Y hemos llegado al final de la reescritura de este fanfic. Espero que les haya gustado tanto como a mi me gustó escribirlo y luego editarlo mil veces. Muchas gracias a todos aquellos que dejaron sus comentarios y a quienes me ayudaron tanto a escribir como a editar esta historia. Y si les gustó, dejen sus estrellitas, kudos o reviews.
Sin más, los dejo con el final, y les vuelvo a recordar que si quieren seguir leyendo las aventuras de ese par, hay varios One Shots ya publicados que pueden leer aquí, y si quieren un poco de lemon o smut, entonces en Wattpad y AO3 encuentran las escenas.
Alfa Lázcares
Epílogo
Esa mañana, luego del desayuno, les dijeron que por fin eran libres de regresar a Géminis. Sus niveles aún seguían un tanto bajos, pero estaban seguros de que terminarían de reponerse con descanso. Ya no era necesario que se quedaran en la Fuente. Saga y Alfa reunieron las pocas cosas que tenían con ellos (ropa que Kanon les llevó), y se fueron caminando a paso tranquilo de regreso a Géminis.
En el camino vieron que los entrenamientos se reanudaron. Los Dorados estaban ahí, cuidando y entrenando a algunos aprendices, también habían Plateados y Bronceados. A lo lejos vieron que el edificio abandonado estaba en reparaciones. Sí lo iban a acondicionar para los renegados que se quedarían. Por cierto, necesitaban de dejar de llamarlos "renegados".
Aries y Tauro estaban vacíos. Habían decidido subir caminando en lugar de abrir un portal porque en serio necesitaban regresar a hacer ejercicio, porque cada día que pasaba se sentían cada vez más entumidos. Se lo tomaron con calma, pero al fin llegaron a Géminis. Todo estaba perfectamente ordenado y de nuevo ambos pensaron que seguro eso no era obra de Kanon. Entraron a la habitación y ahí vieron las maletas que se habían llevado en su viaje por Francia y Suiza. Alfa sonrió.
—Pensé que nunca iba a volver a ver estas cosas —le dijo a Saga.
—Yo fui por ellas de camino a Noruega, luego lo metí todo en el auto que renté y que dejé allá. Kanon me dijo que Mu fue por las cosas y a regresar el auto hace un par de días. Por cierto, también encontré nuestros celulares en ese bosque en el que ocurrió la pelea en Interlaken. Debe estar en tu maleta.
—¿En serio? Los había dado por perdidos, lo cual es una pena porque ahí están las fotos de la boda.
—Lo sé. No te preocupes, funciona, aunque obviamente a estas alturas no debe tener pila.
—Me alegra mucho que los encontraras. ¿Qué se supone que haremos ahora?
—Por el momento no vamos a tener rondas ni nada por el estilo. Mañana Shion quiere reunirse con nosotros a hablar de lo sucedido, también va a querer hablar con tus amigas, pero eso pasará hasta que ellas salgan de la Fuente. ¿Sabes si Helena ha mejorado?
—Aldebarán dice que no mucho, al menos ya le bajaron la dosis de sedantes, pero sigue sin querer hablar con nadie. Ayer la sacó a dar la vuelta por los jardines, la llevaba en silla de ruedas. La otra que me preocupa es Vivien, me da la impresión de que va a tener un breakdown pronto. Por cierto, ¿Shion te dijo algo de que nos casamos?
—No todavía, por suerte ha estado bastante ocupado con cosas del Santuario como para preocuparse por esto. Nada más me ha hablado de los planes con los renegados. Y Zeus se presentó hace dos días aquí, al Santuario, para hablar con Saori. Por el momento acordaron que todos los que tenemos los recuerdos podemos quedarnos con ellos mientras sigamos bajo el mando de la diosa. A los renegados que no se arrepienten de nada les bloquearon sus cosmos. Eso incluye a Alessandro.
