Todos los personajes pertenecen a Stephenie Meyer. La historia es completamente mía, queda prohibida cualquier adaptación. Todos los medios de contacto se encuentran en mi perfil.
.
.
James Arthur – Train Wreck
Forks Washington, Mayo 2000
Todo se mantuvo en silencio. Un sepulcral y absoluto silencio.
Mi cuerpo dolía, por completo. Los calambres subían por mis piernas, recorriendo mi espalda y terminando en el pliegue al final de mi nuca. Mi cabeza, que se encontraba entre mis piernas, pesaba más de lo que recordare alguna vez.
Levante mi mano y acaricie la base de mi cabeza, enredando mis dedos entre mi delgado cabello.
El doctor dijo que todavía no se caería.
Al menos hasta que decidiera comenzar con la quimioterapia, lo que sería después de mi cirugía. Si es que decidía someterme al tratamiento. Mis músculos se quejaron cuando baje las piernas, extendiéndolas sobre el piso y pasando las manos sobre mis muslos en un intento por sentir algo de calor en mi cuerpo.
Hace mucho que me sentía más frio que un maldito tempano de hielo.
Mire el suelo del baño, asqueándome en el proceso.
Todo era un desastre. Por donde miraras, sangre y vomito regado por todas partes. Di las gracias porque mis padres no se encontraran en casa. Carlisle no llegaría hasta el anochecer y Esme estaba en la casa de la señora Stanley, redecorando su sala de estar. Mis hermanos debían estar por alguna parte de Forks, Emmett seguramente preparando todo para su próximo viaje hacia la universidad. A pesar de haberse atrasado un semestre, mi grandulón había luchado por colarse entre las últimas solicitudes y ser aceptado UW, en Seattle.
Me alegraba que al menos uno de nosotros pudiera tener un futuro. Eso ya no parecía ser una posibilidad para mí con el cáncer en mi cabeza, comiéndose mi cerebro y sus funciones a cada minuto que pasaba.
Cansado, lo más cansado que me sentí en toda mi vida, intente ponerme de pie.
Mis piernas protestaron, enojadas por el sobresfuerzo que les obligue a hacer.
Moví mis pies en el suelo, con la sensación pegajosa de la sangre pagándose a mi piel.
Tome muchas servilletas, todas las que pude y comencé a limpiar el suelo de mi baño. Una tras una la use, hasta que llene el bote de basura y comencé a amontonas al lado del retrete. Tendría que encontrar alguna manera de sacar toda la basura de casa sin que mis padres se dieran cuenta, posiblemente antes de que Esme o Carlisle regresaran del trabajo.
Lidie con todo mi desastre por al menos una hora, hasta que tuve que lavar el baño. Saque la caja de limpieza de bajo de mi cama, Clarie la había preparado semanas atrás, cuando los ataques se hicieron tan frecuentes como pestañear. Encendí mi reproductor de música, con la voz de Norah Jones inundando mi habitación, acallando un poco más mi mente y sus oscuros y deprimentes pensamientos.
Puse los guantes rojos sobre mis manos y me dedique otros cuarentaicinco minutos a dejar mi baño lo suficientemente decente.
Esto hacia el meduloblastoma, un tumor que se alojaba en la parte baja de mi cerebro, para ser más precisos en cerebelo y que poco a poco se llevaba todo de mí. Mi salud, mi independencia, y… el movimiento. El equilibrio y coordinación ya no eran lo mío. Algunas veces, cuando amanecía tan mal que ni siquiera podía servirme un vaso agua, deseaba morir.
Lo deseaba tan profundamente.
Morir mientras dormía, morir mientras vomitaba y mis pulmones quemaban, morir mientras bajaba las escaleras y un profundo mareo me obligaba a parar. Morir mientras le daba un beso de despedida a mi novia.
Recordar a Bella quemaba mi alma.
El cáncer hizo eso también, comenzar a llevarse mi relación al carajo, eso y el miedo. El terrible miedo que me provocaba hacerle frente a mi enfermedad. Dejarle por fin tomar el mando de mi vida a y que me quitara lo poco que me quedaba.
Asqueado, esta vez conmigo mismo y mi debilidad, lleve mi porquería fuera de casa dentro de dos bolsas negras, de esas que mi madre usaba para tirar basura que sacaba del sótano. La tire dentro del bote de basura gigantesco que teníamos detrás de casa. Fue un esfuerzo tremendo regresar sobre mis pasos, los metros parecían kilómetros y para cuando llegue al porche de la casa otra vez, mi pecho subía y bajaba una y otra vez.
Odie eso también. A veces, sentía la sensación de estar atrapado en mi propio cuerpo. ¿Sería normal? Mirarte al espejo por las mañanas, por las tardes, por las noches, moverte, caminar, subir, bajar escaleras y estar profundamente furioso con él. Odiarlo tanto que a veces me daban ganas de tomar una cuchilla y arrancarme la piel.
De eso hablaba, cuando me refería a pensamientos oscuros. Cada vez aumentaban más, en tanto el cáncer se adueñaba más y más de mi cabeza, como un parasito que se alimentaba de todo lo que alguna vez fui y cada día no soy.
Me deje caer sobre las baldosas de madera del porche de casa, rendido frente a mi debilitado cuerpo.
Me reí de mí mismo con amargura.
¿No era una ironía si moría de cáncer?¿No sería una ironía que muriera de la misma enfermedad que murió el padre de mi madre? Mi abuelo paterno. El padre de Esme. Edward Anthony Platt Masen. El mismo nombre, la misma historia. Pensándolo bien, siempre odie el Edward. Pensándolo mejor, a él siempre le llamaron por su segundo nombre. Fue un hombre duro, inescrupuloso y el peor padre que Esme pudo tener, y siempre pensé que tuvo su merecido, aun si mi madre siempre lo mencionaba con gran cariño. Anthony fue un cabrón. Un cabrón que se suicidó de un disparo en la cabeza, conectado a un tanque de oxígeno y con los pulmones tan negros como su alma.
