69. Buscando respuestas
—¿Lo estás pasando mal, no?
Rose ladeó la cabeza.
—A ver, es algo que afecta a mi familia y a mi medio hermano —confesó—. Pero las verdades salen tarde o temprano, ¿no? Y era justo que se supiese que él es muy buen estudiante y todo, gracias a que la buena voluntad de mi padre consiguió darle la oportunidad de estar donde está ahora.
Distintos pares de ojos la instigaban y bocas cuchicheaban a su alrededor en el patio. Y lo cierto es que en lugar de intimidarla, la fortalecían.
—Tanto drama me huele a payasa.
Cuando se giró hacia la voz a sus espaldas, se encontró con una de las pesadas de turno en la clase con la que peor se llevaba. Podría llamarla su enemiga, pero Rose la veía bastante poca cosa como para darle un rol así.
—Martha...
—¿Y a nosotros quien nos confirma que Lillian es tu madre, eh? —cuestionó la niña de cabellos rizados hasta el cuello.
—Por favor. —La rubia se carcajeó—. ¡Tienes que estar ciega incluso con las gafas que llevas para no ver cuánto me parezco a ella! Además, tenemos miles de fotos y vídeos sobre su embarazo y mi nacimiento junto al de mi hermana. Esparce los rumores que quieras que yo los borraré.
La tal Martha alzó las cejas.
—Si tan segura estás, no necesitarías pruebas.
La rubia le enervó escuchar las risas y ecos después de soltar esa frase.
—Di lo que quieras. —Y cuando Rose se giró para ignorarla, la niña morenita a su izquierda se acercó un poco más a ella.
—¿Te importaría si el caso de tu hermano sale en televisión?
—Supongo que no —murmuró en respuesta—. Tal vez ni siquiera podré evitarlo...
—Rose.
Alice se plantó delante del círculo alrededor de su hermana, la cual entendió de inmediato que quería hablar.
—Ahora vuelvo. —Se levantó y caminó de puntillas entre las piernas de las otras chicas hasta llegar a su hermana, apartada un poco del resto—. ¿Qué ocurre?
Ella se limitó a mantener una expresión seria.
—Esta vez se te ha pasado la mano mil pueblos.
Rose alzó las cejas.
—¿Me estás acusando de tener la culpa de algo?
—¡Compartimos útero durante ocho meses! —exclamó la pelinegra—. Te conozco más que a mí misma.
—No voy a negarte que Edward no es mi persona favorita en el mundo, pero... —Rose se encogió de hombros—. Si crees que he sido yo, lamento decirte que perderás tu tiempo buscando pistas que me impliquen.
Se acercó para darle un beso en la mejilla y regresó a su círculo en el banco donde le daba más el sol, a contestar más preguntas sin que Alice le quitara la mirada desolada de encima.
nnn
—No deberías haberlo hecho.
Edward suspiró mientras Bella retenía una de sus manos entre las suyas, examinándola con cuidado. Le habían acabado de poner un vendaje provisional en la enfermería que se le extendía entre los dedos y también le dieron algo de hielo en el comedor para el golpe. La cobriza presionaba la pieza fría envuelta de papel contra su mejilla, separándola cada minuto.
—No sabes pegar y por hacerlo tú también has salido herido.
—Tampoco tengo la intención de aprender.
Bella lo observó y se lamentó de los golpes que había tenido que lidiar aquel día, tanto físicos como mentales.
Un beso de su parte sobre donde debían estar sus nudillos magullados, escondidos bajo el vendaje blanco, lo hizo sonreír. Con su mano libre levantó su mentón y la acercó a él para besarla.
—¿Estás segura de que te encuentras mejor?
—Sí. —Ella no le daba tanta importancia—. Es solo que la acidez estomacal me empeora aún más las posibles señales de asma, por afectarme también la garganta y eso. Pero no he corrido tanto como para que me dé nada.
—Acabas de vomitar.
—Y eso es algo habitual en mí. —Se encogió de hombros, pasándole otra vez el hielo envuelto de papel sobre la zona inflamada—. Creo que pediré otra capa más en el comedor.
