Hola hermosas, muy buenas tardes, antes de iniciar a leer este capítulo les recuerdo que esta historia al igual que todas mis historias son para mayores de edad (21+) y para las personas que no se sienten incómodas con los temas de contenido adulto y con amplio criterio, esta escrita sin ánimo de ofender, es solo con fines de entretenimiento, así que recuerdo una vez más que es clasificación M, te pido de la manera más atenta y educada posible que si no tienes la edad suficiente para leer por favor retírate, de lo contrario eres bienvenida. Gracias por tu comprensión.
ENTRE CARTAS Y MENTIRAS
FESTEJO O CELEBRACIÓN
CAPÍTULO 33
Candy observaba como el rubio cuidadosamente revisaba los papeles que le había enviado George desde Chicago, dentro de aquel elegante sobre venían papeles a nombre de Albert cosa que a ella le extrañó un poco porque no tenía ni dos meses que se había ido a Escocia.
-Nuestro contrato matrimonial. – Dijo Anthony con una gran sonrisa dirigiéndose a ella, mientras en la mente de Candy pasaban varias preguntas de cómo se había enterado su protector de la propuesta que Anthony le había hecho. - Le envié un telegrama. – Dijo de nuevo con su hermosa sonrisa, feliz por haber recibido la tan esperada respuesta que lo tenía en vilo desde que había enviado aquel telegrama.
-¿El contrato matrimonial? - Preguntó Elroy cambiando su semblante para con su nieto, ya no lo miró molesta sino que estaba un tanto preocupada porque el tiempo se les vendría encima. - ¡Qué barbaridad! La boda de Stear está cada vez más cerca, y todavía tenemos que anunciar el compromiso de ustedes, no es suficiente que haya sido anunciado de manera informal por los medios. – Dijo una vez más demostrando que había estado en desacuerdo con aquella forma en la que los habían descubierto la prensa.
-Sabes que ese no era el plan, ninguno de nosotros pensó en que serían tan entrometidos para fijarse en la mano de mi prometida. – Decía Anthony con orgullo guiñándole un ojo coqueto a la rubia, sin embargo estaba más que orgulloso que toda la sociedad de Chicago estuviera enterada con quien estaba comprometido.
-No para nada… - Decía Stear irónico. – No es como que una piedra tan rara como la que le has obsequiado a Candy pase desapercibida. – Decía el inventor con ironía refiriéndose al diamante rojo que Candy portaba en su mano. La rubia sonrió y observó aquella joya que llevaba en su anular, ya que para ella era valioso simplemente por el hecho de que Anthony se la había obsequiado pero en valor monetario no tenía ni idea cuánto pudiera costar.
-Mi novia no se merece nada menos que esta joya. – Dijo besando su mano, recordando cómo era que había obtenido aquel anillo que si bien era una de las joyas más caras del mundo en el momento de adquirirla no le importó en lo más mínimo, dedicando cada uno de sus ahorros para poder pagarla, invirtiendo mucho tiempo en su cometido, de hecho la había terminado de pagar cuando ellos ya se habían separado, manteniéndola siempre consigo a pesar de haber perdido toda esperanza de recuperara pero aquella joya había sido comprada exclusivamente para ella y nadie más a su parecer era merecedora de portarla en su mano.
Aquella mañana llegó el viejo joyero a buscar a la abuela Elroy para ofrecerle aquella joya que había llegado a sus manos, la cual era muy costosa y a decir del buen hombre era la joya más cara del mundo, sin embargo al ver que el jovencito de los Andrew se había interesado en ella se la había vendido en pagos, simplemente por ser un Andrew y sobre todo por ser el nieto del gran William Andrew, un de los hombres más poderosos del país. Anthony era tan solo un adolescente cuando la compró pero si bien su precio le había parecido excesivo no dudó en endeudarse para poder obsequiar a su debido tiempo aquella joya a su amada Candy.
-Hay que empezar los preparativos una vez que lleguemos a Chicago. – Dijo la tía abuela emocionada, comenzando a caminar de un lado a otro para hacer una lista mental de todo lo que tenía que organizar para aquel gran evento. – Tengo que hablar con William para poder establecer una fecha y así tener todo listo. – Decía sin dejar que la interrumpieran.
