XCIV.
La noche era silenciosa, inquietantemente silenciosa
InuYasha suspiró, restregándose el rostro con sus manos antes de caer de espaldas al césped. Su mirada se perdió en el firmamento, en los miles de puntos de luz que alumbraban el manto celeste.
No sabía que una chica estaba sentada mirándolo fijamente con una añorada sonrisa dibujada en sus labios. Ni que esa persona era por quién su alma estaba llorando.
—Maldita sea— lo escuchó mascullar con energía antes de incorporarse para quedar sentado— Sé que es una locura y voy a quedar como un puto imbécil, pero… pero…— calló con sus ojos clavados en el suelo antes de inspirar con fuerzas— Necesito hacerlo. Necesito… Te necesito.
La respiración de Kagome se detuvo en acto inconsciente y su atención se centró por completo en él, admirando esas bellas facciones que parecían estar cinceladas en piedra por lo tenso que estaba. Tenía los nudillos blanco de toda la fuerza que estaba ejerciendo sobre ellos para tranquilizarse y sus ojos eran tan oscuros y brillante que reflejaban el inmenso mar de desesperación que Kagome sabía que lo estaba consumiendo.
—InuYasha…— susurró, extendiendo la mano hasta las hebras color ébano de él, pero se detuvo a medio camino. Da igual lo que intentase. Él nunca lo sentiría.
—Kagome… mi pequeña… no sé si estás aquí, conmigo, pero… Si por un casual me estás escuchando, solo quiero que sepas que… te necesito— se llevó una mano al cuello, donde descansaba el collar hechizado y cerró los ojos angustiados mientras una risa ronca escapaba de sus labios— Mírame, aquí estoy deseando oír aunque sea la maldita palabra salir de tus labios para no caer en el abismo que amenaza con absorberme.
—Siéntate…
No pasó nada, por supuesto, y una lágrima se deslizó por la mejilla de Kagome.
—Te escuché, ¿lo sabes, no? — alzó la mirada y sus ojos vagaron perdidos por el lugar, buscando algo que sabía que no podría encontrar— Cuando creía que ya no había vuelta atrás, te oí llamándome… y me sentí… me sentí completo, pequeña. Y cuando te vi delante de mí, tan hermosa como siempre, mi corazón y mi mente…— gruñó y el sonido salió gutural y potente, muy parecido a cuando se había convertido en un demonio completo, lo que contrastaba con su apariencia humana.
—InuYasha— se arrodilló delante de él y aunque sabía que no serviría para nada, acunó sus mejillas con sus incorpóreas manos— Estoy contigo.
Lo vio cerrar los ojos, como si una parte de él la hubiera escuchado, e inspirar con fuerzas.
—Te estoy esperando— susurró él en un frágil hilillo de voz—, pero no tardes, por favor. No sé si podré aguantar.
Abría y cerraba las manos sistemáticamente y Kagome posó las suyas encima de las de él.
—Eres mi compañera, mi todo— siguió diciendo a la nada— Me da igual que no lleves la maldita marca, eres mía y yo soy tuyo. Lo he sido desde que te encontré. No puedes irte y dejarme atrás, ¿oíste? No puedes. Vuelve conmigo, Kagome, vuelve, por favor.
Kagome abrió la boca, pero súbitamente sintió un dolor ahí dónde debería estar su corazón que la hizo marearse. Se llevó una mano a al pecho y mientras veía a InuYasha admirar el paisaje en silencio, notó otra punzada atravesarla.
¿Qué pasaba?
Su cuerpo estaba inconsciente en la cabaña al cuidado de Miroku y Sango y no se distinguía ningún olor demoníaco. Su cuerpo no podría estar en peligro.
De un ataque físico no, pero a lo mejor…
Rápidamente se incorporó, su vista volviéndose cada vez más borrosa, y corrió hacia dónde estaba ella. Su andar era a trompicones, pero Kagome apretó los dientes y continuó.
—¡INUYASHA, VEN!
Había llegado a la cabaña cuando una histérica Sango la traspasó por completo y salió en busca del medio demonio. Kagome apenas le echó cuenta, su atención estaba puesta en su cuerpo dormido y…
De nuevo, los demonios del inframundo.
—¡No! — chilló con el pánico ascendiendo por su garganta— ¡Marchaos! ¡Dejadme!
Uno de ellos portaba una cadena de hierro, la cual estaba enroscada en su cuello.
Kagome se mareó una vez más.
—¡¿Qué está pasando?! — InuYasha entró a rápidamente a la habitación.
—¡No respira! ¡Kagome no respirar! — sollozó Shippo a un costado del cuerpo de la muchacha.
InuYasha necesitó un par de segundos para reponerse del puñetazo que sintió en el corazón antes de correr hacia dónde estaba Kagome.
—¡Suéltenme! — gaznó la Kagome incorpórea acercándose a su cuerpo.
Los demonios se rieron perversamente y apretaron con más fuerza la cadena. El alma de Kagome cayó al suelo, incapaz de seguir manteniéndose en pie, mientras escuchaba los gritos y lágrimas de sus amigos, mientras lo escuchaba a él llamarla entre sollozos.
—Nuestra… Eres nuestra… Ven a donde perteneces…— canturreaban los demonios entre risas funestas.
—No…— murmuraba ella— No… no me llevaréis… dejadme…
—Brillas…. Ven, estrella hermosa, acude a nosotros que te guardaremos con cuidado… Ven, alma nuestra…
—¡No iré! ¡No dejaré que me llevéis! — espetó con las últimas energías que le quedaban.
Súbitamente, la Kagome incorpórea relució y fue como si la pesadez que ante la consumía poco a poco fuera desapareciendo.
Los demonios dejaron de reír.
Kagome pudo incorporarse sobre sus manos y se enfrentó a los seres del inframundo, quienes la observaban con expresión entornada.
De pronto, la cadena se soltó de su cuello y los demonios volvieron a reírse, solo que esta vez en un tono mucho más macabro y espeluznante.
—Volveremos a ti…— canturreaban nuevamente con sus cuerpos volviéndose invisibles— No te escaparás de nosotros, alma nuestra… Ven al reino que perteneces…
Cuando los demonios del inframundo desaparecieron por completo, Kagome sintió que volvía a quedarse sin fuerzas. Se dejó caer contra el suelo respirando agitadamente y se perdió en arrullo de las voces de sus amigos.
InuYasha permanecía en silencio, abrazando el cuerpo de Kagome mientras se balanceaba inconscientemente. Sus mejillas estaban húmedas y sus ojos eran el mayor abismo de dolor que jamás se había visto en una persona.
Palabra: 1000.
Prometo que es el último (pero igualmente importante) capítulo estático que refleja la situación que están viviendo. Como sabéis, son fan del tópico del descenso a los infiernos... ¿creéis que hemos llegado al final? En el siguiente, se vendrán... cositas, yo lo dejo ahí. ¿Alguien ha dicho Sessh? Jeje
Como todo lo que digo intento hacerlo y porque vosotros no podéis ser más maravillosos, esta semana traeré tres capítulos. Hoy irá el primero, el jueves tendréis el siguiente y en el finde subiré el tercero. ¿Qué os parece?
¡Nos vemos en un par de días!