En medio de mi epifanía, desee profundamente ser él y tener el valor de terminar con todo. ¿El problema? Jamás sería capaz de hacer pasar a mi familia por un dolor así.
Resignado, me deje caer sobre el piso, con el cuerpo a medio colgar y el dolor de cabeza regresando poco a poco hacia la parte posterior de mi cabeza. Era como un cuenta gotas, que cuando se acababa, llegaba un ataque, mi mierda salía disparada de mi cuerpo, me debilitada, me drenaba, se marchaba y luego, cuando regresaba, la cuenta atrás se volvía a activar.
Mi teléfono me saco de mi adormecimiento por un momento.
"Voy directo a tu casa" —C.S.
"Tengo algo que mostrarte" —C.S.
"También tengo noticias" —C.S.
"De verdad necesito un maldito descanso de esta gigantesca pansa. Cada día estoy más gorda, creo que en cualquier momento voy a explotar" —C.S.
Leí el último mensaje.
"¿Edward?" —C.S.
"Maldita sea, responde antes de que llame a una ambulancia" —C.S.
Respondí, con mis dedos escribiendo torpemente un mensaje de texto, tenía tantas ganas de llamarle como de levantarme del lugar donde me encontraba acostado y dar un paseo. Ósea cero.
"Joder mujer, dame un respiro. Tomare una siesta, despiértame cuando llegues. Estoy muerto (y no estoy siendo sarcástico)." —E.C.
Antes de ver su respuesta, deje caer el teléfono, dejando que mi sueño me llevara a aguas profundas. Navegue por las corrientes de mi mente, a un lugar más tranquilo, a un lugar sin dolor… a un lugar, donde no tuviera una sentencia fija de muerte.
Y aunque parezca increíble, desee morir de nuevo. Sería bonito morir mientras sueño con la única cosa que me proporciona un poco de calma.
Con mi Bella.
—Jodida mierda, maldito imbécil. —se coló una voz entre los restos de mi conciencia. Un segundo después, mano mano manoteo mi brazo sin delicadeza— ¿En serio, Edward? ¡Casi me da un infarto cuando te vi aquí tendido!
Gruñí.
—No es mi maldita culpa que seas una paranoica.
—Bueno, disculpa si lo soy. Después de todo. —dijo con ironía— No es como si me tuviera que preocupar por ti. Levanta tu trasero y vayamos adentro, el trasero se me esta congelando.
—Tu gordo trasero.
—Idiota. —replico al pasar a mi lado, pisoteando el piso ruidosamente sin delicadeza alguna. Rodé los ojos exasperado, deseando con todas mis fuerzas que se largara de una buena vez.
¿Era mucho pedir que dejara de comportarse como una mamá gallina? Correteando tras de mí, preocupada a todo momento de cualquier cosa que hiciera y me pasara. Joder, si por fi fuera, le rogaría a la vida que dejara que un tren me pasara por encima. Sería una mejor muerte, algo que pareciera más accidental. Algo que le diera a mi familia una despedida limpia, algo sin mucho dolor.
Entre a casa arrastrando los pies.
—Solo deja de hacer mi trabajo más pesado, Cullen. Mira que a mis casi nueve meses de embarazo, tal vez un día no me encuentres de un humor tan bueno y finalmente te arranque la cabeza… —se detuvo repentinamente cuando se dio cuenta de lo que había dicho.
Arrepentida, cerró los ojos y se dejó caer en uno de los sillones de mi madre.
—Soy tan estúpida…
Me deje caer a su lado, nada ofendido por sus palabras. Era lo que era y hacer sentir mal a mi muy embarazada amiga y cuñada no serviría de nada.
—Olvídalo. —ladee la cabeza— Incluso fue un poco divertido.
Subí y baje las cejas varias veces.
Se inclinó sobre el respaldo del sofá, recargando su espalda sobre este y subiendo sus pies encima de mis piernas. La conocía, esa era su forma de pedir disculpas silenciosas. Curioso, sí, pero así era Clarie. Juguete con el pompón de sus botas en respuesta, confirmándole que estaba perdonada. Mis dedos hicieron rebotar una y otra vez la pequeña pelota de peluche sobre mi pierna.
—¿Tomaste tus medicinas? —no se resistió a preguntar.
—Sí, mamá. —respondí.
Ella ignoro mi obvia broma en total referencia a su exagerada preocupación sobre mis en los dos últimos meses.
—La terapia dirigida no es un juego, Edward.
—Tome mis medicinas, voy a mis chequeos médicos semanales, ¿algo más?
Hizo un mohín.
—No me gusta tu aspecto últimamente. Me preocupa que los medicamentos no estén ayudando. Te vez cansado y aunque no me lo digas, sé que los ataques han aumentado de dos a tres por semana, y por las bolsas de basura al costado de la casa y el olor a desinfectante que sale de cada poro de tu piel, ahora cuatro. Esto no está funcionado.
Intente ignorar la molestia que me provoco sus palabras, La enfermedad también hacia eso. Me mantenía irritado, cambiando de humor y el aumento de cansancio solo ayudaba más a lo anterior, poniendo en su máxima potencia a mis confusas emociones.
—Si está funcionando. —intente asegurarle, aun si no era del todo cierto.
—Parces más preocupados por convencerte a ti mismo.
—Clarie…
—Sí, si… —dejo salir un suspiro— Dispárame por preocuparme por ti.
