Capítulo 32
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Había aplazado aquello, más por orgullo que por miedo y a pesar de las insistencias de Naruto, que no le dejaría olvidar la culpa que cargaba en aquel enredo amoroso en el que había terminado.
Suponía, y no estaba muy lejos de la verdad, que si quería seguir adelante, tendría que enfrentar la disculpa que aún le debía a Sasuke.
Su gesto se convirtió completamente en uno de fastidio ante ese pensamiento y apretó los puños, repitiendo aquella acción varias veces que le traía un alivio extraño al relajar sus dedos cada vez. Inspiró y levantó la mano, golpeando la puerta un par de veces antes y esperando a que fuera atendida. Se sentía fuera de lugar… pequeño incluso, por alguna razón todas las veces que se había visto de pie frente cualquier sensei o frente a sus padres le vino a la mente y lo hizo sentir tan fastidiado como entonces.
La puerta se abrió entonces y no le sorprendió que el rostro del muchacho lo recibiera con las cejas ligeramente juntas y que, en general, su aura no fuera la más hospitalaria.
—¿Qué quieres? —inquirió Sasuke.
La molestia, aunque aparentemente oculta, aguijoneó a Shikamaru en el estómago.
—Aclarar las cosas —se limitó a decir, no muy contento.
La mirada negra de Sasuke se mantuvo clavada en él y, aunque intentó ignorarlo, pudo ver la manera en que el mentón y el cuello se tensaban durante unos segundos… estaba claro que Sasuke quería repetir la escena de semanas atrás y estamparle el puño en la cara, pero se decidió por la paz, sin relajar del todo su postura.
—… adelante —murmuró, abriendo la puerta con un pequeño empujón poco amigable y caminando hacia la sala de estar.
Shikamaru lo siguió, un poco dubitativo, y se detuvo a unos pasos de los sillones, dónde Sasuke se había sentado, mostrándose inusualmente perezoso.
Enarcó las cejas entonces y clavó la mirada en Shikamaru. —Habla, no tengo todo el día.
No chasqueó la lengua, pero tuvo deseos de hacerlo, y sus dientes se apretaron ante la idea de inclinarse para iniciar su disculpa, pero se detuvo antes de que su cuerpo hiciera cualquier ademán.
—Me enteré que Ino y tu están haciendo las pases.
—¿Algún problema? —casi ladró.
—No —apresuró, incomodándose un poco más. —Pero quiero que sepas que independientemente de cómo terminen las cosas entre ustedes, no voy a volver a tocarla.
Sasuke se relamió los dientes y desvió la mirada, inspirando profundo y dejando salir parte de su enojo al exhalar. No dijo nada.
—Y te ofrezco una disculpa por lo que pasó entre ella y yo —agregó, obligándose a hablar fuerte y claro. —Lo que hice no estuvo bien.
—… no me digas —murmuró.
El aire de pronto era tan denso como un muro de hormigón.
Sasuke jugueteaba con su teléfono y parecía no prestarle atención a Shikamaru, demasiado enajenado con los giros que daba su celular y asegurándose de que cada punta tocara el brazo del sillón antes de deslizarse por sus dedos y girar para que la siguiente punta hiciera contacto con la tela. Pero a pesar de su aparente desinterés, por su mente pasaron muchas cosas, entre ellas dudas que descartó de inmediato y alguno que otro insulto que se tragó, aunque nada de eso se reflejó en su rostro.
Dejó el celular en paz, luchando contra el impulso de estrujarse la cara y miró a Shikamaru por el rabillo del ojo, antes de girar el cuello para poder mirarlo de lleno.
—… bien —dijo luego de unos segundos y volvió la mirada a su móvil.
Echó un rápido vistazo a la puerta, pero Shikamaru ignoró, deliberadamente y por completo, aquella indirecta. Asintió una sola vez, desviando la mirada al frente con ironía, y bostezó, sin poder evitarlo. No eran amigos y aún era incapaz de transmutar por lástima o indiferencia la furia que sentía respecto a Ino y él; se frotó el rostro en silencio y ahogó un bostezo. Luego señaló uno de los sillones y esperó a que Shikamaru se sentara, sin mirarlo.
—¿Sigues interesado en Ino? —soltó.
—No —aseguró de inmediato, con apretando los puños y sintiendo un grito atorarse en su garganta. Agitó los puños, para deshacerse de su frustración y se sentó, sin poder dejar de mirar a Sasuke, por más que alejaba la mirada de él… aun había cierto rencor en su pecho, que no lo dejaba confiar por completo en él.
—¿Sigues interesado en Karin? —contraatacó.
—… nunca lo estuve.
Sus cejas se enarcaron, pero pronto su entrecejo y su nariz se arrugaron, sin que pudiera hacer algo por evitarlo.
—¿Seguro?
Sasuke asintió una sola vez, recordando el comentario que había hecho Ino aquella madrugada, la primera vez que hablaran seriamente de todo eso… no pudo evitar recordar la renuencia de Karin aquella última noche en el pequeño apartamento, ni la manera en que la había visto proteger a Shikamaru de él.
Karin había dejado de quererlo desde aquella lejana noche, aunque aún no tuviera idea de lo que le estaba pasando o no pudiera entenderlo al no tener con qué compararlo. Rodó la mirada y la alejó aún más de Shikamaru, sabía que seguía comportándose como un mocoso, pero no podría deshacerse de sus rechazos pronto.
