Acostadas sobre el césped, bajo uno de los tantos árboles que rodeaban ciertas partes del terreno estaban las mujeres más peligrosas y guapas que podían existir, según los dictámenes de ambas y los pensamientos de ciertos ojos grises que las observaban desde la lejanía.
Bellatrix tenía a Eleanor apoyada en sus piernas, por lo que una de sus manos se deslizaba con frecuencia sobre los risos caobas, dejando una suave y tierna caricia en ellos. Su otra mano estaba apresada por las delicadas de la Muggle, que pasaba su pulgar sobre el dorso de vez en cuando, intentando hacerse la idea de que realmente estaba con la mujer que la entendía como nadie más lo había hecho anteriormente.
El recorrido que dieron por la casona hizo que las emociones de Eleanor se elevaran hasta su máximo nivel, haciéndole saltar y correr ciertas veces por los pasillos y lanzarse por cada una de las camas que se apoderaban de las habitaciones que Bellatrix le iba mostrando. No se pudo contener y las probó todas, dándoles el buen punto de vista a lo suaves y saltarines que eran los colchones.
Caminaron abrazadas por todo el espacio hasta llegar al tumulto de árboles, donde se hallaban sin decir absolutamente nada. Era raro que Eleanor estuviese silenciosa, pero estaba tan feliz y a gusto allí, que prefería soñar con que todo eso era de ella también y que en su pastelería las ratas se estaban haciendo cargo de los restos humanos que tenía sobre la mesa de madera en su sótano. Soltó un suspiro amable y cargado de felicidad al pensar en ello.
Bellatrix por su parte estaba extasiada, sobre todo porque, aunque no le gustasen las celebraciones, tenía a la persona que más falta le hacía a su lado. Y también estaba el resto.
Recordaba el día que pudo disfrutar de su amiga por más de veinticuatro horas, en las cuales se deleitó con las habilidades que tenía la Muggle con el cuchillo. Ese día en particular no se encontraba el barbero enfermo de la cabeza rondando, por lo que no estaban tan latentes las ganas de asesinar que solían embargarla cuando sabía que el hombre se encontraba en el piso de arriba. Ese día pudo sentir lo que era la admiración por otra persona que no fuese mágica y la adoración por una mujer que movía el cuchillo ensangrentado con elegancia y maestría.
—¿Te ha seguido causando molestias mi hermana? —preguntó Bellatrix mientras dejaba más caricias sobre el cabello caoba. Era una de las cosas que necesitaba saber. Nadie más que ella sabía lo rompe huevos que podía llegar a ser la rubia y su amiga había sido demasiado amable brindándoles asilo, así que era su deber aleccionar a la menor de las Black en caso de que siguiera comportándose como la niña mimada que se creía que aún era.
—La verdad es que ahora casi no la veo…, solo un par de veces al día cuando le da hambre —comentó Eleanor, llevando la mano de la bruja hasta su mejilla y presionarla allí —. Rabito por otra parte me ayuda mucho, se la pasa todo el día a mi lado y me espanta a los que se quieren pasar de la raya conmigo. Además, desde que mató a Mr. T, que se la pasa pendiente de las cosas que hago y ya no tengo que estar cargando las pesadas bandejas de las empanadas de arriba para abajo, eso lo hace él.
Algo estaba molestando la curiosidad de la bruja, porque allí claramente había algo que no sabía y no se sentía cómoda cuando no estaba toda la información en sus manos
—¿Por qué casi no ves a Narcissa? —inquirió dejando de acariciar a su amiga y posar el antebrazo sobre sus ojos. Algunos rayos del sol se filtraban por las ramas de los árboles y eso le molestaba.
—Es que se hizo una especie de tienda para confeccionar vestidos en la parte de arriba. Tuvieron que mover todo y separar los espacios, así que tienen una habitación más pequeña para dormir y la tienda. Le va bastante bien.
—Mira tú…, quién habría pensado que mi hermana la estirada se estaría ganando la vida en el mundo Muggle haciendo lo que mejor se le daba, querer vestir al resto porque piensa que todos tenemos un gusto como el culo y solo ella entiende de moda.
