Hola hermosas, muy buenas tardes, antes de iniciar a leer este capítulo les recuerdo que esta historia al igual que todas mis historias son para mayores de edad (21+) y para las personas que no se sienten incómodas con los temas de contenido adulto y con amplio criterio, esta escrita sin ánimo de ofender, es solo con fines de entretenimiento, así que recuerdo una vez más que es clasificación M, te pido de la manera más atenta y educada posible que si no tienes la edad suficiente para leer por favor retírate, de lo contrario eres bienvenida. Gracias por tu comprensión.
ENTRE CARTAS Y MENTIRAS
PERMISO O CONSENTIMIENTO
CAPÍTULO 32
Archie se encontraba en el despacho de Anthony, como cada tarde a la misma hora, había decidido hablarle a Annie para que ella se convenciera por completo que no podía estar sin ella y que realmente la amaba y que ella era la mujer que le quitaba el aliento.
-Hola damita, ¿Cómo estás? – Preguntó con su voz melosa y elegante. Annie se sonrojaba a pesar de que no estaba de frente a él y Archie podía imaginarse aquella imagen en su mente al escuchar por la bocina del teléfono como contenía su aliento por unos momentos.
-Bien. – Contestó algo nerviosa, no se acostumbraba a las llamadas que le hacía porque desde que se había ido no había faltado a la promesa que le había hecho y mucho menos le había fallado el ramo de flores junto con un pequeño obsequio que le llegaba cada mañana, como recuerdo de lo mucho que la amaba. - ¿Y tú? – Preguntaba ansiosa.
-Mal. – Respondía triste preocupando a la pelinegra.
-¿Mal? ¿Por qué? – Preguntaba un tanto sobre saltada.
-Porque te extraño mucho y la verdad preferiría estar en este momento a tu lado que estar a tantos kilómetros lejos de ti. Necesito volver a probar tus labios damita. – Decía Archie apegándose más a la bocina como si con ello lograra estar más cerca de ella y así evitaría que alguien los escuchara.
-¡Archie! – Respondía Annie animada, mientras sentía que su respiración le faltaba y un sofoco la abrazaba solo de pensar en su guapo chico, le parecía ahora un sueño que por fin él le correspondiera a sus sentimientos después de tantos años de espera. Su mente viajó a la noche en la que él la había besado por primera vez, no pudiendo evitar la diferencia entre los besos de Wilberth y de su amado Archie, si bien Wilberth había sido tierno, ella no había sentido ni un poquito de lo que había sentido al besar a Archie, muy al contrario con Wilberth suplicaba que terminara aquel contacto y con Archie suplicaba por más y en ese preciso momento sintió de nuevo la necesidad de volver a estar entre sus brazos.
-¿Qué sucede damita? ¿Acaso tú no deseas lo mismo? – Preguntó haciéndose el ofendido y demostrando tristeza en su voz.
-¡Claro que sí! – Dijo de pronto haciendo que el rostro de Archie se iluminara al obtener aquella respuesta tan entusiasta. – También quiero besarte. – Le dijo en voz baja, lo que le hacía suponer que tal vez estaba cerca de ella alguien y temía escucharan su conversación.
-Cuando regrese voy a pedir tu mano a tus padres y te voy a llenar de besos y caricias para demostrarte nuevamente cuanto te amo Annie. – Le decía un poco más atrevido que antes, haciendo que Annie perdiera el aliento por sus palabras, provocando nuevamente que su cuerpo reaccionara favorablemente. – Te amo Annie, no lo olvides por favor. – Le dijo a modo de súplica.
-Yo también te amo Archie. – Le dijo ilusionada, enamorada hasta los huesos de él nuevamente, había dejado que sus sentimientos salieran por fin a flote sin seguirlos reprimiendo por más tiempo.
-Hasta mañana amor. – Le dijo antes de colgar y mandarle un beso de despedida.
-Hasta mañana. – Respondió Annie perdida en su voz, enamorada, colgando lentamente la bocina del teléfono deseando que fuera otro día para recibir su nuevo ramo de flores y volver a escuchar su voz una vez más.
-Mua, mua. – Dijeron detrás de él a modo de burla, era Stear quien había entrado al despacho para hablar ahora él con su amada Patty.
