71. Revelaciones y castigos II
Rosalie Cullen se había visto como la consentida de sus padres desde que tenía memoria. No precisamente porque ellos la malcriaran más, sino porque la atención que recibía de su parte o del resto nunca le parecía suficiente... y menos cuando llegó a sentirse desplazada por su hermano mayor.
Desde que lo conoció de niña, le tuvo rabia. Primero por ser un intruso en su casa, en su vida y después porque odiaba pensar que estaba recibiendo parte del cariño de sus padres sobre él. Le tuvo un odio inmenso, trató de hacer todo lo que pudo en su contra, quería que se fuera. Pero nada parecía ser suficiente, ya que él seguía sacando buenas notas, convirtiéndose en un hijo educado y que no daba problemas. Y quien ocupó el lugar que ella quería para Edward, fue ella, la que siempre acababa regañada o metiéndose en conflictos por cualquier cosa.
No era culpa de sus padres que ella fuera como lo era.
Pero tampoco era culpa suya pensar como lo hacía.
—¿Qué te ha pasado?
Su madre permanecía sentada en la punta de la cama. Rose se había sentado un poco más arriba, sujetando sus piernas contra su torso.
—Pasa que quería cobrármelas con Edward —dijo la rubia con la voz cortada, tal y como se le había quedado después de parar de llorar—. El primer plan me salió mal y prometí vengarme.
—¿Y por eso investigas a su madre, sacas sus trapos sucios y lo humillas públicamente además de cargarte amistades por el camino? —cuestionó Lillian—. ¿Te ha hecho algo tan malo para que actúes así?
—No se trata de lo que me ha hecho, sino de lo que siento.
Su madre la contemplaba con una expresión reprobatoria.
—Edward no se merecía esto —aseguró—. Ni tampoco Esme.
—No es mi culpa que a ella le gustara denigrarse de esa forma.
Y lo siguiente que recibió fue un bofetón en toda la cara.
—¡Tú no sabes nada! —exclamó Lillian con furia—. ¡No conoces nada de lo que le ha pasado, lo que ha tenido que sufrir y de todas formas tú no tenías ningún derecho a hacerle lo que has hecho! ¡Te hizo de niñera y hasta te preparaba el biberón que no quisiste dejar hasta los 6 años, malagradecida!
Rose se arrastró más atrás en la cama, sujetándose la mejilla que le ardía.
—Mamá...
—Si quieres llamar puta a alguien a la cara dímelo a mí. ¡A mí que me acostaba con medio campus por diversión mientras Esme trasnochaba para pagarse la comida y aún tener fuerzas para asistir a clases como si nada al día siguiente! —expresó con dolor—. ¡A mí que me lamentaba de mi vida por tenerlo todo mientras ella vivía como una huérfana desde los doce años! Pero no juzgues a la única chica que no se burló de mí cuando contraje una ETS, ni tampoco a la amiga que me dijo que valía la pena cuando nadie más lo había hecho...
Rose se quedó paralizada del asombro. Su madre había sido muy abierta con ella y con su hermana en esos temas desde que habían tenido entre diez y once años. Pero jamás había llegado al punto de contar su propia experiencia... y menos algo algo así...
—Carlisle nunca perderá el control contigo porque, para tu suerte, supe elegirte un buen padre —le dejó claro—. Te voy a dar un rato para que te tranquilices, pero luego vas a someterte a los interrogatorios que él te haga sin rechistar.
Y dicho esto, salió por la puerta.
nnn
A primera hora de la mañana Edward se dirigía a la zona del césped en el colegio junto a Bella, quien se deslizaba radiante de un lado al otro mientras bebía otro sorbo de la botella llena de la infusión que Esme preparó para ella el día anterior.
—En verdad esto es mágico —pronunció embelesada—. No he vuelto a vomitar desde ayer, tampoco he sentido náuseas y... me siento muy, pero que muy relajada.
—Me alegro por eso.
La castaña sonrió antes de volver a beber otro sorbo, provocando que Edward frunciese el ceño.
—¿Se puede saber por qué parece que no tomes nada y a la vez no dejas de tomar un poco más todo el tiempo?
—Porque no quiero que se acabe. —Se lamentó y retuvo la botella contra su pecho—. Aunque cuando lo haga, supongo que tendré que volver a hacerle otra visita.