La lengua se paseó por sus dientes unos momentos y abrió un poco la boca para relajar sus músculos y poder hablar.
—Si hubiera una competencia por ver quiénes son las personas más fieles del mundo los Uzumaki se mantendrían invictos.
El gesto de Shikamaru se relajó y se ensombreció con aquella aseveración. Asintió una sola vez, esforzándose por ignorar el golpe que había recibido con aquellas palabras, pero no pudo evitar apretar los labios y enarcar las cejas, en un gesto de ironía que iba aún más allá de Karin, a los años en los que habían visto a Naruto vagar por la calle de la amargura. Observó el pómulo de Sasuke, que se asomaba a pesar del esfuerzo que hacía el muchacho por no mirarlo en esos momentos.
—En cuanto a Ino… —comenzó a decir, deteniéndose, sin saber por qué lo hacía.
Sasuke apretó los dientes con fuerza al escucharlo pronunciar aquel nombre y pronto aquella mirada se encontró con la suya y no ignoró la advertencia, se encontraba de pie sobre una roca, en un río de lava que podría consumirlo al más mínimo error o capricho.
Demasiadas preguntas daban la vuelta a su mente y las reciclaba, pero por más que intentaba no podía deshacerse de ellas o convertirlas, aunque fuera, en teorías, y no se había atrevido a exteriorizar ninguna de ellas, pero estaba enfrente de Sasuke y ya habían pasado demasiados días desde que Karin se fuera y sus impulsos eran cada vez más fuertes.
—¿Es una de tus estúpidas venganzas?
Giró el cuello, mirándolo de frente. No había perdón en el filo de sus ojos negros. Shikamaru no se amedrentó y pareció ignorar por completo la amenaza que le había gritado con aquella acción, lo vio pasarse la mano por el cuello, completamente relajado.
—… no —pronunció con dificultades.
Shikamaru asintió y se levantó.
—Dime la verdad, Shikamaru. ¿Por qué estás aquí?
Hubo un corto, pero pesado, silencio, en el que Shikamaru odió a Sasuke con todas sus fuerzas.
Observó fijamente los ojos negros, buscando burla en ellos, pero se encontró con una mirada negra vacía de cualquier prejuicio y que casi parecía brillar con la curiosidad, no siempre exenta de maldad, de un gato. Tragó saliva con dificultad, aunque lo disimulara bien, y le sostuvo la mirada, por temor a mostrar cualquier tipo de debilidad, aunque dudaba que a esas alturas Sasuke fuera a hacerle algo.
Sus puños se apretaron de nuevo y miró el suelo unos momentos.
La ansiedad de los últimos días volvió a pesarle en el estómago y temió que esas sensaciones fueran a enfermarlo al digerirlas; la desesperación le trepó lentamente a los hombros de nuevo, aferrándose pesadamente a ellos. Todo lo referente a esa situación le desagradaba, porque no podía reconciliarse con sí mismo, quizá había comenzado a sanar algunas cosas y ya no buscaba a Ino en los rincones de su memoria, había vuelto a casa de su madre y ya no tenía esa necesidad de embriagarse, pero había estropeado lo bueno que la vida le había dado en esos momentos de tristeza por negarse a abrir los ojos y aceptar sus culpas.
Y de alguna manera había ido a terminar a dónde mismo.
—… porque no sé qué hacer —admitió con dificultad.
Asintió y se levantó lentamente, caminando hacia la puerta.
Shikamaru se quedó clavado en su sitio unos momentos más, pero luego comenzó a seguirlo, derrotado… sentía que no ganaba ni una sola batalla y que no lo haría pronto. Se detuvo a unos pasos de la puerta, encontrándose con la mirada de Sasuke, observándolo de lleno, detrás de él la puerta se encontraba abierta de par en par. Reanudó la macha luego de asentir, pasando de largo al muchacho y la mano que se apretaba sobre la perilla.
La mirada negra lo siguió, notando cada paso, asegurándose que saldría de ahí.
—No sé si Ino y yo volvamos a lo que teníamos antes y si tú y ella planeen volver a ser amigos, pero desde ahora te digo que la idea no me divierte.
—A mí tampoco me agrada la idea de que tú y Karin vuelvan a verse.
Una sonrisa se coló por los labios de Sasuke y apretó aún más la perilla.
—No volveré a toca a Karin —resonó la voz.
Separó los labios para hablar, pero se interrumpió al ver que la puerta era cerrada en su cara. Escuchó el sonido del seguro y miró en silencio el acabado, antes de girarse y comenzar a caminar hacia el elevador, un poco más ligero que momentos antes, al menos ya podría volver a darle un poco de tranquilidad de espíritu a Naruto y las cosas, como quiera que terminaran, ya no serían tan asfixiantes.
… pero seguía odiando a Sasuke.
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Ahora que no tenía la cabeza tan revuelta, ni un lugar desconocido al cual llegar, el camino de regreso había sido decepcionantemente aburrido y hasta cierto punto tedioso, y saber que aquella última palabra describiría sus siguientes semanas no la ayudaba a cambiar el semblante de fastidio total que le decoraba la cara a la más mínima inconveniencia… aunque eso no la distrajo del alivio y la comodidad que la embargaron cuando sus oídos comenzaron a entender más y más conversaciones.
