jivika y Alfa.

—Se terminó, chicos. Es hora de regresar a casa. Todos ustedes vayan a la Fuente, quiero que los revisen, ya han estado aquí más tiempo del necesario —les dijo Dohko.

Ayudó a Shoko a levantar a Jivika y todos atravesaron los portales que esta vez los llevaron directo a la Fuente en donde el equipo ya los estaba esperando con camillas.

Esta vez ni Alfa ni Saga protestaron, se dejaron caer en las camillas completamente exhaustos. A Jivika también la pusieron en una y la llevaron a revisión. Kanon también tuvo que quedarse ahí a petición de Dohko, a pesar de que el gemelo menor hubiera preferido ir a ayudar en algo. Él estaba bien, considerando las circunstancias no le pasó nada. Unos cuantos golpes y raspones, pero definitivamente nada de gravedad. Suspiró resignado cuando se dio cuenta de que Dohko no lo iba a dejar irse.

Alfa permitió que la revisaran todo lo que quisieron. No tenía una idea muy clara de cuánto tiempo pasó en las cuevas, un día se mezclaba con el otro, asumía que al menos transcurrió un mes, pero no tenia un calendario a la mano para que le dijera el tiempo exacto y tampoco quiso preguntar, ya se enteraría luego. Al final de su revisión dejaron que fuera a bañarse que era lo que le urgía sobremanera. Tenía sangre seca de días, mugre y estaba bastante impresionada porque ninguna de sus heridas se había infectado. Fue cuidadosa e intentó limpiarlas con la poca agua que les dejaban para beber.

Saga y ella se enredaron en muchas y muy buenas peleas, a pesar de que ninguno de los dos quería lastimar al otro, fue inevitable, pero al menos no se rompieron nada el uno al otro. No había notado el hedor que su cuerpo despedía a sudor, sangre seca y tierra hasta que estuvo en un ambiente tan limpio, casi estéril como el de La Fuente. Le urgía desprenderse de eso y esperaba que alguien tuviera el buen sentido de quemar las ropas que estuvo usando. Tenía la impresión de que necesitaría cloro para quitarse el aroma y como 10 tubos de pasta de dientes.

Cuando se hubo bañado la llevaron a tomarle muestras de sangre. Era obvio que la chica estaba desnutrida y deshidratada, pero esperaban que nada muy catastrófico pasara con ella y que se arreglaría con algunos días de reposo. De todas maneras insistieron en ponerle infusiones y no la iban a dejar ir a ver a Saga hasta que comiera un poco. No tanto porque sus tripas no estaban listas para recibir mucho alimento, pero era necesario que comiera algo. Lo mismo le dijeron a Saga, así que ambos se pusieron a comer. Finalmente les dijeron que iban a tener que quedarse en La Fuente por algunos días, al menos un par, les arreglaron una habitación que podrían compartir.

Alfa abrió la puerta. No iba sola, una de las enfermeras estaba con ella, ayudándola a empujar el pole en el que estaban colgadas tanto la infusión como un par de medicamentos que pensaron serían necesarios para ella y que tenía conectados en el brazo derecho. Al menos agradecía que le dejaran usar ropas normales y cómodas, tipo deportivas, y no una bata de hospital.

Saga ya estaba ahí, sentado en la cama mientras un enfermero también ajustaba las bombas de la infusión a la que lo tenían conectado. El de Géminis volteó a verla y sonrió. La enfermera ayudó a Alfa a llegar hasta la cama y se dedicó a asegurarse de que todo estaba en orden, luego les dijeron que cualquier cosa los llamaran y que durmieran, que les hacía falta. Ambos asintieron. En cuanto los dejaron solos se abrazaron con un solo brazo dado que no querían enredarse con sus tubos ni botar alguna aguja. Estuvieron así un buen rato sin decir nada. Finalmente Saga se separó de ella y la miró a los ojos.

—¿Qué te dijeron? ¿Estás bien?

