Hola hermosas, muy buenas días, antes de iniciar a leer este capítulo les recuerdo que esta historia al igual que todas mis historias son para mayores de edad (21+) y para las personas que no se sienten incómodas con los temas de contenido adulto y con amplio criterio, esta escrita sin ánimo de ofender, es solo con fines de entretenimiento, así que recuerdo una vez más que es clasificación M, te pido de la manera más atenta y educada posible que si no tienes la edad suficiente para leer por favor retírate, de lo contrario eres bienvenida. Gracias por tu comprensión.

ENTRE CARTAS Y MENTIRAS

ENTREGA O CONSAGRACIÓN

CAPÍTULO 34

Habían pasado más de dos horas en la que Anthony se había dormido un tanto frustrado enseguida de Candy cuando despertó intrigado al escuchar la voz de aquella rubia llamándolo insistentemente.

-Anthony… Anthony… - Decía Candy en un susurro a su amado, quien intentaba abrir los ojos al ser arrancado de su plácido descanso.

-¿Qué sucede hermosa? – Decía un poco confundido por un momento, sin embargo recordó que nuevamente estaba con Candy en su habitación.

-Anthony… - Decía Candy de la misma manera.

-Dime mi vida... – Le dijo ya más despierto, pero pensando que la rubia no lo escuchaba porque solo seguía repitiendo su nombre. Abrió los ojos y se recargó en su brazo derecho para observar a la rubia que seguía repitiendo su nombre una y otra vez, de pronto se dio cuenta que ella seguía dormida llamándolo insistentemente, sonrió dulcemente al ver que se trataba de un sueño en el cual ella lo estaba llamando, por un momento pensó en despertarla al creer que tal vez estaba teniendo una pesadilla y no quería que se angustiara, pero al poner más atención a la manera en la que lo llamaba le intrigó saber qué era lo que estaría soñando, porque la expresión de Candy no era la de una chica angustiada, sino todo lo contrario comenzó a gemir y a retorcer su cuerpo, mientras exhalaba como queriendo tomar aire, eso despertó de nuevo el deseo del rubio en contra de su voluntad porque no quería padecer de nuevo otra "recaída". Anthony comprendió que Candy tenía un sueño íntimo y que él era el protagonista de aquella historia que creaba su mente, no pudo evitar deleitarse con los gestos tan hermosos que hacía Candy cuando gemía provocativamente y lo llamaba insistentemente.

De pronto Candy se levantó de golpe lanzando un leve grito que hizo que Anthony se tensara por un momento. La rubia estaba despierta de pronto, no sabía qué era lo que había pasado, simplemente comenzó a respirar agitadamente, captando que se había tratado de un simple sueño, sin embargo su respiración estaba bastante alterada.

-¿Estás bien amor? – Preguntó Anthony un tanto halagado por lo que había visto y escuchado, no podía evitar que su corazón se sintiera feliz por lo que provocaba en la rubia, ella también lo deseaba a él, como él la deseaba a ella. Candy volteó tímida a verlo y más cuando se topó con su torso desnudo.

-Sí. – Respondió tímida nuevamente, el alcohol había abandonado su cuerpo, ya estaba una vez más sobria, él lo notó porque su rostro reflejaba la timidez que sentía al darse cuenta donde estaba y de qué había estado soñando. – ¿Qué hora es? – Preguntó de la misma forma. Anthony volteó a ver el reloj de su habitación.

-Son casi las tres de la mañana. – Candy se sorprendió por la respuesta, sentía que había dormido mucho tiempo, de pronto recordó lo que había pasado en aquella habitación antes de quedar dormida. - ¿Sucede algo? ¿Tuviste un mal sueño? – Preguntó intentando indagar lo que había soñado. Candy negó con su rostro.

-Lo siento... – Dijo apenada.

-¿Por qué? – Preguntó el rubio acercándose a ella mientras la abrazaba por la cintura. – No tienes que sentirlo, si no estás lista yo lo entiendo mi vida. – Le decía tierno, besando su hombro para darle seguridad. – Yo te esperaría siempre de ser necesario. – Le decía sincero a pesar de que su cuerpo se resistía a aquella afirmación.

-Yo… - Dijo tímida. – Yo si quiero… - Le dijo escondiendo su mirada de él. Anthony le sonrió con ternura y buscó sus ojos, de nuevo vio aquel deseo que desprendían sus esmeraldas, el mismo fuego que había visto horas antes.

