Bien, hola a quienquiera que lea esto.

Ha pasado tiempo. No tanto cómo la última vez, pero aun así. Que no daría yo para poder volver a esa época feliz en la que había actualizaciones semanales, pero cómo han dicho algunos, la realidad ante que la fantasía. Bueno, no nos detengamos en eso, lo importante ¡es que hay capítulo nuevo para ustedes!

Pero antes, vamos a los reviews. Y desde ya muchas gracias a Xechu. S, Tony Warrior, Kirito 720, jean d'arc, Edugrimes, Pablo 21, Coki 13566, Trinity Seven, Pp, Pedrin el Wachin, Luna y Dase 9126 por sus hermosos mensajes, que me alegran con solo recibirlos.

Xechu. S: ¡hola! bueno, muchas gracias, me alegra que pienses así, pero faltaban cosas en el capítulo, algunas de las cuales espero compensar con éste. Lamentablemente tendrás que esperar un poco más, pero prometo hacerlo lo más digno posible. Aquí verás algo de los muertos; tengo en cuenta tu consejo, lo prometo. Te mando un abrazo y espero que todo esté bien por allá.

Tony Warrior: ¡gracias, gracias, por tan caluroso recibimiento! ¡No lo merezco! Me alegro de haberte alegrado con la actualización, y me disculpo nuevamente por estar ausente tanto tiempo. Pensé en publicar algún aviso durante mi ausencia en febrero, pero la verdad me hubiera sabido a excusa, y tú y los demás merecen más que excusas. Aquí el siguiente capítulo, un abrazo y los mejores deseos.

Kirito 720: ¡qué onda, mi amigo! Bueno, gracias sinceras por la comprensión. Aunque si me hincho más floto a lo Marge Dursley jajaj. Sí, la verdad es que todo lo que siguió a los Stark y al Norte fue terrible (en eso todos concordamos) luego de la muerte de Ned; esas desgracias son, de alguna manera, el legado de Stark. Una verdadera tragedia. Bueno, sobre la batalla, te agradezco mucho por la opinión, y no solo porque es favorable a mi narración, sino porque es honesta. Lo cierto es que costó un poco hacerla, sobre todo para equilibrarla un poco entre Ramsay (que tenía unos pocos cientos) contra Jon (con más de 30.000) y que no fuera tan fácil para el Rey en el Norte. Medité mucho sobre una pelea singular entre Ramsay y Jon, pero me negué. No quería dignificar al maniático sádico (sabes de quien hablo) con una muerte en combate. Habrá reacciones Lannister a la victoria, eso sí lo puedo prometer. Un abrazo bien grandote y hasta la próxima.

Jean d'arc: ¡holaaaa! ¿Mudarme a Narnia? ¡No! Aunque, tal vez…mejor que Panem, al menos. Aunque vivir sin internet o electricidad…¡la pucha, que es difícil elegir! Bueno, dejemos eso para otro momento. Gracias, me alegra que la batalla te gustara, y la verdad me costó elegir los puntos de vista. Quería algo ya normal (Jon) pero también innovar un poco. Algo de misterio es bueno para todos, personajes y lectores por igual, de eso estoy completamente seguro. Bueno, un gran abrazo y un beso, y los mejores deseos para ti y tu familia.

Edu grimes: ¡hola! Mucho gusto leer a alguien nuevo. Siempre es un placer. Qué bueno que la batalla gusto. El cambio de estandartes luego de la lucha me encantó en la serie, y no pude resistirme a hacer algo similar aquí. Y Jon…..….me parecía el único con la capacidad de hacerlo, el que más tenía derecho a hacerlo. La verdad es que me gusto escribir de la muralla interna. Bien, las reacciones llegaran pronto, y sobre los nuevos puntos de vista, la verdad es que estoy decidido a hacerlos, aunque no estoy muy seguro de cuando introducirlos. Hasta el momento, solo uno está confirmado: Olenna. Será un reto, estoy seguro, pero Dios quiera y sabré hacerlo bien. Ramsay y Myranda tendrán un final digno de ellos (no lo digo cómo halago, aclaro). Ya verás. Bueno, un saludo y hasta la próxima.

Pablo 21: ¡aquí sigo yo también, amigo! ¡animado por saber que tú también estás! Te gustan largos, eh…interesante…..¡no te ofendas, estoy jugando! A mí también me gustan LOS CAPÍTULOS largos. Bueno, ahora ya enserio. ¿Tú crees que este capítulo esta menos adornado que el anterior? La verdad no me lo parece. Aunque, entiendo a lo que te refieres con exceso de adornos, lo he visto y yo mismo lo hice, como ambos sabemos. Bueno, gracias por la sinceridad y voy a tratar de no caer en descripciones tediosas, que a mí tampoco me gustan. Te mando un abrazo y muchas bendiciones.

Coki 13566: hola. Sí, Ramsay no merece un final digno, ni siquiera una captura gloriosa. De Jorelle sabrás pronto, no temas. La llegada de las mujeres de Jon y la del Pez Negro coincidiendo. Que interesante sería….Bueno, girando 180°, diré que, si Essos invadiera Westeros, probablemente sería Tyrosh, o Volantis, o alguna ciudad con una fuerte tendencia a la esclavitud. Creo que nadie conoce "bien" a Baelish. Es tan tramposo, tan intrigante…y con Sansa fue ciertamente un HDP. Astuto como pocos, pero un HDP a pesar de todo. Bueno, un saludo y que estés muy, pero muy bien.

Trinity Seven: ojalá logres (si es que ya no lo hiciste) sobreponerte al dolor. Aunque no te apresures; cada quien lo vive a su manera. Saludos y que te encuentres bien.

Pp: y tu review encaja perfectamente con ella. Gracias y hasta otra ocasión.

Pedrin el Wachin: Thank you very much. Until next time. Bye.