No se inmutó ante la capa de polvo que encontró al regresar a casa y solo se limitó a dejar la maleta en el primer sitio que encontró, para después arrancar una bolsa del primer sitio en el que la encontrara y comenzar con una limpieza indiscriminada que podría confundirse con un plan perfecto para deshacerse de aquello que no tenía cabida en su nuevo estilo de vida.
Pero no había sido así.
Aprovechaba aquel frenesí al que la había arrojado el subidón de adrenalina en el que se encontraba sumida que pusiera un pie fuera de aquel apartamento, pues sabía que apenas se diera un minuto para descansar no volvería a saber de sí por más horas de las que podría llegar a calcular o imaginar. Recorrió el apartamento, deteniéndose en todos los lugares que servían o habían servido de escondite durante todos los años que había habitado ese lugar, encontrando dosis de emergencia que ni siquiera sabía si aún podría consumir, acumulándolas en la bolsa que le colgaba de la muñeca.
Registró el baño hasta el final y luego vació la bolsa en el lavamanos, observando y acomodando con cuidado los paquetillos, gracias y bolsas.
—… podría venderle todo esto a Suigetsu —murmuró, observando algunas de las compras más recientes. —¡Ahhh!
Dejó caer las bolsillas que había tomado y se llevó las manos a la cabeza, ahora que era más consciente del valor del dinero, o quizá solo más responsable, se daba cuenta de la enorme pérdida de dinero que sería aquello si lo tiraba todo.
Levantó la mirada y se observó en el espejo, fijamente, hasta que una sonrisa lánguida escapó entre sus labios… si al iniciar el año le hubieran dicho que a finales se encontraría viviendo un estilo de vida tan diferente, se habría reído tan fuerte como lo hacía siempre que se burlaba de la gente que odiaba. Nunca le había resultado difícil alejarse de todas esas cosas, mucho menos lo era ahora que tenía una decisión tan sólida, pero le pareció irónico que la dificultad que enfrentaba en ese momento eran las probabilidades de que Suigetsu fuera a pagarle realmente y aunque diera lo mismo que no lo hiciera, pues su otra opción era tirar todo aquello, no le gustaba la idea de engordar las arcas del muchacho sin ningún tipo de retribución a cambio.
Abrió los frascos, pellizcando las píldoras para vaciarlas y remojando las pastillas para disolverlas, luego rompió algunas de las bolsas y paquetillos y vertió todo en el inodoro, viendo cómo se acumulaban en un pozo extraño y heterogéneo al fono.
Tiró de la cadena, inspirando y exhalando, profundamente, consciente de que su despedida de las distracciones sería más larga y más difícil que ese momento; no dependería más de aquellas huidas, pasara lo que pasara, pero no podía deshacerse del miedo de una cabeza clara y atenta. Arrojó los contenedores al bote de basura y los observó en silencio, aceptando completamente ese nuevo destino y grabándose en la memoria aquella parte de la conclusión.
Salió del baño y cruzó el apartamento, tomando su bolso en el camino y desapareciendo con un portazo.
La tarjeta se agitó gracias a una fuerte briza, que se coló por las aberturas de su ropa y la obligó a sacudirse un escalofrío; buscó en silencio el nombre entre todos los que había en aquella placa y luego de subir unas cuantas filas de escalones y caminar por un pasillo se encontró frente a una recepcionista con semblante aburrido que miraba fijamente una pantalla, mientras contestaba con una voz servicial una llamada telefónica.
Posó las manos sobre el mostrador y sonrió al ser tomada en cuenta, esperando a ser atendida.
—¿En qué puedo ayudarte?
—… interrumpí la terapia hace unos años —comenzó a decir, entregándole la tarjeta.
—¿Quieres retomarla? —inquirió, girando la tarjeta para poder leerla.
Miró a la muchacha a los ojos y asintió, bajando la mirada. —… sí.
—Si aún conservamos tu expediente puedo darte una cita, sino tendrás que volver a pasar por el proceso inicial y el papeleo.
Asintió y separó los labios, creyendo que tendría que explicarse, pero la muchacha jamás la miró y siguió hablando, distraída en el monitor.
—¿Cuál es tu nombre?
—Uzumaki Karin —murmuró.
Sus uñas golpearon suavemente el dorso de su mano mientras esperaba, sus ojos observaron en silencio la recepción.
—Hay cita disponible —dijo de pronto la muchacha, sin dejar de mirar el computador —… la próxima semana a partir del jueves, a las 4 de la tarde.
Asintió, bajando las manos y mirando fijamente a la muchacha.
—Como hace tres años de tu última cita, el psicólogo te aplicará de nuevo las pruebas en la primera sesión, ¿ya sabes qué fecha quieres?
—… el jueves a las cuatro está bien.
La tarjeta le fue devuelta con un suave movimiento de la mano, que la depositó sobre el mostrador.
—Te esperamos a las cuatro entonces, no olvides ser puntual.
Estampó la mano sin querer sobre el mostrador y la arrastró para recuperar la tarjeta y tuvo que esforzarse por poner un gesto demasiado amigable al notar el disimulado sobresalto que la muchacha había dado. Agitó la tarjeta unos momentos, sin dejar de sonreír como una boba y asintió.
—… puntual —repitió, muriendo un poco por dentro al sentirse idiota con esa actitud y conteniendo la risa que la quería atacar al imaginarse la cara que tenía en ese momento.
