Yamato se quedó apoyado en la pared, concentrado. Hacía un rato que había entrado al vestuario para poder cambiarse y sin embargo no lo había llegado a hacer. Al entrar había podido ver a Takao solo y aunque lo normal hubiera sido acercarse para poder saludarlo, no lo hizo. No lo hizo porque se dio cuenta de que estaba hablando por teléfono. Y aunque tampoco es que él fuera el más cotilla de toda la base, el eco del lugar no le había dejado más opción que poder escuchar algunos de los trozos de conversación.
En ese momento no había podido más que cruzar los brazos y quedarse a la espera, así, apoyado en la pared con la mejor de sus sonrisas. Su cabeza había viajado automáticamente en el tiempo al escucharlo, yendo unos cuantos años atrás ya, donde era él el que en ocasiones estaba hablando con Sora en Tanegashima y lo pillaban. Especialmente cuando no era tan evidente lo que pasaba y estaban muy pendientes de él porque actuaba de forma extraña para ellos.
Dando por terminada la conversación, colgó el teléfono tras despedirse y girándose para tirarlo dentro de la bolsa de deporte y poder terminar de vestirse. Fue en ese momento en el que Takao pudo ver la silueta de Yamato observándolo, dando un respingo al no esperar que hubiera nadie más allí.
- ¿Qué? – dijo nada más notar la expresión del rubio.
- ¿Qué de qué? – amplió algo más su sonrisa.
- ¿No tienes nada mejor qué hacer?
- Pues… Dos cosas… La primera de ellas es que no, en realidad ya habia terminado. Y la segunda… Esa frase la tenía patentada ya – volvió completa su sonrisa ya, despegándose por fin de la pared y echando a andar para hacer lo que había dicho.
- Déjame en paz – protestó por lo bajo.
- Y esa también – terminó por echarse a reír-. Oye, está bien. Ya es hora de que el gato vaya a tener compañía – se acercó a su taquilla para sacar sus cosas. Aquel día se iba a duchar y cambiar ahí, teniendo que ir hasta la casa de sus suegros más tarde.
- Ya estamos con lo del gato – puso los ojos en blanco-. Vete a la ducha no vaya a ser que acabes llegando tarde. Yo ya he acabado.
- Ya, si ya vi que estabas aquí escondido para que no te escuchásemos hablar – riéndose esquivó la toalla que él le tiró. Se agachó para cogerla y devolvérsela-. No te enfades, hombre, si sabes que sea lo que sea – jugó con su tono para exagerar aquellas palabras – yo me alegro por ti.
Escuchó como chasqueaba la lengua a modo de contestación, terminando de cerrar la bolsa y cogiéndola con él, despidiéndose únicamente con un gesto. Yamato se quedó riéndose, ahora ya más descaradamente, empezando a sacar sus cosas para poder prepararse. Ahora entendía por qué lo habían perseguido a él tanto durante el comienzo de su relación con Sora, estaban demasiado acostumbrados a verlo sin nadie que cuando finalmente había aparecido, todo era demasiado extraño. Y lo mismo acababa de pasarle a él con Takao, quien, al igual que él en su momento, había reaccionado poniéndose a la defensiva y delatándose más. Volvió a reírse, quitándose la camiseta para dejarla por ahí tirada y desvestirse así para irse a la ducha tal y como había dicho.
Salió completamente cambiado un rato más tarde del vestuario sin ver a nadie conocido cerca, caminando de forma distraída y sin prisa ya que iba con tiempo. A aquella hora del día podía llegar hasta la casa de los Takenouchi sin problemas de tráfico y podía tomarse las cosas con algo más de calma. Pudo fijarse por el rabillo del rojo en que Mai estaba en uno de los pasillos. Decidió que la mejor forma de aprovechar su tiempo iba a ser ir a contarle lo que había pasado con Takao un rato antes.
- Mai – escuchó la voz de Hideki que la llamaba-. Llevo un rato llamándome, ¿no me has escuchado?
- Eh… - confusa, se giró hacia él.
