Todos los personajes y la historia pertenecen a Kohei Horikoshi y Masashi Kishimoto
—Al final tenías razón, extra. Estoy herido. Necesito ir al hospital.—dijo Bakugo con desprecio al enfermero.
Él y otra enfermera se acercaron a él con una camilla.
—Túmbate, nosotros te lleva ...—el enfermero interrumpió la frase al ver la mirada furibunda de Bakugo. Tragó saliva con dificultad y dio un paso atrás, casi tropezándose por ello.
—¿Qué demonios crees que estás haciendo, jodido extra?—preguntó Bakugo, lleno de ira.
—Ehhhhh, ... tú ... dijiste ...bueno ... Pues ... Ya sabes ...—el enfermero tartamudeaba miedoso mirando a su compañera para que le ayudara.
—Dijiste que necesitabas ir al hospital. —terminó de decir la enfermera, bastante más valiente que su colega.
—Exacto. Dije que necesitaba ir al hospital, no que me llevarais allí como a un inválido. —replicó Bakugo. —Solo haréis que retrasarme, mejor ocúpate de tu compañero que parece que está a punto de cagarse encima.—
Nuestro protagonista no se equivocaba.
Bakugo se fue por la puerta que se había marchado previamente Kabuto, pero fue increpado por Kakashi.
—Me sorprende que te marches sin ver el resto de combates. Estaba seguro que iba a tener que pelearme contigo como con Sasuke para que fueras al hospital. ¿Qué está pasando, Bakugo?—cuestionó Kakashi, arqueando una ceja.
—Nada, tuerto. —mintió el rubio ceniza.—Cuánto antes me curen, mejor para mí. Actúa por una vez como un buen sensei y quédate para aconsejar a la frentona en su combate. Lo necesitará—
—En fin. Ya iré a veros al hospital a Sasuke y a ti cuando acaben los combates. —dijo Kakashi. Sujetó a Deku con ambos brazos. —Ten.—
N/A: recordad que Bakugo le prestó la espada de Zabuza a Kakashi durante el combate contra Kiba ya que se sentía incapaz de cargar con Deku en su estado de cansancio y debilidad actual.
—Mmmm. —Bakugo miró a Deku, pero se dio la vuelta. —Quedátelo un rato más, cíclope. Ya te pediré mi espada más tarde.—
—Pero ... —Bakugo ya se había ido de allí corriendo dejando a Kakashi con Deku y una gota enorme en su nuca.
—Debí haber tirado esta cosa al mar en el país de las olas y no aceptar la petición de Zabuza. —se lamentó internamente Kakashi.
Bakugo se dirigía a la máxima velocidad que sus piernas le permitían al hospital.
—Si sigues usando tus jutsus explosivos, no faltará mucho para que los puntos de chakra de tus brazos revienten. Y con ello, no podrás mover tus brazos nunca más. Quedarás inválido el resto de tu vida.—
—Tsk. Seguro que ese bastardo me mintió en eso. ¡Que le follen! —pensó Bakugo, cabreado consigo mismo por seguir la advertencia de Kabuto de no usar su quirk.
Bakugo usó su quirk explosivo para aumentar la velocidad. Ignoró el hormigueo de sus brazos y lo siguió usando, sobrevolando toda Konoha hasta llegar a la entrada del hospital. Entró con tal brusquedad que casi rompe las puertas de la entrada al abrirlas de golpe.
El rubio ceniza, no teniendo ni idea de donde podría estar ingresado Yoroi Akado, se dirigió al mostrador donde estaba una recepcionista tomando notas.
—¡Ey tú! —la llamó Bakugo con tono agresivo. —¡¿Dónde está es bastardo de las lentes oscuras?!—
La chica se molestó al principio, pero se le cambió la cara a una de preocupación al ver el rostro y el torso de Bakugo llenos de sangre seca, cortes y cicatrices.
—¡Ay, Dios mío!—la recepcionista se llevó las manos a la boca. —No te preocupes, pequeñín. Ahora llamo a una enfermera para que te atienda. Siéntate allí un momento. —dijo indicándole una butaca libre al lado de un niño sentado con un brazo roto.
—Pequeñín ...—Bakugo bizqueó incrédulo. Luego su cara se puso roja de la ira. —¡TE HE DICHO QUE ME DIGAS DONDE ESTÁ EL BASTARDO DE LAS LENTES OSCURAS! ¡Y NO SE TE OCURRA VOLVER A LLAMARME PEQUEÑÍN!—
—Tranquilízate, peq ... —la recepcionista se lo pensó mejor y no terminó la palabra al ver la cara de Bakugo. —¿Por qué no me acompañas y buscamos juntos a un médico que pueda curarte?—
—¡No necesito curarme! ¡Necesito saber donde está el bastardo de las lentes oscuras!—replicó Bakugo perdiendo la paciencia.