Luna: me gustó mucho el review, y es lindo leerte de vuelta (no soy ningún plagiario, por si lo estás pensando). Si, tras una espera más larga que el Éxodo judío, Invernalia por fin se libró de los Bolton. ¡Vamos todavía! En cuanto a las frutillas, el reencuentro para unos capítulos más (¡no me pegues!) pero aquí hay una probada de ambas, que espero te guste. Será épico los encuentros que siguen: "Querido tío…..no solo estoy viva….estoy enganchada con el hijo de mi marido…y también con su mujer…sé que no debería…pero me imagino a los tres en una gran cama, con una copa de vino en la mano antes de que la lengua de Jon se deslice en mi….." …..Mmmmmm….creo que me fui de largo, jeje. ¡Bueno! Dejémoslo por ahí. Un gran abrazo y un beso. P.D: ¡Jon, eres un pequeño demonio!

Dase 9126: la narración es buena, lo concedo, pero no mejor que los lectores. Sobre todo la que escribió el review que ahora respondo. Un gran saludo y cuídate.

*Bien, ahora sí, basta de hablar. Vamos a lo que los trajo hasta aquí.

Disclaimer: todo lo que puedan reconocer pertenece a G.R.R. Martín. Yo solo lo uso para entretenerme y tratar de entretener a otros.

Ygritte

Catelyn había soñado gran parte de la noche. Sus murmullos ininteligibles y sus constantes movimientos la habían delatado. En una ocasión casi había golpeado a Minisa, por lo que Ygritte tomó a su hija dormida con cuidado y la colocó a su otro lado, de modo que ella misma se interpusiera entre la bebé y la otrora Dama de Invernalia.

Con los primeros rayos de sol asomando a través de las solapas de la tienda, supo que había llegado el momento de levantarse. No le tomó más de unos momentos vestirse, y tras comprobar que Minisa estuviera bien cubierta para prevenir el frío, salió de la tienda.

En el exterior, una fina capa de nieve cubría el suelo. Difícilmente podría ser considerada un obstáculo. Con un breve gesto a las mujeres de las lanzas que guardaban la tienda, Ygritte se alejó, ignorando a las dos que la siguieron y confiando en las otras ocho para cuidar de su hija y Catelyn.

Las hogueras salpicaban el campo; junto a ellas, hombres y mujeres se apiñaban, en espera de la primera comida del día. Vio un rostro conocido junto a una y se acercó.

"Munda" saludó, al tiempo que le deba un golpe en el hombro a modo de saludo.

"Ygritte" dijo la hija de Tormund, sin distraerse de la carne que se cocinaba en estacas frente al fuego. A sus pies había un cuenco de madera lleno de bayas y un pellejo sellado. Ygritte tomó un trago de este último, el agua aliviando su garganta seca y la cebada en ella dándole un toque más espeso.

"Nos iremos al mediodía ¿cierto?" dijo Munda, al tiempo que tomaba una de las estacas y le daba una mordida tentativa al pedazo de carne en ella. Lo devolvió a su lugar junto al fuego con un puchero en los labios; al parecer la carne aún no estaba lista.

"Tal cómo acordamos" dijo Ygritte, refirmando sus palabras de la noche anterior. Habían descansado un día más de lo debido en el campamento de Morna. Ya era hora de avanzar.

Munda finalmente apartó su vista de la carne para centrarla en Ygritte "¿Jon sabe que Catelyn, Minisa y tú están en camino a Invernalia?" preguntó, el inicio de una sonrisa burlona en la comisura de sus labios.

"¿Tormund sabe acerca de Ryk y tú?" replicó, consiguiendo que la sonrisa del rostro de Munda desapareciera. Con una en el suyo ocasionada por la pequeña victoria, Ygritte tomó una baya del pequeño cuenco y se la llevó a la boca.

Sin embargo, la sonrisa de Ygritte no duró mucho cuando los pensamientos que la habían atormentado en los últimos días, y que no se sentía ansiosa por enfrentar, volvieron a ocupar el primer lugar en su mente.

Jon no estaría molesto por su llegada ¿verdad? Después del intento de asesinato era mejor permanecer juntos. Además, así podría cuidar personalmente de Minisa. Minisa…Jon había estado ausente cuando su hija nació. Se había perdido demasiado tiempo de la vida de la niña, y tanto él como ella merecían al menos conocerse uno al otro. Ygritte suponía que eso bastaría para apaciguar a Jon por no avisarle de su partida del campamento, su viaje a través de la mitad del Norte su y llegada a Invernalia. Sin embargo, sí la presencia de Minisa y la felicidad por finalmente conocer a su hija no le bastaban a Jon, Ygritte misma se daría a la tarea de apaciguarlo.

"Por fortuna sé cómo hacerlo" pensó, al tiempo que sus pensamientos se alejaban de Minisa para recordar algunas placenteras ocasiones en que había contentado a Jon luego de una discusión o un día particularmente difícil. Lo opuesto también había sucedido.

Entonces, una idea aún más sublime apareció en su mente: no de dos cuerpos desnudos, sino de tres, en la intimidad, piel contra piel, gemidos de hombre y mujer llenando sus oídos mientras…..

"¡Ygritte!" su nombre hablado, o más bien gritado, logró apartarla del inicio de una fantasía. Una fantasía que había ocasionado una sonrisa muy grande en su rostro, de la que fue consciente solo al volver a la simple realidad.

La mirada de Munda forzó a Ygritte a voltear el rostro y parpadear varias veces, buscando ocultar el deseo que sin duda se mostraría en sus ojos.

No recordaba haber probado la comida. Su mente estaba divagando con ideas surgidas de su breve fantasía. Otros habían llegado a unirse a ellas junto al fuego. Habló con varios, además de Munda, pero por los dioses que no podría recordar su conversación.

Cuando finalmente hubiera terminado su comida, tomó un último trago del pellejo, saboreando la cebada mezclada con el agua antes de despedirse apresuradamente y encaminarse a su tienda, antes de que sus anhelos y deseos volvieran a manifestarse y se delatara frente a otros.

En el interior, Minisa estaba despierta, en una lucha silenciosa para remover las numerosas pieles que tenía encima de ella, que se abultaban a causa de los diminutos pies y manos que intentaban apartarlas, la insistencia compensando de sobra la falta de fuerza. Le sonrió brevemente antes de ver a Catelyn.