Candy y Anthony la veían un tanto sorprendidos porque no se imaginaban que su boda le causara tanta emoción, no sabían si era porque necesitaba hacer algo o porque realmente le ilusionaba aquella boda.
-Vamos tía abuela, ni con la noticia de mi boda con Patty te pusiste tan entusiasta. – Decía Stear haciéndose el ofendido por la manera en la que la tía abuela se preocupaba por todo.
-Vamos Allistear, tú sabes que la familia de Patty es la que está apurada con los preparativos y su abuela no quiso que le ayudara en lo más mínimo. – Dijo la vieja Elroy para controlar un poco el sentimiento de su nieto y a la vez recordando cómo aquella dama tan hiperactiva la había hecho a un lado. – Además la familia de la novia es la encargada de hacer los preparativos de la boda, y como familiar directo de Candy me corresponde hacer todos esos menesteres. – Dijo ante sorpresa de todos, no era tanto porque Anthony era el consentido de la tía abuela, sino porque ella definitivamente había aceptado a Candy como parte de la familia.
-Siendo así me siento mucho mejor. – Dijo Stear con una sonrisa divertida, mientras su hermano y su primo comenzaban a reír por su manera de expresarse, aquel joven de aspecto intelectual siempre tenía una palabra animada para hacerse expresar, era un don que había heredado de su padre y si bien la tía abuela nunca le festejaba a él, al ser Stear su nieto la hacia que lo tolerara un poco más.
Candy solo observaba cómo la señora Elroy se dirigió al despacho de Anthony para hacer la lista que necesitaría, no se molestó en llamarla sabía que Candy no tenía mucha idea de lo que se tenía que hacer para un evento de tanta importancia y relevancia así que ella sería la encargada de hacer completamente todo, sin embargo no contaba con que Candy también tenía pensado opinar al respecto.
-¿Estás feliz? – Preguntó el rubio a su novia, abrazándola feliz por la cintura para atraerla de frente a él.
-Mucho. – Dijo algo tímida, le causaba mucha alegría que todo lo que había soñado un día por fin se estuviera cumpliendo, ya que los años difíciles sin su príncipe de las rosas hubieran quedado atrás.
-Tranquilos parejita. – Dijo Archie. – Que no están solos. – Decía un tanto envidioso de la pareja ya que él no tenía a su pequeña tímida junto a él y realmente la extrañaba bastante.
-Vamos Archie, no seas celoso. – Le dijo Stear apoyando su brazo derecho en su hombro, mientras observaba a los dos rubios felices, ambos mostraban una sonrisa radiante y llena de felicidad. - ¿Por esto estabas tan nervioso Anthony? – Preguntó de nuevo el inventor, él y Archie eran los únicos que habían notado que algo no estaba completamente bien con el rubio, ya que cuando estaban los tres solos se quedaba pensativo a ratos, sin embargo trataba de aparentar tranquilidad.
-Así es. – Dijo Anthony en respuesta. – Desde que llegamos a Chicago le envié el telegrama a Albert diciéndole que mi princesa había decidido ser mi reina. – Dijo besando los cabellos de Candy, esta se puso de todos colores ante el comentario de su amado príncipe.
-¿Así le pusiste? – Preguntó sin bajar lo colorado de su rostro. Anthony asintió.
-Eso eres para mí. – Le dijo sin pena. Candy sonrió ilusionada.
-Bien, nosotros nos retiramos. – Dijo Archie para darles un poco de espacio y se despidieran para irse a dormir.
-¿Cómo no cenaran con nosotros? –Preguntó Anthony confundido al ver que sus primos se retiraban a su habitación. Ambos negaron.
-Festejen ustedes hoy. – Dijo Archie guiñándoles un ojo a manera de complicidad. – Ya después celebraremos todos juntos. – Volvió a decir con la mirada pícara. Anthony sonrió tímido ante aquella manera de decirles las cosas, ya que Stear también le guiñó un ojo. Candy volvió a ponerse roja de la vergüenza.
-Hasta mañana. – Dijeron ambos chicos subiendo las escaleras que los llevaban a sus habitaciones.
-Bueno. – Dijo Anthony. – Creo que cenaremos solo con la tía abuela. – Dijo con una sonrisa tierna dirigiéndose a su princesa. Candy negó.
-La tía abuela solicitó desde muy temprano que le llevaran la cena a su habitación. – Dijo Candy tímida. – Creo que cenaremos solos esta vez. – Dijo un poco ansiosa, sería la primera vez que cenarían solos en la que sería su casa después de que se casaran.
