Todos los personajes y la historia pertenecen a Kohei Horikoshi y Masashi Kishimoto
—¿Qué ... palabra... que repetía la joven ... recordó el hombre de esa historia?—dijo Bakugo con la respiración entrecortada.
Kabuto se separó de la ventana y se acercó a Bakugo hasta estar a un metro de distancia de Bakugo que estaba sentado apoyado en la pared. Kabuto se acuclilló y mostró sus dientes mientras se colocaba sus gafas con el dedo corazón de su mano izquierda.
—Deeeeee ... —Kabuto arrastraba las sílabas como lo haría la serpiente de su historia. El corazón de Bakugo estaba a punto de estallar de la tensión—...kuuuuuuuu—
—¡Cara redonda!—pensó en voz alta Bakugo.
—¡Vaya! Y pensar que tenemos una amiga en común... Que pequeño es el mundo ... Bueno, sería mejor decir que pequeños son los mundos. —dijo Kabuto con una sonrisa burlona.
Bakugo estaba cegado por la ira y se abalanzó sobre Kabuto sin pensar en las consecuencias. Pero, estaba tan débil que se tropezó y cayó de bruces al suelo golpeándose la barbilla. Era un milagro que siguiera consciente con todo lo que había pasado. Y es que Bakugo aún no se había recuperado del todo del veneno de la serpiente, venía de combatir contra Kiba que le había dejado multitud de cortes y se acababa de inyectar un somnífero ultra potente por orden de Kabuto.
—Bakugo-kun ... —Kabuto sacudió la cabeza decepcionado. —Creí que habrías aprendido la primera regla ninja. Un ninja nunca se deja llevar por sus emociones.—
—Hijo...de...puta...—dijo Bakugo con un hilo de voz.
—Aunque, claro, tú no eres un ninja. Tú eres un héroe, ¿me equivoco, Bakugo-kun?—preguntó Kabuto con sarcasmo.—De las pocas cosas que saqué en claro de nuestra amiga, aparte de lo de Deku, es que vivía en un mundo de héroes y villanos. Es una chica muy aburrida, todo el rato durmiendo ...
—Te...mataré ...—susurró Bakugo con odio, pero estaba tan somnoliento que no estaba seguro si lo había dicho mentalmente.
—¿Por qué tanto odio, Bakugo-kun? Tú y yo no somos tan diferentes. Nosotros no tenemos hogar ... ni una vida. La perdimos hace mucho tiempo.—
—Te equivocas ... Tú y yo no nos parecemos en nada, hijo de perra. —
—¿Bakugo-kun, no me digas que eras un villano? Con todos esos feos apodos que pones a la gente y esos insultos. Jeje. —se rió Kabuto de su propio chiste.—Te diré un secreto, si no te hubieras referido a tu espada como Deku jamás os hubiera relacionado. ¿Quién es? ¿Tú novia? Mmm, no lo creo. —se contestó a si mismo Kabuto. —A pesar de todas las drogas que le inyecté para que recordara sobre su mundo, nunca te mencionó. Por no decir quien en su sano juicio llama cara redonda a su novia¿Puede que sea tú ex y que te guarde rencor? —esperaba una reacción de Bakugo, pero éste estaba enfocado en intentar levantarse, fracasando estrepitosamente y cayendo al piso de nuevo. —No. No tiene sentido. Parece como mínimo 10 años mayor que tú. —
—Suél...ta...la...—susurró Bakugo tratando de levantarse por enésima vez, no pudiendo conseguirlo nuevamente.
