Los estudiantes estaban atónitos ante la imagen de Gustav ahí, sonriéndoles socarrón mientras Luka hacía las presentaciones formales. Aunque el profesor estaba comentando los últimos trabajos de su amigo, la mayoría de sus alumnos estaban más o menos familiarizados con el trabajo de Monette ya que habían visto producción en ciclos anteriores.
—¿Dudas? —inquirió Luka dando un fuerte aplauso y sacando a todos los muchachos de su asombro —Recuerden que el señor Monette está como un invitado el día de hoy, así que aprovechen para echar a correr al roedor y hacer preguntas que aporten a su carrera de manera significativa.
—¡Anna! —soltó la chica levantándose y exclamando su nombre con toda potencia, mientras el resto de sus compañeros levantaban la mano y lanzaban sus preguntas al aire.
—Anna —murmuró Luka divertido, levantando una mano hacia ella, como si la invitara a continuar.
—Los Ángeles —soltó ella sentándose lentamente.
—Sí —murmuró Gustav inseguro, mirando a la chica con una ceja alzada.
—Los últimos seis meses.
—Sí —repitió asintiendo y moviendo la mano de forma circular.
—¿De verdad trabajó con Brandon Flowers?
81.-El plan de Marinette
Mu Bug Moon: cuenta con ello, en cuanto tenga una oportunidad me pasaré por tu historia y te dejaré alg´n comentario. De momento, me ha sido difícil actualizar por situaciones personales, pero no sabes lo feliz que me hace saber que hay gente leyendo esta historia todavía. Pronto habrá continuación, lo prometo.
RubyMoon Li: ahora soy yo la que se demoró y no sabes cómo lo siento. Tortura para Félix, desgracia para Lila y más de Andree y Denisse anotado, tenlo por seguro, habrá mucho de eso en el futuro. Esta historia todavía tiene mucho para dar, lo que me falta es tiempo para escribirla jajjaaj, pero pronto verás mucho. Dios, de verdad extrañaba tus mensajes jajaja, pronto tendrás algo digno para compensar mi ausencia. Lo prometo. Gracias por cada review, que de verdad me dan vida para seguir escribiendo.
Manu: La verdad no me molestaría ver algo de Marigami, no me quejo de esa ship, pero no es mi hit jaja, prefiero el yaoi que el yuri, y creo que en Océano he dejado algunas pistas de ello. La verdad espero con ansias la siguiente temporada. Ya no he tenido tanto tiempo como antes para actualizar esta historia y no sé en qué andemos para el capítulo cien, pero ya veremos qué nos trae el destino.
Sonrais777: Louis (Oliver) es uno de los personajes que más me han dolido en toda esta saga, quiero decir, obvio le lloré a Jeanny, pero de verdad necesito reivindicarme con él. La moto lo es todo para Andree jajaja por eso Lila la quería en pedacitos.
TheBlacKat: Me imagino que la emoción es mutua, de verdad que cuando leo cada comentario me da muchísimo gusto ver a mis lectores recurrentes y saber que todavía se dan vueltas por estos lados. Perdón por desaparecer tanto tiempo (Te odio pandemia), pero espero pronto traer más de estas aventuras. Ni Andree ni Denisse eran personajes míos, originalmente los escribió Marianne E, pero cuando me dio el permiso de usarlos, te juroq ue lo primero que pensé fue en ponerlos juntos, esperemos a ver con qué nos sorprenden, que ese par se escribe solo.
Giselle Lealgarza: Siempre me he considerado muy diplomática, no paciente ajjaja pero muchas gracias por hacérmelo saber, me da paz. De verdad mil gracias por el comentario, no sé si alguna vez terminaré de repetir toda la gratitud y emoción que siento en el corazón cuando un review nuevo llega a mis historias, te lo juro que, si no fuera por ello, muchas habrían muerto luego del segundo capítulo, pero habiendo lectores y habiendo tantas ideas por contar, no puedo dejar esto sin terminar. Pronto nueva actualización.