-¡Cállate Stear! – Le dijo Archie, sin embargo no estaba molesto por la manera en la que le hacía burla, al contrario después de aquella plática con su novia nada le haría que se molestara o siquiera lo incomodara, estaba total y perdidamente enamorado y quería disfrutar por primera vez plenamente ese sentimiento.
-Me alegra verte tan feliz hermano. – Le dijo Stear sincero acercándose a él para abrazarlo entusiasmado.
-Necesito que me acompañen a un lugar. – Dijo Archie viendo a su hermano.
-¿Ahora? – Preguntó Stear un tanto contrariado porque quería hablar ahora él con su prometida.
-No, ahora no, vamos mañana para que Anthony vaya con nosotros. – Dijo con una sonrisa traviesa.
-¿De qué se trata? – Preguntó Stear al ver la sonrisa que se había dibujado en el rostro de su hermano.
-Mañana te enterarás. – Le dijo riendo divertido.
-¡Oh vamos! ¿No puedes decirme ya? – Preguntaba necio. Archie negaba mientras comenzaba a sacarle la vuelta a su hermano para que no lo obligara a hablar.
-¡Tranquilo, mañana se enterarán! – Decía sin dejar de sonreír, Stear lo veía y no podía dejar de pensar en su cara cuando había pedido matrimonio a Patty. – Por cierto ¿Cómo van los preparativos de la boda? – Preguntó de pronto, provocando que Stear fuera ahora el que reía bobamente.
-La abuela de Patty tiene casi todo listo parece un huracán esa mujer, nunca está quieta y cuando se enteró de que nos íbamos a casar se ofreció a organizar todo en menos de tres meses. – Decía Stear animado por toda la ayuda que le había brindado la abuela Martha.
-¿Tres meses? ¿Tan pronto? – Preguntó Archie sorprendido.
-Lo sé, pero cuando estás tan enamorado como yo de Patty no quieres esperar un minuto más por estar a su lado. – Decía mirando al techo del despacho mientras se dejaba caer en el sillón que adornaba el lugar.
-Tienes razón, yo también ya quiero tener a Annie a mi lado, después de haberla besado por primera vez no puedo dejar de pensar en volver a hacerlo. – Decía Archie haciendo lo mismo que su hermano. Ambos tenían una sonrisa boba en sus labios observando enamorados cada uno de su dama el techo, mientras recordaban lo que habían pasado con sus novias.
-Es normal cuando besas a una chica por primera vez. – Dijo Stear a su hermano, él creía que Annie era la primera chica que había besado su hermano menor. Archie lo miró un tanto ruborizado. - ¿No me digas que no fue la primera chica que has besado? – Preguntó curioso. Archie negó tímido.
-El día de la gala, Daysi me besó sorpresivamente en los labios. – Dijo sin sentirse muy orgulloso de ello.
-¿Y qué sentiste? – Preguntó con una risa perversa al saber que su hermano era un rompecorazones.
-¿La verdad? –Preguntó. Stear asintió. – Nada. – Su hermano lo miró confundido, ya que la primera vez que lo habían besado a él sintió ganas de seguirlo haciendo hasta encontrarle sabor a aquellos labios. Había sido en el colegio con una de las compañeras de Candy, pero había sido antes de conocer a Patty, cuando quería olvidar los sentimientos que secretamente sentía por la rubia, y un beso llevó a otro y después a otro hasta que tuvo los labios inflamados por tanto haberse besado aquella tarde en el bosque que estaba detrás del colegio.
-¿Nada? – Preguntó sorprendido.
-Nada. – Dijo seguro. – Es decir, si me gusto la verdad, sus labios eran suaves y ella sabía lo que hacía. – Dijo un tanto atrevido, ante la mirada pícara de Stear. – Sin embargo esa misma noche besé a Annie y si comparo aquel beso con los de Annie no sentí nada… - Dijo recordando la boca de Annie sobre la de él. – Era como si un millón de mariposas volaran en mi estómago y como si miles de luciérnagas estuvieran alumbrando aquel momento. – Decía describiendo su sensación. – Ver sus ojos mientras la besaba, sentir sus labios sobre los míos, y sobre todo la fragilidad de su cuerpo hacen que el beso de Daysi se reduzca a nada... – Decía sincero. Stear lo miró con una sonrisa divertida, la cara de bobo que ponía su hermano era la misma que él había puesto cuando había besado a Patty por primera vez.