Edward rio.
—Bella, vas a acabar dejándolos sin papel absorbente.
—¿Acaso prefieres que te queme la piel? —Cuando hizo presión sobre su mejilla, resbalaron cinco gotas de agua más—. Eso si antes no acabamos empapados.
Aunque a pesar del buen humor que mostraba, Edward percibió su malestar.
—¿Qué tal si vuelves a llamar a tu padre y le comentas que nosotros te podemos acercar a casa?
—Él insistió que aprovechase en no perder clase, ya que estoy aquí.
—Pero no te encuentras bien.
—Si mañana estoy igual de mal o peor, no vengo. —Y así Bella le puso fin a la conversación.
Las ganas de evitar el tema con él, fueron las mismas que tuvo de volver a tratarlo cuando Lillian abrió la puerta de la entrada a dirección, dejando ver y escuchar a las mellizas a unos metros de allí.
—¿Por qué nos tenemos que ir? No lo veo necesario..
—Habla por ti...
Edward esbozó una mueca hacia Bella. La despedida iba a ser agria.
—Siento que no podamos acompañarte.
—No te preocupes —dijo como si le restara importancia—. Me pasaré más tarde por tu casa.
Ella trató de mostrarse positiva mientras que Edward se marchaba inseguro de allí.
Pero en cuanto volvió a clases, la cobriza se dio cuenta de que seguir asistiendo durante ese día no había sido una buena idea. Tenía náuseas constantes que trataba de hacer menguar bebiendo agua. Se distraía, estaba incómoda, sentía ganas de dormirse para olvidarse de la incomodidad física, pero no podía hacer nada. Fue como unas cuatro veces al baño, aunque sin conseguir vomitar, y eso fue como si le cansara el doble en las horas que pasaba.
Cuando la fueron a recoger por fin, Bella salió disparada al coche, ansiosa y muy hambrienta. Mandó que la acercaran a la esquina de la casa de Edward, donde sabía que tenía que ir aún estando con los peores ánimos... y cinco minutos después se bajó del vehículo dejando su mochila en el coche de su padre, mientras ese se alejaba en dirección a su casa.
Llamó al timbre de la puerta y en un par de minutos, Edward salió cambiado y con un semblante decaído en profundidad.
—Hey...
—Lo siento, Bella, tengo que irme.
Ella frunció el ceño.
—¿A dónde?
—A ver a mi madre. ¿Vienes?
La cobriza se quedó con la palabra suspendida en la boca. Tampoco es que tuviera otra opción.
—Sí, pero ehm... —comenzó a decir, antes de que sus tripas se revolviesen—. ¿Puedo coger aunque sea una barrita energética de la cocina? Es que en serio tengo hamb...
—No puedo esperar —recalcó con frustración—. E igual iremos a la cafetería, a esta hora todavía trabaja.
Bella suspiró.
—Está bien.
A la cobriza no le gustaba que las cosas se hicieran a lo loco, pero por ese día se lo dejaría pasar.
En lo que conducía, Edward se llevó un dedo a los labios con el mismo estado serio y pensativo que adoptó desde que arrancaron. El problema había tomado otro rumbo. Tyler había enviado el mensaje y desde ahí cualquiera pudo subirlo a la web. ¿Pero quién demonios había obtenido el vídeo en primer lugar?
—Date prisa, por favor.
Edward miró a su lado y Bella estaba encogida sobre su estómago. No tendría que haberla llevado.
—Si te sentías mal, no...
—Solo necesitaba comer algo... —le reprochó, cerrando los ojos.
En respuesta, Edward aumentó la velocidad. Si hubiese sido un día normal, claro que se hubiese esperado aunque fuera 5 minutos más y hasta horas por ella. Pero cada minuto avanzando en el reloj parecía aumentar el riesgo de que el vídeo se siguiese pasando.
Toda aquella situación le resultaba familiar... Pero de nuevo, no tenía más que corazonadas.
—¡Edward! ¡Frena, frena! —le gritó, antes de oír las ruedas chirriar.
