116. Perder

Duo iba ganando terreno. Tenía por completo el dominio del beso hasta que la mano de Heero bajó y apretó de nuevo su lesión, esta vez con menos cuidado.

—Aahh —gimió de dolor contra su boca, separándose renuente. Mierda, ni en un beso le gustaba perder el control.

Se observaron un largo momento, todavía muy de cerca. Los ojos azules de Heero nunca se habían visto más desafiantes y apreció que no era el único al que el pecho le subía y bajaba rápido.

"Un punto para mí por lograr agitar su respiración", celebró con gusto para sí mismo y se levantó de su cuerpo con una idea clara de qué hacer. Casi de inmediato volvió a su posición a ancas sobre él e ignoró la obvia sorpresa de Heero.

—¿Por qué no me aplicas la crema mejor? —se arriesgó a reclamar, a pesar del peligro de una negativa—, así puedes torturarme y hacerme bien a la vez porque no tengo idea cuál de las dos es tu intención ahora.