Había intentado besarla en el baile de mayo pero no se había dejado, quería volver a sentir los labios de una chica en su boca, y quería sentir el calor que desprendía su cuerpo cuando tenía cerca a una, sin embargo con Patty fue un poco más difícil, ella no se dejó besar de buenas a primeras, sino que fue creando cierto misterio a su alrededor, le lanzaba miradas tiernas que lo envolvían y luego se alejaba de él nuevamente, así estuvieron por un tiempo hasta que se dio cuenta que no podía dormir a causa de estar pensando solamente en ella, muchas veces le había hecho pensar que no le gustaba y eso lo ponía triste, hasta que por fin pudo atrapar sus labios. Había sido una tarde de invierno cuando paseaban a escondidas entre los grandes terrenos del colegio, escondidos para no ser reprendidos, Patty no se lo esperaba y él la acorraló entre un árbol y su cuerpo, ya no tenía escapatoria así que se acercó a ella y atrapó su boca con lentitud, besando cada rincón de aquella dulce boca que le había robado el sueño, la besó hasta que se hizo tarde y tuvieron que regresar a su habitación.
En la estancia de la mansión el matrimonio Leagan permanecía a disgusto de Anthony quien se sentaba frente a ellos como si fueran los acusados.
-Anthony estamos aquí para hablar en nombre de nuestra hija. – Dijo el señor Leagan, tanteando el terreno para no molestar al patriarca interino que tenía frente a él, sabía de su carácter y su manera de responder en los negocios, lo había visto actuar muchas veces, algunas veces era implacable y otras veces determinado, pero siempre salía victorioso en sus negociaciones.
-Me imagino que saben el motivo que ocasionó mi decisión. – Dijo Anthony en respuesta.
-¡Calumnias! ¡Puras calumnias! – Dijo Sara sin importarle la expresión de enojo que Anthony reflejaba en su rostro.
-¿Está usted segura? – Preguntó como si fuera un negocio más en su vida, con su cara de indiferencia y astucia a la vez. – Porque yo tengo pruebas de que todo es verdad. – Dijo sonriendo de lado. Sara abrió los ojos ofendida.
-¿Cómo es posible que trates así a Elisa que es una Leagan? – Decía ofendida, mientras su marido la veía con cara de que se callara por un segundo.
-Precisamente por eso es más bochornoso su comportamiento. – Aseguró Anthony.
-¡No es justo que la trates así! ¡No se lo merece! ¡Ella es mejor que Candy! ¡Ella es una vulgar adoptada! – Dijo levantándose de su lugar para hacer énfasis en su indignación. Anthony tensó la mandíbula ante lo dicho por aquella mujer, sin embargo sabía que lo que quería es hacerlo perder el control para poder salir ganando como era siempre su fin.
-En eso sí tiene razón mi esposa Anthony. Elisa es una joven muy bien educada y debemos aceptar que Candy no lo es. – Dijo el señor Leagan cometiendo el error de apoyar las necedades de su esposa. Anthony lo vio fijamente a los ojos y el señor Leagan se puso nervioso porque no sabía qué esperar de aquella mirada.
-Por la educación que ha llevado Elisa toda su vida es más sorprendente su manera de actuar, en cambio la educación que Candy recibió en su infancia si bien fue sencilla no ha dejado lugar a dudas de su integridad y su honestidad en su proceder, cosa que no puedo decir de Elisa, claramente deja en duda la "educación" de su hija. – Dijo fijamente a la pareja sin parpadear por un segundo y mucho menos sin arrepentirse de sus palabras.
-¿¡Cómo te atreves!? – Dijo Sara una vez más. El señor Leagan no pudo evitar darle la razón en su mente a Anthony.
