Todos los personajes y la historia pertenecen a Kohei Horikoshi y Masashi Kishimoto

Bakugo subió por las escaleras y llegó a la habitación 45. En la entrada yacían muertos ocho miembros del ANBU. Bakugo, temiéndose lo peor, destrozó la puerta con una explosión y vio a Sasuke durmiendo en una cama con un vendaje en los ojos y un respirador en la boca. A su lado, estaba Kabuto Yakushi.

—Vaya, vaya. No creí que nos volveríamos a encontrar tan pronto, Bakugo-kun. —dijo Kabuto con una sonrisa divertida.

—¡ESTÁS MUERTO, CUATRO-OJOS! —gritó Bakugo, ciego de ira.

—Eres un mal paciente, Bakugo. Te dije que no usaras tu quirk. Los enfermos tiene que hacer caso a sus médicos—dijo Kabuto emitiendo un suspiro.

—¡QUÉ TE FOLLEN A TI Y A TUS PUTOS CONSEJOS! ¡JODIDA RATA TRAIDORA!—gritó Bakugo haciendo mini explosiones, cuando estaba por abalanzarse sobre Kabuto, éste apuntó con su kunai al cuello del inconsciente Sasuke. Bakugo detuvo su ataque al ver las intenciones de su contrincante.

—Las cartas están claramente a mi favor, así que no hagas ningún movimiento brusco sino quieres que tu amiguito muera. —amenazó Kabuto.

—Tsk. —masculló Bakugo, impotente. —Ese idiota no es mi amigo. Lo único que conseguirás matándole es que al instante te destroce todos los huesos con mi ataque más potente. —

—Puede que Sasuke no sea tu amigo. Pero no permitirás que lo mate si está en tu mano evitarlo. —dijo Kabuto seguro de sí mismo. —Te conozco muy bien.—

—No me conoces en absoluto, bastardo. —le desafió Bakugo.

—Claro que sí. Además de ser yo el que te salvó la vida, te estuve vigilando desde que te enfrentaste al trío del sonido. Casi se me saltan las lágrimas cuando hiciste que Sakura escapara con Sasuke y Lee. —dijo en tono burlón Kabuto. —Pero lo mejor fue cuando permitiste que Zaku te torturara para que Dosu no matara a Ino y a Choji. Así que la respuesta es sí. Te conozco y harás lo que sea para salvar a Sasuke por muy enfadado que estés.—

—Bastardo. —maldijo Bakugo. —Sé un hombre y enfréntate a mí, cara a cara. No uses a Sasuke de rehén. ¿No me digas que le tienes miedo a un niño herido y casi agotado?—le intentó tentar Bakugo al espía del sonido.

—Pues la verdad es que sí. No sé si te lo ha dicho alguien, pero puedes resultar aterrador. Jeje. Además, no sería muy inteligente por mi parte que lucháramos con todo el ruido que eso conllevaría. Suficiente alboroto has provocado ya. —dijo Kabuto, rascándose la nuca con su mano libre.

—No sería la primera vez que cometieras un error fatal. Sakura te oyó como te refería a mí como uno de ellos, ¿recuerdas? —dijo Bakugo, mientras trataba de pensar un plan con el que sacar a Sasuke y posteriormente luchar contra el espía del sonido

—Sí, fallo mío. A veces pienso en voz alta. No es algo que debería hacer un espía. Pero por suerte, también tengo otras muchas cosas que sí que tiene un espía. —con su mano libre sacó del portakunais una jeringa con un líquido transparente en su interior. —Como por ejemplo, esto. —Bakugo arqueó una ceja confundido. —Te habrás fijado en los cadáveres de la entrada, Bakugo.—

—Sí, y también en el tipo de los lentes oscuros que mataste. ¿Le inyectaste eso?—preguntó Bakugo.

—No, no, no. —sacudió su cabeza. De su portakunais sacó otra jeringuilla, pero ésta tenía un líquido negro en su interior a diferencia del líquido transparente de la primera. —Le inyecté esto. —volvió a guardar la jeringuilla con el líquido negro en su portakunais. —Matar es la última opción que debe tener un espía. Por desgracia para Yoroi y esos ANBU, no me dejaron otra opción. Yoroi fracasó en su misión y ya no tenía ninguna utilidad, y esos ANBU eran 8, y no soy lo suficientemente hábil como para enfrentarme a tantos ninjas de élite cuidándome de no matarlos.—

—¿A qué viene toda esta charla?—preguntó Bakugo, impaciente.

