Disclaimer:
Good Omens es una serie de televisión basada en la novela de 1990 Good Omens: The Nice and Accurate Prophecies of Agnes Nutter, Witch de Terry Pratchett y Neil Gaiman.
Todos los personajes utilizados aquí pertenecen a su autoría.
Este fanfic sucede en un Universo Omegaverse.
La sociedad se divide en tres géneros los: Alpha, Beta y Omega. Tienen unas diferencias muy particulares, sobre todo entre alfas y omega, los dos extremos de la jerarquía.
Si yo tú, si tú yo contigo
CCCLXXXIX
"Y vela aquí, tan adorable, tomaba la ropa interior y se la ponía en la cabeza diciendo que era su máscara de súper héroe…"
"¡Papá!"
Uriel apareció con una bandeja de té y bocadillo, avergonzada por la conversación que estaba escuchando.
"Realmente te queda bien Uriel" Se burlo Dagon ante el rostro sonrojado de su pareja.
"¡Papá! ¡Lo prometiste!"
"Oh vamos Uri… Nos estamos divirtiendo…" Se quejó el hombre poniendo su mejor cara de inocencia.
"Si Uri" Secundó la castaña entre carcajadas "Déjanos reír otro rato…"
"De verdad, ustedes dos son terribles juntos, además papá ya es hora de tu diálisis, voy a llevarte a la habitación"
"Bueno, la jefa manda" Rodó los ojos el hombre, empujando su silla de ruedas y dirigiéndose a la Beta para murmurarle al oído "La próxima vez que vengas te mostrare los poemas que escribía Uriel en la primaria, son realmente adorables…"
"¡Papá!"
"¡Voy, voy!"
"¡Y tú no te acabes las galletas o te harán mal!" Amenazó Uriel a su compañera mientras seguía a su padre rumbo la habitación.
"Ustedes son realmente unidos ¿verdad?"
Al volver a la sala, la pelinegra se encontró con su novia mirando la pared llena de fotografías y cuadros de ella y su padre.
"Si…" Susurro con una sonrisa "Si que lo somos…"
"¿El pintó ese?" Apuntó a la imagen más grande, donde una pequeña Uriel de piel completamente achocolatada estaba sentada sobre el regazo de una bella mujer.
"Si… Ella es mi madre…" Contesto la Beta sin mucho entusiasmo "Cuando papá tuvo el accidente, mi vitíligo empeoro por el estrés, fue demasiado para ella y sólo se fue…"
"Oh… Lo siento… No era mi intención…" Las palabras se trabaron en la boca de la castaña, sin saber realmente que decir al respecto.
"Está bien" Uriel le sonrió con cariño "No mentiré diciéndote que no la extraño, pero fue su elección, yo soy feliz, tengo a papá y te tengo a ti, es más que suficiente para mí"
Tomo las manos de Dagon entre las suyas, y luego besó sus nudillos con la mayor de las ternuras, no parecía triste en absoluto.
"¿Qué hay de ti? ¿Te llevas bien con tus padres?"
La pregunta pareció confundir a la más alta, quien abría y cerraba la boca, sin mirar directamente a la otra Beta.
"Bien, si, bien, normal… Oye ¿quieren cenar comida china? Abrieron un restaurante nuevo que muero por probar…" Soltó las manos de Uriel, para buscar rápidamente su teléfono "¡Hey Alfonso! ¡Quiere comida china!"
"¡Quiero esos camarones gigantescos y picantes!" Se escuchó desde la otra habitación.
"¡Hecho! ¿Y tú Uriel?"
La Beta no quería presionar a su pareja, esperaba que si hubiera algo que necesitará decirle lo haría cuando estuviera lista, así que solo dejó pasar aquello.
"Un plato de arroz por favor, y uno de esos rollos rellenos de carne…"
De aquella vez, el tema sobre los padres de Dagon no volvió a mencionarse, pasaron los meses y su relación seguía fortaleciéndose, lo que al principio se construyó poco a poco como un pequeño castillo de arena, era ahora una sólida fortaleza para ellas.