—¡Eso mismo dijo ella! —celebró Eleanor contenta —, que todos en el barrio tenemos un sentido de la moda asqueroso y que tenía que enseñarnos a todos como era el buen vestir. La verdad es que sí que le ha costado, sobre todo porque en el mercadillo no hay telas muy finas que digamos y le está haciendo la competencia a las otras viejas cerdas que se creen modistas. Supongo que eso de vivir toda la vida entre gente de bien ayuda mucho para saber cómo combinar telas. A la única que le hace lo que le pide es a mí, porque cuando intentó decirme que me visto como pordiosera del siglo pasado, le mostré el cuchillo y se calló. Así que ahora me hace vestidos que me gustan a mí y me los regala. Encima le hago de comer, así que no tiene nada que estar alegando.
Esa respuesta hizo que la bruja sintiese mucha más adoración de la que ya sentía por su amiga. Cualquiera que fuese capaz de hacerle cerrar realmente la boca a su hermana a punta de amenazas se merecía su respeto.
Por otra parte, Eleanor mencionó a su cuñado, diciendo que pasaba todo el día con ella, cosa que no sabía si interpretar como agradecimiento o si era algo más que eso.
—¿Estás con Rab? —preguntó sentándose, la cabeza de la Muggle quedando aún en su regazo, pero dándole la oportunidad de mirarla a los ojos de forma directa
—¡Claro que no! —respondió Eleanor, fijando su mirada en la de Bellatrix —, es decir, follamos un par de veces para quitarnos el estrés de tener que estar subiendo y bajando todo el día teniendo clientes que entran y salen de la tienda, y no está nada mal, pero desde que está con tu hermana que no pasa nada. Además, creo que me van más las mujeres muchas veces…, todavía no lo tengo claro, quizá cuando aparezca la persona correcta me voy a dar cuenta con quien voy a quedarme de verdad. Contigo por otro lado rondándome va a ser más difícil, porque hace poco entró en la tienda un señor de bien diciendo que muchas veces quiso saber más de mí, pero que las veces que intentó hacerlo estabas tú en la tienda y le dabas miedo, así que prefirió no meterse. Cosa que me hace pedirte Mi Bella, que la próxima vez que visites mi tienda, no mires a todo el mundo con cara de querer matarlos, porque me espantas a los prospectos.
La mente de Bellatrix estaba completamente en blanco y solo podía rondar de un lado para el otro una frase: "desde que está con tu hermana". Esa frase de seis palabras daba vueltas como una Bludger golpeando todas las paredes de su cerebro y no hacía más que aturdirla.
La imagen de una Narcissa Black diciéndole a sus quince años que estaba completamente enamorada del rubio "cara de oler mierda" de Malfoy se repetía en su mente, junto a todas las veces que le vio desvivirse por el hombre que aún yacía en Azkaban. No era algo fácil de procesar y necesitaba asegurarse de que escuchó bien.
—Mi Nellie…, necesito que te concentres y me contestes con la verdad —susurró mirando a su amiga, quien asintió con el entrecejo fruncido, señalando que estaba entendiendo completamente la seriedad del asunto que todavía no sabía de qué se trataba —. Dijiste desde que está con mi hermana…, ¿qué quisiste decir con eso?
Eleanor se sentó sobre el césped y posó una de sus manos en la mejilla de la bruja, mostrando a su vez la ternura que sentía por las veces que Bellatrix mostraba su lado más inocente, cosa que era muy difícil de ver. Se acercó con lentitud y posó sus labios en el pómulo de la bruja, con ternura y cariño
—Mi brujita…, eres tan idiota a veces que no te das ni cuenta… —comentó con embelesamiento. Bellatrix era para ella la única persona que conocía realmente quien era, por lo que el amor que sentía hacia esa mujer rozaba peligrosamente la línea de pasar al romance de un segundo al otro. Al menos eso era lo que le comentaron algunas de las personas que tuvieron la dicha de verlas juntas —. Si te digo que no he follado con tu cuñado desde que está con tu hermana, que es aproximadamente hace un mes, es porque lo están. Están juntos Bellita, la rubia con cara de nada y Rabito están juntos. Son bastante ruidosos de hecho, así que tuve que pedirles que le bajasen a su escándalo en varias ocasiones. Entenderás que es penoso tener que escuchar como alguien come al lado de los pobres.