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Luego de darse una vuelta al apartamento de Karin y no encontrarla, volvió resignado a casa. Giraba el llavero en su dedo, distraído, con la mirada perdida en los transeúntes y la gente abordo de los autos que pasaban, distraído de la realidad por esa búsqueda estéril a la que se aferraba su angustia.
No estaba cómodo en esos momentos y los problemas que aún tenía le habían atado las manos. Las cosas con Ino se habían quedado donde las dejaran aquella tarde afuera de la casa de su madre y por cómo se iban desenvolviendo las cosas entre ella y Sasuke, tenía la sensación de que se mantendrían en ese estado por mucho tiempo. En cuanto a Karin no podría hacer más que esperarla, pues a esas alturas no sabían si la muchacha había tomado algún tipo de viaje por Europa o los países que se encontraran entre Japón e Irlanda.
Inspiró y se detuvo a unos metros de su puerta, las llaves apretadas en su mano.
Se hizo a un lado para dejar pasar a uno de sus vecinos y le devolvió la sonrisa con que había sido saludado, aunque dudaba que su gesto hubiese sido tan cordial, sentía las cejas demasiado tensas para permitirle lucir amigable. Carraspeó y dio unos cuantos pasos más, pero se detuvo antes de llegar.
El corazón le latía con fuerza.
—¡Karin!
Corrió aquellos últimos pasos y no comprendió porqué su respiración se había agitado al más mínimo esfuerzo. La muchacha se mantenía recargada en su puerta, con los brazos cruzados sobre su pecho y su mirada roja clavada en él, el gesto demasiado serio.
—Nara —saludó, mostrándole una palma y extendiendo sus labios en una sonrisa demasiado genérica.
Se le habían acabado ya las canciones al catálogo del karaoke mental con el que había ahogado por años tantos pesares y pensamientos y realidades… ahora existía un silencio que amortiguaba el caos en su mente y los gritos, vueltos voces, al fin se daban a entender. Ya no había qué la distrajera de la realidad y de lo que tenía que hacer o lo que estaba a punto de pasar. Su corazón estaba atento a sus propios latidos y los cambios erráticos en su ritmo, dispuesto a correr mil kilómetros por él, así no se lo hubieran pedido, o a sufrir con dignidad cualquier rechazo que le deparara el maldito destino.
—Te ves miserable —bromeó, frotándose el brazo y mirando a la puerta detrás de ella unos momentos. —No te preocupes, supuse que no estabas… no molesté a tus vecinos llamando a la puerta…
Aunque ya no sentía la misma necesidad por palabras de más, ni de datos curiosos para llenar el silencio, la incomodó el mutismo de Shikamaru. Sonrió y enarcó las cejas, dando un paso hacia él.
—¿Qué? ¿El gato te comió la lengua?
—… volviste —alcanzó a decir, con voz ronca.
Bajó la mirada, carraspeando, hasta entonces caía en la cuenta de que se había quedado callado y mirándola fijo como un completo descerebrado. Clavó las manos en sus bolsillos y desvió la mirada hacia un costado, ligeramente avergonzado.
—Sí —murmuró, encogiéndose de hombros y balanceando los brazos a sus lados —… necesitamos hablar.
Había pensado en mil maneras de abordar aquella conversación, de la forma más sincera posible, clara y concisa, para poder explicarse sin manipular conscientemente la decisión que ella fuera a tomar o hubiese tomado ya… y en esos momentos su mente se quedaba por completo en blanco y cualquier punto de partida se enredaba con el desarrollo. Se maldijo en silencio, sintiendo su corazón latir desesperado y el alivio correr por sus venas, debilitándole el cuerpo.
Karin exhaló, frustrada ante el silencio.
—Supongo que empiezo yo, ¿verdad? —murmuró, apretando las manos a la altura de su pecho y dejando caer los hombros, sus manos cayeron luego de unos momentos. —Primero voy a decirte todas las cosas que hice mal y que no mencioné en la carta y después… ya veré, supongo…
Asintió, acomodándose incómodamente sobre sus pies. Karin le miró fijamente unos momentos y luego bajó las manos.
—Fue mi culpa que Sasuke te golpeara, no le dije directamente que se trataba de ti, pero él es demasiado listo y yo abro la boca de más… y antes de irme le grité algunas cosas a Ino y la hice sentir mal, un poco a propósito… así que…
Se quedó callada al verlo que sacaba las manos de sus bolsillos y caminaba, las llaves aún aferradas a una de sus manos.
—Deberíamos continuar esto adentro —propuso, señalando la puerta.
Miró hacia arriba, buscando el valor que se le escapaba, pero asintió, girándose y dedicándole una sonrisa. Entraron al apartamento y se acomodaron incómodamente en una sala en la que habían pasado juntos bastantes tardes tranquilas; Karin observó fijamente la silla antes de sentarse y carraspeó, en un intento por deshacerse de la tristeza que le trepaba a las cuerdas vocales. Se quitó el flequillo del rostro y empujó sus lentes.
Shikamaru se mantuvo de pie a unos pasos de ella, una mano frotando su nuca y escurriéndose hacia uno de sus bolsillos después.
—Karin…
—Y todo lo que dije en la carta es cierto —apresuró, arrastrando sus manos sobre sus muslos y dedicándole pequeños vistazos, estaba demasiado nerviosa. —¿No vas a decirme que me odias?