Cuando llegó el cambio de empresa de Beelzebub, este quería llevarse a sus mejores elementos con él, entre ellos se encontraba sin duda Dagon, quien había sido un pilar importante en sus investigaciones, en vista de que el tiempo que tenían ahora para pasar juntas se reduciría debido a las nuevas cargas de trabajo, decidieron dar un siguiente paso y terminaron comprando una pequeña casa, lo suficientemente cerca del padre de Uriel para que ella pudiera seguir ayudándolo cuando lo necesitase, la relación entre él y la castaña era tan buena, que tenía su propia habitación acoplada con todo lo que pudiera necesitar, así como un pequeño taller de dibujo que compartía con su hija.
En un abrir y cerrar de ojos habían pasado ya cuatro años, y Uriel aún se levantaba pensando que todo aquello no era más que un sueño, temía algún día terminar despertando en su realidad, donde aún era secretaria del hospital y ni siquiera recordaría el nombre o rostro de su amada.
Sin embargo, no todo es siempre perfecto, y eso lo descubrió la Beta una noche cuando se dio cuenta del lado vació al lado de su cama.
Al principio no le dio importancia, pesando que la castaña había ido al baño o por un poco de agua, sin embargo, conforme el tiempo pasaba y su compañera no parecía tener intención de volver, la joven decidió ir a buscarla.
"Si, todo ha estado bien"
Un murmullo se escuchaba desde la sala, Uriel se acercó sin hacer ruido, descubriendo a su novia en medio de una llamada.
"¿V-vernos?" La voz de Dagon parecía sonar preocupada "Y-yo… Es que no tengo tiempo, el trabajo es muy pesado…"
Uriel se acercó un poco más, confundida por lo que estaba escuchando, preguntándose porque era que su compañera se escondía para tener esa conversación, casi parecía que no quería que alguien más se enterase.
"No, no… No es por eso" La más alta se puso de pie, e instintivamente la Beta se escondió en un hueco de la pared "Y-ya te lo dije, no estoy interesada en una relación por ahora…"
"¿Qué?" Al darse cuenta de que había dicho aquello en voz alta, se cubrió la boca con rapidez, aunque la Beta no pareció darse cuenta.
"Está bien… Si… ¿El próximo sábado? ¿Puedes mandarme la dirección? ¿En serio?" Hubo una pausa corta que aprovecho la castaña para tomar lápiz y papel "Si ya lo tengo, ajá... Ajá… Si, adiós, también te amo…"
Tras unos apuntes rápidos, Dagon dejo la libreta de lado, se reclino hacía atrás en el sofá y soltó un largo y pesado suspiro. Uriel pensó en acercarse y preguntar acerca de lo que acababa de ocurrir, pero presa del pánico, su única reacción termino siendo huir de vuelta a la habitación, tratando de encontrar una explicación, no mucho después, la otra Beta se le unió, no le llamó o intento ver si estaba despierta y en unos minutos se escucharon sus ronquidos en la habitación.
"Buenos días dormilona, toma asiento, estoy por servir ¿tu papá no nos acompañara hoy?"
La mañana siguiente todo parecía normal, como lo era cualquier otro día en el que compartían el desayuno, la castaña preparaba algunos huevos revueltos, contenta y animada como siempre, mientras la pelinegra apenas había podido pegar los ojos el resto de la noche.
"Una tía vino de visita, se quedará en casa un par de días…"
"De acuerdo, tal vez luego puedas presentármela, si es la mitad de genial que Alfonso nos llevaremos muy bien"
Uriel no respondió, solo frunció el ceño, arrastrando la silla antes de dejarse caer de mala manera.
"¿Estás bien?" La Beta sirvió la comida, quedándose de pie al lado de su pareja "Pareces malhumorada…"
"Dagon nosotras somos una pareja ¿verdad?" Pregunto directamente la menor, sin apartar los ojos de su compañera "Esto que tenemos es algo real ¿cierto?"
