Wizdad
Sumario: Harry Potter no tenía nada resuelto en su vida. Si James no causaba un problema, entonces Albus estaba de mal humor. Si Albus no parecía un grumpy, Lily tenía una rabieta. Cuando creía que podría tener un descanso, debía ir al Departamento de Aurores. La mayor parte del tiempo no tenía idea de qué estaba haciendo, o qué tan bien lo hacía. Agregar a Draco Malfoy y unos mellizos sólo lo haría más divertido.
Género: Romance/Family/Humor.
Claves: Drarry EWE. Fluff, familias Potter-Weasley y Malfoy-Greengrass. Shipps variados.
Disclaimer: Si HP fuese mío, esto sería canon. Ya que no lo es, saben lo que significa.
James siendo James
—…así que James va a estar en Italia la próxima semana, cubriendo un partido, Scorpius entra al internado optativo anterior a la escuela de medimagia en dos semanas, y Albus tiene ese…
Su "conteo de cabezas" para asegurarse de que sus hijos estuviesen presentes se había convertido, de algún modo, en un "programa familiar". Molly incluso le regaló una versión mejorada del reloj Weasley que tenía en La Madriguera; la suya no sólo apuntaba dónde estaban en general, sino que tenía un pequeño mapamundi para hacerse una idea de sus viajes y notas de cuándo volvían. Harry casi se echó a llorar cuando se lo dio, pero nadie más que Molly y Draco necesitaban saberlo.
—Campamento —completó Albus, más concentrado en su almuerzo—. Un campamento al que asistirán los segundos mejores pocionistas del mundo, porque la gente es idiota y no quisieron invitar a papá Draco.
—Seguramente tienen buenos maestros —alegó Draco, en un tono que era suave, pero dejaba en claro que se sentía halagado.
Albus bufó.
—No tanto.
—Bien, James, Scorpius, Albus —Harry murmuraba, observando las notas que se formaban en su reloj y mapa mundi—. Lily vuelve a Hogwarts en tres semanas y Altair-
—Ya lo decidí —admitió Altair, limpiándose con cuidado con una servilleta de tela—, herbología suena bien para Feroz y para mí.
—Pensé que querías entrar a la escuela de arte mágico de Londres…
—Puedo perfectamente hacer ambas cosas a la vez, ¿no es cierto, padre? —Giró el rostro hacia Draco—. Hay un área de investigación en la herbología que requiere de dibujos, así que practicaré uno mientras hago lo otro.
—Si estás seguro —Draco se encogió de hombros—, pero puede ser un poco difícil. Organízate bien.
Altair le restó importancia con un gesto.
—Además, cuando Albus vuelva del campamento, voy a tener su ayuda para organizarme con las cosas en el apartamen- ¡ay! Albus, sabes que odio que me patees por debajo de la mesa —Hizo una pausa, en la que frunció el ceño ante las caras sorprendidas del resto—. No les habías dicho, ¿verdad?
—No pensaba hacerlo hasta después del campamento —masculló Albus, entre dientes.
—¿Decirnos qué? —indagó Harry, decidiendo que su tarta de melaza podía esperar. Necesitaba un poco de calma para disfrutarla bien.
—¿Al- Albus va a ser el compañero de piso del que me hablaste, Alti? —A Scorpius se le resbaló el tenedor de la mano. Tintineó al golpear el plato, pero no lo recogió de inmediato.
—Sí, ya nos llevamos bien, no es la persona más desordenada que conozco, es más callado que Gemma, y va a estar tan ocupado con el laboratorio que ni siquiera va a molestarme cuando estudie —razonó Altair, dándole una mirada tranquila a su hermano, que no paraba de boquear—. Y no, no pienses ridiculeces. Por Merlín, Scorp…estoy seguro de que puedo oír eso que acabas de pensar.
—Ah.
