Yamato se estiró para bajarle a su suegra algunas de las cosas que le había pedido, dejándoselas encima de la mesa, volviendo a girarse para cerrar el armario. Como siempre que iban a cenar allí se acababa ofreciendo a ayudarla con los preparativos. Era superior a él, aunque la paranoia de que sus suegros querían acabar con él se hubiera ido relajando con el tiempo.
- Muchas gracias, Yamato – le dijo.
- ¿Te bajo algo más?
- No, y vete si quieres con los demás al salón que debes de estar cansado…
- Tampoco mucho. Ya sabes que me gusta ayudar – y aunque sonara a que estaba siendo zalamero con ella, lo decía de verdad-. Y creo que con una rubia en el salón les sobra…
- Sí, siempre viene bien tenerla en casa para mantener a raya a Haruhiko- sonrió-. Pues… si me quieres ayudar, así vamos más rápido – ella también sabía que era una batalla perdida con él y, tal y como esperaba, no tardó en verlo como se remangaba el jersey para poder hacer exactamente lo que había dicho-. Así además puedo aprovechar para sonsacarte a ti cosas que cierta pelirroja que yo me sé no me cuenta.
Yamato se rio por las últimas palabras de su suegra, cogiendo lo que ella le daba para empezar a ayudarla como bien había dicho. Aquello tampoco era nuevo, con el tiempo, una vez que a él se le habían pasado las histerias, había sido algo bastante recurrente ya que los dos conocían a Sora muy bien.
- No le he querido preguntar a ella por no recordarle nada de todo el asunto, pero… ¿habéis vuelto a saber algo de todo el problema de la prensa más allá de la rectificación?
- Pues… Que yo haya sabido no – no esperaba que le fuera a preguntar precisamente eso, pero tampoco le extrañaba-. Lo cierto es que no he querido saber más del tema. Bastante alteró a Taichi como para seguir esos rumores.
Toshiko lo observó, curiosa porque precisamente hubiera hecho mención al amigo de ambos en vez de focalizar su preocupación en Sora. Algo le había contado su hija sobre lo mal que lo había estado pasando él y que habían tenido sus problemas por ello, pero no era asunto suyo como para investigar más.
- La verdad es que antes los vi cuando estaban en el patio y tiene pinta de que está todo bien de nuevo - se había asomado antes de que llegara Haruhiko pudiendo verlos sentados en el banco tal y como siempre había hecho-. Aunque ahora que os ha copiado la idea de tener otro pequeño por casa todas las veces que me lo he encontrado está de excelente humor.
- Sí, está muy contento con el tema. Pero bueno, casi es tu hija la que está casi que más contenta que él porque los dos vengan en el mismo año.
- Pues… una cosa te voy a decir, como os salga un poco revoltoso el niño que os viene ahora y le dé por ponerse a enredar con un Yagami en miniatura… A los hechos me remito, pero eso estresa a cualquiera…
Sin duda había vivido muchas trastadas por parte de Sora y Taichi de pequeños. Su hija con el tiempo se había ido volviendo más seria y tranquila, seguramente por su culpa y por el aspecto estricto que siempre había tenido de cara al exterior, pero cuando no era más que una niña, cuando aparecía Taichi por casa tenían más o menos el mismo peligro que un terremoto en aquella ciudad. Ladeó la cabeza para poder observar a Yamato, viendo como la cara que tenía puesta él tenía todo menos pinta de ser de preocupación.
- Me dijo Sora también que ya tenéis a los padrinos, ¿no? Jou y…
- Mai – dijo él-. Una amiga mía del trabajo – explicó-. Tienes que haberla visto en alguna ocasión con nosotros.
- Sí, sé quién es – asintió-. Creo que Mimi sigue de morros con el tema por lo que he podido escuchar a Koushiro, que lo sepas. Algo de traición y puñalada trapera por tu parte, pero no soy lo suficientemente valiente como para meterme en todo eso.