—Deshidratada, desnutrida, niveles bajos de todo, pero fuera de eso bien, sin infecciones, sin huesos rotos. Nos llevamos la mejor parte, Saga, a pesar de todo, lo mejor que nos pudo pasar fue que nos pusieran a pelear el uno contra el otro. Y nada más era un rato al día, tuvimos muchas horas para guardar fuerzas.

—Lo sé.

—¿Tú estás bien?

—Sí, me dijeron básicamente lo mismo que a ti.

—¿Y mentalmente? Por Ares y todo eso. Sentí su cosmo fuerte y claro cuando nos pusieron la protección, supongo que tú también.

—No fue agradable, pero estoy bien. Un trauma mental más, ¿qué más da a estas alturas? Me fue más difícil pelear contigo la primera vez que el sentir el cosmo de Ares.

—No sé si lo mejor sea dejar de entrenar juntos un tiempo o por el contrario, seguir como si no hubiera pasado.

—Ya tendremos tiempo para resolverlo, de todas maneras no nos van a dejar entrenar en una buena temporada.

De pronto llamaron a la puerta, Saga contestó que podían pasar y por ahí se asomó Kanon quien les sonrió y se acercó a ellos.

—¿Cómo están? —les preguntó mientras iba a sentarse a los pies de la cama.

—Mucho mejor de lo que estábamos en las cuevas. ¿Tú? ¿Te van a dejar regresar a Géminis? —contestó Alfa.

—Sí, a mi no me pasó nada, unos cuantos golpes y ya. Ni siquiera estuve encerrado mucho tiempo, pero igual hicieron que me revisaran. ¿Alguna idea de cuándo los van a dejar a ustedes regresar?

—Yo espero que en un par de días —contestó Saga.

—¿Cómo están mis amigas? —preguntó Alfa.

—Unas mejor que otras. Las que salieron mejor paradas fueron Gabriella y Lexa, tenían muchos golpes y estaban deshidratadas y demás, pero en general bien. Son las que se mantuvieron más tranquilas durante todo este tiempo. June también está relativamente bien. Marín y Vivien son las que resultaron con heridas más graves, con lo testarudas que son imagino que se resistieron más, parte de su castigo por ello fue que les daban menos de comer y beber, así que están más débiles que el resto. Dicro también está relativamente bien físicamente, pero mentalmente creo que le va a tomar un tiempo recuperarse. Sus niños y Deathmask están con ella. A Jabú también lo dejaron mal, supongo que nada más por ser hombre se ensañaron con él. Jivika no ha dejado de llorar. Shaina está con ella, pero ya saben cómo es la Cobra, no creo que la vaya a ayudar mucho. Al menos físicamente está bien, pero mentalmente quién sabe. Y luego está Helena. Está... bueno, despierta a ratos, pero prefieren mantenerla sedada, al menos hasta que se recupere un poco más físicamente. No ha hablado con nadie y no permite que nadie esté con ella más que Aldebarán cuando está consiente. Tiene un buen equipo trabajando con ella, pero le va a tomar tiempo. Siempre está vigilada. No ha hablado para nada. No responde preguntas. Ya veremos cómo sigue los próximos días. Los Dorados están bien. Saori ya despertó un par de veces. Está muy cansada y su cosmo está débil, pero fortaleciéndose. Quiere venir a visitarlos a todos en cuanto tenga fuerzas. Las Saintias también están bien.

—Gracias por decirnos. ¿Los renegados? —dijo Alfa.

—Encerrados. No se preocupen por ellos ahora. Ya nos haremos cargo, más de uno queremos darle una visita de cortesía a ya saben quién. Por el momento está en una celda aislada y un Dorado va a estar siempre custodiándolo, al menos hasta que decidamos qué hacer con él. Mientras ustedes concéntrense en no hacer nada. Vean Netflix o algo. O hibernen por los próximos días.

—Ese es el plan, la adrenalina ya salió de mi sistema y siento que soy un zombie —dijo Saga.

