Capitulo 54 – Diana - Estudio

Las cosas parecían ir bien con Akko, mejor que nunca, y su nariz también estaba mejor.

Pero debía admitir que en situaciones así, se sentía un poco débil.

¿En qué momento Akko empezó a tener tanta influencia en ella?

Los exámenes ya habían iniciado, y había uno en particular que le costaba más que otros, entonces le dijo a la castaña que iba a tomarse el día para estudiar, y se vio asombrada cuando fue esta quien le preguntó si podía acompañarla a estudiar.

Eso es muy positivo, pensó.

Fueron a su casa después de clases, y les dijo a sus compañeras que iban a estar en el cuarto estudiando, para no ser interrumpidas. Ellas asintieron con fervor, conociéndola como era de estricta en el periodo de estudio.

Puso una silla extra frente a su escritorio, donde habían apilado algunos libros.

Y ahí estaba Akko, recostada en su cama, con su mano golpeando el espacio libre en el lugar. Solo la miró, intentando ignorarla. No le gustaba estudiar en la cama, porque ese lugar era para dormir, no para estudiar. Pero Akko seguía insistiendo, sonriéndole, emoción en sus ojos.

Estuvieron así un tiempo, ella de pie en el escritorio, y Akko ahí, haciendo presión y golpeando la cama con su mano, sin detenerse.

Finalmente soltó un suspiro.

Podría hacer una excepción.

Se convenció de que quizás a Akko se le haría más fácil estudiar así, en la comodidad, así que sacrificó su rutina de estudio por ella.

Esta acomodó unos cojines en el respaldo para que ella pudiese sentarse cómodamente, así que lo hizo, sosteniendo el libro de materia en sus manos.

Podía notar la felicidad en los ojos de Akko, como se alegraba de haber conseguido lo que quería, pero no quedaba ahí, eso no era lo único en su cabeza hiperactiva.

Cuando se acomodó en la cama con el libro en las manos, la castaña comenzó a empujar su brazo con su cabeza, como si se tratase de una mascota pidiendo mimos. Levantó su brazo atacado, intentando descubrir que era lo que la chica quería, para verla acomodándose en su pecho.

Sintió algo de vergüenza ante lo imprevisto del movimiento, pero Akko parecía haber encontrado la comodidad máxima en aquel lugar.

Tal vez así se esforzaría más por estudiar, se intentó convencer una vez más.

Soltó un suspiro cuando salió de su concentración luego de leer unas cuantas páginas.

Akko estaba dormida en su pecho, y claramente no estaba leyendo en lo absoluto. Uno de sus brazos rodeaba su cintura, y podía escuchar claramente su respiración relajada, y ya que había dormido con ella unas cuantas veces podía reconocer cuando esta estaba dormida, y muy dormida se encontraba sin duda alguna.

Dejó su libro apoyado en sus piernas mientras se masajeaba el puente de la nariz.

Akko la había engañado.

Soltó un segundo suspiro y pasó una de sus manos por el cabello de la chica, luego bajó por sus hombros hasta su cintura. Podía notar con claridad su torso hinchándose cada vez que respiraba profundamente. Negó con el rostro, no iba a distraerse, no lo haría. Sus calificaciones no debían bajar, y si bien lo no habían hecho, no iba a dejar que existiese probabilidad alguna de que sucediese.

Tomó el libro con su mano libre, cambiando las paginas, mientras que con la otra siguió acariciando el cuerpo sobre ella, cosa que intentó no hacer, pero era demasiado difícil de conseguir. Era relajante. Y curiosamente no se vio distraída, si no que más concentrada de lo usual.

Le hubiese gustado no ser la única que estaba estudiando, pero apreciaba la compañía. Ya regañaría a la chica cuando esta despertase. Iba a tener que discutir seriamente con ella si es que sus calificaciones dejaban el promedio que estaban teniendo desde hace un tiempo, ya que se había esforzado mucho para ir mejorando en todas las materias.

"¿A qué universidad quieres entrar?"

Dio un salto.

Se vio tan ensimismada en la lectura que le sorprendió la repentina voz de la castaña. Podía jurar que esta seguía dormida, pero al parecer estaba equivocada. El tono que usó era serio, o tal vez adormilado, no lo tenía muy claro, necesitaba su rostro en perspectiva para poder darlo por hecho.