Desde que Scorpius terminó con Rose y por otros pequeños problemas, la situación con Albus era tan extraña que Harry temía encontrarlos rodando por el suelo mientras discutían y se besaban en cualquier momento. Pero tampoco podía arreglarlo por ellos, así que sólo miró a uno y luego al otro con atención.
—¿Puedo visitarlos? —preguntó Lily, emocionada.
—Claro.
—No —respondió Albus, en cambio. Le frunció el ceño a Altair y comenzaron a discutir en base a gestos.
—Es- es- —Scorpius carraspeó—. Genial, ¿no? Digo- ahm- yo, uh…su- supongo que bastará con enviar las cartas al mismo lugar mientras esté, uh, en el internado…
Harry le echó un vistazo a Draco. Él meneó la cabeza. Luego hablarían del tema.
—Bien, así que todos van a estar aquí para ir a La Madriguera pasado mañana por navidad, y para el año nuevo —aclaró Harry, despacio—, ¿cierto, James?
—Sí, papá.
—Y…
—Oh —Lily saltó en su asiento y bajó su tenedor—, yo tengo que comprar ropa para mi cita con Cole. Mis mamás vuelven mañana, ¿verdad?
Cita, repitió Harry dentro de su cabeza. Cita. Cita.
Lily tiene una cita.
Cita.
¡¿Cita?!
—¿Que tú qué con quién? —James se dio la vuelta en su asiento y la observó con horror.
—¿Cole? —Albus frunció el ceño—. ¿Ese no es…el chico irritante que es un año mayor que tú y…?
—¿Él no es un poco…? —Scorpius titubeó.
—Exageradamente idiota —espetó Altair, rodando los ojos.
—¡No es un idiota, Alti!
—No sabría diferenciar a un micropuff de una doxy, ni aunque la doxy acabase de morderlo y estuviese en peligro de muerte…
—¡Sólo fue mordido una vez!
—Hay mejores chicos —insistió Albus.
Lily emitió un sonidito indignado y lo encaró, empezando a ponerse roja.
—¿Y quién pidió tu opinión?
—¡Calma, calma! —Harry intervino, antes de que comenzaran a pelear—. Albus, no podemos elegir con quién sale Lily, no dijimos nada sobre el Señor Bocazas.
Albus se ahogó con su comida y tosió. El apodo pertenecía a un chico con quien él había salido alrededor de dos meses. El mejor término para definirlo era "bocazas", aunque todos estaban de acuerdo en que "insoportable" y "engreído" también se le ajustaba.
—No me lo recuerdes —James se masajeó la sien, con una expresión mortificada—, tengo pesadillas con su cabello demasiado rubio y su voz tan-
—James —Harry intentó mantener la voz baja al dirigirle una mirada para que callase. Su hijo mayor fingió arcadas. Él suspiró y se fijó en Lily—. Si quieres comprar algo para tu cita, podemos ir esta tarde.
—Prefiero esperar a mis mamás —Lily frunció la nariz.
—Ginny y Astoria van a estar cansadas cuando lleguen —recordó él—, yo puedo acompañarte, Lil.
Lily miró a Draco, en busca de auxilio.
—Tu padre es muy…—Draco arrugó el entrecejo y lo sopesó un instante— bueno para hacer cumplidos.
Harry le dio un codazo sin fuerza y gesticuló con los labios, sin hacer ruido, un "¿bueno para hacer cumplidos?". Draco se encogió de hombros.
Lily bufó.
—Está bien, puedo ir contigo. Si papá Draco también viene.
—Lo siento —musitó Draco, enseñándole una expresión de disculpa.
Harry masticó con más agresividad de la necesaria su siguiente bocado.
—Yo tengo muy buenos gustos y soy excelente compañero de compras…
Escuchó la risa de Lily y James.
—Con la frecuencia a la que padre te lleva de compras —mencionó Altair, con un deje divertido—, puedo creer lo segundo. Pero lo primero…
Harry gruñó algo y sus hijos se rieron más fuerte.