—Y justo así te ves, hermanito —se burló Kanon y Alfa le dio un golpe en el brazo—. Pero ya en serio, quería venir a darles esto, supongo que los quieren de regreso. —Y abrió la mano para revelar ambos anillos que había llevado consigo todo ese tiempo. Alfa y Saga sonrieron y los tomaron para luego ponérselos de nuevo.

—Gracias por cuidarlos, Kanon —le dijo Saga.

—Por nada. Ya luego vendré a darles el sermón de lo mal hermano y cuñada que son por no haberme invitado a la fiesta. Y por no haberme dicho en un principio. Pero tendrá que esperar. Duerman. —Estaba a punto de levantarse de la cama cuando Alfa le tomó de la mano y le sonrió.

—Gracias —le dijo.

Kanon asintió, luego se levantó y salió de la habitación. Alfa y Saga se acomodaron mejor en la cama y procedieron a hibernar por las siguientes horas.

El siguiente día trajo mucho trabajo al Santuario. Para empezar Shion decidió ir él mismo a verificar a todos y cada uno de los renegados prisioneros. Se les hizo una especie de entrevista en la que se registraron sus nombres, edades, capacidades y se les hizo un examen físico y psicológico. Esa información iba a quedar guardada en el Santuario. Con cada persona que pasaba se les separaba en categorías, entre los que se quedarían una larga temporada en los calabozos y los que se irían de regreso a sus países a cumplir condenas civiles. Eso, por supuesto, requirió de bastante burocracia, pero bueno, para eso estaba precisamente el edificio burocrático del Santuario. Por supuesto hubieron personas que estaban sinceramente arrepentidas por su participación en todo lo sucedido, y a ellos se les movería a la sección de menor seguridad en lo que podían entrevistarlos de nuevo para ver qué tareas se les podrían asignar, o si podrían regresar al mundo de fuera.

También estaba el problema de Alessandro, y Otis, aunque en menor medida. El primero estaba completamente furioso con el mundo, sus respuestas eran viles, no estaba arrepentido e hizo que más de una persona quisiera golpearlo, pero Shion se los impidió, no quería que lo usaran como pera de box, por más que él mismo estuviera tentado. Otis, por el contrario, se había retraído en sí mismo y no hablaba con nadie ni reconocía la presencia de quien fuera a verlo. Shion tenía la impresión de que estaba arrepentido, pero no estaba listo aún para enfrentarlo, ni siquiera para reconocérselo a sí mismo.

Luego estaba Terje, quien también estaba de regreso en el Santuario y no estaban seguros si lo mejor para él sería regresarlo al mundo civil o si podían hacer algo por él dentro del Santuario. Por el momento lo mantendrían dentro, con algunos psicólogos y psiquiatras trabajando su caso. Nadie quería meterlo a un calabozo, pero tampoco les atraía la idea de regresarlo a los alojamientos de los aprendices, ni tampoco querían dejarlo indefinidamente en la Fuente, que es donde se encontraba en ese momento. Iba a ser difícil, el niño estaba también muy enojado con el mundo y exigía ver a Alessandro, cosa que, por obvias razones, no iban a permitir. Se negaba a hablar con nadie y cuando lo hacía era nada más para lanzar improperios.

Jivika estaba en La Fuente, y ella también se negaba a hablar, comer o moverse. La mantenían conectada a nutrición y la sedaban cuando creían que era necesario. Siempre tenía a una persona con ella, pensaban que por el momento estaba muy inestable y podría ser un peligro para sí misma. Shion fue a verla, pero ella no quiso ni levantar la mirada.

Saori tenía planeado ir a visitar a sus Santos en la Fuente, pero aún se encontraba muy débil, así que sus Saintias tuvieron que hacer labor de convencimiento con ella para que se quedara a descansar y que luego ellas mismas la acompañarían a visitar a todos los heridos. Además, el Olimpo también tenía asuntos qué arreglar con ella.