Ante aquella sentencia, Bellatrix sintió un su pecho un puñetazo enorme. Aquello era algo que se escapaba de su entendimiento racional y competente, considerando que su hermana era la más mojigata y puritana que había conocido.
Con delicadeza, tomó por los hombros a Eleanor e hizo que se alejara de su cuerpo, para luego pararse con rapidez y echarse a correr como si el mismísimo Voldemort la estuviese persiguiendo. Corrió con todas las fuerzas que su cuerpo le permitía en esos momentos, considerando el estado de shock que la estaba consumiendo. Detrás de ella iba Eleanor gritándole que la esperase, porque no se quería perder la masacre.
Abrió las puertas principales de la casona y se encontró con la cabellera de su hermana enseguida, que en esos instantes estaba colocando jarrones de cristal con flores amarillas, rojas y negras por todos los rincones que podía.
Se plantó antes de acercarse a ella en el lugar que estaba. Se fijó bien en su cuerpo y notó las diferencias que tenía. Su cintura estaba mucho más angosta, porque sus caderas se habían ensanchado. Sus glúteos estaban más rellenos y las piernas más torneadas, junto con sus brazos que ya no tenían la elegancia de antes, sino que estaban más robustos y firmes. Todo el cuerpo de la rubia estaba diferente, que sin dejar de lado al alta alcurnia que corría por sus venas, le hacían ver como una mujer más sana y atractiva al ojo crítico.
"La mala mano de Lucius se nota" pensó.
—¡Tú!, ¡Maldita adultera mentirosa! —gritó Bellatrix acercándose a pasos firmes, mostrando seriedad y molestia.
Narcissa se dio la media vuelta al escuchar la acusación de su hermana, y considerando que había estado con la Muggle durante todo el día en el "patio" de la casa, solo podía estarse dirigiendo a ella.
—¿Q-qué s-sucede Bella? —preguntó con cautela, intentando dilucidar lo que estaba sucediendo con su hermana mayor.
Bellatrix volteó el rostro de un lado para el otro buscando a su cuñado, quien al escuchar los gritos salió junto a Rodolphus y Remus del salón de descanso. Levantó su mano y con su dedo índice acusador gritó —¡Te follaste a mi mejor amiga y a mi hermana!.
Al escuchar aquello, los pocos colores que Narcissa y Rabastan tenían en el rostro de fueron de un sopetón. Estaban más que descubiertos y no podían hacer nada.
Eleanor que estaba detrás del cuerpo de la mayor se tapó la boca con ambas manos y trató de contener una carcajada por el berrinche que estaba haciendo su bruja.
Narcissa que se fijó de aquel detalle, posó su mirada en la Muggle y espetó furiosa —¡¿Le dijiste a mi hermana?!.
—Pos sí…, ¿qué querías que hiciera?, a mí nadie me dijo que Mi Bella no se podía enterar, además, aunque me lo hubiesen dicho tampoco les habría hecho caso —contestó poniéndose a un lado de su amiga —. ¡Mira qué carita más bonita que tiene!, lo lamento estirada, pero a mi brujita yo no le oculto nada —sentenció con una sonrisa en el rostro, dejando un tierno beso en la mejilla de la azabache.
Rabastan, que estaba muy nervioso por todo, se acercó con decisión hasta el lado de Narcissa y tomó su mano con delicadeza, mirándola a los ojos para reafirmar lo que diría. —Bellatrix, eres mi cuñada y te quiero más de lo que piensas, pero me hago responsable de todo lo que puedas culpar a tu hermana. La amo y no dejaré que nadie la maltrate por lo que hemos decidido hacer. Si deseas descargar tu furia, que sea en mí, pero a ella no la toques.