Bella se bajó del vehículo, tapándose la boca con ambas manos y caminando rápido la poca distancia que había entre ella y la tienda de su madre y se metió allí.
Al primer instante pensó que el chillido de Bella lo había alertado de un posible accidente. Y así lo hizo... aunque al final no fuese del tipo que había pensado.
Edward volvió a respirar tranquilo en lo que buscaba un lugar rápido y cercano donde aparcar. Y cuando entró a la cafetería vio que Bella salía del aseo de mujeres, tratando de secarse la boca mojada con el dorso de la mano. Ella fue hacia él, quien la envolvió entre sus brazos y trató de distraerla con pequeños juegos tontos tan pronto se sentaron en una de las mesas. Ella posaba sus dedos sobre la mesa y Edward trataba de atrapar su mano. Entonces él trataba de encajar sus dedos con los suyos y ella luchaba por que no lo consiguiera, así que Edward trató de morder los dedos de su mano, pero ella la apartó y trató de hacer lo mismo con la suya. No los hicieron reír tanto como sería en otras circunstancias, pero al menos lograron levantarles el ánimo. Eso sumado a los cupcackes y el batido que Esme les mandó llevar, una vez se enteró por los camareros curiosos de que su hijo se encontraba allí.
Una vez acabó su turno, los tres fueron a la casa en silencio. Bella se frotaba el hombro con insistencia, agobiada por la incomodidad que sentía. Pero tan pronto como llegaron, Edward recibió una llamada acerca de un trabajo que estaba haciendo en grupo. Y después de un breve intercambio de palabras, es fue a su habitación para encargarse desde la Mac que tenía ahí dentro, ya que el programa solo se abría en app y le ocupaba almacenamiento que, según sus palabras, "no pensaba malgastar" en el móvil...
—Esto te calmará.
Bella salió de su estado ausente cuando se dio cuenta de la taza con un tinte rojizo anaranjado que Esme le había preparado.
—Gracias. —Bella olisqueó, maravillada con el olor frutal—. Edward también suele darme infusiones para solucionar ciertas cosas.
Esme lució interesada.
—No me digas...
—Valeriana, manzanilla y cosas por el estilo —especificó Bella, provocando que Esme esbozara una débil sonrisa por la comisura de la boca.
—¿Entre tú y yo? Edward conoce la magia de las infusiones, pero lo que no sabe es cuáles ni cómo la hacen.
Esme le guiñó un ojo y Bela soltó una pequeña risita y se agachó para beber un sorbo. Estaba tan bueno que acabó bebiendo de forma muy veloz más contenido de lo que había pensado. Y a la vez que su estómago lo aceptaba, su cuerpo parecía querer aprovechar su buen estado para adormilarse por el cansancio.
—¿Ahora sí podemos hablar de lo sucedido?
De pronto, a Bella se le fueron las ganas de dormir.
Esme movió la cabeza en lo que Edward tomaba asiento al lado de su novia.
—No es nada agradable, como puedes suponer —indicó ella—. Por otro lado, el vídeo ha circulado solo en un grupo contado de personas en el colegio y las autoridades ya se han encargado de sacarlo de la web, lo que es ya bastante.
—¿Nada más te importa?
—Me sabe mil veces peor saber cómo te ha afectado a ti todo esto —señaló—. De verdad, aunque no puedo solucionar lo que ya ha pasado.
—¿Por qué siempre dices la misma puñetera frase?
—¡Hey! Baja ese tono con ella —reclamó Bella.
Él se volteó hacia ella.
—Tú no...
—Shh. —La cobriza le advirtió con la mirada algo que lo hizo volver a su madre, con rabia.
—¿Hasta cuándo seguiste en la industria pornográfica?
Y empezó con la gran pregunta.
Esme tomó aire.
—Me retiré cuando me quedé embarazada de ti...
—¡Mentira!