—Es solo que, no quiero. —deje de lado mi jueguito con sus botas y le dedique toda mi atención a ella— No quiero hablar sobre esto, no quiero cederle el control. Ya tiene el control de mi cuerpo, me niego a darle el de mi vida.
Ella lo peso por un minuto, antes de responderme.
—El problema no se trata de control, el problema es que no lo has querido afrontar desde que nos enteramos de tu enfermedad. El doctor Clackson no hace otra cosa que mandar correos a la dirección electrónica falsa que le di. Pronto, no querrá seguir atendiendo su caso, no sin un tutor presente.
—Cambiare de médico, tengo diecinueve malditos años y tenemos una historia sólida, ni siquiera debería estar preguntando por mis padres o los tuyos.
—Cree que somos demasiado pequeños, quiere una base de apoyo para mí y para ti. Cree que soy Isabella y que nos casaremos, que estamos esperando un bebé… —se mordió el interior de su mejilla izquierda con nerviosismo— Esto no es justo, ni para ti, ni para Bella, ni para tus padres. Merecen saber sobre el cáncer.
Esta vez, mi mal humor tomo el mando de la situación.
—Vale y quizás, mientras les digo que tengo cáncer, tú también puedas contarles sobre tu embarazo. —señale su vientre.
Dejo salir un ruido extraño de su garganta, algo entre un grito y un jadeo. Bajo los pies de mis piernas, aun cuando intente retenerla.
Imbécil. Abrí la boca demás.
—Clarie…
—No te molestes, Cullen. Me largo, ni siquiera sé que hago aquí.
Tomo su bolso y se puso de pie. Con casi nueve meses de embarazo, hizo una de sus extrañas maniobras para ponerse de pie, impulsándose con sus pies y manos. En otro momento, me hubiera burlado de ella y bromeado al respecto. ¿Ahora? Ni siquiera podía bromear sobre nada. Talle mi cara fastidiada.
Fastidiado conmigo mismo.
—Lo lamento, perdóname.
—Vete a la mierda. Si yo tuviera una familia como la tuya. —se giró, antes de llegar a la puerta— Si tuviera una madre como Esme, un padre como Carlisle, un hermano como Emmett o una hermana como Alice, no importa que sea un jodido desastre últimamente. —se refirió al comportamiento rebelde que últimamente tenia a Alice peleando constantemente con mi madre— Si tuviera la cuarta parte de lo que tú tienes, entonces podría decirles de mi embarazo. Pero no lo tengo, en cambio tengo una madre que no vea más allá de su nariz y que tiene más amantes de los que puedo contar con los dedos de mis dos manos. —era la primera vez que Clarie se refería directamente a Renne en meses— Un padre que odia a mi madre, que se le notan a miles de kilómetros los cachos que se carga, pero él intenta hacer como que no sabe nada y una hermana que vive en constante depresión porque perdió a su abuela favorita. ¿Sabes qué? Yo he perdido más que eso, he perdido dos padres, una hermana, ¡y también a mi jodida abuela! —grito enojada, extendiendo los brazos y con las mejillas sonrojadas— ¡Y también te estoy perdiendo a ti!¡La única persona con la que me he podido sentar en toda mi vida a hablar sobre lo que siento!¡Sobre todo lo que he pasado!¡La única persona que sabe de la existencia de este bebé y lo atemorizada que me siento de ser una madre de mierda para mi hijo! Y te perderé, tarde o temprano. Lo hare si no te pones los pantalones de una vez por todas y te quitas esa estúpida autocompasión que tienes hacia ti mismo. Odio a la gente de este pueblo, odio que sean así, que piensen solo en sí mismos. Que no les importe callar u ocultar cosas, con tal de salvarse el pellejo.
Sus palabras me atravesaron, como mil cuchillos perforando mi piel, mi mente… peor que todos los ataques que había sufrido. Había lastimado… a la única persona que había estado conmigo durante los últimos meses. Cuando tuve que afrontar la lejanía de Bella, las dudas, su regreso, mis dudas, mi enfermedad, mi mierda. Ella recogía toda mi mierda, guardándola sin pedirme nada a cambio, ¿y que hacia yo? Le pagaba echándole en cara lo de su bebé.
Tal vez si lo intentaba lo suficiente, me perdonaría.
—Perdón, cariño.
Sus ojos se llenaron de lágrimas.
Dejo salir un suspiro y bajo la mirada.
—Solo quería enseñarte esto.
Saco algo de su bolso, estirando la mano —aun sin mirarme y evitando que nuestras manos tuvieran ningún contacto— para darme un papel.
O más bien, una fotografía.
Una fotografía en blanco y negro.
Sorprendido, la examine. Todo en ella era perfecto. Aun si todavía no era lo suficientemente nítida o clara. Era vida. Vida pura y brillante. Acaricie los bordes de la figura del bebé en la ecografía. Los contornos de su cabecita, de sus cuerpecito, de sus piernas pequeñas.
—Es una niña. —susurro Clarie— Una niña perfecta y hermosa. Es una ella. Una Anne.
—¿Anne? —pregunte con los sentimientos a flor de piel.
Se encogió de hombros, abrazándose a si misma con sus brazos y luciendo un poco avergonzada. Aunque en sus ojos, un poco de tristeza habitaba todavía.
—¿Crees que a Esme le importe?
Anne. El segundo nombre de mi madre. Debió notar mi confusión, porque agrego con rapidez.
—Es solo que… —una lágrima se deslizo por su mejilla— Quería ponerle el nombre de alguien cercano, alguien bueno y que tuviera todo lo que yo quería para ella. Alguien muy alejado de mi familia, sobre todo de Renne. —agrego— Y el primer nombre que pensé fue en el de Anne. Es corto y muy bonito. Después me di cuenta que era el segundo nombre de Esme y se escuchó aún más perfecto en mi mente. Ella es todo lo que hubiera deseado en una madre…
—Clarie… Anne suena perfecto. —le sonreí.