Exhaló y se llevó la mano al rostro para ocultar la sonrisa, no quería ofenderla, podía escuchar la tensión en su voz.
—… sería más fácil fingir que nada pasó —insistió ella, desviando la mirada.
Separó los labios pero no habló inmediatamente, ligeramente ofendido por aquella declaración. —No quiero que finjas que nada pasó... es absurdo.
—O sea que qué, ¿tengo que vivir con ello?
Miró de nuevo al frente y se frotó la nuca.
Karin quería arrancarse el cabello, odiaba esos silencios incómodos y odiaba más el hecho de que Shikamaru no dejara de verla, pero tampoco dijera algo.
—Sí.
—Hm…
—¿Por qué viniste? —preguntó, aún sorprendido de que Karin se encontrara en su casa después de desaparecer de la manera en que lo había hecho.
El corazón le latió con fuerza en los oídos y se sintió estúpido, aquello sonó más a reproche y no a que quería saber qué la había motivado a buscarlo, cuando claramente era él quien debería estar dando ese paso.
—¿Qué? —balbuceó, mirándolo confundida.
—Eso no era lo que quería decir… —se defendió.
—¿Estás sordo? ¡Quiero arreglar las cosas contigo, idiota! —estalló, sonrojada, poniéndose en pie. —¡Ya sé que me fui unos días, pero tú no contestabas, ni abriste la puerta…! ¡Estoy aquí porque si estuve detrás de alguien que no valía la pena, ahora que llegaste tú no voy a dejarte ir así como así! ¡Y si crees que voy a dejarle las cosas fáciles a Ino o a quien sea, estás muy equivocado! ¡Desde ahorita quiero que sepas que no…!
Su gesto estuvo agresivo lo poco que tardó en procesar lo que acababa de decir y pronto se puso completamente roja, perdiendo de inmediato la postura agresiva que había ganado al dar unos cuantos pasos hacia él. Retrocedió, buscando dónde posar la mirada.
—B-Bueno, solo s-si tú quieres… n-no voy a obligarte… si ya no quieres estar conmigo lo entiendo… créeme…
Se atrevió a acercarse un par de pasos, asintiendo y mirándola a los ojos. —Yo tampoco.
—¿Eh?
—Yo tampoco voy a obligarte a quedarte si no quieres, ni a dejarle las cosas fáciles a quien sea —aclaró, sonriendo ligeramente y desviando un poco la mirada. —Yo también quiero arreglar las cosas.
Exhaló, aliviada, y a pesar de las ganas que le dieron de llorar, extendió sobre sus labios una sonrisa. Se rascó la frente unos momentos y lo miró, relajada.
—… menos mal —suspiró.
La mano de Shikamaru le quitó un mechón de cabello del rostro y se lo acomodó detrás de la oreja, con cuidado de no rosarle demasiado la mejilla con la punta de sus dedos. Siguió la mano con sus ojos y luego bajó la mirada. El bochorno comenzaba a ceder.
—Sé que quizá sea difícil poder confiar en mí —susurró.
—Lo siento, Karin.
Levantó la mirada, un frío extraño le bajó por la espalda. —¿Qué? ¿Por qué?
—Debí haberte escuchado ese día, me arrepiento de no haberlo hecho —se sinceró, ignorando por completo que Karin había intentado hablar cuando el comenzaba su disculpa. —Tampoco debí decir las cosas que dije o guardar silencio después.
Asintió, algo confundida, y se frotó un brazo, la mirada vagaba por el apartamento. —… no te culpo.
—Deberías… fui un cobarde y estaba celoso de Sasuke, sin motivo, y eso no me dejó ver las cosas claramente. Lo que pasó entre Ino y yo…
—¡Ah! ¡No quiero escuchar eso…!—se cubrió los oídos y apretó los párpados. —¿Me engañaste con ella?
Observó los párpados apretados unos momentos y exhaló, sintiendo el pecho pesado al ver como se juntaban las cejas y se apretaban los labios, en una clara señal de llanto. Acercó sus manos lentamente a las de Karin, aferrándose a las muñecas para disimular su temblor, y las alejó lentamente de los oídos, acomodándolas con cuidado a los costados de la muchacha.
—… por supuesto que no.
—Entonces no me importa —exhaló, abriendo los ojos y mirando el pecho de Shikamaru.
Sus dedos querían aferrarse a su camisa, pero apretó los puños para luchar contra el impulso; inspiró, percibiendo la manera en que el aroma a tabaco complementaba la loción favorita de Shikamaru, creando esa armonía que tanto había extrañado los últimos días. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios en esos momentos, a pesar del miedo que tenía ante aquella incertidumbre.
Sintió la mano enredarse en sus cabellos, concentrándose en la carencia de algunos centímetros, acariciando una y otra vez las puntas.
—… Shikamaru yo sé que es tu amiga- que Ino es tu amiga y voy a —tragó saliva con dificultad, tragándose todas las reservas que tenía al respecto. Inspiró profundo de nuevo. —Estoy consciente del dolor que le provoqué, debí alejarme de Sasuke cuando supe que tenía novia, no tengo excusa, seguí buscándolo y lo hice con toda la intención y quiero que lo sepas… y lo entiendas.
Guardó silencio unos momentos y se entretuvo limpiando sus gafas con la orilla de su blusa.
