- Oye chiquitina… ¿jugamos a un juego? – le dijo Sora a Aiko.

Hacía un rato que habían aprovechado a bajar a jugar con la pequeña al patio común del edificio de sus padres. Hacía buena tarde y como había podido acabar la reunión algo primero no había querido esperar en el estudio por Yamato, así le ahorra también a él una vuelta tonta. Con lo que no contaba era que, mientras que estaba sentada en uno de los bancos distraídamente con ella, iba a ver aparecer una cara más que conocida por allí.

- Mira a ver quién viene ahí – le dijo para para se girase.

Hacía un rato que había visto a Taichi aparecer por la esquina de la calle que daba hacia la entrada del pequeño parque, distraído, más pendiente del teléfono que de lo que había a su alrededor por lo que tampoco las había visto. Aiko, al contrario, no tuvo más que girar la cabeza para reconocerlo a lo lejos y echar a correr a por él.

- ¡Chi! – llamó su atención, acelerando sus correteos.

Tardó unos segundos en darse cuenta de que lo estaban vigilando, necesitando escuchar la voz de la pequeña llamarlo, guardando rápidamente el teléfono y optando por quedarse quieto, agacharse y dejar las cosas que traía con él en el suelo para poder recibirla con los brazos abiertos cuando lo alcanzó.

- ¿De dónde sales tú? – le dijo, cogiéndola y poniéndose en pie con ella mientras que notaba como la pequeña se le abrazaba, sacándole así una sonrisa.

- ¿Y tú? ¿No se supone que eres todo un importante embajador de renombre internacional? – le dijo Sora llegando hasta dónde él para poder cogerle las cosas y que no tuviera que soltar a la niña.

- Me pidió mi madre que viniera a ayudar a mi padre con… No lo tengo muy claro. Algo de algún armario y que no se fía de él.

- ¿Y se fía más de ti? - dejó ir una risa -. ¿Sabes tu madre la historia de la cuna de Aiko?

- Eso es algo que sigo prefiriendo que quede en el olvido. Aiko, tu madre es mala y se mete comigo, haz el favor de imponer un poco de orden – escuchó la risa de la pequeña a modo de respuesta, bajando así la cabeza hacia ella para darle un beso en el pelo antes de soltarla y dejarla ir a seguir jugando-. ¿Qué haces tú aquí?

- Pues nos ha invitado mi madre a cenar, así que estamos esperando por Yamato que tiene que estar al llegar. Si necesitas socorro con el armario te lo mando, pero por favor, avísame con tiempo y entonces me traigo las palomitas… Porque eso sí que no me lo pierdo.

- Qué simpática – alargó la mano para quitarle las cosas y poder así caminar con ella hasta el banco donde había estado sentada, quedándose así un rato con ellas dos.

- ¿Qué tal está Koemi?

- Bien, hoy se fue con sus padres y Daigo a revisar unas cosas de una casa que tienen fuera de la ciudad. Así soltaba un poco a Daigo para que desfogue.

- ¿Daigo? – escuchó la vocecita de la niña, volviendo a verla asomarse a su lado.

- Con Koemi y sus abuelos, peque. Pero ya te lo llevaré para que juegues con él cuando vuelva.

Sora sonrió, atenta a la pequeña. Lo primero divertida por la cara que le había puesto a su padrino para preguntar por su hijo. Aiko, a pesar de ser idéntica a su padre, tenía esos rasgos dulces propios de su edad y cuando quería, sabía usarlos. Y ahí estaba la prueba porque le estaba poniendo los ojos más encantadores que sabía. Dejó ir una pequeña risa antes de volver a seguirla con la mirada cuando salió corriendo.

- ¿Has visto? Ya sabe poner cara de pena…

- Pues porque te la habrá visto poner a ti y habrá visto que funciona – le dijo divertido-. Pero bueno, ni que a ninguna de las dos os hiciera falta para que cualquiera acabe saliendo corriendo para hacer lo que nos habéis pedido.

