¡Muy buenas a todos! Aquí estoy otra semana más para traer un nuevo capítulo con el que robaros unos minutos de vuestro tiempo.
¡Que paséis buena semana!
Capítulo 132: Otra vez al fondo del mar
Kouji observaba la pantalla del ordenador despreocupadamente. A su lado, Gaomon permanecía en silencio mientras sus ojos pasaban de la pantalla al horizonte fuera del hangar, por donde el Skid había marchado con Jeremy y Emily a bordo.
—¿Crees que estarán bien? —preguntó el digimon.
—Referente a Jeremy, todos os habéis metido ahí dentro y comprobado que es seguro. Por no decir que se ha tirado horas comprobando desde aquí que realmente estuviese todo bien.
—Y sin dormir —declaró el lobito.
—Mejor que no se entere cierta lunática —negó el chico —. Y sobre Emily, si su traje tiene todo cuanto tiene el mío, sin lugar a dudas estará bien. Y de fallar algo, Mer e Yla están ahí abajo también.
—Será divertido verles llegar —rió el digimon.
—Por ahora, todo está tranquilo —comentó Kouji —. Vigila un rato. Voy a ver si atrapo a los otros dos escaqueantes.
—¡Buena suerte! —exclamó cambiando el asiento.
Cubriéndose los ojos del sol, Kouji salió del hangar y observó alrededor. Como era de esperar, no vio a Koichi por ningún rincón, aunque los gestos de Zoe y Takuya le dieron a entender que su gemelo debía estar escondido nuevamente en su oscura habitación. Por otro lado, Aelita estaba más que visible, sentada en una toalla bajo una sombrilla, observando cómo Arya se movía vestida en el traje de combate que Jeremy le había entregado y probaba una pistola contra las dianas que Floramon, Ignitemon y Labramon lanzaban al aire. Sin dudarlo, se encaminó hacia la pelirrosa, consciente de las muecas de preocupación de los otros dos.
—Parece ser que tu hermano te ha dado plantón —dijo deteniéndose tras la pelirrosa.
—Aún es muy pronto para decir eso —respondió sin mirarlo.
—Sí, sí, claro, por eso han dicho que es una inmersión rápida —asintió.
—¿Qué intentas decirme, Minamoto?
—Que más te vale dejarte de excusas patéticas para no meterte bajo el agua, Hopper.
Ante ambos, Arya dejó de moverse, ligeramente preocupada por encontrarse de pronto en medio de un combate entre sus dos compañeros. La presencia de los tres pequeños digimons a su alrededor la ayudó a calmarse, aunque no dejó por ello de sentirse inquieta.
—Pues mira, tengo una buena excusa —declaró Aelita alzando la barbilla —. Arya necesita ayuda en su entrenamiento.
—Oh, ¿y qué entrenamiento le estás dando desde la sombra, profesora Hopper?
—A moverse y a disparar —dijo señalando con una mano.
La sonrisa lobuna de Kouji hizo que todos y cada uno de los vellos de la pelirrosa se erizasen al tiempo que el chico pasaba junto a ella, D-Tector en mano. Antes de poder decir nada o de que Zoe y Takuya, quienes se acercaban tropezando con la arena, lograsen acercarse, Lobomon apareció en la playa.
—¡Kouji! —levantando algo de arena sobre la toalla de Aelita, Zoe alcanzó al digimon y tiró de su bufanda —. ¡Nada de peleas!
—Oh, venga —negó Lobomon, alzándola con facilidad y cargando con ella hacia el agua.
—¡PARA! ¡LOBOMON, BÁJAME! —chilló sobresaltada la rubia —. ¡TAKUYA, HAZ ALGO!
—Va, va —rió nervioso el otro, el dispositivo digital activado ya en su mano.
—¡A remojo! —exclamó Lobomon, lanzando a Zoe al agua.
El brillo de la digievolución en el agua alertó a Arya, que se apartó instintivamente aunque los tres digimons junto a ella le aseguraron que no le pasaría nada. Agunimon también pasó corriendo por delante de la toalla de Aelita, tirándole arena encima sin darse cuenta, e intentó alcanzar a Lobomon justo cuando Kazemon alzaba el vuelo con un grito de rabia.
—¡ESTA SÍ QUE NO TE LA PERDONO!
—¡BASTA YA TODOS! —chilló Aelita, sus ropas cambiando por la digievolución.
—Ay, ay, ay... —susurró Agunimon.