—Anne Swan. —completo con una sonrisa en medio de sus lágrimas.
—¿Swan? —regué porque fuera lo que estaba pensando. A pesar de lo que cualquier persona pensara, de lo que todos conocíamos de Clarie, ella amaba profunda y locamente a su hija.
—Sí. Swan. Hija de Clarie Swan.
La felicidad lleno mi cuerpo, por primera vez en dos meses. Por primera vez, el cáncer no fue capaz de alcanzar una parte de mi vida.
Por un momento, aquello quedo fuera de mi mente.
—¿Es definitivo?
—Sí. —y entonces, toda tristeza fue eliminada de su mirada. Dejando solo el profundo azul. Un azul tan claro que por primera vez, algo muy dentro de mí, se encendió. La oscuridad de mi mente y de mi alma, la oscuridad que intentaba arrastrar a mi cuerpo hacia el abismo, fue ahuyentada, por ese azul.
Atraje a Clarie a mis brazos, susurrándole palabras de consuelo y apoyo.
Por lo menos, alguno de los dos era valiente y no un cobarde. Me alegraba que fuera ella.
No podía esperar a que Anne conociera a la maravillosa madre que tendría.
.
.
"Bésame y llora todo lo que quieras, arráncame besos y lágrimas, que ellas te abrasarán y serán tu condenación. Tú misma te has matado. Si me querías, ¿Con qué derecho me abandonaste? ¡Y por un mezquino capricho te sentiste hacia Linton! Ni la miseria, ni la bajeza, ni aun la muerte nos hubiera separado, y tú, sin embargo, nos separaste por tu propia voluntad. No soy yo quien ha desgarrado tu corazón. Te lo has desgarrado tú, y al desgarrártelo has desgarrado el mío… y si soy más fuerte, ¡Peor para mí! ¿Para qué quiero vivir cuando tú…? ¡Oh, Dios, ¡quisiera estar contigo en la tumba!"
Trague el sabor amargo de mi boca, el cual era muy común en los últimos días, y deje el libro de lado. Ignore la punzada que sentí en la boca del estómago, incómodo con que acababa de leer. La habitación de Bella se mantenía a oscuras y en silencio, ocultando mi secreto.
Me volví a acostar a su lado, evitando acurrucarme muy cerca de su tibia espalda. Últimamente mi temperatura era más baja de lo norma, y temía que ella lo notara. Ya había notado mi falta de apetito, mis continuos "resfriados", lo delgado que estaba mi cabello. Solo lo había mencionado un par de veces por aquí y por allá, no lo suficiente para que estuviera sospechando, pero si lo suficiente para que yo me replanteara las cosas una y otra vez durante las últimas semanas. Nuestra relación no iba muy bien desde que habíamos echo el amor por primera vez. Su silencio y mi silencio nos destruían, me temía.
Pasábamos el rato, como una pareja normal, pero habíamos dejado de hablar de temas importantes. Temas realmente importantes. Como la graduación, la universidad, Phoenix, nuestras solicitudes a la universidad, nuestro futuro.
Ahora discutíamos aparte de pasar el rato, continuamente y por cualquier cosa. Bella estaba irritada y cansada y definitivamente deprimida. Yo también. Por fuera, tal vez las cosas parcial bastante normales, pero era todo lo contrario.
Podía notar como poco a poco, la oscuridad también tomaba entre sus garras esta parte de mi vida, corroyéndola e infectándola de su veneno.
Sonaba doloroso... pero si las cosas continuaban así por mucho tiempo más, tal vez mi relación con Bella no perdurara mucho más allá de la graduación.
Pase mi dedo índice por la rectitud de su columna vertebral, acariciando su piel nívea con la mía. Mi piel también era diferente ahora, no solo pálida, sino casi transparentosa. Hace al menos una semana que no me puedo mirarme al espejo, pues lo único que me provoca mirar mi cuerpo debilitado es un profundo sentimiento de asco hacia mí mismo. La masa muscular de mis piernas y brazos era casi inexistente. Mi dedo tembló, incontroladamente al llegar a la espalda baja de Bella.
Sostuve mi mano con fuerza, casi hasta el punto del dolor mientras me incorporaba y me sentaba en el filo de la cama de Bella.
Mis pies desnudos tocaron el suelo, enviando une escalofrió directo a mi espina dorsal.
Puse mis manos hechas puños en mis rodillas y cerré los ojos, comenzando a contar hasta diez.
—Psst. Psht. —intente ignorar el ruido.
—Phst. Pshht. —aquí va de nuevo.
—Pssssssstttthhh. —maldita sea.
Deje salir un resoplido y al fin le dedique una mirada. Clarie asomaba su cabeza por el borde de la puerta, con su cabellera lisa y rubia extendida por sus hombros, cayendo hacia el piso por poco. Me pregunte cuando fue sido la última vez que se había cortado su cabello.
—Deja tu mierda de lado y ven a mi habitación.
Levante una ceja.
—¿Por qué crees que dejare a mi novia semi desnuda para ir contigo?
—Idiota. —hizo un gesto de asco abriendo su boca y metiendo su dedo índice dentro de ella, simulando como si vomitara— Es mi hermana, pendejo. Solo ven. —rodo los ojos exasperada— Tengo algo que mostrarte.
—¿Y no puedes mostrarme en otro momento? —pregunte cansado.
Me fulmino con la mirada.
—Vete a la mierda.
Cerró la puerta con un click a sus espaldas y desapareció, dejando la habitación de nuevo en silencio. Bien Cullen, lo hiciste de nuevo, me felicite internamente.