Parecía que acababa de levantarse: su cabello estaba ligeramente enredado, no se había colocado sus botas. Estaba de perfil, aun no notando su retorno a la tienda. Ygritte enfocó su vista en ella en el preciso instante en que la mujer estiraba sus brazos por encima de su cabeza, en un esfuerzo por desalojar el cansancio de su cuerpo.

Ygritte contempló cómo la camisa interna de Catelyn se alzaba debido al movimiento, permitiendo contemplar su cintura desnuda, la piel blanca al descubierto. Había ligeras marcas en ella, pero eso solo resaltaba el atractivo. Los ojos de la madre de Minisa vagaron hacia arriba, y al ver como la lana se amoldaba en torno a dos pechos redondos y firmes, supo que ya había perdido la batalla.

Se acercó a zancadas, sin despegar sus ojos de la otra mujer.

Catelyn la notó, y el inicio de una sonrisa amenazó con asomar a sus labios "Buen…" el saludo de Catelyn fue cortado cuando Ygritte estrelló sus labios contra ella. Sin darle tiempo a alejarse, una de las manos de Ygritte fue a su cintura, sus dedos apretando con la fuerza suficiente para mantener a Catelyn allí, pero con cuidado de no dejar marcas en su piel delicada. La otra fue hacia arriba, acariciando los mechones color fuego antes de presionarse firmemente contra su nuca, evitando cualquier alejamiento.

Había algo en los labios de Catelyn que la enloquecía; no sabía que era, y casi había renunciado a intentar averiguarlo. No lo iba a hacer en ese momento; requeriría pensar, y había cosas más importantes en ese momento. Principalmente, sentir.

La cabeza de Ygritte se inclinó ligeramente, cambiando el ángulo del beso, al tiempo que su lengua acariciaba lentamente el labio inferior de Catelyn, rogando por la entrada. No la consiguió, pero aun así no se frustró. No con los labios llenos, limpios y jugosos que estaba degustando.

La mano de Ygritte dejó la cintura a la que se aferraba para bajar más, hasta posarse de lleno en una nalga. La apretó, y el jadeo de Catelyn le dio la oportunidad de introducir su lengua más allá de los labios de su compañera. Lentamente acarició otra lengua, en un juego que tenía como objetivo hacer que Catelyn participara. Todo ello mientras odiaba los pantalones delgados que Catelyn llevaba y consideraba con mucha seriedad bajarlos, para sentir la firme carne que la otra mujer ocultaba debajo de ellos.

Los pensamientos de Ygritte estaban nublados, pero en ese momento se despejaron brevemente para recordarle a Jon. Él había llegado mucho más lejos que ella con Catelyn, incluso si fue solo una vez. Hace tiempo que había dejado de molestarle, pero en ese momento la imagen de ambos, sin ropa, se hizo presente con un detalle excelente, y eso solo hizo que su propia lujuria creciera. Sintió sus pezones endurecerse, y su centro empezando a gotear de deseo ante la idea de presenciarlo en verdad.

"Tal vez podría preguntarle a Jon qué era lo que le gustaba a la otra mujer y entonces…."

La repentina separación de labios y la pérdida de calor corporal sacaron a Ygritte de sus cavilaciones, y no pudo evitar el gruñido frustración que asomó por su boca al entender el motivo: Catelyn se había apartado. Cuando abrió los ojos, la vio a varios pasos de distancia.

"¿Qué fue eso?" preguntó Catelyn, sin aliento. La conmoción gobernaba sus rasgos, pero no había enojo o rechazo en ellos, y eso fue suficiente para saber que las cosas no habían cambiado entre ellas. Era un alivio, y al mismo tiempo un incipiente fastidio.

Sin embargo, al oír esa voz surgir a través de los labios ligeramente hinchados a causa del beso, Ygritte podría jurar que su coño palpitó. Estaba segura de que Catelyn ya poseía el mismo poder sobre ella que Jon. Jon…

"Tenemos que prepararnos" logró decir, su voz ronca forzándola a carraspear "Debemos ponernos en marcha para llegar a Jon"

Momentos más tarde, mientras veía a Catelyn empezar a recoger algunas cosas con una mano mientras sostenía a una cada vez más activa Minisa con la otra, Ygritte estaba segura de que tenía que llegar pronto con Jon. Debía presentar a Minisa a su padre y viceversa, debía decirle a Jon que estaba de acuerdo en compartirlo con Catelyn, además de que ambos compartirían también a la antigua Lady Stark. Con suerte, Jon sería capaz de ayudarla a terminar de convencer a Catelyn de que los tres se sumergieran de lleno en lo que había entre ellos. Y si eso pasaba…..

Ygritte sacudió la cabeza y cerró los ojos, buscando desterrar, momentáneamente, las imágenes de una gran cama con pieles sobre la que tres figuras, dos con cabello de fuego y otra con rizos oscuros como la noche, hacían cosas que ni siquiera los dioses serían capaces de hacerle olvidar.

Bran

Sentía el viento en sus alas. No. No eran sus alas. Eran las del cuervo, que se movían una, dos, tres veces antes de quedar quietas por un momento y luego volver a empezar. A su alrededor, otros cuervos volaban, formando un grupo de unos treinta o cuarenta animales. Podía sentir al Cuervo de Tres Ojos en todos ellos; el único pájaro libre de su presencia era el que compartía su mente con Bran.

Debajo de él, un río congelado corría, o había corrido, de este a oeste. Junto a él, los árboles y arbustos estaban rodeados de nieve. Parecían hechos de vidrio; el hielo había arraigado en lo profundo de ellos, y Bran se preguntó si se romperían si intentaba posarse en uno de ellos.

El cuervo siguió a los demás, cruzando el río y dirigiéndose a una gran serie de montañas que bloqueaban la vista. Agitó las alas repetidamente para aumentar su altura, esquivando los picos coronados de nieve.