-Tengo una idea. – Dijo Anthony despejando el rostro de Candy, mientras la miraba a los ojos y la acercaba más a su anatomía, haciendo que las piernas de Candy temblaran por aquel contacto.
-¿Qué idea? – Preguntó en un susurro, sintiendo golpear el cálido aliento de Anthony en su boca, la cercanía de sus labios la hizo bajar el volumen de su voz.
Anthony no dijo nada y apresó sus labios con los propios abriendo su boca para tomar la de Candy en un lento y húmedo beso. La besó lentamente, sin prisa, mientras con ambas manos acercaba su rostro delicadamente a él desde su cuello, sin aumentar el ritmo de aquella danza que había comenzado con sus labios, se tomó el tiempo necesario para hacerla perder el aliento y disfrutar con aquella caricia las sensaciones que despertaba en cada una de sus terminaciones nerviosas.
Anthony terminó aquel beso de la misma manera que lo había iniciado, lento y pausado, húmedo dejando un rastro de saliva en los labios de Candy, quien al término de aquel dulce y a la vez sensual ósculo pasó su lengua por sus labios para seguir saboreando el sabor de los contrarios, movimiento que encendió la mirada del rubio.
-Ve a tu habitación un momento. – Le decía muy cerca de sus labios, con sus ojos cerrados en un susurro mientras seguía acariciando detrás de su cuello. – Espérame un momento. – Le dijo haciendo que la mente de Candy se estremeciera por aquella propuesta que había salido de sus labios.
-Está bien. – Dijo apenas audible. Se separaron a duras penas, ambos tenían la necesidad de seguir juntos, de seguir demostrándose su dulce amor, pero lentamente Anthony a fue soltando para que hiciera lo que le había pedido. La rubia lentamente subió las escaleras en espera del llamado de su amado.
Anthony la observó subir hasta que se perdió en el corredor que la llevaría a su habitación, suspirando una vez más feliz y enamorado por la suerte que tenía de tener al amor de su vida nuevamente a su lado.
-Me tienes loco princesa, cuanto te amo… - Decía Anthony mientras la veía subir con aquel brillo tan especial que nacía en sus dos luceros azules.
Una vez que Candy se hubo perdido de su vista se dirigió a buscar a James, quien siempre estaba a la vista de él, pero desde que había regresado acompañado de su prometida había sido más discreto y le daba la privacidad que una pareja de enamorados exigía sin pedirla. Volteó al despacho cuando pasó por ahí y se imaginó que la tía abuela le llevaría horas estar organizando todo, así que obvió entrar cuando por un segundo le pasó por su mente hacerlo.
-James ¿Puedes ayudarme en algo? – Preguntó a su fiel mayordomo cuando lo encontró por fin dentro del salón de té supervisando que todo estuviera en orden.
-Sabe bien que si joven Brower. – Dijo con amabilidad aquel buen hombre.
-Necesito hacer algo en mi habitación. – Dijo descubriendo su plan al mayordomo quien inmediatamente se encargó de arreglar todo lo necesario para que estuviera todo lo que su amo había pedido.
-En seguida hablo con la señora Brooks joven. – Dijo con una sonrisa que también denotaba felicidad. Anthony sonrió y observó cómo aquel fiel hombre se dirigía a la cocina. Volvió a recordar cómo había encontrado a aquel buen hombre para que trabajara con él.
James era una persona humilde que tenía a su esposa enferma, había quedado sin trabajo después de que sus antiguos patrones se mudaran rumbo a Europa, estaba desempleado y desesperado, así que comenzó a irse al puerto para ayudar a las personas con su equipaje, ahí fue donde conoció a Anthony quien cuando llegó de Europa lo había hecho directamente al puerto de Miami porque no quería pasar ni por Nueva York o por Chicago, por obvias razones, así que se transportó hacia aquel lugar que en ese tiempo era totalmente austero, las embarcaciones que ahí llegaban no representaban aún el lujo al que él estaba acostumbrado, sin embargo no le importó en lo más mínimo. El señor Brooks se ofreció a llevar sus pertenencias, cuando como todo hombre que buscaba trabajo pudo deducir que era una persona adinerada, pero Anthony había contratado su propio personal para que lo ayudara a llevar sus pertenencias que no eran muchas en ese entonces, sin embargo al ver la edad y la desesperación en los ojos del señor Brooks le dio su maletín personal para que lo llevara hasta su carruaje. El señor Brooks le sonrió de una manera tan agradecida que conmovió al rubio, de inmediato lo contrato como su mayordomo al él contarle su historia y lo acompañó todo el tiempo que estuvo su mansión en construcción, cuando todo estuvo listo se mudó junto a su familia, pronto el señor y la señora Brooks quien también gracias a Anthony había sanado formaban parte del personal más importante de la mansión, poco a poco fueron contratando a los demás empleados, convirtiéndose todos en poco tiempo en fieles de Anthony, gracias a la manera en la que él los trataba.