—0—
Cuando ofreció llevarla de compras, pensaba en una tarde padre-hija. El hecho de que Draco se uniese no lo afectaba demasiado.
Sin embargo, era extraño entrar a una tienda de ropa en el Callejón Diagón y ver que la pequeña sala delante de los probadores estaba abarrotada. James y Albus movieron una mesa, con permiso del gerente, para jugar snap explosivo mientras esperaban, y no dejaban de murmurar entre ellos en tono contenido. Altair dibujaba a los maniquíes y su ropa, y era la tercera vez en la última hora que Scorpius se ponía de pie y daba una vuelta para ver las prendas.
Harry compartía un sillón amplio con Draco, lo que le permitía mantenerse pegado a su costado, mucho más cómodo de lo que habría estado esperando allí solo. También era la razón de que no estuviese dormido a esas alturas; su novio le hablaba en voz baja, le pinchaba un costado con el índice, o depositaba un beso en su cabeza cuando pensaba que nadie se daría cuenta.
—¡Este tampoco! —gruñó Lily, desde uno de los vestidores. Vio un vestido aparecer colgado sobre la puerta.
Harry ahogó un sonido frustrado y apoyó la cabeza en el hombro de su novio.
—¿Qué te parece si te pones uno de los últimos veinte que elegiste, el que crees que se ve un poco mejor, y nos lo muestras? —opinó Draco, en un tono que intentaba ser comprensivo—. Y pensaremos si hay que buscarte de otro color, o de otro corte, o…
Refunfuñando, Lily empujó la puerta del vestidor y salió. Se recogió el cabello y dio una vuelta para que viesen el vestido rosa de tirantes que llevaba. Luego dejó caer la maraña roja por su espalda y resopló.
—Lo odio.
—¡Pero si te ves preciosa! —aseguró Harry.
—Muy linda —Scorpius regresó a la sala de espera y se apoyó sobre uno de los sillones.
—Demasiado para ese idiota —mencionó Albus, mirándola de reojo.
—¿No preferirías algo con mangas? —James se veía simplemente incómodo—. Estamos en invierno. ¿No tienes frío? Mamá siempre ha dicho que no debes contar con que tu cita te preste su chaqueta.
Ella rodó los ojos.
—Llevaré algo encima, idiota —Después se fijó en los dos Malfoy que todavía no hablaban—. ¿Qué? ¿Es- está muy mal o…?
—Un poco pálida —Altair lucía pensativo, observando el vestido con el mismo gesto crítico que ponía frente a un dibujo—, ¿por qué rosa, en invierno? No tienes algo rosa en tu armario desde-
Draco carraspeó y negó cuando su hijo lo vio. Regresó su atención a Lily.
—Te ves bonita, Lil —Draco se levantó y caminó hacia ella para guiarla entre las exhibiciones de ropa de la tienda—, si te gusta ese tipo de vestido, podemos ver…
Harry exhaló y apoyó la cabeza en el respaldar de su asiento, aliviado de que Draco se ocupase. Sí, tal vez debió esperar a Ginny y Astoria.
Scorpius continuó observando la ropa por su cuenta y Altair dibujando. Albus y James mascullaban. Él no le prestó atención a lo que decían.
—0—
El día de la "cita", Harry se preparaba una taza de chocolate caliente para los nervios, cuando escuchó la chimenea. James y Albus tenían alrededor de media hora sentados en las escaleras, quejándose en voz alta de lo impuntual que era el tal Cole, quien ya había superado el "límite" que Harry le dio a Lily.
Se acercó a la sala para recibirla y retrocedió un paso sin pensar.
¿Código rojo?
No, se corrigió. Código púrpura.
Su pequeña Lily era una banshee rabiosa, con el cabello húmedo y cubierto de escarcha, el rostro tan rojo que no se diferenciaban las pecas del resto de su piel, un abrigo enorme que no le pertenecía, y las manos cerradas en puños. Llevaba su varita. Sus pasos fueron zancadas firmes atravesando la sala.
