01 DE SEPTIEMBRE DE 2013. 5:02 P.M. NUEVA YORK, NUEVA YORK. TORRE STARK. (1 DÍA DESPUÉS)

El día inició con un hermoso amanecer y, a pesar de que el otoño está llegando, afuera está lo suficientemente cálido para poder disfrutarlo. Sin embargo, no todo puede ser tan hermoso en la Torre Stark, sobretodo cuando juntas al par de personas que se la viven peleando.

– Estoy bien, Rogers – alega la castaña con visible molestia.

– Perdón por tener dudas, pero la última vez que SHIELD estuvo relacionado con tu salud. ¡Literalmente detuvieron tu corazón! – exclama el rubio.

– ¿Qué? – pregunta la enfermera Joan contrariada.

Steve contactó de nuevo a Joan para asegurarse que la salud de la castaña este en buenas manos. Ahora, llevan 10 minutos discutiendo para que se deje revisar.

– No fue tan malo – intenta Sophia tranquilizando a la enfermera con un gesto.

Según sus cálculos sus heridas físicas deben estar a punto de curarse, no hay nada de que preocuparse. Toda la misión y la ida al hospital quedará resumida en seis cicatrices que en un par de meses se desvanecerán.

– Otra vez quebraron tu brazo – insiste Steve.

– ¿Eh? – exclama la enfermera.

– Rogers, deja de contar las historias de mi pasado. Asustas a las personas – reclama Sophia dejándose finalmente atender por Joan.

Se deja caer en un sillón cercano dramáticamente dedicándoles una sonrisa burlona, aunque esta no le llega a los ojos. El soldado decide no insistir está vez, sabe que es un proceso el que ella vuelva a sonreír enserio, y el hecho que ella se deje atender es un buen primer paso.

Sophia se enfoca en pensar en la suavidad de la tela en sus dedos. Las manos de Joan son muy diferentes a las que aparecen en sus pesadillas, pero no puede evitar tensarse y esperar que la revisión termine lo más pronto posible. Sobretodo cuando tiene que quitarse la playera para que le revise las heridas de su torso.

– ¿Qué está pasando aquí? – pregunta Tony entrando al cuarto.

La habitación se queda inmóvil por la sorpresa, lo que le deja el tiempo suficiente para absorber la imagen de una Sophia medio vestida mientras una enfermera desconocida le quita los vendajes de su abdomen y el Capitán las observa. Su ahijada es la primera en reaccionar.

– Ayuda, me torturan – gime dramáticamente, aunque no hace el menor esfuerzo de quitarse del agarre de la enfermera.

– Sólo me aseguro de que Holmes tenga la revisión de la enfermera que contrató Pepper – explica el rubio, lo cual no es técnicamente una mentira.

Pepper contrató a la enfermera Joan por primera vez cuando los riñones de la agente fallaron, Steve decidió traerla de nuevo para asegurarse que todo está bien porque ya no confía en las habilidades médicas de SHIELD.

Tony vuelve a mirarlos con confusión. Sin embargo, ahora las cosas toman un poco de más sentido, o el suficiente para no ser una prioridad.

– Bueno, entonces supongo que podemos dejar a las señoritas en su revisión. Quiero hablar contigo, Rogers – indica el billonario sin su chispa usual.

Verde y azul se encuentran cuando Steve y Sophia comparten una mirada extrañada por la actitud de Tony. Sin embargo, el rubio sigue a su compañero sin objetar.

– Así que siempre se pelean así, ¿eh? – inicia Joan sacando a la chica de su rápido análisis a la actitud de su padrino.

La enfermera deja las heridas de bala que están sanando con la mayor regularidad para alguien con regeneración rápida, saca una pequeña linterna y comienza a revisar los ojos de Sophia en busca de alguna secuela de su traumatismo craneal.

– Eh… Sí, supongo que es parte de nuestra amistad – responde la chica con una sonrisa avergonzada.

– Ustedes dos no… oh, vaya – exclama Joan deteniendo la revisión para verla sorprendida.

– Sólo somos amigos – explica Sophia con una sonrisa incómoda.

Aunque de todas las personas que la han emparejado con el rubio, Joan tiene razones comprensibles. Muchos los emparejaron después de verlos hablar o incluso discutir, Joan los emparejó luego de ver como Rogers la cuidó durante toda la noche.

Por otro lado, el rubio en cuestión es conducido por el millonario al otro lado de la Torre. La seriedad con la que Tony camina, sumado al hecho que lo lleva a un lugar privado, le hacen creer que el tema es delicado. Su primera suposición es que van a discutir alguna misión importante.