Edward asintió.
—Estoy seguro de que le alegrarás la tarde —le aseguró—. Te has ganado su simpatía y su confianza.
—Es recíproco.
Ambos llegaron a pisar la zona verde y Edward se echó en el punto en el que solían estar, antes de que la castaña se pusiera a su lado, pero apoyada en su pecho.
—¿Por qué nunca la juzgaste mal?
Bella sonrió.
—Tu madre me preguntó lo mismo, ¿sabes?
Edward calló y ella suspiró.
—Dostoyevski fue el primero en introducir a una prostituta como el personaje bueno de la historia. Lo describió como un ángel. —La castaña sonrió—. Recibió muchas críticas, sí, pero él quiso reforzar la idea que la pureza a veces no depende de lo que hagas, sino de la intención de tus actos. Es otra manera de repetir el típico mensaje de "que no se debe juzgar por lo que ves sin saber." Y si tanto se esfuerzan por hacértelo entender, yo digo que será por algo.
Edward miró al cielo y luego se inclinó sobre sus labios.
—Recuerdo la primera vez que debatimos sobre eso. —Ella se lanzó a reír—. Pero también que tenías una visión muy distinta del amor propio.
Bella frunció los labios.
—Una cosa es cuando hablo de mí y otra de los demás —reconoció—. Creo que para mí es imposible separar el amor y el sexo, me aferro mucho a cualquier muestra de cariño y es muy fácil romperme por dentro en ese sentido. Pero también comprendo que puede ser distinto y que otras personas lo sientan o interpreten de manera diferente.
—Ya veo...
—Aunque también reconozco que solo me acordé de Dostoievsky cuando tu madre me contó todo. —Esbozó una mueca—. Suelo tener la manía de fijarme solo en mí misma.
—Porque has estado compartiendo las cosas solo contigo misma durante mucho tiempo.
Ella lo miró.
—¿No te has dado cuenta de que ahora haces menos monólogos y más conversación? —le preguntó Edward.
—Y tú participas más —indicó la castaña.
—Juntos hemos creado un equilibrio.
Y aquella frase los llenó de un agradable cosquilleo en el estómago.
—¿De verdad me tienes tanta confianza, Edward?
—Mucha.
Ella acercó su rostro al suyo, cogiendo un pequeño mechón rubio entre sus dedos.
—¿Tanta para ser la única que sabía lo de tu madre?
Edward se tomó un momento para responder.
—Lo saben algunas madres del colegio, pero no sus hijos.
—Tyler era tu amigo —mencionó con calma—. Estoy segura de que si se lo hubieses dicho, te habría apoyado.
—¿Para luego traicionarme con cualquier cosa? —Él movió la cabeza y se llevó a los labios la mano traviesa de Bella que trataba de jugar con su cabello—. Después del internado, compartir cosas que me afectaran tanto, me incomodaba. No comprendo el motivo, pero contigo resultaba fácil.
—¿Después de que te enamoraras de mí?
—Incluso antes, ya que las conversaciones profundas fluían —sonrió—. Y cuando me contabas como te sentías, me reasegurabas una vez más que podías comprenderme.
Bella lo escuchó con atención.
—Si yo... tuviese una personalidad que me hiciera más... sociable o simpatizase más con el resto, ¿hubieses sentido lo mismo que ahora?
Él entrecerró los ojos.
—Solo en el caso de que hubieras conseguido seguir siendo tú.
Ella sonrió y él se inclinó para besarle los labios de forma casta, pero Bella movió su rodilla para estar más cerca y entonces sintió la protuberancia en sus pantalones deliciosamente erecta.
—Alguien amaneció con ganas hoy, ¿no?
La castaña bajó el brazo que la apoyaba en el césped con disimulo.
—Y te tengo demasiado cerca para evitarlo... —Además, aquel día llevaba el pelo suelto. Edward tragó duro cuando ella empezó a acariciarlo por encima del pantalón, para después bajar la vista a sus labios húmedos.
Bella comenzó a besarlo de una forma voraz y él puso la palma en su mejilla para pasarla por su cuello, hasta alcanzar el collar que guardaba bajo la camisa del uniforme. Lo repasó con cierto gusto.
