Todos los personajes y la historia pertenecen a JK Rowling
POV HERMIONE GRANGER 33
—Muy bien, cinco puntos para Gryffindor. —dijo el profesor Lupin.
Sonreí con alegría. La sonrisa se me ensanchó aún más cuando vi de reojo como Draco y Violet me mostraban el pulgar levantado.
—Yo no lo podría haber explicado mejor —admitió el profesor Lupin, y me puse radiante de felicidad—. El boggart que está ahí dentro, sumido en la oscuridad, aún no ha adoptado una forma. Todavía no sabe qué es lo que más miedo le da a la persona del otro lado. Nadie sabe qué forma tiene un boggart cuando está solo, pero cuando lo dejemos salir, se convertirá de inmediato en lo que más temamos. Esto significa —prosiguió el profesor Lupin, optando por no hacer caso de los balbuceos de terror de Neville— que ya antes de empezar tenemos una enorme ventaja sobre el boggart. ¿Sabes por qué, Harry?—
—¿Porque somos muchos y no sabe por qué forma decidirse? —dijo Harry dubitativo.
—Exacto —dijo el profesor Lupin. —. Siempre es mejor estar acompañado cuando uno se enfrenta a un boggart, porque se despista. ¿En qué se debería convertir, en un cadáver decapitado o en una babosa carnívora? En cierta ocasión vi que un boggart cometía el error de querer asustar a dos personas a la vez y el muy imbécil se convirtió en media babosa. No daba ni gota de miedo. El hechizo para vencer a un boggart es sencillo, pero requiere fuerza mental. Lo que sirve para vencer a un boggart es la risa. Lo que tenéis que hacer es obligarle a que adopte una forma que vosotros encontréis cómica. Practicaremos el hechizo primero sin la varita. Repetid conmigo: ¡Riddíkulo!—
—¡Riddíkulo! —dijimos todos a la vez.
—Bien —expresó el profesor Lupin con una palmada—. Muy bien. Pero me temo que esto es lo más fácil. Como veis, la palabra sola no basta. Y aquí es donde entras tú, Neville.—
El armario tembló. Aunque no tanto como Neville, que avanzaba como si se dirigiera a su ejecución en el patíbulo.
—Bien, Neville —prosiguió el profesor Lupin—. Empecemos por el principio: ¿qué es lo que más te asusta en el mundo? —Neville movió los labios, pero no dijo nada—. Perdona, Neville, pero no he entendido lo que has dicho —dijo el profesor Lupin, sin enfadarse.
Neville miró a su alrededor, con ojos despavoridos, como implorando ayuda.
—Taurus Malfoy. —dijo en un susurro Neville.
Se me escapó una risita, es más casi todos se rieron. Taurus parecía complacido por el terror que causaba en Neville, y lo demostraba con su sonrisa de superioridad
—Taurus... humm... No te debería dar miedo, es solo chulería. —añadió Lupin mirando intesamente a Taurus. A Taurus se le borró la sonrisa de la cara y observaba al profesor con la mandíbula apretada. —Neville, creo que vives con tu abuela, ¿es verdad?—
—Sí —respondió Neville, nervioso—. Pero no quisiera tampoco que el boggart se convirtiera en ella.—
—No, no. No me has comprendido —dijo el profesor Lupin, sonriendo—. Lo que quiero saber es si podrías explicarnos cómo va vestida tu abuela normalmente.
—Bueno, lleva siempre el mismo sombrero: alto, con un buitre disecado encima; y un vestido largo y verde; y a veces, una bufanda de piel de zorro. —contestó nervioso Neville.
—¿Y bolso? —preguntó el profesor Lupin.
—Sí, un bolso grande y rojo —confirmó Neville.
—Bueno, entonces —dijo el profesor Lupin—, ¿puedes recordar claramente ese atuendo, Neville? ¿Eres capaz de verlo mentalmente?—
—Sí —dijo Neville, con inseguridad.
—Cuando el boggart salga de repente de este armario y te vea, Neville, adoptará la forma de Taurus —dijo Lupin—. Entonces alzarás la varita, así, y dirás en voz alta: ¡Riddíkulo!, concentrándote en el atuendo de tu abuela. Si todo va bien, el boggart-Taurus tendrá que ponerse el sombrero, el vestido verde y el bolso grande y rojo.
Hubo una carcajada general entre los alumnos de Gryffindor, yo incluída. A los de Slytherin no les parecía tan gracioso. Sobre todo a Taurus, que apretaba su mano no escayolada con fuerza. El armario tembló más violentamente.
—Si a Neville le sale bien —añadió el profesor Lupin—, es probable que el boggart vuelva su atención hacia cada uno de nosotros, por turno. Quiero que ahora los alumnos de Gryffindor dediquéis un momento a pensar en lo que más miedo os da y en cómo podríais convertirlo en algo cómico. Después tocará el turno a los alumnos de Slytherin.
La sala se quedó en silencio. Medité posando mi mano en mi boca... ¿qué era lo que más me aterrorizaba en el mundo?