– ¿Qué pas…? – intenta una vez que llegan al laboratorio privado del billonario.

– No te hagas el inocente, Rogers. Los vi por las cámaras de seguridad – lo interrumpe Tony con rudeza.

– ¿Qué? – exclama repasando todas las personas con las que estuvo últimamente y todas las cosas que se supone no debería haber hecho.

Su mente se detiene en el desastre que hizo con Joey en la recepción del hospital, pero eso no parece lo suficiente importante para causar la molestia de su compañero.

– Puede que no parezca la persona más responsable. Pero en realidad si me preocupo por Sophia – continúa frenéticamente Tony – La conozco desde que era una niña y sé que algo le pasa –

– ¿Qué viste en el video? – pregunta con delicadeza el rubio.

Hay una diferencia muy grande entre vi el video de ustedes entrenando juntos sin gritarse cada 2 minutos y ahora estoy convencido que son pareja, y vi un video de ustedes planeando supervisar todo SHIELD porque piensan que está corrompido.

– Estaban en su cuarto. Ella estaba llorando, ella no confía en nadie para mostrar sus sentimientos. ¿Por qué contigo, Rogers? Pensé que no se agradaban – explica y no pasa desapercibido el deje de dolor en su tono.

– ¿Oíste la conversación? –

– No – sentencia Tony para luego dudar sus próximas palabras – Sophia puso un aparato que evita que salgan trasmisiones de su cuarto, pero hace unas semanas logré poner unas cámaras, pero no tienen micrófonos así que Jarvis las monitorea en caso… Bueno, ella puede tener actitudes autodestructivas – farfulla.

La expresión del rubio se oscurece mientras asiente.

– Pasó algo en la misión. Pero no es mi lugar hablarte de ello – decide responder Steve.

– ¡Joder, Rogers! ¡Es mi ahijada! – grita el castaño – Si estas encubriendo algo y ella termina haciéndose daño nunca te lo perdonaré – continúa amenazándolo con el dedo.

– Ella estará bien – pronuncia el rubio, pero en el fondo ni siquiera él lo cree – Ella accedió a ir a terapia – intenta de nuevo.

– ¿En serio? – pregunta Tony con las facciones contraídas por la sorpresa.

El rubio asiente solemnemente.

– Ella te lo contará cuando se sienta lista – agrega con delicadeza.

Sin embargo, ambos saben que es poco probable, la chica ha crecido empeñada en resolver todo ella sola. Lo que a los ojos de Tony solo hace más raro que haya hablado con Rogers, y sobretodo que lo haya dejado verla llorar.

– ¿Y por qué te lo dijo a ti? Pensé que no se agradaban – insiste.

– Yo sólo estaba en el momento correcto – Steve se encoge de hombros.

El billonario se sume en un silencio reflexivo tan profundo que el soldado piensa que su conversación ha terminado. Sin embargo, cuando se da la vuelta para salir su compañero habla.

– Rogers, ya que tu sabes… lo que sea que pasó en la misión. Cuídala, sé que no siempre están de acuerdo y que ella me odiará por pedírtelo, pero por favor cuídala – suplica en un tono poco usual para alguien tan arrogante.

Un nudo se forma en la garganta de Steve cuando se da cuenta que no le puede explicar que en realidad aprecia a Holmes, que sus esfuerzos no sólo están en cuidarla, sino en lastimar a quien le hizo daño. Que ha jurado cuidar siempre la espalda de la castaña.

Así que tragándose el nudo decide responder.

– Hare lo posible –

03 DE SEPTIEMBRE DE 2013. 3:48 P.M. NUEVA YORK, NUEVA YORK. 411 LAFAYETTE (2 DÍA DESPUÉS)

Siento el frio de la manija del coche en la mano derecha mientras la izquierda juega con el cálido metal de la cruz de mi cuello. Algo tan simple como salir del coche y entrar al edificio, algo que he hecho millones de veces sin siquiera pensarlo. Y ahora parece algo tan difícil.

– Si no te sientes lista, no tienes porque hacerlo hoy – me reconforta Steve desde el asiento del conductor.

Aprovechando que sigo bajo la protección de mi padrino en la Torre, decidimos usar su generosidad y tomar prestado uno de sus muchos autos. La idea era que yo iba a venir sola, pero Rogers siendo Rogers insistió en acompañarme. Ahora mismo, sintiendo su apoyo, agradezco que lo haya hecho.

– Si no lo hago hoy probablemente nunca lo haga – suspiro reuniendo el valor de abrir la puerta.