Al otro lado, una vista aterradora lo esperaba.

Una multitud inmensa, la más grande que había visto nunca, y de la que se desprendía un aroma imposible de ignorar, estaba sobre una planicie helada que se extendía por millas. No se movían de sus lugares, sino que parecían encogerse en ellos en grupos pequeños.

El cuervo se aterró, confundido. Su hambre y naturaleza lo guiaban hacia la carne olorosa, listo para roerla con su pico. Pero su instinto de supervivencia le instaba a alejarse de allí lo más posible. Bran mismo se sentía listo para huir, pero una parte de él, curiosa, instaba a seguir adelante. Al final, fue lo que hizo, el cuervo volando con sus congéneres mientras veía a través de sus ojos.

Al acercarse, los ojos del pájaro le mostraron que los muertos no estaban encogidos. Cavaban. Sus uñas caían y probablemente sus dedos también, pero lo ignoraban mientras rompían la gruesa capa de nieve y luego la tierra helada debajo de ella.

Buscaban. Parecían buscar. Pero….¿qué?

Un ser llamó su atención. Al contrario de los demás, no cavaba. Tan solo se mantenía quieto. Aun desde la altura, pudo distinguir piel inusualmente entera, color uniforme y ropa que no se veía afectada por la putrefacción cómo las de los demás.

El ser miró hacia arriba, dos orbes azules brillantes observado fijamente hacia él.

Un miedo absoluto se apoderó de Bran. Aún separado por el cielo, se sintió tan indefenso cómo un bebé. Mientras intentaba luchar contra ese creciente temor, el cuervo no lo hizo. Con un graznido aterrado, el animal embistió su mente contra la del hijo de Eddard Stark y lo empujó lejos de ella.

Durante un sencillo instante se sintió cayendo. Al siguiente, sus ojos se abrieron y contempló el interior de la cueva. Jadeó, al tiempo que su garganta ardía.

"Bebe" una voz dijo. Bran sintió una mano alzar su cabeza antes de que un plato de madera se colocara contra sus labios. Bebió el agua en él con ansias, al tiempo que bebía con sus ojos a quién lo ayudaba.

Meera.

Ella no lo miró mientras le daba de beber, prefiriendo centrar su mirada en el suelo. Aquello dolía; el dolor solo se intensificó cuando ella se puso en pie y se marchó en el instante en que el agua en el plató se acabó, sin mirar atrás.

Con esfuerzo, y preguntándose brevemente cuánto tiempo había pasado desde la última vez que estuvo consciente, Bran giró con ayuda de sus brazos antes de empezar a arrastrarse. La tierra se pegaba a su ropa, todo el color perdido largo tiempo atrás por la oscuridad de la mugre. Pasando sobre raíces de arciano, no tardó en llegar ante el Cuervo de Tres Ojos momentos antes de que sus ojos volvieran a ser los mismos y lo contemplara en silencio. Un silencio que fue roto, como ya era usual, por el más joven de ellos.

"Me vieron. Lo sentí" dijo, recordando el terror absoluto del cuervo antes de que lo expulsara de su mente.

"También yo lo hice" dijo el cuervo, sus ojos parpadeando con tranquilidad "Te buscarán"

Bran sabía que debía asustarse por esa posibilidad. Lo estaba. Pero….lo había sabido desde hace tanto tiempo. Las palabras finales del Cuervo no generaban emociones de la misma forma en él, igual que no lo hacían en absoluto en su pronunciador.

"Vi…" repitió Bran, al tiempo que intentaba apartar de su mente las imágenes de los muertos "Los vi cavando" añadió.

Una pregunta flotó en el aire helado y viciado de la cueva: ¿Por qué?

"Cuando él permitió cruzar a los salvajes, el Rey de la Noche perdió lo que habría sido una gran cantidad de carne para su ejército. Está buscando ampliar sus fuerzas" dijo el Cuervo, su tono adquiriendo una dureza en sus últimas palabras.

Aún sin pronunciar nombres, Bran supo que se refería a su hermano Jon. Era extraño. El Cuervo nunca mencionaba a sus hermanos y hermanas por sus nombres, pero había una ligera cadencia en su voz cuando mencionaba a Jon. Bran lo había notado luego de mucho tiempo, y le había tomado aún más, dada la renuencia del ser a hablar de cualquier cosa que no implicara enseñarle, estar seguro más allá de toda duda.

"Pero…..¿es por eso que no avanza? ¿Por qué no va hacia el sur?" preguntó Bran.

Bran no había tenido muchas oportunidades de aprender de guerra cuando su padre aún vivía. Escalar, correr y jugar eran mucho más atractivos que sentarse en el solar del Maestre Luwin cómo debía hacer Robb durante largas horas para recibir lecciones de guerra, a las que en ocasiones se sumaba su señor padre.

Pero aún sin saber, veía. Había visto lo mal tripulado que estaba el Muro, y sabía que Jon se llevó a muchos salvajes hacia el sur para pelear con los Bolton.

"Aún no está listo" la voz del Cuervo lo sacó de sus pensamientos. Antes de que Bran terminara de salir de sus pensamientos y le preguntara al ser en el árbol a que se refería, éste volvió a hablar "Vámonos. Es hora de tu siguiente lección"

Bran se encontró antes de darse cuenta sujetando una raíz de arciano con su mano derecha. Al siguiente instante, estaba cerca de una torre enclavada en una formación rocosa, en un lugar desértico, sin más vida que arbustos espinosos y dos hombres de armadura blanca ante un pequeño sendero que llevaba a las escaleras de piedra talladas en la roca que llevaban a la gran estructura.

Vio a su padre en su juventud llegar a lomos de un corcel, seguido por el padre de Meera y otros hombres. Uno de éstos guardaba una gran similitud con Jory Cassel, el capitán de la Guardia de Invernalia.

Vio a su padre combatir con ferocidad y estar al borde de la muerte, solo para ser salvado por el herido padre de Meera. Los dos únicos sobrevivientes de ese pequeño conflicto con la Guardia Real junto a una torre de aspecto abandonado en medio de la nada.