-¿Estás segura mi amor? No quiero presionarte. – Decía para asegurarse de que no se aprovecharía de ella. Candy asintió, solo que esta vez no se arrojó a sus labios para besarlos con ansiedad.

-Estoy segura… te amo y… - Dijo con timidez, pero segura de lo que su cuerpo deseaba, lo había soñado una vez más a su lado, haciéndola su mujer, un sueño que la venía persiguiendo desde que volvió a verlo y que si antes se lo había reprochado, era porque él estaba junto a Gabriela, pero que en ese momento de su vida ya no importaba, él estaba a su lado y ella necesitaba demostrarle cuánto lo amaba y lo necesitaba. Anthony había sido testigo de aquella necesidad que tenía el cuerpo de la pecosa, una necesidad que también afloraba en su cuerpo y que ambos necesitaban calmarla.

Se acercó un poco más a ella y comenzó a besar su hombro con delicadeza, con dulzura, mientras con sus manos acariciaba sus brazos haciendo que la piel de Candy se erizara, aún estaba sensible por el sueño que había tenido, y aquel roce la había obligado a reaccionar favorablemente. El vestido que había usado esa noche era fácil de quitar de su cuerpo, así que la puso de pie frente a él y comenzó a bajarlo mientras sus ojos se posaban en su cuerpo recorriéndolo por completo, observando con deleite aquella obra de arte que Dios había hecho solo para él. Candy cerró sus ojos dejándose envolver por el delicado roce de sus manos, sintiendo como su cuerpo comenzaba a arder con aquel simple contacto.

Candy quedó ante él solo con su corsé y en aquel largo fondo que cubría sus atributos y que a pesar de que cubrían gran parte de su cuerpo el aliento de Anthony lo abandonó al ver la imagen de la perfección parada justo frente a él. Candy sentía como la timidez iba abandonando su cuerpo al sentirse admirada por los azules de su novio, quien tenía la boca entre abierta por aquella aparición, se puso de pie y comenzó a jalar el listón que se ajustaba a su corsé para terminar con su agonía y poder por fin apreciar sus firmes y suaves formas, unas que sobresalían de aquella prenda y que ya no le era suficiente con verlas a medias.

Abrió lentamente los ojillos de aquella prenda ajustada y al terminar de liberarlo lo sacó sobre su cabeza para arrojarlo a algún lugar fuera de su alcance, quedando Candy expuesta ante él de la parte superior, una vista para él de lo más maravillosa, los observó por unos minutos maravillado, nunca en su vida había visto a una mujer desnuda, solo en los libros de arte que alguna vez había leído o en las pinturas de las exposiciones que había asistido, pero ninguna hacía justicia a lo que tenía frente a él, aquellas eran mujeres la mayoría un tanto obesas y de poco atractivo y que habían sido plasmadas por los autores, el par de senos que Candy poseía eran delicados, firmes, no eran pequeños tenían un tamaño perfecto, los cuales se escondían en aquel delicado corpiño que en ese momento había salido volando, sobre todo le gustaba la areola que los coronaba, de un color sonrosado y su textura era suave y blanda. El brillo de los ojos de Anthony provocó en Candy una extraña satisfacción reafirmando su feminidad ante él, se sintió más segura al ser admirada de aquella forma por él, una que le indicaba que era de su agrado lo que estaba observando.

Anthony se acercó a ella despertando de su letargo, levantando sus manos para tocar aquel par de atributos que se le ofrecían a sus ojos, Candy le dio el gusto de poder tocarlos sin tapujos comenzando él a acariciarlos con dulzura, como si temiera lastimarla, era la primera vez que tocaba uno directamente sin ropas de por medio y era mucho más placentero hacerlo así, sintió sus manos arder por aquel contacto, la temperatura de su cuerpo se elevaba mientras se elevaba también otra parte de su cuerpo, irguiéndose con maestría debajo de su pantalón, exhibiéndose sin pena ante ella quien se sorprendió por la reacción del cuerpo de su amado. Anthony besó uno de sus senos y provoco que un gemido bastante audible abandonara los labios de Candy, eso elevó el ánimo de Anthony, sintiendo como afrodisíaco para sus sentidos aquella pequeña expresión de gozo que había abandonado la boca de su amada, sintió la seguridad de volver a besarlo pero esta vez con mayor humedad en sus labios, utilizando su lengua para rodearlo mientras acariciaba el otro con su mano, sintió que la suavidad de aquella parte de su cuerpo comenzaba a endurecerse, mientras Candy sentía que una parte de su cuerpo más íntima reclamaba atención, al sentir cómo comenzaba a estremecerse e impacientarse por las sensaciones que le provocaban sus caricias.