Por supuesto que a Zeus le llegó el informe de lo sucedido. No le preocupaba tanto que hubiera surgido una rebelión de humanos, pero no le hacía nada de gracia que el instigador fuera Ares y que él, de nuevo, le causara problemas al Santuario de su hija querida. Pero por el momento tendría que aguantarse las ganas de decirle nada, porque seguía sellado, gracias a Atenea. De todas maneras quería hacerle una visita para asegurarse de que la adolescente se encontraba bien y para que le dijera qué chochos planeaba hacer con esos humanos que tenían recuerdos de sus encarnaciones pasadas.

Muchos dioses en el Olimpo lo estaban presionando para que fuera a hablar del tema con su hija y querían una solución. Algunos eran de la idea de que tenían que borrarles todos sus recuerdos anteriores a aquellas personas que los poseían, otros, en cambio, esperaban que con mantenerlos bajo vigilancia y el control de Atenea sería suficiente. Esas eran cosas que Shion quería discutir con Saori antes de presentarle su caso a los dioses. Pero tendría que esperar. El Patriarca debió informarle a Zeus que su hija se encontraba bien pero necesitaba recuperarse y en cuanto lo hiciera podrían reunirse.

Alfa y Saga durmieron por básicamente doce horas seguidas y al despertar los sometieron a algunos exámenes más para ver cómo iban sus niveles. Decidieron dejarlos más tiempo en la Fuente, y ellos no protestaron, seguían estando muy cansados, al igual que todas las demás chicas que seguían ahí.

Para el día siguiente ya habían analizado los casos de los renegados y decidido quiénes se iban y quiénes se quedaban, así que fue tarea del Santuario comenzar a regresar a los renegados a sus lugares de origen y a entrevistar a aquellos que estaban arrepentidos y se quedarían. No era de sorprender que la gran mayoría de ellos fueran los que más mal lo habían pasado en las cuevas. Muchos estaban desnutridos y deshidratados, con golpes en todas partes y heridas que fueron curadas con presteza. En el Santuario estaban empezando a pensar en designar un edificio que estaba en ruinas para que aquellos renegados vivieran mientras aprendían o prestaban servicio dentro del Santuario. Muchos no querían volver a pelear en sus vidas, por lo tanto las siguientes entrevistas que se les harían serían para determinar en qué podrían ayudar dentro. Pensaban en mantenerlos en ese edificio bien vigilados, pero no los querían mezclar ni con los soldados. Suponían que podrían tratarlos como si estuvieran prestando servicio comunitario. Claro que primero debían reconstruir ese edificio y eso iba a tomar algo de tiempo, así que ni modo, por el momento los mantendrían en las prisiones.

Caía la tarde y Alfa y Saga estaban aburridos en su habitación. Ya no tenían sueño y se empezaban a sentir como leones enjaulados. Les dijeron que podrían salir a caminar, por lo tanto eso es lo que hicieron más temprano para matar el tiempo, pero una vez de regreso volvieron a aburrirse. Alfa decidió entonces salir a visitar a sus amigas. No las había visto desde que las rescataron y quería ir a verlas.

A las primeras que fue a saludar fueron Lexa y Gabriella, quienes estaban bien y tan aburridas como ella. No veían la hora de regresar a sus casas y poder sentirse útiles haciendo algo. Luego fue a visitar a Vivien, quien ya comenzaba a sentirse un poco mejor, pero no estaba lo suficiente repuesta como para salir a caminar. Hablaron un rato sobre lo que les pasó. La rubia quería dejarlo todo atrás y a Alfa le dio la impresión de que se estaba embotellando mucho de lo que sentía. Esperaba que Camus fuera capaz de ayudarla, el Hielito tenía sus sentimientos y se le veía preocupado por su novia, pero también parecía que él no tenía mucha idea de cómo ayudarla. De todas maneras estaba ahí con ella y esperaba que la chica pudiera sentir su apoyo.