- ¿Qué pasa con Mai? – preguntó Sora, entrando en la cocina para ver por qué tardaba tanto en volver el rubio.
- Nada, estábamos hablando de los padrinos del bebé. ¿Te ha entrado hambre? – le dijo su madre nada más verla aparecer.
- No, pero he venido a comprobar que a Yamato no le estuviera dando un infarto por quedarse tanto tiempo solo con su suegra – dijo divertida por la cara que le ponía él-. ¿Estás ayudando a mamá a hacer la cena?
- Como siempre, si no lo dejo le da un mal – le dijo ella-. Yo ya ni intento espantarlo… Y él sí que cuenta como ayuda, no como tu padre.
- Pobre papá – caminó hasta asomarse por detrás del hombro del rubio, viendo lo que estaba haciendo-. Tiene buena pinta – le dijo.
- ¿Hoy no te va a dar asco la comida? – la picoteó.
- No… Y calla, que eso tiene buena pinta y no tengo gana de volver a quedarme con las ganas – se quedó apoyada en la encimera a su lado, girándose a su madre-. Ahora he empezado a cogerle asco a cosas que me gustan… Y como a Yamato le doy pena y si me voy a la cama habiendo cenado poca cosa le dan varios males a la vez… Pues estamos teniendo problemas con la comida a la hora de la cena.
- Pues bien que hace, que estás embaraza y no puedes andar comiendo mal. ¿Estás teniendo problemas con la comida otra vez? – preguntó con la preocupación asomando el rostro.
- Problemas como tal no – le dijo el rubio, quedándose distraído mirando hacia su esposa unos segundos.
- Lo que pasa mamá es que me están cambiando mucho los gustos y lo voy descubriendo sobre la marcha. Pero tú no te preocupes, que aquí el nene chiquitín no pasa hambre – dijo posándose las manos en la barriga para que se pudiera notar bien la curva-. Esperemos que no me dé por ponerme repelente en la comida de Shiori…
- Conociendo un poco el panorama no creo yo que vaya ella a tener mucho problema con eso – se distrajo por completo con el gesto de ella al ver cómo se hacía notar más así la barriga, sonriendo de forma completamente despistada-. Por cierto – dijo volviendo a la realidad-, ahora que hemos mencionado a Mai. Hoy la han ascendido.
- ¿A Mai? – la pelirroja arqueó una ceja.
Asintió, terminando de hacer lo que había estado haciendo, dejándoselo a mano a su suegra antes de quedarse a la espera de que le diera algo más con lo que ayudarla, riéndose por lo bajo cuando lo espantó con un gesto. No discutió aquella vez, acercándose a lavarse las manos antes de volver a centrar su atención en su esposa.
- Ella es parte de las fuerzas aéreas como Hideki, así que… por fin se les ha ocurrido reconocerle todo lo que ha hecho estos años por ellos. La dejé cogiendo carrerilla para tirársele encima al pobre Arata una vez que se le pasó el susto porque no lo había visto venir.
- Me alegro muchísimo por ella – dijo cuando salió de la sorpresa-. Pero muchísimo. Pero… Yo es que pensé que ya tendrían que haberlo hecho, ¿no?
- No, llevaba en el mismo puesto desde… No sé, ¿el primer viaje gordo? Según Hideki es normal… No sé, ya sabes que cuando a mí me fueron ascendiendo era de la JAXA que poco tiene que ver.
Sora se quedó pensativa unos segundos, terminando de caer en la cuenta de lo que él le decía. realmente tenía toda la lógica que ella hubiera tenido que seguir esa vía dado que lo que hacía era muy diferente a los demás, a pesar de que hubiera estudiado lo mismo que el rubio.
- Pues… ya le estás dando la enhorabuena de mi parte que no quiero tener que esperar a la comida para tener que hacerlo…
- O hazlo tú que tienes su número… - le contestó divertido.
- Bueno, pero…
- ¿Qué? ¿Ahora te da vergüenza? – se acercó a ella, pinchándola ligeramente con los dedos en los costados.
