El contraataque de Mercurius

REFORMA EDUCATIVA: ¿LICENCIA PARA TORTURAR?

El pasado mes de Septiembre, nuestro sabio ministro de magia implantó unos nuevos decretos educativos poniendo en marcha una reforma educativa nunca antes vista que permitía al ministerio intervenir en un organismo que por tradición se había mantenido siempre al margen de los vaivenes de la política. Entre las reformas implantadas se encuentra el decreto que lo comenzó todo, el número 22, por la que el ministerio puede nombrar a un candidato adecuado para un cargo docente si el director del establecimiento es incapaz de encontrar uno. También se encuentra el número 23 por el que se crea el cargo de "sumo inquisidor" para poder supervisar la labor de los distintos docentes de Hogwarts y valorar su idoneidad para el puesto; y el número 25 que le confiere autoridad al sumo inquisidor para tener la última palabra en cuanto a castigos, sanciones y demás. Podrían ser buenas reformas si realmente estuviese enfocadas para un bien para la comunidad magica, sin embargo, son medidas que han convertido Hogwarts en un tira y afloja entre la dirección y el ministerio.

El decreto número 22 que debía garantizar que un candidato fuese el más idóneo posible para impartir una materia trajo a Dolores Umbridge, subsecretaria del ministro Fudge, a Hogwarts como docente de Defensa Contra las Artes Oscuras. Quien después se convirtió en la primera Suma Inquisidora. Es bastante curioso que fuese nombrada como idónea para el puesto de profesora de defensa contra las artes oscuras alguien que ni siquiera aprobó el TIMO de dicha materia. Por otro lado, parece bastante extraño a priori que sea señalado como inquisidor alguien que es parte del personal docente del centro; pues buscando que haya más equilibrio en la institución educativa. Desequilibrio que no ha tardado en verse en distintos aspectos del manejo de la institución. Llegando a cometerse diversas irregularidades como por ejemplo imponer y quitar castigos arbitrariamente atendiendo al origen, ideología y nivel de lealtad al ministerio de cada individuo. La lista de castigos impuestos, más típicos de una institución militar muggle del siglo pasado que de una civilizada escuela de magos, incluyen el gravarse en la mano la frase a copiar con una pluma de sangre. Artefacto oscuro que, si bien es muy útil para la firma de contratos, usarlo para otros fines está fuera de los límites de la ley. Usarlo como método de castigo, es sin lugar a dudas un método de tortura.

¿Son estas reformas educativas un método brutal de adoctrinamiento del ministerio?¿Acaso una institución que historicamente se ha mantenido alejada de la politca tiene que convertirse en un campo político donde la moneda de cambio son los mismos estudiantes? Parece que así es y que el ministerio a conferido a Dolores Umbridge el poder para hacer y deshacer a su antojo; lo que incluye torturar estudiantes. ¿Es acaso la tortura en novedoso método educativo que ha pasado por la mente de nuestro ministro de magia? ¿O acaso Umbridge se ha tomado atribuciones más allá de los poderes y confianza dados?

Esperemos que las autoridades tengan algo que decir al respecto.

Mercurius.


El departamento de aurores era un pandemodium desde primera hora de la mañana y con razón. Helga conocía bien el motivo de aquello. Umbridge. Se había encargado de hacer llegar a todos los aurores, incluida ella misma, el dosier elaborado por Mercurius sobre la subsecretaria del ministro. Un auror podía ocultar la "mierda" bajo la alfombra, pero cuando había llegado a tantos al mismo tiempo.. eso era iniciar una reacción en cadena. Incluso se había encargado que le llegase a Madame Bones. Había sido un trabajo coordinado con sus amigos quienes se habían encargado de la publicación del nuevo artículo. Una forma de acorralar al ministerio y hacer que tomasen cartas en el asunto.