—Fue así —insistió la mujer de ojos azules oscuros—. Carlisle y yo nos acercamos cuando yo ya estaba dejándolo, poco a poco. Seguía accediendo a una que otra oportunidad para ganar algo de base monetaria, pero en mi caso yo seleccionaba y ese es un privilegio de muy pocas. Cuando quedé embarazada ya lo había dejado atrás del todo, pero cuando estaba de 24 semanas, acepté participar en un rodaje de pago inmediato.
—¿¡Por qué?! —reclamó enfurecido—. ¡No tenías derecho a hacer eso estando yo de por medio!
—Llevo diciéndote muchas veces que elegí ese camino porque fue mi mejor opción dentro de mis circunstancias en aquel tiempo.
—¡Siempre hay otras salidas!
—¡En mi caso las supuestas salida me iban a costar mi vida y la tuya! —arguyó en su defensa—. Estaba sola, era joven, sin titulaciones... y era un embarazo adolescente de riesgo, Edward. Llegué a un punto en que cualquier trabajo que me exigiera sobre esfuerzo, horas de pie o movimiento, implicaba un riesgo para ti y para mí. Además, necesitaba vitaminas, comprarte ropa, teteros, mantas, entre otras cosas para asegurarme de subsistir contigo de buena manera una vez nacieras. Y cuenta con los meses de post-parto. No podía trabajar ni tampoco dejarte a ti con nadie... Un rodaje más me ofrecía una cobertura económica accesible por todo eso.
—Tenías a mi padre.
—No lo tenía a él porque me tocó alejarme del lugar donde él estaba. —Mantuvo una expresión seria—. ¿Cuántas veces tengo que decirte que para la época eran negocios turbios, Edward?
—Ese no es mi problema.
—¡Déjate de tener esa actitud ya!
Los dos se giraron a la cobriza en el sofá, quien no se sintió privada de contestar lo que sentía porque su interior se lo exigía.
—Bella, no te met...
—No voy a dejar que la trates en sí en mi delante.
No entendía cómo Edward podía ser un encanto con ella y transformarse cada vez que veía a su madre. En su cabeza no le cuadraba.
—¡Me prometiste que no me juzgarías!
—¡Tú la estás juzgando a ella! —replicó Bella con enfado—. Fue actriz porno, vale. ¿Te enteraste del mejor modo? No, ¿Has vivido un infierno de día hoy? Sí. Pero esta mujer está tratando de hacer que te pongas en los zapatos que nunca has estado. Y aunque no lo consigas, es tu madre, es su pasado y tienes que aceptarlo.
—¡No empieces a agob...!
—¿O es que también vas a tratarme con el mismo rencor en base de los errores que vayas acumulando con el tiempo?
Él lucía dolido.
—Me conoces, Bella.
—Justo porque te conozco, lo pregunto.
Él solo se levantó y desapareció por el pasillo que conducía a su habitación.
nnn
Carlisle acarició el móvil. El mismo donde tenía guardado el vídeo indiscreto de Esme, que había tenido que ver le gustase o no.
Igual que también la tuvo que alertar...
"Carlisle, no sé nada —le comentó por el móvil, tan pronto como él le preguntó al respecto—. Tú sabes que mi audiencia era local... Y para ese tiempo todavíase usaba el formato VHS. Todos los DVD que tengo en casa me los mandaron a convertir personalmente"
"Es uno donde sales embarazada"
Durante un momento, no contestó.
"¿Esme?"
"Sí, eh... Ese es el único que sí está en DVD... —confesó—. Pero igual es del año de la pera y solo tienen acceso a él un público que no he vuelto a ver desde que me marché de la ciudad."
Carlisle analizó sus palabras.
"Eso quiere decir, ¿que alguien lo ha tenido que buscar a propósito?"
"Es la única manera de que apareciera —le aseguró Esme—. Eso y que lo relacionasen conmigo hasta llegar a Edward".
Recordó la charla que tuvo con la madre de su hijo aquella mañana. La noticia le había sentado mal, pero lo peor era las consecuencias que acarreaba de por medio.
Todos sus planes pendían del mismo hilo que los suyos: resolver el conflicto del vídeo cuanto antes.