—¿Aún quiere hablar conmigo?
—Sí.
—Muy bien. Estoy dispuesta.
—Alfa..
—No te estoy pidiendo permiso, Saga. Voy a ir a verlo, puedes acompañarme si lo deseas.
—Shion tampoco está de acuerdo con esto.
—Tampoco le estoy pidiendo permiso. Después de todo lo que hizo, están alucinando bien feo si creen que me voy a quedar de brazos cruzados sin ir a decirle sus verdades.
—Todos queremos hacer justo eso —dijo Kanon quien se había acercado sin que ninguno de los dos se diera cuenta, y los observaba recargado en el marco de la puerta—. Pero no es lo más prudente.
—No, no lo es. Pero no será la primera vez que hacemos algo imprudente.
—Hay que decirle a Shion —dijo Kanon.
—Alfa: no.
—Saga, no nos vamos a pelear por esto.
—Pero hoy no —interrumpió Kanon—. Tu familia adoptiva me ha estado llamando. Les dije a grandes rasgos lo que ocurrió porque se preocuparon cuando dejaron de recibir noticias de ti. Yo que tú les llamaba, o tengo la impresión de que la señora Rena va a venir un buen día de estos al Santuario a encontrarte.
Alfa se quedó muda, luego corrió a rebuscar entre su maleta para encontrar el celular y el cable para ponerlo a cargar. Se sentía culpable porque hasta ese momento ni siquiera se le había ocurrido llamar a su familia adoptiva para decirles que estaba bien. Seguro le tocaría un regaño.
Con la construcción del edificio de los renegados, ahora bautizado el Edificio del Servicio Comunitario, más personas comenzaron a vivir dentro de los límites del Santuario. En total serían unas 15 personas las que habitarían ese lugar. Unos 7 hombres y el resto mujeres. Los hombres se ocuparían de trabajos de construcción y mantenimiento, aunque habían al menos un par de jóvenes que querían regresar a sus estudios. Un par de mujeres estaban dispuestas a trabajar en la enfermería, otras como doncellas y una quería ocupar un puesto con las amazonas, pero para eso era todavía muy pronto y debía de ganarse su lugar, lo cual no le iba a ser fácil porque debía ganarse la confianza de todos. El cosmo de ellos también fue bloqueado.
Roberto, por cierto, también permanecía en los calabozos. Su maestro fue a hablar con él, pero Roberto le dijo que podía guardarse sus palabras. Estaba en total desacuerdo con cómo se hacían las cosas en el Santuario y quería seguir llamándose renegado. Iba a quedarse encerrado si ese era el castigo.
Poco a poco las chicas fueron saliendo de la Fuente. Marin, June, Gabriella, Lexa, Dicro y Jabú no tardaron en regresar a sus labores. Al menos las más sencillas, como las rondas que podrían hacer sin mucho esfuerzo, pero sus entrenamientos estaban reducidos al mínimo en lo que se recuperaban por completo. Dicro, Deathmask y Chris llevaron a Dorian de regreso a Creta, ya había pasado mucho tiempo fuera, lo cual fue completamente entendible, pero era hora de que regresara a sus entrenamientos.
Jivika seguía en la Fuente y comenzaban a considerar la posibilidad de llevarla a algún hospital psiquiátrico de Atenas a que la siguieran atendiendo, porque, si bien había muy buenos doctores en la Fuente, no tenían la atención especializada que la adolescente requería. También comenzaban a considerar lo mismo para Helena, pero Aldebarán pidió que le dieran un poco más de tiempo. Si bien la mujer seguía estando muy mal, el de Tauro estaba seguro de que podía ver pequeños avances en ella.