"¡Claro que lo es!" Respondió sin dudar la castaña y luego se inclinó tomando las manos de Uriel entre las suyas "¿Tuviste un mal sueño sobre eso? No tienes nada de qué preocuparte, yo estoy aquí a tu lado, te amo mucho y esto que tenemos es único y precioso…"
Beso su mano mientras le sonreía con el mismo cariño de siempre, y aunque la morena quería reclamar, no encontró el valor o las palabras para hacerlo.
"¡Me voy al trabajo!"
Anunció Dagon tomando sus cosas y saliendo de la casa,y en cuanto estuvo segura de que la castaña ya no estaba, la Beta corrió hasta la libreta donde encontró la nota garabateada la noche anterior, la prueba de que no había sido un mal sueño.
La cita era para el siguiente día, sábado, a las seis de la tarde en un bonito restaurante cerca del trabajo, sin pensarlo dos veces, tomo una fotografía y acomodo todo tal como lo encontró.
Las siguientes horas trato de no pensar al respecto de lo que había visto, se encargó de los pendientes de la oficina, organizo las juntas gerenciales, ayudo a otros de sus compañeros e incluso tuvo tiempo de limpiar su área de trabajo, sin embargo, cuando llego su descanso para comer y se encontró nuevamente sola con sus pensamientos, todas sus dudas se manifestaron de un golpe.
"Ella me está engañando…" Ni siquiera había probado bocado, mirando fijamente su plato "Dagon está saliendo con otra persona a escondidas…"
Las lágrimas amenazaron con salir, se levantó rápidamente de su lugar, sabiendo que no podría contenerse corrió en dirección al baño, pero en su camino no se dio cuenta y termino chocando de frente con otra persona.
"¡Joder! ¿A dónde con tanta prisa?" Exclamó Txus, cuyo almuerzo quedó esparcido por toda su ropa.
"Uriel" Agregó Erik a su lado "¿Qué te paso? ¿Por qué estás llorando?"
"N-no estoy llorando…" Trato de negar la Beta, pero junto con sus palabras, gruesas lágrimas y suaves sollozos también llegaron.
"Eh, calma, que no pasa nada" El Alpha intentó animarla, preocupado de que él fuera el causante de la reacción "Que no estoy enojado… Fue un accidente…"
"Ven con nosotros" Indicó amablemente el otro joven "Vamos a que te sientes y tranquilices ¿de acuerdo?"
Sin mucha energía para replicar, Uriel los siguió, entrando a una pequeña sala de descanso que solían usar para las visitas, pero en esos momentos se encontraba vacía.
"¿Pasó algo malo?" Preguntó el chico Beta entregándole una taza humeante de té a su compañera "¿Hay algo en que podamos ayudarte?"
"N-no, e-es n-nada" Respondió la aludida un poco más calmada, pero con un incesante hipo producto del llanto.
"¡Patrañas! ¡La gente no lloriquea de ese modo por nada!" Alegó Txus con el ceño fruncido "¿Alguien te trato mal? ¿Gabriel se pasó de la raya al reñirte? ¿Te están molestando?"
"N-no, no… N-nada de eso…" El Alpha le hizo pasar un pañuelo para que limpiara su nariz.
"¡Yo no me trago eso! ¡No vamos a salir de aquí hasta que nos digas que cojones te puso tan mal!"
Al principio no quiso hablar, mirando hacia su vaso que calentaba sus manos, Uriel no tenía en realidad muchos amigos, a excepción de su padre no había alguien con quien tuviera la confianza para discutir aquello que la molestaba, sin embargo, con ese tema en particular no había absolutamente nadie con quien pudiera hablar. Con este en mente, la Beta soltó un triste suspiro y optó por confiar en el par de hombres frente a ella.
"Es Dagon…"
"¡¿Dagon?!" Erik y Txus se miraron preocupados "¡¿Ella está bien?! ¡¿Le sucedió algo?!"