Anthony salió de sus recuerdos cuando James le fue a avisar que su esposa (la señora Brooks) ya había preparado todo y que todo estaba como él lo había dispuesto en su balcón. Anthony observó al buen James quien le sonrió entendiendo la pregunta de su joven amo.
-No se preocupe joven Anthony, nadie entró a su habitación. – Dijo como adivinando aquella pregunta. Anthony sonrió satisfecho.
-Gracias James. – Le dijo palmeando su hombro en señal de afecto. James sabía lo importante que era su privacidad y que no le gustaba que nadie entrara a ella, ni siquiera las jóvenes del servicio, así que él y solo él se encargaba de ayudarlo a poner todo en orden, había utilizado el otro corredor que lo llevaba a la terraza de su patrón para así acomodar lo que había solicitado.
Anthony llegó a su habitación y rápidamente se dio una ducha y cambio sus ropas por unas más frescas, la práctica de esgrima lo había dejado sudado y no quería presentarse así con su amada. Candy por su lado se había arreglado más de una vez su aspecto, observándose cada vez en el espejo para ver si no se había desacomodado un rizo de su cabello, no era vanidosa todos lo sabían, pero quería verse hermosa para cuando su amado la llamara, le había dicho que lo esperara así que cambió su atuendo, se había puesto un vestido fresco de color rojo, era strapless que se detenía por un elástico a la altura de su busto formando un holán hasta debajo de ellos mientras se ajustaba de la cintura con una cinta del mismo color y abajo caía libre hasta sus rodillas, se colocó unas alpargatas color beige, se trenzó el cabello completamente recogiéndolo sobre su cabeza y se colocó unas pequeñas flores del color de su calzado que adornaban su peinado, se puso un poco de rubor y se pintó discretamente los labios con un tono que le hacía brillar sus tentadores labios. Observó una vez más su anillo, maravillada con el brillo de aquella joya, la cual ya habían dicho que era valiosísima, suspiró enamorada y no se dio cuenta que era observada por el motivo de aquellos suspiros quien estaba afuera observándola desde su balcón, listo para tocar su ventana y llevarla junto a él, sin embargo la imagen que vio de la rubia lo hizo quedarse congelado observando su silueta.
Anthony vestía un pantalón casual color blanco, con una camisa del mismo color, su cinto era de color caqui y completó su atuendo con un saco color azul marino, del mismo tono que sus boat shoes, simplemente se veía de ensueño, lo mismo que Candy, quien seguía esperando la presencia de aquel que le robaba el aliento, cuando de pronto sintió lo penetrante de su mirada y sin siquiera hacer un pequeño ruido se volteó hacia donde se sentía atraída, encontrando una mirada de fuego que se posaba sobre ella, devolviéndole la misma mirada al verlo parado afuera de su terraza, era como estar viendo a un ángel en la tierra, simplemente perfecto, con su sonrisa angelical y esa mirada que podía derretir los mismos polos con solo verla un segundo.
Candy fue caminando hasta él como llamada por el canto de una sirena. Llegó hasta la puerta que los dividía y él le ayudó a abrirla para acortar su distancia, lo primero que hicieron fue abrazarse como si hubieran permanecido mucho tiempo sin verse, ambos se extrañaban y deseaban con todas sus fuerzas volver a estar juntos. Anthony besó sus labios delicadamente.
-Cierra los ojos. – Le dijo con su sensual voz. Candy obedeció cual niña pequeña con una gran sonrisa dejándose guiar con la plena confianza de que iría a donde él la llevara, sin cuestionar lo más mínimo, hacía mucho tiempo que ella había puesto en sus manos toda su confianza y a pesar del tiempo y de su separación nada había cambiado en ello.