—¡James, Albus, sé que fueron ustedes dos, idiotas! ¡¿Creen que soy estúpida?! ¡Reconozco perfectamente la magia de todos en esta maldita casa! ¡Vengan aquí, par de cobardes…!
Eso no sonaba a que hubiese resultado bien. Harry vio a sus dos hijos mayores levantarse y huir, perseguidos por Lily. Bebió un sorbo de su chocolate caliente.
Unos segundos más tarde, James se deslizaba por la barandilla, Albus saltaba los escalones de dos en dos, y Lily continuaba detrás de ellos. Escuchó una maldición y vio el rayo rojo que golpeaba la pared.
—¡Lily, no usamos maldiciones punzantes en esta casa! ¡Y mucho menos apuntando a tus hermanos!
—¡Voy a matarlos, sé que fueron ustedes dos!
—¡Te hicimos un favor!
La pelea terminó cuando una maldición alcanzó a James y este gritó. Antes de que pudiese darle a Albus también, Harry los separó a los tres con escudos.
Cuando acabó su chocolate caliente, se encontraba de pie frente a sus tres hijos, sentados en el sofá, con Lily en el medio y escudos manteniéndolos a salvo. Por si acaso, había retirado sus varitas.
—¡Hechizaron mi ropa! —gritaba Lily, apuntando a uno y luego al otro— ¡Tuve que quedarme helada y con toda la ropa mojada, y venir hasta acá! Qué suerte que era una pista de hielo mágica aclimatada, ¡me podría haber congelado cuando salí de ese…ese…ese agujero!
—Usé un hechizo para asegurarme de que él no estaría quitándote el vestido-
Harry empalideció.
—¡Me lo estaba quitando, porque también hechizaste sus patines, imbécil! ¡Abrieron un surco en el hielo y caímos dentro! E incluso sino fuese por eso, ¡no es problema tuyo si yo…!
—¡No quería que hicieras alguna locura!
—Y él es un idiota que-
—¡Tú cállate, Albus! —Ella golpeó la barrera entre los dos y regresó su atención a James—. ¡No tenían ningún derecho!
—¡Te estábamos cuidando!
—¡Puedo cuidarme sola!
Harry arrojó dos silencios, en vista de que no era necesario uno para Albus. Suspiró cuando Lily le dirigió una mirada desagradable. Era idéntica a Ginny haciendo eso.
—Lo que hicieron pudo dañar a Lily —Les habló primero a ellos—, y tiene razón en que no tienen ningún derecho a hechizar su ropa en una cita. Ni los patines de su cita.
James deshizo el silencio tras dos intentos no verbales y Harry lamentó el día en que descubrió que podía realizar algunos contrahechizos de ese modo.
—¡Ese chico es un idiota, papá! Le pregunté a algunos chicos que conocía en Hogwarts de su año y todos dicen que se acuesta con las chicas y las deja, y que les-
Lily volvió a golpear la barrera entre ambos y gritó, callada por el silencio.
—La idea era que él quedase mal y se avergonzase —aclaró Albus, en voz baja—, nosotros habíamos puesto una medida de seguridad para ella en-
Harry le puso un silencio a él también y volvió a colocarle otro a James, que frunció el ceño.
—¿Tengo que unirlos por un hechizo cadena para que resuelvan esto entre ustedes? —indagó, cruzándose de brazos.
A pesar de que dos de ellos eran mayores de edad y magos capaces, observaron a Lily vacilantes. Negaron. Lily asentía de forma frenética.
De alguna manera, Lily logró quitarse el silencio, imitando los gestos de James. Harry hizo una nota mental de vigilar esa capacidad para su magia sin varita.
—Lo que hicieron no sólo estuvo mal, sino que es inaceptable. Lily nunca los ha saboteado a ustedes, y merece que respeten sus decisiones también- y si es un idiota, lo van a poder maldecir luego de que demuestre que lo es, no antes —agregó Harry, cuando James pareció retirarse el hechizo de nuevo.