Marianne E: Literalmente eres la razón por la que esta historia se salió de control, en el buen sentido. Hace ochenta capítulos publiqué lo que creí que sería un one-shot, y mira dónde estamos. Todavía me faltan guiños, agradecimientos, menciones a otras de tus historias, obviamente a La vie en rose en primer lugar, pero todavía hay tiempo para eso. Perdón por la ausencia, por tardar una vida en responder mensajes y otra vida en actualizar estta historia que nos ha servido de catarsis, de consuelo, de ansiolítico y también ha detonado una que otra crisis de ansiedad. Gracias por tus historias, por tus fragmentos, por los spoilers, por ponerme a ver Inuyasha y por lo que falta, que a pesar de todo el tiempo que pueda pasar antes de que nos volvamos a contactar, sabes que el cariño sigue intacto y que cuentas conmigo para contarme tu vida, para una crisis a las tres de la mañana, para un paseo en Guadalajara y para unas vacaciones juntas. Te adoro, te extraño. Y te dejo esto con mucho cariño, esperando no desatar una nueva crisis de ansiedad. Falta menos para el templo.
Colette estaba divertidísima con aquello, había estado transmitiendo en vivo a Erik, haciendo los recorridos por las calles en las que el reptil solía pasear con sus amigos. El muchacho había estado hablando de los sitios históricos de la ciudad como si presentara la octava maravilla del patrimonio a la humanidad. Sin embargo, el muchacho ensanchó su sonrisa, amplia, sádica, divertida y socarrona, se llevó el índice a la boca y señaló con el pulgar libre una peluquería.
—Síganme —murmuró mirando sobre su hombro una vez antes de hacer una seña con la mano para invitar a la audiencia a acercarse. —Estoy a punto de cumplir con la siguiente petición de mi lista —explicó el muchacho agachándose en su sitio antes de dirigirse a la entrada de una estética y escabullirse con las rodillas dobladas. —Adele publicó el día de ayer una historia en la que dijo que se haría una mohicana, algo dijo que quería ponérmelo difícil. Yo tengo que conseguir un mechón de cabello de esa bruja.
Era cierto, el requerimiento número tres de la lista de Erik incluía conseguir un mechón de cabello de Adele, y una de las razones por las que había pedido ese requerimiento a Erik versaba en su historia personal, amantes que habían terminado muy mal entre ellos luego de un tórrido romance. Por ende, el nuevo novio de Adele tenía que hacer a Erik sangrar...
Y así, unos y otros retos estaban entrelazados para conseguir eliminar a la mayoría de los contendientes, un solo fallo en la lista ameritaría la descalificación.
El muchacho de la estética había terminado de trenzar el cabello de Adele y lo había seccionado para cortarlo, la chica se había puesto los audífonos inalámbricos y cerrado los ojos en espera del resultado final, así que nunca se dio cuenta de que Erik había tomado las tijeras mientras Colette amenazaba a todos para que guardaran silencio.
La sonrisa en la boca del muchacho era poesía pura, la misma expresión que él y Luka llegaron a componer estando de pie lado a lado frente a Andree, demostrándole ser los mejores del herpetario, demostrando merecer los lugares a su lado.
Claro que, en ese entonces, Luka quería demostrar que era el mejor en todo, a diferencia de Erik que sí valoraba el lado a la derecha del trono. Durante tanto tiempo habían sido la mancuerna perfecta, y Colette sonrió orgullosa, asintiendo para sí misma al darse cuenta de que, poco a poco, recuperaba todo aquello que le habían arrebatado.
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El viento se arremolinaba entre las calles parisinas, la gente se movía con pasos apretados a toda velocidad para buscar refugio cuanto antes, la humedad en el ambiente anticipaba la tormenta, no habría tregua esa noche, las gotas caerían altaneras como esquirlas de una bala perdida en busca de una víctima, y no tendrían piedad, no remitirían ante nada, pero no serían una tormenta de nieve que sumiera la ciudad bajo un manto blanco con su gélida ternura como presagio del paso de la muerte, sino un vivo recordatorio de la libertad perdida.