Anthony se sentía en el paraíso, había descubierto que aquella parte del cuerpo de su amada era una zona bastante erógena y que para él era bastante placentero estimularla, despertando también el deseo en su cuerpo. La tomó para si una y otra vez alternando sus labios entre uno y otro hasta que su cuerpo comenzó a doler por las ganas que tenía de invadirla, sin embargo se tomaba su tiempo porque quería explorarla primero, quería llenar sus ojos de su cuerpo, deleitarse con sus formas, conocer y probar cada centímetro de su piel, ese siempre había sido su deseo desde que había despertado la pasión en su hormonal cuerpo.

La recostó de nuevo con cuidado, comenzando a besar sus labios con delicadeza, bajando por su cuello hasta llegar a su vientre, recorriendo con besos húmedos y tiernos una y otra vez hasta sentir que le robaba el aliento. Candy estaba que pisaba el cielo con ambos pies, se sentía desfallecer al sentir la boca de su amado recorrer su piel, le gustaba sentir aquella humedad que desprendía su boca cuando con su lengua la comenzaba a recorrer, de pronto sintió como Anthony desató el cordón de su prenda interior, aflojando aquel lazo que los ajustaba para comenzar a bajarlo por su cadera, descubriendo poco a poco aquella parte de ella que le faltaba explorar, pronto quedó ante sus ojos su monte de venus y obligándola a levantar sus piernas tranquilamente para despojarla por completo de aquella tela y dejarla totalmente libre para él, solo para él. Anthony no creía que podía estar más maravillado con lo que había descubierto arriba, sino que la parte inferior de su cuerpo era mucho más hermosa de lo que hubiera jamás imaginado, ni en sus sueños más atrevidos había podido observar aquella perfección que le demostraba era su amada Candy.

-¡Eres realmente hermosa! – Le dijo con la mirada totalmente desfigurada de deseo. Candy estaba igual sus ojos estaban tan dilatados por lo que observaba ante ella, y a pesar de que no era la primera vez que lo veía sin camisa, si era la primera vez que lo veía en ese estado, completamente excitado y a merced de su cuerpo.

-Tú también eres hermoso. – Dijo con un susurro, su voz apenas podía abandonar su garganta por las sensaciones que le provocaban aquellas caricias.

Anthony comenzó a despojarse de sus pantalones para dejar libre todo su cuerpo y exponerse así ante ella, quien también deseaba con todos sus sentidos poder observarlo completamente y no solo conformarse con su torso, no era un hombre presumido, ni mucho menos pagado de sus atributos físicos, pero el orgullo de la naturaleza humana lo hacía exponerse sin pena ante ella. Candy no podía apartar sus ojos de él, era un hombre verdaderamente atractivo, y no porque tuviera punto de comparación con otro hombre, sino porque realmente le agradaba a su vista lo que veía frente a ella, provocando que la humedad de su cuerpo fuera más intensa.

Una vez que ambos salieron de su asombro Anthony continuó son sus caricias, quería llenarse de ella antes de apropiarse de su cuerpo, así que continuó con sus besos por todo su cuerpo, llenando su oídos con los gemidos y suspiros que exhalaba Candy cada vez más intensos, con menos pudor, provocando que Anthony se entusiasmara más y más con el desempeño que estaba teniendo, sus besos cada vez eran más intensos y su recorrido era más seguro, mientras Candy se aferraba a las sábanas de la cama, exigiendo cada vez más de él.

La curiosidad de Anthony no tenía límites, y poco a poco llegó a la intimidad de Candy comenzando a besarla a su alrededor como dudando un poco si debía o no hacer lo que estaba anhelando, convenciéndose una vez que sintió como el cuerpo de Candy comenzó a temblar por aquella cercanía y terminó por besar directamente en aquella zona, Candy se sentó de golpe, de la misma manera en como había despertado, descubriendo con sorpresa una parte de su sueño.