Un grito agudo cortó el silencio que había caído sobre el lugar luego de que su padre matara a Arthur Dayne con su propia espada. Bran sintió su piel erizarse ante el crudo dolor que reverberó en el aire, pero antes de poder hacer más se sintió alejado de allí por el Cuervo de Tres Ojos. Lo último que vio fue a su padre subiendo las escaleras a zancadas con la espada de Dayne en la mano.

Hugo Wull

Se sentía…..irreal. Todo lo que veía, lo que sucedía frente a sus ojos. Lo creía, pero al mismo tiempo…sentía que estaba imaginando cosas. Era tan…absurdo. Contradecía todo lo que era, todo en lo que había creído. Era lo que nunca hubiera deseado ver, y al mismo tiempo….le alegraba verlo. Lo extasiaba.

Desde la cima de la muralla contempló las oleadas de hombres que entraban el castillo por las puertas debajo de sí: miles de guerreros para sumarse a los miles más que ya habían entrado. Se dispersaban, cubriendo todo como un hormiguero cuyas habitantes eran forzadas a salir a la luz. Los veía subir a las murallas por docenas, y los veía cruzar las puertas internas por cientos.

Muchos eran norteños: vio a sus hombres, así como a los de Norrey y a los de ese imbécil de Locke. Los colores de sus escudos y el estilo de sus ropas los distinguían cómo pulgares doloridos en el mar de pieles desiguales y rasgos infinitos que eran los salvajes.

Los veía entrar a Invernalia por cientos, algunos a paso tranquilo y muchos más corriendo con una emoción casi infantil. Incluso desde la cima de la muralla escuchaba su asombro ante el castillo, sus voces maravilladas ante las gruesas murallas de piedra, las torres que parecían rozar el cielo y las puertas quemadas y destrozadas por las que incluso los gigantes podían cruzar con facilidad.

No podía evitar pensar en la reacción de Ned Stark si viera el hogar de su familia atestado de salvajes. Dudaba mucho que fuera de su agrado. Dudaba que, además del Rey y Lady Catelyn, hubiera un Stark, vivo o muerto, que lo aprobara.

Una hilera de salvajes, al menos una veintena de ellos, dirigidos por un hombre con un collar hecho de huesos y piedras talladas, subió las torres por la escalera interna. Por órdenes del Rey se harían cargo de la guardia de las torres, mientras Wull y el resto de los que habían combatido eran invitados a descansar. Tras pensarlo un momento, Cubo Grande asintió en silencio antes de empezar a bajar la torre, seguido por los demás.

Una vez en suelo firme, se encaminaron hacia el interior de Invernalia. Era hora de ver el resultado de la lucha con sus propios ojos. Los pequeños incendios causados por la brea se habían tornado en delgadas columnas de humo moribundas que agonizaban tras el paso de miles de pies sobre ellas.

Junto a las puertas internas una tienda sin paredes estaba en proceso de ser levantada. Ya debajo de las zonas terminadas varios hombres y mujeres heridas se recostaban, mientras tres curanderos salvajes examinaban sus heridas. Algunos de los que habían seguido a Wull se aproximaron sin palabras. Mientras la mayoría dejaba caer sus armas y se disponía a esperar ser revisado, unos pocos contribuyeron a terminar de erigir la tienda y uno incluso ayudó a los curanderos. Wull siguió adelante.

Resultaba difícil transitar entre la multitud. Todos parecían tener prisa. Vio a un hombre de Norrey y a un salvaje cruzar a su lado, sus manos llenas de espadas. Otros ayudaban a heridos de gravedad a andar. Muchos más ingresaban a los edificios con las armas desenvainadas, posiblemente registrando.

La mirada de Wull se dirigió a las murallas. Desde la cima de éstas se arrojaban cuerpos y estandartes de Bolton hacia el suelo. Los primeros ocasionarían un ruido sordo cuando la carne inerte se estrellaba contra el suelo duro. Los segundos no ocasionarían ni un susurro. Sin embargo, solo podía suponer: era imposible escuchar nada más que las voces que llenaban el aire.

"Wull" la voz, elevada casi hasta ser un grito, apartó su vista de las murallas hasta Rickard Liddle "Su Alteza quiere hablar contigo. Espera en el bosque de dioses" dijo el heredero del clan Liddle.

Antes de poder decir algo, el Pequeño Liddle volvió a perderse de nuevo entre la multitud.

Con un gruñido, en parte molesto y en parte agradecido por la información, Wull cambió de rumbo, valiéndose de sus recuerdos para encontrar el camino hacia el bosque de dioses. Por el camino contempló a varios soldados con los colores Bolton, algunos de ellos heridos, siendo arrastrados por salvajes armados con espadas y hachas. En su lengua estaba la pregunta, pero no la hizo. Otros no tuvieron tal reparo, insistiendo en preguntar, y en algunos casos gritar, porque no los mataban dónde estaban, pero la única respuesta era que el Rey los quería con vida. El porqué era solo otra pregunta para añadir a la creciente lista de las debía hacerle al monarca.

No fue difícil llegar a su destino: el Bosque de Dioses ocupaba una gran porción del castillo, y aún entre tantos cuerpos, era imposible no ver las altas copas de los árboles asomando hacia el cielo, solo superadas por las murallas de la fortaleza.

Una decena de lanceros, la mitad norteños y los demás salvajes, flanqueaban la pequeña puerta de madera por la que se ingresaba al bosque. Se apretujo para cruzar, saliendo a una vista familiar. Un gran bosque lleno de cipreses, pinos y muchos otros árboles con ramas casi totalmente desnudas se elevaba hacia el cielo, siguiendo el contorno de las pequeñas elevaciones y depresiones naturales sobre un lecho de hojas caídas de todos tipos de descomposición.

La quietud sobre el lugar era abrumadora. Casi como si los dioses no desearan que las miles de voces que llenaban el resto del castillo hicieran lo propio con este lugar creado y mantenido para ellos.