Gire y examine a Bella, pasando una mano por su cadera tapada con una delgada sabana. No sé movió ni hizo un ruido. Debía estar en un sueño profundo. Aquello mejoro un poco mi humor, últimamente pasaba más tiempo despierta del que dormía. Desde su regreso de Los Ángeles y nuestra pelea, el insomnio se había convertido en su acompañante nocturno.
Yo por otro lado dormía más de lo que deseaba.
Me estire y deje un beso en su coronilla, deseando que pudiera dormir todo lo que no había dormido en estas últimas semanas.
Me puse mis jeans, más lento de lo que me gustaría y mi camisa de manga larga. Deje mi chaqueta sobre la silla, pensando en que no tardaría en volver y me calce mis zapatos. Amarre las cintas de mis converse negros y me puse de pie.
Antes de salir de la habitación de Bella rebusque en su closet, dando con un edredón más grueso que el que solía tener en su cama. La tape antes de salir y me asegure que no se notada lo que habíamos estado haciendo dos horas antes.
La habitación de Clarie estaba del otro lado del pasillo y hasta el fondo. Toque la puerta con mis nudillos, tratando de ser lo más silencioso posible.
—Entra.
Obedecí la orden de Clarie, consciente de que me tendría que arrastrar un poco por su perdón. Últimamente también era un cretino malhumorado con ella.
La encontré en medio de su cama, con muchas cosas coloridas a su alrededor y su increíble y muy grande vientre descubierto. No pude evitar admirarlo, sorprendido de lo grande que estaba desde la última vez que lo vi, considerando que no había podido acompañar a Clarie a sus últimas revisiones prenatales.
Clarie murmuro algo por lo bajo. Algo que no alcance a escuchar debido a mi ensimismamiento.
—¿Qué?
—No hablaba contigo. —trabajo sobre las cosas en su cama.
Escanee alrededor de su habitación.
—¿Entonces con quién?
—Con ella. —refunfuño, dejándose caer sobre el cabecero de su cama.
Aquello me hizo sonreír inevitablemente y camine hacia su cama. Me deje caer sobre la orilla de la cama, inclinándome hacia su muy prominente vientre.
—¿Qué cuentas, Anny?
Clarie me aventó una prenda de ropa sobre el pecho.
—Deja de hacer eso.
—¿Hacer qué? —pregunte, mientras examinaba lo que me había lanzado. Rosa, pequeño y con muchos botones.
—Hablarle de esa forma. —se volvió a sentar bien y me arrebato el pequeño mameluco en mis manos. ¿Cómo es que había conseguido tanta ropa de bebé?— Me molesta.
—¿Qué le hable a tu bebé?
—No, idiota. —respondió— Que la llames así. Es Anne.
—¿Qué tiene de malo Anny?
—Es meloso, ridículo y ella. —apunto su vientre. No sé si fue mi imaginación, pero lo miro un poco mal. Mi mal humor mejoro— Ella se vuelve loca cuando la llamas así.
—Uh. Uh. Sera mi encanto natural.
—Déjalo.
—De todos modos. ¿Qué se supone que es todo esto? —tome otro mameluco, solo que esta diferencia del otro era amarillo y tenía dos orejas de… ¿conejo? En la parte superior.
Ella actuó como si le hubiera hecho la pregunta más estúpida del mundo.
—Quizás ropita… ¿para el bebé que vive dentro de mí?
—Ha-ha. —me recargue contra su pierna, estirándome y tomando dos pares de zapatitos— Me gustan estos. Son lindos.
—Lo son. —doblo el primer mameluco, el rosa, y lo metió dentro de una caja. Y luego otro, y otro, y otro.
—¿Por qué estas metiendo todo en cajas?
—Bueno… —bajo la cabeza y siguió en lo suyo.
—¿No se supone que tendrías que guardar todo ahí? —apunte a mis espaldas. Hacia el closet en la esquina izquierda de su habitación.
—No voy a guardar las cosas mi bebé en ese estúpido closet.
—De todos modos, terminaras sacando todo de esas cajas.
—No lo creo. —soltó un suspiro y dejo su tarea de lado— No voy a estar aquí para cuando tenga a mi bebé. Se supone que voy a dar a luz en dos o tres semanas, días más, días menos. —le quito importancia— Tengo una amiga en Port Ángeles, tiene un departamento y una habitación vacía, creo que la tomare.
No. No. No. Decisión equivocada. Todas las alarmas dentro de mi cabeza se activaron. Una a una. De solo maginar a Clarie, con una pequeña recién nacida, en Port Ángeles, sin nadie que le ayudarle, mi estómago se revolvió.
—No te entiendo. —mi voz salió más afilada de lo que quería— No, Clarie.
—¿No? —ella se rio burlonamente, alejándose de mí en el proceso. Bajo de la cama, no sin un poco de esfuerzo y tomo una blusa floja del respaldo de la silla en su escritorio y luego metió por su cabeza una sudadera negra. Una sudadera gigante. Dios, ¿siempre tenía que taparse tanto?— ¿Qué se supone que significa eso?
—¿Te estas escuchando? —intente que mi voz sonara un poco más amigable— Estas hablando de dejar Forks, con tu hija recién nacida, sola…
—¿Y qué diferencia hay? Aquí, en este estúpido pueblo prejuicioso, también estaré sola.
—¿Y qué pasa con la universidad?¿Con tu familia?¿Conmigo?
—Puedo intentar lo de la universidad después, cuando Anny… —se exaspero, manoteando— Anne, es Anne. Cuando Anne este más crecida, y con respecto a mi familia, pueden irse a la mierda, sobre todo Renne. ¿Tú? Tú no me necesitas, Edward. Solo… estas pasando por un momento difícil, tal vez revolcándote en tu propia miseria, pero lo superaras. Confió en que pronto le digas la verdad a Bella y a tu familia.