Los citaron a todos para una reunión de emergencia. Se esperaba que hiciesen algo, pero no que implicase a todo el departamento. Eso significaba que lo iban a tomar mucho más en serio. Observó a quienes presidían la reunión. Madame Bones y el auror jefe del departamento, Scrimgeur. Madame Bones era alguien justa que actuaría sin dudar contra cualquier ilegalidad e irregularidad, y la lista de Umbridge era larga. Scrimgeur, era ambicioso y por como miraba disimuladamente en ocasiones a Fudge, Helga sabía que quería su puesto. Desde luego el actuar de Umbridge había estado favorecido por Fudge, por cómo este le había otorgado poder a alguien que, por su parte también quería derrocarlo.

— Amelia tenía ganas de tener pruebas fehacientes contra Umbridge. Toda esta información que ha llegado al ministerio es como una especie de milagro — le dijo Kingsley. — El dosier nos ha llegado a todos, pero las pruebas reales solo a Amelia. Ella se las ha mostrado a Scrimgeur. Tiene pinta de ser algo serio.

— Lo es. Por lo que me ha dicho ha sido un trabajo de investigación muy minucioso —murmuró Kingsley. — Además, he visto el dossier por encima. Parece el trabajo de un auror.

— ¿En serio?, no me había dado tiempo de leerlo en profundidad.

— Iré al grano. ¿Has tenido algo que ver?

— ¿Qué podría hacer yo contra un pez gordo del ministerio?

— Eres más competente de lo que aparentas. Lo sé bien. Hemos trabajado juntos en más de una ocasión y puedo percatarme de eso. También se de Umbridge va a por el chico Potter además de ir a por Dumbledore y que entre el chico Potter y tu hay algo. También sé que no toleras la corrupción. Lo que no me cuadra es lo de la prensa. Brillante, pero no me cuadra.

— ¿Qué quieres que te diga? Ya has sacado tus conclusiones y no parece que vayas a cambiar de opinión.

La sala terminó de llenarse, ambos quedaron en silencio esperando que comenzase la reunión. No era seguro seguir hablando ahora que la sala quedaba en silencio. Mientras estaba el baruyo por el constante chismorreo era fácil hablar, luego ya no. Ni fácil ni seguro. Así mismo, Helga podía apreciar que no estaba todo el departamento ahí reunido realmente, eso podía suponer muchas aristas.

— Os he reunido aquí para formar un equipo de asalto que arreste a la subsecretaria del ministro. Los dossier que habéis recibido son verídicos; y a la vez, un resumen estructurado del caso — dijo Scrimgeur. — Madame Bones me ha mostrado las pruebas que ha recibido y son concluyentes. Dolores Umbridge no sólo se dedica a torturar estudiantes, lo cual va más allá de cualquier ley; si no que además está conspirando para hacerse con el control del ministerio. Ha conspirado para echar a gente competente de distintos departamentos y poner en su lugar a quienes le apoyaron además de buscar destruir e incriminar en delitos a aquellos que no eran de su agrado incluidas diversas criaturas inteligentes.

— Lo que durante años sospechábamos pero no podíamos probar, ahora puede hacerse. No podemos permitir que se salga con la suya o darle margen de movimiento. Es el momento de ir a por ella — Afirmó Madame Bones.

— Tendremos que ir a Hogwarts, esta noche — afirmó Scimgeur.

— ¿Acaso sugieres que asaltemos el comedor lleno de estudiantes? — preguntó Savage.

— No vamos a asaltar nada. Le pediremos que se entregue.

— Eso puede salir mal —dijo Helga. —No podemos prever cómo reaccionará y si la mitad de lo que he llegado a oir de ella es cierto no creo que reaccione bien.

— Tampoco creo que Dumbledore permita que se arreste a alguien en la escuela. ¿Qué imagen se daría si eso llega a pasar? — comentó Dawlish.

— Ya sabes lo que opino y pienso como Tonks; estaríamos poniendo en peligro a estudiantes y profesores de ir a arrestarla allí. Considero que es mejor citarla en el ministerio —afirmó Madame Bones — o en cualquier otro lugar que no suponga un peligro para terceros. Montar un operativo. Tenderle una trampa.

