Todos los personajes y la historia pertenecen a JK Rowling

POV HERMIONE GRANGER 34

Una vez acabada la clase de Adivinación, repito el proceso que hago todas las semanas. Es decir, encerrarme en el baño, y hacer retroceder el giratiempo dos horas para poder asistir a Estudios Muggles.

En clase estaban Taurus y Henry esperando a que llegara Victoria Celsius, la hija y ayudante de nuestro profesor de Estudios Muggles.

—¿Qué tal la clase de Adivinación, sangresucia? ¿Sigue siendo tan horrible o va mejorando? —me preguntó con una sonrisa traviesa Taurus al verme.

Apreté el puño con rabia, le encantaba molestarme. Habíamos llegado a un acuerdo en que yo no diría que él había recibido una paliza por parte de Victoria Celsius,y a cambio él no mencionaba nada acerca de mi situación especial. Me había pedido la profesora McGonagall que no dijera a nada, pero el muy listillo de Taurus no tardó nada en atar cabos.

Con lo dulce que se había portado en mi cumpleaños...

—¿De qué estás hablando, Taurus? —dijo Henry Ford, mi compañero de Gryffindor y de clase. —Los de Adivinación tienen la clase a la misma hora que nosotros Estudios Muggles. ¿Cómo va a saber Granger lo que ha pasado en Adivinación?—

—Cierra la puta boca, gordinflón. Y vete al rincón a no molestar. —dijo Taurus borrando su sonrisa haciendo un gesto de desprecio con la mano para que se marchara Henry. Éste obedeció sin rechistar.

—Creí que habíamos llegado a un trato, Taurus. —dije molesta.

—Es cierto, pero soy muy curioso. Y he tenido demasiado tiempo libre por culpa de esta inservible mano —contestó Taurus señalando su escayola.

—Hay un dicho muggle que dice que La curiosidad mató al gato. —dije cruzándome de brazos y retándole con la mirada.

—Pero yo no soy un gato, sangresucia. Soy una serpiente. —respondió devolviéndome la mirada y asomando de nuevo su sonrisa de superioridad. —Por suerte para ti, me quitan la escayola mañana y dejaré de tener tanto tiempo libre para preguntarme como haces que lo imposible sea posible.—

—Magia. —respondí sarcásticamente.

—Bueno, cambiando de tema, este fin de semana se enfrenta Gryffindor contra Slytherin. ¿Con quién vas en el partido?—me preguntó Taurus.

—Buena pregunta ... —pensé en voz alta. —Por una lado, soy de Gryffindor y juega Harry. Pero por el otro lado, va a ser el debut de Draco, además que también me caen bien Zabini y Nott. Mmm, no sé.

—Te olvidas que también juego yo en Slytherin, sangresucia. Y no sólo eso, soy el nuevo capitán del equipo. —dijo Taurus con tono altanero.

—Es cierto. Voy con Gryffindor, se me han acabado las dudas. —dije mostrando mis dientes.

—Me rompes el corazón. —dijo Taurus fingiendo una puñalada en el pecho.

—No sabía que tenías corazón, Taurus—dije irónicamente. No iba a permitir que fuera él sólo el que jugara a fastidiar al otro.

Taurus se quedó callado y agrandó su sonrisa mostrando sus dientes. Algo estaba tramando. Cogió mi mano derecha y la apretó contra su pecho. Noté sus latidos, mucho más pausados que los míos que parecían ir a mil por hora.

—Ahora ya lo sabes, sangresucia. —dijo Taurus mirándome fijamente y manteniendo mi mano.

Me quedé con la boca abierta como una tonta sin saber como reaccionar.

—Jajaja. —se rio Taurus soltándome la mano. —Me hubiera encantando tener una cámara para inmortalizar la cara que has puesto.—

Definitivamente a Taurus le encantaba fastidiarme.

—¡Es sólo que no me esperaba que cogieras la mano! —dije roja de la vergüenza. —¿No deberías ir al baño a limpiarte la mano por tocar a una sangresucia?

—Cómo ya te dije en el Callejón Diagón, eres la excepción que confirma la regla entre los de tu clase. —dijo Taurus

Por una extraña razón, sentí una gran alegría al escucharle.

—Puedo soportar tus gérmenes. —continuó Taurus volteando su cabeza en dirección a Victoria.

¿Desde cuándo llevaba ahí?

—¿Habéis acabado de pelear, tortolitos? —dijo Victoria.

Otra vez mi cara adquirió un tono bermellón.

—¿Desde cuándo llevas ahí, Victoria? —pregunté tratando de cambiar de tema.

—Un buen rato, cuando quiero puedo ser una ninja. —dijo Victoria haciendo una pose muy rara y algo ridícula.

—Que rara eres, squib. Aún no me puedo creer que me vencieras. —dijo Taurus emitiendo un suspiro de resignación.

—¿Quieres la revancha, niñato? —preguntó Victoria.

—No tendrás tanta suerte esta vez, squib. —dijo Taurus volviendo a mostrar su sonrisa de soberbia y avanzando hacia ella.

—¿Te has vuelto loco, Taurus? ¡Aún no te has curado del todo! —dije con tono de preocupación e interponiéndome entre ellos.

—Tu brazo ... —musitó Victoria viendo la escayola. —¿Qué te ha pasado, Taurus? —preguntó preocupada y acercándose a él.

—No es nada. Mañana me quitan esta mierda, así que ya puedes dejar de preocuparte que me han entrado ganas de patearte el culo, squib. —respondió Taurus.

—¡No digas tonterías, Taurus! —dijo Victoria acercándose aún más a él y sosteniendo con delicadeza su brazo escayolado. Taurus arqueó una ceja extrañado por la actitud de Victoria—Hasta que no estés totalmente recuperado, no harás nada que pueda empeorar tu estado. Así que hoy te quedas sentado y prestas atención a la práctica que tendré con Henry y Hermione. —

—¿Qué más te da que pueda empeorar mi estado, squib? —preguntó Taurus algo incómodo por el cambio de actitud de Victoria. Ya que no sólo no le está llamando niñato, sino que está verdaderamente preocupada por él.

—Hemos tenido nuestro más y nuestros menos. Pero eres mi alumno y me importas. —dijo Victoria. — Y ahora ...—continuó Victoria cogiéndole de la mano buena y llevándole a una pared del tatami. —... Sé un buen chico y siéntate. —

Taurus, confundido, frunció el ceño. Extrañamente, le hizo caso y se sentó sin rechistar.

No era el único que estaba extrañado por la actitud de Victoria. Yo también estaba perpleja. ¿A qué se debía esa cercanía con Taurus como si fueran amigos?

Sólo sé una cosa, no me gusta que se muestre tan cercana con Taurus. No sé por qué, pero no me gusta.

—Bueno, ahora comencemos con la clase. Empezaremos con llaves sencillas. —dijo Victoria con una sonrisa sincera a Henry y a mí.

Le devolví la sonrisa a la profesora, pero a diferencia de la suya, la mía no era sincera. Vi como Taurus observaba detenidamente a Victoria.

Empezaba a caerme mal Victoria Celsius.