Todos los personajes y la historia pertenecen a Kohei Horikoshi y Masashi Kishimoto
—Bakugo, tienes muchas cosas que contarnos. —dijo Minato, ignorando los desvaríos del joven rubio ceniza.
—¿Bakugo? ¿Quién es Bakugo? ¡Soy la jodida versión masculina de la jodida princesa Aurora! ¡Soy un jodido chiste con patas!—exclamó Bakugo, indignado consigo mismo por haber dormido tanto mientras su compañera necesitaba su ayuda.
—¿Princesa Aurora? Conozco a todos los señores feudales y no me suena que ninguna de sus hijas se llamara así. —comentó Danzo. —Mentir no te hará ningún bien, niñato.—dijo en tono amenazante el poderoso consejero de Konoha
—¿No sabes quién es la princesa Aurora, viejo?—preguntó Bakugo con aparente amabilidad. Danzo se quedó callado, esperando la respuesta de Bakugo por si le resultaba de utilidad. —Qué raro que no sepas quién es. No te preocupes, yo refrescaré tu memoria. Pues resulta que la princesa Aurora ...—la falsa amabilidad desapareció de su rostro, quedando solo ira hacia Danzo—... ES TU PUTA MADRE. ¡Y AHORA QUE HE RESUELTO TU DUDA, SUÉLTAME DE UNA JODIDA VEZ, VEJESTORIO!—gritó Bakugo a Danzo, olvidándose de que Minato seguía en la sala.
—Grrrrr. —gruñó Danzo. —Los niños maleducados necesitan ser disciplinados. —levantó su bastón dispuesto a golpear a Bakugo. Pero fue detenido por Minato, que sostuvo su brazo con fuerza. —¿Por qué me detines? ¿Cuántas veces voy a tener que aguantar los descaros de este niñato, Minato?—
—¿Y yo cuántas veces tengo que decir que no hables hasta que te dé permiso?—replicó con dureza Minato. El Hokage miró luego a Bakugo. —Y esto va por los dos.—
—El vejestorio empezó con su amenaza.—se defendió Bakugo.
—¡SILENCIO!—volvió a gritar Minato. Luego se llevó una mano a la cara. —Uffff. Bakugo, no me lo estás poniendo nada fácil. Volvamos al tema que nos atañe. ¿Qué hacías en la habitación de Sasuke rodeado de 8 cadáveres ANBU?—
—Mmmmm.—Bakugo miró a Minato unos instantes. —Espero que no estés pensando que fui yo quien mató a esos ninjas, Namikaze.—dijo en tono serio. No le gustaba que le acusaran de cosas que no había hecho.
—Ja. —se adelantó Danzo a la respuesta de Minato, con un tono de desprecio hacia Bakugo. —¡Por supuesto que no! ¿De verdad crees que pensamos que un mocoso recién salido de la academia con una de las peores calificaciones de toda la historia ha matado a 8 ninjas de élite?—
—...—Bakugo entrecerró los ojos hasta que no fueron más que dos rendijas. A Bakugo no le gustaba que le acusaran de algo que no había hecho, pero menos le gustaba que le menospreciaran de tal forma. —En primer lugar, no estaba hablando contigo, vejestorio. En segundo lugar, no me ha gustado un pelo el tonito que has usado, lisiado. Y en tercer lugar, ¡TE REPITO QUE ME COMAS LOS HUEVOS! Que parece ser que la primera vez no te has enterado y los tengo secos. ¡ASÍ QUE CÓMEME LOS HUEVOS, VIEJO LISIADO!—
La vena en la frente de Danzo se hinchó hasta que estuvo a punto de explotar. El consejero volvió a levantar el bastón y consiguió golpear al rubio ceniza. Esta vez el Hokage no lo impidió ya que no vio lo que ocurría, por tener una mano tapándole la cara como acto reflejo de la vergüenza ajena tremenda que estaba sintiendo. Se quitó la mano de la cara al oír el crack que se originó en el golpeo del bastón.
—¡AY!—se quejó Bakugo, que recibió el impacto en la ceja izquierda, haciéndole un corte que empezaba a sangrar cayéndole en el ojo.—¡HIJO DE PUTA! ¡TE VOY A MATAR!—gritó Bakugo, volviendo a intentar liberarse de las esposas y volviendo a fracasar en su intento. Esta vez, las magulladuras en sus muñecas fueron más graves porque Bakugo estaba fuera de sí intentando romper las ataduras con mera fuerza bruta.
—¡FUERA!—gritó Minato a su consejero, señalando con el índice la salida.
—Minato, aún no ha acabado el interrogatorio. —le recordó Danzo.
—¡HE DICHO QUE FUERA!—volvió a gritar el Hokage.
—Mmmm. Está bien. Pero si no consigues sacarle la información, el consejo estará obligado a actuar. No lo olvides, Minato. —dijo Danzo, mitad aviso y mitad amenaza. Caminó a paso lento apoyado en su bastón hacia la salida. —Ya nos veremos, Katsuki Bakugo. —se despidió Danzo abriendo la puerta y cerrándola al salir.