Por fin mis pies tocan la banqueta con rodillas inestables. Trato de regularizar mi acelerado pulso con un suspiro tembloroso, en su lugar logra llenarme del aire frío de Nueva York y causarme un escalofrío.

MENTE Y CUERPO, CONSULTORIO DE SALUD MENTAL

Leo el letrero y en lugar de avanzar a la calidez del edificio me quedo como piedra considerando todas las rutas de escape.

[Si escapamos ahora aún podemos llegar al bar que está a dos cuadras y ahogar nuestros sentimientos hasta que no recordemos nuestro nombre], me alienta la voz de mi cabeza y es una de esas pocas veces que su idea suena tentadora.

– Holmes – me llama el rubio.

Me acerco a la ventana del auto sin despegar la vista del letrero.

– Tu puedes hacer esto – me asegura Steve con el tono que usa para llenar de seguridad a los agentes antes de una misión.

– Por su puesto que puedo, soy increíble – alego arrogantemente.

El rubio me dedica una sonrisa comprensiva. Me conoce lo suficiente para saber que mi arrogancia es sólo una fachada, pero también sabe que es lo suficiente buena para permitirme entrar al edificio sin desmayarme o vomitar.

– Volveré por ti en dos horas – indica – Si necesitas algo puedes llamarme, me quedaré cerca – agrega, bajo su tono tranquilo puedo percibir que está casi tan nervioso como yo.

Logro asentir con la cabeza y siguiendo la oleada de seguridad que me infunde el rubio me meto al edificio antes de que pueda arrepentirme.

Tal como lo promete, cuando salgo dos horas después lo encuentro en el mismo lugar. Camino hacia él ocultando mi cara con mi abrigo para protegerme del frío aire, mis ojos están rojos e hinchados por el llanto, la piel sobre mi esternón está irritada por el constante roce de mis uñas mientras jugueteaba con mi collar.

Y a pesar de que no siento como si un peso se hubiera levantado mágicamente de mis hombros, sí me siento un poco mejor.

Entro al auto sacando un gemido al sentir el calor de la calefacción.

– ¿Cómo te fue? – pregunta Steve.

Saco un quejido que se convierte en un sonido extraño, me tomo mi tiempo poniéndome el cinturón mientras busco las palabras adecuadas.

– Estar siendo analizada y hablar de mis sentimientos, en general todo. Fue… extraño – suelto.

– ¿Extraño? ¿No estudiaste psicología? – inquiere Steve encendiendo el auto e incorporándose al tráfico.

– Psiquiatría – corrijo automáticamente – Además la manera en que yo ocupo ese conocimiento dista mucho de una terapia – argumento.

El rubio saca un suspiro dándome la razón.

– Pero, por alguna razón me siento mejor. Así que volveré la próxima semana – anuncio.

– Me alegro – responde e incluso despega un momento la vista del camino para dedicarme una sonrisa.

Pasan varios minutos en nuestro camino a la Torre en el que nos quedamos en silencio escuchando la sinfonía de la ciudad de Nueva York, así que dejo mi mente vagar. Ahora que he dejado mi nerviosismo puedo analizar a Steve. Sus nudillos están blancos por lo fuerte que sostiene el volante, sus hombros tiesos y su mandíbula tensa.

– ¿Qué? – pregunto.

– ¿Qué de qué? – pregunta en un intento de sonar casual.

Hago un rápido análisis para determinar si está preparándose para un ataque o tiene una misión, pero no encuentro nada que pueda explicar su preocupación.

– No estoy ciega, puedo ver que estas tan nervioso como si fueras a una cita –

– Tal vez tengo una cita en la noche – replica.

Le dedico una mirada incrédula.

El rubio exhala relajando un poco la tensión de sus hombros, pero sigue sujetando con demasiada fuerza el volante. Mi mente se debate si el volante está en riesgo de romperse, pero concluyo que es lo suficiente fuerte para soportar el nerviosismo de Steve, así que me guardo mis comentarios.

– ¿Cómo vas a ocultar esto de SHIELD? – pregunta finalmente.

– Bueno dije que iba a ir a terapia, nunca dije dónde – me encojo de hombros, por la mirada que me dedica queda claro que esa no es la explicación que busca – Primero hice la cita bajo un nombre falso, obviamente –

Steve frunce el ceño confundido y agradezco no haberle dicho que la mayor parte de mis propiedades, luego que mi padre las tomó y devolvió, están bajo un nombre falso.