Ella deshizo su agarre sobre el objeto y llevó esa misma mano hacia uno de sus pechos.
—Te recuerdo que estamos en público —le dijo Edward, pero a la vez le dio un leve apretón sobre la zona donde se encontraría el pezón. La castaña ignoró sus palabras y cogió la otra mano que él tenía libre para llevarla a su pecho izquierdo.
—Podemos ir al baño. —Ella lo impulsó a acariciar sus delanteras, cosa que empezó a hacer sin reparo alguno—. Te encanta tenerlas entre las manos... —Se acercó a su oído, produciéndole un cosquilleo por el contacto caliente de su aliento—. ¿Te acuerdas de cuándo te masturbé entre ellas, Edward?
Él le cogió la cara y la besó con ansias. Bella, comprendiendo su desesperación, los pegó del todo para presionarse sobre su sexo... y en eso la alarma general sonó y rebotó en sus oídos.
—Creo que ya no podrá ser.
Se apartó de él de mala gana, limpiándose la humedad alrededor de la boca, y bebió otro poco del líquido de la botella. Agradeció que la espalda de Edward, al estar tumbado de costado, hubiera tapado todo lo que hacían de cara a lo que podían ver los demás. Tal vez la infusión la estaba relajando incluso al nivel de no medir límites.
Bella se giró hacia su acompañante y pensó encontrarlo preocupado por eliminar la prueba de su momento candente, pero miraba en dirección al edificio de las clases con detenimiento. Tal vez los nervios estaban ocupando la mayor parte de su mente.
Ella cogió su mano y la apretó con fuerza, algo que pareció darle ánimos.
—¿Estás listo?
—Aunque no lo esté, tengo que hacerlo.
Bella le regaló una última sonrisa y, sin soltar sus manos, lo acompañó en su camino a enfrentarse de nuevo a la multitud.
No se equivocaba cuando pensaba que no iba a ser fácil. La castaña percibió las miradas sobre ambos, percibió los murmullos, y todo llegaba con una cargada sensación de dejavû por la primera broma ocasionada por la misma persona. Aquella era su marca, su huella.
Prácticamente le dolió tener que separarse de Edward a mitad del pasillo porque ambos seguían por rutas distintas. La atención sobre ella cesó de golpe, pero tal vez no podía decir lo mismo por él.
Y las razones y murmullos podían ser mucho peores que los de la primera vez.
Edward veía el maldito vídeo en todas las tablets y ordenadores de las clases por los que pasó. Y hasta oyó como bajaban el sonido de los gemidos de su madre en el vídeo al entrar a una clase después del patio. No estaba en la web, pero en ese espacio como siguiese.
Intentar no golpear a todos a su alrededor, lo estaba volviendo loco.
A la hora del descanso se acercó hacia el banco donde se habían agrupado sus amigos.
—Hola.
Ellos le contestaron con desánimo, y una vez se juntó con ellos, se quedaron en silencio.
Pero no los culpaba. Tyler había sido expulsado el día pasado, mientras su padre estaba negociando con el director qué consecuencias le causaría a Rose. Si no habían hecho nada con ella, era porque la cosa le podía ir mucho peor.
...Pero no era algo que ellos supiesen.
—¿Qué tal todo?
—Pues como nos ves. —Irina solo miraba hacia el frente.
Y como predijo, podía tomárselo como una injusticia.
—Irina, diría que siento lo de Tyler, pero...
—No, si lo entiendo —aclaró ella—. Se merece el castigo que le ha tocado por haberte eso hecho. Pero ya que van a castigar a uno, lo ideal es que lo hagan con todos.
—Y lo van a hacer.
—¿Cuándo, eh? —Irina se cruzó de brazos—. Porque a Tyler lo han expulsado por tres días desde ayer. Y si pretenden hacer un justo castigo para el otro culpable igual o peor, ya están tardando.
—¿Y tú crees que yo estoy contento?
Irina suspiró.
—Lo sé, pero en lo que se resuelve este asunto... prefiero mantenerme al margen y alejada, al menos estos primeros días —dijo sin más—. No quiero ser la que juzgue ni tampoco que sintáis que puedo hacer de paloma mensajera o espía... Espero que puedas entender mi decisión.
Jess torció una mueca.