Cuando se relajó, cerró el libro, ya luego de leer por varios minutos. Ya necesitaba descansar su vista.

"Hay una universidad en otra ciudad que tiene mucho prestigio en la comunidad médica, pero quiero estar lo más cerca del hospital, así que tal vez escoja una buena universidad de aquí. Hay una en particular que también está en un alto nivel, de esa forma podré asistir a las reuniones de la cadena."

La escuchó soltar una risa, y la vio moverse en su pecho, con la intención de mirarla, moviendo todo su cuerpo para buscar otra posición cómoda en la cual ponerse. Al final lo logró y pudo finalmente ver su rostro. Se veía divertida, burlona incluso, inflando sus mejillas y su pecho.

"¿Ya te decidiste a hacer ambas cosas?"

Notó su clara intención de darse ínfulas al respecto. Fue Akko quien le insistió, quien le dijo que debía seguir sus sueños, fue ella quien le dio el valor, el empujón que necesitaba para pensar en si misma sin abandonar su herencia.

Al principio, no dudó en tomar el liderazgo como cabeza de la familia Cavendish, y con eso tener sobre sus hombros la responsabilidad que el apellido conllevaba. El miedo que tuvo sobre las actitudes de su tía, cuando notó como esta había vendido algunos recuerdos de su madre, señalándole que lo había hecho porque los hospitales no estaban yendo como deberían. Claro que no, claro que no estaban funcionando como correspondían, porque era Daryl quien no estaba haciendo un buen trabajo como la cabeza de la familia. Cumplió los dieciséis y ya tenía la edad suficiente para ir ahí, para estar al lado de su tía, no como solo una espectadora, si no como una participante más.

Ser la cabeza era su puesto, y pronto ese sería solo suyo.

Iba a dedicarse cien por ciento a aquello, en la herencia de su madre.

Ahí fue cuando Akko apareció.

Cuando Akko pensó que ese era su destino, cuando pensó que no volvería, que no terminaría sus estudios y estaría plantada ahí, en esa sala de reuniones, ejerciendo su poder, ejerciendo su deber.

Y sí, eso era exactamente lo que planeaba hacer.

¿De que servía seguir estudiando si no entraría en la universidad? ¿De que serviría perder esos dos últimos años hasta su mayoría de edad si no tendría tiempo para cumplir su sueño de estudiar medicina?

Debía estar ahí presente, día tras día, para que las cosas funcionaran correctamente.

Para que los hospitales no decayesen.

¿Iba a ser feliz?

Pensar en estar ahí, a la cabeza de su familia, liderando su herencia, era suficiente para hacerla sentir bien consigo misma, para sentirse llena de orgullo, honorando el nombre de su madre, el de sus antepasados.

Pero había otro sentimiento en ella.

Manejar los hospitales, no significaba que sería capaz de hacer un cambio verdadero. No quería quedarse ahí, en un escritorio por el resto de su vida. No quería ser solo un espectador, no quería solo ser el mediador entre los que están muriendo y los salvadores.

Ella quería hacer un cambio verdadero.

Quería salvar vidas, como lo hicieron sus antepasados en la guerra. Como cuidaron a los heridos, trataron sus heridas, y les dieron una segunda oportunidad de enfrentarse en territorio enemigo. Una segunda oportunidad de vivir, de luchar, de servir.

Quería ser útil, quería ser bondadosa, quería ser caritativa.

Quería salvar una vida.

Unas vidas.

Todas las que pudiese.

Esa era la forma indicada para regocijarse en todo aquello que aprendió de su familia, de su estirpe. Lo que admiraba de su apellido. Estar en la cabeza no era suficiente, al menos no para ella.

Si alguien puede hacer aquello realidad, eres tú, Diana.

Cumplir mi deber y cumplir mis sueños.

Akko le hizo tener confianza en sí misma, y ahora no tenía dudas.

No iba a dudar más.

"Si, cumpliré con mis responsabilidades mientras estudio para cumplir mi sueño de ser médico."

Akko le dio una sonrisa, su torso lentamente acomodándose sobre el suyo.

"Sé que lo lograrás, y yo te acompañaré y te daré ánimos. No dejaré que dudes de ti misma ni vaciles cuando las cosas se pongan difíciles."