-Solo digo la verdad. – Dijo de nuevo el rubio defendiendo a su novia, y agradeciendo que ella no tuviera que escuchar las tonterías que hablaba aquella mujer. – Elisa se ha comportado como una mujer sin educación y sin escrúpulos y si no quieren que cumpla mi palabra de llevarla a un juicio les recomiendo que por favor la mantengan en esta ciudad, de lo contrario ni siquiera a eso tendrá derecho. – Les dijo tranquilamente, pero firme, decidido, cada palabra que decía demostraba la decisión que tenía.
-¡Somos Leagan! ¡Somos parte de los Andrew! – Dijo una vez más, sintiéndose superior a todos. – Candy es solo una adoptada, una muchacha inferior a nuestro apellido, sino fuera por nosotros ni siquiera la hubieran conocido. – Decía insistente en su defensa a favor de su hija. Louis estaba que sudaba por la manera que le hablaba su esposa a Anthony, mientras Anthony seguía tranquilo, lo que demostraba que las palabras que arrojaba su esposa no lo inquietaban para nada, eso solamente quería decir que sabía que tenía todas las de ganar.
-Tiene razón señora Leagan. – Dijo Anthony levantándose de su lugar por primera vez, cruzando sus brazos detrás de su espalda para dirigirse a ella. – Si ustedes no hubieran sacado a Candy del hogar de Ponny, posiblemente nunca la hubiera conocido. – Dijo sonriendo de lado, una sonrisa que hizo que el señor Leagan sudara mientras Sara reía triunfante. – Tal vez sea lo único que tendría que agradecerle a los Leagan, pero si hablamos de adopciones, la familia Andrew también adoptó hace mucho tiempo a la familia Briand, por consiguiente los Leagan tampoco son parte de la familia Andrew, puesto que también fueron adoptados. – Dijo sonriendo de lado, con su sonrisa sarcástica al dirigirse a aquel par de señores que se habían atrevido a hablar mal de la mujer que amaba.
-¿¡Cómo te atreves!? – Dijo Sara ofendida.
-Les recomiendo que convenzan a Elisa de permanecer en Florida, de lo contrario utilizaré las pruebas que tengo en su contra para llevarla a juicio y les aseguro que no saldrá bien librada. – Dijo viendo a los ojos al señor Leagan.
-¡Mentira! ¡No hay pruebas de algo que no es verdad! – Decía insistente Sara.
-¿Quiere escucharlas? – Preguntó decidido a ir por las pruebas que tenía Stear, si Anthony hubiera sabido que el invento de Stear había fallado como siempre tal vez no habría hablado con tanta seguridad. – Puedo ir por ellas. – Dijo seguro.
-No es necesario. – Dijo el señor Leagan apenado. - Neal nos puso al tanto de todo. – Confesó por fin ante Anthony que también estaban los dos enterados del proceder de su hija.
-Entonces les recomiendo convencer a Elisa que obedezca mis órdenes. – Dijo Anthony antes de dirigirse a la puerta de la estancia dejando al matrimonio algo descolocado. – James..., los señores Legan ya se van, acompáñalos por favor a la salida. – Dijo anunciando a su mayordomo, mientras Sara se levantaba indignada, le habían dicho mala madre, manipuladora, recogida y de pilón la habían corrido de aquella mansión, sus pasos resonaban con molestia en el elegante piso mientras su esposo la seguía con vergüenza porque sabía bien que era cierto lo que Anthony había dicho, si bien su familia era de renombre nunca pudo hacer que su esposa o sus hijos se deslindaran por completo de los Andrew y él mismo terminó cediendo a sus caprichos formando parte de los negocios de esa familia y abandonando los de su propia familia, todo por darle gusto a su bella mujer.
-Esto es inaudito. – Decía Sara antes de salir de la mansión.
James solamente abrió la puerta e hizo una reverencia como despedida a la pareja y solo el señor Leagan correspondió con nerviosismo, el pobre hombre ya ni había podido hablar de los planes que tenía de hacerse cargo de los negocios en Florida, todo por las tonterías de su hija y de su esposa, porque Neal ya estaba asegurado con los Stwart que ya lo habían integrado a los negocios de aquella familia.
-Lo que es inconcebible es tu manera de defender inútilmente a la caprichosa de tu hija. – Dijo ya fuera con molestia, siendo escuchados por James quien solo cerró la puerta lentamente y sonrió con gracia por aquel despliegue de valentía de aquel caballero. – Te dije que quería hablar con Anthony para llevar los negocios del estado y no me dejaste hacerlo. – Decía molesto.