Candy abrió los ojos una vez que él se lo había indicado y no pudo evitar sorprenderse por la manera tan romántica que habían preparado el balcón que correspondía a la habitación de Anthony, por haber estado tan concentrada en su aspecto no se había dado cuenta que de aquel lado los empleados trabajaban apresurados para darle a su patrón aquel capricho que raramente solicitaba. La señora Brooks esta vez se había esmerado bastante para complacer a su amo, al igual que los demás empleados, creando una deliciosa cena a base de mariscos y un vino rosé para acompañarlos, el cual se enfriaba a un lado de la mesa, las velas creaban un ambiente de lo más romántico así como el lugar que había sido alumbrado gracias a la gran variedad de velas que habían colocado ahí.
-¡Es hermoso! – Dijo Candy ilusionada por el ambiente que habían logrado sin percatarse en lo más mínimo.
-No tanto como tú. – Le dijo Anthony mientras acariciaba y besaba uno de sus hombros, haciendo que la piel de Candy se erizara por aquel contacto tan sutil y sensual, logrando que un suspiro se escapara de sus labios al cerrar sus ojos para disfrutar de la sensación. Anthony sonrió complacido, le gustaba crear esas sensaciones en ella y sabía muy bien cómo hacerlo, su caballerosidad y romanticismo era nato en él, pero las emociones que Candy despertaba en su persona era lo que lo elevaba al máximo. – Ven. – Le dijo tomando su mano para sentarla en aquella mesa para dos que habían colocado solo para ellos. Candy lo siguió sin dejar de mirarlo, con el brillo de sus ojos resplandeciendo.
Candy aún se sentía como en las nubes, como si todo aquello que estaba sucediendo junto a Anthony fuera un sueño, no terminaba de comprender que lo que una vez llegó a pensar que jamás sucedería estaba sucediendo y de la mejor manera posible, era mucho mejor que las veces que soñó estar a su lado, donde solo se imaginaba estar abrazados, riendo y de vez en cuando dándose tiernos besos que en esa época la sonrojaban, hoy en día al pasar de los años y después de haber pensado que ya no volvería con ella, sus sentimientos habían trascendido convirtiéndose ese amor también en deseo y pasión, pero a la vez mezclado con ternura, era una sensación difícil de explicar aún para ella, pero ahora no solo necesitaba los besos tiernos y las caricias sutiles en su piel, sino que necesitaba más de él, su cuerpo lo sentía y lo pedía, Anthony era capaz de provocar aquella reacción natural en su cuerpo con un solo roce, con una mirada y sobre todo con escuchar su sensual voz muy cerca de su rostro, con eso bastaba para que su cuerpo comenzara a incendiarse por dentro y a sentir que el aire le faltaba por el excesivo calor que sentía, eso y el recuerdo de lo que había sucedido en la playa le había advertido qué era lo que su cuerpo le estaba exigiendo así sintiera pena pedirlo, pero ella necesitaba ser besada y acariciada de una manera que jamás había pensado que podría suceder.
-¿Qué sucede pecosa? – Preguntó el rubio con una expresión tierna en su rostro al ver que su princesa no decía nada, sino que se había quedado absorta observándolo fijamente. De pronto se sonrojó al caer en cuenta de sus pensamientos y Anthony sonrió una vez más complacido.
-Nada, solo me quedé pensando en lo hermoso que es todo esto… - Dijo a penada al pensar que él pudiera enterarse de lo que estaba pensando. – Aún se me hace un sueño volver a estar contigo… - Dijo como excusa a su letargo.
Anthony tomó su mano con dulzura y la beso tiernamente sin dejar de mirar sus ojos, su mirada seguía siendo encendida y con la luz de las velas proyectaba mejor aquel fuego en aquel par de bellos ojos azules.
-A mí me parece un sueño el tenerte aquí conmigo, el que me hayas aceptado como tu prometido, el que por fin llegarás a ser mi esposa… - Le decía como con un susurro, sin dejar de verla y sin dejar de besar su mano tiernamente. – Me has liberado de mi amargura pecosa, has dejado libre mi alma nuevamente, te amo, nunca dejé de hacerlo. – Dijo nuevamente dejando un último beso en su mano, uno que fue más húmedo y en el cual expresaba con más anhelo lo que deseaba hacer en su cuerpo.