-Anthony no… - Dijo apenada.

-¿Te molestó? – Preguntó un tanto sorprendido. Candy negó tímida, descubriendo en su mirada el placer que había sentido.

-No… - Dijo con la mirada encendida.

-Relájate... – Le dijo besando sus labios y recostándola nuevamente para volver a intentar aquello que había cruzado su mente. – No pretendo hacerte daño mi amor, lo único que deseo es adorarte y amarte para siempre. – Le dijo provocando que el corazón de Candy comenzara a latir con fuerza, mientras veía como él volvía a recorrer su cuerpo con besos húmedos hasta llegar de nuevo hacia el sur, sintiendo como su corazón se salía de su pecho a una velocidad impresionante, Anthony separó sus piernas lentamente para tener total acceso a aquella parte que lo tenía completamente atrapado, insistiendo con sus caricias y más al comenzar a sentir como Candy se retorcía con mayor fuerza y como su humedad comenzaba a aumentar, mientras los gemidos y gritos de placer abandonaban su garganta hasta que la hizo explotar espontáneamente llenando su boca con aquella prueba de placer que su cuerpo emanaba.

Anthony levantó su rostro completamente complacido con aquella reacción, satisfecho con la dulzura de su sabor, se sentía completamente feliz por haber hecho que su pecosa disfrutara con sus caricias, regresó por el camino que había recorrido, pero ahora hacia el norte para encontrar de nuevo en ese camino sus senos que subían y bajaban aún excitados por el placer recibido, volvió a atenderlos de nuevo provocando de nuevo que se erizaran como reacción de sus besos, de su lengua, rodeándolos ahora con mayor entusiasmo, Anthony había descubierto algunas de las partes más erógenas de su amada Candy, llegó a sus labios de nueva cuenta y subió por completo su cuerpo al de ella, este le exigía ahora saciarse de ella y eso era lo que haría en ese momento, así que comenzó a abrirse paso con mayor libertad en su destino, al sentir que con su humedad y la de él era menos complicado el acceso.

-¿Estás segura pecosa? – Volvió a preguntar con la voz tan ronca que parecía que era otra persona la que tenía encima de ella. Candy adoró la manera en la que le había hablado y la ternura con la que había explorado su cuerpo, el rubio deseaba volver a corroborar si ella estaba segura de lo que harían, pensando en algún momento que ella se arrepintiera llegado ese momento.

-¿Tú no? – Preguntó observando sus azules, los cuales estaban suplicantes de avanzar. Candy encontró su respuesta en ellos.

-Es lo que he deseado más, después de recuperarte. – Le dijo besándola de nuevo. Candy lo abrazó con sus manos por el cuello y con sus piernas por la cintura, dándole así un mayor contacto de ambos cuerpos, lanzando Anthony un suspiro al sentir aquel choque de sus partes íntimas.

Comenzó la invasión poco a poco, sentía como su cuerpo se resbalaba dentro de ella lenta y pausadamente. Candy se aferraba más a su cuerpo un tanto nerviosa por aquellos movimientos, mientras Anthony la comenzaba a besar nuevamente para relajarla por completo, habían llegado a un camino sin retorno y ninguno de los dos querían detenerse, así que con un poco más de fuerza irrumpió en su cuerpo para poder entrar de lleno en ella, provocando que Candy se tensara un poco y lo apretara más de su cuello al mismo tiempo que de su cintura.

-Lo siento. – Dijo Anthony al comprender que le había dolido aquella intrusión que había hecho él con su cuerpo, le dolía haberla lastimado, sin embargo su cuerpo estaba completamente complacido por aquel cobijo que tenía dentro de ella, se sentía tan bien estar en aquel lugar tan maravilloso y suave que lo había recibido con su calidez.

-Estoy bien. – Dijo Candy reponiéndose poco a poco de aquella sensación que si bien había sido incómoda no había sido tan dolorosa como lo había pensado en un momento.

Anthony sonrió ante aquella afirmación y volvió a besar a su ahora mujer, él la había convertido en mujer, en su mujer y una sonrisa de felicidad cruzó su rostro, ella siempre había sido lo más importante de su vida desde que había llegado a ella y él ahora era su hombre, el único que se había llevado el honor de convertirse en el compañero de su vida incluso antes de llevarla al altar.