– Todo lo pago en efectivo para no dejar rastro, y si por casualidad logran encontrar a la psicóloga encontrarán que esta especializada en Trauma, así que pensarán que es por mi tiempo en el ejército, o mi entrenamiento o mi horrible infancia o algo así. También trata abuso sexual, pero dudo que alguien haga la conexión – continúo mi explicación con tranquilidad – En cuestión a mi archivo todo lo maneja en archivos físicos y el mío tiene nombre diferente al que uso para hacer la cita –

– ¿Y ella estuvo de acuerdo? – inquiere extrañado.

– Es sorprendente las cosas que puedes lograr cuando agregas $100 dólares extra – indico sin mucha atención.

Para bien o para mal si algo me enseñaron tanto Tony como mi padre es que poner un par de cientos dólares extra siempre va a facilitar que las cosas se hagan a tu manera. Sorprendentemente, a pesar de que mi padre es político, ambos se referían a pagar bien un servicio en lugar de sobornar.

– Aparte, en caso de que termine la terapia o cambie de lugar o algo, sólo robaré el archivo y lo quemaré – termino.

Veo como la tensión que Steve había estado conteniendo comienza a liberarse, lo que tomo como buena señal y confianza en mi plan.

– No se si estar asustado o impresionado – dice con asombro.

– Impresionado, obviamente. Tardé mucho tiempo ideando este plan – alego orgullosamente.

– Seguramente tardaste 5 minutos –

Frunzo el ceño y respondo de la manera más madura posible. Le saco la lengua.

06 DE SEPTIEMBRE DE 2013. 3:48 P.M. NUEVA YORK, NUEVA YORK. CENTRO DE COMANDO DE SHIELD. OFICINA DE LA AGENTE HAYLE (4 DÍAS DESPUÉS)

Extraño los momentos donde mi vida no era constantemente recuperarme de lesiones y heridas, o por lo menos de lesiones y heridas que me impiden hacer más misiones.

Dos días después de mi primera ida a terapia por fin convencí a mi padrino que estaba lo suficientemente estable para volver a mi departamento. Tony, Clint y Steve se ofrecieron a ayudarme a llevar mis pocas pertenencias. Rechacé a Tony y Clint porque no pueden saber que vivo con Rogers, y a él porque sería extraño que alguien que no me agrada me acompañara a mi departamento.

Además, todos ya tienen sus sospechas luego de verlo esperar en el hospital. Aparte de las que ya tenían de nuestra supuesta relación.

Llegué al departamento a mitad de la tarde arrastrando mi maleta y encontrando que no estaba Steve, pero lo que sí estaba eran nuevas decoraciones. Un par de pinturas del atardecer en la ciudad, una foto del cumpleaños de Steve y otra de mi cumpleaños adornan donde antes estaban las paredes desnudas.

Adentrándome en la habitación descubrí más detalles: un par de discos nuevos de vinilo, una pequeña bailarina de porcelana en lo alto de un estante dónde Watson no puede llegar, el primer dibujo que Charlie le dio al rubio enmarcado a su lado, aparte de algunos materiales de pintura dispersos por el lugar y un par de juguetes nuevos para Watson.

Me quedó claro que Steve hizo un gran esfuerzo en mantenerse entretenido. Pero me alegró el hecho que por fin este decorando el departamento como un hogar y no como un lugar en el que vives temporalmente.

Sorprendentemente Watson corrió a recibirme, en el tiempo que me fui creció y casi ha dejado de parecer una gatita bebé. Sin embargo, cuando me agaché a acariciarla simplemente huyó de regreso a su escondite. Aunque tampoco esperaba un milagro.

Ahora estiro mis entumidos músculos en mi oficina de SHIELD. Regresé al trabajo porque no hay nada más estresante que pasar todo el día sola con mis terribles pensamientos. Además, tal como comprobó la enfermera Joan, no tengo ninguna secuela de tanto mis heridas como el golpe a la cabeza.

Aunque nada puede ser tan sencillo en mi vida.

Al llegar me di cuenta de que pilas gigantes de documentos que revisar adornan mi escritorio como edificios en una ciudad miniatura. Por la cantidad, sólo comparable cuando recién regresé de la mafia escocesa luego de ausentarme un año, deduzco que Fury quiere que me tome un tiempo antes de adentrarme en alguna misión de campo. No me dejo llevar por sentimentalismos y concluyo que la razón de su interés se debe a que no quiere que arruine una misión.

A media tarde, luego de avanzar el 37% de los archivos y que una poderosa migraña se haya instalado en mi cabeza, tengo una interrupción.

– ¡Sophia! Oí que habías vuelto – me saluda Joey entrando con total naturalidad a mi oficina.

Se desparrama en la silla frente a mi escritorio en completa confianza. Me toma unos segundos dejar los números, posibilidades y teorías que plagan mi mente y volver al mundo real.