—Bueno, como iba diciendo. Matar es la última opción que debe tener un espía. Antes, se deben explorar otras vías, como la de dejarlos inconscientes o hacerlos dormir. Pues bien ... —volvió a mostrarle la jeringuilla. — ... esta jeringuilla contiene una dosis de un fármaco lo suficientemente potente para dormir a un buey. En un adulto, lo dormiría durante una semana. Y en un niño ... —se tocó la barbilla. —Ahora que lo pienso, nunca lo he probado en un niño. Es posible que en un niño le cause la muerte. Ten —le lanzó la jeringuilla y Bakugo la cogió al vuelo.

—¿Por qué me das esta cosa, cuatro-ojos?—preguntó Bakugo, temiéndose la respuesta del canoso.

—Quiero que te claves la jeringuilla en la vena del cuello y te inyectes todo el fármaco. —dijo Kabuto, a modo de orden.

—¿Está como una puta cabra o qué te pasa? ¿Acabas de decir que a un niño esta cosa lo puede matar y quieres que me lo inyecte? —preguntó Bakugo, que aunque había vivido más de 20 años era consciente de que actualmente estaba en un cuerpo de un niño de 13 años.

—Pero, Bakugo. Tú no eres un niño normal y corriente. —dijo Kabuto con una sonrisa siniestra. —No quiero que me sigas en mi huida. Tengo que asegurarme que te quedes dormidito y sin molestar. Además, estás en un hospital. Es muy improbable que acabes muriendo—

—Jodido bastardo ...—maldijo Bakugo apretando la jeringa y apunto de romperla.

—No tengo todo el día. Con el jaleo que has montado, no tardará el rayo amarillo de Konoha en presentarse aquí. —con su kunai apretó hasta provocar un hilillo de sangre en el cuello de Sasuke. —Así que arreando que es gerundio.—

—Tsk—masculló Bakugo. Pero obedeció a regañadientes y se clavó la aguja en la vena del cuello, y luego presionó el émbolo haciendo que toda la dosis estuviera en su sistema sanguíneo. —¿Contento?—

—Mmmm. La verdad es que no mucho. Mi misión era raptar a Sasuke. Pero por tu culpa voy a tener que marcharme con las manos vacías. No puedo cargar con algo tan pesado mientras huyo. —se fijó en Bakugo y se dio cuenta que no tenía a Deku consigo. —Hablando de cosas pesadas, ¿dónde está esa espada tan grande que me hiciste cargar en el bosque?—

—¿A ti que te importa lo que haga o deje de hacer con Deku, cuatro-ojos? —preguntó Bakugo, algo mareado al empezar a notar los efectos del fármaco.

—¿Deku? ¿Inútil? ¿Llamas a tu espada inútil?—preguntó Kabuto, sorprendido.— Que mote tan peculiar, aunque viniendo de ti no me debería sorprender tanto.—

—Me estás empezando a tocar los huevos con tu cháchara. ¿No tenías tanta prisa por huir? ¡Pues pírate y déjame dormir tranquilo! —dijo Bakugo, esperando que así Kabuto se marchara de Sasuke y poder atacarle mientras seguía consciente.

—Ya te dije que te conozco. Y sé que en el instante en que me de la vuelta te abalanzarás a mí con todas tus fuerzas. —explicó Kabuto.

—Puto cuatro-ojos. Parece que puede leerme la mente el bastardo. —pensó Bakugo, demasiado ocupado con mantenerse despierto como para pensar en otro plan. Pero se le ocurrió una idea muy arriesgada que quizás podía funcionar—Si no logro que salga de aquí, tengo que lograr que se acerque a mí.—

—¿Y por qué no me matas de una vez por todas, cuatro-ojos? —cuestionó Bakugo, fingió tener los ojos medio-cerrados para hacerle ver que no era una amenaza.