-¡Es más importante nuestra hija! – Decía ofendida por la preocupación de su esposo.
-¡De ninguna manera! Tú hija se casará con Patrick si es que él está todavía dispuesto a pedir su mano, y pertenecerá a su familia, te guste o no y nosotros tendremos que seguir viviendo aquí, porque después de las tonterías de tus hijos yo no vuelvo a Chicago ni de loco. – Dijo subiéndose al automóvil sin siquiera abrirle la puerta a su esposa, siendo el chofer el encargado de hacerlo mientras la mujer se subía indignada por la manera que la estaba tratando su esposo.
Anthony se había quedado en la puerta de la estancia observando desde ese lugar la escena por los grandes ventanales que adornaban el salón principal, con una sonrisa en los labios y unas ganas de romper definitivamente los lazos con aquella familia, pero sabía bien que no iba a poder del todo porque la tía abuela aún consideraba que Sara era su hija, así la había criado pero al ser ella una joven de mal carácter y fuerte carácter solo había logrado que se sintiera superior a todos los que vivían junto a ella incluso llegó a creerse más que su propia madre. Se dirigió a su despacho para encerrarse un rato y volver a enviar un telegrama a su tío para informarle lo sucedido, sería el segundo que le había enviado en ese tiempo y el primero no había sido respondido, cosa que le inquietaba porque para él era muy importante su respuesta.
El primer telegrama que envió lo hizo casi de inmediato de la respuesta de Candy al proponerle matrimonio y solo se leía lo siguiente:
"La princesa aceptó ser mi reina".
Era todo lo que había expresado, no necesitaba poner más explicaciones ya ha había hablado con él de frente y le había dicho que no pediría su permiso, sino que iría con todo por ella y que la convencería de ser su esposa, le había tomado menos tiempo de lo que había pensado, sin embargo tenía que avisar la respuesta de la hija de su tío. En este telegrama tampoco incluía mucho solo lo que también había advertido a Albert antes de irse a Escocia, pero sabía bien que con este sí tendría que responder de inmediato.
"Familia Leagan desterrada de Chicago".
Sus telegramas eran cortos, pero con ellos expresaba más de lo que podía leerse, sabía bien que Albert no se detendría en llamar en cuanto recibiera aquel informe tan incompleto que le había enviado. Su rostro demostró un poco de seriedad cuando recordó el tiempo que llevaba de haber sido enviado el primer telegrama y que no se había reportado ni por un segundo. Tenía días preocupado por la reacción de su tío, tal vez a él se le había hecho demasiado rápido la propuesta que había hecho y había decidido darle más tiempo, pero era tiempo que para él le estaba pareciendo eterno y más después de la mañana que había compartido con Candy en aquella playa, una que no dudaba volviera a repetirse a pesar de saber que tenía que cuidar su reputación.
Salió de su despacho y se dirigió al salón de esgrima, tenía ganas de ver a Candy pero necesitaba sacar el mal rato que le habían hecho pasar los Leagan, así como la preocupación por la falta de respuesta del patriarca. Los Cornwell lo vieron pasar un tanto apurado y se dirigieron a ver qué era lo que había pasado, ya que Candy les había informado que estaba ocupado con los Leagan.
Anthony se cambió con el traje de protección y tomó una de las espadas del mueble que las protegía, sintiendo ganas de tener un enfrentamiento con un buen contrincante.
-¿Necesitas contrincante? – Preguntó Archie al ver como su primo se debatía en el arma que quería tomar.
-¿Sable, espada o florete? – Preguntó Anthony a su primo, sabía que Archie era mucho mejor que Stear en ese deporte.
-Espada. – Dijo Archie seguro, tenía tiempo que no practicaba y todavía tenía el mal sabor de boca de haber sido derrotado por Grandchester en el colegio. Anthony asintió estando de acuerdo con aquella decisión.