— No. Tenemos que actuar cuanto antes —aseguró Scrimgeur. — Con lo que ha salido del artículo puede estar en sobreaviso. Hay que actuar cuanto antes.

— Nunca la he visto leer el quisquilloso — murmuró uno de los aurores.

— No podemos dar nada por sentado. Por eso mismo es necesario mandar un equipo a Hogwarts. Hoy mismo. Ya me las arreglaré después con Dumbledore —presionó Scrimgeur.

— Necesito un equipo hoy mismo. Mandaré a tres. Eso debería ser suficiente.

— No estoy de acuerdo —afirmó Madame Bones.

— No podemos permitir que se nos escape.

Helga intercambio una mirada con Kingsley. Ahí estaba uno de los problemas. Las dos personas con más peso en el departamento no mostraban un plan en común en una reunión importante. Era exasperante. Entendía la necesidad de actuar cuanto antes, pero al mismo tiempo sabía que lo mejor era presentar un frente unido. Si esto se daba teniendo que arrestar a alguien como Umbridge, no quería imaginar qué sucedería ante una situación apremiante de verdad, como la de los mundiales de Quiditch o los mortifagos y el propio Voldemort cuando diesen la cara abiertamente. Respiró hondo, guardándose las ganas de señalar ese punto y se reclinó relajada en el asiento. Si el jefe de aurores y la directora del departamento de aplicación de la ley mágica no estaban de acuerdo era la receta para el desastre. Helga podía ver además en todo aquello un movimiento político, Scrimgeur quería una medalla con la que ganar puntos para llegar a ministro.

— Shakelbolt, Tonks y Savage. Os encargáis vosotros —anunció Scrimgeur.


Estaba molesta, no. La palabra correcta era furiosa. Notaba cómo el aquel castillo lleno de asquerosos niños todos la señalaban y murmuraban; pero no había podido sacar nada de ellos. No le respondían y simplemente la ignoraban o, quienes le respondían le decían que según los últimos decretos no estaban autorizados a compartir esa información con ella. Estos últimos, eran sobre todo de la peor casa de todas, Gryffindor. Pero no podía hacer nada. Los profesores, sus principales opositores, se interponían constantemente despachando a los estudiantes antes que pudiese hacer nada. Podía castigar a todos los que lo hacían, pero lo estaba haciendo todo el castillo. Tenía que cortar ese comportamiento de raíz y la forma de hacerlo era atrapar a los cabecillas, a quienes lo habían instigado todo.

— Los encontraré y si no, usaré a alguien de ejemplo determinante para todos — murmuró.

Nada mejoró a lo largo del día ni de la tarde. Parecía que con cada hora que pasaba los murmullos sobre ella aumentaban. Eso la ponía de los nervios y hacía que tuviese ganas de estallar. Pero no podía hacerlo, debía contenerse. Si de verdad deseaba hacerse con el control del mundo para moldearlo a su manera necesitaba una base que no tendría si esos adolescentes le hacían estallar. Pero tenía que derribar a los líderes o posibles líderes.

Llegó al gran comedor a la hora de la cena, en su sitio habitual se encontró un ejemplar de esa revista de pacotilla que sería la primera que mandaría cerrar, el quisquilloso. Había un artículo, un artículo que trataba sobre ella. Notaba cómo le palpitaba la sien. No le agradaba las insinuaciones de ese artículo. La ponían en mal lugar. Arrugó la revista con gesto de rabia; podía notar cómo la miraban tanto estudiantes como profesores, miradas hostiles en su mayoría. El único que parecía ajeno a todo era Dumbledore, pero ese tipo estaba políticamente acabado con las afirmaciones que estaba haciendo que el ministro no se creía en absoluto. Dumbledore estaba cavando su propia tumba y le encantaría ser ella quien pusiera la piedra final; al menos a nivel político. Se encargaría de ello. Primero tendría que contactar con sus socios, luego se encargaría de lo del colegio. Se levantó para ir a su despacho; iba por mitad del comedor cuando todo cambió y cualquier plan que pudiese haber hecho, se fue por la borda, entrando en el Gran Comedor tres aurores. Los tres le sonaban. Trabajadores fieles del ministerio pero no muy apegados a la política de Fudge. Había uno de ellos que sólo por el ridículo pelo rosa que llevaba la echaría del ministerio.