Reafirmando su agarre sobre su hacha larga, empezó a caminar. El Pequeño Liddle no le había dicho en qué lugar específico del gran bosque estaría el Rey, pero tenía una idea. Y resulto ser correcta.

El Rey Jon estaba ante el árbol corazón, sentado con sus rodillas cruzadas y su espada desnuda sobre ellas. Al acercarse a él por su costado, Wull pudo constatar que su único ojo libre estaba cerrado. Sumado a la tranquilidad de su rostro y la cadencia silenciosa y calmada de su respiración, tenía la serenidad de un hombre dormido.

Antes de darse cuenta, Wull apretó su mano libre, formando un puño "Uno esperaría más alegría de un hombre que acaba de tomar un castillo para sí. Un Rey que acaba de recuperar la fortaleza más importante de su reino" pensó con molestia.

Una vez más se encontró preguntándose qué clase de hombre era el Rey. Cada vez que creía saberlo, algo ocurría y su certeza se volvía polvo.

Los ojos de Wull se movieron brevemente al lobo huargo blanco que montaba guardia a pocos pasos del Rey. Con la bestia allí, no le sorprendía que no hubiera más guardias.

"Alteza" saludó, al tiempo que hacía una breve reverencia que no podía ser vista por el joven ante él.

"Mi señor de Wull" dijo el Rey, su ojo aún cerrado. Antes de poder preguntarle sí podía saber que era él tan solo por el sonido de su voz, el Rey continuó "Os ruego que esperéis, mi señor. Deseo esperar a que lleguen los demás antes de hablar. Mientras tanto, sentíos con la libertad de vagar por las cercanías o descansar, lo que os apetezca" dijo, aún sin mirarlo.

"Os…..agradezco" dijo, sin estar seguro de que decir. Giró para encaminarse a una roca cercana que era lo bastante grande para hacer las veces de asiento, cuando la pregunta escapó de sus labios sin pensar "¿Cómo sabíais que era yo al llegar?"

Los labios del Rey se elevaron una fracción "¿Cómo no saberlo?" su ojo libre aún permanecía cerrado.

La espera pareció infinita, y aun así, no pasó mucho hasta que se encontró entre un grupo de unos cuarenta hombres y mujeres. Catorce de ellos eran norteños, y los demás eran salvajes. Aún sin conocer todos los nombres de estos últimos, sabía que eran líderes de clanes y tribus salvajes. El único entre todos ellos sin nada a su nombre, quién además era el más joven de los reunidos, era el pupilo de Galbart Glover. El muchacho bastardo de Halys.

"Sé que algunos de vosotros tenéis preguntas, pero os ruego que las dejéis para mañana al mediodía. Lo mismo se aplica también a cualquier información que no se considere vital" anunció, su voz tan tranquila como su rostro "Esta noche habrá un festín en el castillo. La bebida y la comida fluirán, la risa será permitida y la victoria será celebrada como corresponde"

El lobo del Rey dio un paso adelante, sus ojos rojos brillando con una inteligencia que ninguna bestia debería poseer. La mano del Rey se posó sobre la cabeza de la bestia, casi a la misma altura de su hombro, con la suavidad de una pluma.

"Sin embargo, antes de poder festejar, hay un último acto que debe realizarse" dijo el Rey, y aunque su expresión no se alteró, Wull juró que pudo ver sus ojos oscurecerse "Venid conmigo" dijo, al tiempo que se encaminaba hacia la salida del bosque.

Jon

Sentía los ojos de los señores norteños y caudillos del Pueblo Libre por igual en su espalda. En algún momento los hijos de Tormund y Helga habían aparecido, dando asentimientos bruscos a manera de saludo antes de rodearlo, con Torreg ante él y los otros detrás y a sus costados.

Jon no sentía sus heridas. Sabía que estaban allí, pero no podía encontrar importancia por ellas.

Su mente sufría mucho más que su cuerpo.

"No debes hacerlo. ¡No puedes!" gritaba una voz en su cabeza. Se parecía dolorosamente a la de su padre.

Eddard Stark no haría lo que Jon estaba a punto de hacer. Nunca haría algo semejante. No era honorable, correcto, ni justo. Probablemente se revolcaría en su tumba al ver lo que haría su hijo.

…pero no, eso era imposible, porque incluso una tumba adecuada se le había negado. Eddard Stark era honorable, correcto y justo. Y fue ejecutado como un vulgar criminal, y con su propia espada. Y no satisfechos con negarle justicia en vida, ni siquiera le permitieron reposar junto a sus antepasados en la muerte.

Era un conocimiento doloroso….saber que no podía obtener justicia para su padre, para Robb y para tantos más…Rey en el Norte se llamaba, pero no podía dar justicia al pueblo que llamaba suyo por tantos agravios. No podía devolver a los caídos sus vidas, y tampoco podía aliviar el dolor de aquellos que aún permanecían.

"Si no puedo darles justicia…les ofreceré venganza" pensó Jon a medida que cruzaba los patios en los que había jugado con sus hermanos de niño.

A su paso, hombres y mujeres se apartaban de su camino. Jon vio sus ojos, y ellos debieron ver la seriedad en los suyos, porque al mirar sobre su hombro por un instante, vio que muchos además de los señores lo seguían.

Una pequeña cantidad de guerreros, menos de un centenar, ya estaban a la sombra de la muralla, contemplando a los lanceros apiñados en dos apretadas hileras que formaban un semicírculo contra la gruesa barrera. Jon reconoció al hombre que estaba ante ellos y le asintió.

Los lanceros se apartaron para dejarlo pasar, y a una señal giraron sobre sus talones, sus espaldas hacia la multitud y sus ojos, al igual que los de Jon, enfocados en el interior de la formación.

Unos treinta hombres, ninguno de ellos en pie, lo miraron con distintas emociones. El temor era el más habitual, pero Jon detectó resquicios de rabia y desafío en ellos. Demasiado para su gusto. Tal vez lo hubieran atacado en otras circunstancias, pero con Fantasma a su lado, Hermana Oscura en su cinturón y todos ellos privados de armas y armaduras, el resultado de tal acto era obvio.