Ambos esgrimistas comenzaron con gracia sus movimientos, demostrando que ambos sabían lo que hacían en aquella modalidad. Ambos ponían su mejor esfuerzo, sobre todo Archie quien sabía bien que Anthony se había mantenido actualizado con aquel deporte, uno que habían sido obligados a aprender desde niños como defensa personal, pero que ellos habían adoptado como un deporte más al jugar entre ellos cuando eran niños.
Candy cerraba el libro que había estado leyendo en la inmensa biblioteca, se había adentrado a aquel lugar para dejar que Anthony pudiera hablar con los Leagan y así no escuchar si se ponía fea aquella discusión, cuando se dirigía al lugar había visto a los Cornwell que también iban a aquel lugar a pasar el tiempo, cuando Candy les había dicho que Anthony estaba con los Leagan no intentaron ir a molestarlo. El tiempo había pasado rápidamente y cuando menos lo esperó ya habían pasado dos horas desde que había dejado a Anthony con aquella pareja, observó el reloj de la biblioteca y cerró su libro para dejarlo en su lugar e ir en busca del rubio. No quiso preguntar en qué lugar se encontraba su amado príncipe y se dedicó a buscarlo por los lugares que ella creía era más posible localizarlo, hasta que llegó al salón de esgrima abriendo la puerta con cuidado. Una vez dentro pudo observar el combate que se llevaba a cabo entre Anthony y Archie, supuso que era él porque Stear estaba sentado frente a ellos observándolos desde las bancas que estaban en el lugar.
-Candy ¿A quién le vas? – Preguntó emocionado y a la vez a modo de broma cuando vio que la rubia se sentó de pronto a su lado. Candy le sonrió de lado, no estaba de acuerdo en aquella manera de ejercitarse, pero poco a poco se quedó observando cada uno de los movimientos de su amado, que a pesar de estar cubierto detrás de la careta sus rubios cabellos brillaban claramente, mientras la melena de Archie sobresalía con mayor amplitud.
-No bromees Stear. – Le dijo Candy sin dejar de observar aquella contienda. Pudo observar que los movimientos de Anthony eran bastante diestros y a pesar de que sabía que no era una pelea real como la encabezada por Archie y Terry si estaba un poco nerviosa por ver a Anthony en aquella situación.
Ninguno de los dos esgrimistas había captado que tenían a alguien más de espectador y seguían sumidos con ímpetu en su práctica, lanzando ataques uno a otro mientras comenzaban ambos a sudar por el esfuerzo. Candy pudo observar que aquella práctica era algo que el rubio dominaba y que no tenía que sentir nervios de que saliera lastimado.
-¡Touché! – Gritó Stear emocionado cuando terminaron la exhibición. – Anthony y Archie se retiraron la careta para darse la mano y saludarse con cortesía al terminar su enfrentamiento. Anthony mantenía una sonrisa más relajada y tranquila, Archie le sonrió porque lo había visto como había comenzado aquella contienda. – Hermano tienes que reconocer que Anthony es un buen rival. – Dijo Stear aplaudiendo sin parar. Hasta ese momento Anthony y Archie se dieron cuenta de la presencia de la rubia. Candy sonrió tímida al ver que su prometido la veía con una mirada intensa como si quisiera transmitirle todo lo que sentía por ella en ese preciso momento.
-Debo reconocer que Anthony es el mejor contrincante que he tenido. – Dijo Archie sincero de lo que decía.
-¿Qué dices? Si Terry casi te atraviesa con la espada en el Colegio. – Dijo Stear recordando aquella tarde cuando se habían enfrentado frente a las damas.
-¿Cómo fue eso? – Preguntó Anthony un tanto confundido ya que sabía bien que Archie era el único que le daba batalla en la esgrima.
-Eso no fue verdadera esgrima, Terry sabe pelear muy bien, pero es más bien esgrima callejera es más sucio para pelear y en un momento me desarmó y aprovechó para ponerme la espada en el cuello. – Dijo Archie molesto recordando una vez más aquella ocasión. Anthony se sintió ofendido por aquella acción que le contaban había hecho el inglés ya que si bien la esgrima era un deporte para defensa personal no era correcto hacer ese tipo de ataques cuando la contienda es entre dos caballeros y claro estaba que Archie lo era, sin embargo no se atrevió a juzgar al actor ya que no había estado presente en aquel enfrentamiento.