– ¿Cómo te sientes? – pregunta.

– Mejor. Bueno hoy en la mañana, mejor. Ahora solo quiero matar al idiota que pensó que era buena idea ir a una misión a un país dónde no tenemos convenio y pelearse con la policía local – gruño haciendo un par de anotaciones antes de que las olvide.

Joey sonríe en respuesta, pero no le llega a los ojos. Este pequeño gesto hace que toda mi atención se vuelva en él. Su ropa me indica que está a punto de ir a una misión, su bronceada cara y sus botas desgastadas me dicen que ha estado en varias en las últimas semanas, supongo que a él le pasaron todas las que eran destinadas a mi.

Pero hay algo más, algo incómodo en su semblante. Algo que tiene una preocupación inusual en mi mejor amigo.

– ¿Qué pasa? – inquiero.

Lo miro directamente a los ojos, no encuentro sorpresa en ellos, pero sí algo de nerviosismo. Se acomoda en la silla bajando la mirada.

– Oí unos rumores – responde.

– Por favor, no otra vez – gimo tallando mi cabeza en un intento de aliviar el dolor – La última vez era que tenía una relación con Rogers. Y créeme si eso pasará lo sabrías –

– No, no es eso – dice seriamente.

Se remueve incómodo en su silla.

– Dime que el nuevo rumor no es que nosotros tenemos una relación – intento con un poco de humor.

Pero el asunto parece lo suficiente delicado para que no le haga gracia.

– Sophia – inicia con completa seriedad – ¿En promedio cuanto tardas en regresar a trabajar luego de una misión? –

Su mirada se mantiene fija en los archivos de mi escritorio en un intento de evitar mirarme a la cara.

– ¿Promedio de todas mis misiones o qué tipo de misiones? – pregunto un poco extrañada.

– Misiones que duraron menos de dos meses – responde en completa seriedad.

Solo tengo que pensarlo un par de segundos para tener la respuesta.

– 25 horas y 34 minutos –

– ¿Cuánto estuviste fuera está vez? – pregunta de nuevo.

– Dos semanas –

Se queda callado dejando que mi mente complete el resto. Sin embargo, hoy no tengo el humor para hacerlo.

– Joey, tengo mucho que analizar no quiero hacerlo a ti también. Corta al grano – suspiro, cansada.

– Repito hay rumores… – inicia para volverse a quedar callado dejándome en misterio.

– ¿Me los vas a decir o vas a seguir siendo tan críptico como Fury? – inquiero algo irritada.

– No es usual que te ausentes tanto, en recuperación me refiero. Así que la gente empezó a creer que tienen tu súper poder deductivo e intentaron suponer por qué no volvías – explica manteniendo su mirada en sus dedos.

– ¿Haber sido disparada 6 veces no era excusa suficiente? – pregunto con humor.

Es cierto que no suelo pasar mucho tiempo en recuperación, sobretodo porque a SHIELD no le preocupa mucho el estado de sus agentes mientras puedan seguir trabajando. Pero me parece lógico que un encuentro cercano a la muerte sea excusa suficiente para faltar un poco.

Además, la razón que mi recuperación se alargó fue principalmente por la preocupación de Tony y el hecho que con ayuda de los Vengadores y Jarvis me tenía retenida en la Torre.

– Les interesa más la otra lesión que tuviste. El traumatismo craneal grave – explica Joey tensando sus hombros.

– ¿Por qué? ¿Se alegran de que hubo un momento donde no era la persona más inteligente? – me burlo, pero la mirada seria de Joey me responde – ¿Qué? ¿En serio pensaban que algo malo le había pasado a mi cerebro? – pregunto pasmada.

Mi mirada viaja automáticamente a los archivos para verlos con nuevos ojos. Las enormes pilas no sólo son una manera de entretenerme, son una prueba para ver si mi mente sigue funcionando. No se sí ofenderme que se atrevan a pensar eso o alegrarme que no me encerraron en un hospital psiquiátrico para averiguarlo.

[O enojarte por no haberlo visto antes], me sisea la voz de mi cabeza.

Aunque la descarto enseguida, no hay razón para haberlo supuesto. Me he dado varios golpes en la cabeza, he estado al borde de la muerte más veces de las que debería, y aunque siempre que regreso hay alguien que cuestiona el estado de mi mente, suelen cuestionar mi cordura en lugar de mi inteligencia.

– Sophia, sé que te doy tu espacio, pero no estás actuando como tú – indica Joey regresándome a la realidad – De hecho, no has actuado como tu misma desde hace unos meses. En serio estoy preocupado – agrega por fin atreviéndose a mirarme directamente a los ojos y transmitiendo su preocupación.