Dean Belmont sonrió al ver las historias de Adele, al ver a Erik en la ventana de la estética mientras sostenía las tijeras afiladas en sus manos, y sonrió aún más al ver a Luka aparecer en el fondo del callejón, portando sobre sus hombros la chaqueta de los reptiles.
—Me preguntaba si te arriesgarías a venir —admitió el muchacho mientras Luka se acercaba a pasos calmados, quitándose la prenda que lo distinguía como uno de los favoritos, movimientos lentos y controlados, como una serpiente al asecho, a punto de masacrar a su presa sin piedad, sin que se diera cuenta de en qué momento había ocurrido la tragedia.
Luka sonrió de medio lado como un gesto despectivo, pero lentamente su sonrisa se fue ensanchando hasta mostrar la blancura en medio de la oscuridad; sus ojos, sus dientes, parecieron verse en la oscuridad por un instante, era un dios del inframundo bajando a sus dominios, a la parte más aislada de su reino, al único lugar en el que pagaban todos los pecadores, y Dean Belmot era el alma cautiva a la que enjuiciaría esa noche.
Sus ojos emitieron un destello frío, azul hielo, azul sobrenatural precediendo a la tormenta, dos pedazos de hielo sumergidos en el océano profundo, la parte del iceberg del que debes tener cuidado puesto que no lo vez, pero es la más grande, es la que hundirá el barco; sus ojos incluso parecieron dejar una estela cuando el muchacho dio el primer paso en dirección a su oponente, sacudiendo la chaqueta, sostenida por el cuello para luego colgársela sobre el hombro y ladear el rostro en un gesto altanero, un desafío cargado de vesania para que su adversario se acercara a pesar de que él seguía moviéndose.
No, Luka Couffaine no respondió al desafío, no hizo amago de dar una respuesta, se limitó a observar a su adversario como lo que era para él en ese instante, un simple mortal en presencia del destino que se consuma.
Porque Dean Belmont no tenía salvación esa noche.
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—¡Maldita sea, Erik! —Había gritado el novio de Adele mientras el aludido y Colette se montaban en la motocicleta de la serpiente y arrancaban a toda velocidad.
El rugido poderoso de la motocicleta de Maurice no se hizo esperar, y Erik sonrió volviendo el rostro para percatarse de que, en efecto, el novio de Adele los perseguía a toda velocidad por las calles de parís.
—¡Agárrate! —Exclamó Colette divertida mientras se levantaban un poco sobre la llanta trasera de la moto en un intento de caballito, y luego la chica lanzó el cuerpo al frente para volver a poner la moto en su sitio y acelerar.
—¡Nos quiere matar! —exclamó Erik en medio de sonoras carcajadas.
—¡Que nos alcance! —desafió Colette mientras se metía entre los vehículos para tratar de perder al reptil.
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La sangre corría por sus venas con tal violencia y velocidad que podía sentirlo claramente, el corazón palpitando contra sus sienes mientras Belmont caía al suelo a sus pies, ahogándose en su propia sangre.
Cuando Luka se agachó a su lado, aquel parisino creyó que sería para arremeter a golpes contra él y afianzar su victoria, así que le sorprendió muchísimo darse cuenta de que Luka hacía presión contra su tabique, tratando de acomodarlo en su sitio y frenar el sangrado.
Dean escupió. Sangre y saliva que alcanzaron a manchar el pantalón del guitarrista, pero Luka continuó haciendo presión hasta que se aseguró de que la hemorragia había parado, y entonces se levantó para alejarse de su adversario, no sin antes meter la mano al secretier de su chaqueta y sacar una navaja de mariposa, consiguiendo un manotazo de Belmont que pretendió recuperar su arma, pero que consiguió una mirada gélida por parte de Couffaine.