-Yo tampoco dejé de amarte Anthony. – Decía reafirmando su seguridad, una que había perdido en algún momento en el camino, no la seguridad en los negocios ahí era implacable, sino la seguridad que te brinda el sentirte correspondido.
Comenzaron la cena entre arrumacos y miradas tiernas, Anthony de vez en cuando le daba a probar la comida y Candy abría la boca con gusto para dejarse consentir por su novio, le gustaba la manera tan caballerosa que tenía para consentirla y hacerle saber cuánto la amaba y cuánto la cuidaba. El vino rosé que había en la mesa fue servido con cautela porque Anthony sabía bien que Candy no tomaba y a pesar de que él tampoco lo hacía tenía que reconocer que era más resistente al alcohol.
-¿Te gustó? – Preguntó cuándo vio que Candy le tomó un pequeño sorbo al vino, probándolo con respeto, no era la primera vez que se atrevía a probar una copa de vino, sin embargo no estaba acostumbrada a hacerlo.
-Está rico. – Dijo simplemente, sin embargo Anthony le dio un bocado de los camarones que tenía y después le indicó que tomara otro pequeño trago de vino. Candy asintió confiando plenamente en su recomendación.
-¿Ahora? – Preguntó de nuevo el rubio para saber si le había gustado aquella combinación.
-¡Sabe delicioso! – Dijo Candy encantada con la mezcla de sabores que se habían encontrado en su boca. Anthony sonrió complacido por aquella reacción de su pecosa, esos platillos que había preparado la señora Brooks eran de los favoritos de él, desde que había llegado a Florida.
-Me alegra que te guste. – Dijo con una sonrisa.
Continuaron con la cena y poco a poco Candy se terminaba aquel poco de vino que había servido en su copa, no quería que se emborrachara con aquella copa, así que solo fue para que degustara la cena, la de él había estado un poco más llena, pero con la resistencia que tenía y la costumbre de acompañar así ese tipo de cenas le valió nada en su organismo, por el contrario Candy estaba un poco más risueña, el color de su rostro estaba más rojo de lo normal y no se le quitaba, quedándose permanente anunciándole al rubio que a pesar de haber bebido poco ya estaba algo alegre.
-¿Me das otro poco? – Preguntó una vez que se había acabado su copa de vino, su mirada reflejaba la de una niña traviesa que sabía que estaba haciendo una travesura y que deseaba ser complacida.
-Por hoy no princesa. – Le dijo un tanto divertido por su petición. – Pero otro día podemos volver a tomar un poco más. - ¿Está bien? – Preguntó firme al ver que Candy hacía un puchero al estar un tanto en desacuerdo con él, pero Anthony lo que menos deseaba era que ella perdiera el sentido o que se emborrachara por completo.
-Está bien. – Dijo no muy convencida, pero al perderse en sus ojos azules aquella inquietud se esfumó.
El viento comenzó a soplar un poco más fuerte, el movimiento de las palmeras lucían agitadas y una a una fueron apagando las velas del balcón, quedándose poco a poco en penumbras, solo alumbrados por los rayos de la luna y las estrellas.
-Vamos amor, creo que ya es hora de ir a dormir. – Le dijo tomándola de la mano para ayudarla a ir a su habitación.
Cuando Candy vio hacia donde era dirigida se detuvo en seco ante la sorpresa de Anthony.
-¿Sucede algo princesa? – Preguntó al ver que ella no caminaba y que solo se jalaba hacia atrás, negando con su cabeza una y otra vez. Anthony no comprendía su actitud.
-No quiero dormir sola. – Dijo sin pena, apoyándose en lo que el alcohol había hecho en su organismo sintiéndose un poco más inhibida. Anthony sonrió feliz por aquel comentario, ya que él tampoco quería dormir solo, ya que había sentido el calor de su cuerpo por las noches no quería perder aquella sensación.
-¿Estas segura? – Preguntó acercándose a ella lentamente para abrazarla por la cintura. Candy asintió.
-Sí... – Dijo sintiéndose muy acalorada sin saber si era el vino que había tomado, el ambiente del lugar o por la cercanía del rubio, quien también a pesar de no estar ebrio sentía su cuerpo derretirse ante el calor que emanaba Candy.