Sus movimientos comenzaron lentos, todo lo contrario a lo que su cuerpo necesitaba, pero entendía que al ser su primera vez no podía apresurar las cosas, ya que incluso para él había sido un tanto incómodo entrar en ella, pero no por eso dejaba de ser placentero, poco a poco ambos se fueron acostumbrando a aquellas sensaciones, buscando cada vez más intensificar el placer que comenzaba a aparecer de nuevo en sus cuerpos, sintiendo ambos aquellas reacciones que ya habían expresado en la playa días antes.

El movimiento de sus cuerpos se fue intensificando mientras el sudor comenzaba a recorrer su anatomía, cada uno estaba perdido en aquella sensaciones, Anthony aumentaba el vaivén de su cadera para hacer más intenso el placer, alejándose de ella para observar cómo su cuerpo comenzaba a responder, el rostro de Candy estaba completamente rojo de placer, mientras con su mirada se fijaba en el perfecto cuerpo del rubio que la abordaba una y otra vez, perdido en sus facciones, se veía irresistiblemente guapo con aquel gesto concentrado de su cara mientras la tomaba de la cintura para fijar su pelvis contra la de ella, moviéndose con ritmo y cadencia una y otra vez, su sonrisa de lado era provocativamente sexy y su mirada invitaba a pecar cuando se posaba en el vaivén de sus senos, no hubo necesidad de hablar, sus cuerpos expresaban ampliamente lo que ambos estaban sintiendo, el placer de nuevo acudía a ellos de una manera más intensa que en la playa, lo que ambos veían era la imagen perfecta del amor y ninguno de los dos distraía en otra cosa, solo en su imagen y en lo que sentían uno al entrar y otra al ser abordada con aquella pasión y ternura que él le demostraba.

-Te amo. – Le dijo cuando sintió que el cuerpo de Candy comenzó a contraerse dentro y con ello evitaba que se saliera de ella apresando con mayor fuerza su hombría envolviéndola con su calidez, sintiendo un fuego abrazador al aumentar su temperatura de manera excesiva.

-¡Anthony! – Gritó Candy emocionada al sentir que su cuerpo comenzaba a sentir descargas eléctricas por cada uno de sus rincones, centrándose sobre todo en su centro, inclinándose ante él para atraerlo más a ella y así evitar que se saliera y la dejara a medias con aquella culminación de éxtasis que estaba experimentando con mayor intensidad que la primera vez que había acudido a ella en la playa, el tenerlo dentro de ella era muchísimo más placentero que solo ser estimulada por encima con las ropas estorbosas que habían tenido aquella mañana. - ¡Anthony… Anthony…! – Decía Candy una y otra vez repitiendo su nombre cuando sentía que se iba acercando a una velocidad impresionante a la culminación del éxtasis de su placer.

Candy pedía más y más imprimiendo Anthony más fuerza a su pelvis para evitar salirse de ella, la opresión que sentía dentro del cuerpo de Candy lo tenía completamente loco de placer, entonces lo sintió, pudo sentir perfectamente como el interior de Candy se hacía más estrecho y comenzaba a convulsionar liberando su culminación de golpe mientras comenzaba a mover su caderas para disfrutar el momento máximo de placer que estaba experimentando por primera vez con esa magnitud, el rostro de Anthony era todo un poema al ver como en cámara lenta el cuerpo de Candy llegaba al momento máximo de excitación en la cima del placer, al mismo tiempo fue apresado en su interior y desbordó también todo lo que llevaba dentro explotando de la misma manera cómo lo había hecho Candy, comenzando a llenar a su amada con toda su excitación. El movimiento de sus cuerpos se fue alentando sin dejar de lado los besos y las caricias y más cuando Anthony advirtió en Candy un par de lágrimas que salían de sus ojos emocionada por la maravillosa expresión de amor que sus cuerpos habían demostrado.

-Te amo. – Le dijo una vez más besando sus lágrimas para poder limpiarlas de su rostro, sabía que no eran lágrimas de decepción porque la sonrisa que tenía plasmada en su rostro era la sonrisa de una persona completamente feliz y Candy en ese momento se sentía la mujer más feliz del mundo.

-Te amo. – Le dijo besando sus labios, sintiendo el calor de su cuerpo aún encima de ella, respirando ambos con mayor facilidad una vez que habían recuperado su aliento. Poco a poco Anthony fue recuperando su tamaño natural y salió de su cuerpo en contra de su voluntad, porque sentía ganas de quedarse ahí en ese lugar, quería vivir para siempre dentro de ella y seguir llenándose de aquella maravillosa sensación que había descubierto era hacer el amor.