—¿Y ese bastardo de las lentes oscuras tiene nombre?—preguntó la recepcionista, algo harta de la actitud del rubio ceniza.
—Ehhhh. Mmmm. —Bakugo trató de recordar, pero no tenía ni idea de como se llamaba el compañero de Kabuto. —¡No tengo por qué conocer el nombre de ese bastardo! Es uno de los aspirantes a chunin y habrá llegado hace menos de una hora.—
La recepcionista vio a una enfermera que acababa de salir del cuarto de baño y suspiró aliviada.
—Mientras busco donde puede estar ese tipo de las lentes oscuras, la enfermera examinará tus heridas.—dijo la recepcionista. —Enfermera, ese niño necesita atención urgente.—
—¡Te he dicho que ...! —Bakugo se quedó callado al escuchar los altavoces del hospital.
—¡Tenemos un código rojo en la habitación 38! ¡Repito! ¡Código rojo en la habitación 38! —gritaba una voz femenina por el altavoz.
—¿Código rojo? —pensó en voz alta Bakugo.
—Paciente en peligro de muerte. —respondió la enfermera. —Luego te examino, niño. Tengo que ver si los médicos necesitan mi ayuda con ese paciente.—La enfermera salió de allí a paso rápido.
—¡Peligro de muerte! —pensó Bakugo, inquieto. —Tengo un mal presentimiento ...—
Se quedó unos instantes parado y luego siguió a la enfermera por su recorrido. En la habitación 57 había multitud de médicos y enfermeras. Bakugo se abrió paso entre ellos y vio como un médico trataba de reanimar sin éxito a Yoroi Akado. El rubio ceniza abrió los ojos como platos al ver que la figura que yacía sin vida era el objetivo que había venido a buscar.
—Hora de la muerte ... —se miró el reloj el médico resoplando. — Las doce y 37 minutos.—
—¿El bastardo de las lentes oscuras ha muerto? —pensó Bakugo, anonadado y acercándose al cuerpo de Yoroi.
—Niño, no puedes estar aquí. —le dijo un médico tratando de llevárselo de allí, pero Bakugo se desprendió de ella con facilidad y siguió examinando el cadáver de Yoroi.
—¡Pero no puede estar muerto! ¡Las heridas que le infringió Sasuke no eran tan graves! —pensó Bakugo confundido. —Solo puede ser ... ¡MIERDA! —
—¿¡Dónde está Sasuke Uchiha!? —preguntó Bakugo, alterado al médico que había tratado de echarle de allí.
—Te he dicho que no puedes ...—Bakugo cogió al médico del cuello y lo estampó contra la pared.
—¡No tengo tiempo para estas mierdas! —dijo Bakugo con ferocidad animal. —¡EN QUÉ HABITACIÓN ESTÁ SASUKE UCHIHA!—gritó a todo pulmón el rubio a un aterrado médico que temía por su vida.
—¡Ese niño se ha vuelto loco! ¡Qué alguien llame a seguridad!—exclamó una de los enfermeras que estaban en la sala.
—¿ES QUE ESTÁS SORDO? —gritó Bakugo al médico ignorando a la enfermera. Su agarre en el cuello al médico se intensificó, haciendo que le fuera más difícil respirar. —¡DÓNDE ESTÁ SASUKE UCHIHA!—
—Aggg ... agggg. —el médico trataba de contestar pero el agarre de Bakugo le impedía hacer sonidos inteligibles.
—¡En el piso de arriba, habitación 45! —contestó una enfermera, con el rostro lleno de lágrimas por la tensión del momento.
Bakugo soltó al médico al instante de oír esas palabras. Éste cayó al suelo y fue ayudado por sus colegas para recobrar el aliento.
—¡Apartad, extras! —ordenó Bakugo, moviéndose por los pasillos con ayuda de su quirk para ganar velocidad y provocando pequeños destrozos con ello.
Subió por las escaleras y llegó a la habitación 45. En la entrada yacían muertos ocho miembros del ANBU. Bakugo, temiéndose lo peor, destrozó la puerta con una explosión y vio a Sasuke durmiendo en una cama con un vendaje en los ojos y un respirador en la boca. A su lado, estaba Kabuto Yakushi.
—Vaya, vaya. No creí que nos volveríamos a encontrar tan pronto, Bakugo-kun. —dijo Kabuto con una sonrisa divertida.
—¡ESTÁS MUERTO, CUATRO-OJOS! —gritó Bakugo, ciego de ira.