—No sé qué vaya a pasar entre nosotros —apresuró —, no sé si después de hoy vayas a querer seguir conmigo o si decidas quedarte y en unos meses despiertes con ganas de irte, no lo sé. Pero si vas a irte o vas a quedarte quiero que sea sabiendo bien lo que… lo que sea que tengas que saber.
Asintió, aunque Karin no podía verlo. La muchacha siguió hablando, acomodándole los lentes sobre su rostro y distrayéndose demasiado tiempo en ello.
—Ya no soy la muchacha que encontraste recargada en tu auto aquella noche de febrero y a la que volviste a ver después en aquella fiesta —sonrió tristemente, aunque orgullosa, levantando la mirada. Los ojos se le llenaron de lágrimas y ensanchó la sonrisa para evitar el llanto y se encogió de hombros. —No pienso igual, ni siquiera siento de la misma manera… lo único que me queda de ella son arrepentimientos… Pero te juro que incluso la Karin que era entonces no te engañaría con Sasuke. Y te juro que no volveré a verlo. Nunca. Y si por alguna razón sigo siendo parte de tu vida después de esto… voy a respetar que Ino y tu sigan siendo amigos, si es tu decisión… pero no pienses que por eso voy a quererla o que ella va a tratarme bien…
—No tienes que querer a Ino si no quieres y yo no tengo nada que decidir Karin, tú eres la que debe decidir si me quiere de nuevo en su vida-
Lo miró a los ojos entonces, negando. —Pero lo de Ino y Sasuke…
—A mí no me hiciste nada, técnicamente —explicó.
—¡Hice miserable a tu mejor amiga, Shikamaru! ¡Fui la amante de su prometido! ¡Aunque solo me hiciera caso una noche, no pueden echarse debajo de la alfombra todos mis intentos! No puedes ignorar eso… no mientas —susurró.
Se rascó la nuca y miró al techo. —Bueno, sí, si vez el cuadro completo, todo es bastante problemático…
Asintió, bajando la mirada de nuevo. —¿Ves?
Se quedaron en silencio unos momentos. Karin parecía estar perdida en sus pensamientos, pero en realidad esperaba pacientemente a que Shikamaru volviera a hablar. Él solo la miraba, acomodando las palabras para no sonar como un completo imbécil y desconsiderado al abrir la boca.
—Dejando a Ino de lado unos momentos —murmuró, sin encontrar aún el argumento que derribara las reservas de Karin al respecto —… tampoco es fácil ignorar que en el momento en que debí ser paciente y estar a tu lado, hice todo lo contrario y dudé de ti.
—Pero tú tuviste una muy buena razón para dudar de mí… Ni siquiera creo que yo hubiera sido capaz de perdonarte que te acostaras con Ino saliendo conmigo… no después de lo que pasó en el festival…
—No lo hice —reiteró.
—Y te creo —aseguró, mirándolo a los ojos de nuevo. —No te culpo, Shikamaru… por dudar de mí y creer lo que sea que hayas creído. Te lo dije una vez… o quizá lo pensé… pero era la definición de infidelidad, no me importaba a mí misma y no tenía a qué comprometerme y no lo hice, y sé que los rumores corren, aunque en mi caso no eran más que verdades…
—Pero eso no me importa y lo digo en serio, lo que haya pasado antes, no va a afectar el futuro.
—Ni siquiera lo que le hice a Ino —insistió, cruzándose de brazos.
—Supongo que si seguimos un código de amistad, quedarme contigo no estaría bien visto, ¿pero a quién le importa eso?
Su gesto mostró su indignación ante aquello. —¡A ti! ¡Y todos tus amigos!
—¿Te importa lo que piensen los demás de ti?
—No, pero sé que las amistades pueden influir… aunque Kiba se puede ir al carajo —espetó, recordando al muchacho con fastidio. —Me importa lo que pienses tú… y lo que Chouji, Ino y Naruto te lleven a pensar.
—Naruto tiene un agujero negro en la cabeza, ya ni siquiera ha de recordar lo que pasó el domingo... y no me importa la opinión de Ino —sonrió, recordando las sabias palabras de su padre que lo enseñaran a formar sus propias opiniones en base a la persona y no a lo que los demás decían. —No me importa la opinión de nadie, si te soy sincero.
Karin dio unos pequeñísimos saltitos y lo miró, demostrando toda su renuencia con la mueca que le decoraba el rostro, el único sonido que produjo fue el del aire escapar por su nariz con fuerza.
Shikamaru se pasó la mano por la cabeza, desesperado. —Si te sigue preocupando que Ino opine, no lo hará… si seguimos el "código de amistad" salir contigo está mal, pero el que ella me buscara solo para vengarse de su novio no está bien. Ella me usó y aunque yo aceptara, ella sabía lo que hacía y estaba consciente del daño que podía hacerme con sus juegos. Yo no empecé a salir contigo con la intención de enamorarnos para vengarme de ella, te conocí por casualidad y me enamoré de ti y ya.
Karin bajó la mirada y enrojeció al escuchar aquello, sin poder evitarlo. —… bueno… si lo pones así, quizá tengas razón… pero aun así-
—¿Qué? —interrumpió.
Levantó la mirada y a pesar de la sonrisa, su gesto se contrajo por culpa del llanto. —… ella es tu mejor amiga… de toda la vida… y yo no soy nadie…
—No digas eso —pidió, tomándola por los brazos y obligándola a mirarlo.