Alfa fue sola a reunirse con el Patriarca y Saori, les dijo que sabía que Alessandro había estado pidiendo verla, y que ella estaba dispuesta. Shion se mostró reacio a darle permiso, pero Alessandro se negaba a hablar con absolutamente nadie, mas que para decir que quería hablar con ella y eso estaba colmando su paciencia. Finalmente accedió, pero él iría con ella y seguramente los gemelos querrían ir también. Cuando Saga se enteró estuvo a punto de negarse de nuevo, una y mil veces, pero ella ya tenía el permiso del Patriarca, así que con su mejor cara de pocos amigos accedió a acompañarla y, como Shion predijo, Kanon fue con ellos.
Alessandro estaba en la última celda de los calabozos, la más alejada de todos y en donde tenía paredes de piedra en tres direcciones y una puerta de pesados barrotes de frente. Además tenía un guardia personal que era un Santo de Oro o Plata que siempre estaba ahí. Ese día era Afrodita. Se levantó de su silla cuando vio al cuarteto aproximarse.
—Tienes visitas —le gritó a Alessandro quien hasta ese momento dormitaba.
El prisionero se levantó del suelo y sujetó los barrotes para ver quién se acercaba. Una sonrisa torcida se formó en sus labios cuando vio a Alfa.
—Accediste a mi petición —le dijo.
Alfa se adelantó hasta la puerta, agarró la silla en la que había estado sentado Afro y la puso frente a los barrotes, luego se sentó y se cruzó de brazos.
—Habla —le dijo.
Alessandro la miró de arriba a abajo. Notó el anillo que la chica de nuevo tenía en su dedo. Le sonrió.
—Estás con el gemelo equivocado.
—Estoy con quien se me da la rechingada gana. ¿En serio me llamaste para ver con qué gemelo estoy?
—No. No me recuerdas, ¿verdad Antheia? Tengo que admitir que yo tampoco te recordaba, no lo hice hasta que estuve de regreso aquí, en el Santuario.
—Fuiste perfectamente irrelevante en la vida de Antheia, Alessandro, por supuesto que no te recuerdo, ¿por qué habría de hacerlo?
—Ah, pero no lo fui, Antheia. En esa vida estuvimos juntos. Pero no lo recuerdas. Eras muy pequeña, apenas una niña de cabellos claros, enorme sonrisa y poderes que no sabías controlar. Por eso nos trajeron al Santuario, porque vieron algo especial en nosotros. Nuestros padres eran devotos de la diosa y querían que estuviéramos a su servicio. Nos trajeron juntos, pero aquí no tardaron en separarnos. A ti te llevaron al Templo Principal a convertirte en una Saintia, y a mí me llevaron a entrenar con el resto de los aprendices. ¿No lo recuerdas? Lloraste cuando nos despedimos de madre, no querías dejarla.
Alfa lo miraba con una ceja enarcada, al igual que el resto, en especial cuando las implicaciones de los dichos de Alessandro les llegaron de lleno. Alfa dejó escapar una risa irónica, luego se levantó de su silla y puso ambas manos en los barrotes. Alessandro la miraba.
—¿Hermanos? ¿Eso es lo que estás implicando? ¿Que somos hermanos?
—Así fue en esa vida, Antheia, pero Giannis bloqueó esos recuerdos y no volvió a verte más que de lejos cuando te convertiste en una Saintia, y tú nunca regresaste a verlo. —Miró por sobre el hombro de la chica a Saga quien apretaba los puños. —En su lugar te olvidaste de tu hermano, y te fugaste del Santuario con el gemelo que terminó por abandonarte también. —Sonrió mientras la miraba a los ojos. —Yo lo llamo karma.
Sin que ninguno de los presentes se lo esperara, Alfa se levantó, luego metió las manos entre los barrotes y en un rápido movimiento sujetó el cuello de Alessandro y lo atrajo con toda la fuerza posible hacia sí, haciendo que la cara del hombre se estrellara de lleno en contra de los barrotes sin que pudiera evitarlo. Alfa le apretaba el cuello con fuerza, evitando que se moviera, además le había roto la nariz cuando chocó contra un barrote.