Candy fue la primera que se acercó a sus labios, sin darle tiempo a Anthony de que dijera otra cosa y comenzó a besarlo como si no hubiera un mañana, había iniciado un beso atrevido, uno que nunca se hubiera atrevido a hacer si no tuviera la valentía del alcohol en su sangre. Invadió su boca con sus labios y Anthony se dejó arrastrar por aquel arranque de pasión que tenía la rubia, ambos estaban ansiosos de aquellos besos atrevidos que no compartían desde hacía algunas horas, los dos querían más, así que Anthony la tomó en sus brazos sin dejar de besarla y la llevó a su habitación abriendo con un poco de dificultad la puerta de vidrio deslizable, una vez dentro la llevó hasta la enorme cama que estaba al centro de la habitación y la colocó con mucho cuidado en ella, sentándose a su lado sin dejar de besarla.
Él había quedado detrás de ella, acariciando su cuerpo, necesitaba besarla una vez más y así lo hizo, ahora fue él el que se encargó de invadir su boca apasionadamente, ambos sabían a lo que iban, los dos lo deseaban y esta vez no podrían echarse para atrás, la valentía que Candy tenía en su cuerpo si bien era producto del alcohol el deseo que ella tenía por el rubio era siempre.
-¿Estás segura princesa? – Preguntó sin poder creer lo que por fin sucedería, él había esperado aquel momento muchas veces, había tenido sueños incluso donde la hacía suya por completo, donde le robaba su inocencia y la convertía mujer entre sus brazos.
Candy dejó de besarlo por un momento y lo miró fijamente a los ojos, ambos tenían sus pupilas dilatadas por el deseo que emergía de sus cuerpos, sus mirabas quemaban y hablaban más que sus palabras, ambos decididos en llevar por fin acabo aquella entrega de sus cuerpos, querían fundirse y ser por fin uno de una vez por todas, sin importar el mañana, sin importar el qué dirán, sin importar nada más que el profundo amor que se tenían. Aquella mirada dio a Anthony la respuesta que era la que él estaba esperando.
Candy se recostó en la cama para permitir que Anthony se posara encima de ella, el rubio la vio como si estuviera en uno de sus sueños y lentamente se colocó encima de ella, con cuidado, no quería dejar caer todo su peso en ella y sofocarla, con sus manos comenzó a recorrer su cuerpo mientras con sus labios besaba su escote, deleitándose con la suavidad y el aroma de su piel, su mano izquierda fue avanzando lentamente desde su rodilla hasta su muslo sintiendo Candy como aquel contacto quemaba su piel, pero el rubio se concentró en su boca una vez más, besándola lentamente, con ternura, sabía que era su primera vez y que debía tratarla con delicadeza no con las ganas que tenía de tomarla de una vez por todas y terminar con aquel martirio con el que tenía sometido a su cuerpo desde hacía tanto tiempo.
Anthony comenzó a besar sus labios una y otra vez, colocándose encima de ella, mientras con sus manos acariciaba sus senos por encima de la ropa, bajó a su cuello y dejando un rastro húmedo con su lengua volvió a su escote, besando aquel lugar que le causaba intriga desde que los había visto reflejados bajo su camisón de noche mojado a la orilla de la playa, ansiaba verlos con mayor ganas desde aquel día, así que se concentró en ellos y mientras los acariciaba los besaba por encima del escote, hundiendo su nariz entre ambos para absorber con más ganas su aroma.
Candy cerraba los ojos para dejarse envolver por aquellas caricias que la estaban volviendo loca de deseo, de pronto el cuerpo de Candy comenzó a relajarse y el punto más alto de su leve borrachera había pasado, comenzando a relajarse de más y a caer en un profundo sueño, mientras el rubio continuaba con su labor de acariciar su cuerpo con ternura, él estaba listo para entrar en acción, sin embargo al darse cuenta de que Candy no se movía levantó su rostro encontrándola tan hermosa con su rostro completamente relajado, como una bella princesa de cuento de hadas que dormía plácidamente.
Anthony detuvo su cometido sonriendo tierno, a pesar de que rápidamente comenzó a sentir una punzada en su bajo vientre, sabía lo que seguía, su respiración seguía agitada, su cuerpo seguía firme y el sudor comenzó a invadir su frente, se levantó con cuidado de no despertar a su amada y se dirigió al cuarto de baño para dejar que las gotas frías de agua calmaran su excitación recorriendo estas lentamente sus perfectas formas, concentrándose en su parte inferior para calmar el deseo despertado, sonrió de lado al darse cuenta que todo había sido producto del alcohol ya que él nunca hubiera intentado propasarse con Candy, mucho menos en el estado que se encontraba y que realmente no sabía bien lo que hacía.