El gesto dolorido de Karin, que en realidad se debía a sus sentimientos, obligó a Shikamaru a soltarla y dar un paso atrás. Murmuró una disculpa y se quedaron en silencio unos momentos, sin dejar de echarse vistazos.
—No vuelvas a decir eso —repitió.
—Es la verdad —sonrió, recompuesta.
Rodó la mirada e inhaló profundamente, frotándose la nuca dejando ir la cabeza hacia atrás unos momentos. Miró el techo en silencio.
—… eres Karin, a secas —murmuró.
Se relamió los labios al notar la sonrisilla que se había dibujado en los labios del muchacho y desvió la mirada. —No te burles de mí…
—Yo soy quien debería estar pidiéndote disculpas —declaró, bajando la mirada y posándola en ella. —No soy ningún tonto y sé bien el alcance que tienen las palabras, dije lo que dije aquella noche en Osaka y no mantuve mi palabra… y ahora no puedo darme a entender. Maldita sea. Creí que había cambiado, con todo lo que pasó estos últimos días, pero al parecer sigo siendo el mismo idiota —gruñó, dejándose caer en el sillón. —Tenía un monólogo en la cabeza y no puedo recordarlo, vaya problema…
La miró por el rabillo del ojo, pero la vergüenza no le permitió mantenerle la mirada. Karin se quedó de pie unos momentos más y luego se recargó en el descansabrazos, sin poder mirarlo de frente. Recorrió con la mirada el brazo de la muchacha y luego se atrevió a alargar la mano, rosando apenas el meñique de la muchacha, pero aquella mano fría salió disparada, alejándose rápidamente de él.
—No me tomes de la mano —susurró, sintiendo que las lágrimas la atacaban y esta vez no pudo contenerlas —… al menos hasta que pienses bien las cosas…
Separó los labios para hablar, pero las palabras se atoraron en su garganta y se obligó cerrar la boca para deshacerse del gesto idiota. Apretó los puños y se puso en pie de nuevo, parándose frente a ella y tomándola una vez más por los hombros, quizá no con la firmeza que le gustaría, pero sí la suficiente para no dejarla escapar tan pronto.
—Ya he pensado suficiente, Karin, escúchame —pidió, mirándola. —Entiendo que tengas miedo y no puedas confiar en mí, ya te tomé antes de la mano y te dejé ir, y no tienes idea de cómo me arrepentí y me arrepiento de no haberme aferrado a ti.
Lo miró a través de las lágrimas, sin saber qué decirle.
—¿Ino te detiene? No te preocupes… no sé qué le hayas dicho, pero hablé con ella hace unos días y no me dijo nada, estoy seguro que se merece lo que sea que le hayas dicho y que diste justo en el clavo —aseguró. —Voy a lograr tomarte de la mano de nuevo e Ino va a tener que vivir con ello y si no quiere, puedo vivir sin su amistad… ya lo había pensado antes —aclaró al notar la mirada de Karin —, iba a alejarme de ella, aunque no te hubiera conocido, no tenía intenciones de seguir con eso y había planeado cortarlo poco antes de su boda.
Apretó el rostro y volvió a agacharlo, cubriendo sus labios con sus manos para ahogar un sollozo que la traicionó. La mano de Shikamaru se acomodó suavemente en su mentón y la obligó a levantar el rostro, lo miró a los ojos unos momentos, antes de desviar la mirada de nuevo.
—¿Qué...? —comenzó a preguntar, pero perdió la voz y tuvo que carraspear. —¿Qué tengo que hacer para que vuelvas a confiar en mí?
—N-Nada —tartamudeó.
—Y… ¿qué dijiste de Sasuke antes? —murmuró, desviando la mirada para recordar.
—Shikamaru, no tienes que hacer esto…
—No, tengo que hacerlo —aseguró, volviendo a mirarla, aún un poco perdido en sus recuerdos. —No voy a enojarme contigo porque Sasuke me haya golpeado, me tenía bien merecida la paliza y me la esperaba desde la primera vez que estuve con Ino —aseguró. —Me la merecía por lo que le hice y por lo que te hice a ti después… Supongo que solo aceleraste el juicio… pero esto no es todo lo que quería decirte…
La soltó entonces y se alejó un paso, pensando.
—Hay muchas cosas en las que tenemos que trabajar y no me refiero a nuestros problemas… tenemos demasiadas cosas cada quién de por sí… pero las iremos aclarando, ¿ok?
Karin mantuvo la mirada clavada en el suelo y se limpió las lágrimas. —¿Estás seguro?
—Lo prometo… ¿qué puede ser peor a todo lo que ya sabemos? —inquirió, encogiéndose de hombros.
Parpadeó ante aquella pregunta y no pudo evitar sonreír, a pesar de las lágrimas que seguían escurriendo por sus mejillas. Se encogió de hombros y negó, levantando unos momentos la mirada y conectándola con la de Shikamaru, para después volver la al suelo.
—… sí, creo que nada podrá sorprenderte con todo lo que ya sabes… me sorprende que te hayas quedado a pesar de todo…
Se acuclilló frente a ella y le limpió las lágrimas con el pulgar, pero no se atrevió a tomarla de la mano aún y las dejó descansar entre sus piernas.
Karin observó el ligero sonrojo sobre las mejillas.