—¿Es todo? —exclamó adolorido el muchacho mientras se sentaba con mucha dificultad.
—¿Quieres más? —se burló Luka sin detener su avance.
—¡No hemos terminado!
Luka frenó en su sitio y volvió medio cuerpo, sonriendo con sorna —Te dejé un ojo morado, te rompí la nariz, y no me alcanzaste. Tu consigna era dejarme un moretón visible antes de mi boda y no lo conseguiste.
Sonrió divertido ante la expresión de pasmo que le compuso Belmont. Seguro se estaría preguntando cómo sabía cuál era la consigna que él tenía contra Luka esa mañana, así que el guitarrista volvió sobre sus pasos y sonrió poniéndose en cuclillas, sosteniendo su rostro muy cerca al del muchacho con el que había peleado.
—Colette tiene tu lista, y la de Adele, y la de Fran. Ella sí hizo la tarea. Y seguramente el ladrón de tu equipo no consiguió arrancarle a Colette la plumilla que cuelga de su cuello, así que están jodidos, porque hoy termina su primera ronda, y nosotros ya terminamos con todas nuestras tareas.
Luka se levantó y comenzó a alejarse a pasos livianos, disfrutando del frío y la tormenta.
—¡Todavía no matas a Cobra! —exclamó Belmont como un último recurso desesperado para llamar la atención del rey del inframundo.
Por supuesto, Luka se detuvo en la entrada del callejón, con los hombros tensos y el cuerpo alerta. Dios, Belmont podía ser insufrible.
—¿Sabes qué? —exclamó Luka con desgano, con tanto desprecio en sus palabras que Dean se encogió en su sitio, temiendo que el guitarrista fuese a volver sobre sus pasos para terminar el trabajo que había iniciado, aun sabiendo que Luka no tomaba venganzas, pero no daba treguas.
Erik no había sido ejemplo suficiente, Dean no había aprendido la lección. Porque debería haber agradecido seguir consciente y con vida después de la paliza que Luka le había dado en esos momentos, dejándole el ojo morado y la boca reventada, pero nada más. Dean debía haber sido agradecido porque Luka no le hubiese magullado más, porque se había limitado a cumplir con la consigna que él mismo tenía, un ojo morado y la boca reventada, pero en lugar de eso se las había dado de importante y había hablado de más.
Pasó saliva esperando el golpe, así que la sonrisa sádica y descolocada de Luka (Dios, estaba a merced de un hombre que había perdido la cordura, Luka se había vuelto loco en ese instante, no había otra explicación para tal desquicio en su mirada) le amedrentó casi hasta hacerlo orinar los pantalones, casi.
—Cobra tiene miedo de aparecerse —sentenció Luka divertido antes de seguir caminando —, por eso no he peleado con él. Porque me tiene miedo.
—¿Qué mierda...? —murmuró Dean pasmado, ahora sí agradeciendo seguir con vida.
¿Miedo? ¿Cobra miedo?
¿Un portador oscuro miedo de un simple mortal?
Sí, Luka había perdido el piso, la cordura, la claridad. No había otra explicación, Luka debía haber enloquecido.
No.
Luka estaba cuerdo, perfectamente cuerdo, y casi no pudo aguantar las carcajadas antes de estar a una distancia prudente. ¿Cómo explicarle al mundo que él era Cobra y que por eso no había aparecido para pelear? Mierda, tenía que resolver eso.
Y pronto.
Pero todavía tenía una gala de caridad a la que asistir, todavía tenía que robar la identificación de un político, y siendo invitado especial de Chloe a la cena de excompañeros de su padre para tratar de armonizar la noche con el grupo de Louis Couffaine... bueno, había trabajo por hacer.
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Luka le había llamado a Marinette esa tarde, no llegaría a casa para la cena, tenía cosas pendientes por hacer, así que la joven diseñadora asintió sonriendo con melancolía, sabiendo que su esposo debía atender al llamado del deber.