El discurso había sido corto, pero bonito, y Rodolphus sentía orgullo por su hermano menor, considerando que nunca había sido capaz de imponerse ante su esposa. Estaba feliz de que estuviese luchando por lo que quería y que su determinación no menguase a pesar de los años. Siempre supo que su hermano tenía una predilección hacia la menor de las Black, cosa que nunca se le quitó y ahora estaba viendo cómo se imponía ante todos para cuidar lo que determinó, era suyo.
Bellatrix por su lado soltó una carcajada que retumbó por todas las paredes de la casona, cosa que extrañó a todos, menos a la Muggle y a Sirius que se había acercado por las escaleras luego de escuchar tanto escándalo desde la parte de arriba de la vivienda. Ellos sabían lo que pasaba por la mente de la mujer y estaban de acuerdo, a pesar de que Eleanor solo tenía conocimientos por los relatos que le dio Bellatrix de la vida de su hermana en el pasado.
—¿P-por qué te ríes? —preguntó Narcissa nerviosa, quien aún se escondía tras el brazo de Rabastan esperando que la bruja atacara de un segundo al otro.
La azabache se rio por otros largos segundos, disfrutando de aquello como jamás pensó poder disfrutar algo externo a ella. Luego de que pasaran los minutos y Bellatrix se pudo calmar, se acercó hasta su hermana corriendo de un manotazo a su cuñado que se interpuso entre ellas para salvaguardar la seguridad de la rubia, y la abrazó. Le dio el abrazo más apretado y liberador que le dio jamás
—¡GRACIAS SALAZAR BENDITO! —exclamó con alegría, apretando más fuerte a la rubia
—N-no, ¿no estás enojada? —preguntó Narcissa sin entender la algarabía de la mujer.
Bellatrix se separó del cuerpo de Narcissa y le miró a los ojos con una sonrisa radiante —¡Claro que no! —contestó —. Sí me molesta que no me hayas dado una noticia tan maravillosa como esta, pero claro que no estoy molesta, ¡todo lo contrario!. Es decir, ¡le estás poniendo los cuernos al mariconsote de Lucius!, ¡es la puta mejor noticia de la vida!. Ahora, cuando los vayan a dejar de vuelta a la tienda, le diré a quien los lleve que coloque hechizos silenciadores en su piso, porque no puedo permitir que estén perturbando a mi hermosa Nellie, malditos asquerosos desconsiderados que se creen animales.
Ante el comentario, los afectados se ruborizaron con fuerza, pero asintieron sin decir nada más.
—A todo esto —volvió a hablar Bellatrix, pero esta vez mirando a su cuñado —, te tienes que preñar…, no sé cuándo, pero lo tienes que hacer, porque yo no pienso tener hijos y hay que darles herederos a los Lestrange. Ya le diste uno al inútil de Malfoy, ahora tienes que ser consciente y darle uno a tu nueva pierna peluda. ¡Uy!, ¡ya quiero ver la cara de mi Draquito cuando se lo cuente! —celebró, perdiéndose rápidamente por unos de los pasillos seguida de Eleanor.
Narcissa temblaba por todo lo que su hermana había dicho y Rabastan no estaba mejor a su lado. Remus se hallaba a un lado de Rodolphus quien le abrazaba por la cintura y Sirius reía a todo pulmón desde la escalera, de dónde preguntó con toda sinceridad —¿Alguien más se calentó de ver a Bella y Nellie juntas?..., uf, si es que son lo más sexy que he visto en mi vida.
Quienes le escucharon, elevaron la mirada hacia su posición y levantaron sus cejas, descolocados por el comentario. Narcissa por su parte espetó —Oye idiota, yo también estoy aquí.
—Si sé, y aunque estás bien, no estás tan buena como esas dos. Lo siento primita y me alegro por tu decisión de dejar al tarado de tu marido, pero Bellatrix y su amiga están para no querer salir de la habitación nunca más si están ellas dos metidas dentro —. Tras decir aquello, desapareció hacia su habitación, para seguir espiando a las mujeres de cabello rizado desde su posición.