Ambos se abrazaron con infinita ternura, sintiendo como sus cuerpos desnudos se amoldaban de lleno uno al otro, encontrando en su perfecta anatomía la calza exacta para ellos mismos.

El sueño los alcanzó unos minutos más tarde, ambos sin dejar de abrazarse, Anthony la tenía entre sus brazos como negándose a dejarla ir de su lado, sintiendo como el calor de su cuerpo le tranquilizaba el alma.

La mañana llegó rápidamente y con ello el despertar del rubio quien por primera vez se sentía completamente relajado, sus músculos dolían de una forma extrañamente placentera y su intimidad amanecía más dispuesta que nunca, buscando como si tuviera mente propia de nuevo el calor del interior de Candy, su amada Candy. Se había ido a su cuarto siendo un jovenzuelo y había despertado convertido en un completo hombre, un hombre dispuesto a conseguir el mundo para ponerlo en los pies de ella si fuese necesario, un hombre capaz de conquistar hasta el más difícil de los propósitos con tal de ver de nuevo aquella expresión de placer en el rostro de su mujer.

-Eres hermosa Candy. – Le dijo en un susurro muy cerca de su oído, era demasiado temprano para levantarse. Había decidido no ir a montar, no quería irse y dejar a Candy sola aquella mañana, su primera mañana juntos después de haber hecho el amor. Suspiró enamorado y volteó al techo de su habitación sintiendo una satisfacción enorme al comparar las veces que se había dormido solo en aquel lugar, con el corazón triste y roto, pero hoy, hoy despertaba con la felicidad más grande que jamás había experimentado en toda su vida, preguntándose cómo había sido posible vivir sin ella, respirar sin ella, seguir sin ella, era algo que ahora le resultaría imposible de hacer.

Candy comenzó a removerse despertando aún apenada por la intensa actividad que se había desatado en aquella habitación, el lugar que le pertenecía a su amado Anthony y que desde que había llegado se lo había ofrecido por completo para ella, así como le había ofrecido su corazón desde muy niño.

-Buenos días mi amor. – Le dijo tímida una vez que había enfocado sus ojos en él.

-Buenos días princesa. – Le respondió con la mirada encendida de placer nuevamente, ninguno había cubierto su cuerpo bajo las sábanas, el calor del lugar les daba esa ventaja y ambos podían volver a admirar sin pena sus atributos.

Anthony por la emoción colocó a Candy encima de su cuerpo, acercándola de nuevo hacia su boca para poder apropiarse de ella, besándola con pasión, atrás había quedado el recato con el que la besaba, ella ya era de él y de nadie más, así que le demostraría nuevamente cuanto la amaba, acariciando sus caderas mientras su cuerpo comenzaba a pedir más de aquella deliciosa actividad, ya no pidió permiso, ya no preguntó con sus labios, sus ojos fueron los encargados de hacerlo y de la misma forma obtuvo respuesta y así dejó que ella lo dominara invadiendo desde abajo el hermoso y delicado cuerpo de Candy.

Habían expresado con sus cuerpos una vez más una nueva manera de amarse, una posición que los había llevado de nuevo a aquel viaje recién emprendido, uno que sabían bien les sería imposible no volver a recorrer, sus sonrisas reflejaban la felicidad que tenían en esos momentos.

-Gracias. – Le dijo Anthony a su amada Candy, ella lo observó sin comprender del todo aquel agradecimiento. – Gracias por confiar en este niño que se acaba de convertir en hombre en tus brazos. – Le dijo besándola de nuevo. Candy comprendió sus palabras, ella también se había convertido en mujer en sus brazos y había sido maravilloso, en ningún momento se sintió ofendida o lastimada por sus movimientos, sino que cada uno de ellos había sido cuidada como quien cuida a su más preciado tesoro. – Soy completamente tuyo Candy, me tienes a tus pies princesa, te prometo que siempre serás lo primordial para mí, siempre serás lo más importante en mi vida. – Dijo besándola en la sien completamente enamorado, sincero en lo que decía, cada palabra que salía de su boca era para él poco comparado con lo que tenía que decirle, sin embargo era imposible de expresar.