— Dolores Jane Umbridge, quedas bajo arresto. Entrégate pacíficamente y las consecuencias serás menores — dijo el que conocía como Savage.

No pensaba entregarse. No era justo que se lo exigiesen. Ella no había hecho nada. No podían ir a por ella por un artículo de periodico y se encargaría de demostrarlo. Pero no se dejaría capturar sin más. Hacerlo sería admitir una culpabilidad que no tenía. Sacó su varita y apuntó hacia los aurores. No podrían hacer nada por arrestarla sin pelear estando los niños allí. Si tenía que usarlos para salirse con la suya lo haría.

— Entrégate —exigió Savage

— Tendrás que venir a por mi — dijo sacando la varita.

De inmediato se armó un pandenmodium. Si no fuese por la presencia de los estudiantes tendría las de perder, pero podía aprovechar su presencia allí. Los más jóvenes estaban asustados y los más mayores no parecían saber cómo reaccionar. Apuntó al auror con la varita. Lo que no podía preveer era que los profesores aprovecharían eso para desarmarla. No supo cual de ellos fue. Sólo que había quedado vendida a merced de los aurores.

— ¡Me las pagaréis por esto!¡No podéis hacerlo!¡Soy la subsecretaria del ministro!¡Dolores Jane Umbridge! —gritaba mientras era arestada.

— Ya no —le dijo en un firme susurro la auror de pelo Rosa; quien había recogido su varita del suelo.

— ¡Merezco un respeto!

— Disculpen la irrupción en la cena —dijo Shakelbolt con autoridad mientras se la llevaban.


Cornelius Fudge no dudaba estar nervioso. A primera hora de la tarde le había llegado un ejemplar del quisquilloso. Era una revista que nunca había tomado en serio, aunque de cuando en cuando publicaba algún artículo escrito era una crítica a su reforma educativa o más bien a cómo se había implementado. La primera intuición que tuvo era precisamente ir a la caza del dueño de la revista para tener al que había escrito el artículo. Pero cuando terminó de leerlo y vio quién lo firmaba cambió de opinión. Ese autor, Mercurius, no escribía por escribir; sino que se tomaba en serio lo que escribía y se documentaba bien. Aún así no le gustaba lo que decía el artículo ni la posición en la que lo dejaba.

Poco después de terminar el artículo había tenido la visita de Madame Bones y el jefe de aurores Scrimgeur, mostrándole las pruebas que demostraban la veracidad de lo que había hecho Umbridge según el artículo y también algunas cosas mas. Distintos complots contra personas diversas entre las que estaba incluido él. No podía tolerar eso. No había eperado que esa mujer quisiera derrocarlo y quedarse con su puesto y, lo peor de todo, era que le había confiado demasiado. Era el momento de hacer un control de daños. Firmó sin dudar la orden de arresto, mientras tanto pensaba en cómo abordar la situación para desentenderse y que no se volviese toda en su contra. Desde luego con esto, y lo que saliese después, nadie creería lo que afirmase esa mujer. Ella tenía conocimientos de algunos tratos bajo mano que había hecho.

— Weasley, convoca a la prensa. A todos los medios, no sólo el profeta. Tenemos que dar un comunicado en media hora.

Era la mejor decisión. No iba a planificar un discurso, eso se notaría demasiado; lo básico lo tenía ya en mente. Sólo tenía que arreglarse un poco y estar relajado y presentable. Aguardó en su despacho, hasta el momento de salir y bajar al atrio a dar la cara. Demostraría a la comunidad mágica que había cometido un error confiando en que Umbridge ejecutaría bien los decretos y que estos habían sido tergiversados por la mujer. También diría a la prensa que teniendo sospechas de esto por algunas quejas que le habían llegado, la había hecho investigar encontrando asuntos turbios que pensaba desvelar a todo el mundo. Así era el juego de la política.