Algunos de los hombres estaban heridos, y se recostaban contra la muralla, a menudo sujetando sus heridas con manos pálidas a consecuencia de su sangre. Uno de ellos, tirado en el suelo, luchaba por mantener los ojos abiertos y fijos en él.

Jon caminó con calma entre ellos, observando sus rostros con atención. Su mirada corrió por narices, bocas, mentones y mejillas, aunque no se detuvo en ninguna de ellas ni la mitad de tiempo en sus ojos.

"….debes mirarlos a los ojos…"

"¿Quién de ustedes es el más importante?" su voz restalló como un látigo. Observó con cierto placer como algunos de los hombres se estremecían, moviendo los hombres desollados en sus jubones oscuros.

Ninguna palabra salió de los labios de los prisioneros Bolton, pero sus ojos temerosos delataron al líder. Jon cruzó con calma los patéticos restos de los hombres de Ramsay Bolton hasta llegar al líder, quién se encontraba separado de los demás, aparentemente por propia voluntad.

Para sorpresa de Jon, el hombre no se encogió cuando se encaminó en su dirección. Al contrario; con lentitud se puso en pie. Su mano derecha, en la que faltaban los dedos anular y meñique, apretaba con fuerza su brazo izquierda, dónde un corte corría de lado a lado, empapando la mano con sangre. Un corte más ancho se exhibía en su muslo derecho, dónde el cuero de los pantalones había caído revelando piel pálida y unos pocos vellos oscuros, salpicados de sangre, igual a la que se formaba en un charco alrededor de su pie izquierdo, el cuál Jon notó que era usado con cuidado, sin duda por el acero que se había enterrado en él, arruinando la bota de cuero nueva manchada de lodo.

El hombre lo miró con fríos grises, su cabello peinado hacia atrás dejando a la vista una herida en la frente por encima de los ojos, de la que caía un hilillo de sangre, cruzando la nariz en un surco más largos que los que alteraban las mejillas, antes de perderse en el bigote y la barba, ambos más espesos que el vello que cubría la parte inferior de ambas, pero que también contribuía a ocultar la parte superior del cuello.

"Tú eres el bastardo de Ned Stark" dijo el hombre, no cómo pregunta sino como una afirmación.

Jon no fue el único en notar el desprecio y la burla en las palabras del hombre; varias maldiciones e incluso un grito surgieron entre la multitud que los rodeaba. Jon alzó la mano en un débil pero exitoso gesto para callar las voces antes de que se elevaran demasiado.

"Mi nombre…..es Locke" dijo, alzando la barbilla con orgullo.

El orgullo de un hombre que sabe que está acabado, pero se niega a mostrar miedo incluso en sus momentos finales.

El resoplido escapó de los labios de Jon, débil y despectivo "No me interesa" afirmó, porque era cierto. Este hombre no significaba nada para él, igual que los demás.

Aunque para otros, tal vez si lo hicieran.

Sin palabras, Jon giró, alejándose del hombre y cruzando entre sus compañeros, para luego detenerse antes la multitud ya formada.

"No lo hagas. Esto no es honorable" Jon volvió a escuchar la voz de su padre en su mente.

"No. No lo es" concedió Jon. Pero aun así lo haría.

Sus ojos se dirigieron al mismo hombre al que había asentido momentos antes.

"Dejadlo pasar" dijo a los lanceros que contenían a la multitud "Y también a aquellos que sean de su clan" las figuras surgieron entre los lanceros, hombres y mujeres portando lanzas, unas pocas hachas, mazas y espadas y un solitario martillo de guerra. Casi todos llevaban sus escudos en sus espaldas.

A diferencia de Jon y muchos otros, los hombres y mujeres ante él estaban ilesos. Sus ropas y armas no tenían manchas de sangre ni suciedad, dando testimonio de que no habían tomado parte en la lucha que había tenido lugar ese día.

Jon avanzó y colocó su mano sobre el hombro del líder, mirándolo fijamente a los ojos. Allí, entre la dureza de la expresión y la furia de las facciones, Jon distinguió algo más, bien oculto, pero no lo suficiente.

Dolor.

Reprimiendo el impulso de ofrecer palabras que al final serían inútiles, Jon se alejó del hombre.

"Muchos de nosotros hemos llegado marchando por el Camino Real. Ha sido un camino largo….y duro. Muy duro. Para algunos más que otros" dijo Jon, su voz cortando el aire "Muchos habéis visto los cuerpos dejados atrás a manera de provocación, y sin duda aquellos que no lo hicieron, oyeron hablar al respecto" luchó con el nudo en su garganta antes de seguir "Vewhit" llamó Jon, sus ojos enfocándose en el mismo hombre a quién acababa de tocar en el hombro "Tú y tu gente…..tienen mi venia para aliviar el dolor de vuestras perdidas….con sangre"

Por un instante, el silencio reino, tan pesado que Jon sintió que lo aplastaba. Ninguna voz se elevó, ni siquiera una respiración rompió la estupefacción que había caído sobre todos ellos mientras el ejército asimilaba las palabras de su rey.

"¡aaaaahh!" el chillido aceleró el corazón de Jon, pero su rostro permaneció impasible mientras la mujer de las lanzas, aunque en realidad era poco más que una muchacha, quizás aún menor que él, se lanzaba corriendo con el rostro contorsionado de furia en dirección a los soldados Bolton.

"¡No!" grito uno, al tiempo que alzaba su mano en un inútil intento de defenderse. Su siguiente grito fue de dolor cuando la espada de la mujer de las lanzas cayó con un golpe terrible que cayó entre sus dedos y abrió una gran herida que dividía en dos el brazo casi hasta la altura del codo.

"¡AAh!" "¡yiaaaahh!" "¡Aaah!" el primer derramamiento de sangre fue todo el estímulo necesario, y con una serie de gritos y aullidos de rabia, Vewhit y el resto de su clan se unieron a la matanza.