-Gracias también a ti mi príncipe, gracias por tratarme con tanta delicadeza y con tanto cuidado, gracias por enseñarme el camino del amor y demostrarme que es hermoso y limpio el amor que nos tenemos. – Decía recordando que muchas veces le habían dicho que hacer el amor era un acto pecaminoso y condenado, sin embargo en los brazos de Anthony había descubierto que era lo mejor que le había sucedido, la había llevado hasta el mismo cielo, mostrándole directamente las estrellas en aquel camino que habían emprendido juntos y el cual ansiaban recorrer por el resto de sus vidas.

La puerta como cada mañana sonó puntual, era James quien de nuevo se hacía presente para cerciorarse de que su patrón estaría listo para salir a montar.

-Buenos días joven Anthony. – Dijo el mayor, con su voz tan amable como siempre.

-Buenos días James. – Respondió el rubio tranquilamente, mientras Candy intentaba levantarse de encima de él, sin embargo él lo impidió utilizando solo un brazo para aferrarla a su cuerpo. – Tú no te vas de aquí. – Le dijo coqueto en un susurro para que James no escuchara. Candy se sonrojó de nuevo. – James hoy no saldré a cabalgar, seguiré un rato más en mi habitación, la señorita Candy y yo nos dormimos tarde, por favor que tampoco la molesten a ella. – Dijo a modo de orden, mientras Candy lo veía con asombro y con cara de travesura por lo que acababa de decir a su mayordomo.

-Muy bien señor, un rato más levantaremos todo. – Dijo James retirándose de la puerta sin sospechar nada malo por las palabras de las órdenes recibidas, dirigiéndose a la doncella que estaba a cargo de ayudar a Candy para indicarle que no la molestara ya que seguía completamente dormida.

-¿Qué pretendes? – Preguntó Candy con una mirada cuestionando a su prometido.

-¿Aún no lo adivinas? – Preguntó atrevido una vez más, poniendo su vista en su cuerpo y girándose para ponerse encima de ella y comenzar a acariciar de nuevo su perfecta anatomía. Candy sonrió y lo recibió con gusto.

La envolvió en un abrazo y se limitó a besarla nuevamente para volver a disfrutar de sus caricias, abandonándose ambos al placer que habían descubierto y que los había atrapado por completo, sus cuerpos se amaron sin freno y volvieron otra vez a tocar el cielo con sus almas, uniéndose una y otra vez para disfrutar así el inicio de su sexualidad.

Continuará…

Hola hermosas por fin dirán algunas, (no sé si la mayoría). Espero que les haya gustado este capítulo y sobre todo que no se hayan sentido ofendidas con la descripción del relato. Muchas gracias por leer y sobre todo te agradezco dejar tu comentario para saber qué te pareció.

TeamColombia, Hola hermosas espero que estén muy bien y sobre todo espero el comentario de este capítulo gracias por leer, espero les haya gustado. Siento mucho que una parte de ustedes se haya sentido desilusionada por el tiempo que falta para la boda, pero así quedó la historia y no puedo recortarla a menos que le quite capítulos pero advierto que quedará con más dudas, ustedes deciden y me dicen si quieren que le quite 10 capítulos. Saludos y bendiciones a cada una de ustedes.

Mayely León, Hola hermosa, espero que estés muy bien ya que se me hizo extraño no tener tu cometario, te mando un fuerte abrazo y espero que estés muy bien.

Denisse Treviño, ¿Cómo ves con Candy? Yo también me quedé sorprendida por ello pero quien le manda pues y todavía quería más vino, por eso dicen por ahí que si no lo controla no lo tome jajajaja. Ese es el punto de los capítulos que tu imaginación vuele a donde te lleve para así disfrutar cada palabra que está plasmada en la compu o el cel jejeje. Te mando un fuerte abrazo hermosa, saludos y bendiciones.

Miyoya, Hola hermosa no tienes que agradecer al contrario yo soy la que te agradezco el leer y dejar tu comentario, espero que te haya gustado este capítulo. Te mando un fuerte abrazo hermosa.

Guest, Te va a hacer daño... jajaja gracias por dejar tu comentario aunque sea para apurarme jajaja

Muchas gracias por leer esta historia a cada una de ustedes, les mando un fuerte abrazo y sobre todo mis mejores deseos a cada una de ustedes.

GeoMtzR.