– Estoy bien – aseguro calmadamente.

– Eso haz dicho para luego desmayarte por una herida – refuta secamente.

Ruedo los ojos.

¿Por qué todos los hombres de mi vida decidieron convertirse en bastardos sobreprotectores?, pienso irritada. Hasta siento que van a conferencias de "Como asegurarte que las mujeres en tu vida estén protegidas 24/7, incluye métodos para secuestrarla y encerrarla en una torre".

– Supongo que he llegado a mi límite – decido decirle conteniendo mi mal humor.

– Oh, no señorita. Tu límite suele significar un montón de cadáveres, pero esto es diferente. Y siento que si simplemente lo ignoro y dejo que lo resuelvas sola va a terminar con tu cadáver – sentencia con autoridad.

Una parte muy arraigada dentro de mi mente se reúsa a recibir ayuda, quiere insultarlo y alejarlo lo más rápido que pueda. Pero hay otra parte, la parte que siempre habla en favor de Steve cuando quiere ayudarme, una que a lo largo de los últimos meses ha ganado fuerza y como me he abierto al soldado parece lo suficiente abierta para confiar en otras personas.

O por lo menos hasta cierto punto.

– Muy bien. Sí llegué a mi límite y las cosas en mi cabeza no están muy bien, pero no es por mi inteligencia, esa continúa igual de brillante – me rindo diciendo parte de la verdad– No le digas a nadie… Pero en realidad estoy empezando terapia – suelto finalmente.

Su rostro se queda estático por la sorpresa.

– Estaré bien – insisto con toda la seguridad que soy capaz de reunir.

Veo pasar distintas emociones por su cara, su impulso de preguntar más o discutir para finalmente llegar a la conclusión que yo le diré las cosas cuando me sienta lista. Si es que alguna vez eso pasa

– De acuerdo – suspira con alivio.

Una sonrisa traviesa vuelve a su rostro. Luego intenta tomar mi mano que descansa en mi escritorio. Sus dedos apenas rozan los míos cuando el recuerdo de otras manos sujetando las mías para quitarlas del camino me consume.

No estoy segura cuando quité la mano, pero cuando me doy cuenta ya la tengo acunada en mi regazo. Abro la boca para justificar mi comportamiento, pero encuentro comprensión en los ojos de mi mejor amigo.

– Creo que la terapia llegó en buen momento – dice quedamente y por el tono serio que usa sé que no se está burlando.

– Sí – respondo incómoda sin saber que agregar.

– Bueno, tengo que ir a una misión a California. Pero sí necesitas algo puedes llamarme – anuncia levantándose.

Su mano se eleva para revolver mi cabello en un gesto afectuoso, pero se detiene a medio camino y simplemente da dos golpecitos en mi escritorio como despedida.

– Suerte – suelto aún incómoda.

Me regala una sonrisa para caminar hacia la puerta. Sin embargo, una voz en el fondo de mi mente me fuerza a volver a hablar.

– Joey, no le digas a nadie de la terapia – pido cautelosamente – Si me entero que se sabe contaré… –

– Lo que en realidad hago en mi viaje anual a Los Cabos. Lo sé, lo sé – interrumpe moviendo la mano para quitarle importancia – ¿Por quién me tomas, Sophie? – agrega guiñándome el ojo.

La sonrisa que aparece en mi boca cuando mi mejor amigo sale de mi oficina es genuina. A pesar del desastre que es toda la situación en la que me encuentro y mi salud mental, sé que puedo contar con el apoyo de algunas personas, incluyendo mi mejor.

02 DE OCTUBRE DE 2013. 3:48 P.M. BROOKLYN. TORRE DE DEPARTAMENTOS. 2º PISO. DEPARTAMENTO 221. (UN MES DESPUÉS)

Logro terminar de revisar y analizar todos los archivos en tiempo record. En realidad, lo hago para demostrar que no hay nada malo con mi cerebro, bueno mi inteligencia. Además, luego de otro chequeo médico que comprueba que mi cuerpo está en óptimas condiciones, comienzo las misiones de campo. En cada una siento los ojos vigilantes de mi equipo y la expectativa que falle, que muestre alguna debilidad o estupidez.

Actúo con normalidad para que ni siquiera sospechen que sé la verdadera razón de su interés. Una vez que les queda claro que puedo estar un poco loca, pero no estúpida, dejan de vigilarme tan de cerca. Pero todavía hay preguntas que no puedo responder a los demás.