—Me importa una hectárea de mierda que tú y Antheia hayan compartido útero hace 250 años. Si crees que me va a dar remordimiento de conciencia que vayas a estar encerrado de por vida en una asquerosa celda estás perfectamente equivocado —le dijo mientras lo veía a los ojos.
Las manos de Alessandro comenzaron a subir y esperaban sujetarla de algún modo, pero la mujer lo separó de los barrotes tan sólo para volver a estrellarlo contra ellos.
—Puedes quedarte aquí a cumplir tu condena, ni Antheia ni yo te vamos a extrañar así como no lo hicimos hace 200 años. Que disfrutes tu estadía, hermanito —dicho eso lo impulsó con todas sus fuerzas hacia atrás, haciendo que el hombre cayera estrepitosamente al suelo. Luego se dio la media vuelta y comenzó a alejarse.
Ninguno del resto de los presentes hizo nada por varios segundos, pero pronto Saga y Kanon salieron tras Alfa mientras escuchaban a lo lejos que Alessandro se levantaba y comenzaba a gritarle insultos a la chica, que pronto fueron acallados, seguramente gracias a un certero golpe de Afrodita.
—¿Estás bien? —preguntó Saga deteniéndola del brazo una vez que estuvieron fuera de las prisiones.
—Me quedaron ganas de darle algunos golpes más a Alessandro, pero fuera de eso estoy bien —contestó. Shion se acercó a ellos. —No tengo ningún recuerdo de lo que dijo, así que no sé si es verdad o se lo está imaginando. En todo caso, es en serio que no importa. Si fue hermano de Antheia, pues que bien por él, pero en esta vida no tengo hermanos y no pienso adoptar uno porque lo hayamos sido antes. Hagan lo que quieran con él, y supongo que lo van a dejar ahí.
—Estoy considerando llevarlo a Sounión, pero no lo hemos decidido —contestó Shion.
Alfa volvió a encogerse de hombros.
—Si lo dejan ahí, no puedo prometer que no servirá de pera de box nuevamente. Por mi o por Aldebarán o los gemelos o cualquier otro de los Dorados con menos autocontrol que Afro. Y bueno, sí noté que Afro le dio un buen golpe para acallarlo —dijo Alfa.
—Discutiremos el destino de Alessandro luego. ¿Seguro que estás bien? —preguntó Shion.
Alfa asintió, luego el Patriarca miró a los gemelos y cuando estos también asintieron dio por zanjado el tema y regresaron a los Templos mientras hablaban de otros temas.
Cuando las cosas comenzaron a calmarse y a volver poco a poco a la normalidad, Shion se reunió por fin a solas con Alfa, Saga y Saori. No era la primera vez, tuvieron muchas reuniones antes en las cuales hablaron de todos los días que estuvieron fuera del Santuario, de lo que pudieron averiguar de Alessandro y sus renegados y de lo que encontraron durante sus viajes, pero esta vez ya no hablarían de aquello, porque todo eso ya se había dicho. Esta vez estaban reunidos porque Shion y Saori esperaban la confirmación de sus labios de que se casaron.
Y eso hicieron. Saori tuvo que contener con todas sus fuerzas las ganas de sonreír y abrazarlos y felicitarlos, pero la mueca de seriedad de Shion la detuvo. No estaba en contra de las leyes (actualizadas) del Santuario que se casaran, tampoco que hubieran tenido una ceremonia civil, pero esperaba que al menos fueran a solicitar el permiso y la bendición de la diosa (¡y de él!), cosa que ellos no hicieron y, si bien entendía el por qué (estaban fuera, de misión y con un par de secuestros y renegados de los cuales preocuparse), eso no hacía el trago más sencillo.