Toshiko se quedó riéndose mirando para ellos, terminando la cena finalmente y dedicando uso segundos para estudiar el comportamiento de su yerno. Hacía unos años jamás hubiera esperado verlo actuando de una forma tan relajada con ella delante. Ni siquiera cuando habían estado los dos solos. Eso le gustaba, por mucha gracia que le hubiera hecho que en un principio tuviera verdadero pánico de lo que ella pudiera pensar. Tampoco iba a culparlo, porque había pasado bastante tiempo fulminándolo con la mirada.
No era una madre sobreprotectora con Sora, simplemente la había visto pasarlo muy bien por su culpa especialmente años atrás cuando él se había ido a estudiar fuera. De repente había podido ver como su hija pasaba de un extremo al otro y la culpa la había tenido el rubio que estaba con ella. Sin embargo, desde que había vuelto para quedarse no se le ocurría ni una sola pega que sacarle. No se podía imaginar a nadie que fuera a estar más pendiente tanto de Sora, de la niña ni del pequeño que estaba en camino.
- Esto ya está – les dijo sonriendo-. Así que… si me ayudáis a llevar al comedor igual evitamos que cierta rubiecita le acabe dando un mordisco a su abuelo porque le hace ruido la barriguita -usó las palabras que solía usar la pequeña para hacer referencia a que tenía hambre, devolviéndolos así a la realidad.
- Claro mamá – dijo Sora, devolviendo su atención a ella.
- No, tú no – negó con la cabeza el rubio-. Venga, tú vete con tu padre y la niña que ya la ayudo yo…
- Yamato… ¡que estoy embarazada no soy inútil!
- Que te vayas con tu padre… - volvió a pincharla con el dedo, viendo como arrugaba la nariz en su mueca característica cuando algo no le gustaba.
- Hazle caso a Yamato, Sora…
- ¿Te vas a poner de su parte? – cruzó los brazos-. ¿Ahora os habéis aliado vosotros dos también en mi contra? Ni que no tuviera bastante con Haru… - farfulló mientras que cedía y hacía lo que le habían dicho y se iba a buscar a los demás.
Aprovechó a cazar a Aiko cuando pasaba cerca de ella huyendo de Biyomon que estaba jugando con ella, correteando por el pasillo.
- ¡Te cacé! – le dijo cogiéndola en brazos-. ¿Has visto que tu padre y tu abuela no me dejan que los ayude?
- Claro mami – le dijo cogiéndose bien a ella-. Porque tienen que cuidarte.
- ¿Tú también?
- ¡Yo cuido al nene chiquitín!
Tuvo que echarse a reír, resignada, apretándola algo más contra ella e inclinándose para darle un sonoro beso en la mejilla y escuchando las risas también de la pequeña por su gesto antes de llegar hasta donde Haruhiko estaba sentado, todavía revisando unos papeles del trabajo.
- Papá deja eso que ya no son horas – le dijo.
- Mírala, se ha ido a mangonear al único que se deja con facilidad con ella – comentó Toshiko nada más ver la jugada de su hija y pasando a dejar las coas en la mesa con su yerno.
- Eso me lo dice mi padre a mí, que voy a darle la lata a él porque es el único que me hace caso cuando le digo algo – se encogió de hombros, sabiendo que era una realidad bastante cierta-. Aunque bueno, ahora ya lo tenemos bastante domesticado a él también entre mi madre y yo.
- ¡Papi! – reclamó su atención Aiko-. ¡Me suena la barriguita!
Riéndose por las palabras de la niña hizo lo mismo que su suegra, dejando lo que había traído en la mesa y acercándose a ella aprovechado que estaba en los brazos de su madre.
- Pues vamos a cenar, tortuguita. ¿Te sientas a mi lado?
- No – negó con la cabeza.
- Uy, ¿y eso?
- Yo me siento con el nene chiquitín.
- … - Sora dejó escapar una risa divertida-. Esto por lo de la cocina de antes…