¿Por qué mantengo un criminal de bajo perfil en una de las celdas más seguras del complejo? ¿Por qué no parece haber ningún proceso legal en su contra? ¿Por qué a pesar de que es mi prisionero, nunca voy a visitarlo? ¿Por qué parece que recibió una golpiza si se supone que nadie ha ido a verlo?

Por lo menos nadie ha hecho la conexión entre el prisionero golpeado y la sangre fresca que apareció en el uniforme de Capitán América luego de la misión. O nadie ha tenido el valor de decírmelo.

Sin embargo, aún no estoy preparada para resolver ninguna de sus preguntas. Encierro todos los pensamientos referentes al idiota de los ojos grises en el fondo de mi mente con la estúpida esperanza que si lo ignoro el tiempo suficiente simplemente desaparecerá, junto con el recuerdo de sus manos en mi cuerpo.

Queda claro que simplemente ignorarlo no va a ayudarme cuando pasan un par de incidentes. Casi le rompo la mano a Clint por tocar mi hombro y tengo un ataque de pánico a media misión porque me enfrento cuerpo a cuerpo con un enemigo, decido que es momento de hablar con mi nueva terapeuta, la doctora Kat Andersson.

Dado que pasé toda mi vida resolviendo todo por mi misma, aún me cuesta trabajo abrirme con ella. Además, no ayuda que no le pueda decir toda la verdad de mi pasado, y por ende muchos orígenes de mis traumas. Aún así, la doctora considera que me beneficiaría enfrentar directamente las cosas y que debo empezar a tocar personas, poco a poco y en un ambiente muy controlado porque es consciente que puedo arrancarle el brazo a alguien si me estreso demasiado.

Mi primer intento decido que sea Steve. Es el único que sabe lo que pasó y porque necesito hacer esto, aparte es lo suficiente fuerte en caso de que, si entro en pánico y lo golpeo, no resulte lastimado. Iniciamos con cosas mucho más sencillas, pone una mano sobre la mía o en mi hombro y la deja ahí todo lo que me siento cómoda.

Pasa un mes entero de muchas idas a terapia, noches en vela fumando o resolviendo archivos para evitar las pesadillas, distintas variedades de misiones cortas que resuelvo con disparos en lugar de peleas cuerpo a cuerpo y una incontable cantidad de intentos de Steve en mi travesía para volver a dejar que otros me toquen sin que les rompa la mano.

Sin embargo, comienzo a mejorar, puedo resistir que Joey me toque el hombro o que Tony me revuelva el cabello sin tener un ataque de pánico. No disfruto particularmente el contacto, pues nunca me ha gustado mucho, pero mi mente comienza a entender que estoy en un lugar seguro y que no todos los hombres que me tocan van a intentar aprovecharse de mí.

Todo parece estar verdaderamente mejorando, pero por supuesto el universo no me deja descansar más de 5 segundos. La doctora decide que si las cosas van tan bien entonces estoy lista para el siguiente paso… un abrazo.

– Muy bien, hazlo – anuncio sacudiendo mi cuerpo para relajar mis músculos.

Steve está del otro lado de la sala de nuestro departamento preparándose para envolverme en sus brazos, por supuesto el va a ser la primera persona en abrazarme en caso de que entre en pánico e intente arrancar sus brazos. Su torso y brazos portan una colección de rasguños y moretones causados por los muchos intentos de volver a dejar que me toquen.

Sin embargo, aquí está. Sin temer la perspectiva de agregar nuevos moretones a su cuerpo y completamente seguro de querer ayudarme. A veces odio lo buena persona que es.

– Vamos, antes de que me arrepienta – gruño aún sacudiendo mi cuerpo.

Asiente con la cabeza para moverse hacia mí abriendo los brazos.

– ¡Espera! – grito cuando está a unos centímetros, tan cerca que si estiro la mano puedo tocar su pecho – ¿Puedo tomar un shot de Tequila? Siento que esto saldría mejor si tomara un shot de Tequila – hablo rápidamente.

– La doctora dijo que tenías que estar completamente sobria – responde con desaprobación.

– Ugg, a veces odio tu rectitud – gruño.

Sin darme más tiempo de dudar me abraza. Mi cuerpo se tensa inmediatamente y se queda tieso. Me fuerzo a concentrarme en el olor del rubio, jabón y menta, dejo que eso sea mi único pensamiento. Sólo su olor y no su cuerpo alrededor del mío.

[Te tiene completamente apresada], sisea la voz de mi cabeza.

Duro 10 segundos antes de que me aparte lanzando golpes. Steve logra esquivar todos y me ayuda con ejercicios de respiración para evitar que me consuma un ataque de pánico.

– Fue un buen primer intento – me anima el rubio con una media sonrisa.

