I.

El oficial mayor Regano no quiso asistir al funeral de su propio hijo. No hubiera podido soportarlo, sabía que si desenfocaba la mirada de su verdadera prioridad se abandonaría a una depresión que le impediría encontrar al desgraciado asesino. Cualquier otro hubiera visto Resiliencia en esa obsesión pero no sus oficiales, que pensaban que estaba poniéndose un tanto senil. Llevaba media hora mirando hacia la ventana cuando Wallas, que había perdido en el juego de piedra papel o tijeras, entró a su oficina.

—Señor, tengo buenas noticias. — Informó, fingiendo su mejor sonrisa.

—No hay buenas noticias oficial.

Wallas tragó saliva.

—Bueno, es que quería informarle que el inspector consiguió el video del depósito de Chatarra de 3 cuadras atrás de la bodega de IOES, la única camioneta que cumple con las dimensiones del tanque fue grabada a la 22:16 horas mayor, es una Ford Mustang del 86, y los restos del cilindro según el laboratorio cumplen con la descripción que les dimos, es pegamento, señor. Hay un granero a 30 km de la primera vuelta a la gasolinera y Sanders piensa que podría tratarse de la misma camioneta que paró ahí para cargar.

— ¿Investigaron las placas?

—Sí, el propietario vive en el granero, detrás del suministro en la PALACEA. Seguro que le suena el nombre.

Regano hizo un esfuerzo por no perder la paciencia.

—Carl Butcher, señor, el hermanastro de la niña difunta. También hablamos con el activo, señor. Dice que el cartel va a estar en el siniestro otra vez, detrás de las planchas para una reunión o algo así. ¿Quiere que autorice una operación? Ya no tenemos que preocuparnos por que abra la boca. Ah y casi lo olvido: el inspector consiguió la resolución del consejo tenemos una orden para los archivos de Heinz el auto golpeado por un venado en febrero del 80…

— ¿Carl Butcher? ¿El mismo que reconoció el cuerpo?— lo interrumpió Regano.

—Sí señor. ¿Cómo deberíamos preceder?

Regano agarró sus llaves y se levantó de un salto.

—Vamos por él.