No tardé mucho en hallar la respuesta. Me aterrorizaba que me expulsaran de Hogwarts y no poder volver a ver a mis amigos.
—Arrancarle las patas.—oí como murmuraba para sí Ron
Supe de qué se trataba lo que le daba miedo a Ron. Por todas las veces que contó la historia que tuvieron Violet, Harry y él con Aragog, lo que más miedo le daba a Ron eran las arañas.
—¿Todos los de Gryffindor preparados? —preguntó el profesor Lupin.
Todos menos Harry asentíamos con la cabeza y nos arremangábamos.
—Nos vamos a echar todos hacia atrás, Neville —dijo el profesor Lupin—, para dejarte el campo despejado. ¿De acuerdo? Después de ti llamaré al siguiente, para que pase hacia delante... Ahora todos hacia atrás, así Neville podrá tener sitio para enfrentarse a él.—
Todos nos retiramos, arrimándonos a las paredes, y dejamos a Neville solo, frente al armario. Estaba pálido y asustado, pero se había remangado la túnica y tenía la varita preparada.
—A la de tres, Neville —dijo el profesor Lupin, que apuntaba con la varita al pomo de la puerta del armario—. A la una... a las dos... a las tres... ¡ya!
Un haz de chispas salió de la varita del profesor Lupin y dio en el pomo de la puerta. El armario se abrió de golpe y Taurus salió de él. Eché una mirada hacia el Taurus real. ¡Eran idénticos! El boggart-Taurus fulminó a Neville con la mirada.
Neville se echó hacia atrás, con la varita en alto, moviendo la boca sin pronunciar palabra. Taurus-boggart se le acercaba, ya estaba a punto de cogerlo por la túnica.
—¡Ri... Riddíkulo! —dijo Neville.
Un sonoro chasquido se produjo haciendo que Taurus-boggart tropezara y que pasara a llevar el vestido de la abuela de Neville. Estaba conteniéndome para no acabar por los suelos llorando de la risa. No era la única, hubo una carcajada general que esta vez se contagió a los de Slytherin. Draco y Violet, con lágrimas en los ojos, se tapaban la boca al ver a Taurus. El mayor de los Malfoy estaba completamente rojo por la vergüenza y la ira que sentía.
—Es hombre muerto ... —susurró Taurus temblando por la rabia.
El boggart se detuvo, confuso.
—¡Parvati! ¡Adelante! —gritó el profesor Lupin
Parvati avanzó, con el rostro tenso. Taurus-boggart se volvió hacia ella. Se oyó otro chasquido y en el lugar en que había estado Taurus apareció una momia cubierta de vendas y con manchas de sangre; había vuelto hacia Parvati su rostro sin ojos, y comenzó a caminar hacia ella, muy despacio, arrastrando los pies y alzando sus brazos rígidos.
—¡Riddíkulo! —gritó Parvati.
Se soltó una de las vendas y la momia se enredó en ella, cayó de bruces y la cabeza salió rodando.
—¡Seamus! —gritó el profesor Lupin.
Seamus pasó junto a Parvati como una flecha.
¡Crac! Donde había estado la momia se encontraba una banshee. Abrió la boca completamente y un sonido sobrenatural llenó la sala que me puso los pelos de punta.
—¡Riddíkulo! —gritó Seamus.
La banshee emitió un sonido ronco y se llevó la mano al cuello. Se había quedado afónica.
¡Crac! La banshee se convirtió en una rata que intentaba morderse la cola, dando vueltas en círculo; a continuación... ¡crac!, se convirtió en una serpiente de cascabel que se deslizaba retorciéndose.
—¡Está despistado! —gritó Lupin—. ¡Lo estamos logrando! ¡Ron te toca!—
Ron se dirigió hacia delante. Crac! Una araña gigante, de dos metros de altura y cubierta de pelo, se dirigía hacia Ron chascando las pinzas amenazadoramente. Por un momento, pensé que Ron se había quedado petrificado.
—¡Riddíkulo! —gritó Ron llevándome la contaria.
Las patas de la araña desaparecieron y el cuerpo empezó a rodar. Lavender Brown dio un grito y se apartó de su camino a toda prisa. El cuerpo de la araña fue a detenerse a mis pies
—¡Hermione, tu turno! —gritó el profesor Lupin.
¡Crac! La araña sin patas había desaparecido. En su lugar estaba la profesora McGonagall con cara de pocos amigos mirándome.
—¡Tú no perteneces a esta escuela, Granger! —gritó la boggart-McGonagall.
—¡Riddíkulo! —grité.
Entonces la profesora llevaba un esparadrapo en la boca incapaz de hablar. Se dirigió a por Harry y cuando estaba por transformarse de nuevo, el profesor avanzó con rapidez poniéndose entre el boggart y Harry. Apareció una esfera de un blanco plateado que flotaba en el aire, delante de Lupin.
—¡Riddíkulo! —dijo Lupin casi con desgana haciendo que la esfera se transformara en un globo y se fuera disparado al armario.
El profesor con un movimiento de su varita cerró el armario y éste tembló violentamente de nuevo.