Alfa salió de la habitación de Vivien y vio que Deathmask salía de la de Dicro con los dos niños. Entonces decidió que ella sería a la siguiente que visitaría. Dicro sonrió cuando la vio entrar por la puerta. La chica se veía bien físicamente. Lo primero que hizo fue agradecerle por haberse intercambiado por sus hijos. Alfa le dijo que no tenía por qué, no iba a dejar que Alessandro se quedara con los niños y que lo único de lo que se arrepentía era de no haberle podido comunicar que lo había hecho para que dejara de preocuparse por ellos. Dicro le dijo que lo entendía, no había manera en que se lo hubiera podido decir sin que Alessandro lo notara y lo comprendía. Entonces Dicro le preguntó qué era esa noticia que le dijo que le tenía que dar antes de que todo el lío sucediera. Alfa sonrió y le mostró el anillo que llevaba en su mano.

—¿Están comprometidos? —preguntó Dicro con una gran sonrisa mientras examinaba el anillo en la mano de su amiga.

—No. Nos casamos. Dos días antes de que todo esto pasara —le contestó con una sonrisa mientras su amiga la miraba con la boca abierta.

—¡Felicidades! ¿Ya todos lo saben?

—A estas alturas supongo que la mayoría lo sabe. Nada más le dijimos a Milo, pero luego Saga se lo informó al resto cuando tuvo que regresar a las cuevas. Shion no nos ha dicho nada... todavía. No sé si Saori lo sepa, supongo que no.

—¿Cómo lo tomó Kanon? ¿O Déuteros?

—No hemos tenido oportunidad de hablar todavía, pero sí lo sabe y nos felicitó. De hecho fue él quien guardó los anillos mientras estuvimos encerrados. Va a estar bien.

—Me alegro mucho por todos ustedes, en serio.

—Gracias. Ahora... debo hacerte una pregunta difícil: ¿ya le dijiste? —preguntó con bastante seriedad.

Dicro tardó unos segundos en entender de qué se trataba la pregunta, y cuando lo hizo bajó la mirada.

—No.

—¿Por qué no? Tiene derecho a saber. Debiste ver cómo se puso cuando se enteró de que tenían a los niños allá.

—Considerando eso es mejor que no lo supiera en ese entonces. ¿Te imaginas cómo se hubiera puesto? Quizá qué locura hubiera cometido.

—¿Entonces por qué te preocupa tanto que lo sepa ahora? Se preocupa por los niños, podría jurar que los quiere. No soltó a Chris cuando ella corrió hacia él al liberarla. Debiste verlos. El alivio en su cara fue genuino.

—Se va a molestar. ¿Y si me deja? A mí y a los niños.

—¿Por qué habría de hacerlo? Tú eres la que está en una relación con él, ¿es en serio que crees que sería capaz de algo así? ¿En serio crees estar en una relación con alguien así? Perdóname, Dicro, pero no le estás haciendo favores a Deathmask si piensas eso de él.

—No es que piense eso de él.

—Eso es justo lo que me estás diciendo. No le quieres decir porque temes que te deje. No dudo que se pueda enojar porque no se lo hayas dicho en todos estos años, pero no creo que no lo entienda, o de mínimo, no creo que no te perdone por no habérselo dicho. No va a ser fácil para ninguno de los dos, pero no puedes seguir ocultándole esto. ¿Te imaginas qué hubiera pasado si algo te hubiera ocurrido? ¿Quien se lo hubiera dicho?

Dicro no había levantado la mirada y una lágrima escurrió por sus ojos.

—Siento mucho habértelo dicho así, pero ¿quién más lo iba a hacer? Además esto es algo que ya sabes, nada más tienes que reunir el valor para decírselo, y te recomiendo que lo hagas pronto. No puedes seguir guardándote esto, ni por ti, ni por él y mucho menos por los niños.

—Lo haré. Pronto —levantó la mirada—. Es difícil escucharlo.