—¡No es tan malo! —Lily seguía roja hasta las orejas. Extendió una mano hacia él—. Mi varita.
—No les voy a regresar sus varitas todavía.
—¿Las tres? —James arqueó las cejas y saltó de su asiento—. ¡No puedes quedarte con mi varita! Soy mayor de edad, ¡ni siquiera vivo aquí! Podría atraerla con un accio no verbal.
—¿Sí? —Harry también elevó las cejas—. Inténtalo.
James boqueó por un segundo.
—¡Hay- hay una ley en contra de quitarle su varita a otro mago adulto!
—También hay una para el uso de hechizos sobre un mago o bruja menor de edad —replicó Harry, serio—, y créeme, estar en el lado de los juzgados en el Wizengamot no es agradable. ¿Estás seguro de que quieres discutir sobre legalidad de nuestras acciones conmigo, de entre todas las personas?
James alzó las manos, en señal de rendición, y se sentó.
—La recuperaré de todos modos.
—¡Eso no es justo! —Lily fue la siguiente—. ¡Yo no hice nada! Todavía tengo frío, estoy cansada, ¡y es culpa de ellos, papá!
Harry suspiró.
—Sí, ellos tienen la culpa, pero si te regreso tu varita ahora, vas a atacarlos.
Ella apretó los labios, su rostro enrojeciendo a niveles imposibles.
—Se lo merecen.
—¿Tú tienes algún reclamo también? —Se dirigió a Albus, que sacudió la cabeza. Cuando le quitó el silencio, lo único que dijo fue:
—La necesito para cuando me vaya al campamento.
Harry se masajeó las sienes y decidió que necesitaba escribir un par de notas. Draco, Ginny, y Molly. La última tenía que estar advertida de que habría tres medio Weasley malhumorados en La Madriguera al día siguiente.
James se marchó dando pisotones, aunque no aventó la puerta. En su lugar, fue Lily la que dio el portazo. Albus arrastró los pies hacia su propio cuarto, lleno de cajas y ropa doblada.
Tras unos instantes a solas en su sala, Harry decidió que le hacía falta algo un poco más fuerte que el chocolate caliente. Y un buen escondite para tres varitas.
—0—
Por la mañana, Harry sólo podía comparar la tensión en la cocina con la que experimentaba en el Gran Comedor después de la Batalla de Hogwarts.
James se había quedado a dormir, como avisó que haría antes de que Lily volviese de su cita, y al no recibir su varita a primera hora, hizo un desastre probando hechizos no verbales para prepararse el desayuno. Albus fue más inteligente; cocinó para sí mismo y para Lily sin magia, y cuando ella apareció, le tendió el plato como ofrenda de paz.
Habría sido un lindo gesto, si Lily no hubiese empujado el plato contra él.
—¡Lily Potter, la comida no se tira así!
Cuando Lily se giró para estallar contra él también, pareció recordar algo. Harry le había contado ciertos aspectos de su infancia con sus tíos, tras mucha insistencia de parte de los tres, y ella adoptó una expresión de culpa.
—¿Hay- hay alguna forma de devolverla a cómo estaba…? —titubeó—. ¿Podrías…?
Harry respiró profundo y asintió. Durante un rato, Lily se mantuvo pegada a él, abrazándolo por un costado y evitando la pregunta de cuándo le daría su varita.
Entonces escuchó la entrada de alguien a través de la chimenea. James estaba tan sorprendido como él de ver asomarse la cabeza de un tímido Lysander Scamander.
—Buenos días, Harry —vaciló frente a Harry, quien lo saludó con un gesto—, yo, ahm, Lily dijo que la chimenea estaría abierta para mí por lo de…
—¡Ah, sí! —Lily soltó a su padre y caminó hacia él. Le plantó un beso en la mejilla—. Lo tengo arriba, como nuevo, espera un segundo…
Y desapareció en dirección a su cuarto.