- No sé de qué me hablas – le dijo entretenida.

- Seguro que no – aprovechó para pincharla con el dedo en el costado, viendo cómo se devolvía antes de ser él quien finalmente entrelazara su brazo con el de ella-. ¿Qué tal estás?

- Perfectamente. Hoy he estado ultimando los detalles de la ropa que voy a llevar al evento de la JAXA, ha venido Andrew y todo a comprobarlo porque como es diseño suyo tiene que estar todo a su gusto.

- Al final Yamato va a acabar cogiéndole manía de verdad, pero bueno, tampoco vamos a poder culparlo – volvió a reírse al sentirla chasquear la lengua mientras que se acomodaba para poder ajustarse mejor a su agarre-. ¿Está nervioso?

- Yo creo que está contento. Que para lo poco amigo que es él para estas cosas esto sí que le hace ilusión.

- Yo lo que creo es que le hace ilusión que vayáis a poder ir vosotras dos con él y sus padres y hermano. Don cascarrabias, ya sabes, que en el fondo es el más familiar de todos y ahora porque lo tenemos demasiado visto que sino no nos creeríamos que es el mismo que conocimos en su día.

- Pues tiene más o menos la misma credibilidad que la de que tú precisamente de entre todos sea el que tenga un trabajo como embajador para las Naciones Unidad con su seriedad…

- Eh, que yo soy muy serio cuando quiero. Y puedo ser muy, pero que muy persuasivo.

- Lo que sabes es ser muy pesado y dar la lata hasta que te acabas saliendo con la tuya…

- Bueno, yo no he especificado cómo consigo lo que quiero…

La pelirroja volvió a buscar a Aiko con la mirada, divertida por la conversación que tenían, limitándose a dejar caer su cabeza en el hombro de él como solía hacer tantas veces. Por suerte, la situación se había ido relajando lo suficiente como para no tener que pensar en que pudieran tener problemas por gestos de ese tipo. Y por tener problemas ella ya simplemente se refería a lo que a ellos dos respectaba. Taichi se había relajado por completo otra vez con todo aquello, sobretodo ahora que tenía otras cosas mucho más importantes en la cabeza.

- ¿Qué tal lo lleva Koemi?

- Pues… bien, la verdad es que está bastante bien. No está teniendo muchas nauseas y la cosa está tranquila por el momento. De todos el histérico de la casa ya sabes que soy yo.

- Sí, no hace falta que me jures…

- Solo hay una cosa que me preocupa – confesó tras unos segundos en silencio, notando como ella volvía a levantar la cabeza-. No es nada malo, tranquila… Lo que pasa es que creo que se está pensando pedir una excedencia para poder estar más tiempo con Daigo y estar más tranquila con el embarazo.

- ¿Y qué tiene eso de malo?

- Pues que la conozco y sé que le gusta su trabajo tanto como a mí. Era lo que sabía que iba a pasar si teníamos otro pequeño… Por eso lo estábamos evitando…

- Mira Taichi – se giró algo más para poder observarlo-. Sé que hablo desde una situación totalmente privilegiada porque soy la dueña y señora de mi estudio y que puedo trabajar desde casa, pero… Creo que si la conoces tan bien, también sabrás que tiene la cabeza mucho mejor amueblada que tú y que sabe perfectamente lo que se hace. ¿Te has parado a pensar que a lo mejor lo que le apetece es poder disfrutar un poco de la familia en vez de estar todo el día corriendo de un lado para otro? ¿O te has puesto automáticamente con el modo paranoico con que es culpa tuya ya?

La cara de él lo delató sin que llegara a decir ni media palabra. Se echó a reír sin poder evitarlo, apretando su brazo con la mano.