Entrecerré los ojos.
—¿Otra vez con esa mierda?
—No puedes mantenerlo en secreto.
—Tú tampoco podías mantenerlo en secreto.—replique, refiriéndome a su muy adelantado embarazo— Y mírate, estas aquí, con casi nueve meses de embarazo y un absurdo plan para escapar a Port Ángeles.
—Mi embarazo no es cáncer, Edward. —siseo por lo bajo— Mi embarazo no me pone una maldita sentencia de muerte en la frente.
—Exacto. No te atrevas a hablar como si supieras como manejar esto mejor que yo.
—Asúmelo, Edward. La terapia dirigida no está sirviendo. Es simplemente algo de yeso, estas intentando tapar un cráter con yeso. Y tarde o temprano, el cráter explotara, llevándote a la mierda. Necesitas la maldita cirugía que el doctor Clackson sugirió y prácticamente te ordeno.
—No. —mi respuesta fue rotunda. No estaba a discusión. No haría pasar por todo eso ni a Bella, ni a mis padres, a nadie. No dejaría que la oscuridad también se colara en sus vidas, que me vieran como lo que últimamente yo sabía que era, un cobarde y un hijo de puta que tenía mucho miedo. Un miedo que a veces era tan paralizante que mientras estaba sobre el inodoro del baño vomitando mi mierda, algo que ya era muy cotidiano por esos días, me agarraba llorando, como un niño pequeño.
La gente esperaba que lucharas cuando el cáncer toca tu vida. ¿Pero cómo les dices que estas cagado de miedo?¿Cómo les dices que prefieres morir a que te abran la cabeza en dos y rebusquen entre tu cerebro hasta encontrar con la mierda que se lo comía, y que aun después de pasar por esa horrible cirugía, tendría que pasar por la quimioterapia y la radioterapia? Para entonces, mi cuerpo ya sería una mierda. Mi cabello se habría caído y estaría en los huesos, con miles de medicamentos y cuidados por los que tendría que pasar. Ni siquiera podría limpiarme el culo yo solo en algunas ocasiones. ¿Cómo les haces eso a las personas que amas? Convertirte en un bueno para nada enfermo que solo es una carga.
Podía morir con un poquito de más dignidad.
—Bien. —Clarie se acercó a mí, picoteando su dedo índice contra mi pecho— Entonces quédate pudriéndote en este estúpido pueblo, Edward. Con estas estúpidas personas. Yo no. Mi hija tampoco.
—Díselo a Charlie. —contraataque yo, molesto con su terquedad y sus ganas de abandonarme. Quizás sonara como un hijo de puta egoísta y pretensioso, pero si yo me había guardado su mierda, ¿Por qué ella no era capaz de guardar la mía? De cualquier forma, que se fuera a Port Angeles, seguía siendo una maldita locura,
Llevada por su furia ante mi amenaza, Clarie levanto la mano derecha, dispuesta a bofetearme. Detuve su brazo antes de que sus dedos hicieran siquiera contacto contra mi mejilla y la coaccione de manera que terminara sobre la cama, tendida y yo sobre ella.
Sus ojos revolotearon, con fuego caliente dentro de ellos, convirtiendo el azul claro en un azul eléctrico.
Me incoó las uñas sobre los brazos y aun así no me importo. La obligaría a que me escuchara de ser necesario.
—Asúmelo, estas aterrada por lo que dirán los chismosos del pueblo, de lo que pensara tu familia sobre tu embarazo.
—Asúmelo. —me escupió en la cara, siguiendo mis mismas palabras con el veneno saliendo de su boca por todas partes— Eres un cobarde que no puede aceptar que tiene cáncer y que no tiene los cojones para aceptar lo que todo eso conlleva. Prefieres hundirte, y mientras tanto, llevas a mi hermana contigo.
Un jadeo nos sacó a ambos de nuestra pequeña pelea. Toda furia escapo de los ojos de Clarie, remplazado por el pánico. Lentamente, me quite de encima de ella, rogando a dios porque la persona que estuviera en la puerta no fuera Bella.
La vida no podía ser tan hija de puta.
Mire a la persona. Renne me regreso una mirada conmocionada. Sus ojos yendo de Clarie hacia mí, en un juego maquiavélico de pint pont. Cubrió su boca un segundo después, sus ojos sobre el vientre de Clarie.
Clarie permaneció en la misma posición, con las piernas colgando por el borde de la cama y ahora, ambas manos sobre su vientre. Casi como si sintiera la irremediable necesidad de proteger a Anny. Mentalmente recapitule todo lo que dijimos en medio de nuestro altercado, cosa por cosa. Estábamos arruinados.
Y ambos lo sabíamos.
Renne dio un par de pasos dentro de la habitación, con sus botas de gamuza haciendo sonar la madera bajo sus pies. Su vestido largo ondeo, brillando por sus colores vivos y relucientes, mientras se dejaba caer sobre la puerta.
—Dios, esto va a destrozar a Bella.
—¿Qué?
—¿Cómo pudiste hacerle esto a mi hija?¿Cómo?¿Cómo te atreves a estar en la habitación de al lado con su propia hermana?¿Y tú?¡Creí que habías cambiado!
—Como digas una palabra más. —Clarie se sentó y la fulmino con la mirada, enviando miles de dagas a través de sus ojos. Me estremecí, notando el rencor y odio detrás de sus palabras— Juro que se me olvidara que eres mi madre.
—¿Es suyo?
—Es mía.
Renne bajo la mirada al vientre de Clarie.
—¿Es una niña?
—No te importa. —respondió Clarie entre dientes— No estaré lo suficiente aquí para que logres averiguarlo.