El baño sirvió para aclarar su mente, secó su cuerpo con una toalla y se enfundó en su pantalón de pijama dejándolo libre de los interiores, mientras se secaba su cabello observó con ternura que Candy seguía completamente dormida en su cama. Observó el reloj, apenas era cerca de la media noche, era hora de dormir, se colocó junto a Candy y la abrazó por la cintura, besando su mejilla con delicadeza y observándola dormir por unos minutos, poco a poco cayó también en un profundo sueño un tanto frustrado por cómo había terminado su celebración de compromiso, pero él había sido el único culpable por haberle dado a beber alcohol, así que no tenía nada que reprocharle.
-Descansa mi princesa. – Le dijo por último dejándose atrapar por el mago de los sueños.
Continuará…
Hola hermosas, las dejé con ganas de más verdad? pillinas golosas dijo Ludovico jajajaja espero no se molesten con Candy por haber dormido la mona jajaja
TeamColombia, Hola chicas golosas, espero estén muy bien y sobre todo que hayan disfrutado de este capítulo. Muchas gracias por seguir leyendo y sobre todo por dejar su comentario. Saludos y bendiciones a cada una de ustedes.
Mayely León, Hola hermosa, ya pronto habrá boda no te preocupes unos diez capítulos más o menos llegaremos a ella ;). Me da gusto que esta historia te entretenga para que no andes pensando en cosas malas, como diría mi esposo jajaja. No te preocupes tiene razón Mauricio el celular no deja nada bueno solo te deja ciega jejeje. Gracias por seguir leyendo y sobre todo por dejar tu comentario. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Denisse Treviño, Hola de nuevo hermosa. Stear para mí es un amor me encanta darle ese toque humorístico que siempre mostró en todo momento y a la vez la madurez que tenía, siempre alegre y sincero. También me dolió que ni siquiera eso hubiera tenido de recuerdo Patty, aunque sea un besito tierno. Siempre las personas que menos derecho tienen son las que más se llenan la boca de lo que no les pertenece, sintiéndose dueñas y señoras de algo que ni al caso, así está lleno el mundo. Adrien Agreste es el nuevo Anthony solo espero que el escritor no sea igual de sádica que la escritora de Candy y no nos quiera hacer harakiri con él ya suficiente tengo con que mi Anthony haya muerto. Amé la escena en la que Stear está muy "valiente" esperando suplir a Archie y termina desmayado jajaja. Así es hermosa el amor está en el aire y como tú dices "El amor se llama Anthony ;)". Gracias por leer hermosa y sobre todo por dejar un comentario. Saludos y bendicones.
Julie-Andley-00, Hola hermosa, ¿Cómo estás? El señor Leagan para mí fue un hombre muy relajado, creo que prefería hacerse de la vista gorda por tal de no complicarse mucho la vida, prefería viajar y trabajar para desatenderse de su odiosa familia, para él era mejor tenerlos de lejitos. Este patriarca anda medio perdido a mí se me hace que anda de volado por ahí por eso no contesta. Muchas gracias por comentar hermosa te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Guest, Hola hermosa, bienvenida a la historia, muchas gracias por leer y dejar tu comentario espero te gusten las demás historias. Gracias por comentar, te mando un abrazo, saludos y bendiciones.
María José M. Hola hermosa, no te preocupes a pesar de que te puse falta en los otros capítulos sé que siempre estás al pendiente de la historia y cuando puedes dejas un comentario y tienes razón, cuando los gatos se creen de angora no hay quien los convenza de lo contrario. Gracias por dejar tu comentario saludos y bendiciones hermosa.
Miyoya, Hola hermosa! ya pronto viene la boda de los rubios unos diez capítulos más o menos XD. Gracias por seguir al pendiente de la historia. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Mayely No te desveles, no es bueno para la beba...
Bueno hermosas, espero les haya gustado también este capítulo y espero que se animen más chicas en comentar si les ha gustado o no. Muchas gracias por leer, les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes.
GeoMtzR.