—¿Estás de broma, no? —dijo Kabuto incrédulo. —Eres uno de los tipos más peculiares y especiales que he conocido en mi vida. Mmmm, yo diría que ocupas entre el puesto tercero y el cuarto de este ranking. Y deberías estar muy orgulloso de estar tan alto en este ranking. He conocido a multitud de personas interesantes, Kages, ninjas médicos, burócratas, espías e incluso reyes. Sinceramente, creo que eres mucho más interesante que Sasuke. Sasuke tiene su sharingan, pero he conocido muchos Uchihas así que no me parece tan asombroso. Sin embargo, tú, un niño que es de otro mundo, un niño que insulta más que habla pero que a la vez arriesga su vida por los demás y, lo que te hace más especial, un niño que volvió entre los muertos. He conocido a otros que no son de este mundo, pero algunos de ellos murieron durante los experimentos y no resucitaron. —los ojos de Bakugo se llenaron de odio con estas palabras.—Solo tú volviste entre los muertos, y es por eso que te dejo con vida, Bakugo-kun.—

—Si no me matas ahora, acabarás arrepintiéndote, cuatro-ojos. —dijo Bakugo con una furia interior que crecía y crecía y que le era cada vez más difícil de controlar.

Si Kabuto seguía hablando, era muy probable que Bakugo olvidara su plan y atacara al espía del sonido, provocando la muerte del heredero del clan Uchiha si Kabuto cumplía su amenaza.

—Me arriesgaré. Creo que puedes ser una pieza muy importante en el tablero de ajedrez que se está formando. —dijo Kabuto. Bakguo se mordió la lengua, matándolo con la mirada—Además, sigues demostrándome lo asombroso que eres. A estas alturas, tanto el buey como cualquier adulto estarían con la baba cayendo. Pero tú sigues consciente y desafiándome con la mirada. Este esfuerzo sobrehumano merece una recompensa. Te concederé una pregunta. Puedes preguntarme lo que quieras y te responderé con sinceridad.—

Bakugo parpadeó varias veces, no esperando este regalo de Kabuto. El rubio ceniza tenía muy claro su pregunta.

—Muy bien, ¿dónde está All Might?—preguntó Bakugo, y luego con un hilillo de voz algo asustado añadió. —¿Sigue vivo?—

—¿All Might? —Kabuto se rascó la sien y se puso a pensar, después de unos segundos. —No sé quien es ese.—

—¡SE LLAMA YAGI TOSHINORI! ¡PERO TODO EL MUNDO LO CONOCE COMO ALL MIGHT!—gritó Bakugo.

—Mmmmm —volvió a pensar Kabuto. —Ni idea.—

—¡NO ME VUELVAS A MENTIR! —volvió a gritar Bakugo. — ¡Primero me viniste con lo de que no utilizara mi poder y ahora me vienes con esta mierda!—

—Ni te miento ahora, ni te mentí entonces. Esas explosiones tuyas acabarán reventándote los músculos de tus brazos, y por lo que sentí cuando te examiné mientas te administraba el antídoto yo diría que no falta mucho para que ocurra. Y te aseguro que no conozco a ese tal All Might o Yagi Toshinori o como quiera que se llame.

—¡MIENTES! — gritó, cayéndose al suelo por los efectos del fármaco.

—Qué testarudo eres. —resopló Kabuto.—Piensa lo que quieras. Te concedí una pregunta y te di una respuesta sincera a esa pregunta.—

Bakugo estaba abatido en el suelo.

—¿Estará diciéndome la verdad, el cuatro-ojos?—se cuestionó Bakugo, a punto de caer rendido a los brazos de morfeo. —¿Y si All Might no está aquí, quién es ese tipo grande y rubio que dijo que vio la momia bastarda (N/A: Dosu)?—

—Bueno, me voy, Bakugo-kun. No creo que estés ya en condiciones de seguirme. —dijo Kabuto,

Y Kabuto tenía razón. No solo físicamente, sino mentalmente estaba agotado después del mazazo de descubrir que tal vez All Might no estaba allí. Bakugo estaba mirando al suelo con la mirada perdida.

Cuando Kabuto estaba por irse por la ventana, el canoso recordó algo que hizo que a su cerebro se le encendiera una bombilla.

—Bakugo, me siento mal el no haberte ayudado con la respuesta que te he dado. Tu esfuerzo de permanecer despierto merece una recompensa, así que te contaré una historia.—dijo Kabuto

—Que ... te ... follen ... —dijo arrastrando las sílabas, estaba a escasos segundos de caer dormido. —Lárgate ... y ... déjame ... en ... paz.—

—Vamos, vamos. No me pongas esta cara. Créeme, esta historia te resultará de lo más interesante. —dijo Kabuto colocándose bien las gafas.