—Lo que más sentido tiene es que un familiar. Deduzco que tu hermana mayor. —Kabuto lo miró como se esforzaba incansablemente en ponerse de pie. —Aunque existe otra posibilidad... Quizás además del poder de las explosiones tengas el poder de rejuvenecer tu cuerpo como la legendaria Sannin. —el rostro de Bakugo se contrajo un poco. —¿Es eso? ¿He acertado, Bakugo-kun? Eso explicaría muchas cosas. —Kabuto miró asombrado como, finalmente, el rubio se ponía de pie con la respiración entrecortada. —Desde luego explicaría el por qué puedes mantenerte de pie después de todo este tiempo. Nadie, hasta hoy, me había aguantado tanto tiempo después de inyectarle tal dosis de somnífero. Y no es porque seas de otro mundo. Nuestra amiga cayó rendida al instante con la mitad de la dosis que te has puesto tú—
—Ah, ah, ah. —jadeó Bakugo, viendo todo negro ya que era incapaz de levantar los párpados.—Úl...ti...ma o..por...tu...ni...dad. Suél...ta...la. —por cada sílaba que decía tenía que tomar aire para no caer desmayado.—No sé que queréis la serpiente y tú de Uraraka ni me importa. Si la sueltas ahora mismo, me olvidaré de tu fea cara y no sabrás noticias mía en tu vida, cuatro-ojos.
(N/A el monólogo de arriba lo dice Bakugo pero con dificultad, pero me da pereza poner los puntos suspensivos como he puesto al principio, ya que se lee peor. Pero pensad que tarda diez veces más de lo que lo haría normalmente. pensad como en un tipo con asma severo que necesita un inhalador por cada palabra que dice)
—Mmmm. Qué oferta tan tentadora.—dijo Kabuto sarcásticamente.— ¿Qué pasa si digo que no?—
—Si no la sueltas, te buscaré ..., te encontraré ... y te mataré —contestó Bakugo, con jadeos más pronunciados.
—¿Es una amenaza, Bakugo-kun?—dijo Kabuto con una sonrisa.
—No. —Bakugo abrió los ojos, que tenía una tonalidad aún más roja que su carmesí. —Es una promesa.—
El cansancio de Bakugo parecía haberse esfumado con la última sentencia. Lo dijo de tal forma que, por un instante, a Kabuto se le puso la carne de gallina erizándosele el pelo de su piel.
Los ojos carmesíes del rubio y los ojos de color azabache del canoso se desafiaron durante unos segundos, pareciendo que se detenía el tiempo. Finalmente, Kabuto rompió el contacto visual y se encaminó a la ventana.
—Buena suerte con eso. —echó un último vistazo a la habitación y vio que Bakugo caía desplomado al suelo. Finalmente, el somnífero provocó el efecto esperado por Kabuto. —Hasta la vista, Bakugo-kun. —se despidió del inconsciente Bakugo, desapareciendo del hospital de un salto.
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Bakugo se despertó en una cueva extraña dentro de una jaula extraña. Enfrente de él, estaban Kabuto y Orochimaru torturando a Uraraka que estaba atada y tumbada en una mesa de experimentos.
—Sálvame, Deku ...—sollozaba Uraraka, que gritaba desconsoladamente al sentir como el bisturí de Kabuto se abría paso por su piel. —¡Por favor! ¡Qué alguien me ayude! ¡Deeekuuuuuu!—
¡Soltadla! Trataba de decir Bakugo, pero su garganta no emitía ningún sonido. ¡Soltadla! Probó de nuevo, pero su voz seguía sin aparecer.
Orohimaru y Kabuto seguían con sus pruebas en la indefensa Uraraka que tenía el rostro lleno de lágrimas.
Bakugo, Viendo que gritar era inútil, empezó a mover con violencia los barrotes de su jaula como una especie de orangután en un zoo.
Orochimaru se dio cuente de la presencia del rubio y volteó la cabeza en dirección al rubio.
—No te impacientes, Bakugo-kun. ¡Tú serás el siguiente!—
En un instante, Orochimaru se convirtió en una serpiente gigantesca. Abrió la boca y se tragó la jaula con Bakugo en su interior...
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Ese fue el momento en que realmente se despertó Bakugo, que tenía la frente empapada de sudor por la pesadilla. Al rubio le costó unos segundos recordar donde estaba y que había pasado. Sentía la boca muy seca y se dio cuenta que estaba en el hospital. Los recuerdos de Kabuto y su conversación con él le vinieron al instante.
Bakugo trató de enderezarse, pero no pudo, haciéndose daño en las muñecas en el proceso. El rubio, confundido, se miró los brazos y vio que sus manos estaban esposadas a la camilla donde estaba acostado.
—¿Por qué cojones estoy esposado?—se preguntó a sí mismo, ya que la habitación donde se encontraba estaba totalmente vacía.