-Terry siempre ha sido un salvaje. – Dijo solamente Stear.
-Pero el más valiente de todos fue Stear. – Dijo Archie riéndose de su hermano. Stear solo miró de lado a su hermano.
-¡Oye! Ese día ni siquiera teníamos protección. – Dijo recordando la careta que había improvisado para poder entrar en sustitución de su hermano. Anthony no pudo evitar reírse de su primo al describirle ambos chicos la careta en forma de balde que tenía en las manos. – Además no me gusta que las cosas filosas se dirijan hacia mí. – Dijo rascando su cabeza.
-Es importante estar protegidos. – Dijo Anthony. – Y no tiene nada de malo temer un poco a las cosas puntiagudas. – Dijo a favor de Stear quien sacó la lengua a su hermano.
-Te estuve buscando. – Dijo Candy a Anthony mientras este se limpiaba el sudor de su frente.
-Lo siento amor, lo que sucede que me sentía un poco molesto después de la visita de los Leagan. – Dijo Anthony, los Cornwell lo observaron curiosos.
-¿Cómo estuvo? – Preguntó Archie al ver que ya estaba más relajado.
-Bien, pero ambos me desesperan, la señora Leagan solo defendía su buen nombre y el señor Leagan se mantenía callado, yo creo que ya no se atreverá a pedirme en llevar los negocios de Florida. – Dijo con una sonrisa recordando la manera en la que los había corrido.
-Lo siento. – Dijo Candy un tanto apenada por aquella situación.
-Tú no tienes la culpa de nada amor. – Dijo Anthony abrazándola con ternura. – Elisa es la única culpable por haber hecho lo que hizo. – Dijo sin mortificarse más. – Solo les dije que tenía pruebas de lo que era acusada y rápidamente el señor Leagan echo de cabeza que estaban enterados de todo. – Dijo Anthony volteando a ver a Stear con agradecimiento. – Si no hubiera sido por tu invento primo. – Le dijo palmeando su hombro una vez más agradecido.
-Si verdad… - Dijo Stear con la sonrisa nerviosa.
-Es lo bueno que esta vez sí funcionó uno de tus inventos hermano. – Decía Archie orgulloso de su hermano.
-¿Necesitarás la copia para algo? – Preguntó el inventor un tanto nervioso.
-No lo creo, si saben lo que les conviene Elisa no volverá a Chicago mientras yo esté ahí. – Dijo el rubio con una sonrisa. – Pero de todas formas sería bueno que guardaras la copia. – Le recomendó a su primo quien simplemente asintió dudando en decir o no lo que realmente había sucedido con aquella prueba que había "grabado", pero cómo decirles que en la única parte que la había grabado era en su memoria.
-No te preocupes. – Respondió el inventor con una sonrisa forzada.
Los cuatro salieron un poco después del salón de esgrima, Candy y Anthony de la mano y los Cornwell los escoltaban uno a cada lado, cuando vieron bajar a la matriarca de la familia quien se había enterado que los Leagan habían estado en la mansión cuando se asomó por la ventana, pero se imaginaba que iban llegando cuando en realidad ya iban de salida, teniendo que bajar ya que nadie le avisaba que habían ido a verla.
-¿Dónde están los Leagan? – Preguntó altiva al ver que sus nietos se acercaban solos.
-Ya se fueron. – Respondió Anthony, quien era el único que se atrevía a hablar con la matriarca acerca de aquella familia.
-¿Sin verme a mí? – Preguntó incrédula.
-Vinieron a interceder por Elisa. – Respondió el rubio con tranquilidad, pero sabía perfectamente que la tía abuela no quedaría de la misma forma. La vieja Elroy lo vio de la misma manera con la que lo estaba viendo esos días. – De una vez te digo que no cambié de opinión. – En los ojos de la anciana Anthony supo reconocer que seguía indignada con él.
-Joven Anthony. – Dijo James acercándose a su joven amo.
-¿Qué sucede James? – Preguntó dirigiéndose a su mayordomo, sin dejar de observar a la tía abuela, sosteniéndole la mirada para que viera que era su decisión final.