—¿Te vas a fugar con él? —me apunto. Me quede paralizado por su pregunta y no solo por eso, sino porque todo se estaba yendo a la mierda en unos minutos. Todo mi esfuerzo por ocultar el embarazo de Clarie, a su bebé, mi cáncer. Todo por una estúpida pelea, por dejarme llevar por mis emociones, por no cuidarnos lo suficiente.
Por dejarnos llevar.
—¿No se supone que estarías en el "club" hasta las seis?
—No te atrevas, Clarie Swan. Ya he soportado lo suficiente.
—Jodete. Por mi te puedes ir a la mierda, y tú también. —Clarie me señalo— Si no hubiera confiado en ti nada de esto estaría pasando. Lo único que tenías que hacer era cerrar la boca, Edward. ¡Cerrar la maldita boca!
—Clarie. —desee con todas mis fuerzas poder echar el tiempo para atrás.
Levanto la mano.
—¿Qué tal si le cuentas a Renne sobre tu cáncer? —dijo con sorna.
—¿Cáncer? —Renne pregunto con voz temblorosa.
Si la vida buscaba una forma de burlarse, esta era la manera perfecta. Enterré la cabeza entre mis manos y deje salir toda mi frustración, mi miedo, mi pánico… mi propio dolor. Mi pecho se agito en silenciosos sollozos. Estaba tan cansado. Me sentía exhausto. Me sentía… descubierto. A expensas y completamente vulnerable. Renne se lo diría a mis padres y mis padres me obligarían a decírselo a Bella. La perdería para siempre. Si de algo me sentía seguro, es que no sobreviviríamos el cáncer. No sería suficiente mi amor para pagar el precio de cargar con mi enfermedad.
Sentí unos delgados brazos sostenerme mientras dejaba que todo se drenara dentro de mí y saliera hacia afuera. Solo que no eran los de Clarie, sino los de Renne.
Renne lloro conmigo.
Me aferre a ella, dejando caer mi cabeza sobre su regazo.
—Encontraremos una solución, la encontraremos. —susurro, acariciando mi cabeza— Si lo que escuche es correcto, no quieres que tus padres ni Bella se enteren, ¿cierto?
No conteste, solo me quede deambulando en mi mente, tratando de hundirme en sus profundidades con tal de no lidiar con lo que me deparaba el futuro.
—Te ayudare, cariño. No tendrá que preocuparte por nada.
Escuche a Clarie salir de la habitación y me deje llevar por las palabras de Renne. Tal vez de alguna manera, podría lograr que no dijera nada sobre mi cáncer.
—Solo no quiero que mis padres o Bella sufran. Bella ya tiene suficiente con la muerte de Marie. Sé que lo puedo superar, solo necesito algo de tiempo.
—Esto la destrozaría. —dijo distraídamente— Y creo, que he encontrado la solución perfecta. Algo que nos dará algo de tiempo.
Levante mi cuerpo, sintiéndome pesado y cansado. El dolor de cabeza regreso a mi nuca, recordándome que estaba ahí y no se marcharía sin dar pelea.
—¿Qué solución? —cualquier cosa sería mejor que la verdad. Incluso si aquello implicara la ayuda en Renne.
Algo muy dentro de mí me dijo que no confiara en ella, que las cosas no eran tan fáciles, que debería tomar mis cosas, partir hacia casa y pensar como les diría la verdad a mis padres. Pero de solo pensar en el rostro de Esme… en el rostro de Carlisle… en el de mi Bella…
—Puedes aceptar ir a Phoenix, tal vez no a la universidad, pero si a una clínica especializada, te ayudare con los gastos y cualquier cosa que necesites. Puedo apoyarte en esto, Edward. Esme y Carlisle han sido de mis mejores amigos y es justo que pueda ayudarlos de esta forma.
—No será necesario que cargues con los gastos. Tengo mi propio dinero. El abuelo Anthony, el padre de mi madre, dejo un fideicomiso para mis hermanos y para mí. Pronto cumpliré veinte y podre tomarlo. Y había pensado en usar ese dinero para mi tratamiento.
—¿Revisión médica? Supongo que si sabes que es cáncer… —dijo la palabra cáncer con resistencia— Debes tener algún médico.
—El doctor Clackson, cuando… es que… es difícil de explicar.
—Tengo tiempo para escuchar tu historia. Por ahora no. —palmeo mi mano— Me alegra haberme enterado de esto, cariño. Así, puede ayudarte. Ahora. —miro alrededor de la habitación de Clarie, enfocándose en la ropa de bebé esparcida en la cama y guardada en cajas— Tengo que hablar con Clarie. No puedo creer que lleve ocultándome esto tantos meses. ¿Sabes cuantos meses tiene?
—Casi nueve.
—Es importante que también la ayude a ella. Es mi culpa. Debí prestar más atención… —se quedó por un momento pensativa— Puedes ir con Bella, necesito hablar con Clarie a solas, cariño.
Salí de la habitación de Clarie, me la tope antes de salir. Su expresión era férrea, casi impenetrable.
—Eres un pendejo. —entro a su habitación y cerró la puerta de un portazo.
Sí, me dije a mi mismo, soy un pendejo. Y la sensación de que le había, de algún modo, vendido mi alma al diablo, fue escalofriante. Más escalofriante que todo lo que había tenido que vivir los últimos dos meses.
Aunque si a esas vamos, fue más escalofriante partir hacia la habitación de Bella, aun si escuche a Clarie comenzar a llorar.
Entre a la habitación de Bella.
La encontré sentada al filo de la cama, mirando soñolienta a su alrededor y desnuda de la cintura para arriba. Camine hacia ella y tome su rostro entre mis manos. Mis dedos abarcando todo su rostro y levante su rostro. Todo lo haría por ella. Cada sacrificio, ni importaba, estaría dispuesto a hacerlo.