Suspiró colgando la llamada antes de levantar la mirada en dirección a Oliver, que estaba de pie al lado de la ventana, con un brazo recargado en el marco por encima de su cabeza, con el gesto torcido en una mueca de concentración y... desprecio.
—¿Qué hacía Gustav en casa si papá no estaba? —murmuró tratando de no sonar acusador... y fracasando rotundamente en el intento.
Marinette soltó una risa cristalina antes de negar con la cabeza y dirigirse hacia el muchacho.
Tenían la misma edad... Marinette en ese momento tenía la misma edad que Louis, y aquel pensamiento podría carecer de importancia para cualquiera, pero no para ella, que había crecido como portadora y como guardiana de los miraculous, porque Marinette Dupain-Cheng (de Couffaine) sabía perfectamente cuánto pesaba cada día vivido. Por otra parte, estaban sus visiones, recordatorios constantes de todas las veces en las que algo había salido terriblemente mal, o considerablemente bien según la época en la que estuviesen viviendo, así que, si algo tenía claro era que cada día vivido era un triunfo sobre el destino.
Jeanette no había tenido tanta suerte. Y ahora su vida (su muerte) pesaba como el infierno sobre los hombros de ambos, sobre los suyos y sobre los de su hijo. Ella tendría siempre esa riña con Lila, ahora más fuerte sabiendo que ella era Hawk Moth. Oliver no había podido salvar a Jeanny a pesar de todos sus intentos, estaría eternamente en deuda.
—¿Te ríes?
—Gustav me está ayudando a prepararle una sorpresa a tu padre, para el sábado, de hecho —dijo la chica, quitándole importancia a ese hecho. —¿O es que nunca te contamos esa historia?
—Sí, lo hicieron —bufó ofendido, cuidando no dar detalles a su madre. —Lo que no entiendo es por qué tiene que pasar tanto tiempo aquí, revoloteando mientras el mundo arde y se va al carajo, porque mi padre se la está jugando en las calles para conseguir esa bendita lista de requerimientos.
—Sólo se me ocurren algunas cosas que podrían ponerlo en peligro —murmuró la chica desviando la mirada. —La identificación de un político, la navaja de Belmont, la pelea contra Cobra...
El rayo surcó el cielo, el trueno cimbró la tierra, el relámpago los deslumbró un momento que pareció eterno mientras Oliver giraba en cámara lenta para encarar a su madre.
—Nunca supe esa historia —admitió Oliver con gesto grave. —Es la única parte de la contienda que nunca me contaron, como un pacto sagrado entre ustedes.
—Y ahora, luego de verte convocar a Melek Taus con la facilidad con que respiras me saca de toda duda, comprendo por qué —admitió Marinette mientras Tikki, Mullo y Sass emergían de sus escondites, mirando a sus portadores con gestos serenos, pero con la sensación de que todo se estaba desmoronando lentamente. —Nunca lo haremos, no te lo contaremos, le haré a Luka jurarme que guardará el secreto y juraré que tengo muy buenos motivos... ocultarte lo que estoy a punto de pedirte.
—Te escucho —murmuró Oliver cruzando los brazos y mirando a su madre con el entrecejo fruncido, confundido por la forma en la que había estructurado su discurso.
—Luka quiere crear un remanente para poder pelear contra Cobra, pero yo estoy segura de que eso quebrantará más de una línea temporal.
—Desenmascararlo no es una opción —murmuró Oliver comprendiendo para dónde iban los pensamientos de su madre —, todos los reptiles caerían sobre él, comenzando por Andree.
—Tú estás aquí, y tal vez sepas algo sobre viajes en el tiempo que nos pueda ayudar a resolver este problema sin llegar a poner en práctica el plan original.
Silencio, se alzó el silencio entre ellos mientras las palabras caían en su sitio, mientras Oliver comprendía por fin el mensaje que le había dado su madre al decirle que jamás le contarían esa historia.