—Lo sé. Lo siento, en serio. Pero sabes que esto te lo estoy diciendo porque sinceramente creo que las cosas van a salir bien. Te lo dije: las cosas se van a arreglar.

Dicro asintió. Alfa le dio un abrazo y le dijo que la visitaría luego. La otra chica asintió y Alfa salió de la habitación. En serio no le gustaba hacer sentir mal a su amiga, pero estaba bastante segura de que Dicro necesitaba que le dijeran esas cosas para poder salir del embrollo en el que estaba estacionada y en el que llevaba metida tanto tiempo.

Cuando salió del cuarto vio que Aldebarán estaba sentado solo en una banca en los jardines. Fue directo hacia él sin que el hombre se diera cuenta. Le puso una mano en el hombro y Aldebarán levantó al fin la mirada. Una tenue sonrisa se formó en su rostro.

—Alfa, me alegra mucho que estés los suficientemente bien como para poder salir a caminar. —Y se levantó para abrazarla, luego ambos volvieron a sentarse en la banca.

—¿Helena? —preguntó Alfa.

El hombre bajó la mirada, y Alfa le tomó las manos.

—No está nada bien, Al. No me habla. No habla con nadie. Apenas si come. No se mueve y se la pasa llorando. Al menos así se la pasó todo el tiempo luego de que se le bajaron los sedantes. Quieren mantenerla sedada otro par de días para que su cuerpo se reponga, pero no sé qué hacer al respecto de su mente. Es como si quisiera bloquear todo lo que le pasó. ¿Tienes idea de qué le sucedió ahí dentro?

—Estuvo en aislamiento por mucho tiempo. Probablemente desde que la encerraron, y Alessandro seguramente comenzó a empujarla y presionarla para que recordara su encarnación pasada. Eso es lo que hizo también con Jivika. Lo vi cuando entré en su mente. Alde, hay algo que debes saber. Mientras me tuvo con ellos, quiso ponerme a prueba, para asegurarse de que mi fidelidad estaba con él. Una de las cosas que me pidió que hiciera fue entrar en las mentes de todos los que tenía capturados. Eso incluye a Helena. Me pidió que entrara a su mente y le dijera cuál era su mayor temor. Sabe que así funciona mi técnica. Y eso hice. Vi la vida pasada de Helena.

—¿Qué le sucedió? —preguntó Aldebarán aunque no muy seguro de querer saber la respuesta.

—Era una aprendiz. En los tiempos de Antheia estaba bajo el cargo de un Santo Dorado que murió cuando fue atacado por espectros. Murió frente a ella y algunos otros aprendices más y ella no pudo ayudarle. Se culpa por ello. Alde, ese Santo Dorado eres tú.

El hombre la miró sin terminar de comprender lo que le decía. Sintió su corazón acelerarse.

—Yo fui su maestro. Pero yo no tengo esos recuerdos.

—Como debería de ser. Ella tampoco los tenía, o mejor dicho, tú y ella los tienen, pero no los recordaban, como debía ser. Supongo que la presión a la que la sometieron hizo que comenzara a recordar. Eso que vi ella ya lo sabía. Sabe que tú fuiste su maestro y que te asesinaron frente a ella. Y ella te amaba. Ustedes dos también llevan dos vidas juntos. Y ella se culpa por no haber podido ayudarte, porque nada más era una aprendiz cuando todo sucedió. Pero en esos tiempos no tenían una relación. Pensé que debías saberlo. No sé si te ayude a ayudarla, pero necesitabas saberlo para comprender un tanto mejor por lo que está pasando. Yo pasé por algo similar cuando lo recordé y no fue fácil pero yo pude escaparme y pensarlo y hablar con muchas personas. Ella no. No sé si desee poder olvidarlo todo o si quiera hablar de ello eventualmente, pero creo que esto es un gran motivo por el cual está así. Y bueno, porque estar en aislamiento no es algo que las personas puedan superar así como así.