- ¿Estás bien? Te has quedado pálida y no has vuelto a abrir la boca en toda la reunión.
- ¿Y cómo quieres que me quede?
- ¿Qué pasa? – ligeramente preocupado, el rubio no pudo evitar meterse en la conversación cuando llegó hasta dónde ellos estaban-. ¿Estás bien? – repitió el también.
- Sí… Sí… - contestó aunque parecía que ni siquiera sabía muy bien lo que le estaban preguntando.
- ¿Qué le pasa? – cambió la estrategia, mirando hacia el general.
- Eso quisiera saber yo. Estábamos en una reunión y después de que leyera unos papeles se ha puesto así.
- ¿Una reunión? ¿Había una reunión y se me ha olvidado? – notó una ligera punzada de pánico repentino.
- No, no, tranquilo. Era de lo nuestro, de las Fuerzas Aéreas, nada que ver contigo. Pero es que hasta donde yo sé no ha pasado nada raro y Mai parece que ha visto un fantasma – la señaló con la cabeza-. ¿Qué narices te pasa?
La piloto alargó la mano hacia el mayor de los dos, dejándolo así que viera que tenía un sobre en la mano. Entendió que lo que quería era que lo cogiera para que poder leer lo que ponía en el papel que tenía sujeto junto a él. Frunció el ceño, sin haberse dado cuenta de que ella tenía algo entre las manos, haciendo lo que le indicaba.
- ¿Va todo bien? – insistió Yamato, tratando de ganarse la atención de Mai, de nuevo, sin conseguirlo-. Mira, empiezas a asustarme…
- Pues… Esto parece un comunicado oficial y… - hizo una pausa para poder seguir leyendo antes de levantar la mirada hacia la piloto-. ¿Y para esto me haces perseguirte por media sede de los nervios? – miró hacia Yamato-. Que la han ascendido, eso es lo que le pasa.
- ¿¡Qué!? – volvió a mirar hacia ella.
- Sí, ahora va a pasar a ser comandante, no tiene nada que ver con lo tuyo – explicó él – pero tiene gracia que hasta para eso os hayáis puesto de acuerdo y… Mai, vamos a ver, ¿quieres dejar de poner esa cara de susto? ¡Enhorabuena!
Se quedó unos segundos más distraída, volviendo a enfocarlos pasados ese rato empezando por fin a sonreír. Sin duda, no se lo creía. Cuando le habían dado el sobre casi que se había asustado. Todavía recordaba las amenazas que le había acabado haciendo Emily antes de perderla de vista y quizás la cosa fuera por ahí. No contaba con que acabaran de ascenderla. No había tenido ningún indicio en ningún momento de que aquello hubiera podido estar rondándola. Estaba contenta con su puesto, dedicándose a formar a los que ya llegaban para los puestos de piloto. Sin embargo, ahora sin duda la cosa iba a tomar un enfoque muy diferente.
- ¡JA! – dijo de repente, provocando que los otros dos se sorprendieran-. ¡Me han ascendido y es de efecto inmediato! ¡A mí! – reaccionó de repente.
- ¿Y se puede saber por qué te extraña? Vamos a ver, no se me ocurre absolutamente ningún motivo por el que no deberían de hacerlo. Es más, si me lo permites, ya estaban tardando en hacerlo, si has llevado dos veces a esta tropa de pesados a Marte, vamos a ver…
Yamato se quedó observándola, sorprendido él también. No tenía ni idea de cómo funcionaban las cosas por ese frente, pero, lo que acababa de decir Hideki tenía todo el sentido del mundo. La única pregunta que se le ocurría era por qué habían tardado tanto, ya que sin duda se lo había ganado bastante tiempo atrás.
- Oye, piloto loca, ¿vamos a tener que hacerte caso ahora cuando nos mandes algo? – bromeó-. Enhorabuena, Mai – estuvo pensando en si terminar sus palabras o dejarlo así no queriendo hacerlo al final para no distraerla-. Me alegro muchísimo.