Hubo algo en la mirada y en el tono de Kabuto que hizo que a Bakugo se le erizara la piel. Bakugo tragó saliva con dificultad y abrió los ojos como platos a pesar de su infinito cansancio. El sexto sentido de Bakugo le decía que debía escuchar atentamente.

—Érase una vez ...—empezó a decir Kabuto, con un tono tan siniestro que rivalizaba con el mismo Orochimaru.—... hace algunos años, se encontraba una joven desnuda y pérdida en un bosque. Estuvo dando círculos durante horas hasta que una serpiente con rostro amable se ofreció a ayudarla, asegurándola que era muy sabia y que con ella regresaría a su hogar . La joven, que quería regresar a casa, aceptó la ayuda de la serpiente. —por cada palabra que decía, el ritmo cardiaco del rubio crecía y crecía.—La serpiente, dándose cuenta que iba a llover, le sugirió a la joven que se fueran a su refugio, para así cobijarse y no enfermar por el frío. La joven, tras pensárselo unos instantes, aceptó, ya que confiaba en la sabia serpiente. —Kabuto se detuvo un momento para observar a Bakugo, que estaba petrificado atento a las palabras del canoso. —En el refugio de la serpiente, ésta le dio a la joven, ropa, comida y bebida. La sabia serpiente le preguntó a la joven cosas sobre su hogar para poder ayudarla, pero ésta no recordaba nada. A la serpiente, se le ocurrió que tal vez con la ayuda de un conocido suyo conseguirían que la joven recuperara su memoria y así poder ayudarla en su vuelta a casa. La joven, agradecida con la serpiente, esperó en el refugio, escuchando las anécdotas de la serpiente mientras esperaban al conocido del animal.—

—La serpiente y ese conocido suyo ... —dijo Bakugo, apretando los dientes con fuerza.

—Déjame acabar Bakugo-kun. Las preguntas para después de la historia. —dijo con una mirada que hizo que se le helara la sangre al rubio. —Bueno, como iba diciendo, la joven y la serpiente esperaron hasta que llegó el conocido de la serpiente. La serpiente siseó algo al conocido, y éste ató a la joven. La joven no entendía nada. ¿Por qué la amable serpiente permitía que ese hombre la atara? —el estómago del rubio ceniza estaba revolviéndose. —La serpiente trató de tranquilizarla diciendo que lo hacía por su bien. La joven asintió, sintiéndose mal por haber dudado de su amiga la serpiente. Pero las dudas se transformaron en miedos cuando el hombre le inyectó algo: ¿Por qué dejas que ese hombre me haga estas cosas, sabia serpiente? ¿No soy yo tu amiga? ¿No querías ayudarme a encontrar mi hogar? preguntó asustada la joven. La serpiente le acarició el cabello y le contestó: Quiero encontrar tu hogar porque desconozco donde está. Y quiero saber donde está, porque soy una serpiente sabia que quiere ser todavía más sabia. Y ahora tú eres más sabia al descubrir que las serpientes no tienen amigos. Día tras día, el hombre y la serpiente le inyectaban drogas para tratar que la joven recordara algo más. Pero lo único que conseguían era que la joven dijera incoherencias. Pasaron los años, y la serpiente se cansó de no conseguir nada, así que volvió al bosque para ayudar a otras personas . Pero el hombre siguió con la joven, ya que era más paciente que la serpiente. Finalmente, el hombre también se cansó, quedándole en el recuerdo una palabra que la joven repetía sin descanso. Y la pobre joven se quedó allí, sola, sin poder regresar a casa, drogada y diciendo tonterías—

—¿Qué ... palabra... que repetía la joven ... recordó el hombre de esa historia?—dijo Bakugo con la respiración entrecortada.

Kabuto se separó de la ventana y se acercó a Bakugo hasta estar a un metro de distancia de Bakugo que estaba sentado apoyado en la pared. Kabuto se acuclilló y mostró sus dientes mientras se colocaba sus gafas con el dedo corazón de su mano izquierda.

—Deeeeee ... —Kabuto arrastraba las sílabas como lo haría la serpiente de su historia. El corazón de Bakugo estaba a punto de estallar de la tensión—...kuuuuuuuu—

—¡Cara redonda!—pensó en voz alta Bakugo.