Jon observó con rostro pétreo, forzándose a mirar lo que consentía, a pesar de que una parte de él, esa que era un muchacho que aún creía en el honor y la justicia, no hubiera deseado nada más que cerrar sus ojos y taparse los oídos.

"Esto no es honorable"

"¡No, no, piedad, NO!" los gritos de los soldados llenaron el aire. La mayoría apenas atinó a intentar levantarse antes de ser derribados. Vewhit y los suyos los rodearon, lloviendo golpes con puños, pies y armas.

"Un hombre de honor no consentiría esto"

Un hombre en el suelo intento alzar las manos para protegerse, pero las lanzas y espadas cayeron entre ellas. Se alzaron una y otra vez, clavándose en su cuerpo, desde los muslos hasta el cuello.

"¡No, nos rendimos, piedad, por favor!" los aullidos llenaban el aire.

"Un hombre de honor no mataría hombres rendidos"

Dos hombres cogieron por los brazos a uno encogido en el suelo y lo obligaron a estirar sus extremidades superiores mientras un tercero cogía una daga y la hundía profundamente en el estómago, corriéndola de extremo a extremo antes de sacarla e introducir la mano desnuda al siguiente instante, para luego sacar con ella una delgada y larga serpiente de color carne.

"¡AAAAAAAAAAAAAHHHH!" los chillidos de agonía del hombre mientras removían sus entrañas eran los más agudos de todos.

"Un hombre de honor no consentiría esto. Lo detendría"

Cuatro hombres con lanzas dejaron caer sus armas y cogieron a un Bolton por brazos y piernas para luego dejarlo boca abajo. El hombre se retorció todo el tiempo mientras el hombre con el martillo gigante se acercaba, pero sus forcejeos no fueron nada, y los que intento luego de que el martillo de acero cayera con todas sus fuerzas en su espalda baja, menos aún.

"¡Aaaaahhhhhh!" los gritos eran estridentes, y cuando el martillo cayó por segunda vez, el golpe fue tan fuerte que Jon podría jurar que escuchó los huesos de la espina romperse.

"Un hombre de honor no actuaría de esta forma, ni consentiría que otros lo hicieran en su presencia"

Vewhit cayó sobre el hombre herido, bajando sus pantalones y cortando sus bolas con su espada, para luego forzarlas entre sus dientes. Mientras el hombre se revolvía con sus últimas fuerzas, un gran charco de sangre se formaba con rapidez en su ingle, para luego pasar debajo de sus piernas y seguir extendiéndose.

"Fuiste educado mejor que esto"

Algunos de los soldados Bolton intentaron huir, pero la hilera de lanceros se había cerrado nuevamente, bloqueando su escape. Los vio intentar golpearlos, empujarlos, quitarlos para abrirse paso, pero era inútil. Sin armas, no eran rivales para ellos.

"¿Es este el proceder de un Rey?"

Uno de los soldados que intentaba huir fue derribado por dos hombres. Antes de que pudiera alzarse de nuevo, una mujer cayó sobre él, con un grueso muslo a cada lado de su cintura. Su cabello largo y ondulado se agitó mientras alzaba su escudo y golpeaba una y otra vez con el borde del mismo la parte de atrás de la cabeza.

"¿Es el tipo de Rey que eres?

Un soldado Bolton gritaba, intentando aferrarse al suelo con los dedos mientras era arrastrado por las piernas por un par de lanceros. Pronto se les unieron tres más, y el soldado gritaba con fuerza mientras las cinco armas caían repetidamente sobre su cuerpo, arrojando sangre sobre el suelo y los pantalones de todos sus portadores.

"¿Es el tipo de hombre que eres?"

"¡AAAAHHHH!" entre todos los aullidos de dolor y gritos por piedad, el rugido de rabia se distinguió a la perfección. Jon giró su cabeza, a tiempo de ver a un hombre de Vewhit cayendo al suelo con una nariz ensangrentada. La espada que había sujetado estaba ahora en la mano intacta de Locke, que la alzó al tiempo que corría hacia él con rapidez. Resultaba obvio lo que pretendía.

Bien fuera por estar conmocionados o por estar borrachos de sangre y rabia, ni Vewhit ni su gente, o al menos aquellos que estaban lo suficientemente cerca del camino de Locke, lograron reaccionar a tiempo.

Aunque no tuvo importancia.

Antes de que Locke se acercara a veinte pasos de Jon, Fantasma, que nunca se había apartado del lado de su compañero, se movió al frente. Haciendo honor a su nombre, el inmenso lobo blanco no emitió un sonido. Sus patas no parecían tocar el suelo mientras corría hacia el hombre que amenazaba a Jon. De su hocico no escapó ni un suspiro mientras se arrojaba contra Locke, con tal fuerza y precisión que lo derribó. El impacto fue tal que la espada escapó de la mano de Locke. El hombre se debatió por un momento, un grito escapando de sus labios y sus piernas intentando con desesperación recobrarse, pero antes de lograrlo, la cabeza de Fantasma bajó con la rapidez de un rayo, sus mandíbulas enterrándose en el cuello descubierto y arrancándolo de un solo bocado y con tal fuerza que la sangre broto como un manantial, manchando el pelaje en la parte baja del cuello y casi mezclándose con la que Fantasma tenía en el hocico y la boca.

El silencio cayó sobre todos cuando los gorgoteos de Locke y de los últimos soldados Bolton se apagaron. Jon contempló las decenas de cadáveres ante él. Sangre, dientes, e incluso algo de mierda manchaban el suelo, así como las manos y rostros de los hombres de Vewhit y del caudillo en persona.

Tal vez era cierto que los bastardos no tenían honor.

Jon ciertamente no sentía que lo tuviera.

Bien. Eso es todo por ahora. ¿Qué les pareció el capítulo? Particularmente el final. Dejen sus opiniones, sugerencias, críticas, consejos o cualquier otra cosa que deseen decirme. Serán muy bien recibidos y debidamente contestados.

Bien, cuando el siguiente capítulo esté terminado, lo subiré. Hasta entonces, cuídense mucho y que estén bien. Bendiciones a todos.