Tendrían que haberlo hecho mucho tiempo atrás. Incluso antes del primer viaje. Sin duda alguna tanto ella como Hideki habían tenido bastantes más rompederos de cabeza con todo aquello ya que la responsabilidad era doble. Pero Mai especialmente se había encontrado con que, a fin de cuentas, estaban en un lugar en el que nunca jamás había estado nadie, de manera que a la hora de tomar tierra la primera de las veces, prácticamente había dependido de ella. La segunda de las veces sí que habían podido utilizar los datos recogidos la primera vez sin lugar a dudas, pero todo lo que habían sabido la primera vez dependía de simulaciones, que, por muy realistas que fueran, al final poco tenían que ver con la realidad. Y lo único que había hecho tras conseguirlo había sido girarse con la mejor de sus sonrisas de autosuficiencia y meterse con los de siempre para reírse de la cara de los demás. Y por aquel entonces tenían diez años menos. Poco se hablaba de todo aquello sin lugar a dudas.
- ¿Tú sabías algo? – le dijo ella a Hideki reaccionando por fin.
- No, sino no habría salido a las carreras detrás de ti de la reunión por la cara que pusiste…
- Pero… ¿Y ahora? – estaba todavía demasiado sorprendida.
- Ahora… te esperas a ver qué te dicen cuando te convoquen para hablar contigo…
- ¡Arata! – cortó sus palabras echando a correr por el pasillo.
Dejándolos a los dos sorprendidos, sin poder más que seguirla hasta darse cuenta de que estaba siguiendo la dirección hacia la salida del edificio, no tardó mucho en desaparecer. Yamato acabó por reírse.
- Me la voy a jugar a que justamente venía a buscarla hoy y debe de estar fuera con toda su inocencia sin saber que se le va a tirar encima.
- Veo la apuesta y la subo a que primero le pegue un grito antes de darle tiempo a reaccionar – le dijo el general antes de echarse a reír él también-. La verdad es que no me puedo alegrar más por ella. Ya era hora. No conozco a nadie más competente en lo suyo como para que sigan haciendo el estúpido. Hace tiempo que lleva con las funciones. A veces me desesperan hasta a mí – echó a andar por el pasillo siguiendo los pasos de ella-. Aunque bueno… - se quedó pensativo-. Yo creo que tenía más o menos los mismos años que vosotros dos cuando me dieron el rango de comandante, aunque ya lo fuera de otras misiones para la JAXA, no lo era para ellos.
- Es que poco tiene que ver. Me acuerdo cuando se mareó, yo lo único que tuve que hacer su seguir las indicaciones desde Tierra que se me iban dando. A mí me enseñaron a eso, y a saber dónde estaba todo, si tengo que haber sido yo el que coge los mandos como cuando nos fallaron todos los sistemas hace tiempo… Si no llega a ser por ella en ese momento tampoco hubiéramos podido salir de esa, con o sin Gabumon con nosotros, porque fue ella la que ganó el tiempo suficiente.
- Lo sé – asintió-. Créeme que lo sé… Y sí, teníamos razón. Se le ha tirado encima al pobre Arata – señaló hacia la parte de fuera donde se podía ver claramente que habían acertado con sus teorías.
Yamato dirigió también la vista hacia ellos. Era de esperar, y más conociéndola a ella y su forma de ser. Si hacía unas semanas cuando le había pedido que si quería ser la madrina del bebé en camino había reaccionado ya de una forma parecida, aquello que era mucho más importante era de esperar que fuera así. Ese pensamiento lo hizo acordarse de sus palabras en aquel momento.
- Tiene gracia – le dijo a Hideki, viendo como giraba la cabeza hacia él interrogante-. Cuando le pedí que fuera la madrina del niño le dije que más bien parecía que lo que acababa de pasar era que la habían ascendido porque al que se le había tirado así encima era a mí…
- Oye, a ver si el que iba a saber algo eras tú… - divertido acabó por cruzar los brazos, quedándose a la espera de que se diera cuenta la piloto de que los habían seguido.