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La noche del treinta y uno de octubre, todos salieron a los terrenos de la propiedad. En la lejanía tenían una fogata ardiendo con un caldero en su centro y se acercaron hacia ella. Por tradición, debían vestir sus mejores ropajes y así presentar sus respetos a los difuntos, por lo que Eleanor usaba un vestido negro de seda con adornos en rojo y naranja formando hojas y enredaderas, prestada por Bellatrix. La bruja a su lado vestía uno muy similar, con la diferencia de que un cuello alto de gaza rodeaba su cabeza y lentejuelas anaranjadas caían en hileras hacia sus hombros. Narcissa usaba un vestido naranja con detalles en negro y sus mangas de satín eran negras. Los hombres se habían vestido con sus túnicas elegantes de colores negros, con puños y bordes naranjas o rojos (Remus usaba la vestimenta que le prestó Rodolphus, porque todos los demás tenían las propias). Las mujeres eran quienes más ostentaban accesorios y diseños.
Bellatrix tuvo que explicarle a su amiga como era el tema de la celebración para que pudiese participar del ritual como correspondía. No la dejaría de lado, aunque su vida dependiera de ello. Dio un vistazo a su alrededor y se dio cuenta que las calabazas estaban puestas ya con sus velas en su interior. Las calaveras flotaban en el aire y las hojas de otoño ya estaban esparcidas por todo el espacio que usarían.
Rodeando la fogata, sacaron sus velas blancas y las acercaron lentamente hacia el fuego ardiente, prendiéndolas a los segundos. Bellatrix miró a su lado y se encontró con los ojos grises de su primo, quien fue el primero en expresar su bendiciones hacia ella. En un susurro dijo
—Deseo que el universo y la vida te colmen de felicidad, que nada ni nadie te opaque y sigas siendo la mejor en todo siempre —. Levantó la vela e hizo un círculo en el aire cerca de su rostro, traspasando la bendición hecha.
Bellatrix realizó el mismo acto, diciendo —Deseo que la vida te colme de lo que más deseas, y que nada se interponga en tu camino. —. Volteó para poder mirar a su amiga y con un nudo en la garganta dijo —. Te deseo toda la felicidad que te puedan brindar. Que el universo se alinee en tu camino y seas dichosa por el resto de tu vida — movió su vela blanca como hizo con su primo y se quedó mirando por algunos segundos los ojos caoba.
Eleanor realizó lo mismo, diciendo —Deseo que nunca te vayas de mi vida, y que la tuya sea todo lo que quieras que sea.
Se desearon entre todos bienaventuranzas y procedieron a lo que seguía. Tomaron un puñado de romero, canela y laurel de unas bolsitas que tenían consigo. Sacaron las hierbas y las añadieron al caldero, para ver como de este salían volutas rojas y negras hacia el cielo, rindiendo el tributo a los que a no estaban vivos. Dejaron sus velas blancas en el aire, las cuales se quedaron flotando mientras ellos se acostaban en el césped. Se tomaron de las manos y empezaron con la visualización. Dentro de sus mentes debían sentirse como un tronco de árbol, imaginando que de sus pies salían raíces y se mezclaban con la tierra. En el proceso debían pensar en todo lo que deseaban atraer en sus vidas, los cambios y deseos que más añoraban. Debían sentir las energías haciéndose dueñas de su cuerpo mientras la naturaleza les devolvía todo lo que el año les fue arrebatando. Tenían que sentir que desde la coronilla entraba una esfera blanca, recargando sus cuerpos.
Al terminar, sacaron una vela negra, la cual estaba rodeada por un pergamino con todo lo que deseaban dejar en el pasado. Se pusieron todos de pie y encendieron sus velas, dejándolas en el aire para que se consumieran igual que las blancas.
Dado por terminado el último ritual, en silencio, se acercaron hacia la casona para poder disfrutar de la comida que les estaba esperando y así hacer honor al último momento del Samhain. Bellatrix se sentía tranquila y serena, sobre todo porque tomados de cada mano, iban Sirius y Eleanor caminando, sin soltarse por nada del mundo. Eran quienes necesitaba en esos momentos.