"Si… No… Es decir, no le paso nada…"
"¡¿Entonces?!"
Golpeo con la punta de los dedos el unicel, mordiendo su labio inferior hasta casi hacerlo sangrar, contestó con una voz apenas audible.
"Ella me está engañando…"
"¡¿QUÉ?!" El gritó que soltaron fue tan escandaloso que probablemente las personas que recorrían el pasillo llegaron a escucharlo "¡¿Estás segura?! ¡¿Tienes pruebas?!"
"Si… Bueno no… ¡Escuché una conversación! ¡¿De acuerdo?!" La Beta hizo una pausa para no llorar nuevamente "Anoche ella no estaba en la cama y cuando bajé a la sala la encontré en medio de una llamada extraña y le dijo a la persona al otro lado de la línea que la amaba y quedaron de verse mañana por la tarde… Si no es un engaño ¡¿entonces qué es?!"
El Beta y Alpha volvieron a mirarse entre sí, con la boca abierta por la sorpresa, luego de vuelta a Uriel, quien apenas comenzaba a dar pequeños sorbos a su bebida.
"Seguramente se cansó de mí y sólo encontró a alguien más…"
"¡Espera! ¡Espera! ¡Espera!" El joven Beta agitó las manos y cabeza, tratando de despejar sus ideas "¡Tal vez es solo una malinterpretación! ¡¿Ya le preguntaste al respecto?!"
"No directamente… Ella no tiene idea de que la escuché anoche…"
"¡¿Lo ves?!" Dijo esperanzado Erik "¡Tienen que hablarlo directamente!"
"No lo sé…" Txus a su lado no parecía muy convencido, podría decirse que incluso estaba un poco apenado "Como persona que ha estado del lado del que engaña… Uno siempre sabe como salirse con la suya… Creo que lo mejor es que la atrapes en el acto… ¿Sabes la dirección dónde se van a encontrar?"
"Si…"
"¡Pues ahí lo tienes! Ve y confirmarlo…"
"¡Txus! ¡Así no sé solucionan las cosas!"
"¡Venga tío! ¿Acaso nunca has sido infiel!"
"¡No!"
"No, pues es que si aquí encerrado nadie te da bola…"
"¡Tú!"
"Gracias por hablar conmigo" Uriel se levantó, terminando lo que quedaba en su vaso "Ya me siento un poco más tranquila…" Intentó sonreír, pero sin mucho éxito y luego se dirigió hacia la puerta.
"Oye" Le llamo el Beta "Si necesitas algo puedes decírnoslo, también somos tus amigos…"
"Gracias…" Dijo con sincera gratitud.
"No te desanimes, si algo pasa, te juro que te llevo al mejor club nudista de la ciudad…"
"¡TXUS!"
"¿Qué? ¡A ti también te hace falta!"
La chica se retiró, decirlo en voz alta le había ayudado para aclarar sus ideas, ahora solo le restaba pensar como afrontaría a la castaña.
"¡Estoy en casa!" Dagon se anunció desde la entrada, colocando su chaqueta y mochila en el perchero "¡Uri! ¡Ya llegué!"
Algo sorprendida por no recibir una contestación, se asomó a la sala y habitaciones donde no había nadie, no fue hasta que entró en la cocina que por fin encontró a la otra Beta, con mirada seria, sentada en la mesa.
"¿Uriel? ¿Estás bien?" Preguntó, asustando a su compañera "Te salude y no respondiste…"
"Y-yo…" La sorpresa paso a la seriedad en el rostro de la pelinegra "Tenemos que hablar… Por favor toma asiento…"
"De acuerdo…" Aún sonriente la más alta obedeció sin chistar "¿Qué clase de sorpresa es esta Uri? Tú nunca eres así de formal…"
"Iré directo al grano" Interrumpió la menor "¿Dagon estás saliendo con alguien?"
"Pues sí, contigo"
"¡No! Me refiero… ¡¿Alguien además de mí?! ¡¿Estás viendo a otra persona a mis espaldas?!"