—¿A dónde irás?
Irina elevó los hombros.
—Como si no tuviéramos otras amigas. —Se acercó a Jessica y le cogió de los hombros—. En cuanto a ti, sé que tomarás la mejor decisión que mejor creas también. Nos vemos, pequeña.
Ella sonrió y luego miró hacia Edward, esperanzada.
—Por supuesto, tú siempre podrás contar conmigo.
—Gracias, Jess.
—Yo... hago lo mismo que Irina —mencionó Matt, jugando con sus pies—. Pero a mi modo, no yéndome. Estaré contigo y con Tyler y... ya sabes, no soy como las tías de estar haciendo la treta aquí, así que... ¿estamos bien?
—Estamos bien.
Matt se acercó y le dio una pequeña palmada en la espalda. Pero al separarse, empezó a mirar por todos lados, haciendo fruncir el ceño a Edward.
—¿Qué buscas?
—Como que aquí falta alguien para celarte por el abrazo que te he dado, ¿no?
Él negó, suprimiendo una sonrisa.
—Ella sabía que tenía que hacer esto solo.
No tardaron mucho en encaminarse al comedor, donde habían organizado las mesas y sillas para que pudiesen reunirse el grupo de segundo de secundaria y a Sixth Form. Ellos como principales, ya que agrupar a todos los demás por en medio iba a ser un imposible.
Las clases en sí no eran grandes, pero todos juntos ocupaban ya la mayor parte de las sillas en el centro y las mesas que las rodeaban en todo el comedor. También había otros de pie. Edward se colocó a una esquina, mientras que Rose estaba empezando a salir por la otra con una cara no muy contenta.
Cuando le dieron el micrófono lo sujetó con algo de torpeza, temblando. Una característica que aumentó aún más cuando los profesores empezaron a silenciar a la locura de voces que resonaba en el espacio, hasta hacer silencio.
—Sé, que habéis recibido el vídeo. Muchos o casi todos —enfatizó, trazando círculos con el pie izquierdo en el suelo—. Lo habéis difundido con vuestro criterio, os lo habéis guardado... El daño ya está hecho. Pero yo solo quería pedir disculpas porque creo que me pasé y... eso es todo.
—¿Por qué se disculpa, señorita Cullen?
El director la obligó a permanecer a su sitio cuando ya quería correr a esconderse.
—Porque... fui yo la que lo envió por WhatsApp, antes que Tyler...
Se ganó algunas cejas alzadas y carcajadas como respuesta, que los profesores trataron de acallar pero fue imposible que sonara un "perra" desde las filas de atrás.
—Igual que también fuiste la responsable de la misteriosa cuenta de Instagram de hace unos mees, ¿verdad? —Todos callaron cuando Edward habló—. Planeabas hacernos una jugarreta a Bella y a mí porque sí.
—¿Hizo eso a su propio hermano?
Otra se carcajeó.
—Está mal de la cabeza.
—Maldita hija de p...
—¡Silencio!
Ante el grito de las profesoras, varios de los chicos y chicas volvieron a callar, aunque no detuvo las miradas y las muecas burlonas que siguieron habiendo entre la mayoría de las edad de Rose. Los de Sixth Form en su mayoría fueron más discretos, pero igual lucían consternados y diciéndole todo en sus mentes.
No dejaron mucho más tiempo a Rose con el micrófono. Y una vez le dieron el permiso de irse, se fue a refugiar al lado de los profesores. Ni cuando buscó a Alice con la mirada obtuvo nada de su parte.
Edward por su parte, se quedó en las mismas condiciones luego de aquellas palabras. Sabía muy bien lo que ella pensaba, y que frente a todos solo iba a decir lo que se esperaba que dijese y punto.
Al menos, por primera vez iba a quedar en evidencia de sus fechorías.
Él cogió el micrófono más confiado, aunque tuvo que coger mucha fuerza para no derrumbarse.