—La policía se encargará de se ha encargado de borrar todo rastro del vídeo en la web —comentó Carlisle—. El problema está en que se sigue filtrando por redes sociales, ya que le llegó a Tyler mediante un número que es prepago y sin duda demuestra que esa persona sabía hacer bien las cosas.
—¿No tienes ni idea de quién pueda ser? —preguntó el compañero que tenía al lado—. ¿Alguna pista de algún chico o grupo que no le caiga bien Edward? Mira que es como una diana fácil de nuestros tiempos...
—No, él me ha asegurado que no tiene ni idea —respondió Carlisle, justo cuando el ascensor se detenía en la planta—. Tal vez es alguien que quiera hacerme daño a mí o a mi familia. Además, tenemos que pensar en alguien que hubiese buscado y conseguido ese vídeo. ¿Quién demonios consigue algo así?
Pasaron para dentro del amplio espacio y, en eso, uno de los abogados que Carlisle tenía en mente buscar, se cruzó por su camino.
—Hey, Kennedy.
El hombre que sostenía un café en la mano, cambió de rumbo y se acercó a Carlisle.
—¿Sí?
—Te quería comentar que unos padres del colegio de mis hijos han decido que quieren un divorcio amigable así que, no sé si te podías encargar tú o si vas muy liado ya...
Después de aquella mañana, Tyler no era el chico que más le simpatizara, pero sus padres habían sido cercanos a Lillian y a él durante años, por lo que quería hacerles todo más fácil.
Kennedy agitó su mano como si no hubiese ningún problema.
—Tranquilo, tengo tiempo, así que me encargo. —Se quedó un momento pensando—. Por casualidad son, ¿son los padres de una amiga de tu hija?
Carlisle entrecerró los ojos.
—No.
—Ah, vale. —Se rascó la cabeza—. Es que Rose me comentó una tarde sobre el caso de los padres de una amiga suya. Que no quería que los atendieses tú para que no hubiese conflicto por amistad de una parte y así.
Carlisle detuvo sus pasos.
—¿Cuándo te comentó Rose eso?
—Vino un día y me preguntó sobre eso. —Estaba algo sorprendido de que el padre no lo supiese—. Creía que te lo acabaría contando. Ehm, al final le di un número de un investigador privado y todo.
—¡¿Que qué?!
Después de buscar durante un rato en el despacho y salir como una bala al terminar, Carlisle hizo unas cuantas llamadas desde el altavoz del coche en lo que llegaba a su casa. Y una vez cruzó la entrada, se fue directamente al sofá, donde su hija estaba cómodamente sentada mirando una película y comiendo un plato de avena con fruta.
—Rosalie.
Ella aún no se había girado y su padre ya la había levantado de un brazo para que lo afrontara.
—Au, me estás haciendo dañ...
—¿Fuiste tú la que conseguiste el vídeo?
La niña frunció el ceño.
—¿De qué hablas? ¿Cómo voy a...?
—Admítelo porque ya hasta tengo los datos del investigador privado al que contrataste. —No se iba a ir con dilataciones—. ¡Responde! ¿Fuiste tú la que envió el vídeo a tres contactos de la clase además de Tyler?
Y en ese entonces, ella emitió un jadeo.
No por él... sino porque Edward la miraba atentamente desde el umbral de la casa.
💎 ¡Hola! 😊 Sé que me he retrasado, pero estaba insegura de en qué parte terminar el capítulo de hoy. (Siempre me quedo con ganas de alargarlo y añadir más de lo que pasa, pero así nunca lo acabaría). 🙈
💎Creo que ya estaba claro quien era la persona que consiguió el vídeo, 👀 pero la cosa está en que los padres se quiten la venda por fin de los ojos. Así que el siguiente capítulo va a profundizar mucho en la mente de los personajes y a dar un poco de forma a las actitudes o sentimientos que han ido manifestando. 😉
💎Va a ser algo intenso en este sentido... Además de lo que siga pasando.😶
💎Nos vemos en la próxima.
Kisses! 😘😘