—¡MÁS TE VALE QUE NO NOS VOLVAMOS A VER, VIEJA MOMIA!—gritó Bakugo a nadie ya que el consejero se había oído. —¡LO PRIMERO QUE VOY A HACER CUANDO ME SUELTE ES IR A POR TI! ¿ME HAS OÍDO? ¡VOY A POR TI, MOMIA BASTARDA!. —se quedó callado al sentir un escozor en el ojo por la sangre que se le había metido dentro. —Jodido bastardo ...—susurró cerrando el ojo izquierdo.
—Efectivamente. —suspiró Minato mirando al techo de la habitación del hospital. —Nada fácil. Probemos otro método—el Hokage sacó una llave de su bolsillo y le quitó las esposas que ataban su muñeca izquierda. —
—¿Y la otra, viejo?—preguntó Bakugo, limpiándose con su mano libre la sangre de su ojo.
—Cuando me cuentes lo que quiero saber, Bakugo. Estoy seguro que no eres responsable de las muerte del equipo ANBU, pero necesito saber todo lo que nos ayude a esclarecer esto.—dijo Minato sentándose en la cama del rubio ceniza.
—Mmmmm. —Bakugo se quedó callado unos segundos. —No tengo nada que decir. —se limitó a comentar el rubio ceniza.
—Si no quieres hablar, empezaré a hablar yo. Lo que sabemos es que después de tu combate contra Kiba, te dirigiste a toda velocidad al hospital. La secretaria del hospital nos dijo que cuando llegaste, preguntaste a gritos donde estaba el bastardo de las lentes oscuras. Supongo que te referías al aspirante a chunin Yoroi Akado, que murió por extrañas circunstantes poco antes que llegaras a la habitación donde estaba ingresado. Allí, exigiste saber la ubicación de Sasuke. Estabas tan desesperado por conseguir esa información que casi matas de asfixia a un médico.—explicó Minato.
—¡Ey! ¡Estaba todo controlado!—se defendió Bakugo, ofendido. —¡No soy tan inútil para matar a alguien por accidente! Mira, ya he perdido suficiente tiempo durmiendo así que os resolveré el crimen. Fue el bastardo del cuatro-ojos.—
—¿Te refieres a Kabuto Yakushi?—cuestionó Minato.
—Efectivamente. —afirmó Bakugo. —Esa rata traidora y despreciable mató a los ANBU. Bueno, pues caso resuelto. No hace falta que me des las gracias. Solo desátame de una jodida vez, que tengo cosas que hacer.—
—Era nuestro principal sospechoso. Tu testimonio confirma nuestras sospechas. Y pensar que el hijo adoptivo del antiguo jefe del cuerpo médico ha traicionado a Konoha. —Minato sacudió la cabeza decepcionado. —Qué desgracia.—
—¿Cómo que era vuestro principal sospechoso? —cuestionó Bakugo arqueando una ceja.
—La extraña muerte de Yoroi Akado, el cadáver encontrado de Misumi Tsurugi (N/A: el restante miembro del equipo de Kabuto en el examen) y que Kabuto haya desaparecido de la villa sin dejar rastro eran demasiadas coincidencias como para pensar en otro culpable. Además, que las heridas que causaron la muerte de los ANBU fueron provocadas por un bisturí. Solo un experto ninja médico, como lo es el hijo del difunto jefe del cuerpo médico pudo hacer algo así.—explicó Minato.
—¡Si estabais tan seguros que él fue quien los mató porque cojones estoy esposado a la cama como un vulgar delincuente! —exclamó Bakugo, molesto. —Y lo que es más importante... ¿por qué demonios aún no estoy libre?—
—Temíamos que te escaparas nada más despertarte. —contestó Minato. —Y viendo tu reacción, creo que estaba en lo correcto. —
—Creía que estábamos en un país libre. —replicó Bakugo. —Si quiero salir para estirar las piernas, nadie me lo debería impedir.—
—Sí, es cierto. Pero debíamos confirmar nuestras sospechas y tú eras nuestro único testigo. —dijo Minato.
—Bueno, pues ya te lo he confirmado. Ahora suéltame. —añadió Bakugo señalando con su mano libre la mano que aún estaba esposada.
—Mmmmmmm. Aún no. —dijo Minato.
—¿Cómo has dicho?—dijo Bakugo con un tic nervioso por el enfado.— ¡Me estás empezando a cabrear tanto como lo hacía la momia lisiada, Namikaze!—
—Respóndeme con sinceridad a mis preguntas y te dejaré marchar. Te lo prometo, Bakugo.—dijo Minato levantándose de la cama y dándole la espalda al rubio ceniza.
—Tsk. —masculló Bakugo—¿Qué quieres saber?—
—¿Qué ocurrió en el bosque de la muerte, Bakugo?—preguntó Minato, mucho más serio de lo habitual.
La cara de Minato hizo que Bakugo tragara saliva con dificultad.
—Este jodido bastardo ... —pensó Bakugo contrayendo el rostro. —¿Sabrá de mi conversación con Orochimaru? ¿Sabrá que vengo de otro mundo?—