- No seas bobo, ¿vale? Y espera a que ella te cuente las cosas y luego ya sabes tus propias conclusiones. O mejor, vas por delante y le preguntas qué tiene pensado hacer. ¿Qué te parece esa idea? Espero que bien porque no tengo gana de andar tirándote de las orejas…

- Ya…

- No, ya no. ¿Vale? ¿Tengo que ponerte la misma carita de pena que Aiko antes? Mira, veras, que se me da de maravilla…

- Anda, deja de hacer el payaso…

- Oye – le dijo tras haberse quedado en silencio unos segundos-. ¿Cuándo vuelve Koemi?

- ¿Por qué?

- Porque si no tienes nada que hacer mañana puedes venir conmigo…

- Vuelve dentro de un par de días. ¿Dónde quieres que vaya contigo?

- Pues… le he comprado a Yamato un regalo por el evento de la JAXA, a modo de recuerdo y si puedes igual te apetecía venir conmigo. ¿Qué te parece? No tengo gana de ir sola…

- ¿Le has comprado algo? ¿No me vas a decir lo que es?

- No, ya lo verás mañana si vienes conmigo – amplió más su sonrisa, ahora a una más traviesa-. ¿Vienes?

- Tendré que ir… - fingió pesadez en el tono.

- Muchas gracias – decidiendo que lo mejor que podía hacer era mantenerlo secuestrado a su lado mientras que pudiera y Aiko siguiera jugando, dejó que su cabeza terminara por caer encima de su hombro, sonriendo al notar como la cogía mejor del brazo.

Sin duda era algo que un par de meses atrás no se habría atrevido a hacer por todo lo que había pasado. No hubiera querido ponerlo otra vez en una situación delicada. Por eso el relajarse y poder volver a la normalidad entre ellos dos le gustaba muchísimo.

- Vaya dos… Luego la vecina quiere ir a cotillear con tu madre… - la voz de Haruhiko reclamó la atención de ellos.

- ¡Hola abu! – dándose cuenta de que había llegado, saludándolo con la mano antes de ir correteando también a buscarlo a él.

- Hola papá – le dijo Sora, sonriente-. ¿Vienes del trabajo? ¿No es un poco tarde?

- Me llamó tu madre para que le trajera algunas cosas – levantó la bolsa que traía con él como prueba-. Hola jovencita – con la mano libre revolvió el pelo de Aiko-. ¿Lo habéis secuestrado? – señaló hacia Taichi con la cabeza.

- ¡Sí! – le contestó la niña.

- Más o menos. A ver quién les dice que no a ellas dos… - admitió él.

- ¿Te quedas a cenar con nosotros? Porque avisar a Toshiko es un momento y…

- No, no, si venía a casa de mis padres. Muchas gracias… De hecho, debería de ir subiendo porque no quiero saber el humor del que estará mi padre si lo dejo más tiempo a él solo con el armario. Hoy ceno con ellos.

- Algo protestaba tu padre por la mañana cuando me lo crucé – asintió.

- Bueno, en ese caso vamos contigo papá y así dejamos a Taichi que suba también. Aiko, despídete de tu padrino que vamos a subir con el abuelo a ver si mi madre me deja que la ayude a hacer la cena aunque sea.

- Con eso sabes que llevas las de perder – le contestó el profesor divertido antes de echar a andar viendo como la pequeña rubia de la familia se entretenía en aprovechar que Taichi todavía no se había incorporado para poder alcanzarlo y subirse a sus rodillas sin que Sora lo hubiera soltado todavía-. Estoy por decirle a la vecina que se asome…

Escuchó la respuesta de su hija a modo de risa antes de ver como se ponía en pie y acababa por coger ella a Aiko en brazos.

- Mañana te mando un mensaje para que vayas conmigo, ¿vale? Y si sigues solo puedes venir a cenar a casa con nosotros. Seguro que Aiko te invita, ¿a que sí tortuguita?

- Sí… Ven porfa… - haciendo honor a la conversación que habían tenido antes, se quedó mirando para él con la mejor de sus caras de niña buena.

- ¿Cómo voy a poder negarme así? Vamos a ver…