Todo era por ella. Todo lo que soy, Me daría a mí mismo con tal de verle feliz.
Chocolate contra verde, le susurre:
—Te amo.
—Y yo a ti.
Y entonces me di cuenta, todo lo que hiciera, vidria la pena. Sometería a mi cuerpo a cualquier tratamiento con tal de pasar los siguientes ochenta años a su lado, con tal de verla vestida de blanco, con tal de verle caminar raro como Clarie, cuando tuviéramos nuestros niños, una casa, y cualquier cosa que hiciera feliz a Bella.
—He sido un cretino estas semanas, ¿no?
Dejo salir una risita, que aunque débil, mando a revolotear miles de mariposas en mi estómago.
—Yo también he sido una cretina.
—Solo quieres lo mejor para mí. —mientras ella tomaba una de mis manos y besaba la palma, decidí salir por la puerta trasera, por la puerta fácil. Algo que me diera suficiente tiempo para hacerle frente a mi enfermedad— Iré a Phoenix.
Dejo salir un chillido de sorpresa y me abrazo.
—¿Estás hablando en serio?
—Sí. —trate de sonreír convincentemente— Pero hay una condición.
—¿Qué condición?
—Tienes que venir al baile de graduación conmigo.
Sus ojos brillaron divertidos.
—Hubiera ido de todos modos contigo.
Asentí y la atraje a mis brazos, acunándola y besando sus labios. Y desee, que en algún futuro cercano, Bella pudiera perdonarme por no ser lo suficientemente valiente, por ser un cretino, un cobarde.
Pero valdría la pena.
La llevaría al baile con un lindo vestido, y me llevaría esa imagen mental conmigo, para poder hacerle frente a todo lo que se vendría.
Algo en mi me decía que las cosas no serían tan fáciles como Renne las planteo.
.
.
"Acostado en el silencio. Esperando las sirenas. Cualquier señal de que todavía estoy vivo. No quiero perder la cordura. No podré con esto. ¿Debería rezar? ¿Debería pelear por mí mismo? Hasta que nos hayamos ido. A un salvador. Alguien que pueda. Sanar lo roto. Anular las palabras. Encontrar esperanza dentro de la desesperación. Sácame del desastre. Quema las cenizas. Desencadena las reacciones. No estoy listo para morir."
.
.
Edward no lleva nada bien la noticia de su enfermedad y creo que para este momento, la mejor opción hubiera sido que sus padres se enteraran para poder orientarlo pero en cambio fue Renne la que los escucho hablar. ¿Realmente ella no sabía ya no que estaba sucediendo? Es extraño que así de la nada, se sacara un plan de debajo de la manga, ¿algún día podremos saber lo que se hablo en esa habitación luego de que Edward se marchó? La relación de Bella y Edward también se nota bastante fracturada, caca uno intenta librar una batalla por separado y ambas son bastante importantes, por un lado Bella no puede superar la muerte de su abuela Marie y Edward menciona algo sobre su depresión y Edward por otro lado, también está lidiando con pensamientos muy oscuros, ansiedad, muchos malestares físicos y probablemente, también algo de depresión. ¿Ustedes creen que aunque Edward le hubiese contado de su enfermedad su relación hubiera sobrevivido? Yo creo que no.
Gracias a todas mis chicas que siempre me dejan un bonito review: Maryluna, Smedina, Brillantina, Margarymoon, Kaja0507, misslissa-19, jupy, liduvina, nydiac17, TataXOXO, Lore562, CaeterisParibus, EMLIZABETHCULLEN, , Maris Portena, Vampiremmangel, Carmen, ELIZABETH, monsersls, Rini Chiba, Andre22-twi, Eli mMsen, flaquita, jenni317, , Pameva, Gos, Mar91, Adriana Molina, Suiza19, Melany, tulgarita, Maris Portena, Marme, LittlePieceOfMyMind, Lya40, Camila, LunaAzulMar, alyssag19, magic love ice 123, Rosana, gmguevaraz, OnlyRobPatti, pax399, Jade HSos, Torrespera172, DAV, Rocio, Yoliki, Yenix304, Koral Hernández, Diana Sabat Molina, PanchiiM, angi marie cullen, roberouge, crizthal, fernyyuki, Tere, Vernonica, Kag252, Leah De Call, chiquitza, Cris, Vale, BlissBelleTwilighter, torrespera172, Annie, Karen Neri, Cinti77, Melania, Fher, Pancardo, Maribel 1925, YosiCullen95, Gissy Cullen Swan, bbluelilas, nnuma76, KRISS95, monze urie, pligm, cristabella-swan, saraipineda44, JaneOvaloba, Mapi, Raquel A, Crepusculo-total, Lu40, monse rsls, LUZ. C.C., Melany, Raque, dana masen Cullen, ELIZABETH, Manu NyN, Tabys, anybel2009, , MojoRed, Yesenia Tovar, PRISOL, Olga Javier Hdez, Dunia, piligm, AleBermudes, Norellys, Poppy, , Lupita Calvo, CariCU, DBMR1, Rakeluvre, natuchis2011b, MissDeaddlyNightShade, dianao426a, calia19, The BlueOf Lila, Nice05, mapi, lenaalv99, coldcaroline, .10.
Y a mis chicas que se mantienen de Guest, no se preocupan, siempre tengo en mente su apoyo también. Gracias por tanto.
Las leo en sus reviews siempre y no lo olviden: #DejarUnReviewNoCuestaNada.
—Ariam. R.
Link a mi Facebook: www . facebook ariam . roberts . 1
Link al grupo de Facebook: www . facebook groups / 801822144011109 /