"¡¿Qué?! ¡No!" Exclamó casi ofendida la castaña "¡¿De dónde sacas algo como eso?!"
"¡¿Y qué hay de la conversación de anoche?!"
"¿Anoche?"
"¡No finjas! ¡Lo oí todo! ¡Decías que no te interesaba una relación por el momento! ¡Pero se supone que nosotras somos una relación!"
"¡Dije eso porque ya estoy contigo!"
"¡¿Y a quién se lo dijiste?! ¡¿Y por qué en medio de la noche?! ¡Como si te escondieras de mí!"
"N-no era una llamada importante, estas confundiendo las cosas…" La chica trato de suavizar la conversación, cosa que solo hizo enojar más a Uriel.
"¡¿Las estoy confundiendo?! ¡¿De verdad?! ¡¿Entonces quién era?!"
"¡¿Por qué escuchas mis conversaciones?!"
"¡Contéstame tú primero!"
"No era nada importante…"
"¡¿Tú otra pareja no es importante?!"
"¡No es ninguna otra pareja Uriel!"
"¡¿Entonces quién?!"
"Y-yo…"
"¡¿A quién le dijiste te amo anoche?!"
"¡Era mi madre!" Gritó exasperada la Beta "¡Hablaba con mi madre!"
"¿Tú madre?" Uriel alzó una ceja, confundida por la respuesta.
"¡Si! ¡Mi madre! Ella insiste en que vaya a visitarla a ella y papá ahora que estarán por la ciudad…"
"Oh…" El humor de Uriel cambio por completo, ahora tratando de asimilar lo que escuchaba "Y-yo no lo sabía…"
"Claro que no, sólo asumiste cosas…"
"Pero ¿por qué no me lo dijiste? Es decir… Llevamos años saliendo y no he conocido a tus padres, ni siquiera hablas de ellos ¿cómo iba a saberlo?"
"No sé supone que escuches a escondidas ¿sabes? Tengo derecho a mi privacidad también…"
"Y-yo lo siento, no fue a propósito" Indicó apenada la menor "No estabas en cama y me asuste… ¡Lo siento!"
"Si, bueno, no importa ya ¿de acuerdo? El punto es que no te engaño y nunca pensaría en hacerlo, dejemos esto por la paz ¿qué quieres comer? ¡Muero por pizza!"
Antes de que su compañera pudiera agregar algo, Dagon salió corriendo del lugar en busca de su teléfono, por su parte Uriel si bien se sentía un poco más tranquila, no estaba del todo satisfecha por como terminó la conversación.
"Como persona que ha estado del lado del que engaña… Uno siempre sabe cómo salirse con la suya… Creo que lo mejor es que la atrapes en el acto… ¿Sabes la dirección dónde se van a encontrar?"
Las palabras de Txus seguían repitiéndose una y otra vez dentro de la cabeza de la Beta, eran como una astilla de madera enterrada, por más que trataba de conciliar el sueño no podía dejar de pensar en ello. Se giró en dirección a su pareja, quien dormía plácidamente, como si nada estuviera pasando.
Desesperada, Uriel decidió levantarse a beber un poco de agua, al pasar por la sala, una pizca de curiosidad la invadió, y volvió a tomar el cuaderno donde la dirección de la cita estaba anotada, sin embargo, la página ya no se encontraba allí.
"Si no es nada importante ¿por qué me lo escondes?" Murmuró la Beta "Además si son tus padres con quienes te vas a reunir ¿no sería más sencillo invitarme que evadir el tema?"
Dejó todo en su lugar, tal como había hecho esa mañana, y volvió a la habitación para acostarse, miró a Dagon con el ceño fruncido, conteniéndose de despertarla en ese momento.
"Lo intenté por las buenas" Dijo casi entre dientes "Pero no me dejas otra opción más que atraparte con las manos en la masa…"
Se giró dándole la espalda a su pareja y preparando en su mente el plan para el día siguiente.