Harry miró a James, él negó y vio a Albus. Este se encogió de hombros. Esperaron a que Lily volviese, con ese abrigo varias tallas mayor que la suya que usaba el día anterior.
—Muchas, muchas, muchas gracias, Lys, qué bueno que a ti no se te contagia la estupidez de James y Lorcan…
El chico aceptó el abrigo de regreso con una sonrisa ligera.
—¿Cómo pasó eso? —preguntó James, apuntándolos a ambos con un cucharón de madera que, de alguna forma misteriosa, había logrado quemar a medias. Harry tomó una nota mental para comprar otro; las quemaduras mágicas de ese tipo no se quitaban jamás.
Lily estrechó los ojos hacia él de inmediato, pero Lysander fue el que le contestó, con su voz siempre calmada y dulce.
—Mamá pone amuletos de calor en mi ropa todo el tiempo, lo sabes, lo sigue haciendo porque, no sé, se me olvida cómo se hacen- a veces intento un hechizo que debería darme un poco de calor, pero me equivoco en la pronunciación, y no sale bien…y he quemado varios abrigos de Lorcan también —Adoptó una expresión pensativa por un instante, luego negó—. Cuando me encontré con Lily ayer, pensé que necesitaba el abrigo más que yo. Y de cualquier forma, yo podía probar hechizos hasta que me saliese uno para el calor, pero ella no.
—Espera, espera, espera un momento- —James colocó la sartén con su intento fallido de desayuno a un lado—. ¿Por qué ese hijo de…?
—James.
Su hijo carraspeó.
—¿Por qué —Volvió a decir, en tono contenido— ese imbécil de Cole, no estaba haciendo todo lo que le era física y mágicamente posible por ayudarla?
—¿Cole? —Lysander se mostró confundido y observó a la chica—. No, yo no sé- Lily estaba sola cuando la vi.
Harry decidió calentarse una taza de café, mientras el adolescentelipsis tenía lugar en su cocina.
—¡Bien! —Lily resopló—. Cuando tu estúpido hechizo en los patines hizo un surco en el hielo, caímos en el agua y Cole estaba horrorizado, salimos del agua helada, y tu otro hechizo que era todavía más estúpido, no dejaba que mi ropa se secase ni que me la sacase, y él se…¡el idiota se fue después de que discutimos! ¡Y me dejó allí sola, en el hielo, diciendo que el ambiente mágico aclimatado no haría que me congelara, hasta que, gracias a Merlín, conseguí a alguien conocido! Y ese alguien era Lys.
—¡Sabía que era un idiota! Al, termina de comer, rápido, vamos a-
—¡No van a hacer nada, James!
Harry le ofreció una taza de café a Lysander, ya que estaba ahí, escuchando su escándalo. El chico aceptó y rodeó a los hermanos Potter para alcanzarlo y sentarse junto a la encimera también.
—¡Te dije que era un idiota! ¡Desde el principio, sabía…!
—¡Sí, era un idiota! Y ya lo sé, ¡pero no es algo con lo que tendrías que haberte metido, James! ¡Puedo darme cuenta de cuándo un chico es un imbécil, no necesito tu ayuda para eso! ¡Eso no habría pasado, de no ser por sus tonterías!
—¡Pero es un idiota, Lil! De todos modos, en algún momento-
—¡Entonces lo habría descubierto por mí misma igual!
Harry calentó más café. Le tendió una taza a Albus, que le agradeció con un cabeceo, y siguió desayunando.
—¡No quería que lo descubrieras cuando…cuando…! —James gesticulaba con ambas manos, deprisa—. Soy un chico, sé cómo son algunos chicos, y hay una gran rama de idiotas por allí-
—¡No es algo con lo que tengas que meterte!