Esta le dijo, su rostro ligeramente serio, lo suficiente para que sus palabras fuesen tomadas con la atención y la seriedad que merecían. Se veía llena de confianza.

Y no, lo reiteraba, no tenía dudas en lo absoluto y Akko no dejaría que las tuviese. Confiaba en las habilidades de convencimiento de la castaña.

Le asintió, sonriendo, sintiendo sus mejillas arder, sus rostros separados por unos centímetros. La distancia se acortó cuando la nariz ajena tocó la suya en un leve toque. Fue un lindo gesto.

Akko se dejó caer en la cama, a su lado, sus ojos carmesís observaban el techo. Se veía pensativa. Se veía decidida. Se veía llena de determinación.

No entendió su mueca hasta que esta volvió a hablar, su voz intensa.

"Voy a estudiar en tu misma universidad. Voy a trabajar duro el año que queda y postularé. Probablemente estarás muy ocupada haciendo ambas cosas y no tendrás mucho tiempo para pasar conmigo, pero si logro ser aceptada, al menos estaremos en el mismo campus. Me aseguraré de entrar."

Se quedó sin palabras.

Jamás imaginó una decisión así de…concreta.

Ese era un verdadero plan.

No eran tan prestigiosas ni rigurosas como algunas que estaban fuera de la ciudad, pero también tenían su dificultad. Que Akko le dijese eso, la tomó por sorpresa. Para esta, entrar debía de ser complicado, de hecho, le costaría entrar a cualquier universidad sabiendo que hace solo unos meses empezó a perfeccionar el idioma y a estudiar de manera correcta. Pero confiaba en la chica, sabía que si esta se lo proponía podría llegar muy lejos. Su determinación la trajo hasta donde estaba y eso mismo le permitió tener mejoría en todos los aspectos académicos.

Estaba orgullosa de Akko.

Lo otro que le impresionaba, y le apretaba el pecho, era saber que parte de esa decisión era para tener oportunidades para verse. Para estar juntas. Para no separarse y seguir en contacto.

Akko la conocía.

Sabía cómo era con los estudios y las responsabilidades, donde se cerraba para tener la concentración suficiente que sus libros necesitaban. Era de esperarse que eso hiciera sentir sola a la castaña y en realidad, tampoco quería alejarse de ella si es que sus caminos diferían el uno con el otro.

La castaña seguía mirando el techo, sus ojos brillosos, intensos, con un dejo melancólico.

No quería separarse.

Quería seguir teniendo tiempo para estar con ella.

No quería que las cosas cambiasen, que sus vidas se bifurcaran y su apego disminuyese.

Se movió, llevando su mano al rostro de la chica, sus dedos rozando la mejilla ajena, ejerciendo la suficiente presión para hacer que esta la mirase.

¿Cómo decirlo?

Solo sonrió, perdiéndose en los carmines.

"No sé qué nos deparará el destino, no sé cómo todo afecte nuestra relación, pero si llega ese día y pareciera que nuestra rutina cambiará drásticamente, deberías vivir conmigo."

Akko abrió los ojos como platos, sorpresa embargando su expresión.

"¿¡Que!? ¿Hablas en serio?"

Se acercó lo suficiente para besar los labios ajenos, y esta pareció silenciar su confusión parlante.

"Hannah y Barbará estudiaran fuera de la ciudad, y habrá espacio disponible, incluso podría buscar un lugar más cercano a la universidad y a la cadena. No quiero que te sientas presionada a aceptar, pero tampoco quiero que nuestra relación se rompa por la falta de tiempo, por la distancia, por todo. Quiero al menos la oportunidad de verte unas veces a la semana, y si vivieses conmigo, sería todo mucho más fácil."

Akko se quedó en silencio, su rostro pasmado. Pasaron tantos segundos de quietud que se empezó a preocupar.

Finalmente, esta le dio una sonrisa, una de esas que era calma, pero llena de sentimiento.

"Eso me haría muy feliz."

Le dijo, y luego sus brazos la rodearon.

Y se quedaron así, compartiendo un abrazo cálido con un dejo de promesa.


Capitulo siguiente: Elsa – Sorpresas.


Hoy es un capitulo tierno. Akko está dispuesta a hacer lo que sea con tal de seguir a Diana, y bueno, haría lo mismo. Estas dos aun tienen un tema pendiente, así que esperenlo con ansias.

Nos leemos pronto.