"Buenos" Un gran bostezo salió de la boca de la castaña mientras servía una taza de café "días…"
"Buenos días…" La pelinegra trato de sonar natural, pero aún sin mirar a su pareja "¿Irás a trabajar hoy?"
"Ah… Si, Tengo que entregar unos informes, ya sabes cómo es Beelz…"
"Está bien… ¿A qué hora volverás?"
La más alta dio un sorbo a su café, mientras Uriel esperaba internamente equivocarse en sus suposiciones.
"Creo que tarde, tal vez a las nueve, si puedo escapar antes lo haré ¿necesitas que pase por algo de regreso acá?"
Dagon le sonrió de la misma manera que lo hacía siempre, pero a pesar de que la Beta le estaba dando la oportunidad de hablar con honestidad, a la castaña no parecía importarle en absoluto.
"No, estoy bien…"
"Oki doki…" Se acerco para depositar un beso fugaz en la mejilla de su novia "Te amo…"
La declaración le pareció tan sincera Uriel, que todo su enfado e indignación se disipo en un segundo, pensó en lanzarse hacia los brazos de la mayor y rogarle que no la abandonará, sin embargo, su orgullo fue más fuerte y solo se giró para mirarla, con la expresión más amable que pudo.
"Yo también te amo…"
Las horas de aquel sábado pasaban lentas, de tanto en tanto, la Beta se giraba hacia cualquier reloj de la casa, esperando que el tiempo corriera más a prisa de ese modo.
Varias veces tomo el teléfono para llamar a su padre y explicarle la situación, pero desistía al instante, pensando en lo encariñado que estaba que Dagon y como aquello le rompería el corazón.
A su celular llegaron un par de mensajes de Erik y Txus, preguntándole como se encontraba, se limito a contestar vagamente sin dar muchos detalles sobre nada, pero agradeciendo su interés, ellos parecieron entenderlo y no trataron de presionarla más, algo que le sorprendió, sobre todo conociendo el hambre de rumores que caracterizaba al Alpha.
"Voy a volverme loca de esperar…"
Dijo de cabeza en el sofá, observando como el segundero avanzaba, de un salto se puso de pie, tomo un par de jeans sucios y viejos, así como una camiseta grande y desgastada, entró a su pequeño taller de pintura y contra su estilo tradicional, comenzó a dar trazos violentos y toscos.
"¡¿Por qué ahora?!" Gritó presionando un pedazo de grafito contra la superficie lisa "¡¿Por qué después de todo lo que hemos pasado juntas?!"
Arrojo sus herramientas, y lágrimas que ya no eran de tristeza sino de rabia comenzaron a bajar por sus mejillas.
"¡¿Deje de ser interesante?! ¡¿Deje de ser importante?! ¡¿Es porqué nunca te parecí linda?! ¡¿POR QUÉ NO SOY LA ALPHA QUE SIEMPRE QUISISTE?!"
Arranco el papel y volvió a iniciar, golpeando, arrojando y tachando todo lo que creaba, lloró y pateo las cosas a su alrededor, recreando la conversación que le hubiera gustado tener. Cuando al final estaba lo suficientemente agotada y desahogada, miro nuevamente su lienzo, encontrando uno de los más bellos retratos que había dibujado nunca.
"¿Por qué cuando te amo tanto?" Murmuró acariciando la imagen con sus dedos manchados por la pintura.
Uriel salió del cuarto rumbo al baño, donde se tomó un largo tiempo, miro las marcas blancas en su piel achocolatada, aquellas que Dagon le había enseñado a querer, ahora se preguntaba si fueron también la razón por la que la Beta se alejó de ella.
Escogió un lindo traje blanco, era simple pero elegante, le gustaba como le quedaba, resaltando la forma de su cuerpo, también era el favorito de la castaña, trato de sonreír ante el espejo, fallando miserablemente.
Eran las cinco y treinta cuando salió de casa, rumbo al lugar que indicaba la cita, quería estar antes, y asegurarse de no perder ningún detalle de lo que sea que fuera a pasar.