—Tú tienes una petición para mí —murmuró el muchacho, levantando los ojos hacia su madre y percatándose de la culpa y el dolor que había en las facciones de aquella joven menuda y melancólica que se encogía en su sitio, avergonzada de sus propios pensamientos.
—Sí, tengo una petición que hacerte. Pero no estoy segura de querer involucrarte de esa manera porque...
No necesitó escucharlo, se notaba en el gesto de Marinette, así que le ahorró el dolor y lo pronunció él mismo.
—Porque quieres que pelee contra papá.
Marinette levantó la mirada hacia Oliver con determinación, asintiendo una vez.
—Marinette —llamó Sass levitando hacia ella, consiguiendo que la guardiana uniera sus manos para darle un lugar en el que aterrizar —, entendemoss que no quieress hacser que padre e hijo sse enfrenten en una batalla encarnizsada, y también ssabemos que no tieness otra opcsión máss que pedirlo.
—Pero tengo una teoría respecto al poder del miraculous de la serpiente que quiero dialogar contigo, para salir de dudas.
—Te essscucho.
—Shé Nüwáng —murmuró la diseñadora mirando a la serpiente a los ojos. —¿Cuál es el verdadero poder de Shé Nüwáng?
La sonrisa de Sass se ensanchó hasta dejar relucir los colmillos.
—De verdad es un honor servir a una guardiana tan poderosa y formidable. ¿Lo notaste?
—Sí. Cuando peleamos contra la casa de muñecas de Juleka creí que era por la música, pero luego caí en cuenta de lo evidente, la voz de Shé consiguió que las cosas volvieran a ser como antes, hizo al hechizo remitir.
—El poder de Shé Nüwang esss modificar a ssu antojo el tiempo en torno a cualquier elemento. Puede hacserlo adelantar o retrocsseder hassta un punto concreto.
—No entiendo —murmuró Oliver mirando a su madre con el entrecejo fruncido. —¿Un elemento?
—Si te conviertes en Cobra —murmuró Marinette con vehemencia contenida —, si pelean y Luka gana, no importa cómo termine esa pelea, podemos hacerlo sin que corras ningún tipo de riesgo porque...
—Porque Shé podría regresarme la salud que tenía hasta el punto de inicio de la pelea —comprendió por fin el muchacho, levantando la mirada hacia su kwami y abriendo los ojos, pasmado. —Pero ¿qué hay de papá?
Sass suspiró apesadumbrado antes de mirar a Oliver y negar con la cabeza.
—Con el poco entrenamiento que tiene la portadora de la sserpiente, no ssería possible resstaurar la ssalud de amboss.
Marinette pasó saliva con dificultad y asintió para sí misma. —Pero eliminaríamos cualquier sospecha que pudiera caer sobre ti —murmuró mirando a Oliver —, y así estarías intacto para proceder. Por otro lado —añadió Marinette sonriendo para Tikki. —Parece ser que tengo una oportunidad de sanar a Luka a pesar de cualquier daño.
—Nos hemos vuelto más poderosas juntas —prometió Tikki sonriendo ampliamente.
—Aunque, por una parte, parece buena idea permitir que Luka se mantenga herido un par de días para guardar las apariencias —puntualizó Marinette al final, sintiendo que algo espeso se instauraba en su pecho y la obligaba a respirar con dificultad. —Después de todo, hemos acomodado todas las actividades de esta semana pensando en que pueda tener la libertad de pelear a su antojo, hasta las últimas consecuencias.
El silencio que se alzó sobre ellos fue asfixiante, todas las piezas de una sinfonía disonante, fatídica y magistral, cayendo en su sitio al mismo tiempo mientras sus únicos intérpretes asimilaban la noticia.
Oliver tomó una mano de Marinette para hacerla alzar la vista, los ojos del muchacho se ensombrecieron mientras la mirada de su madre se llenó de determinación y cólera.
—Entonces está decidido —murmuró el muchacho cuando la joven regresó el apretón y miró a sus kwamis.