Repetimos el intento cada día en espera que la constante exposición me ayude a aceptarlo. En el 7º intento su olor me rodea y luego de unos segundos, el calor que emana me parece reconfortante. En el siguiente intento ya puedo empezar a relajar mi cuerpo.

La doctora Kat considera que voy bastante bien, por lo menos referente a mis avances con el contacto físico. Mis avances en exponerle mi vida es otro tema, sabe que soy veterana y usé la mentira que trabajo como seguridad con alguien importante y por eso no puedo mencionar mucho. Aunque me repite por lo menos 10 veces por sesión que estoy a salvo y que nada de lo que diga saldrá de la habitación o podrá ser usado en mi contra.

No le puedo decir los verdaderos alcances de SHIELD sin parecer paranoica, así que simplemente asiento y culpo a mis problemas de confianza.

De todos modos, aún con toda mi paranoia, las cosas sí comienzan a mejorar. Puedo ir a SHIELD sin tener ataques de pensar que absolutamente todos son enemigos, mis misiones las resuelvo efectivamente con mínimos problemas, puedo ir a clases de baile con mi cuerpo recuperado, mis relaciones con otras personas siguen sin ser precisamente las mejores, pero por lo menos Steve no a desaprobado ninguna de mis acciones como "autodestructivas" … Bueno ninguna nueva.

Me dejo convencer inocentemente de que las cosas en verdad van a ir bien. Aunque claro, todavía no dejas de procesar un trauma para descubrir otro. Típico.

Me despierto en la madrugada con la imagen de la bala atravesando la cabeza de Steve aún fresca en mis ojos. Doy un par de bocanadas de aire para darme cuenta de que mi cuerpo está temblando incontrolablemente. Dando manotazos quito el cabello sudado que se ha pegado a mi cuello mientras me fuerzo a respirar con normalidad.

Fue una pesadilla, tan sólo una pesadilla, me repito incansablemente para calmarme.

El idiota de los ojos grises le disparó a Steve, la bala iba directo a su cabeza, pero lo quité justo a tiempo. Él está bien.

Fue sólo una pesadilla.

Sin embargo, no puedo quitarme el sentimiento de angustia. El departamento está muy silencioso, no se escucha ningún otro sonido, ni siquiera los suaves ronquidos del rubio.

¿Y sí en realidad no pude quitarlo a tiempo?, ¿Y si todo lo que pensado que pasó después de la misión sólo es mi mente en negación de la muerte de Steve?

La preocupación hace que mi cabeza de vueltas provocando que mi cena amenacé en volverse la nueva decoración de mi piso. Por alguna clase de milagro consigo levantarme y en menos de un segundo ya estoy aporreando la puerta de Steve.

– ¡Abre la maldita puerta! – chillo sintiendo las lágrimas fluir por mis mejillas.

Cada segundo que pasa me parece interminable, y a cada momento me consume más el pánico. La parte lógica de mi cerebro trata de decirme que estoy actuando como loca, pero el resto la silencia consumida en preocupación.

Se abre la puerta mostrando a Steve medio despierto, despeinado, en pijama, mirándome molesto… Pero vivo.

Suelto un suspiro tembloroso por mi llanto mientras toco su cara en busca de cualquier herida. En medio de mi frenesí mi mirada se encuentra con sus ojos zafiro mirándome en completa confusión.

– Lo siento, lo siento, lo siento – balbuceo deslizándome lentamente por la pared hasta terminar hecha una pequeña bolita en el piso.

– ¿Holmes? ¿Qué sucede? – pregunta forzándose a despertar.

La realidad me cae como un balde de agua fría llenándome de vergüenza. El rubio ha estado ahí para apoyarme en muchas ocasiones, pero es muy diferente compartir un cigarrillo mientras hablamos, que despertarlo en mitad de la noche llorando y aporrando su puerta.

– Yo… em… pesadilla … No es importante… Buenas noches – balbuceo apresuradamente mientras consigo levantarme y encerrarme en mi cuarto dejando a un muy confundido soldado atrás.

Saco bruscamente algún archivo de mi mochila y me concentro en descifrarlo en lugar de pensar en mi pesadilla, o en el terrible ridículo que acabo de hacer. A la mañana siguiente salgo sigilosamente antes de que se despierte porque me siento incapaz de verlo a la cara.

Pero sobretodo, me niego a hondar mi reacción. Siempre me jacto de mantener la cabeza fría y he visto suficiente muerte para 5 vidas, pero siquiera considerar que el rubio estaba muerto me hizo entrar en un estado de pánico al que rara vez entro. Pero de nuevo, me niego a reflexionar lo que eso significa.