—Qué sepas, Llamitas, que por hoy te voy a pasar por alto que levantes tanta tierra al andar —señaló antes de mirar con rabia al lobo blanco —. Y tú, ¿qué crees que haces?
—Lo que tú no estabas haciendo —declaró caminando hacia Arya —. Las clases de tiro se hacen cuando tienes un arma con la que disparar —dijo alzando el brazo izquierdo —. Estás de suerte, Arya, hoy estoy en tierra.
—Serás...
—¡Chicos! ¡Buenas y malas noticias! —exclamó Gaomon, llamando la atención de todos —. ¡El grupo ha logrado desactivar la torre, pero ahora les persiguen y se retiran con todo el mundo pegado al culo! —prácticamente todo aquél que quedaba en el cuartel salió corriendo.
—Tal parece que nos tendremos que mover —suspiró Aelita, haciendo aparecer sus alas y alzándose —. ¡Kim! Necesito que detectes a Yla ahí abajo.
—¿Para qué?
—Atacaremos tras ellos para ayudarles a escapar —dijo mientras se alzaba. Antes de pasar junto a Kazemon, se detuvo y dio media vuelta —. Ah, claro, atacaremos quienes podamos volar.
Con una risita que nadie siguió, la pelirrosa empezó a volar por encima del agua, con BlackKazemon señalando junto a ella. En tierra, Agunimon cambió la digievolución antes de volverse hacia Lobomon, cruzado de brazos con la vista fija en la pelirrosa.
—¿Papi? —llamó CrossTimemon.
—Tío, sé que eres capaz de atacar desde aquí, pero...
—Tranquilo, BurninGreymon —dijo dando media vuelta y caminando hacia un costado del cuartel —. Si se ha creído que ha ganado, lo lleva claro.
...
Aunque estaba agotada, Yumi debía admitir que la escena que protagonizaron Jeremy y Emily nada más abrirse la puerta de salida del Skid era reconfortante. Ambos habían saltado todos los escalones y se habían arrodillado en tierra, la chica incluso rodando a un lado y a otro cual croqueta.
—Venga, venga, que tampoco somos tan malos pilotos —dijo Ulrich, tirando de Jeremy para levantarlo.
—¡Os lo digo en serio! ¡Yo no vuelvo a meterme en un espacio tan pequeño! —exclamó Jeremy.
—Pues te metes en el Skid y lo pilotas tú —señaló Lunamon, la mirada rabiosa aún demasiado penetrante.
—¡Creí que me ahogaría! —dijo Emily —. Tanta agua no auguraba nada bueno.
—Bah, seguro que cualquiera estaría dispuesto a hacerte el boca a boca si te hubieses ahogado —sacudió una mano BlackRanamon.
—Hey, gente, venid a mirar esto —llamó Sissi.
—¡Bienvenidos, chicos! —saludó Takuya, con un ataque de risa que a duras penas sí le dejaba pronunciar las palabras.
—¿Se puede saber por qué Lobomon va volando en moto y Aelita le está lanzando campos de energía? —preguntó Katsuharu.
—Es que Aelita ha querido picar a Kouji cuando él ha vuelto a intentar convencerla para entrar al Skid en la próxima inmersión —dijo Labramon.
—¡SÍ! —chilló Emily, D-Tector en mano y a la carrera. En un visto y no visto, saltó a su dragonfly y se elevó —. ¡LOBOMON, ESTOY CONTIGO! ¡A LA PRÓXIMA, AHOGAMOS A AELITA!
—¡Anda, mira! —exclamó el lobo —. La gatita ha sobrevivido a la clase de buceo. ¿Ves? No hay peligro, Aelita.
—¡Que yo tengo que detener a mi hermano, lobo tramposo! —chilló la pelirrosa.
—¡ANTES DE QUE ME TOQUE VOLVER A METERME EN ESE ARMATOSTE MARINO, TÚ TE HUNDES Y DESACTIVAS QUINCE TORRES MÍNIMO! —intervino Emily, cruzando su dragonfly con Aelita y obligándola a dejar de perseguir a Lobomon para defenderse de las embestidas de la motorizada.
Observando desde la oscuridad de un cuarto, Koichi alcanzó una sábana y se la tiró por encima de la cabeza, pretendiendo esconderse de todos los que se encontraban en el exterior, pero más aún de su hermano y la, desde ese momento, desertora de la alianza "patas en tierra".
—Va, ¿qué quedan? ¿Doscientas torres? Eso no es nada... Mi hermano y Em pueden con ellas... Sí... Ellos solitos podrán desactivarlas con facilidad... El verano pasará muy rápido, sí...