—Yo me encargaré de decírselo a tu padre —murmuró la chica. —Me aseguraré de hacer que acepte el plan, mientras tanto...
—Seguiré entrenando a Colette, justo como ustedes me enseñaron a mí —prometió el muchacho con vehemencia antes de dirigirse a la puerta de la casa y abrir su chaqueta para darle un escondite a Sass.
Marinette suspiró quedándose a solas en la habitación, mirando a Tikki y a Mullo, aguantando las ganas de llorar, de romperse en mil pedazos y perder las piezas en el infinito.
¿Cuánto tiempo había pasado desde que tenía la sensación de que le debían al destino? Como una idea difusa, como un recuerdo lejano, Marinette tenía la sensación de que, en algún momento de su historia, se había sentido perseguida por un destino cruel e implacable que no se detendría hasta cobrarle todas y cada una de las facturas que tenían pendientes, como si estuviese constantemente recordándole que su relación con Luka podía terminarse en cualquier momento, como si estuviese atada por un hilo rojo a ese guitarrista desgarbado y enérgico, pero hubiesen mil cadenas que la alejaran en dirección de Adrien, de Chat Noir. No, esta vez ni siquiera era en dirección de Adrien, era lejos, muy lejos, tan lejos como se pudiera.
Porque esas cadenas tiraban en la misma dirección de ella y de Adrien, tiraban con fuerza para llevárselos a ambos lo más lejos que se pudiera de su propia felicidad. Porque ambos portadores habían encontrado una forma de ser felices, de hacer una vida, y ahora los recuerdos de existencias que ni siquiera les pertenecían, tiraban de ellos hacia el encuentro del destino.
Hacía meses la sensación de deberle al destino se había ido disolviendo lentamente, como el azúcar en agua fría, pero ahora, con la contienda, con las memorias de una vida que había ocurrido tanto tiempo atrás, con la pelea contra Cobra, todos sus miedos y todas sus inseguridades estaban a flor de piel.
Cerró los ojos, no le costaba trabajo evocar aquel recuerdo, Luka parado en la cocina, tirando de su camiseta porque se había echado el café encima. Luka nervioso porque Marinette desayunaría con Adrien. Luka tartamudeando mientras le expresaba a Marinette que todas sus inseguridades habían salido a flote y ahora las tenía a flor de piel.
Pues bien, ahora era el turno de ella para sentir todo ese nerviosismo, de sentir todas sus inseguridades salir a flote, a flor de piel, y reclamarle por toda la paz, por toda la tregua que le habían concedido durante esos meses. Ahora llegaban las facturas de cada segundo que había sido feliz al lado de Luka Couffaine.
La habitación parecía demasiado grande, demasiado vacía, demasiado fría, demasiado ajena. Aquella habitación que le había visto reír a carcajadas, llorar un mar, gritar de rabia, temblar de nervios y de felicidad, ahora parecía un lugar nuevo, extraño, desconocido, ajeno.
Ahora los muros que ella había llamado hogar ya no le parecían familiares. Ahora se sentía una invasora mientras miraba por la ventana de su apartamento en busca de una respuesta en las nubes.
Y no fueron las nubes, mas sí la tormenta, quien le dio una respuesta a la catarina de París.
Un rayo, un trueno, el relámpago, una rutina con la que ya se había familiarizado desde meses atrás. Pero ahora, cuando las luces de la tormenta cesaron, cuando terminó el estallido de una bomba de luz, cuando los focos de la casa se apagaron, cuando por fin la habitación se sumió en las sombras, Marinette vio en el reflejo de la ventana el rostro de La Mariquita.
No, no fue su propio reflejo convertido en el de su ancestra lo que Marinette vio en el reflejo, sino el rostro de La María al lado suyo, como si la chica estuviese de pie a sus espaldas y le mirase con curiosidad, como si quisiera decirle algo y, al mismo tiempo, como si no tuviera nada que decir.