Se quedaron en silencio varios minutos. Finalmente Alfa lo escuchó suspirar.

—Gracias por habérmelo dicho. Es información que quizá nos ayude en su tratamiento. ¿Tú cómo estás?

—Yo estoy bien. Saga y yo hemos estado hablando un poco sobre lo que nos pasó. Hubieron muchas cosas que ambos tuvimos que hacer que fueron difíciles. Nos pusieron a pelear el uno contra el otro en múltiples ocasiones. Supongo que sabes que dejé que lo golpearan frente a mí mientras yo básicamente le decía a Alessandro que por favor le pegara más fuerte. Pretendimos odiarnos con todas nuestras fuerzas durante todo el tiempo que estuvimos ahí y no fue fácil, pero estamos bien. Salimos y sabemos que fue una farsa que tuvimos que cumplir y que al final funcionó. Ya nos emborracharemos un día de estos para que se nos termine de bajar.

—Tómenlo con calma. Ya pronto los dejarán regresar a Géminis y las cosas van a ser más sencillas cuando pase el tiempo y puedan terminar de asimilarlo.

—Sigue tu consejo Alde. Las cosas van a mejorar para todos. ¿Has ido a hacerle una visita de cortesía a Alessandro?

—Eso quiero, pero Shion no deja que vayamos a verlo. Creo que nada más Aioros y Shaka lo han visto. No puedo esperar para romperle los dientes.

—Toma tu turno, porque la fila es larga.

El de Tauro sonrió, luego le apretó las manos a su ex alumna a modo de despedida y se levantó.

—Voy a regresar con Helena, tú deberías de regresar también a tu habitación. Ya has pasado un buen rato afuera y tienes que seguir descansando para reponer fuerzas.

Alfa asintió y lo vio alejarse. Se quedó sentada un rato ahí viendo el anochecer y cuando finalmente el sol se puso, fue de regreso a su habitación. Saga estaba ahí sentado a la mesa, con una taza entre las manos. Levantó la mirada cuando la escuchó entrar. Alfa se acercó a besarlo rápidamente a manera de saludo.

—¿Pasó algo? —le preguntó cuando se sentó frente a él.

—Shion vino a verme hace rato. Me dio las últimas noticias y me pidió información. Ya están arreglando los asuntos de los prisioneros.

—Eso es bueno. ¿Por qué la cara entonces?

—Alessandro quiere verte.

Alfa enarcó una ceja y estuvo a punto de soltar una risa, pero se contuvo al ver la expresión de Saga quien no estaba para nada contento.

—¿Para qué quiere verme?

—Ni idea. Tampoco se lo quiere decir a Shion. De hecho lo único que le dijo es que quiere verte y punto.

—Puede esperar sentado porque no tengo intenciones de visitarlo en un futuro cercano. Eventualmente quizá.

—No quiero verte cerca de ese hombre.

—Lo sé.

—No va a decir nada importante.

—Lo sé.

—¿Entonces por qué estás considerando ir a verlo eventualmente?

—Porque hay algunas cosas que quiero decirle también. Porque quiero provocarlo.

—No vale la pena que lo hagas, que le des ese tipo de atención.

—Lo sé.

—Pero quieres hacerlo de todas maneras.

—Eventualmente quizá. No lo sé, Saga, no quiero seguir hablando de él, ya le estamos dando más atención de la que deberíamos. Mejor dime qué otras noticias te trajo Shion.

Saga la miró, pero suspiró y decidió que definitivamente lo mejor era cambiar de tema. Le contó el resto de las noticias y luego le preguntó cómo estaban sus amigas. Alfa le contó la preocupación de Aldebarán y cómo estaban las demás. Se fueron a dormir relativamente temprano, luego de que les llevaran algo para cenar. Si bien se sentían mucho mejor, todavía les tomaría un par de días más el reponerse. Todo el Santuario necesitaría un poco más de tiempo para reponerse de lo que había sucedido.