—No soy el que da los mejores discursos en este colegio —empezó, tragando duro—. Pero estos dos días han sido un verdadero infierno para mí. Sé que nadie de los de aquí tiene la culpa, pero tampoco sé qué de bueno se puede sacar al burlarse de una persona por algo así. Reflexionad un poco. Nuestros padres no son los seres más perfectos del mundo y tal vez hemos descubierto en algún momento, o todavía no, algo que si se supiera os volvería locos de la rabia. —Pasó la mirada por el público—. En el caso de que pasase, pensad un poco en como os sentirías vosotros pagando por errores que no son vuestros. Tened un poco más de sentido común y no disfrutéis de la desdicha que está afectando a niveles insospechados a una persona que tenéis al lado, en lugar de intentar poneros un segundo en su piel.
Inspiró con fuerza y casi todos parecían estar atentos a él.
—Gracias.
Y acto seguido sonaron unos cuantos aplausos, aunque no hubiese sido lo que buscaba. No pudo hacer otra cosa que irse en dirección a la castaña que lo esperaba de pie en la primera fila de la derecha. La envolvió entre sus brazos y la retuvo contra sí como su espacio seguro.
Ambos se habían convertido en el refugio del otro.
—Después de ese discurso, dudo que la gente vuelva a comentar sobre ti —le susurró ella, antes de que él pegara su frente con la suya en lugar de besarla, ya que los profesores estaban atentos.
—Lo malo es que el vídeo seguirá circulando sin parar.
Bella iba a decir algo, pero entonces, vieron a policías entrando al comedor.
De repente, uno de los coordinadores del colegio pasó de largo por el pasillo de las ventanas con dos policías a su lado.
—¿Qué estará pasando?
Edward estaba igual de anonadado.
—No sé...
Y en ese preciso momento, las puertas de las cafeterías se abrieron y los tres individuos que vieron entraron.
Ambos inspeccionaron el lugar antes de que el coordinador señalara a Rose.
—Esta es la alumna, oficiales, la que está al lado de los profesores.
La rubia se asustó en cuanto se acercaron a ella.
—¿Qué ocurre?
Los dos policías la sujetaron del brazo, y uno llevaba las esposas en su mano.
—Rosalie Cullen, tendrá que acompañarnos a comisaría.
—¿Por qué?
—Por posesión y distribución de material indecente.
Ella soltó una risita nerviosa.
—Casi todos los que estamos aquí tienen el vídeo guardado en sus teléfonos... y los chicos seguro que tienen muchos más contenido de ese tipo en descargas.
Uno de los policías negó con la cabeza.
—En realidad, se trata de un asunto más serio que eso.
nnn
Al llegar a casa, Edward esperó a encontrarse a todos los miembros de la familia reunidos o discutiendo otra vez, pero no había ni una alma. Llamó a su padre solo para averiguar, pero no contestó. Y cuando llamó a Lillian, por suerte sí que le respondió.
—¿Edward?
Él se extrañó.
—¿Lillian? ¿Estás llorando?
—Cuando llegue Alice del gimnasio, necesito que le digas que se quede contigo hasta que volvamos.
—¿Pero qué ha pasado? —preguntó sin entender.
—Es por el vídeo de tu madre... que Rose distribuyó. —Notaba que estaba haciendo un esfuerzo por hablar—. Tu padre está intentando arreglar los detalles para ir a juicio.
—¿Juicio? —Sus ojos se abrieron de golpe—. ¿De verdad van a llegar hasta tan lejos con Rosalie?
—Deben hacerlo.
—¿Por qué?
—Porque la han acusado de posesión y difusión de pornografía infantil.
❤️Y acabados estos dos caps, quiero felicitar a Cinti77 y a Valentina. delafuente por su reciente cumpleaños❤️
💎¿Nadie se acordó de la edad de Esme cuando tuvo a Edward? 👀 ¡Exaaacto! Y ahora empezamos con lo fuerte. 💣 ¿Algo que decir sobre el pasado de Lillian? ¿La perspectiva de Bella sobre todo? ¿Edward y el panorama de sus amistades de ahora en adelante?
💎En el siguiente capítulo ya se resolverán algunas preguntas que podrían surgir en relación al tema mayor, porque es complejo.
💎Creo que va a ser interesante debatirlo con lo que vaya pasando a continuación, ya que no siempre abarca a alguien no consciente de sus actos, sino que a veces también sucede con alguien que ya entra dentro de la edad de consentimiento, pero que aún así, no deja de ser menor de edad.
💎Nos vemos en la próxima. 😊
Kisses! 😘😘😘😘