-Llegó esto para usted hace un momento. – Dijo James extendiendo al rubio un sobre amarillo que venía muy bien protegido. Todos lo observaban curiosos de aquello que el rubio recibía, incluso a él le había parecido extraño recibir un sobre en la mansión y más porque tenía dirección de Chicago.
Cuando lo abrió para ver el contenido su sonrisa se amplió de nueva cuenta al ver que dentro venía otro sobre a nombre de William Albert Andrew, además de una carpeta de cuero que de inmediato abrió para ver de qué se trataba. Elroy lo miraba curiosa esperando que le informara lo que ahí decía.
-Es de Albert. – Dijo sin poder ocultar su sonrisa.
-¿Qué es? – Preguntó la matriarca con mayor curiosidad al ver la sonrisa que tenía su nieto en el rostro.
-Nuestro contrato matrimonial. – Dijo dirigiéndose a Candy con una sonrisa dulce, mientras la matriarca cambiaba el semblante por uno más ilusionada.
Continuará…
Julie-Andley-00, Tienes toda la razón hermosa, Anthony llegó a darles en la torre a los Leagan para que no sigan con sus tonterías, esperemos que con eso tengan, sino sabemos que Anthony siempre estará dispuesto a ponerlos en su lugar. Muchas gracias por leer, te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
TeamColombia, Que bueno que les gustó el capítulo y espero su duda se haya resuelto con este. Gracias por comentar y seguir al pendiente de la historia, les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes.
Mayely León, Hola hermosa, así es como dijiste los Leagan fueron a reclamar y a busca su lugar en la familia Andrew, pero ya vimos que mi rubio favorito les dijo que nones que ellos también son adoptados. No te preocupes por los rubios ellos van lento y contento jajajaja. Gracias por leer hermosa, te mando un fuerte abrazo, saludos y como siempre mis bendiciones.
Carolina Benitez, Hola hermosa, no te preocupes si yo que soy la que escribo las historias de principio a fin a veces tengo que leerlas para recordar lo que escribí y no confundirme con la trama, porque a veces me cuatrapeo jajaja Gracias por dejar tu comentario hermosa, saludos y bendiciones.
Denisse Treviño, Hola hermosa, por supuesto que si! Anthony sabe que tiene todo para ser coqueto nomás que es muy modesto y eso lo hace más encantador jajaja. Me imaginé a Candy haciendo un pastel porque ya ves que aprendió a cocinar pan cuando era una niña en casa de los Leagan, pero como cocinera de comida creo que se le quema el agua jajajaja lo bueno que tienen dinero para pagar a una buena cocinera jajaja sino... creo que le pasaría lo que al pobre de Stear que mordió con ganas un tenedor jajaja. Creo que si le hubiera hecho un pastel de zanahoria con lo rico que salen no creo que hubiera notado que era de zanahoria jajaja. Elroy está muy desviada por los Leagan, siempre fue así a ver cuando los ve como realmente son. Mejor que estos chamacos se busquen un lugar para hacer sus cositas lejos de todos y a horas prudentes jajajaja diría mi abuelita. Muchas gracias por escribir hermosa, te mando un fuerte abrazo.
Guest, Que bueno que te gusto el capítulo hermosa, gracias por dejar tu comentario. Saludos y bendiciones.
Aminaabud, Hola hermosa espero que haya sido de tu agrado la manera en la que pusieron a la "Sra. Leagan" en su lugar. Muchas gracias por comentar y sobre todo por leer, te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Miyoya, A mí también se me antojó un pastel de chocolate! sobre todo de pingüino jajaja me encanta es mi favorito yo creo, con un vaso de leche fría jajaja ya hasta estoy pensando cuando es el siguiente cumpleaños de la familia jajaja. Muchas gracias por dejar tu comentario hermosa. Saludos y bendiciones.
Hola hermosa, hasta aquí quedamos con la actualización diaria de esta historia, así que volvemos a las actualizaciones como ya las tenía programadas, espero no se decepcionen y tengan paciencia para esperar el próximo capítulo. Muchas gracias por leer y sobre todo gracias a aquellas que leen en silencio, les mando un fuerte abrazo hasta sus hogares, gracias por seguir esta historia. Saludos y bendiciones para cada una de ustedes.
GeoMtzR.