Shion estaba un tanto dolido porque no le dijeron primero. Pa' pronto el Patriarca estaba haciendo berrinche. Les dio un sermón sobre sus responsabilidades y el respeto a la diosa y al Santuario mismo. Ellos le ofrecieron sus disculpas y le dijeron que esperaban con ansias el día en que pudieran celebrar una ceremonia en el Santuario para reafirmar su unión frente a todos sus compañeros. Eso calmó un poco los ánimos asesinos de Shion, en especial porque sería él el encargado de oficiar dicha ceremonia. Una fiesta de proporciones enormes se veía en el futuro del Santuario. Saori estaba contenta. Era el primer Dorado de su generación que se casaba y eso la hacía ver el mundo color de rosa. También esperaba secretamente que un buen día de estos le dijeran que Alfa estaba embarazada. Ya quería ver a uno o dos mocositos volviendo (más) loco a Saga.
Por supuesto el resto de los Dorados ya estaban enterados de que uno de ellos se había casado y no perdieron la oportunidad de hacerle bromas, en especial ahora que los ánimos se estaban calmando. Milo lamentó no haber podido llevar a su hermano mayor a emborracharse por última vez como hombre soltero, aunque quién sabe, igual y tendrían una post despedida de soltero antes de que Shion los casara. Todavía tendría oportunidad. El resto les dieron sus felicitaciones cuando lo consideraron apropiado, y no hubo necesidad de decirle al Santuario la noticia, porque todos se enteraron poco tiempo después, cuando dejó de ser "secreto".
El Santuario no tardaría en regresar a la normalidad, aunque con algunos cambios en cuanto a la seguridad. Por supuesto ahora se concentraron con más ganas en capturar a los pocos renegados que todavía quedaban regados por el mundo. También hicieron el pacto de dejar de confiarse, nada más lo hicieron una vez y los resultados pudieron llegar a peor. Ninguno quería que algo así pasara de nuevo. Saori se concentraría cada día más en ser una mejor líder para todos y eso a Shion lo ponía muy orgulloso. La adolescente se acercaba a la edad adulta y comenzaba a portarse con más seriedad, además de que hervía de orgullo por la manera en la que se manejó cuando tuvo que ir a romper el sello. Y después cuando fue a visitar a sus heridos. Se comportó como una diosa compasiva que se preocupaba por sus filas.
Alessandro pasó unos días en Cabo Sounion. Luego lo regresaron a la celda. Luego lo regresaron a Sounion y luego de regreso a su celda. Se la llevarían así hasta que se arrepintiera... o ellos se aburrieran. Y sí, más de un Dorado lo usó como pera de box en más de una ocasión.
Vivien eventualmente tuvo su breakdown, pero por suerte Camus estaba con ella y logró calmarla. La alemana por fin dejó salir lo que sentía y dejó de pretender que nada sucedió. Estaba bien que se hubiera sentido aterrada y estaba bien que se sintiera débil e indefensa, no era su culpa. Ahora tenía que superarlo y darse cuenta de que podría salir de ese tipo de situaciones si alguna vez sucedía de nuevo, pero Camus le aseguró que haría todo lo que estuviera en su poder para evitarlo.
Helena había salido ella sola a pasear por los jardines de la Fuente. Todavía no la iban a dejar regresar a su cabaña y la verdad es que ella tampoco tenía muchas ganas de eso. No le gustaría sentirse completamente sola a pesar de que evitaba la compañía directa de casi todos. Iba en silla de ruedas. Ya podía caminar, pero cortas distancias, y para salir a pasear prefería usarla.
Caía la tarde. Escuchó pasos detrás de ella acercándose y se puso en alerta de inmediato. Sintió los vellos de su nuca erizándose y giró hacia atrás lo más rápido que pudo. El brillo de los últimos rayos de sol no le permitieron distinguir la cara de la persona que se dirigía hacia ella, pero el resto de su figura lo delató. Un hombre corpulento se acercaba, sonriendo, y con un ramo de flores entre sus manos. Helena se permitió esbozar una tenue sonrisa.
Fin.