—No tienes la más mínima idea de cómo ni cuánto te extrañé —declaró. —Te extrañé desde que saliste corriendo, pero no encontré el valor de buscarte luego de ese día en tu apartamento y soy un maldito cobarde que no pudo abrir una estúpida puerta o correr cuando volvió a tener luz verde y me arrepentí cada segundo y me sigo arrepintiendo.
Se encogió de hombros y respiró profundo, exhalando su aliento lentamente, sin dejar de mirarla.
—Eres increíble… me conociste en el peor momento de mi vida y no supe valorarlo… y aun así viniste a buscarme el día de hoy… sigo siendo el imbécil que se sentó borracho a tu lado aquella noche de febrero o el que encerraste después en el baño y aquí estás… soy yo el que debía buscarte a ti, deberíamos estar en tu apartamento.
Cerró los ojos unos momentos y se rascó la frente, sin saber de qué otra manera entretener a sus manos nerviosas. —Supongo que eso prueba lo tonta que soy, ¿no?
Volvió a limpiarle las lágrimas, pero dejó las manos sobre sus mejillas y se encogió de hombros. —… ¿ves? Yo soy el que debería estar renegando de sí mismo y lo hago —apresuró —, ya no quiero ser esa persona y ya no voy a serlo.
Las pupilas rojas se clavaron en una de las sonrisas más suaves y gentiles que había visto en la vida y no pudo evitar extender sus labios en un gesto similar, sintiendo un calor extenderse desde su pecho a todo su cuerpo.
—No pienso volver a lastimarte o a dudar de ti. Nunca. Y voy a demostrártelo… —susurró, enarcando las cejas. —Quizá sea egoísta, pero no quiero que te vayas, ¿podrías darme otra oportunidad, por favor?
Limpió las lágrimas y borró la sonrisa en sus labios, inclinándose ligeramente para quedar un poco más cerca al rostro de él, pero sin acortar del todo la distancia entre ellos. Miró sus ojos oscuros fijamente y luego levantó la mano, extendiéndola en medio de sus rostros.
Shikamaru la miró confundido.
—Voy a aprender a jugar shōgi —prometió, dibujando una sonrisa en su rostro —y me quedaré en la cama hasta mediodía sin quejarme… y cuando tengas mucho trabajo te ayudaré a recortar tus cartoncitos.
Una risa escapó de sus labios y agachó el rostro unos momentos, cerrando los ojos para poder digerir el alivio que había barrido por completo con su cuerpo tembloroso. Al abrir los ojos y levantar la mirada volvió a encontrarse con los de ella, que le sonreían suavemente, aun brillantes por las lágrimas.
—No voy a volver a soltar tu mano —pronunció, levantando la mano y extendiéndola justo frente a la palma de ella. La miró fijamente a los ojos. —Quiero poder tomar tu mano todos los días y aún más cuando haya tormenta.
La risa brotó ahora de ella y provocó que las últimas lágrimas cayeran de sus pestañas, interrumpiendo el llanto que tanto trabajo le había costado alejar. Notó la manera en que los ojos oscuros se fijaban en ella y entrelazó sus dedos con los de Shikamaru, apretándole la mano suavemente, sintiendo los dedos de él apretarle la mano a la vez.
—… sobre todo en las noches de tormenta —lo corrigió.
Asintió, atreviéndose entonces a abrazarla y se aferró a ella con fuerza, temiendo que cambiara de parecer y se alejara de él; hundió la nariz en sus cabellos e inspiró profundamente, reconociendo de inmediato el olorcillo peculiar que dejaban sus tintes y el de los productos que usaba en el cabello. Las lágrimas se juntaron en sus ojos y salieron rápidas y calientes.
—Sobre todo en las noches de tormenta —aseguró.
Sus ojos miraban apenas por encima del hombro de Shikamaru, a la pared que había detrás de ellos, al principio había creído que su cuerpo era el que se sacudía de esa manera, pero luego de unos momentos descubrió que era él quien temblaba. Su corazón dio un vuelco ante aquello y lo estrechó con fuerza, acercándolo tanto como le era posible a ella, asegurándose a la vez de que él no se escurriría de su agarre y que aquello no era otro de los escenarios que había armado en su cabeza.
—No volverás a llorar por mi culpa, Karin.
Se alejó de él y lo tomó por las mejillas, mirándolo fijamente a los ojos, casi suplicante, sin dejar de negar lentamente.
—No volveré a preocuparte… ni a esos lugares, ni a los colores, ni a alejarte cuando esté triste —susurró sobre los labios de Shikamaru, sin dejar de mirarlo. —… pero no me sueltes… por favor.
Negó, dándole un beso en los labios que terminó con todas las palabras.
Las lágrimas volvieron a escurrir por sus mejillas y sus brazos se enredaron en el cuello de Shikamaru, estrechándolo como habían querido hacerlo desde hacía tanto tiempo. Sentía las manos de él aferrarse con fuerza a su espalda y recorrerla, sin poder descansar sobre sus hombros o en su cintura.
Sus corazones palpitaban con fuerza y los labios de Shikamaru repartían besos por el rostro de ella, llevándose las lágrimas con ellos y provocando sonrisas. Se alejó apenas lo suficiente de sus labios y pegó su frente a la de ella, mirándola fijamente los ojos.
—… nunca —aseguró, sellando aquella promesa con un beso.
Si dijera que este es último capítulo, ¿qué me harían?
Lunes, 29 de marzo de 2021