—¡Claro que tengo, porque soy tu hermano! ¡No puedo tolerar la idea de que venga un idiota a hacerte llorar! ¡No puedo, ¿bien?! Te guste o no, te voy a cuidar toda tu maldita vida, y si sales con un idiota, te lo diré desde el primer instante, ¡tengo que hacerlo! ¡No puedo no cuidarte, Lil! ¿Tienes alguna idea de lo que me estás pidiendo? ¡Que no me meta! ¡¿Cómo podría no meterme, si creo que van a hacerle daño a una de las personas que más quiero en el mundo?!
Lily apretó los labios, intentando contener el llanto. James estaba igual. Weasley sentimentales. Todos eran así.
—Si no me hubieses tratado como una niña tonta —alegó Lily, con la voz temblorosa—, te hubiese escuchado más, y habría estado advertida sobre él desde el comienzo.
—Qué linda familia —murmuró Lysander, enternecido por alguna razón que sólo él podía entender.
—Al, ¿estás llorando tú también? —cuestionó Harry, al notar que se tallaba los ojos.
Albus resopló y negó.
—Nada de eso, yo no lloro por cosas tan bobas —contestó, en tono calmado. Pero sorbió su nariz de nuevo.
Sí, era la vena Weasley. Ginny habría comenzado a llorar también, de estar ahí.
Después de que Lily hubiese cobrado su venganza, pellizcando el brazo de James y dándole un manotazo a Albus, el apocalipsis adolescente quedó suspendido y Harry decidió que podía sacar las varitas. Lysander desayunó con ellos.
Probablemente debería haberse preocupado porque James y Albus estuviesen hablando en murmullos de nuevo. Aunque la verdad es que, si pensaban maldecir al idiota aquel, Harry no se opondría mientras no fuesen descubiertos.
—0—
Era la última tarde de preparaciones en La Madriguera y la cocina estaba convertida en una zona de guerra. Percy les gritaba que salieran de allí si no iban a ayudar, Bill le decía que tendría un ataque al corazón si no se calmaba, Charlie intentaba robar un bocadillo sin ser visto, Fleur les preguntaba qué más faltaba de la lista que Molly les daba cada año.
Harry se aseguraba de que su sección estuviese lista y nada se hubiese quemado, mientras terminaba de contarle a su ex esposa el resultado de la desastrosa cita de Lily.
—¡Ese idiota…! —estalló Ginny, poniéndose roja— ¡espero que James y Albus le hayan echado una maldición de impotencia! Es lo mínimo que podrían- no, no, ¡es muy poco! ¡Eso es muy poco para lo que…!
—Cariño —Intentó tranquilizarla Astoria, poniéndole una mano en el brazo.
—¡No me vas a decir que no se lo merece, porque sí se lo merece, Astoria!
—Claro que sí —aceptó Draco, inclinándose cuando Harry le ofreció el cucharón para que probase—. Una pizca de sal —indicó, y regresó su atención a ambas mujeres, ignorando con maestría a Percy y sus quejidos sobre que los tres debían cocinar o ir a la sala con el resto—. Para ser honesto, preferí no meterme en eso, pero estoy muy seguro de que Altair no estaba buscando una nueva novela de misterio en la biblioteca de nuestra casa. Tenía esa cara…
Harry no pudo evitar reír. Sabía a qué cara se refería.
—Igual a la que pones tú —comentó. Su novio emitió un vago sonido indignado.
—¡No se parece en nada a mí!
Ginny y Astoria intercambiaron miradas incrédulas.
—Altair es tan Malfoy que a veces creo que todos los genes de Astoria fueron a parar a Scorpius —se burló Ginny.
—Completamente de acuerdo —Harry asintió.
Draco repitió ese sonidito indignado.
—¿En qué se supone que se parece él a mí…?
Ellos siguieron charlando, Percy regañándolos, y la comida preparándose. En la sala, Albus hablaba con los mellizos Malfoy y Lily dormitaba con la cabeza sobre el hombro de James, que conversaba con Teddy.
